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San Juan Bautista de la Concepción
Obras II – S. Juan B. de la C.

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III. RESPUESTA A LA TERCERA DIFICULTAD

 

            Respóndese al tercer capítulo, que dice que en poco tiempo se han hecho muchos conventos y casas de estos reformados y recebídose muchos religiosos.

 

1.         El aumento de la Religión prueba tratarse de una obra de Dios

 

            Ninguna cosa a mi parecer hay a que mejor pruebe ser ésta b obra de Dios que ver su aumento. Si viésemos en un guijarral y salitral nacer un trigo fertilíssimo y que de una fanega daba ciento, ¿no lo habíamos de echar al cielo? Es llano que por buena que fuese la semilla, siendo la tierra pésima y mala, se habíe de mancar la cosecha y torcerse el squilmo. Y si no, mirémoslo en aquel gran padre de familias y discreto labrador que salió a sembrar su buen grano, que sin falta lo seríe por ser labrador rico y poderoso; y con todo eso, de cuatro partes [192v] que senbró, sólo cogió la una que dio fructo centéssimo, y se le perdieron las tres: la que cayó en el camino, la que cayó sobre piedras y nació c entre espinas; y esto porque no quiso obrar y hacer milagro, que bien pudiera, pues a quien representa este labrador es Dios 1. De aquí saco yo el grande y poderoso milagro por mill partes conocido que obra Dios en nuestra sagrada Religión: simencera hecha en un mundo tan malo, tan lleno de vicios y de peccados, la tierra d tan seca y agostada de e charidad, tan cargada —como dicen en uno de los capítulos que nos ponen— de obligaciones, demandas y limosnas exquisitas a que no alcanzan sus fuerzas, ¡y que con todo eso, siembre Dios unos poquitos de frailes rotos, desperdigados, y que nazcan, crezcan y se multipliquen de suerte que sea asombro al mundo! ¡Mill veces seas, Dios, bendito!, que estando la tierra hecha un pedregal y sin humor de virtud y charidad y hecha un spinar y cambronar de vicios y un camino pasajero de la maldad, y que con todo eso dé fructo centéssimo, milagro juraría yo que es. Y si en la otra semencera que hizo aquel buen labrador pudiendo no hizo milagro para que todas cuatro partes se le bien lograsen, fue porque, cuando se le perdieran las tres partes, la cuarta


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lo desquitaba; y en fin, donde hubo tres partes de mala tierra, hubo una que fuese de buena. Y lo segundo, que debiera de ser semilla en que no debiera de ser de mucha inportancia la pérdida de las tres partes; y así, pudiendo hacer milagro, lo escusó. Aquí no debe hacerlo porque «el mundo está todo él puesto en maldad» 2, como dice san [Juan], y érale fuerza acudir a remediar un tan mal suelo y haza donde habíe de caer su simencera y Religión.

            Digo lo segundo, que el grano que se sienbra son religiosos de la Sanctíssima Trinidad, almas redimidas con su preciosa sangre; y así convino que ninguna parte se perdiese. Habíe estado san Pedro pescando toda la noche y confiesa que no habíe cogido nada; y Dios dícele que eche la red a la parte de arriba y en lo hondo; y sacó tantos peces que fue necesario, porque se le rompía la red, viniesen los compañeros de otro barco a ayudarle, y sacaron tantos que enllenaron los barcos 3. ¡Sea toda la Sanctíssima Trinidad bendita!, que ha hecho hoy lance tan acertado como quien tan bien sabe do se ha de echar la red, [193r] de suerte que hemos tenido necesidad de llamar a los compañeros que están en otras religiones que nos ayuden a tirar la cuerda y a sacar del mar de este mundo hombres con tales vocaciones que haya para enllenar acá y que lleven allá; y esto es con tanta verdad que hoy no nos dejan recebir frailes, diciendo estamos muchos y que crecemos y multiplicamos muchos conventos.

            El año fértil se echan las bestias al campo a que descabecen los trigos, no crezcan tanto. Y como ven crecer y subir nuestra sagrada Religión, no han faltado bestias que quieran estorbar y detener el crecer. De donde sacará Dios otros inmensos bienes para la misma Religión haciéndola fértil y abundante en hijos, como el arbolillo chapodado, quod abundat et pullulat ab ipso ferro 4, que le viene la abundancia y fertilidad del golpe y corte que hace el hierro.

            El pueblo israelítico en Egipto en dos o tres cosas mostró ser y tenerlo Dios por pueblo suyo scogido: lo uno, en el crecer y multiplicarse, pues en tan poco tiempo de tan pocos hombres se hizo un número sin número; lo segundo, en las grandes persecuciones que tuvo y apreturas obligándolos a obras serviles y tareas forzosas; lo tercero, que mientras más los oprimían más se multiplicaban. Las dos cosas de estas primeras ya se han visto en nuestra sagrada Religión —será Dios servido se cumpla la tercera, que pienso es llano esta sancta congregación ha de ser gens sancta et populus adquisitionis 5 -: lo primero, que en tan poco tiempo con tan pocos religiosos y pequeños principios se haya hecho un número tan grande; lo segundo, el vernos oprimir, molestar y cargar de inmensos trabajos y pesadumbres, quiriendo como a los hebreos los egipcios ahogar los varones que entre los propios hebreos naciesen, y así se concertaban con las comadres y parteras ahogasen los que naciesen varones para que de esta manera estorbasen el crecer y multiplicar aquel pueblo6; lo cual hacen el día de hoy con nosotros, que quieren


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ahogar los que con ánimo varonil y fuerte vienen llamados de Dios, despreciando el mundo, a tomar este sancto hábito. Y es de tal manera esto verdad que no ha sido posible haya dado licencia el señor nuncio para dos beneméritos hombres y muy suficientes estudiantes. Esto es ahogar los varones, las sanctas f y verdaderas vocaciones de Dios, los sanctos y verdaderos deseos y propósitos, estorbar y detener las fundaciones y conventos.

            [193v] Y aun, pareciéndoles que nos oprimen, nos quieren ocupar en obras serviles, que es curar pobres, cosa muy sancta y buena ya que nosotros tenemos obligación. Y ningún camino hay tan cierto para que esta Religión crezca y multiplique como ése. Como si g un hombre, para que no naciese el trigo, lo cubriese bien con estiércol; mientras más lo cubría y tapaba más crecería, porque le ayudaba con el calor que se engendra y produce aquella basura. Muy h linda cosa para que no crezcamos sepultarnos i y enbebernos en pobres, basura y estiércol del mundo, donde se produce y engendra la charidad y amor de Dios, que es la que da vida, la que hace crecer y aumentar todas las cosas.

 

2.         La Religión crece por ser de la Santísima Trinidad

 

            Digo más, si David dice: Domini est terra et plenitudo eius; et universi qui habitant in eo 7, y esta Religión es suya y de toda la Beatíssima Trinidad, ¿qué le cuesta multiplicarle las casas, extenderla en los reinos y de tanta muchedumbre de gentes entresacar los que él fuere servido para su Religión? Ofréceseme dudar por qué en el Génesis, tratando Dios de la formación y creación del hombre, habló de plural diciendo: Faciamus hominem ad imaginem et similitudinem nostram 8, habiendo hablado siempre de singular el sancto Moisés en la creación y formación de las demás cosas. Y podría ser ésta la causa: que, como Dios les habíe de mandar que creciesen y se multiplicasen, era bien les constase y supiesen claramente y distintamente la multiplicidad de las personas en la divina esencia. Porque, habiéndolos Dios criado tan perfectos y acabados, estando y consistiendo la perfección en ser semejantes a Dios —como él mismo lo dice: ad imaginem et similitudinem nostram—, si sólo conocieran la unidad de la esencia y no la trinidad de las personas, deseando ser en todo semejantes pudieran con alguna tibieza y flojedad abrazar el cumplimiento de aquel precepto, que creciesen y se multiplicasen, en tiempo de tanta necesidad como habíe en el principio del mundo cuando no habíe más de un hombre y una mujer. Y constándole j a nuestro primer padre que en Dios habíe Padre y Hijo y Espíritu Sancto y que habíe eterna y limpidíssima generación y divinas procesiones, no se le haríe dificultoso, antes muy amable, pues en eso aun en algo habíe


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semejanza a la generación eterna y a la procesión y aspiración del Spíritu Sancto. Lo cual lo dibujó y pintó en la formación de las tres primeras personas que hubo en el [194r] mundo: porque, así como el Padre de nadie procede ni es engendrado, de esa misma suerte Adán, padre de los vivientes, de nadie fue engendrado ni producido; el Hijo fue engendrado de solo el Padre, y así Eva de solo el lado y costilla de Adán; y el Spíritu Sancto k es aspirado del Padre y del Hijo l, así Abel procedió de Adán y de Eva m. De suerte que, en la forma que se pudo, en las tres primeras personas se dibujó el misterio de la Sanctíssima Trinidad; y de allí en adelante las demás generaciones caminasen y fuesen vía ordinaria. De suerte que en el principio del mundo, cuando los hombres más desasidos y despegados de la carne y asemejados a Dios, es cuando hay más necesidad de hacerles manifestación de este misterio y de la multiplicidad de personas.

            De aquí saco yo que entre todas las religiones la que más ha de crecer y multiplicar hijos spirituales es esta sanctíssima Religión por ser de la Sanctíssima Trinidad, y debe asemejarse en la multiplicidad. Y siendo esta generación spiritual tan pura, tan limpia, y sin comparación en algo muy más semejante a la eterna que la de carne, siendo lícito y habiendo sido precepto la multiplicación en la generación que es por vía de carne, mayor razón había para que entre nosotros fuera lícito y aun que en estos principios tuviéramos precepto y voto de multiplicar para Dios muchos hijos en espíritu para que, siendo muchos, en nosotros se cumpliera lo que dice [Isaías]: multiplicasti gentes; y siendo la muchedumbre en spíritu, en virtud y en sanctidad, también digamos: et multiplicasti laetitiam 9.

            Una de las mayores bendiciones que los sanctos padres del Testamento viejo echaban a sus hijos era decirles que Dios los aumentase y hiciese crecer sobre la tierra. Y así dijo Isac a su hijo Jacob cuando le trata de que tome mujer (Génesis 28, 3): Deus autem omnipotens n benedicat tibi, et crescere te faciat, atque multiplicet: ut sis in turbas populorum. Y cuando los parientes de Rebeca la hubieron de despedir para que fuese a celebrar los desposorios con Isac, dice la Sagrada Scritura: imprecantes prospera sorori suae, atque dicentes: Soror nostra es, crescas in mille millia, et possideat semen tuum portas inimicorum suorum 10. Fuera nunca acabar traer todos los lugares que tratan de esto o parte de ellos. Pues digo yo ahora: si Dios comunicaba esta bendición a sus siervos y los hermanos la pedían para la hermana, siendo esta Religión hechura y hija de la Sanctíssima Trinidad, ¿por qué la habíe Dios de privar de este bien y desta bendición?, sino decirle una y mill veces: Filia nostra es, crescas in mille millia, etc. [194v] Y, por el contrario, tenían por terrible y cruel maldición el no multiplicar ni crescer. Y así convino que en breve cresca y multiplique nuestra sagrada Religión y que, por ser de la Sanctíssima Trinidad, entre las demás sea bendita y bendito el fructo que diere.

 


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3.         ¿Por qué se queja y nos persigue el mundo?

 

            Díganme por charidad, ¿de o qué mayor gloria podemos gozar, en tiempos tan stragados y perdidos como gozamos, de que en algo hallemos el mundo y la tierra semejante a aquel felicíssimo y dichoso tiempo de cuando a Cristo le seguía tanta muchedumbre de gente, que tuviese necesidad de salirse por los campos y desiertos a hacer sus pláticas y sermones, a hacer sus fiestas y celebrar sus convites? Que, aunque de cinco panes y dos peces, quien dio gracia para que le siguiesen cinco mill hombres, sin niños ni mujeres, la tenía para multiplicar el pan y que viniese no sólo al justo de las personas sino que sobrasen doce canastas 11. Dichosos nosotros si viésemos en nuestros tiempos algún exemplo como el que nos dieron en la primitiva Iglesia los desiertos de Egipto, cuando p las doncellas se salían a los campos a hacer penitencia de once mill los millares, y los monjes sin número. Y jamás el mundo se ahogó con tantos sanctos y siervos de Dios; antes era q el desenfado y alivio de sus penas y el entretenimiento de Dios. Era el alivio de las gentes y el desahogo de los pueblos dar lugar a los que buscan la vanidad no se ahoguen unos con otros, sino salirse a los campos a hacer muchos ahorros, que el mundo es corto y no tiene para todos.

            ¿Qué tengo hoy de decir de ti, mal mundo, que estás ahogado y afligido con trece casas que tenemos y con docientos frailes ya te parece que nos levantamos con el mundo y con las ciudades? Que pudiera hacer cuenta, si fuera discreto, que se añedía a un mundo tan grande y tan poblado una aldea de trece casas pobres que tenemos y tanto que no conocen cosa suya. ¡Qué estómago tan strecho tienes! O por mejor decir, no debe de ser de este mundo su manjar acommodado hombres pobres que profesen vida rigurosa, pues así murmura del rigor y se enfada con la multiplicidad.

            Si saliendo de él nos lleváramos sus haciendas, sus riquezas, cosas con que él festejea y hace la fiesta a los suyos, pudiese quejar que lo dejaban pobre y que las riquezas que él tenía, con que engaña r, aboba y encandila a los del mundo, se la llevan y la hacen de la jurisdicción de Dios. Pero sólo le sacamos de entre las uñas las [195r] almas y lo demás le decimos que se lo lleve, pues los religiosos que tenemos, por la bondad de Dios, con ellos no hemos sacado hasta ahora cosa de consideración ni valor para hacer un ornamento, porque no se profesa en la Religión ser interesados.

            No hay persona corta, mezquina y apocada que no desee tener s pocos convidados, particularmente si con esas condiciones fuese pobre. ¿Quién más que el mundo, cuya capa no puede cubrir a dos y es fuerza el uno la hurte al otro? Pues ¿qué es la razón que, tiniendo tan cortos strados, tan limitadas riquezas, siente tanto que haya muchos que


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lo dejen y sirvan a Dios? Debe de ser por hacer lo que él enseña a los suyos: que quiere mostrar majestad y grandeza a poca costa; y gusta traer en pos de sí millares de ellos hambrientos y desnudos aguardando se le caiga algo con que remediar alguna de sus muchas necesidades.

¡Cuánto mejor es dejar tan ruin amo y seguir a Dios, cuyas manos son poderosas, largas y dadivosas, manos abiertas y llenas de jacintos 12, que son de color del cielo, mostrando lo da con llaneza y facilidad a quien lo busca! Es aquel gran padre de familias que, antes que envíe a llamar la muchedumbre de convidados, ya tenía la costa hecha y todo aparejado 13. Débelo de hacer el mundo, el mostrar envidia y pesar, porque muchos sigan a Dios por ver que estos tales son los que lo afrentan y deshonran apareciendo gordos, satisfechos y contentos con solas yerbas, trayendo él los suyos macilentos, amarillos y flacos con todos sus regalos. Teme la guerra cruel y sangrienta que le pueden hacer y que, por millares que él tenga, es más poderoso un justo y, en comparación de tantas mill ciudades, más son 13 conventicos pobres donde Dios es glorificado, que toda la población que él tiene.

            Admirable cosa fue la que sucedió a Jacob en el concierto que hizo con Labán en el premio y paga que le habíe de dar por los trabajos que en su casa tenía cuando pretendió casarse con Raquel: que concertaron t que todo el ganado que naciese pintado y de varios colores fuese de Jacob. El sancto patriarca, deseoso de ser rico y tener copia de ganado en compañía de su hermosa y querida Raquel, hizo aquella traza de todos tan sabida: que puso aquellas varillas descortezadas en los abrevaderos y canales donde bebían; y con aquella representación varia [195v] concebían con u varios colores la mayor parte del ganado que guardaba. Causa de aborrecimiento y de odio, porque eso se juntó con lo demás que hizo fuerza a Labán para perseguirlo cuando, apartando casa y yéndose a su tierra, viendo que le llevaba a la hija hermosa y tanto ganado multiplicado y sus dioses hurtados y escondidos debajo de las faldas de [Raquel], con rabia y enojo lo procuró perseguir y ir en su seguimiento 14. ¡Sea Dios mill veces glorificado!, que gustando Su divina Majestad crezca esta sagrada Religión en millares, y siendo concierto de darle los que en su alma concibieren varias y diferentes virtudes que aquí se profesan, les pone delante el altíssimo misterio de la Sanctíssima Trinidad, tres varas en un hacecillo dificultoso de romper como dice el v Spíritu Sancto 15, descortezadas de toda materialidad y limpidíssimas de toda bajeza e inperfección. Lo cual es causa, por ser Dios poderoso y el Señor de las vocaciones, que muchos conciban los tres soberanos institutos que esta Religión profesa: recogimiento y oración, curar pobres y redimir captivos; y éstos se le den w a la Religión en


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premio y pago de los admirables servicios que hace a la Sanctíssima Trinidad por la hermosa Raquel, que es la gloria, la cual la da Dios en casamiento al que con perseverancia le sirve como otro Jacob.

            Pues, viendo el mundo que esta sagrada Religión crece en ganado, crece en compañía y congregaciones y que en tan poco tiempo tiene 13 casas y tantos frailes y que se lleva la gloria de todos deseada y que sus dioses y honras los tiene despreciados y puestos debajo de los pies pues no profesa honras ni riquezas, movido con cruel saña y envidia, da en perseguirla y seguirla hasta ver si pudiese desterrarla y anichilarla. Y no paró ahí la persecución del sancto patriarca, sino que, luego como supo su hermano x Esaú que venía su hermano Jacob y que volvía a su tierra rico y próspero de Mesopotamia, salió contra él de mano armada para acabar con él y con sus riquezas. Pero el sancto Jacob, para se defender no con lanzas ni con espadas, no con acometimientos ni sangre derramada, sino con sufrimiento y paciencia, dividió su casa y hacienda en muchas partes, hizo de ella [196r] muchas compañías y dijo: Si una matare, salvarse ha otra; podrá ser, como quien dice, que, entregándose en una parte, se contente y agote la ira y enojo que trai contra mí. Ultimamente en aquella solemne procesión y división que hizo puso a la hermosa Raquel con su niño en las manos, para que con su hermosura aplacase y venciese pechos y corazones duros 16. ¡Qué lindo modo de dar batalla y qué asemejado a los que Dios da y al modo de las victorias que alcanza el cielo pintado en esta sagrada Religión, cuya cabeza es el mismo Dios y toda la Sanctíssima Trinidad!: que, sabiendo que esta su Religión no sólo habíe de ser perseguida del mundo y del ingrato y desconocido Labán, sino de su desamorado hermano que son las demás religiones, que sabiendo ésta va cargada de ganado y marcha para el cielo con grande número de corderillos, todos se han armado contra ella, y Dios para alcanzar sus victorias y divide su hacienda en trece conpañías, que son trece casitas pobladas de pobres religiosos, y dice que esta batalla se ha de dar con paciencia y sufrimiento, que si acabaren con la una parte, salvarse ha la otra. Y últimamente en esta divina y soberana procesión está la madre y hermosa Raquel, que es la benditíssima Virgen, con su hijo en sus brazos, con cuyos méritos nos librará y con cuyo poder nos salvará y vencerá a todos los enemigos.

            Paréceme a mí la primera persecución de Labán e invidia que tuvo, siendo parte los ganados y riquezas que Jacob llevaba, sus buenas creces y aumentos, que fue muy injusta cuanto fue [justo] el concierto primero de la varia concepción del ganado, porque este concierto no admitía engaño ninguno por no ser en su mano de Jacob hacer que las ovejas concibiesen de varios colores, no obstante que el sancto les ponía delante las varillas descortezadas; y más dificultoso es nacer un animal de diferentes


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colores que de uno solo, y así tomó el sancto la parte más dudosa. Y puesto caso que así fue concierto y que aquellos partos de las ovejas no eran hechos a manos ni con engaños sino con orden del cielo, debía callar Labán y consentir de buena gana la división del ganado. De esa misma [196v] suerte hallo yo las persecuciones contra esta sagrada Religión por crueles, injustas y sin razón, diciendo que crece mucho, que en poco tiempo tiene 13 casas z y tantos frailes. Este ya es pacto y concierto hecho: que sea religioso de la Sanctíssima Trinidad quien concibiere deseo de oración y recogimiento, charidad y amor a los pobres y captivos. Estas vocaciones son más dificultosas que las de esotras religiones por ser de varios colores y haber de ser inclinado a muchas cosas. En ellas no a puede haber engaño porque no se hacen a mano sino por orden del cielo, no obstante que se les propone a los hombres, en los abrevaderos y canales donde vienen a beber y a mirar, unos poquitos de niños hechos varas descortezadas, pobres, desnudos y humildes, para que conciba el que Dios le ayudare. Pues si estas vocaciones y vestidos de varios colores son del cielo y no hechos a manos ni por industria particular, y así es hecho el concierto entre Dios y el mundo según nuestro muy sancto padre Clemente VIII confiesa en su propio motu, donde dice que confirma nuestra sagrada Religión y aprueba nuestra sancta regla para todos aquellos que con celo de más perfección quisieren, así del siglo como de la regla modificada, venirse a esta sancta reforma 17, según esto veamos ¿de qué se queja el mundo de que tenemos muchas casas y que crecemos y tenemos muchos religiosos?

