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San Juan Bautista de la Concepción Obras II – S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
I. RESPUESTA A LA PRIMERA DIFICULTAD
A las seis dificultades últimas respondo con el capítulo primero, en que informa el padre visitador que en la Religión no halla peccado venial. Religión donde se sirve a Dios con tantas veras que no se halla en ella peccado venial, ¿qué dificultades la pueden contrastar ni cosas la pueden menoscabar? El peccado es y ha sido ruina de todas las cosas que en el mundo se han perdido; y la gracia y amistad de Dios es la que conserva a, guarda y defiende las cosas en medio de sus contrarios, a todos los vence y queda con la victoria.
Cuando Cristo hizo examen de su vida y la puso en visita [sic] en manos de sus contrarios, viendo que nadie le argüía de peccado, salió libre y los dejó con las piedras en las manos, sin que nadie se atreviese a tirar tan sola una sobre la cabeza b del inocente y sin peccado 1. Y
si el examen que vuestra excelencia ve que se ha hecho en esta sagrada Religión la dan por sin peccado, las piedras y dificultades que contra ella se levantan han de ser piedras que se queden en las manos y no se atrevan a descargarlas sobre cabeza inocente. Si cuando los scribas y phariseos c acusaron ante Cristo a la mujer adúltera y que tenía peccado, venían determinados de la apedrear y por sólo que Cristo les dijo: «El que fuere de vosotros sin peccado, tírele la primera piedra», [187v] conociendo que ninguno de ellos estaba libre no hubo quien se atreviese, antes todos le volvieron las spaldas yéndose uno en pos de otro 2, de suerte que un peccador no se atreve a apedrear a otro peccador, sino que se acobarda de suerte que teme no sean piedras que de recudida vuelvan contra su cabeza, ¿cómo ha de valer que justos, que son los que tratan de nuestra causa, hallándola justificada, se atrevan o sea justicia tirar piedras y amancillar la equidad y justicia, que por el propio caso no se volviera injusticia para los unos y martirio para los otros? Si David dice que, oliendo los demonios que Dios habíe dejado un alma, se convocan y juntan para destruirla y asolarla hasta no dejar piedra en sus fundamentos 3, ¿por qué ha de ser entregada a la persecución a quien Dios ha tenido de su mano para no hacer un peccado venial que venga a ojos d de los hombres?
Excelentíssimo señor, no quiero tratar de esta materia porque sólo tratan de ella cuantos libros hay espirituales y cuantos sermones se predican, y esto solo es lo que con todas nuestras mudanzas de vida pretendemos: no ofender a un tan gran Dios, de quien tanto bien recebimos. Tampoco quiero tratar de ella por ver en mí tantos peccados y tantas ofensas como hago cada día contra Dios. Sólo digo que, demás que este capítulo responde a todos los otros juntos, a cada uno satisface en particular, como se verá en lo que fuéremos respondiendo.