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San Juan Bautista de la Concepción
Obras II – S. Juan B. de la C.

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FRAGMENTO I No porfiar por la virtud ajena

 

 

            [V,284r] ... sobre qué cántaro hace mejor agua, porque si los unos y los otros cogieron de una fuente y allí el agua era toda una, allí no habíe qué porfiar, sino en el sabor que de allí fuera sacaron las virtudes que cogieron.

            Podría ser ésta la porfía de los gentiles y judíos a que traían en tiempo de la primitiva Iglesia sobre quién eran cristianos más honrados. A quien respondió san Pablo que Cristo no se habíe dividido, que entero se daba a todos, y pues todo en todos era un Dios, no habíe que porfiar 1. Si el que tiene paciencia la tiene porque tiene a Dios y el que perdona injurias las perdona porque tiene a Dios, y el que tiene oración la tiene porque tiene a Dios, cada uno esté contento, pues de un mismo principio al uno le vino la paciencia y al otro le vino el perdonar injurias.

            Y cierto que estaba por philosofar un atrevimiento. No querría errar, todo lo sujeto. Y digo que aquel en quien se particularizó Dios señalándolo en mayor virtud fue porque en aquel sujeto b conoció Dios mayor necesidad y propensión al mayor vicio contrario de la mayor virtud, que en él puso para que con ella se pudiese defender del vicio grande que le habíe de acometer. Quiero poner un exemplo. Préciase uno de humilde (y no trato de esto en cuanto el preciarse de estas virtudes sea soberbia o vicio, sino un engaño secreto), pues préciase uno de humilde y otro de paciente. Pongamos también exemplo en religiosos: uno en defender la clausura porque él es inclinado a ella, otro en ejercicios exteriores y obras de manos. Porfían, dan voces, altercan y cánsanse sobre cuál de aquellas virtudes se tomará por fin y blanco de una religión, pareciéndole a cada uno tiene más razón. Si estos que porfían considerasen las virtudes que Dios les dio en cuanto fueron reparo de vicios, que por la flaqueza e inclinación de cada uno acometen diferentes vicios a diferentes inclinaciones y que quien se particulariza en mayor virtud alcanzó mayor misericordia de Dios, que en la flaqueza de su sujeto reparó quiebras e inclinaciones a mayor vicio, procuraríe humillarse y no porfiar, sino, viéndose humilde, diría a Dios: Seas tú bendito, Señor, que por conocerme tú, Señor, tan soberbio, que es el vicio capital, me ayudaste y favoreciste con una virtud tan grande como la humildad [284v] y me diste gracia para que de ella me precie todos los momentos del mundo, para que en ninguna ocasión el demonio c halle en mí portillo por donde acometerme con vicio tan abominable a tus ojos como la soberbia; y pues mis hermanos se precian de menores virtudes, señal es que inclinación tenían a menores vicios y más reparados


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tenían los sujetos y menos inclinados a mayores vicios que yo. Así, Señor, por el mejoro que en mí pusiste, no tengo que ensoberbecerme, sino que darte mayores gracias.

            Y lo propio debe decir el paciente y el que perdona injurias, el que es inclinado a oración y el que porfía por el recogimiento y el que procura obras de manos y exteriores, haciendo su cuenta cada uno en esta manera: el que es paciente, dé gracias a Dios porque Su Majestad con esa virtud le reparó su cólera y la ira repentina que podía tener; y el que perdonó injurias déle gracias porque, siendo de su cosecha tigre d y vengativo y caer en mill defectos y peccados matando cada momento con ira su alma y sus prócximos, se la reparó con darle gracia tan levantada que a imitación de su Hijo perdone injurias; y el que tiene oración, déle gracias porque con ella le reparó el continuo distraimiento que podía tener con su persona y el mal empleo que pudiera hacer de sus potencias; y el que tiene inclinación al recogimiento, déle gracias porque con esa virtud en él reparó la continua perturbación que pudiera tener entre los hombres y cómo de ellos se le pegaran mill vicios. El que tiene inclinación a ejercicios sanctos, dé gracias a Dios porque Su Majestad le ayudó en hacerle tal merced con que desterrará la pereza y ociosidad, vicios en que, si Dios no le hubiera ayudado con las virtudes contrarias, tuviera clara y manifiesta perdición e. Y así, cuando se ofreciere ocasión a porfiar cada uno por la virtud o buena inclinación que Dios le diere, saque el vicio grande a que por su flaqueza estaba sujeto si Dios no le hubiera armado y fortalecido con su virtud contraria. Y así, de sus porfías, a mi ver, sólo sacarán quién fuera mayor peccador si Dios los dejara a todos de su mano. Y el que fuere casto considere que le debe a Dios el [285r] librarlo del vicio de la torpeza, y el que fuere pobre por lo haber librado de la codicia. Y nadie quiera que todos tengan un mismo spíritu y vayan por un propio camino, sino que cada uno vaya por aquel que Dios le ha enseñado y descubierto y deje a los otros, particularmente si no es prelado; y si lo fuere, procure que los religiosos, en la mejor forma que pudieren, se f inclinen todos al fin principal de su propia regla g, cuál más, cuál menos, según el natural de cada uno, dejándolos en particular para que cada uno haga las labores particulares en cosas de virtud, según a cada uno Dios le diere su particular inclinación.