            La segunda persecución de Esaú contra el propio Jacob fue también injusta e inicua —perseguíale porque, siendo él hermano y hijo que nació a la postre 18, le lleve la mayoría y se levante con el mayorazgo y sea más favorecido de su madre Rebeca 19— porque ¿qué inporta ser el postrero en casa de Isac si el buen viejo a la hora de la muerte, por orden del cielo, pudob hacer de su capa un sayo y, guardando para todos de rore caeli et de pinguedine terrae 20, a éste lo quiso mejorar en la bendición y en el pan y vino? De esta misma suerte hallo yo por injustas las persecuciones que nuestros hermanos los otros religiosos nos hacen. Dicen que venimos a la postre. Es verdad que enpezamos ayer y queremos fructo y crecer de primeros y llevarnos el favor de los príncipes y reyes. Es verdad, [197r] pero si Dios, dando a las otras religiones de rore caeli et de pinguedine terrae, ha querido particularizar ésta y mejorarla en bendición de que crezca in millia millium 21, pudiendo Dios —como decíamos— hacer de su capa un sayo, ¿por qué ha de ser eso causa de envidia? ¿Por ventura, como dijo el otro mayordomo, porque pagó primero a los postreros, dando a los postreros lo que les debía y habíe concertado 22? ¿Por ventura, porque mi intención sea pura


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y limpia y quiera yo con amor y charidad hacer a éstos cortesía, has c tú de ser malo e invidioso?

 

4.         Dios asegura la victoria de la Religión

 

            Paréceme que el número de 13 casas, que son las perseguidas e invidiadas, es número que pronostica perpetuidad e invincibilidad por ser número de Cristo y sus doce apóstoles. Y si bien quieren mirar y leer nuestra corónica, hallarán que, cuando dieron en Roma memoriales contra esta hechura, por desprecio y número bajo, decían que no habíe sino trece frailecillos de poca consideración, que solos ésos habíen quedado 23. Que si el mundo y los perseguidores fueran discretos, aquel exemplo les habíe de bastar para no perseguirnos, porque, si contra trece frailecillos entonces no pudieron, ¿cómo quieren ahora contra trece conventos y trecientos frailes? Adviertan más por charidad: entonces quiso hacer el golpe por bajo, apocando el estado de la Religión con el número de 13; y ahora por alto, diciendo que crecen mucho pues en tan poco tiempo han hecho 13 casas.

            ¡Seas tú mill veces, Dios mío, glorificado!, que para vencer, resistir y que nadie pueda contra nosotros, nos diste y pusiste en número invincible. Que, si lo consideramos en Cristo y en sus apóstoles como número bajo y apocado, contra él no pudo el mundo y sus secuaces haciendo sus tiros por bajo tiniéndolos por hombres pocos y apocados; tampoco podrá ahora en ellos por alto, pues ya ese número creció en doce sillas y la de Cristo, que son trece, que han de juzgar a todos los hijos de Israel y a todo el mundo 24. Y así nos debemos consolar, por el buen puesto y número que Dios nos ha dado, cuando se levanta la persecución. Y que si la Religión, siendo niña y en número de trece religiosos —como ellos decían— sin consideración, desquijaraba leones como otro David 25, mejor lo hará ahora que creció en trece [197v] conventos y trece compañías; que, aunque en su mano no tiene armas sino d cayado y honda, David le dice al gigante: Tú vienes a mí con lanza y armas, y yo voy a ti en nombre de Dios de Israel 26. No hay que temer, mis charíssimos hermanos, los oprobios y afrentas que hoy nos dijere el gigante Goliad, que es este mundo que se pasa a la vista de nuestro pequeño ejército, que si él viene contra nosotros en lanza y armas, nosotros lo hemos de acometer en nombre de Dios de Israel.

            Nuestra victoria está muy bien figurada en la que tuvo el pueblo de Dios en Egipto en la persecución terrible que se les levantó porque crecían, cuyo clamor llegó al cielo y bajó Dios en aquella zarza que se dice en el Exodo e que se ardía y no se quemaba. Llamó Dios a Moisés dende ella y, después de muchas cosas que con Moisés le pasaron,


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díjole que fuese a Faraón, dejase libre a su pueblo y no lo persiguiese porque lo tenía escogido para que le sacrificase en el desierto. Díjole Moisés: ¿Quién sois, Señor, para que yo sepa (como quien dice) si tendréis poder para semejante impresa: sacar de las uñas de Faraón pueblo tan oprimido? Dícele Dios: Ego sum qui sum, Deus Abraham, Deus Isac et Deus Jacob 27; Dios soy de vuestros padres. ¡Norabuena, Señor! Yo digo que podréis, pero yo no podré, que soy un hombre con muy pocas fuerzas y tardo de lengua, etc. Dícele Dios: Muestra esa mano, métela en el seno y sácala. Hácelo así y sácala leprosa. Pues anda y diles que el que es y es Dios de Abrahán, Isac y Jacob te envía a que deje aquel pueblo por señas de esa mano enferma y leprosa 28.

            Aquí se me ofrecen dos cosas, a mi parecer bien misteriosas: la primera, cuando Moisés le dijo f a Dios que le dijese quién era ¿por qué no le respondió que era señor de los ejércitos de los ángeles y que toda la tierra es suya, etc., sino decirle que era el que es y el Dios de Abrahán, Isac y Jacob? Lo segundo, cuando le da señas a Moisés para Faraón, ¿por qué no se las da de fortaleza, sino de flaqueza y de mano enferma? ¡Oh buen Dios, y qué ocasión me das para confiar en estos peligros y en todos cuantos a esta sagrada Religión se le ofrecieren! Digo que, preguntándole Moisés a Dios quién era, le respondió [198r] descubriéndole la unidad de la esencia y trinidad de las personas: la unidad de la esencia diciendo: Ego sum qui sum; la trinidad de las personas diciendo que es Dios de aquellos tres patriarcas g. Como quien dice: Diles que el que es es uno y trino te envía, el que es invincible, porque, siendo tres personas —que son las tres varas que dice el Spíritu Sancto— son una misma esencia —que es un hacecillo dificultoso e inposible de vencer 29—, y tanto que, para asolarlo y destruirlo a él y anegarlo, etc., lo haré yo con una mano leprosa y enferma y le daré un golpe de a tres con que le acabe y consuma.

            Ea, Señor, veamos quién sois h el que defendéis esta sagrada Religión, quién es su dueño. Es Religión de la Sanctíssima Trinidad, el que es uno y trino, el que puede con mano leprosa y enferma anegar cuantos contrarios hubiere. Levántense trabajos, dispiértense persecuciones porque crece y multiplica el pueblo de Dios, que poderoso señor es para mostrarse en lo escondido y manifestar quién es y vencer con la flaqueza del mundo y con niños pequeños, y hacer que dejen y no opriman al pueblo que Dios tiene scogido para que en lo secreto de su corazón le ofrezca sacrificios y le alabe y bendiga.

            ¡Qué persecución i la de esta Religión tan parecida a la que se le levantó a Cristo cuando vieron que le seguían unos poquitos de apóstolos y discípulos, cojos j, mancos y enfermos, por ver las señales que hacía!, que pudo tanto la envidia entre ellos que juntaron concilio contra Cristo


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para que acabe y muera 30. Y por el propio camino que pensaron estorbar sus pisadas y detener sus creces, por ese propio camino creció y aumentó su casa en k número sin número, como dice Esaías l: Generationem eius quis enarrabit? Quia abscissus est de terra viventium 31; porque lo persiguen, afrentan e injurian, porque lo cortan y quitan la vida, por eso ha de crecer y multiplicar su linaje de suerte que no se pueda contar. Cruel persecución la que se le ha levantado a esta Religión y pequeñita planta, que, porque tiene 13 conventos, ya les parece que todo el mundo se va tras ella, ya se juntan concilios y no menores que de todo un reino pues en sus cortes se ha tratado y pedido remedio para esta multiplicación 32. Pues digo que corten, derriben, maten, estorben, detengan, que por ese propio camino Dios poderoso, que la rige y gobierna, ha de hacer crezca de suerte que no se pueda contar su sucesión.

            ¿Quién hay entre los cristianos que no sepa que estas sagradas religiones no son un retrato del cielo y hechura de la gloria, donde Dios es alabado de millares de millares sin número? Millia millium ministrabant ei, et decies centena millia assistebant ei [198v] dice [Daniel] 33; y san Juan en el Apocalipsi dice que vido una compañía que nadie la podía contar que estaban ante el trono de Dios de diez mill en diez mill los millares que Su Majestad tenía señalados 34. ¿Por qué nos ha de asombrar ver en esta sagrada Religión trece conventicos y unos poquitos de frailes, señalados con estas divinas y soberanas cruces, siendo retrato de la gloria y de la bienaventuranza?

            Si no es porque, pareciéndoles que este número de trece —como decíamos denantes— es pronóstico de lo mucho que ha de crecer y aumentarse porque, quitando a este número de trece los tres que están encima y los últimos, que significan las tres personas de la Sanctíssima Trinidad —que es m lo último que se puede decir de Dios: que sea Dios y sea trino—, y veremos que, quitados esos tres, quedan diez, que es número perfecto, que no hay pasar de ahí. Los números no llegan más que a diez y luego tornan a contar dende uno hasta otros diez. Ahora, pues, viendo el mundo que nuestra sagrada Religión llegó a número de trece y que los tres últimos significa la Sanctíssima Trinidad n, padre, señor y patrón de la Religión, y que ella queda en número perfecto de diez o, parécele que ya llegó a lo que pudo llegar y que, en llegando ahí, ya no hay número sobre diez y que es pronóstico que crecerá todo lo que puede sin que nadie le lleve la ventaja; y así, antes que crezca en el número que significa el pequeño que ahora tiene, le parece será bien atajarle y detenerle los pasos para que no se aventaje. Y cierto que el mundo acordó a mal tiempo, que habíe de ser antes


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el detener el número porque, antes de llegar a diez, añidiendo uno uno se añade, pero, en llegando a diez, añidiendo uno se añaden ciento y, en añidiendo otro, se añaden mill y, en añidiendo otro, cien [sic] mill. Y así me parece acudió tarde a detener el número, la multiplicación y creces de la Religión, porque ahora, a hurtadillas que añidamos un convento en Francia, añidimos un ciento, una religión y provincia; en añidiendo otro en Sicilia p, añedimos un reino. Y así por mejor lo tendría que nos dejasen de perseguir, pues ya acudieron tarde y perdieron la cuenta, quedándose para Dios la cuenta perfecta y número cabal, sobre que gusta Su divina Majestad añedir y honrarlo con su ser divino siendo padre y patrón toda la Sanctíssima Trinidad, con que se hace número de 13.

 

5.         La perfección de los reformados explica su rápido aumento

 

            [199r] Este número de trece fue misterioso en los Números, capítulo 29, donde manda Moisés q a los hijos de Israel que ofrezcan al Señor en suavíssimo olor holocausto y que para él manda que escojan del ganado trece becerros 35; cuyo olor, por ser suavíssimo sacrificio en nuestra Religión de trece conventos, no puede sufrir el mundo. Josué 21: fue misterioso este número por haber caído en suerte, en la partición de la tierra de promissión, a los hijos de Arón sacerdote; habiendo caído a los otros tribus varias suertes en el número de las ciudades, parece guardó Dios éste para los hijos y descendientes de Judas, de donde descendieron y vinieron los sacerdotes y levitas. Y más abajo, en el propio capítulo, dice: Omnes simul civitates filiorum Aron sacerdotis, tredecim cum suburbanis suis 36; que parece dejaba Dios pagado y honrado al tribu que él tanto amaba con darles por suerte trece ciudades. 3 Regum 7: es misterioso este número de quien dice la Scritura: Domum autem suam aedificavit Salamon tredecim annis, et ad perfectum usque perduxit 37. Y Eczechiel, en el capítulo 40 r, dice que, midiendo aquel ángel la fábrica del edificio y templo que le mostraban, halló que la altura de la puerta tenía trece cobdos en alto 38; que parece que, en llegando ahí, no hay donde pasar y que ésa es la altura perfecta para la puerta del templo y casa de Dios. Y pues lo es esta su Religión puerta para el cielo, deben todos los religiosos de ella estar muy contentos porque ha subido esta puerta ya a trece cobdos, que son trece casas y fundaciones, contra quien será Dios servido no valgan ni puedan las puertas de infierno 39. Pues habiendo llegado esta Religión a este número de trece, podremos decir de ella lo que la Scritura de la casa de Salamón: quod ad perfectum usque perduxit. Y bien se echa de ver, pues en el primer capítulo nos dicen


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tienen particular satisfación de ella por no haber hallado peccado venial en las personas, que es grande indicio la quiere Dios perfecta por todas partes, no sólo que s representa este número de trece, sino también en la misma Religión representada en ese número.

            Y con esto queda también apoyado t lo que se ha dicho acerca del segundo capítulo, del mucho rigor y aspereza que hay en esta Religión, porque, si Dios la quiere por todas partes perfecta, una de las mayores perfecciones debe ser guardar y tener rigor en el cumplimiento de sus leyes, el cual rigor y carga cai muy bien y es muy liviano sobre gente que profesa perfección.

            [199v] Queda tanbién apoyado lo que se ha respondido contra este capítulo tercero —de que crece mucho esta sagrada Religión— pues a lo perfecto se deben las creces u y multiplicación como al número de Dios, que en llegando ahí le es tan fácil aumentarse y crecer. Y así vemos que los siervos de Dios, en llegando a estado de perfección, crecen más en un día que hasta allí en muchos. Y todas las cosas v dentro de los límites de su naturaleza parece están encogidas y de su propio natural estorbadas para el crecer hasta que llegan a cierto grado de perfección. Lo vemos en los hombres, que hasta que tienen siete u ocho años la naturaleza hasta en el crecer es niña; y después, en llegando a edad más perfecta, se sube y levanta —parece— por palmos. Véanlo en los trigos: qué de meses están que no se levantan del suelo, y después en quince días de abril y mayo suben con grande acceleración. Y en los árbores, lo propio, y en las demás cosas.

            Así el crecer y aumentarse a nuestra sagrada Religión se le debe por haber llegado a número y estado de perfección, significado por el número de trece y obrado por no le haber hallado defectos ni faltas. No hay sino decirle que Dios le dé buen viaje y que crezca de millares en millares; y nos dé a todos tanta gracia como es menester para que con vida perfecta y sanctas costumbres le ayudemos a crecer y levantarse. Que, pues las partes de esta Religión son los religiosos w, como partes de su cuerpo, parte es principal, para que ella crezca, estar las partes y nervios de la Religión sanos y desencogidos. Porque si un hombre tuviese los brazos x y piernas tullidas y las demás partes del cuerpo enfermas, mal podría crecer sino quedarse enano y deshecho. Y así lo estará la religión cuyos religiosos no fueren muy perfectos y acabados, porque es cierto no hay invierno, helada ni aire cierzo más frío y que así encoja y sepulte las cosas, como el peccado, tibieza y flojedad de los religiosos para su religión; ni hay carcoma que tanto destruiga la madera, ni gorgojo que tanto consumma el trigo, como la tibieza a las religiones. Y así debemos dar muchas gracias a Dios porque, por su misericordia y méritos de su pasión, quiso tan sin los nuestros aprobar esta su Religión con decir que en ella no hay peccados y que se guarda grande rigor.

           


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[200r] Capítulo 4.º, en que se prosigue la misma respuesta acerca del mismo capítulo que nos ponen: que en poco tiempo hemos hecho muchas casas y recebido muchos frailes.

 

6.         Es Dios el que da incremento a la Religión

 

            Este cargo tercero que ponen contra nosotros y contra nuestra z sagrada Religión más es cargo y capítulo a contra Dios que contra nosotros; y ponerle capítulos a Dios, en cuyas obras no puede haber yerro ni engaño, eslo grandíssimo en quien pone el cargo, quererse poner a argüir y contender b los hombres con Dios, tan cortos en sus ingenios y entendimientos que están bien lejos de entender la más mínima dificultad que Dios les proponga de sus secretos.

            Probemos la mayor: que éste es argumento que hacen contra Dios. San Pablo pone tres partes en la conservación y dilatación de las plantas y árbores, y cada parte da a su dueño; y la del crecer atribuye y da a solo Dios. Ego plantavi —dice—, Apollo rigavit, Deus autem incrementum dedit 40. Haga el hombre lo que quisiere, plante, riegue, cultive, cánsese con millares de diligencias, que al cabo sólo Dios es el que hace crecer y aumentar.

            Quis poterit —dice Cristo por san Matheo— adere ad staturam suam cubitum unum? 41 ¿Habrá —como si dijera— algún hombre, por valiente que sea, que con su fortaleza y brío pueda sacar a su natural de su propio quicio y límites ordinarios que Dios le tiene dado y añedirle un cobdo, o siendo sabio y discreto, pueda con su sabiduría levantarse un poco más del suelo? No por cierto, porque eso queda a c cargo y cuenta de Dios. Pues si el crecer todas las cosas queda y d corre por e la cuenta del poder y sabiduría de Dios, cuyas obras f son justificadas en sí propias de suerte que fuera ignorancia, necedad y blasfemia si se juntara una república en el mundo y quisiera poner una ley que los árbores no crecieran más que tanto g y los campos no se vistieran de yerbas y hermosura, pregunto yo ahora: ¿cuánto más es el hombre que los árbores del campo? Y en el hombre, ¿cuánto más el alma que el cuerpo? Pues si Salamón con su sabiduría no podía vestirse de tal hermosura como uno de los lirios del campo 42, ni el hombre de más altos pensamientos añedir a la h estatura de su cuerpo un cobdo, siendo sin comparación más el alma, será mayor la dificultad de añedirle i el hombre sin Dios creces ni adelantamientos.

            Y si, como dice san Pablo, no podemos decir sin Dios: Jesús 43, ¿cómo, sin él, se habíen de sacar del mundo tantas almas, crecer la Religión tan apriesa en sujetos y virtud? [200v] Si es más dificultoso


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sacar del mundo y de peccado a un hombre que criar cielos y tierra, y el hombre está tan lejos de criar cielos, aumentar cobdos y hacer crecer los cuerpos 44, ¿cómo, no pudiendo lo que es menos, ha de poder lo que es más, que es sacar del mundo gente para que a solas ame y sirva a Dios? Pues, si ésta es obra del solo brazo de Dios 45, ¿cómo los hombres se han de atrever a poner a un Dios tan justificado cargo de que llama a muchos, multiplica su casa y hace crecer su Religión?

 

7.         Las religiones reformadas y la extensión de la Iglesia

 

            Son innumerables los lugares que hay en la Sagrada Scritura en que los profetas y sanctos, ansí del Testamento viejo como nuevo, han tratado de la dilatación y extensión de la Iglesia cathólica, que fuera cosa muy larga quererlos traer ni citar. De ahí saco yo cuán justificada cosa es que las religiones reformadas crezcan y se multipliquen. Porque el crecer del todo proviene del crecer las partes; y si j las partes no creciesen, es cierto tampoco se dilataríe el todo. ¿Por qué el hombre es hoy mayor que ayer? Porque crecieron k las piernas, se dilataron los brazos y se ensancharon las spaldas. ¿Por qué el río sale de madre y va tanta creciente que asombra? Porque crecieron las fuentes y arroyos de que se formaba. Pues así digo yo: ¿Cómo habíe de crecer la Iglesia sancta si las religiones, que son sus partes de que se compone, no creciesen y se multiplicasen, hiciesen muchas fundaciones y viniesen muchos religiosos a ellas?

            Estaba san Pedro pescando en el mar y, habiéndose cansado por toda la noche sin coger nada, dícele Cristo que eche la red en la parte alta. Hízolo así, y cogió tantos peces que se le rompía la red y fue necesario llamar a los compañeros que estaban en la otra nave. Viendo Cristo el admirable lance que Pedro habíe hecho, dícele: Ex hoc iam l eris homines capiens 46; de hoy en adelante serás hombre que pesques y cojas hombres, porque ese barco significará mi Iglesia y tú el patrón de ella 47, y ese lance, los muchos y buenos que se han de hacer sacando hombres del mar del mundo. ¡Oh, qué linda semejanza! Y ¡a qué buen tiempo aguardó Cristo a compararla a la Iglesia!, cuando la red se rompe por la muchedumbre de peces, cuando son menester compañeros que la ayuden a sacar, cuando los peces, afrentados de no haber habido [201r] para ellos lugar en el arca de Noé —que también significaba la Iglesia—, se salen de la mar y vienen a porfía de toda suerte de ellos a entrarse en la red, aunque se rompa, por ser tan dichosos que les quepa un rinconcito en el barco de san Pedro; y que, si en el arca no entraron, ya entran en el squife donde está Cristo. ¡Oh, qué lindo tiempo para comparar nuestra sagrada Religión a aquel dichoso barco!,


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cuando nos ponen por capítulo que hacemos muchas casas y recebimos muchos frailes, y que viene de toda gente y que no cabemos y que hemos menester quien nos ayude, y que anden los niños a porfía para entrar en este dichoso barco; porque si la Iglesia se ha de dilatar por sus partes, es menester que se enpiece a ensanchar.

            Ya se sabe que a los religiosos y siervos de Dios el Spíritu Sancto en muchos lugares los llama soldados 48, y a su Iglesia dice que es un ejército bien compuesto, ut castrorum acies ordinata 49. Pues pregunto yo: ¿Qué es el officio del soldado? ¿No es ganar tierras y ensanchar reinos? Sí por cierto. Y eso significan aquellas palabras que por Esaías dice Dios a su Iglesia (que ya quedan traídas arriba): Dilata locum tentorii tui, et pelles tabernaculorum tuorum extende 50; ea, Iglesia mía, pues te he dado buenos soldados y gente de guerra, procura mover tus tiendas y pasarlas adelante, no te contentes con estar en un solo lugar. ¿Qué es extenderse nuestra sagrada Religión y venir a ella tantos religiosos sino cumplirse en ella esta profecía: que gusta Dios que se extienda y dilate? ¿A qué vino Dios al mundo sino a hacer de dos pueblos uno 51, a dar luz a los que staban en tinieblas 52, a enviar quien predicase y divulgase el sancto evangelio por todo el mundo, a llamar todo género de gentes? ¡Ojalá, Religión sancta, te viera yo que no quedaba rinconcito en el mundo donde tú no te entrases ni tierra que no ganases! Que, pues tanto siente el demonio tu dilatación de trece pobrecitas casas, preciosas y de grande valor deben de ser; soldados fuertes en ella debe Dios de juntar para dilatar sus tiendas, pues tan apriesa el demonio hace ejército contrario que contradiga y salga a la parada y estorbe los caminos. Poco, me parece, le servirá porque, si es lance en nombre de Cristo, [201v] no han de poder menoscabarlo sus astucias.

