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San Juan Bautista de la Concepción
Obras II – S. Juan B. de la C.

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FRAGMENTO II Sobre los conocimientos sobrenaturales extraordinarios

 

 

            [286r] Siempre que tengo de tratar o decir alguna cosa extraordinaria, parece que para ello me hallo tan cobarde que he menester dar satisfacción. Podría esto nacer de algún temor desordenado de que sabiéndose esto o leyéndolo alguien me ha de tener o por loco o soberbio y presuntuoso. Yo confieso que algunas veces causa en mí miedo el pensar si esto es Dios y mercedes que de su mano recibo, y por mis peccados me deja y caigo a estado vil. Esto basta para que me confundan y acaben viéndome caído y desnudo del bien que en otro tiempo poseí y tuve. Sea lo que se fuera, bien me mortifico en hablar o decir cualquier cosa de éstas. Y en esto se echa de ver cuán poco usadas son algunas virtudes, pues teme un hombre parecer en público con ellas. Verdad es que, como estos conocimientos el día de hoy no son menester, digo no son tan necesarios, los hombres doctos poco reparan en atropellarlos, guiando las cosas por la prudencia humana y consejo de hombres prudentes. Y no tienen razón de atropellarlos a porque pueden ser tantas las causas de gustar Dios por vía extraordinaria acudir a alguna persona con conocimiento de algunas cosas que pocos fundamentos y causas de esas secretas las conozcan con todas sus letras.

            Bueno fuera que, porque Dios tenía ya revelado el misterio de la encarnación a un profeta, que el revelarlo otro fuera b ocioso, porque le dijéramos que ya de aquel misterio tenía la Iglesia scritos y prophecías, que no era necesario otra nueva luz. La cual la pudo Dios dar para que con más testigos estuviese la verdad más firme y clara en los hombres, y c también para regalar al otro profeta y que no sólo a uno quiere llevar por aquel camino que él es servido, sino a muchos. Bueno fuera que, porque el rey ha mandado pregonar cortes y ande ya público, hemos de entender es disparate decirlo el rey a quien él es servido. Ese es el amor del rey para con su amigo: que lo que el otro supo del pregonero, quiere que sus amigos lo sepan primera o segunda vez de su boca.

            Y también Dios descubre por este camino muchas cosas que se han de hacer, no porque Dios las descubrió por ese camino, sino porque, [286v] consultado, así vieron que convino. Pues si esto no se ha de hacer porque Dios lo descubrió o reveló, sino porque consultado así pareció cosa conveniente, ¿para qué lo revela? Digo que pudiera ser no se consultara si no lo moviera Dios interiormente, y cuando no sirviera más que de levantar Dios la caza, eso bastaba para llevarse el fructo de toda la obra. Digo también que lo puede Dios hacer para que conste cómo su voluntad cuadra y viene con la consulta y parecer de los hombres. Digo también que cuando meramente se haga porque así los hombres la ordenan, cabiéndole parte de la ejecución de la tal


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obra a la persona con quien Dios trata vía ordinaria, se anima y goza por parecerle tiene parecer de Dios y de los hombres para ello, y para que cuando obre obre con más gana y voluntad, considerando que lo que hace no sólo es voluntad de hombres, sino también voluntad expresa de Dios.

            Bueno fuera que, porque en el cielo habíe luna y estrellas que alumbraran, dijéremos que era superflua la luz del sol. Tales pueden ser los ojos que hayan menester veite candiles d para dar luz a la hechura de una obra, particularmente si la obra es muy delicada y sus labores piden grande atención. Ordinaria pregunta es decir por qué los magos, pues traían strella que los guiase, entraron en Jerusalén a preguntar: Ubi est, qui natus est rex Judaeorum? 1 Y la respuesta común que a esto se da viene bien a nuestro propósito, y es que quiso Dios concordar o, por mejor decir, que se pareciese mejor la concordia y conveniencia que habíe e entre las señales del cielo y f scritos de los prophetas que estaban en Jerusalén, y que el autor y movedor de las strellas del cielo, que las enviaba hechas correos g y postillones para que fuesen delante de los reyes, ese mismo señor fue el que movió tantos siglos antes las lenguas de los prophetas para que lo que de presente enseñaba la estrella de futuro ellos lo predicasen y con sus corazones lo deseasen. ¿No dicen que el dar Cristo luz al ciego con barro amasado con saliva fue para que se mostrasen las obras de Dios y que Cristo, que le daba vista con tierra y le echaba aquel 2 ...

 

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a            de atropellarlos sobre lín.



b        fu sobre lín.



c        sigue p tach.



d            ms. candines



1 Mt 2,2.



e        sigue en sin tach.



f         sigue de tach.



g        sigue po tach.



2 Cf. Jn 9,6.






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