            Alabo yo mucho a los padres de la Compañía de Jesús porque procuran en ella los prelados aplicar a cada uno a aquello que se inclinó y su natural le ayuda, sin que uno quiera que todos vayan por aquel camino. Y si Dios tiene diferentes caminos, nadie porfíe ni quiera abreviar las manos de Dios quiriendo que no haya más de aquel que halló su flaqueza y descubrió su corto entendimiento. Y esta doctrina la tengo por muy necesaria en una religión. Entra uno en prelado que estudió y está satisfecho de sus poquillas de letras, quiere que todos sean estudiantes: mazos y no mazos, hábiles y no hábiles. Que si este tal fuera


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discreto, lo que habíe de hacer era, considerando lo que las letras quieren, hacer que hubiera pocos, pues no es ejercicio para todos, sino sólo para aquellos que Dios dio buen entendimiento e inclinación a las letras. Entra otro prelado que es amigo de recogimiento, y hace ley que no salga nadie de casa. Si él fuera Dios que hiciera otra ley que los frailes no comieran, hiciera bien. Y puesto caso que no es Dios para ayudarse con eso a la ley de su antojo, haga leyes discretas y no quiera llevar todos los ríos y arroyos por un camino, pues hay tantas tierras que regar, y considere que aunque el Spíritu Sancto es uno, divide sus dones como quiere, acudiendo como tan sabio a cada uno con lo que ha menester. Y si no, miren lo que hace Dios: que en diferentes tierras envía diferentes temples: aquí llueve, allí hace sol, aquí frío [285v] y en las Indias calor; y todo es necesario para sustentar y conservar diferentes gentes en diferentes temples.

            Esa es la causa que h en la mesa rica donde hay diferentes convidados tienen diferentes vinos y diferentes manjares, dulce i para el flemático y agrio para el colérico, para que cada uno eche mano de lo que mejor le supiere. No le suceda lo que al otro caminante que, comiendo dos en un plato, tomó uno el salero y cargó la mano de sal en todo el manjar; toma el otro y bájase por un puñado de tierra y despolvoréala encima. Dijo el que habíe echado la sal: ¿Para qué hace vuestra merced eso? Respondió: Porque vuestra merced hizo esotro, y si vuestra merced no come tierra, yo no como sal y pudiera echarla en la tajada que él hubiere de comer. Por aquí digo que si el prelado fuere amigo de recogimiento deje a sus súbditos salir a hacer los negocios de la communidad, digo a los officiales a su tiempo, cuando y como deben. Por eso puso Dios en su Iglesia tantas religiones: para que los hombres de humores e inclinaciones contrarias busque cada uno la religión que frisa con su natural e inclinación. Y advierta que, así como un príncipe tiene sus jardines llenos de varias flores y un boticario su tienda de diferentes medicinas, nuestro Dios hizo su Iglesia una botica y jardín lleno de diferentes virtudes para que cada uno eche mano de la que hubiere menester y de la que mejor estuviere a su inclinación. Y si a él le güele mejor la violeta y al otro la clavellina, etc., advierta que son flores y rosas que todas se criaron en un jardín y se regaron con un agua y las cultivó un propio jardinero y para servicio de un propio señor. Y no se canse con sus porfías, pues Dios es el autor de todas las virtudes y el que las riega y hace crecer con su gracia y todas son enderezadas a que con ellas lo sirvamos y no a que porfiemos por el más o menos agradable olor que cada uno percibe de su flor diferente.

 




a  y judíos sobre lín.



1 Cf. 1 Cor 1,11‑13.



b        sigue no tach.



c        sigue la tach.



d            sigue y león tach.



e        corr. de perturbación



f            sigue inf tach.



g        sigue síl. tach.



h            sigue era tach.



i         ms. duce






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