 

8.         Por estar en sus principios la Religión debe engendrar muchos hijos

 

            Uno de los argumentos más fuertes que hacen para decir que no debe crecer esta sagrada Religión es decir: 1.º m, que está muy tierna, muy en sus principios; 2.º n, que es bien aguardar tenga los sujetos hechos y las casas asentadas y haya hombres expertos que puedan acudir a las cosas de trabajo; 3.º o, y que es mucho cargar sobre cimientos tiernos, y que se ponen a peligro de dar con todo en el suelo.

            A lo primero digo, como otras muchas veces he dicho, que todas las cosas tienen tres grados o estados: el primero, crecer; el segundo, estar; y el tercero, diminución. La primera edad y estado de todas las cosas es crescer y multiplicar. No le hemos de decir al trigo que grane primero y se haga y que luego crecerá; ni a los árbores, que lleven


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fructa, que luego se aumentarán. Primero es el ser, luego el crecer y luego el dar fructa. Las madres, primero cuando mozas y recín casadas, es el engendrar, parir y tener hijos, y luego, el criarlos; porque, si aguardase que uno se hiciese grande para engendrar otro, jamás llegaría a tener más que un hijo o dos y defraudaría de los demás al mundo. Cuando moza y está para sufrir y llevar los trabajos, es bien que los tenga, que son los mayores y la mayor carga del matrimonio parir y criar; y así es bien esos trabajos tenga cuando más moza y cuando tiene más aptitud para engendrar, ya por su edad, ya por la afición y amor que tiene a su marido.

            De esa misma suerte las religiones en sus principios se deben aumentar y crecer, por ser en una religión lo que hay de mayor trabajo; y es cuando los hombres están más mozos y recín renovados en spíritu, cuando con gusto y amor abrazan las afrentas y tribulaciones, cuando sufren y llevan el mal comer y mal pasar, cuando no reparan en la pobreza ni sienten la desnudez, cuando el fuego del amor de Dios está en su punto, cuando Dios pega fuego y todos quieren que arda, cuando las almas se llegan descalzas y desnudas a la oración donde conciben sanctos y buenos pensamientos para ponerlos en obra, cuando Dios es el que hace y los hombres más representamos que hacemos. No creo será necesario poner exemplo en lo natural y sobrenatural, que todo nos ayudará, porque estoy cierto lo que los hombres no han hecho en los primeros acometimientos, no lo han hecho en los segundos; y que lo que no ganan los soldados cuando se conoce la victoria en los principios, que mal lo ganan después de p fríos y sosegados; aquella primera cólera y brío nacido de la honra de su Dios, de su rey y de su reino, de las deshonras del enemigo y de los golpes recebidos, [202r] es la que les hace ganar tierra, vencer enemigos, hacérseles todo bien. No sé yo quién, tiniendo en las manos una primera ventura, la deje y aguarde la segunda para hacer su hecho.

            Traza de satanás engendrar y producir nuevas speranzas para estorbar nuevas ganancias. Dice que Dios hizo un día tras otro. Digo yo que es verdad, pero no para descansar sino para trabajar. Así fue en el principio del mundo: que los días del trabajo fueron siete continuados y el del descanso fue uno solo, que no tuvo otro que se le siguiese tras él 53.

            Traza de satanás para provocar al ocio prometer muchos días. Que es falsedad y mentira, pues esos muchos días sólo han de ser para trabajar y crecer. Que así hizo Dios en los primeros días: que pobló el mundo de todo lo que tiene y lo que le habíe, después al 7.º, de servir de fiesta y holganza; y en medio de los días en que Dios crió todas las cosas, no demedió ni interpuso día de fiesta.

            Esto digo yo, mis hermanos: ora sea en orden al provecho particular de cada uno, ora sea en orden al bien y crecimiento de la Religión,


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que se ha de llevar continuado y que los días que vienen unos tras otros sean para trabajar y no holgar ni descansar; que, después de haber estendido la Religión, nos servirá de fiesta el mirarla y gozarnos de ver en ella las obras de Dios y, en ellas, a Dios engrandecido. No hay que soltar de la mano la primera dicha y ventura. Darnos priesa a flechar el arco y disparar saetas contra el demonio; no nos digan lo que al rey [Joás]: Si más flecharas y tiraras, más partes te cupieran 54. Cuando las cosas corren, muy fácil tienen su camino; y si paran, dificultoso de tornar a él. Cuando el tiempo está metido en agua, con cualquier nube llueve y corren las canales; y si el tiempo se alza, serán necesario muchas procesiones. Viviendo el padre Ignacio, de cincuenta compañeros que tuvo casi pobló gran parte del mundo; y vemos lo que después acá les q cuesta una fundación, ya de parte de los que la hacen, ya de parte de los que la admiten: los unos quieren grande ayuda de costa y los otros contradicen la costa.

            Es certíssimo que, si la madre pariera los hijos grandes, cuando la doncella le pide el dote y el varón le causa mil trabajos, que se abstuviera de parir. Pero proveyó Dios que los pariese en tiempo que, arrojados a un rincón, se contentan con un pedazo de pan o con el pecho pobre; y así no dificulta el parir y engendrar. Y, si no, díganme cuántas madres hay que, cuando ven los hijos grandes, han dicho: ¿quién quiere parir?, ¡nunca yo os pariera!, como arrepentida de los partos pasados. ¡Qué de veces he yo oído decir a los padres descalzos carmelitas [202v] que, si ahora hubieran de fundar, no tomaran las medias casas de las que tienen! Por eso Dios, que gustó de que fundasen y poblasen el mundo, les dio el crecer en los principios, cuando la religión niña y tierna se contentaba con un portal viejo y un pueblo de cien vecinos. ¡Sea Dios mill veces bendito!, que nuestro gran Dios, que quiere que se estienda esta su Religión, gusta que se hagan las fundaciones cuando los que fundan se contentan con un pedazo de pan y una scudilla de yerbas y una cama en el suelo frío, quizá con el albarda del pollino por cama a mucha dicha; cuando el soldado de Jesucristo, brioso y como un gayán dispuesto que sale a correr su camino 55, no teme el golpe en la honra ni repara en el tropezón e inconveniente; cuando ve que más es obra de Dios que de hombres.

 

9.         La vida de los reformados revela que es Dios su fundamento

 

            Bueno fuera que, diciéndole Dios a Gedeón que acometiese con pocos soldados, y ésos los más bisoños, que le dijese se aguardase, y pidiese tiempo para instruirlos en las armas y a que se hiciesen valerosos


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capitanes 56; fuera yerro grandíssimo. Ha de ser cuando y como lo quiere Dios y lo manda; no hay que pedir plazos ni largas, que si es voluntad de Dios dar la batalla con pocos y flacos, más vale victoria milagrosa que ser vencidos con grande aparato.

            Dirán que hay una dificultad: si ésta es batalla y guerra que la da Dios o la mueven los hombres. Yo creo queda ya arriba suficientemente probado que no es de carne ni sangre, porque no es guerra donde a ella le cabe parte ni hay despojos con que ella se vista y regale. Lo que se vence son enemigos invisibles. Lo que se gana r es de cosas no vistas y se libra para la otra vida. Se vence siendo vencidos y se gana perdiendo. Este no es juego de carne sino lance del spíritu, que descubre nueva tierra y ganancias muy pujantes dende lejos.

            Los otros niños de Babilonia le dicen a su eunuco que los tenía a su cargo: Téntanos, señor, a ver si nuestro Dios de Israel es el verdadero. Y ¿sabido con qué quería que los tentase? Era con yerbas y legumbres, a ver si comiendo esto niños flacos, salían fuertes, gordos y hermosos 57. En s eso propio conoció Nabucdonosor que el Dios de Daniel era el verdadero: en que, habiéndolo metido en un lago de leones, encerrádolo y matándolo de hambre, lo halló a cabo de siete días sano y bueno 58. Prueben la obra en lo propio, y no sean más incrédulos que los [203r] bárbaros y gentiles. Y si vieren niños fuertes con solas legumbres, gordos y hermosos, alaben al Dios y Señor que así los sustenta. Si los vieren encerrados y arrojados a los leones —que leones son del hombre el frío, la sed, la hambre y las demás descommodidades— y si, después de entregados a estas bestias fieras que no perdonan a príncipes y reyes, a ellos los vieren desnudos y abrigados, hambrientos y satisfechos, digan que su obra no es de Dios. Pero, si en medio de las llamas los vieren sanos y alegres, bendiciendo a Dios y convidando al frío que le bendiga y al fuego y a las demás inclemencias, ¡sea Dios bendito!, que fuego que abrasa y quema al poderoso rey, haga tanta amistad a niños que los unos se conviden a los otros a que alaben a Dios. ¡El sea bendito!, que muere el rico de un frío que se le entró en un lado, de un aire que lo destempló, de un día que se tardó la comida, ¡y que niños en medio de esos fuegos se paseen y regocijen!; bien podemos decir que los tentéis y probéis a ver si es obra de Dios; y si lo es, no hay que dificultar el acometimiento en pocos o en muchos.

            Digo más, que para probar una obra ser de Dios no se ha de buscar milagros en ella. Que eso ya fuera tentar a Cristo, como los otros phariseos que pedían señales del cielo. Hanse de contentar con la señal que Cristo ofrece de Jonás arrojado en el agua, tragado de una ballena, vomitado al tercer día 59, sin que lo digiriese o ahogase metido en un lugar tan strecho y escondido —que representaba la muerte de Cristo, su sepulcro y resurrectión—, obras tan altas y tan


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maravillosas que ésas descubrieron quién él era; y ésas ofrece por señales verdaderas. Grande ignorancia fuera del que quisiera que esta sagrada Religión diera señales del cielo en el sol, luna y estrellas, prophecías o revelaciones, cosas en que puede haber grande engaño, pues, como dice el gran Bernardo, muchos milagros vemos hechos por hombres perfectos y por fingidos 60. Hanse de contentar con las señales de Jonás y con las de Cristo: con ver religiosos metidos en lugares tan strechos, como vientre de ballena, y que en esos trabajos y tribulaciones estén vivos, etc.

            Con eso t prueba el glorioso Pablo la grandeza de su oficio y estado: que los maldicen y ellos u echan mill bendiciones, que padecen tribulaciones y v las sufren, blasfeman w de ellos y no son confundidos 61. Ponen a Cristo en una cruz y ruega por sus enemigos 62; éntranle debajo de una losa y en un sepulcro, y sale glorioso 63. En esto se ha de probar [203v] una religión si es de Dios: en el rigor, en la aspereza, en el recogimiento, en el comer y beber, en el padecer y no ser confundida, en ver que el granillo de trigo después de muerto sale verde y vivo después de haber sufrido debajo de tierra las inclemencias del cielo y destemplanzas de la tierra. No nos cansemos en esto, que fío en nuestro buen Dios Su Majestad dará vida al granillo de trigo para que salga vivo y crezca; y que, si en sus principios no es creíble por la poquedad que tiene de grano de mostaza, poderoso es Dios para hacerle crecer en árbor grande y que en él vivan y habiten las aves del cielo 64.

            Esto presupuesto, queda del todo respondido al argumento que dice que no se debe cargar el cimiento fresco y tierno. Preguntad quién puso ese cimiento y fundamento, y con eso podréis responder. Bueno fuera que edificara el otro sobre una montaña y que pasara un hombre y dijera: Señor, a spacio x, ahondá el cimiento porque no se caiga el edifficio y [y] hunda el cimiento. Era llano que habíe de responder: Pues, tonto, edifico sobre un monte firme y perpetuo, y ¿tengo de temer eso? Suba el edifico lo que quisiéremos, que fundamento hay para todo. Antes que yo supiese z cómo se edifica la ciudad de Venecia, me asombraba y me espantaba cómo en medio del mar y sobre el agua podían hacer casas. Después que me han dicho que la Señoría les saca los cimientos a su costa de lo firme del suelo a, no me espanto. Quien en nuestra Religión mirare la flaqueza, que parece hay b más que el agua pues los religiosos que en ella hay son hombres flacos, niños y principiantes, es fuerza que se ha de asombrar y temer; pero el día que sepa que toda la Sanctíssima Trinidad a su cuenta saca los cimientos y da el principio y fundamento, nadie habrá que se maraville de ver que crece y se multiplique, sino quien diga que crezca mucho de norabuena


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en millares, que para todo eso tiene fundamento, aunque a los ojos de los hombres se parezca cargar sobre cántaros quebrados de Gedeón. Que ésos los puede Dios hacer tan fuertes que sufran guerras y batallas. Y aun [204r] quizá por eso llevaban fuego y luz scondida dentro en los cántaros c, enseñándoles a confiar en el exemplo d que llevan en las manos 65, como quien dice: ¿quién hace de un poco de barro una piedra si no es el fuego? Pues, para mostrarles Dios cómo Su Majestad, que es fuego y en sí tiene encerradas todas las perfecciones de las criaturas y que e de hombres de lodo los puede hacer fuertes piedras que venzan y alcancen victorias, los manda llevar cántaros con luces y fuego, que es el que el barro lo cuece y hace fuerte f. Mándales que quiebren los cántaros y que queden las luces. ¡Válame Dios! Señor, si le queréis mostrar en el cántaro cocido al fuego la fortaleza que vos podéis dar a un hombre flaco, ¿para qué les mandáis quebrar el cántaro y que se queden con solo el fuego y la luz? Digo que fue pasar adelante g con la enseñanza que les daba de la h confianza que debían tener en su poder. Que fue decir: Yo puedo de hombres de lodo y flacos hacer piedras fuertes; y si acaso esas piedras cocidas se quebraren como esos cántaros, basta que quede el fuego y la luz, que soy yo, para vencer y alcanzar victorias, porque soy fuego que todo lo consummo. ¿Quién con estos exemplos tan vivos no confía? ¿Quién no acomete? ¿Quién no persevera? ¿Quién con Job no dice: etsi occiderit me, in ipso sperabo 66? ¿Quién desmaya sabiendo que Dios puede con la flaqueza del hombre, porque lo puede hacer fuerte, y si este hombre se quebrare y faltare en sí, puede alcanzar y hacer lo que él fuere servido por sí propio?

 

10.            Aumentan nuestros religiosos porque sólo les exigimos virtudes interiores, no prendas exteriores

 

            Cierto que siempre trato y escribo con grandíssimo temor esto del crecer y de la muchedumbre de sujetos en la Religión, por saber es contra el ditamen de muchos que ahora enpiezan y viven [en] el mundo, a quien no quiero señalar porque no parezca condeno su opinión y ditamen con la contraria que yo abrazo, que buena debe de ser. Y así como suelen decir que en gustos no hay disputa, de esa misma suerte no las debe de haber en querer estorbar a algunos siervos de Dios los caminos por donde los lleva, que si a mí son abscondidos y de gusto contrario, para el otro serán sabrosos y fáciles.

            Bien vemos que unos estómagos no pueden llevar agrio sino dulce, y otros lo contrario. Unos estómagos se enpalagan con veite bocados; y otros, después de se haber comido media arroba de fructa, [204v] carne y otras viandas, se quedan muertos de hambre, que se comerían


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otro tanto. Y así como en esto no hay que disputar, tampoco hay que argumentar en esto de tener cada uno en cada religión ditamen diferente, no admitiendo en unas religiones sino pocos y —como dicen— muy contados contados. Dicen que sean grandes habilidades, muy ricos y muy principales, que parece les ensangostó Dios el buche y estómago sólo para poco y eso muy dulce, como dicen de algunos toledanos o valencianos, que se sustentan con fructillas, alfeñique y conservas; que si han de recebir el religioso ha de i tener estas propiedades, y aun dicen que hermoso y bien gestado. Y no ha muchos días que, habiendo yo enviado al curso de Baeza un religioso a estudiar, me replicó su prelado pidiendo lo quitase de allí porque tenía ruin cuerpo y no era bien gestado. ¡Líbreme Dios del diablo y de tal ditamen entre religiosos siervos de Dios!, que buscamos almas para que se salven y no cuerpos para que salgan a vistas o sean novios. Pues digo que yo no vitupero sino alabo el gusto de algunas religiones j en buscar religiosos con las condiciones dichas y las que ellos se tienen en sus constituciones.

            Pero tanbién digo que me deben pagar en la propia moneda, en que les ruego no juzguen mal del stómago que abraza muy bien lo agrio y come mucho porque tiene grandes senos, y estómago —como dicen— de avestruz, que todo lo digiere k, aunque sea un pedazo de hierro ardiendo. Y si no, pregunto yo, ¿qué evangelista hubo que, tratándonos de la conversión de los apóstolos y discípulos de Cristo y de su asignación, nos dijese de su l cuerpo, de su hermosura y talle, de su riqueza y sabiduría y de los grados de entendimiento que tenían? Porque Dios, que vino a buscar pecadores, no se pagaba de cuerpos ni de estas cosas exteriores que el viento se las lleva.

            Et fallax m gratia, et vana est pulchritudo; mulier timens Deum ipsa laudabitur 67, dice el Spíritu Sancto. Virtudes interiores son las que Dios anda a buscar, porque mentirosa es la gracia y vana la hermosura del cuerpo, pues no es más que una poca de paja, de quien no se hace caso si no es por el grano de trigo que en sí tiene encerrado; que, una vez apartado el grano de la paja, [205r] allá la echan al pajar para las bestias; el grano es el que encierran en la troje para hacer pan para los hijos. No es otra cosa este nuestro cuerpo sino una poca de paja; tenga buen grano, que poco n inporta que la caña y paja sea corto. Tenga uno buen alma, que es el grano de trigo que Dios encerró en este cuerpo, que poco inporta que el cuerpo en quien esa alma se encierra sea pequeño o sea grande, que, una vez apartada el alma del cuerpo y llevándola Dios por cosa de estima a sus trojes y cámaras de la bienaventuranza, el cuerpo lo echan y envían al pajar de la sepultura a que sea manjar de gusanos. Y si algunos se precian de estas cosas exteriores, ruégoles me hagan charidad a la muerte de ir a la sepultura


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y preguntar al gentil hombre por su bizarría, por su gracia y hermosura. Pues, si estas cosas esteriores allí paran y se quedan y se consumen, no hay para qué comer dulce ni para qué reparemos en el cuerpo, gracia y donaire del que se hubiere de recebir. Pocos días ha preguntaba yo por las partes de un estudiante que pretendía el hábito, y dijéronme éstas: es buen mozo, tiene buen talle y sabe muy bien danzar. Yo dije: de nada o de eso tenemos necesidad, sino de que sepa bien y mucho rezar. Finalmente nos lo hicieron recebir; y si él hubiera trocado esas cosas por las que yo pedía, menos se quejara de él su prelado, a cuya cuenta está.

            Y, si no, díganme por charidad. Supongamos que ahora nos viene a pedir el hábito un paje de su majestad muy bizarro, rico, principal y bien nacido. En echándole el hábito a cuestas, que en nada se diferencia del hijo del labrador, ¿qué tengo de hacer con él cuando me diga que se cansa de estar de rodillas y se desvela en maitines y se destempla con las comidas? ¿Tengo yo de andar escusándolo, que no se espanten, que ha sido paje del rey? No por cierto. Sino que acá viene a ganar por su persona, que el rey a quien servía y el padre honrado a quien dejó y la hacienda que tenía fuera se quedaron, sin le ser de ninguna ayuda para cosa de las que acá dentro se hacen; antes, muchas veces, para le ser estorbo y servir [205v] de reclamo, que dende el siglo le están dando voces y diciendo: ¡Huchohó! 68, para que se salgan y tornen donde antes estaban; y aun para que le sean ocasión dentro de murmurar, viendo que ellos no pueden caminar al paso de los otros, decir: ¿Quién me trujo y metió entre estos bárbaros y gente ordinaria? En verdad que, si la Religión no se sustentase con su ordinario, que mal comería con su extraordinario, pues tan extra y afuera se lo p dejó.

            Según esto, mis hermanos, ruego por amor de nuestro Señor que el examen del religioso sea acerca de virtudes interiores, fortaleza y bienes del alma, y no acerca de cosas exteriores. Y del alma podríamos decir lo que el viscaíno dijo de su estómago, tiniendo buen cuerpo y grande hambre: tripas llevan a cuerpo, que no cuerpo a tripas. Lo propio digo yo: que el alma, si es sancta, buena y llena de deseos sanctos, ella es la que lleva el cuerpo y quien lo trai a cuestas y le da vida, quien sustenta y alcanza por su virtud una nobleza spiritual que vale más que cuantos linajes hay en el mundo, pues por la gracia y dones interiores alcanza ser hijo de Dios; y por estotra nobleza exterior lo que más tiene es ser hijo de un hombre de carne, que mañana se morirá sin poderle valer ni ayudar nada con toda su nobleza. También el alma con su virtud alcanza y sustenta mayor belleza y hermosura que la que tiene ni puede tener ni alcanzar en el cuerpo, pues con ésta agrada a los hombres y con aquélla agrada y aficiona a Dios. De


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esta virtud y de estas partes se han de pagar q los prelados r; y si junto con estas partes vinieren otras, estimarlas y recebirlas, que buena es la funda dorada de la cosa que se estima.

            Pues digo, llevando nuestro argumento adelante —del ditamen que se debe tener en esta sagrada Religión acerca del recebir—, que, puesto s caso que lo que se mira y debe mirar y examinar son los dones y bienes del [206r] alma y no se deben pagar ni buscar los dones y bienes del cuerpo, debemos ensanchar el estómago para recebir a muchos, porque es cierto son más aquellos con que Dios repartió los bienes t del alma que los bienes del cuerpo. Y esto lo hizo Su divina Majestad porque buscásemos cosas de más consideración que esto que por de fuera parece y para que no nos ensoberbeciésemos; lo cual es fácil en aquellos que de ordinario train ante los ojos estos dones y bienes exteriores; bien al contrario de las personas a quien Dios premió en el alma, que, como son esos dones y mercedes escondidas, no mueven ni alteran a un hombre con esa facilidad a elevación. Y ésa es la razón por qué Dios más veces premia en cosas secretas del alma que no en adornos del cuerpo. Lo segundo, porque estos bienes del cuerpo exteriores son heredados de nuestros padres y de sólo hombres, y los hombres son cortos y limitados en el dar, cojos, mancos y defectuosos en el repartir; y así más veces son las que sacan los padres sabios, discretos y bien entallados hijos tontos y defectuosos, que no hijos parecidos a sí en aquellos dones y gracias exteriores de que los dotó la naturaleza.

            Ahora, pues, digo: si es verdad que son muy pocos los hombres que están adornados con estas cosas corporales y esteriores, como son buen cuerpo, buen talle, rico y noble, y tan pocos que sin comparación son muchos menos que los que de Dios son dotados en el alma en cosas interiores porque, como Padre poderoso y rico y que da y comunica bienes de fuente perenne que no se ha de agotar, bien se deja entender serán muchos más de los que hallaremos informados de estos dones que de aquéllos. Pues infiero ahora: si en nuestra sagrada Religión debemos buscar gente que tenga prendas y partes en el alma y de ésta hay más en el mundo que la que tiene sus partes en estas cosas exteriores, más gente debemos recebir en poco tiempo que otras religiones reciben en mucho.

            Diránme que también esotras religiones procuran tengan partes interiores [206v] y el alma cual conviene para que lo admitan a su religión y hábito. Digo dos cosas: la primera, que rara cosa es hallarse en una persona tantas cosas juntas: exterior con tantas condiciones de linaje, riqueza y buen talle, y luego, el alma con las virtudes y rendimiento que se busca; rara cosa, y no sé si diga ave fénix, y tan rara que pienso las religiones, si eso solo hubiesen de aguardar, siempre se estaríen vacías y despobladas.

            Digo lo segundo que estas cosas exteriores tienen ya tantos dueños que, si sois rico, tendréis veinte opositores para vuestra hacienda; si


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gentil hombre, veinte novias para que os caséis con ellas; si sois noble, veite officios en la república. Pues, con tantos contrarios, rara cosa será que al hombre le dejen libre para que de balde se dé y entriegue a la religión; y grande don y gracia de Dios ha menester para se defender de tantos como le piden y contrastan, pues se dar a uno que no le busca, que es la religión, que sólo debe estar aparejada para recebir al que Dios le enviare, y no pretender por oposición al que a ella le pareciere bien.

            Digo lo tercero, probando cuán pocos serán los que en las religiones entrarán tiniendo por blanco esta exterioridad, y digo pocos que tengan lo exterior y interior, como dicen los que buscan estas cosas exteriores que dicen que también buscan las interiores. Pregunto yo: si ahora llegara a alguna de esas religiones u un mozo v con dos mill de renta o diez mill de principal, y que por otra parte no tuviera cosa alguna de las que se pretende tengan en el alma, ¿dejárase de recebir? No por cierto. ¿Si fuera muy noble, hermano de un conde, pariente del duque? Tampoco. ¿Bizarro, hermoso, bien dispuesto y entallado, que se llevaba los ojos tras sí? Es cierto que, cuando le faltaran esotras partes, se habíe de recebir. Y si quieren [207r] que les pruebe esta verdad con la propia experiencia, díganme por charidad, ¿cuántos religiosos que tomaron el hábito por nobles o ricos, o qué sé yo, están hoy descontentos, afligidos, desconsolados y sus religiones, quizá por ellos, perdidas? Vayan a esos monasterios de monjas donde no se reparó más que sólo en el buen dote, la buena voz o la nobleza, y verán a manadas las monjas que llaman al cielo y maldicen a los hombres porque allí las metieron y encerraron. ¿No ven cómo es fuerza que quien buscare para su religión cargazón de cosas del cuerpo y exteriores, se ha de estar y quedar vacía w, y han de ser muy pocos y contados los que hubieren de recebir?

            Dirán: Hermano, más valen pocos que muchos. Digo x, acerca de lo que vamos diciendo, que es falso, porque si en los pocos no me ponéis otra diferencia más que en el cuerpo y en estas cosas exteriores, nada añaden esencial al que de veras busca a Dios y de veras a la entrada en la religión se desnuda de todo; y que vale más recebir y tener muchos sin reparar en estas cosas exteriores, que no pocos con esas añediduras y. Mirad, ¿qué me sirve que el ganso tenga más pluma que la perdiz y la gallina, si para asarlo y comerlo los tengo de pelar a entramos y agradarme más, después de pelados, de la carne de la perdiz por ser más sabrosa y provechosa, no obstante que tenga menos pluma? Si al rico y al pobre —como queda dicho— lo tengo de desnudar, qué se me da a mí de la pluma del rico y del noble, pues, una vez pelado y quitada y vestido nuestro hábito, no ha de poder volar con ella, sino guisarse y darse en manjar y en comida a Dios haciendo su divina voluntad. Aténgome al pobrecito, que tuvo menos pluma y era más humilde, que será más sabroso y gustoso para Dios. Que no porque el águila vuele más alto que la perdiz se entiende ha de ser su


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carne más sabrosa, pues experimentamos lo contrario: [207v] de ser la carne de la perdiz mejor y de más provecho. Y aun por eso dice Cristo que dejen venir a él los humildes y pequeñuelos 69.

            ¡Oh Dios mío, seas mill veces bendito! ¡Y qué bien sabías tú lo que el día de hoy habíe de pasar en el mundo!: cómo habíe de haber prelados en las religiones que, aficionados de estas exterioridades de riqueza y nobleza, gentileza y hermosura, con esas cosas que a los ojos de los hombres habían de parecer grandes, habíen de storbar y detener el paso a los pequeñuelos y humildes. ¿Qué quieren decir, Dios mío, estas palabras que tú dices: Sinite parvulos venire ad me 70? Prelados religiosos, no atapéis y estorbéis mis caminos puniendo en ellos valladar de riquezas, nobleza y hermosura exterior, que los humildes no pueden pasar por ahí; abrid camino, romped esas entrañas de suerte que puedan entrar los humildes, que os digo de verdad que, aunque no vuelan tan alto por no tener tanta pluma de estas cosas exteriores, son más sabrosos y agradables a mi Padre, pues es verdad que humilia respicit, et alta a longe cognoscit 71; et angeli eorum semper vident faciem Patris mei 72. Que fue decir: si ellos por ser pequeños no pudieron, o por su humildad no se atrevieron a volar a lo alto del cielo, advertid que tienen ángeles, los cuales tanto como ellos se bajan los ángeles los suben, pues siempre los están ayudando y favoreciendo ante el rostro de mi Padre.

            Que por aquí se entenderá mejor lo que Cristo dice. ¿Qué águila, por mucho que vuele, voló y alcanzó ponerse guisada en el plato del rey, del grande, como lo alcanzan muchos pajarillos que vuelan rateros por el suelo? Luego no va en volar alto poder más con Dios. Pues dígoos de verdad —dice Cristo a sus discípulos— que muchos príncipes y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, y no lo vieron 73; muchos príncipes y reyes volaron alto, y no alcanzaron verme y en mí ver [208r] las cosas que vosotros veis. Digámoslo en propios términos: no alcanzaron estar a mi mesa, como en el cielo se sientan y sentarán los humildes, que volando ratero y corto ellos no subieron, pero los pajes de Dios, que sirven y administran a la mesa de mi Padre, ésos los llevarán como en platos y por servicios agradables al gusto de Dios.

            Pues esto es lo que dice Cristo a los prelados: que no estorben con los grandes la entrada de los pequeños, con su pluma, con sus riquezas y prosperidades; que en éstos tiene Dios puesto su gusto, así porque son más los que vuelan bajo que las águilas, que vuelan alto, como por ser la carne más sabrosa [que la] de las aves que vuelan alto. Y yo pienso que la razón por qué algunas aves de las que vuelan más alto son de menos comer que las que vuelan bajo, me sospecho que porque tienen las que vuelan bajo más carne y menos güeso, y las que vuelan alto menos carne, más güeso y más pluma; y como vuelan menos y más bajas, tienen lugar de buscar mejor mantenimiento y buscar el granillo de trigo que está escondido en el suelo; pero el ave que vuela


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alto y ligero, ni se les va el lagarto ni la sabandija ponzoñosa que no buscan y cogen, atreviéndose a zabullirse en las lagunas y charcos a sacar la culebra y otras cosas ponzoñosas, como lo vemos en las cigüeñas. Digo más, que parece la naturaleza les quiso pagar en buena pluma y que volasen alto, particularizándose con las aves humildes en darles buen sustento y que sus carnes fuesen de más provecho.

            Así, digo que los poderosos y grandes son de menos comer para Dios, por ser gente de güeso y fornuda en cosas de la tierra, gente cuyo manjar no es tal como el de los humildes porque, con las partes y vuelos altos que tienen, atrévense a se arrojar en las lagunas y lugares dificultosos, sustentándose con vidas ajenas, pareciéndoles que por ser poderosos podrán quitar la honra y la vida a quien la tiene, la hacienda y demás bienes [208v] a su prócximo; gente que se sustenta y tiene puesto su crecer y vivir en la deshonestidad, en el hurtar, comprar y vender, como quien se sustenta de culebras y lagartos. No pongamos su acrecentamiento en cosas ilícitas o que así claramente sean peccado; basta que su sustento lo busque en el aire, sin quererse humillar y bajar a buscarlo en la confesión, penitencia y mortificación z. Y por eso a, digo, no son sus carnes tan sabrosas; y porque tanbién la naturaleza b parece les quiso pagar en pluma, como al pavón, que tiniendo plumas tan bellas y hermosas, yo pienso no son de comer. Pero los humildes, que, bajitos y rateritos, se sustentan y viven con la penitencia y mortificación, que tienen más pulpa y carne que güeso y pluma, ésos son más sabrosos y más de provecho, a ésos busca Dios, a ésos llama, a ésos dice a los prelados que reciban y que no consientan les estorben el viaje y camino que llevan para Dios.

            Con esto c creo queda suficientemente probado que los grandes y poderosos son menos y de menos precio y valor para las religiones; y que a quien debemos buscar y recebir ha de ser gente que sus partes y prendas las tenga en el alma, gente temerosa de Dios, que era a quien decíamos el Spíritu Sancto alaba. Pues, si son éstos los que se han y deben recebir y éstos son los muchos, mucho debemos estender y dilatar el estómago para que todos los que Dios fuere servido entren y quepan. Que, como decíamos denantes del stómago —que, dándole mucho, siempre parece se queda d muerto de hambre—, ha de ser esta sagrada Religión: que, después de haber recebido muchos para Dios, mucha más ha de ser la hambre que le ha de quedar de los que no recibe, de los que no vienen.

            ¡Oh buen Dios!, que puesto en una cruz fue tanta la sed con que mueres [209r] de nuestra salvación, que en esta materia todo se te hace poco pues dices que mueres con sed 74. No era sed de esta agua material pues gustaste y no bebiste lo que te dieron 75. Sed era de almas. Que, aunque es verdad que tu Padre en aquella ocasión te dio al buen


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ladrón 76, fue una gota para un fuego inmenso, que no habíe de ser bastante a mitigarlo el agua del mar occéano; digo que no habíen de ser bastantes para matar esta sed todos los hombres del mundo. Y así muere con sed porque no hay más de un mundo, y quisiera que hubiera muchos mundos por quien padecer y almas que salvar y justificar. Pues, si esto es así y nuestro Dios muere con esta sed y por todos, ¿por qué, Dios mío, la mía ha de ser tan corta que se ha de apagar y hartar con cuatro conventicos y docientos frailes? ¿Por qué tengo yo de matar la sed buscando religiosos que tengan y consten de adorno temporal y corporal?

            En muchos reinos —he leído— hacen vino compuesto de manzanas; y de miel y de otras raíces y yerbas, en las Indias y en el reino de Polonia; pero es vino falso que no mata la sed sino que sólo tiene su gusto en el paladar. Sólo el vino propio natural y el verdadero, el que llevan las viñas, es el que hace provecho y sustenta a los flacos. Ea, mis hermanos y padres, los que fueren prelados de esta sagrada Religión, no se satisfagan de vino fingido, de vino falso y adobado, que son estas cosas exteriores, que sólo tienen su representación a los ojos y al gusto; y después, dentro estos tales hombres y metidos en el estómago de la Religión, son de ningún provecho. Han de tener grande sed, y sed de almas humildes verdaderas, no fingidas. Y si alguna vez les dieren vino mirrado como el que daban a Cristo, gústenlo y no lo beban; quiero decir, si alguna vez viniere a pedir el hábito alguno que sea como vino compuesto o adobado, quiriendo adobar lo que falta en el alma con lo que sobra en el cuerpo, [209v] gústenlo y no lo beban, no lo reciban, que ya se sabe que todo lo que no es natural sino compuesto falta y se pierde con el tiempo.

            Ha de ser sed verdadera, sed que no se mate ni satisfaga sino con la verdad, con las personas que buscan a Dios con spíritu y verdad 77. Y ha de ser sed grande, que, después de haber bebido, se quede con tanta fuerza que desee hubiera otros mill mundos para en todos buscar y granjear almas para Dios; grande sed y grande estómago que todo lo digiera y convierta en sustancia del individuo. ¡Oh Dios!, y qué excelencia tan grande dieras tú a esta tu Religión si le dieras un calor y un fuego tan vivo y tan encendido que ladrones, salteadores y cuantos hombres perdidos hubiera en el mundo todos aquí se salvaran y remediaran; y fuera ésta Religión —como decíamos denantes del calor del aveztruz, que digiere el hierro— que digiriera al ladrón y al obstinado y lo volviera en sustancia conveniente para que con él, como con parte semejante, se aumentara este individuo de la Religión.

            ¿Qué significaban aquellas palabras que dice san Pablo: O Corinthii, os meum patet ad vos 78? Abierta traigo la boca, que es tanta la sed que me pegó el amor que tengo a Dios, que me querría tragar a todos los corintios y que todos se salvaran.

           


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Según esto, excelentíssimo señor, los que nos ponen por capítulo que en poco tiempo hemos recebido muchos, bien deben callar y quedar satisfechos: no vamos contra lo que Dios quiere y ordena, sino muy medidos y muy conforme a su voluntad e imitación.

 

11.       La Religión se sustenta y se mantiene con pobres

 

            Y si a algunos les parece que se han recebido muchos porque algunos eran en el siglo pobres, ¿cúyo —pregunto yo— dice Cristo es el reino de los cielos? ¿No dice que es de los pobres? 79 Pues ¿por qué le tengo yo de cerrar las puertas? ¿No basta que el mundo dé con ellas en los ojos a los pobres, sino que tanbién [210r] Dios los habíe de desechar y arrojar? Pregunto: si Dios los desechara ¿en quién habíen de hallar acogida? ¿En el rico, en el poderoso, que es lo que más aborrece e? Si el mundo se hizo para los poderosos y para los ricos, habíe Dios de hacer otro mundo para los pobres y llevarlos allá. ¡Oh buen Dios mío! que, si haces otro reino, haces para los pobres, porque éste no los sufre ni los quiere; salvo tú, que tienes un reino, y éste es el de los cielos, que lo guardan para los pobres y humildes f. La puerta de este reino es la religión, y se les debe abrir la puerta al dueño cuyo es el reino y casa do se entra.

            ¡Sancto Dios, que quiera el poderoso gozar del mundo y g mirar las religiones y que para solo eso se las guarden sin que los pobres entren en ellas! ¿Hay cosa más fea y más aborrecible que ver que en casa del rico haya comida y sustento y demás de eso cosas que sobren y se pierdan, y que, por no llevarlas al hospital y darlas a los pobres, quiera que se pierda h y hiedan de suerte que sea necesario echarlas en la calle? Y esa locura quisiera el que por su respecto se guardara en las religiones; el mundo lo quiere para su sustento y comida, que éste para sí solo lo quiere; y la religión que él no come y las cosas que en ella se obran y hacen, quiere que se las guarden para la otra vida, y que no se reciba al pobre ni se le den esos bienes que ahí tiene Dios para ellos guardados, sino que se arrojen en las calles y se pierdan.

            Pregunto yo al poderoso y rico ¿qué quiso decir Cristo cuando dijo por san [Lucas]: Facite amicos de mammona iniquitatis, ut recipiant vos in tabernacula sua 80? Haced bien a los pobres porque ellos os hagan bien a vosotros cuando estéis en su reino. Recebildos en vuestra casa para que ellos os reciban en las suyas. Luego hay reino donde los pobres tienen palacios y casas y donde pueden hacer bien a los ricos, pues dice i Cristo que tú, rico, hagas bien al pobre de lo que tuvieres mal ganado [210v] para que, obligado con eso, él te haga bien cuando fueres a su reino donde ellos tienen sus palacios y te reciba en ellos.


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Pues si te obliga a que le recibas en tu casa y le ayudes con tu hacienda mal ganada, pregúntote yo, ¿por qué no quieres que Dios los ayude y favorezca en las religiones, hacienda de Dios y tan bien ganada que establecerlas y fundarlas no le costó a Cristo menos que su sangre y vida? Si los pobres tienen en el cielo palacios, y éstos los edifica y hace la Sanctíssima Trinidad por sus manos y las de los ángeles, ¿por qué no quieres que recibamos los pobres en estos palacios y casas estrechas que j el mismo Dios tiene edificadas en este mundo para los suyos? Si Dios en la otra vida les tiene guardado lo que es más, ¿por qué quieres que no les demos en esta vida lo que es menos? Dime, poderoso y grande, ¿qué te ha hecho el pobre, que tanto le aborreces? ¿Por qué te vuelves para con él más tirano y cruel que el perro —que dicen— del hortelano k, que no quiere comer las coles ni las quiere dejar comer?

            En estos propios cargos nos ponen que es tanto el rigor, que no lo hemos de poder llevar; y que no ha de poder durar la Religión por ahí, que dicen son frailes que sólo comen coles. Pues si esta penitencia y estas coles tú no las comes, déjalas comer a los pobres. Que si, a tu juicio, esto no puede durar es porque es rigor que tú lo juzgas para los poderosos y grandes, que no es gente que se puede sustentar con tanta penitencia. Y yo lo confieso que, si el perro sólo se hubiera de sustentar con solas coles, muriera de hambre, porque no las come; pero el que las come no puede morir de hambre, que en fin son sustento. Verdad dicen los que juzgan que esta Religión no puede durar l con este rigor, porque es rigor [211r] que ellos lo juzgan para quien no come coles sino gallinas o roen güesos como los perros; pero si en este rigor considerasen los pobres de espíritu que se contentan con unas pobres yerbas, echarían de ver que habíe de durar. Una piedra m en el agua luego se hunde; y si quisiésemos sentar una casa en la mar, lo propio; pero un navío en el agua dura y camina y aprovecha. El poderoso, el grande, el regalado es hombre y criatura pesada en este mar de las religiones, por quien se navega y camina para Dios; luego, se hunde, no es de dura. Pero el justo, que Dios lo ha labrado y edificado de madera de cedro y de ciprés —como el Spíritu Sancto dice en [los Cantares]: Tigna domorum nostrarum cedrina, laquearia n eorum cypressina 81—, éstos durarán en la Religión y la Religión dura en ellos: es gente que se sustenta sobre el agua con un poco de pan y yerbas y con eso viven con mucho regalo.

            Podría ser que el demonio, que pretende que esta Religión no dure, sino que se acabe, pretende y quiere que se funde y establezca sobre grandes y poderosos, la cual yo la diera por acabada porque se acabaran ellos presto con lo que en la Religión se hace y así, acabados ellos, se acabara la Religión. Pero la Sanctíssima Trinidad, que no hace Religión para cuatro días sino para muchos siglos, no echa en el agua y en esta


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mar gente que no nade, sino gente que nade, gente que, siendo nada, estén tan livianos que no se vayan a lo hondo, sino que, como el corcho y el madero liviano, naden, se sustenten y duren.

En esta conversación siempre voy advirtiendo que no desecho esas partes que tanto el mundo alaba y estima, que por nuestros peccados, viviendo en el propio mundo, algo hemos de tener del mundo con que engañar al propio mundo y traerlo a la Religión con un verdadero desprecio de todo lo que tiene y posee; que, en fin, necesario son cabestrillos en la Religión que sepan el trato y conversación [211v] del mundo, para que sirvan de lengua y de intérpretes que declareno a los que viven en él p un lenguaje tan escondido y dificultoso para ellos como es q el que se habla y trata en las religiones. Los cuales vienen a ser como los búzanos en la mar, que ya están tan acostumbrados y hechos a sus olas y borrascas que no las temen, antes, cuando se ofrece, se arrojan en lo fondo y sacan del suelo el oro y la plata y lo que se habíe perdido o la mar se habíe tragado. Bien veo yo que para este menester y para engañar a lo divino estos hombres del siglo, que por estar tan cargados de oro y de plata están en lo fondo del mar, valen poco los que en la Religión poco supieron del mundo y que con grande y particular temor se pondrán a hablar con un poderoso, rico, caballero, etc.; y que para estos tales es necesario gente que sepa de mar y de borrascas r y tempestades del mundo y que les haya perdido el miedo y se sepan arrojar a lo fondo de ese mundo y sacar estos grandes que, como piedras pesadas, bajaron al profundo.

 

12.       El fraile pobre y humilde desengaña al mundo en pensar que las cosas de Dios son insoportables

 

            Verdad es que hay muchas maneras de desengaños, que aquí seríe largo el traerlos con alguna proligidad. A mi parecer, los que viven en el mundo tienen dos o tres s engaños manifiestos. El primero, estar engañados en pensar que las cosas de Dios son rigurosíssimas y ásperas, desabridas y pesadas. Y t viéndolas dende fuera con color de serpiente, como la que Moisés levantó en alto, que daba salud a todos los que la miraban y sanaba de las picaduras y mordeduras de las otras serpientes, para desengañarlos de este engaño basta un humilde, un religioso pobrecito, que, por ignorante que sea, le sabrá decir cómo es serpiente muerta o retrato de serpiente viva, cómo es serpiente aquella que levantó Moisés de bronce 82 que no pica ni muerde, sino que es remedio el mirarla solamente para sanar de otras enfermedades. Y que los trabajos de la Religión son trabajos fingidos, como dice David: que Dios finge


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trabajos en sus preceptos 83; y que estos trabajos y preceptos no sólo [212r] no muerden, no pesan y agravan, antes a los otros trabajos del mundo alivianan y los que vienen a la Religión y se abrazan con éstos se desnudan de otros mucho mayores. Y cuando no se desnudaran y quitaran la carga pesada e inmensa y tan importabilia que sobre sus hombros no pueden llevar 84, esta soberana carga que Cristo pone sobre los hombros del justo es carga suave, amorosa y que tiene la virtud y propiedad que el alzaprima, que, siendo poco el peso, levanta el contrapeso que está al otro lado, aunque sea inmenso.

            Es certíssimo, si esto notasen los que viven en el mundo y supiesen este desengaño y traza, no sentirían las cargas u que sobre sus hombros cargan en el mundo si ellos, ya que quieren ir por aquel camino, quisiesen abrazar tanbién la cruz de Cristo y el cumplimiento de sus mandamientos. Esto seríe bastante para que no sintiesen los trabajos y molestias que tienen en su casa con la crianza y cumplimiento de la mujer y de los hijos, y de otras cargas y cumplimientos anejos a la grandeza y riqueza que tienen y poseen en el estado que profesan. Es certíssimo que estos trabajos divinos alivianan los humanos. El mismo Cristo lo dice: Venid a mí los cargados y trabajados, y yo os aliviaré la carga. ¿Cómo se hace eso? Tollite iugum meum super vos, et discite a me, quia mitis sum et humilis corde 85. ¿Cómo? Tomando mi yugo, que es liviano; él tiene tal virtud que el contrapeso que se le pusiere lo hará fácil y liviano.

            Aprended —dice— de mí, que soy manso y humilde. Ahora se debía notar estas palabras sobre quién apelan y a quién se han de referir, digo esta medicina que Cristo da de mansedumbre y humildad, si Cristo si la aconseja para que se facilite la carga pesada y los trabajos del mundo, o sobre el yugo de Cristo para que sea liviano. Como si dijésemos: vosotros que andáis cansados y cargados, sed humildes y mansos, y eso será bastante para que se os quite ese peso; o si apela sobre el yugo, como si dijera: mi yugo es suave, y si lo queréis experimentar v, sed humildes aprendiendo de mí, etc. Yo pienso que sobre entramas partes apela y que es remedio para lo uno y para lo otro, aunque [212v] de diferente modo. La humildad y mansedumbre en un hombre hace aborrecer las cargas del mundo; no las admite el humilde, desprécialas, déjalas, desestímalas y, como humilde verdadero, todo lo pone a sus pies. Sólo nos pesa lo que está sobre nuestras cabezas y sobre nuestros hombros, pero no lo que tenemos debajo de los pies; antes, eso nos ensalza y levanta. El humilde nada le pesa, porque nada pone sobre sí de las cosas pesadas del mundo; todo lo pone abajo, donde, subido de pies sobre ello, es el humilde más alto y más subido. Y así Cristo, que llama para aliviar cargas, las cura y las quita con esa


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soberana y divina atriaca de la humildad; porque al punto que esta virtud se profesa, como bebedizo hace echar las opilaciones del estómago que al enfermo le agravaban y estaba en peligro de perder la vida; en el punto que uno es humilde verdadero, vomita y alanza de sí los officios, las dignidades, mayorías y ocasiones de ser y valer.

            Y esta humildad, que así es enemiga de la grandeza que en el mundo se profesa, esta propia es amiga de la grandeza que en la casa de Dios se usa. Pero de tal manera que tiene la humildad w y mansedumbre una propiedad con el peso y carga de los trabajos que Dios pone sobre la cabeza del justo: que no quita el peso ni la carga, sino lo aliviana, lo hace dulce y suave, porque lo vuelve yugo y trabajo que se lleva entre Dios y entre vos. Y el decir Cristo, para que este trabajo sea fácil y este yugo suave: «Aprended de mí, que soy humilde», fue decir: Tomad mi yugo y ponéoslo sobre la cabeza, y si queréis que sea suave y amoroso, sed humildes y mansos aprendiendo de mí.

            ¡Oh inmensa sabiduría de Dios, y x cuánta es la humildad que tienen y la que descubres en estas palabras! Y para que mejor las notemos, se advierta que mandaba Dios en [el Deuteronomio] que no arasen juntamente con el buey y el asno 86. Porque era fuerza que, puesto [213r] un yugo sobre dos compañeros tan desiguales como son el buey y el jumento, que habíe de ser pesadíssimo para el triste jumento y que en todo el surco y idas y venidas de la labor lo habíe de traer arrastrando. Y por eso manda Dios, para que el trabajo sea menor y el yugo suave, que se ponga entre cabezas iguales. ¡Mill millares de veces seas, Dios mío, bendito! que, siendo tú el que te has de uncir con el hombre para llevar la carga de tu ley y el trabajo que consigo train tus preceptos, le pides al hombre que aprienda de ti, que eres manso y humilde. Que fue decirle que se iguale contigo en la forma que se puede: que, siendo tú, Dios mío, manso y humilde, no sea él poderoso y grande; que, despreciando tú las cosas de la tierra y, no las estime él; que sufriendo tú, Señor, y llevando con inmensa paciencia los trabajos e injurias, el compañero que va contigo no sea inpaciente y mal sufrido; porque, si los que calzan y visten un yugo fuesen desiguales, es fuerza que haya de ser riguroso y pesado, y si lo queréis liviano, ha de ser con esta condición de que aprendáis de mí.

            Pues digo que, para desengañar en esta materia y enseñar al mundo cuán suave es la ley de Dios, basta un humilde de profesión, un hermanito ordinario; éste le sabrá decir muy bien cómo las cosas fuera de su centro son pesadíssimas, como el agua fuera del río y la piedra en lo alto, pero cuando está en el centro y lugar que Dios le tiene dado a cada cosa, son muy livianas. ¡Oh hermanos los que viven en el mundo y quieren desencuadernar de su propio sitio y lugar las virtudes, y si supiesen cuando la humildad se les hace cosa pesada, la abstinencia


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rigurosa, la paciencia insufrible, cómo estas virtudes las quieren ellos traer a cuestas fuera de su centro y sacadas de su lugar! Díganme por charidad, ¿no es llano que la humildad ha de ser pesadíssima para el soberbio y la abstinencia para el glotón y la paciencia para el vengativo? Levantar una piedra en alto es cosa pesadíssima, lo cual no lo es en el suelo. Si tú, hermano mío, estás subido y levantado en el cuerno [213v] de la luna, donde no sube la humildad, ¿cómo quieres que no sea pesada la humildad? Abájate tú a la tierra, considera que eres suelo, polvo y ceniza, y verás cómo acomete luego al punto contigo la humildad y cómo no es pesada ni molestia. Refrena tus apetitos desordenados, amánsalos, átalos, que no se anden cerriles tras cosas bestiales, y verás qué suave cosa les es la abstinencia y la paciencia y demás virtudes.

            ¿Qué piensas, hermano mío, que es la causa por qué un religioso carga sobre sus cuestas tantas virtudes que sólo el mirar la menor de ellas te hace temblar la barba? Es que son virtudes en su centro y lugar, y así no te debes espantar. Si viésemos sobre un árbor o edificio flaco gran summa de peñas y piedras pesadíssimas, habíe que asombrarnos como cosa extraordinaria; pero sería ignorante el hombre que se spantase viendo sobre un cerro peñascos inmensos, porque, siendo aquél su lugar, eso hace haber pocos que muchos. Espántate, hermano mío, cuando en uno de los que viven en el siglo veas alguna carga de virtudes, que son edificios flacos y no pueden sustentar esas cargas; pero si en la Religión, que es monte de Dios, vieres z inmensidad de virtudes, no te asombre, que no es cosa muy pesada, que están esas peñas en su lugar y ahí no pesan lo que pesan si se pusieran a tus cuestas.

            Ahora pregunto yo: si un hombre metido dentro de una cueva hubiese encima dél un cerro, ¿habríe que espantarnos? No por cierto, porque aquello no llegaba ni cargaba sobre sus fuerzas. Pero, si sobre sus hombros pusiera un canto de cuatro arrobas, no lo podría llevar. ¡Ea, hombres que vivís en el mundo engañados y sin entender en qué va el pesar sobre vuestros hombros cosas pequeñas!, que, siendo grandes las que veis sobre los justos, las llevan con igualdad de ánimo y particular alegría. Sabed que la causa es que, como andáis y pisáis sobre la tierra y la tenéis debajo de los [214r] pies, cualquier cosita que os pongan encima es fuerza que ha de pesar de suerte que sea insufrible. Pero, si vosotros hiciésedes lo que el justo, que se mete debajo de la tierra, se humilla y la tierra la pone sobre su cabeza, vive como en cueva humillado, retirado, escondido, es cierto que, aunque sobre ellos haya cerros inmensos, no les son molestosos porque ellos están como en cueva holgados, entretenidos y cercados del aire, y la grandeza del cerro que está encima él propio se tiene con su máchina y trabazón.

            ¡Oh buen Dios!, y cómo es inposible decir el gusto y entretenimiento que el justo tiene debajo de sus trabajos, porque le cerca y rodea por todas partes un aire ambiente del Spíritu Sancto, que lo recrea y da vida a; y b las virtudes ellas entre sí propias tienen tal conecxión y trabazón,


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que las unas hacen cama a las otras y, como si digamos, las unas tienen a las otras sin causar molestia a aquel sobre cuya cabeza están, como la humildad es asiento de la mansedumbre, la pobreza de la persecución; y la pobreza ayuda a llevar c, dispone y hace la cama para que sobre ella se acuesten los trabajos; la charidad sustenta a otra inmensidad de virtudes, que seríe largo el contarlas. Y así digo que en las religiones todo es fácil y, como todos experimentan estas verdades, todos son maestros destos desengaños, chicos y grandes, y así cualesquiera basta para avisar al que está en medio del mundo cómo estos trabajos que tienen figura de serpiente —como decíamos denantes— no pican ni molestan, como la serpiente que levantó Moisés en alto 87.

            Tuvo otra propiedad aquella serpiente: que era de bronce que sonaba. Y lo propio podremos decir de los trabajos que consigo trai la ley de Dios: que son trabajos que parece suenan y train ruido, pero no train otra cosa de pesadumbre dentro más de ese asombro esterior, esa representación de pesadumbre y molestia. Mirad, qué se me da a mí del ruido que hacen los arcabuces que tiran en la [214v] fiesta del Sanctíssimo Sacramento, pues, no llevando pelotas dentro, no matan; antes, aquel ruido regocija la gente. Pues los preceptos de Dios son artillería, cuyo ruido y estruendo y dificultades fingidas y disimuladas regocija y alegra al siervo de Dios, porque ve que no matan aquellos trabajos ni comen los hombres. El chiquillo, que no sabe lo que es, y el que el ruido oye dende fuera, huye y se asconde pensando que se lo han de comer y que es guerra sangrienta; y si se llegase cerca, echaríe de ver su engaño y gustaríe de la fiesta y desengaño. El hombre que está lejos del cumplimiento de la ley de Dios y oye el ruido dende lejos de la disciplina, del ayuno, de la mortificación, piensa el pobrecito que es guerra sangrienta, que por peccados pelea Dios con ellos y les hace guerra; y si se llegase cerca, echaríe de ver que todo es fiesta y regocijo, no guerra sino fiesta de paz pues los tales varones penitentes tienen paz con Dios y paz por haber sujetado a los enemigos del alma. Cuando un niño está enterado que un pájaro de uñas o un animal de garras está muerto o que es de madera, juega con él y no le da pena; pero, mientras eso no sabe, huye. Llegaos los del mundo y veréis muchos niños jugar con tigres, osos y leones, y echaréis de ver cómo están muertos pues gente tan flaca tiene tal atrevimiento, como por Esaías d estaba prometido del tiempo de la gracia y ley evangélica 88.

            Pues digo que, para desengañar a los que viven en el mundo de este engaño en que están, que bastan niños humildes y gente ordinaria de la que está en la Religión, que basta que vean que quien obra aquello son hombres de carne. Y no porque ellos sean poderosos, ricos o caballeros, los hizo Dios de otro metal más fuerte o más levantado o más delicado. Todos son de tierra y de carne, y un mismo asiento deben hacer las cosas de trabajos en los unos y en los otros.

 


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13.       El religioso que ha dejado poder y riqueza desengaña a los mundanos, que cifran en eso su gloria y seguridad

 

            [215r] El otro engaño que tienen los que viven en el mundo es de las cosas que tienen y poseen pareciéndoles que, estando asidos y arraigados en ellas, no se los llevará el viento; siendo bien al contrario, porque el viento antes contrasta los edificios más levantados y deja y pasa sin hacer molestia a los arbolillos humildes y bajos. Piensan que no hay otra gloria que se iguale a tener y valer en el mundo; y que no ha de ser posible poderse apartar de esa gloria porque, como por tal la tienen, paréceles que sin ella no han de poder llevar el infierno que fingen en las penitencias y mortificaciones y que, sin esos bienes que así hinchan y levantan sus personas, han de quedar vacíos y sin vida. Piensan otras mill cosas y desatinos, de quien no es posible quitarles si no es quien de eso sepa y otros que hayan sido de esa condición y trato.

            Y para esto digo yo que en las religiones son buenos hombres que en el siglo han sido poderosos, que sirvan —como decíamos denantes— de búzanos e que se abalancen y arrojen debajo del agua y arranquen el coral que allí nace y tiene echadas sus raíces; y no siendo allí de provecho, es, después de sacado, de grande valor. Esto hacen los religiosos que, habiendo dejado lo que los otros tienen y poseen, con grande ánimo por librar a sus hermanos que están en el peligro que ellos tuvieron, se arrojan y abalanzan en ese mar del mundo, debajo de cuyas aguas y cumplimientos están sus compañeros y conocidos; los arranca y desengaña con sanctas y buenas razones, respondiéndoles a todas las dificultades de sus pensamientos. Con el propio exemplo que decíamos del coral, que sacan debajo de tierra los que en eso entienden en la mar, porque el coral debajo del agua donde nace es árbor blando y tierno, y sacado acá fuera, se vuelve piedra, como se ve y experimenta cada día; con esto propio responde el siervo de Dios a las dificultades que le f pone el que está en el mundo, porque aquí le descubre cómo en el mundo el poderoso es blando y tierno como el coral debajo del agua y que, de ahí arrancado [215v] y cortado, se vuelve duro y recio de suerte que sufrirá muy bien cuantos trabajos se ofrezcan en la religión; y no siendo de valor en el mundo, como no lo es el coral debajo del agua, lo es de grandíssimo labrado y puesto por adorno y hermosura en la religión.

            Estos tales sábenles hacer comparación de lo que acá hay y de lo que en el mundo pasa; que, en fin, nadie sabe de las g tretas y escondridijos del ladrón sino el que lo ha sido, por ser todos de una condición. Y el buen zurujano que bien cura, se hace del que bien ha sido aguchillado. Y si en la vida pasada el religioso que en el siglo fue poderoso fue bien aguchillado, bien es que salga a curar a sus hermanos


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y a ponerles en las heridas que tienen de los ungüentos y bálsamos que hay en las boticas de las religiones; los curen, desengañen y traigan al verdadero conocimiento de quién es Dios.

            Sirven tanbién estos poderosos y grandes en las religiones de un conocimiento verdadero de que todo se debe rendir a los pies de Dios: lo alto y lo bajo, lo humilde y levantado. ¿Por qué David, cuando quitó la cabeza al gigante Goliat, ofreció el alfanje y armas que le habíe quitado al templo? Y dice el testo que los ofreció in anathema h oblivionis 89; que fue decir que aquel guchillo y aquellas armas, con que deantes hacíe guerra aquel gigante al pueblo de Dios y él se ensoberbecía, ya están rendidas en el templo. Y el estar en el templo no es porque Dios tenga necesidad de esas armas i ni de ese alfanje, pues se ofrece para que ahí esté entregado en perpetuo olvido. Pues de esa propia suerte es bien que los poderosos y grandes con su poder, linaje y riqueza se ofrezcan a Dios en la religión, no porque la religión tenga necesidad de su poder, de su linaje y riquezas, sino para que, rindiéndose j a los pies de Dios las armas con que al mundo le hacía guerra y con que los hombres se ensoberbecían, allí se entrieguen a perpetuo olvido. ¡Oh buen Dios!, y si los hombres cuando entran en las religiones con estas partes echasen de ver que las entran no para ceñirlas [216r] como espada ni para vestirlas como cota y malla, porque ésas no son las armas que se usan en la casa de Dios. Esas son las armas del mundo, con que el mundo, hecho gigantón, desprecia al pueblo de Dios que está retirado en lo escondido de las religiones; sólo las ha de traer a la religión para ofrecerlas a perpetuo olvido, como hizo David.

            Y no es de pequeña consideración que David, huyendo de Saúl y de muchos enemigos que tenía, hallándose sin armas y con necesidad de ellas, llegó k a Nobe, ciudad donde estaba el templo y las armas que el propio David había ofrecido, y díjole al sacerdote Achimélec, a quien le dijo (1 Regum 21): Si habes hic ad manum hastam, aut gladium? quia gladium meum, et arma mea non tuli mecum; sermo enim regis urgebat. Et dixit sacerdos: Ecce hic gladius Goliath Philisthaei, quem percussisti in Valle terebinthi; si istum vis tollere, tolle. Et ait David: Non est huic alter similis, da michi eum 90. Llegó, pues, David, afligido y sin armas ofensivas y defensivas al sacerdote; y siéndole necesario armarse, díjole al sacerdote: Si tenía allí a mano alguna lanza o armas, por haberse venido desapercebido. Respondióle el sacerdote: Aquí no hay sino el guchillo del gigante Goliat, el que tú mataste en el valle de Terebintho. Respondió David: Dalo acá, que para esta ocasión no hay otro semejante. Pues ¿no decíamos, David, denantes que allí se habíe ofrecido a perpetuo olvido? ¿Cómo David lo torna a tomar?

           


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Digo que hay ocasiones en que un hombre se debe favorecer de armas olvidadas y despreciadas. De esa misma suerte el que entra en la religión, y en ella ofrece estas armas de quien vamos tratando, que son poder, valer, linaje y riquezas, para que l allí queden en perpetuo olvido, tiempo puede venir y necesidad se puede ofrecer que sea necesario que el religioso torne a enpuñar el guchillo y armas olvidadas, con que en otro tiempo, como queda dicho, ultrajaba al pueblo de Dios. ¿Quién dificulta que, si en el siglo el otro, por tener tres blancas mohosas de linaje, se quiere tragar a los siervos [216v] de Dios y, por cuatro maravedís que tiene, se los quiere comer, que en tal ocasión es bien que el religioso eche mano de las armas del olvido y las ciña y le dé a entender cómo eso hay en la religión y que en ella hay linajes y grandeza, de que no se hace caso, sino que está allí para estar despreciada y que se sepa en qué paran las armas y poderes del mundo; y que eso que tiene el que vive en el mundo y el seglar lo tiene por honra y gloria, la religión lo tiene, pero por estiércol y basura?

            Creo que pudiéramos traer a este propósito aquellas palabras que el sancto rey David dice en el psalmo 44: Accingere gladio tuo super femur tuum, potentissime, specie tua et pulchritudine tua intende, prospere procede, et regna 91. Sí, ocasiones hay en que es necesario el religioso ciña espada y ponga en pretina el alfanje. Y ¿qué guchillo es éste? Specie tua et pulchritudine tua; saca aquella hermosura que tenías en el siglo, aquella majestad y grandeza, y cíñela, y confunde a los que en el mundo tanto se ufanean con cuatro blancas de linaje. Y sepan cómo con ese poder que tú tuviste y despreciaste ofreciéndolo a Dios en su casa, has de hacer guerra, si fuere necesario, a los que la quisieren hacer a la religión y a los religiosos. Ven aquí, mis hermanos, para qué es bueno que en las religiones haya gente que haya despreciado la grandeza del mundo, para que en ella haya armas depositadas para todo lo que se ofreciere en las necesidades extraordinarias.

            Y no se piense que con esto se hace poca guerra a los que viven en el mundo; que no [se] hace sino muy grande, enseñándoles que hay hombres que desprecian y desestiman lo que ellos ponen sobre sus cabezas, y que arrojan y ponen debajo de sus pies lo que ellos train sobre su cabeza y adoran por su dios; preciando estos tales religiosos que en el mundo fueron poderosos más ser con los justos despreciados que con los del mundo levantados; y que más precian ceñir y traer por espada la cruz de Cristo, con que ahuyentan el demonio [217r] y cortan la cabeza a sus pasiones desordenadas, que vestir guchillo de hermosura, bizarría y anbición, porque ese guchillo sólo sirve de lo que le sirvió a Goliad, que fue de que le cortasen la cabeza con él al propio amo 92. ¡Oh, si esta verdad acabasen de entender los del mundo!: cómo de ordinario la grandeza de su linaje, el valor de sus riquezas suelen ser guchillo con que a sus propios amos degüellan y quitan


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la vida; y que esas armas no valen para de contino, sino para una ocasión o necesidad extraordinaria, de que a caso y por acertamiento se vienen a aprovechar.

            Ya parece vamos descubriendo cómo mi intento no es despreciar lo que el mundo precia, para negar a los que en el siglo son poderosos nuestro sancto hábito; pues vemos que habrá ocasiones m en que sirvan n y hagan provecho.

            Lo que yo he pretendido decir es que no se estimen esas cosas como prendas y partes principales sobre que se cargue y fabrique el edificio de la Religión. La cal buena es y el yeso para el edificio de la casa, pero no son materiales que por sí solo valen para fabricar sobre ellos. Son buenos para asir, trabar y conecxar las piedras unas con otras. De esa misma suerte el edificio de la Religión principalmente se ha de cargar sobre piedras lisas, que son hombres desnudos y limpios de cosas de la tierra. Después, al juntar estas piedras, bien es que haya cal; quiero decir que, para la conservación y trabazón de estas piedras, que no ande rodando cada una de por sí, es menester que haya riquezas —llamo riquezas una moderada pasada— y que no sea causa la demasiada pobreza de que cada religioso ande rodando por esas calles y lugares buscando el granillo de trigo y el pedazo de pan; y que tanbién haya linajes y gente de consideración, no sea causa la poquedad que los del siglo conocen en los religiosos para traerlos rodando y despreciados por los suelos. Pero querer fundar religiones sobre riquezas solamente, sobre linaje y que apenas se conozcan otras partes en los que vienen a pedir el hábito, eso no es lícito ni se puede hacer; ni será religión fundada sobre firme, sino sobre arena; porque esas cosas todas se las lleva el agua 93, y en tanto son de valor en cuanto con ellas se hace o trabazón de piedras [217v] vivas, que son los religiosos, que tienen necesidad de alguna hacienda para su sustento y edificio de las casas.

            Tanbién es menester algo de eso en las religiones, no para los que dentro vivimos sino para los que de p fuera miran; porque, como es gente que no ahonda sino que se queda por de fuera, si en esa exterioridad no viese o hallase algo en que detener los ojos, es cierto todo se le iríe en murmurar y despreciar a los que sus bienes y thesoros los tienen escondidos.

 

14.            Defensa de los reformados, tachados injustamente de ignorantes

 

            Supe estotro día que habíe dicho un hombre de mucha consideración en el siglo que estos conventos de religiosos reformados que se hacían ahora no servían de otra cosa sino de hacer casas de ignorantes.

           


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¡Oh Dios, seas mill veces bendito! ¡Ojalá ellos acertasen a dar gracias a Dios porque los hizo sabios y discretos! Que yo les aseguro que, si no hacen penitencia de sus peccados, que de bien poco les han de servir para la otra vida sus enlucidos y hermosura exterior, séase de sus ricos palacios, séase de su hacienda y linaje, sea de su ciencia y discreción. Y yo más quiero salvarme con los ignorantes que condenarme con los sabios; más quiero estar encerrado con los idiotas que pisando calles con los gentiles hombres; más quiero callar y bajar los ojos con los modestos que hablar con los atrevidos; más precio azotarme con los penitentes que no echarme en cama de flores con los regalados; más quiero llorar con los que lloran en la religión que reír con los que se huelgan en el siglo.

            A éste y a sus secuaces que dicen y murmuran de estas casas de ignorantes, digo yo (y en esta ocasión yo quiero hablar y tomar la mano por los que se quieren hacer necios por Dios y por los que se quieren preciar más de ser desechados en la religión que no ensalzados en el siglo): Si estos tales se tienen por sabios y discretos, y por ignorantes a los que viven en estos conventos reformados que ahora se hacen, díganme, ruégoselo, ¿qué es la causa que, con toda cuanta sabiduría tienen, no alcanzar a saber el valor de esta ignorancia, y cómo a estos tales es a quien Dios revela y descubre sus misterios; y que éstos son los que saben lo que ellos no entienden ni alcanzan, pues es verdad que conocieron la bajeza [218r] de las cosas que ellos estiman, y la despreciaron y dieron de mano como cosa de que conocieron su poco valor? Esta es ciencia y esto es saber: saber que lo que ellos saben es ignorancia y engaño manifiesto, y lo que ellos profesan es la necedad y engaño del mundo, pues nunca acaban de entender que en esta ignorancia de los humildes está encerrada la sabiduría del cielo. Y que, pues son tan cortos que sólo ven lo de fuera y no lo que dentro está encerrado de esa ignorancia, bien corta es su ciencia.

            Veámoslo, que parece que aquí vamos muy dificultosos y volamos muy alto; y dirán estos sabios del mundo que trato con ellos con las dificultades que la fee encierra en sí, y que aún no tienen ellos del todo vencidas esas dificultades; y que es verdad que la fee enseña que Dios se descubre a los humildes y enseña a los ignorantes, lo cual sólo lo experimentan los propios humildes, que de esa materia los grandes no saben si no es lo que la fee les enseña; lo cual dicen creerlo con la lengua, pero que jamás no acaban de entender cómo eso sea. Vamos con ellos, y soltémosles q su argumento y murmuración con cosas que sean más fáciles; y no argumentemos con ellos con cosas tan altas que es necesario la fee se las enseñe, sino hagámosles argumento con lo que se ve y se palpa.

            Pregunto yo a estos grandes letrados: estas congregaciones de hombres ignorantes ¿no son congregaciones de hombres recogidos, de hombres que rezan y alaban a Dios incesablemente de día y de noche? ¿No son


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congregaciones de varones penitentes, de hombres que voluntariamente se han querido sacrificar a Dios, negar r su propia voluntad, vivir en pobreza y castidad? Si estas cosas, y otras muchas, se hallan en estas congregaciones, y éstas son cosas que se ven y se palpan, para las cuales s verlas no es necesario fee sino ojos, díganme vuestras mercedes o excelencias, ¿qué es la causa que sólo las llaman congregaciones de ignorantes, y no congregaciones de ángeles, pues ese nombre se da a los que alaban a Dios? ¿Por qué no las llaman congregaciones de anacoritas, pues están encerrados?, ¿congregaciones [218v] de penitentes, pues no entienden sino en macerar sus carnes?, ¿congregaciones de espíritus divinos, pues más viven según el spíritu que según la carne? Una de dos cosas me han de conceder: o que son muy ignorantes, pues esto no saben, y que saben poco de religiones reformadas y de las congregaciones que murmuran; o que murmuran con engaño, envidia y deseo de perseguir los que de veras sirven a Dios.

 

15.       Lo que más importa en la Religión

 

            Pues digo, mis hermanos, que, como aún del todo no hemos salido del mundo sino que nos estamos donde nos miran, y donde nos mira quien no mira con ojos de lince —de quien dicen los naturales que tiene vista tan aguda que penetra el grueso de una pared—, tratamos con hombres de corta vista, que sólo miran y ven lo de afuera; considerando esto, para no les ser en todo tropiezo y piedra de ofensión a su ceguedad, es necesario que en las religiones haya y parezca algo de lo que ellos miran; que haya algunas pinturillas que les ocupen y detengan los ojos, que son esas cosas que sólo ellos estiman, que es linaje, riqueza, gentileza y otras cosas semejantes, para que, llevados de esas cosas exteriores, por ahí, como por escalones, desciendan a las cosas de más adentro y estimen y tengan en lo que se debe lo que más vale, que es la penitencia, mortificación y desprecio de todas las cosas de la tierra. Ven aquí otro provecho en los poderosos que con sus riquezas entran en las religiones.

            Pero digo que, después de los haber descubierto todos, ningún provecho hallaremos macizo y como causa principal y esencial del fundamento de la Religión, porque lo principal que Dios busca son almas, y ésas puras y limpias. Bien parece una sala enlucida y pintada y dibujada con la curiosidad que quisiéredes, pero todo eso no hace ni conpone lo principal de la sala y aposento donde se vive, sino las tapias o cantería con que está fabricada. Bien poca fortaleza añade al castillo estas pinturas o dibujos que tiene por de fuera o por de dentro. Bien querría yo, si fuese posible, acabar de persuadir que estas cosas de que tanto el mundo se precia no son más que [219r] unas pinturas o dibujos exteriores, que el tiempo las consumme y con facilidad se acaban; y


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que quien da la fortaleza son las piedras vivas, baluartes y escuadrones de fuertes y valerosos soldados, que son los religiosos que profesan virtud y sanctidad.

            Bien se sabe y deja entender la hermosura de la cama y lecho de Salamón, el oro, la madera rica y molduras de consideración de que estaríe fabricada; y con todo eso, de nada se fiaba para dormir y reposar en ella de noche, sino de setenta fuertes soldados que le velaban u cercaban la cama omnes tenentes t gladios u, etc. v, propter timores nocturnos 94. Los varones penitentes y los que con ánimo varonil acometen y defienden, ésos son los que aseguran las religiones; y no hermosura exterior y pinturas de poca consideración, como es ser hijo de fulano o de fulano, tener o no tener riquezas, cosas que el tiempo las consume y marchita, como las flores del campo y ramilletes de los jardines que los poderosos fabrican para su entretenimiento. Las religiones no las ha fabricado Dios para entretenimiento de los hombres, sino para provecho de las almas. Así la esposa nunca jamás llamó jardín sino güerta a su haza y heredad, a que convidaba a su esposo viniese a se holgar y regalar con ella; ni a que cogiese flores, sino fructa de sus manzanos y nueces de sus nogales y otras diferencias de fructas 95. Dando a entender que las religiones, que son casas de recreación de Dios, más han de ser semejantes a güertas que llevan fructa, por el fructo de sanctas y buenas obras que los moradores de ella deben llevar, y no flores de entretenimientos, que son estas bizarrías de que vamos tratando con que la gente del siglo se entretiene mientras vive.

            Yo quería que de veras supiésemos y entendiésemos cuál es lo más agradable a los ojos de Dios y lo que más inporta para la conservación de las religiones. Demás de lo dicho, digo que el arca del testamento tenía tres maneras de cortinas: unas eran de sayal o jerga, que eran las de más afuera, que, siendo las más exteriores, era fuerza habíen de estar más sujetas al polvo y a las cosas w que las podían manchar; otras eran de seda, las que estaban más adentro; y las terceras eran de holanda fina, que, por estar tan adentro y tan guardadas del polvo y agua, era fuerza fuesen las más necesarias para la guarda [219v] del arca del testamento 96. Querría que notásemos estas tres maneras de cortinas en tres cosas que tapan y cubren el alma del siervo de Dios, que es arca del testamento en que Dios encierra sus tesoros. Las unas cortinas y más de afuera son de sayal, que son estas cosas de que hasta aquí hemos ido tratando, que x llamamos corporales y temporales, que son linaje, riqueza y hermosura exterior; estas cortinas, como son cosas exteriores, con facilidad se manchan y les cai polvo, por ser cosas puestas a los peligros que las cercan. Otras cosas y hay que tanbién son exteriores, que tampoco es lo que más importa al alma, que son estas mortificaciones


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y obras que se ven exteriormente en el cristiano. Las terceras, las más finas, las más nobles, las que son de más consideración son las que cain adentro en el alma: los actos y virtudes interiores, la fee viva y charidad perfecta; ésta es la que se debe estimar y tener en mucho. Y pues es doctrina de sanctos que no nos debemos pagar de ningún género de obras exteriores, así por el peligro que tienen como por no ser de tanto valor, ¡con cuánta mayor razón debemos no fiarnos de otras exterioridades que aun son de menos valor y consideración, como son estas cosas temporales! Y así los siervos de Dios deben siempre poner los ojos en las cosas de que el alma tiene más necesidad para se conservar en amistad de Dios; y de ésas echar mano, y tener por cosas principales.

            Bien es verdad que las cortinas de jerga o sayal guardaban las cortinas de seda, y las de seda guardaban las de holanda, y las unas se favorecían con las otras. Lo que digo [es] que z no porque haya cortinas de sayal, pareciéndonos que con esas cortinas queda el arca tapada, demos de mano y nos descuidemos en procurar las otras cortinas interiores, que son las que más hacen al caso; y que no porque uno sea bien nacido se contente y no quiera obras bien obradas ni virtudes bien fabricadas. Que no se contente la Religión con decir que ya tiene gente principal; y no procure otra cosa sino que [220r] ahí, en eso exterior, se quede, o en otras obras que andan por de fuera, pues lo que más importa es adornar al alma de cosas que la guarden y defiendan de los peligros de la noche.

            Ya tenemos que lo que a las religiones inporta son buenas almas y gente rendida a Dios y a su ley, y que esto se debe escoger. Lo segundo, como el mundo es muy corto en estas cosas temporales de que los hombres tanto se precian, ya porque de esa mercaduría tiene poco, ya porque se reparte entre muchos que la pretenden; luego, si lo que la Religión debe buscar es de lo que hay mucho a y despreciar lo que el mundo estima y es poco, paréceme que la Religión debe según buena razón escoger muchos y ensanchar los senos; que poderoso es Dios y el fuego de su divino Spíritu para cocer y sazonar en el estómago de la Religión tanta comida, de suerte que al mismo Dios le sea agradable.

 

16.       La Religión puede asimilar tantas vocaciones porque vienen ya sazonadas por el Espíritu Santo y porque, además, posee en sí el fuego que las transforma

 

            Y para que no desmayemos ahogándonos, como dicen, con una guinda, pareciéndonos que ha de faltar calor para cocerla y que b es necesario irse a la mano en esto del recebir, digo que notemos que todas las cosas se sazonan y guisan con el fuego c, séanse de cualquier calidad que sean. Salvo que unas cosas hay que sólo el fuego y calor


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elementar, que está entrapado e injerto en todas las cosas, en quien lo imprime el tiempo y movimientos de los cielos, con sólo ese fuego y calor del todo salen sazonadas las tales cosas, de suerte que no han menester otro fuego ni artificio para tener el puncto que deben para se aprovechar de ellas; y esto se causa por la buena y fácil disposición que tienen las tales cosas, como se ve en las fructas, yerbas y muchas cosas que se comen con sólo la sazón y temperamento que les dio la naturaleza, sin hacerles otros potajes y guisados. Otras cosas hay que, después de ese temperamento que les dio la naturaleza, para se haber de aprovechar de las tales cosas es necesario guisallas, cocerlas o asarlas, como lo vemos en las carnes y en muchas raíces que se sacan debajo de la tierra, como es el nabo, la zanahoria, etc., y entre las yerbas la acelga, la col; lo cual no tiene necesidad el cardo ni el rábano, etc. Y aun en d unas propias cosas de una especie, unas están sazonadas [220v] con este primer temperie, otras han menester el segundo; pues lo vemos en los membrillos: que hay algunos tan maduros, tiernos y sabrosos que seríe echarlos a perder si se asasen o cociesen, y otros que no os podréis aprovechar de ellos si no es a puro fuego. Y aun en los hombres: vemos algunos tan bien templados que siempre se conservan con ese buen temperamento y salud sin llegarse a la lumbre; otros e no hay quien los eche de encima de los tizones.

            Noto, lo segundo, que al principio del mundo, cuando los hombres vivían en la ley de naturaleza, ora sea porque el mundo en su principio estaba en su más vigor y fuerza y las cosas criadas en su principio más perfectas (digo las que llevaba y producía la tierra), ora sea porque los hombres eran más recios y robustos, sabemos que su manjar y sustento era de las cosas conforme la naturaleza las producía y sazonaba; y así se pasaban con fructas, yerbas y raíces, etc. Después que fue faltando esa virtud a las cosas y los hombres eran más delicados, ya se les mandaba que f pudiesen comer carne cocida y asada, que es g el segundo temperamento artificial que se les da a los guisados. Esto presupuesto, digo que hay dos maneras de vocaciones en los que vienen y Dios trai a las religiones: unos hombres vienen tocados de Dios, y tan bien sazonados del fuego y calor del Spíritu Sancto que no hay sino comerlos, darles su celda y dejarlos seguir communidad, que con eso sólo serán varones perfectos; otros hay que, aunque vienen movidos de Dios, no con la sazón que se requiere para que sean guisado conveniente, sino que es menester darles fuego y gastar, como si dijéramos, leña y carbón en sazonarlos; digo que a estos tales es necesario a cada uno señalarles un maestro para que los perficione y madure. Y si los que en la Religión se reciben hubiesen de ser de éstos, confieso que es menester mucho irse a la mano y tantear el calor que la Religión tiene para cocer y digerir manjar tan destemplado y [poco] sazonado; así como el cocinero no haríe bien de se encargar de mucha comida para la guisar si tuviese poca leña; y la Religión, si tuviese pocos maestros, no acertaríe a recebir


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muchos de [221r] esta chalidad. Pero, si los que tomasen el hábito y se conocen sus vocaciones y ser gente que el Spíritu Sancto la trai sazonada, y que con el primer calor que en ellos inprimió, sin usar de otros artificios ni gastar o consumir otros maestros, se conservan y en cada día crecen y caminan en más perfección, paréceme que en esta ocasión no hay que irnos a la mano en el recebir, sino abrir las entrañas y tener misericordia con todos aquellos que Dios enviare.

            Digo, lo segundo, que, por estar la Religión tan en su principio y como en ley de naturaleza, que parece quiere Dios y gusta goce h de un mundo nuevo y que los sujetos vengan como manjar y comida sazonada y guisada con el fuego del Spíritu Sancto, que es el que los maduró para que fuesen dignos de poner en la mesa y entre los demás platos, sin otros artificios, sin gastar con ellos más maestros, pláticas o sermones, que es el fuego que llamamos artificial, para darles buen temple y que la Religión se pueda servir de ellos. Tanbién hemos de entender que la Religión en su principio habrá sido Dios servido de haberle dado un calor tan vivo y fuerte que digiera diferencias de manjares, no obstante que unos se resistan más que otros.

            Diránme: Hermano, este fuego no se conoce en la Religión, no se ven predicadores ni hombres que con i celo fervoroso prediquen, obren y negocien dentro y fuera de la Religión. Digo que concedo esto, pero que la consecuencia no vale. No se ve fuego, luego no hay fuego: es mala consecuencia. El hombre tiene fuego y calor para cocer una pierna de carnero en su estómago, y no se ve el fuego con que la cueza. Digo, lo segundo, que en esto se diferencia el fuego elementar del artificial: que el artificial no lo hay sin que se vea, y el elementar muchos astrólogos lo ponen misto en todas las cosas, y ése no se ve. Y si atentamos una piedra la hallaremos fría; y otros millares de cosas; y, no obstante eso, tienen en sí encerrado este fuego elementar, que es el que en aquel ser que tienen las tiene unidas, pegadas o cocidas, o como lo quisiéremos llamar. Estas dos maneras de fuego pongo yo en los siervos de Dios: uno que es como el elementar, que hace sus operaciones [221v] sin que vos veáis si quema o no quema; antes, estando frío por de fuera, tienen dentro la virtud del mismo fuego que obra.

            Bien pudiéramos poner exemplo en Cristo redentor nuestro, que dice él por san [Lucas]: Ignem veni mittere in terram, et quid volo nisi ut ardeat? 97. Dice que viene a pegar fuego, y ¡nace en un pesebre y puesto en una poca de paja! Pues, si venís, Señor, a pegar fuego, ¿cómo no arde la paja? ¿Cómo no encendéis ese portalillo en que nacéis? ¿Qué es de las llamaradas que levantáis, que no vemos más que sollozos de un sancto niño que está helado? ¡Ay, mis hermanos!, que es fuego divino el que trai Jesús; fuego que obra y no se ve; fuego que abrasa y enciende a los corazones, por apartados que estén, pues estando en el pesebre trai


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reyes tan de lejos. Estraña cosa del fuego elementar: que dicen que está y se asienta en lo cóncavo de j este primer cielo, arrimado, como dicen, al cuerno de la luna; y se ve el aire que está en medio, helado y frío; y ¡que encienda acá abajo! ¡Oh sancto Dios! ¡Oh divino Spíritu!, que estás allá arriba, ¡y enciendas acá abajo! ¡Oh sancto niño Jesús!, que estés en un pesebre, ¡y estén heladas las pajas que están junto a ti, y estén abrasados los corazones de k los reyes que te vinieron a adorar!; que tiembles de frío, ¡y enciendas los más supremos seraphines!

            Digo, lo segundo, que, así como el rayo dicen que si da en una espada no quema la vaina, y hace polvos el acero y espada —da la razón porque aquella materia fácil, en quien no halló resistencia, no hizo su efecto, ni era la materia que el tal fuego gasta y consume—, desta misma suerte Jesús es fuego, pero no es fuego que come esas pajuelas materiales ni estas cosillas exteriores; sólo viene a quemar y abrasar corazones y cosas en quien se halle resistencia, trabajo y pena; a quemar y purificar palabras y lenguas; a encender obras l heladas. Y todo esto hace Jesús aunque esté recogidito en el pesebre y los reyes apartados en tierras lejos. Porque de este fuego no hemos de juzgar [222r] lo que del artificial, el cual no quema si no es levantando llama, satisfaciendo a los ojos y quemando los combustibles que están aprocximados y con igual distancia y proporción a la esfera de su actividad.

            Bien podríamos fiar, mis hermanos, y confiar de la misericordia de Dios, de su poder y querer, que siempre tiene en las cosas de nuestro mayor bien y provecho, que a esta su Religión, si no le ha dado el fuego que se asemeja al fuego artificial, que es el fuego que suele hallarse en los que predican y negocian, en los que persuaden y buscan, en los que con sus palabras m convierten y mejoran, si no ha dado fuego que se ve, fuego que levante llama, fuego que quema en los grados y esfera de su actividad —que es muy finita y limitada, pues es verdad que el predicador no convierte sino a quien le oye, y el otro no amonesta sino al que tiene presente—; pues digo que, si por no ver en nuestra Religión este fuego, viéremos que no es este fuego el que obra, no se ha de desmayar, sino confiar y entender que ha dado el otro fuego, semejante al elementar n, semejante al fuego que Jesús trujo al mundo. Hemos de fiar le ha dado fuego que, sin que se vea, su llama quema; fuego que, estando el religioso frío y helado, abrase y pegue fuego; fuego cuya sfera de los grados de su actividad no tiene la cortedad que tiene el fuego material, sino que, estándose el religioso en su casa o helado, puede estar encendiendo el corazón del tibio y carnal que está en la suya y en otro pueblo. Y, si no, díganme, ¡cuántas veces ha sucedido de solo pasar un religioso por un pueblo, mover corazones a desear servir a Dios y dejar el mundo! ¡Cuántas veces, por pláticas de terceras personas p que informan lo que el religioso hace! Y sin eso, ¡a cuántos ha sucedido de los que ahora tenemos en nuestra


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Religión, sin saber que habíe tales religiosos y tal Religión, ispirados de Dios, la han venido a buscar (como yo he sabido de alguno cuya vocación yo tengo scrita en nuestra corónica 98)! Pues, si el fuego del Spíritu Sancto hace tales efectos, sin que se vea ni oiga, como dice Cristo: Ubi vult spirat, et vocem eius audis, et nescis unde veniat aut quo vadit 99; sin que se vea [222v] hace grandes maravillas y, sin que se vea y goce de la procximidad y aplicación que tienen las almas que con ese fuego pretende Dios convertir, no debemos desconfiar de este amor, de este fuego y de que Dios hará estos efectos en bien y aumento de nuestra Religión, no obstante que no se vean las llamas y ardores que en otras religiones se vienen a los ojos, digo los predicadores, confesores y hombres que negocian y procuran con la sciencia y suficiencia que Dios les ha dado y aprendieron en las scuelas.

 

17.       La Religión, representada en el arca de Noé

 

            Estraña cosa fue aquello del arca de Noé: que, sin enviar predicadores por el mundo, ni gente que domase bestias y animales, ellas propias se vinieron a entrar por las puertas del arca domesticadas; obrando Dios en ellas lo que no pudieran millares de hombres que salieran por el mundo a buscar leones: que entraran en el arca osos y tigres y otras bestias fieras 100. Bueno fuera que, si yo viera entrar estas bestias en el arca, dijera: no es posible, porque no veo quien las traiga. Fue maravilla que Dios se vido obligado a hacer, puesto caso que por su mandado se habíe fabricado el arca y tenía determinado que en ella se salvase omnis caro 101, que en ella se salvase y librase toda carne q; y, por otra parte, estaba aquella república que habíe de componer y poblar el arca tan pobre de hombres, que sólo tenía siete, no gente suficiente para repartir tantos officios como debía haber para el buen despacho del diluvio y peligros que se habían de ofrecer.

            Lo propio digo yo en esta Religión y en las demás: que, más por orden del cielo que por industria humana, ha gustado la Sanctísima Trinidad se fabriquen, como otra arca de Noé, donde se salven y libren las personas que Su divina Majestad enviare. Que, puesto caso que son repúblicas pobres de gente, y tanto que apenas hay quien en catorce años haya hecho un sermón, una confesión o haya salido a hacer una negociación, se ve Dios obligado a traer la gente; que, con el ayuda e inspiración de este gran Dios, ellos se vengan por su pie y se suban a poner [223r] en cobro. Y no hay que reparar de que no haya predicadores que busquen y llamen gente, que más poderoso es Dios en un pestañear de un ojo que en todo nuestro obrar y negociar somos nosotros.

           


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Que es lo que dijo David: Et palpebrae eius interrogant filios hominum 102. Pregunta Dios, dice David, con un cerrar de ojos. Y allí el preguntar es preguntar y responder; preguntar es concluir, según lo que dijo Job: Cuando preguntare, ¿qué le tengo de responder? 103 Preguntar es amonestar. Todo esto puede encerrarse en una pregunta hecha con discreción y sabiduría, como cuando acá un siervo ha hecho un disparate y su amo le pregunta con admiración r: ¿cómo heciste tal cosa?, no pretende en esa pregunta que le responda, que bien lo sabe el amo; lo que pretende es reñirle, amonestarle que no lo haga otra vez, avisarle que sabe el mal que hizo que no tiene escusa. Eso propio, dice David, hace Dios mill cosas con solo menear las pálpebras de sus ojos. Pues, si Dios por sí puede con tanta facilidad hacer tantas cosas juntas en un hombre, y por otra parte él ha hecho y hace estas religiones y no les ha dado sujetos sino que las vemos tan pobres como está el arca de Noé, ¿por qué hemos de desconfiar no trairá los sujetos necesarios, dándoles luz interior para que, sin otra guía exterior y otro fuego, vengan a la Religión tales cuales conviene? Y si de facto vemos que Dios trai estos sujetos, ¿por qué hemos de desconfiar o negar esta altíssima providencia porque acá no haya predicadores y s gente t hecha?

            ¡Oh ignorancia de los hombres! ¡Oh tinieblas y obscuridad! Que los medios que Dios pone para que confiemos y las obras las llamemos suyas, ésos propios quiere tomar el hombre para murmurarlas y desconfiar del hacedor de ellas. Pregunto yo, si cuando Noé vido venir tantos animales a entrar en el arca dijera y procurara estorbarles la entrada diciendo: estos animales se vienen, yo no los traigo, salgan fuera, que yo no tendré qué darles de comer; y con esto los ablentara, ¿no u fuera digno de reprehensión? Sí por cierto. [223v] Y le pudiéramos decir: Si tú, Noé, los trujeras y por tu mandado entraran, pudiéraste engañar y traer más de los que caben en el seno del arca, más de los que tú puedes sustentar y más de los que puedes gobernar; pero, puesto caso que estos animales vienen y Dios los trai, ensancha el corazón, y eso sea causa de mayor confianza de que el que los envía y trai él los sustentará y gobernará y hará que dentro quepan y tengan paz y que coman juntos el lobo y el cordero 104. Que no es bien midas tú la providencia de este arca con la que por allá se tiene; podrá en el campo faltar la yerba al becerro y el sustento al león, pero en esta arca no, que vienen y han de estar por cuenta del mismo Dios.

            ¡Seas tú, Dios mío, mil veces bendito! Que si yo, Dios mío, trujera por predicadores y negociaciones exteriores a los que vienen a esta celestial arca de tu Religión, pudiera desconfiar de su sustento y gobierno, y ponerme a pensar: si traigo muchos, si traigo pocos; pero, puesto caso que Dios los envía, sin que en nosotros se vea este fuego de que arriba tratamos, no hay sino que vengan todos los que Dios enviare,


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que él los rigirá y gobernará, él los sustentará y dará la paz que conviene; y v no hemos de querer regular las cosas de la Religión por lo que fuera de ella pasa, sino entender que al poderoso le faltará la comida en el siglo, y no a los que Dios trujere a la Religión.

            Y así, me parece, con esto queda suficientemente respondido a todos los argumentos que nos hacen sobre decirnos que recebimos muchos, y querernos estorbar los que a la Religión vienen diciendo será confusión, falta de gobiernos para tantos y que no se podrán sustentar; pues con el exemplo del arca de Noé deben quedar satisfechos y respondidos sus argumentos. Y si les parece no debo yo alabar tanto la Religión como el arca de Noé, ni querer obligar a Dios a las propias maravillas que entonces hizo, digo a quien eso me dijera que lo tuviera por sospechoso. Y le pudiera [224r] decir que no sólo aquellas maravillas, sino otras mayores, pues aquel arca fue figura destas verdades que vamos tratando, y más es lo spiritual que lo temporal y corporal. Y si, para salvar Dios siete vidas de siete hombres y para salvar aquellos animales y bestias, obró semejantes maravillas, mayores las debe usar en una Religión, donde no son siete los que en ella se han de salvar sino siete mill —número finito por infinito—, y no vidas del cuerpo sino vidas del alma, no bestias sino hombres. Y así, no sólo deja de correr aquella razón, pero otras muchas que a Dios le deben mover a que Su divina Majestad abra los senos de su misericordia y divina providencia y ayude a estas nuevas religiones que pasen adelante, haciéndoles muy sanctos los que a ellas trai, y ser Su divina Majestad el sustento y gobierno de los pocos o muchos que en ellas hubiere.

 

18.       La Santísima Trinidad, sol inagotable, quiere iluminar a muchos en su Religión

 

            Bien pudiera poner exemplo de experiencia en la religión del glorioso san Francisco, pues vemos que en sus principios tuvo tantos religiosos que era imposible atribuyésemos sus vocaciones, conservación, sustento y gobierno a prudencia y sabiduría humana; sino que Dios con su poderosa mano obraba y acudía a lo uno y a lo otro; y, como obra suya, no salió con defectos de las muchas dificultades que la prudencia humana entonces le pudo poner. Exemplos son que deben levantar nuestra flaqueza a confianza grande en las obras que fueren semejantes, pues nos tenemos el mismo Dios y con la propia gana y codicia de almas que entonces; y quizá la Iglesia con mayor necesidad de sanctos y siervos de Dios que entonces tenía, por haber ahora más malicia y menos simplicidad.

            Y, en particular, debe nuestra sagrada Religión confiar a obras semejantes, y aun mayores, por ser religión de la Sanctíssima Trinidad. Y si por san Francisco y sancto Domingo obró y hizo maravillas que


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se esconden a los ojos de los hombres —y la prudencia y sabiduría humana, si ahora sucediera lo que en aquellos principios, no alcanzara cómo, en estado y principio tan tierno de las religiones, se admiten tantos, se conservan, [224v] sustentan y gobiernan; y que era fuerza, midiendo cosas tan grandiosas con medida tan pequeña como el entendimiento humano, dar quince de corto en su alcance—, ¿por qué, obrando semejantes grandezas por sus siervos, se habíe de inposibilitar a no obrar w y hacer otro tanto por sí propio y por su Religión? Y si en la casa del siervo tantos caben, ¿por qué la casa que Dios hace para que su sanctíssimo nombre sea glorificado, no habíe de ser ancha, en quien quepan muchos?

            Algunas cosas pruebo con algunos exemplos que parecen ordinarios y humildes. Advierto por charidad —que creo ya otra vez tengo esto notado— que la verdad y propiedad de la cosa que se trata no está en la grandeza de la cosa a que se asemeja, sino en la verdad y semejanza cierta y verdadera que tiene en la tal cosa. Bien podría yo poner un exemplo de una cáscara de naranja, y ser de más consideración, por la propiedad que en la tal cosa se descubre de lo que se va tratando, que si fuera un exemplo puesto en un diamante fino.

            Para probar este buen ánimo que debemos tener en x esta sagrada Religión, haciendo las partes de Dios, recibiendo y a su servicio las personas que Su divina Majestad nos enviare, esta mañana se me ofreció un dibujo y pintura que a esto me levantaba el corazón. Estábamos rezando y púseme a leer una regla del rezado de estos días infraoctavos de los Reyes, y dice así: que, si cayere algún sancto doble o semidoble, se transfiera para después de la octava. Acordéme que en la infraoctava del nacimiento de Cristo se han rezado muchos sanctos. Dificulté luego y dije: ¡Válame Dios!, siendo mayor fiesta z la de Cristo y de su nacimiento que la de los Reyes, ¿por qué ésta no admite otro rezo y otros sanctos, y la de Cristo sí?, pues hemos rezado en ella a san Esteban, san Juan, los Inocentes y otros sanctos. Ofrecióseme por solución que poquitos admiten los Reyes, aunque sean sanctos a, para que en su presencia y compañía se rece de ellos. ¡Qué largo es Dios y qué repartido!, pues es verdad que ocho días que la Iglesia le da a Cristo para celebrar [225r] su nacimiento, los quiere partir con todos los sanctos que a él se le quieren juntar.

            Ofrecióseme también que todo lo que Dios da a los sanctos, todo eso han menester para tener la honra y solenidad b que Dios gusta tengan en su Iglesia; pero Dios no tiene necesidad de la honra que nosotros le damos, ni de nuestras alabanzas, que él en sí propio se está harto honrado y alabado, y allá en el cielo tiene, cuando —digamos— lo hubiera menester, quien incesablemente le alabe; de quien dice David: currus Dei decem millia laetantium in eis 105, etc. c Y así, las alabanzas que


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nosotros le damos a Dios, gusta de repartirlas con sus siervos y con todos los que se le quieren llegar, chicos y grandes; como se vido en la honra que dio en aquellos ocho días nuestra madre la Iglesia a la grande sanctidad del evangelista [Juan] y del protomártir san Esteban y a los ciento y tantos mill niños Inocentes.

            Luego se me ofreció otra dificultad, y fue esa que de ordinario se suele poner a este propósito: que, así como el sol scurece las strellas y las sconde, y las descubre la noche, de esa manera parece que Cristo con su natividad habíe de escurecer todos los sanctos que a él se arrimaran; y sólo del nacimiento de este sol de justicia, Cristo, habíe la Iglesia de hacer mención en aquellos ocho días, dejando esotros sanctos para que, como estrellas, salieran y parecieran cuando se parece y tiene lugar y hace su officio la estrella que se parece a los Magos. La respuesta que hallo a esto es que sólo con Cristo deben parecer los sanctos; y en su presencia es donde campean y deben y merecen ser honrados. Al exemplo del sol, digo que, si no hubiera en el cielo sol, jamás viéramos estrellas, porque el sol es el que nos las muestra y el que las hace lucir y relumbrar; porque las strellas por sí solas sólo son unos cuerpos opacos y obscuros, como —digamos— es el cristal, que si relumbra y tiene rayos es porque el sol se los comunica. De esa propia suerte los sanctos deben salir y campear en presencia de Cristo, que a todos llama y a todos acoge y a todos honra y con todos parte las alabanzas y fiestas que la Iglesia hace. Los Reyes tienen virtud [225v] y sanctidad, pero no de la chalidad y propiedad que tiene la sanctidad de Cristo, porque Cristo es sólo sancto por esencia, porque es Dios y tiene sanctidad y gracia para justificar y hacer sanctos, y esto no tiene la virtud y sanctidad de los Reyes. De suerte que se debe dar lugar a que los Reyes sanctos gocen de las fiestas y las alabanzas que la Iglesia les da, para que con estos ocho días muestre la Iglesia tiene deseo de cumplir y enllenar lo que a estos sanctos se les debe.

            Podránme replicar y decir: Hermano, si las strellas parecen es cuando el sol está más apartado de ellas; porque cuando de día está cerca antes están escondidas; y así debía hacer la Iglesia, que, tiniendo a Cristo presente en su nacimiento, debía dilatar y esconder la fiesta de los otros sanctos hasta que pasara el sol y se acabara de celebrar su nacimiento. Digo dos cosas: la primera, que el no parecerse las strellas cuando está el sol presente en el día no es d ni proviene que el sol les usurpe y quite la luz, o que a ellas les falte, sino por la flaqueza de nuestra vista, que con los rayos del sol queda estorbada para que no las vea e. De esa misma suerte Cristo a sus sanctos en su presencia no los escurece, antes les da y comunica inmensos resplandores con que en su presencia luzcan, sean alabados y conocidos; y el defecto que acerca desto podía haber de parte de quien mira no lo hay, porque quien mira es la Iglesia sancta, que, mientras mayores rayos y resplandores envía Dios a sus ojos, tanto más aguda vista tiene para conocer a Dios y, en el


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mismo Dios, sus sanctos. Y, si no, mirémoslo en las revelaciones del glorioso san Juan: ¡qué de veces vido al Cordero y, con él, tantos millares de sanctos!, y todos los contaba sin que se le pasase de la cuenta siquiera uno 106; y ¡qué bien miraba cuáles eran mozos y cuáles eran viejos 107, por qué escalera allí habíen subido, qué virtudes en ellos [226r] más lucían! La causa de esto es porque Dios es sol, y en su presencia todo relumbra y sale; y a quien mira, le fortifica la vista para que bien vea y sepa lo que se hace en su presencia.

            Digo lo segundo que, si queremos que ese exemplo del sol, en la forma que está puesto, cuadre, se puede conceder y decir que, así como en la presencia del sol todas las strellas se desparecen, de esa misma suerte, en presencia de la grandeza de Cristo, de su virtud y sanctidad, de sus rayos y resplandores, se debía esconder la poquedad de los hombres. Digo que lo concedo; pero, si delante del sol se pone algo que haga sombra a nuestros ojos, es cierto se descubrirán las strellas, como lo vemos cuando el sol se eclipsa y de noche, que la tierra hace sombra. ¡Oh Dios mío, seas glorificado mil veces!, que eres tan amigo de dar luz a los hombres que, viniendo a darla, no la das de suerte que nos inpida la luz grande de tus resplandores el no ver la luz que a tus sanctos y siervos communicas. Vienes, Dios mío, hecho un sol eclipsado; un Dios y un sol que viene dando luz, y haciendo sombra con la pared de su humanidad, detrás de quien te pones para que, con la sombra que tú haces a tus santos, yo los f vea, y con la luz que tú les comunicas, ellos salgan. Y así queda bien concluido que en presencia y en la casa de Dios todos caben y todos tienen luz y son honrados. Pero, cuando son casas de hombres, aunque sean reyes y reyes sanctos, es necesario se les dé la fiesta y alabanza toda entera que ya la Iglesia tiene determinada.

            ¡Ojalá, Dios mío, yo acertase a mi propósito a aplicar esto! ¿Por qué en tu casa y Religión han de venir muchos, caber grande número y ser todos honrados? Porque es casa de la Sanctíssima Trinidad; porque es Religión y casa tuya. Las religiones que se hacen de caballeros y comendadores, es menester entren contados porque toda la hacienda y honra que tiene la tal religión, toda es necesaria para que enllenen los vacíos que tienen los tales religiosos; porque, si son comendadores, han menester tantos mill de renta [226v] y la demás honra y alabanza que las tales encomiendas train consigo. Y lo propio digo de todas las religiones que profesasen recebir caballeros: que, si entrasen muchos, quedaríe disminuida la tal honra y alabanza repartida entre muchos. Y religiones que hacen fiesta a reyes, no deben rezar de otros sanctos, digo admitir otra gente. Pero Religión de la Sanctíssima Trinidad, Religión donde el que honra y da y comunica luz a los que vienen a ella g es Dios, que no tiene necesidad de nuestras alabanzas y honra,


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quiere que vengan muchos; y no sólo darles h y communicarles lo que la Religión tiene ganado en la tierra, sino darles y communicarles sus tesoros y misericordias. En cuya presencia, por chicos que sean y pequeños los que vienen a tomar el hábito, él les dará luz y virtud para que salgan y luzgan y para que sean honrados y vistos y contados de los siervos de Dios i; que basta que en sus profesiones sigan al Cordero para que no falte un Juan que los vea y los cuente, y pida en nombre de Cristo todos alaben a tan gran Señor que gusta de servirse de tanta muchedumbre de gente.

 

19.       ¿Por qué el valor de las religiones reformadas se revela a unos y se esconde a otros?

 

            Parece que desto que acabo de decir puedo sacar una confirmación de lo que denantes decíamos. Denantes tratamos de dos maneras de fuegos: unos que se ven, que llamamos los materiales; y otros que no se ven, como el elementar; y que, sin verse, hace sus operaciones, templa y amasa las cosas, cada una según su calidad, dándoles la dureza que a cada una pertenece según el temple que a su ser se le requiere; y que este calor se halla en todas las cosas, sin saber por qué vía y modo se le communica; sólo sabemos que aquello hace el calor y que sin él fuera imposible que la tierra produjera las minas que en sí tiene de oro y plata, y tanta infinidad de riquezas como en sí y de sí produce. Efectos propios que hace el Spíritu Sancto en las almas; que, sin verlo, experimentamos los grandes efectos [227r] j que hace en los hombres fortaleciéndolos y dándoles virtud y valor para grandes cosas. Hemos dicho lo propio de Cristo, redentor nuestro: que, estando así pobrecito niño y helado en un pesebre, encendía los corazones de los hombres y reyes que estaban apartados de él y metidos en la gentilidad y idolatría, alumbrando a los que están en tinieblas y en la sombra de la muerte 108. Que no es poco de considerar que este gran Dios y Señor nazca a escuras y en la noche, y sea luz que viene a desengañar y encaminar a los errados y perdidos. Que, como Su Majestad se comparó al ladrón por san [Lucas], que viene en la noche, cuando están más descuidados, a hacer sus hurtos y robos 109, así quiso traer luz de ladrones, que es aquella de que el ladrón sólo se aprovecha para hacer su robo y hurto sin ser visto y entendido; de suerte que, entrando un ladrón en una casa a escalarla, llevan luz que sólo alumbre a los que han de ser cómplices en el hurto y alumbre a las cosas que se han de robar y coger.

            ¡Oh buen Dios y Señor nuestro, que vienes hecho hombre, disimulada tu grandeza, tu poder, tu majestad y hermosura! Vienes como ladrón a escalar la casa de este mundo y a robarle almas. Y por eso trais,


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Señor mío, la luz escondida y tapada, de suerte que, sin que te vean ni conozcan los ingratos y desconocidos, los que te pueden estorbar la grandeza de tus obras, haces tus asaltos; pasando con seguridad por en medio de tus enemigos, escalas el mundo y dél sacas las almas que a ti más te agradan. ¡Cómo es fácil advertir esta doctrina y verdad en la vida de Cristo!: cuando, predicando y haciendo obras maravillosas entre muchos que te murmuraban, sacabas la mujercita que te alabase 110 y la Madalena convertida 111 y el Mateo scogido 112; en su nacimiento esta luz traía a sí los pastores y los reyes, y se quedaba en tinieblas Herodes y sus secuaces. Y aun de esta verdad hubo figura en el Exodo, cuando en Egipto palpaban los cortesanos tinieblas y los hebreos estaban en luz. Es, como digo, luz de ladrones, que la tiene quien hace el hurto y quien es cómplice en él, y no quien le puede estorbar.

            Esto propio hace Dios en estas sus religiones reformadas: que, para que en ellas no le estorbe el mundo sus asaltos, hurtos y robos, viene y procura estar en ellas disimulado, digo, esconder la luz de suerte que de ella [227v] sólo sepa el que se ha de aprovechar y ayudar a conseguir los intentos de Dios; que, en fin, taparla y encubrirla Su divina Majestad a unos es para que tengan juicio menos riguroso, y descubrirla a otros es para que más presto y con más certidumbre lo hallen. Lo cual bien se echa de ver por lo que denantes decíamos de los que ahora llaman a los conventos reformados que se hacen conventos de ignorantes k y, por otra parte, dicen que recebimos muchos; señal me parece ésta muy suficiente para entender que a los unos está l encubierta la sabiduría que Dios trai escondida para desengañar a los que buscan a Dios en spíritu y en verdad.

            No deja de haber razón de dudar, para más confirmar lo que vamos diciendo, ver que, cuando los Reyes vinieron a adorar a Dios, la estrella que a ellos se les apareció y les fue visible no fuese causa de que otros muchos se vinieran tras ellos; y que, en tantas tierras por donde pasaron, no hubiese otro algún sabio que dijese lo que estos sanctos Reyes dijeron —que era señal de gran rey 113— y se quisiese venir con ellos; y más, que no podía dejar de causar admiración ver caminar una estrella en el aire como postillón de gente que va a la posta y, tras ella, tres reyes poderosos con sus presentes. Demás m de esto n, cuando Herodes quiso, solapadamente y vestido de piel de oveja, ir —como él dice— a adorar a Dios hombre 114, para que con color de eso pudiese prender, perder y matar al sancto niño, ¿por qué no se fue en su seguimiento o puso gente que les siguiesen los pasos y trujesen la nueva, para así con más y mayor engaño pudiese poner sus pensamientos en ejecución? Digo, mis hermanos, que tengan por cierto esta estrella sólo la vieron los Reyes, como gente que se habíe de aprovechar de esta luz; y se encubría


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a los demás, que no pretendían hacer este viaje y camino, como vemos que se escondió a los que estaban en Jerusalén, y aun a los propios Reyes en aquella ocasión 115 para que, ignorando ellos dónde iban por entonces, no hubiese quien los siguiese con sus pensamientos e intentos depravados, que llano era no habíe de haber quien siguiese los pasos de unos hombres que era fuerza, habiéndoseles encubierto la o estrella, decir que no sabían dónde se iban; lo cual no dijeran si tuvieran presente la estrella, sino respondieran: aquí llevamos un paje de hacha, [228r] él nos guía y vamos donde nos llevare.

            Pudo también esconderse en aquella ocasión por dar a Herodes y a los de su ciudad mayor luz y verdadero desengaño que el que da una estrella; la cual escondida, con voces y preguntas los tres Reyes se hicieron tres soles resplandecientes que los avisaban que ya era nacido el Mesías que aguardaban; y con sus preguntas despertaban las pro­phecías que dormían, y las miraban y ventilaban. Y así como las strellas se esconden en presencia del sol, de esa suerte esta estrella que guiaba estos Magos se encubrió cuando ellos a voces publican y como tres soles enseñan y descubren, a los que habitan en la sombra de la muerte, cómo ya Dios es nacido, y cuando se despliegan los libros de la profecía que con tanta claridad los enseñaba. Y si Dios a los Magos los instruye por señas de una estrella como a gente más bozal, a la que vive en Jerusalén los enseña con scritos y palabras, scritos de sus libros y profecías y palabras de los Magos.

            Diránme: ¿No era más fácil que siempre durara la estrella, y con ella enseñarlos, sin andar revolviendo libros? Que, en fin, los cielos, como dice David, dan gritos y voces publicando la gloria de Dios y las strellas son letras en que se lee el poder de este gran Dios 116; y así como los Reyes leyeron en ella que era señal de gran rey, lo pudieran también leer los que estaban en Jerusalén. Digo que en la strella pudieron tener mill scusas y desvíos, engendrados de su malicia y ceguera, como era tenerla por cometa y estrella errática o hechizo y encanto de gente forastera. Y decir también lo que dice san Gregorio papa 117: que ellos no son bestias que les habíe Dios de hablar y enseñar con señales insensibles; que, siendo pueblo escogido suyo y gente a quien trata como amigos, amigos y palabras les habíe de enviar que, como a tales, les enseñase.

            En lo que decíamos que por qué no les puso espía, pudo ser que sí pusiese, sino que, así como la estrella se les desapareció a los Reyes en Jerusalén para que Herodes no consiguiese sus malos fines p, de esa misma suerte a las spías se les encubriesen los tres Reyes, que llamamos soles, y que, saliendo todos juntos, se viesen apartados los unos de los otros, hallándose a poco trecho solos: los unos en su viaje y camino


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derecho que traían y los otros en el torcido que llevaban. [228v] Digo lo segundo que, cuando Dios sacó al pueblo hebreo de Egipto y lo llevó a la tierra de promisión, los vino guiando con una nube de día y con una columna de fuego de noche 118; y siendo camino de doce o catorce días, los trujo Dios por tantos rodeos y vueltas que tardaron 40 años. Pues pregunto yo: A quien dijeran estos hebreos en este viaje que iban a la tierra de promisión, ¿que no los tuviera por disparados o que q dijera: vámonos tras ellos? De esa misma suerte la estrella pudo llevar a los Magos por caminos tan extraordinarios que pudieron entender las spías, si se las puso, que antes se iban a despeñar que a buscar niño rey; y así tornarse y dejarlos como a gente disparada.

            De todo lo cual infiero cómo están los peccadores ciegos para no ver ni entender lo que Dios enseña con r tanta facilidad y con sola una seña aquellos que él quiere para sí; y cómo una propia luz, alumbrando a unos, se esconde a otros, y cómo la luz que enseña el camino derecho para donde está Dios, otros la tienen por encanto y hechizo; y cómo con lo que unos atinan y aciertan s su bien, otros tienen por desatino y desacierto. Y todo es alta sabiduría de Dios, que, usando con unos de grandes misericordias, con otros no usa de tan riguroso castigo. Y si lo es mayor enseñar a unos con luz interior, y éstos enseñan a los que miran con luz exterior y con el t exemplo que hace su mudanza de vida; y con todo eso, no determinan de caer en la cuenta u y tener v verdadero desengaño: su malicia los ciega, y su perdición suya es.

            Hablemos claro y digamos lo que con esto hemos pretendido, que es mostrar Dios estos propios secretos y thesoros de su sabiduría en la hechura de estos conventos reformados, que sirven de estrellas y luces que enseñan el verdadero camino a los que buscan a Dios, que es penitencia y mortificación; y los que ven esta luz y estrella, dejan sus tierras y padres, despueblan el mundo y pueblan las religiones, de suerte que pongan por capítulo que se reciben muchos; y siendo, pues, [229r] luz para muchos, para los que sólo están a la mira es locura w, desatino x, tropezón y piedra de escándalo que desean quitar de en medio.

            Es certíssimo para mí que, si los del mundo vieran esta luz que Dios tiene puesta en las religiones reformadas para los que de veras quieren dejar las cosas de la tierra y buscar a Dios, que fuera causa de mayor persecución y trabajo, como lo fuera para Cristo si Herodes viera la estrella y por ella sacara dónde estaba el cielo en la tierra. Y así quiere nuestro gran Dios, para que como a necios y locos dejen a los siervos de Dios, no vean los malos y los que pretenden perseguirlos la luz y bien que tienen; que, como gente invidiosa de y casta de demonios, no se contentaran ellos con no gozar ese bien, sino que tampoco


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lo gocen otros, y así z los persiguieran con mayores veras; y cuando no tuvieran otra razón más de saber que iban acertados, ésa bastaba, porque el acierto del justo tácitamente reprehende el desacierto y desconcierto del injusto. Y aunque el malo persigue el bueno, bien sabe que es rey entre los malos, y no pueden sufrir haya otro que reine y tras quien se vayan sino ellos; y así, como otro Herodes, pretenden quitar la vida al que allá en su imaginación, considerando su virtud, lo tienen en ella por nacido rey; y cuando no pueden quitarle la vida, conténtanse con perseguir y quitarla a los Inocentes. Y por esta causa nuestro gran Dios encubre y tapa la luz, el bien y sabiduría que se halla en los que de veras buscan a Dios, para que no sean perseguidos con tanta crueldad; sino que se contenten con perseguirlos, diciendo y tiniéndolos por hombres ignorantes y de poco saber.

            Llano es que, si no taparan los soldados de Gedeón las luces en los cántaros 119, que más cruelmente fueran perseguidos de los madianitas a; y por otro camino, fuera del que Dios les habíe dado, peligrara su victoria; y así vino bien que entrasen con sus luces tapadas e incubiertas. Digo cierto que en muchos años (llamo muchos años [229v] cosa de ocho años), aunque hemos tenido grandíssimas persecuciones del demonio —que, en fin él tiene mejores ojos, más barruntos y mejor sabe conjeturar y no es tan ignorante como el hombre—, no hemos tenido persecución de consideración de los hombres, porque siempre nos han dejado por ignorantes y gente de poca estofa b; y que de un año a esta parte asombra ver las juntas que se hacen contra estos pocos conventos reformados, pues se trata en junta de cortes, así de lo secular como de lo eclesiástico, que se reduzgan estos conventos y se tornen al paño a su mejor vivir. Y que de esta persecución yo no hallo otra causa sino que deben de tener algunos barruntos, no obstante que nos llaman gente ignorante, que en estos cántaros debe de estar encubierta alguna luz que a ellos los pueda encandilar: o con su exemplo y doctrina, ya que no sea ahora, cuando Dios los mejore, hacerles perder el reino de satanás, que con tanta pujanza vive y reina en los del mundo c.

 




a            sobre lín.



b            sigue de e tach.



c            sigue sobre tach.



1         Cf. Mt 13,3‑8.



d            la tierra sobre lín.



e            sigue s tach.

 



2         1 Jn 5,19.



3         Cf. Jn 21,6‑11.



4         HORACIO, Odae seu Carmina, 4,4.



5         1 Pe 2,9.



6         Cf. Ex 1,9‑16.



f             ms. sancta



g            corr. de el



h            corr.



i            corr. de sebultarnos



7         Sal 23,1.



8         Gén 1,26.



j            corr. de constándoles

 



k            sigue fue tach.



l            corr. de Spíritu Sancto



m           ms.Evan



9            Is9,3: «Multiplicasti gentem, et non magnificasti laetitiam».



n            sigue p tach.

 



10        Gén 24,60.



o            sobre lín.



11        Cf. Jn 6,1‑13.



p            rep.



q            corr. de el



r            sigue y tach.



s            ms. tenener

 



12        Cant 5,14: «Manus illius ... plenae hyacinthis».



13        Cf. Mt 22,2‑5.



t             ms. concertaros



u            sobre lín.



14        Cf. Gén 30,32ss.



v            sigue sancto tach.



15        Cf. Ecl 4,12: «Funiculus triplex difficile rumpitur».



w           sigue en tach.

 



x            sigue que tach.



16        Cf. Gén 33,1ss.



y            ms. victoria

 



z            ms. casa



a  sigue a sin tach.



17        Cf. Breve Ad militantis Ecclesiae Regimen (20‑VIII‑1599): Carisma y misión, 428‑430.



18 Cf. Gén 25,19‑26.



19        Cf. Gén 27,5ss.



b            sigue ser tach.

 



20        Gén 27,28.



21        Gén 24,60.



22       Cf. Mt 20,1‑16.



c            sigue de tach.



23        Cf. p.190.



24        Cf. Mt 19,28.



25        Cf. 1 Sam 17,34‑36.



d            corr.



26        Cf. 1 Sam 17,45.



e            sobre lín., en lín. Génesis tach.

 



27        Ex 3,14‑15.



28        Ex 3,1‑4,8.



f             sigue que tach.



g            la unidad‑patriarcas sobre lín.



29        Cf. Ecl 4,12: «Funiculus triplex difficile rumpitur».



h            sigue vos tach.



i            sigue yan tach.



j            sigue y tach.

 



30        Cf. Jn 11,45‑48.



k            sobre lín., en lín. de tach.



l            al marg.Vide



31          Is53,8.



32        Las Cortes de Castilla, reunidas desde el 5‑IV‑1607, cual condición para conceder al rey el servicio de millones, reclamaban la reducción de conventos, sobre todo de frailes mendicantes.



33        Dan 7,10.



34        Cf. Ap 7,5‑9.



m           corr.



n            sigue y que tach.



o            sobre lín., en lín. trece tach.

 



p            ms. Cicilia



q            corr. de Dios



35        Cf. Núm 29,13.



36        Jos 21,13‑19.



37        Correspondiente a 1 Re 7,1.



r            ms. 4

 



38        Cf. Ez 40,11.



39        Cf. Mt 16,18.



s            sigue en la tach.



t            sigue el segundo tach.



u            ms. crecen



v            sigue en su tach.



w sigue y tach.



x            sigue tu tach.



y            más frío sobre lín.

 



z            rep.



a  corr.



b            sigue con tach.



40        1 Cor 3,6.



41        Mt 6,27.



c            corr. de al



d            sigue p tach.



e            sigue esta tach.



f             sigue no tach.



g            más que tanto sobre lín.



42        Cf. Mt 6,28‑29.



h            corr. de su



i            a sobre lín.

 



43        Cf. 1 Cor 12,3.



44        Cf. Lc 12,25.



45        Cf. Sal 18,2.



j             sigue la sin tach.



k            ms. cieron



l            corr.

 



46        Lc 5,4‑10.



47        Cf. Mt 16,18.



48        Cf. 2 Tim 2,3.



49        Cant 6,3.



50          Is54,2.



51        Cf. Ef 2,14.



52        Cf. Lc 2,32.



m           sobre lín.



n            sobre lín.



o            sobre lín.

 



p            sigue y sin tach.

 



53        Cf. Gén 2,2.



54        Cf. 2 Re 13,19.



q            sobre lín.

 



55        Cf. Sal 18,6.



56        Cf. Jue 7,7.



r            sigue le tach.



57        Cf. Dan 1,12‑15.



s            sigue so tach.

 



58        Cf. Dan 6,16ss.



59        Cf. Mt 12,38‑41.



60        Véase la cita con su nota en vol. I, 174.



t             sigue pp tach.



u            sigue ellos tach.



v            sigue no tach.



w           al marg. Vide



61        Cf. 1 Cor 4,12‑13.



62        Cf. Lc 23,34.



63        Cf. Mt 28.



64        Cf. Mt 13,31‑32.



x            sigue no se yo tach.



y            ahonda‑edificio sobre lín.



z            sigue que tach.



a  de‑suelo sobre lín.



b sobre lín.

 



c            en los cántaros sobre lín.



d            el exemplo sobre lín., en lín. la tach.



65        Cf. Jue 7,19‑22.



e            criaturas y que sobre lín., en lín. cosas tach.



f             corr. de fuertes



g            sigue q tach.



h            sigue de tach.



66        Job 13,15.



i          sigue se tach.



j            sigue q tach.



k            ms. dijere



l            sigue linaje tach.



m           sobre lín., en lín. vana est tach.



67        Prov 31,30.



n            sigue y p tach.

 



o            sigue deso tach.



68        Voz de que se sirven los cazadores de cetrería para llamar al pájaro y cobrarlo.



p            sigue que tach.

 



q            ms. pagan



r            sigue y si tach.



s            sigue q tach.



t            ms. bie

 



u            ms. religio



v            ms. modo



w           ms. vaicía



x            sigue acer tach.



y            ms. ayediduras

 



69        Cf. Mc 10,14.



70        Mc 10,14.



71        Sal 137,6.



72        Mt 18,10.



73        Cf. Mt 13,17.



z            corr.



a  sigue no tach.



b            sigue en tach.



c            sigue q tach.



d            sigue muer tach.

 



74        Cf. Jn 19,28.



75        Cf. Mt 27,34.



76        Cf. Lc 23,43.



77        Cf. Jn 4,24.



78        2 Cor 6,11.



79        Cf. Mt 5,3.



e            corr.



f             sigue y tach.



g            sigue que tach.



h            ms. pierpierda



80        Lc 16,9.



i            ms. didice

 



j             sigue Dios tach.



k            corr.



l            sigue q tach.



m           corr. de biedra



n            ms. liquearia

 



81        Cant 1,16.



o            ms. declare



p            sigue mundo tach.



q            como es sobre lín.



r            corr.



s            o tres sobre lín.



t            sigue q tach.

 



82        Cf. Núm 21,6‑9.



83        Cf. Sal 93,20: «Numquid adhaeret tibi sedes iniquitatis, qui fingis laborem in praecepto?».



84        Cf. Mt 23,4: «... onera gravia et importabilia...».



u            ms. cargan



85        Mt 11,29.



v            sigue ap tach.

 



w           sigue una propie tach.



x            sigue con tach.



86        Cf. Deut 22,10.



y            sigue le tach.

 



z            ms. vieren



a  corr. de vista



b            sigue esotras tach.

 



c            sigue y tach.



87        Cf. Núm 21,6‑9.



d            al marg.V

 



88        Cf. Is 11,6‑7.



e            ms. búfanos



f             corr. de el



g            ms. la

 



h            ms. athema



89        Cf. 1 Sam 17,40‑54. La expresión in anathema oblivionis corresponde a otro contexto (Jdt 16,23).



i            sigue d tach.



j            sigue le tach.



k            sigue al tach.

 



90        1 Sam 21,8‑9.



l             sigue ay tach.

 



91        Sal 44,4‑5.



92        Cf. 1 Sam 17,40‑54.



m           ms. ocasionen



n            sigue de tach.



93        Cf. Mt 7,26‑27.



o            rep.



p            sigue dentro tach.

 



q            sigue esa dificultad tach.

 



r            corr.



s            sigue no tach.

 



t             sigue sobre lín. etc. tach.



u         sigue in manu sua tach.



v         sobre lín.



94        Cant 3,7‑8.



95        Cf. Cant 5,1; 6,1.10; 7,12; etc.



w         corr.



96        Cf. Ex 26,1ss.



x         sigue unas tach.



y            ms. ocosas

 



z            rep.



a  corr. de muchos



b            sigue (como muchos dicen) tach.



c            sigue saso tach.

 



d            sigue las tach.



e            ms. otro



f             rep.



g            sigue lo primero tach.

 



h            sobre lín.



i            sigue de m tach.

 



97        Lc 12,49.



j             sigue este tach.



k            sigue otros tach.



l            sigue o tach.



m           ms. palabran



n            sigue al fuego tach.



o            sigue puede tach.



p            ms. persona

 



98        Cf. supra, pp.413‑414.



99        Jn 3,8.



100      Cf. Gén 7,1‑9.



101      Gén 7,21, en sentido contrario: «Consumptaque est omnis caro...».



q            sigue aq tach.

 



102      Sal 10,5.



103      Cf. Job 9,12.



r            con admiración sobre lín.



s            sigue her tach.



t            sigue hech tach.



u            sigue fuera tach.

 



104      Cf. Is 65,25.



v            sigue emos tach.

 



w           ms. obra



x            corr. de es



y            corr.



z            corr.



a  sigue en su tach.



b            y solenidad sobre lín.



105      Sal 67,18.



c            sigue vide

 



d            sigue desc tach.



e            sigue pero la Iglesia san tach.

 



106      Cf. Ap 7,4; 14,1; etc.



107      Cf. Ap 4,4.10; 5,5‑6; etc.



f             sobre lín.



g            a ella sobre lín.

 



h            corr.



i            sigue al marg. como S. Juan hacía a los que acompañaban al cordero tach.



j inicia con capítulo 3.º o cargo

 



108      Cf. Lc 1,79.



109      Cf. Lc 12,39.



110      Cf. Lc 11,27.



111      Cf. Lc 7,37‑50.



112      Cf. Mt 9,9.



k            sigue que tach.



l            sigue des tach.



113 Cf. Mt 2,2.



m           corr.



n            de esto sobre lín.

 



114 Cf. Mt 2,8.



115      Cf. Mt 2,2.



o            ms. el



116      Cf. Sal 18,1.



117      Cf. Homiliae in Evangelia, X, 1: ML 76, 1110.



p            ms. fienes

 



118      Cf. Ex 13,21‑22.



q            sigue que tach.



r            sigue so tach.



s            sigue el tach.



t            sigue so tach.



u            en la cuenta sobre lín.



v            sigue el tach.



w           sigue y tach.



x            de sobre lín., sigue y tach.



y            sigue la tach.

 



z            sigue por tach.



119      Cf. Jue 7,16.



a  al marg. vide



b            sobre lín., en lín. consideración tach.



c            sigue espacio de 16 lín. en blanco

 






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