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San Juan Bautista de la Concepción
Obras III - S. Juan B. de la C.

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IX. LA HERMOSURA ANTIGUA DE LA RELIGION

 

  Y el haber yo scrito arriba las significaciones de aquella sancta cruz que los padres del Paño train ser rayos y vislumbres y lazos de gloria que nos engolosinan a nos abrazar con ella, y ella asirse con nosotros para dar fructos cuales conviene, no es mi intento tratar ni menoscabar la mucha virtud y sanctidad que yo veo y conozco en innumerables padres del Paño; [16v] que, si en alguna ocasión se ofrece, gustaríe decir algo acerca de eso. Que el daño que estos sanctos padres tienen y han tenido es que, como dicen, el mal vuela y el bien tiene la pierna quebrada. Si en algún particular se ha hallado alguna falta, como hay tantos amparadores de ella en el mundo, no falta quien la saque a la plaza; y el bien ha permitido Dios, siendo tanto, se ande por los rincones, sin que haya habido quien lo escriba ni dispierte para que parezca ante los ojos de los dormidos a tanto bien y bienes como esta sagrada Religión tiene y ha tenido encerrados en el común y particulares.

 

 

1.  Descuido respecto al pasado

 

  Y en esto, si murmuro, me podrían perdonar un notable descuido que han tenido de no haber eternizado en scritos tanta inmensidad de


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cosas que podían ennoblecer y hacer de preciosa estima la Religión. No quiero meterme ahora en tratar de eso, que fuera scribir otro libro a, que no deja de carecer de misterio.

  Y no habrá puesto poca fuerza satanás procurando con particulares acechanzas estorbar, contradecir y menoscabar, desacreditando una Religión que Dios tanto estimaba. Y si el licuor que esta sagrada Religión encierra en sí es de tanto precio como lo es el de la Sanctíssima Trinidad, cuyo olor a todo el infierno da humanarices, llano es que con veras todo el infierno había de asestar sus tiros para menoscabarla quebrando, como dicen, el vaso para que se desperdiciase este divino licuor y nombre sanctíssimo de la Sanctíssima Trinidad. Y para sacar y salir con este intento, no era mal medio lo que el demonio ha pretendido: sepultar tantos bienes, penitencias y virtudes como en esta sagrada Religión ha habido.

  Y tampoco deja de descubrir una grande sinceridad en los religiosos de ella el parecerles que obras hechas con tal arrimo y apoyo de la Sanctíssima Trinidad, ni tiempo ni tierras no habíen de ser bastantes a las sepultar. Que, aunque en ellos ha sido sinceridad, llaneza y buena fee, ha sido detrimento para toda la Religión. Y vemos que de tantas obras como Cristo hizo, que dice san Juan 1 que, si se hubieran de escribir, en millares de libros no cupieran y, con todo eso, sólo se saben las queb los evangelistas y sanctos han dejado scritas, siendo de infinito valor y asombro a todo el mundo y de tan grande importancia que, en ellas y en su fee, está nuestra salvación. Miren si obras que los hombres hacen, cuya grandeza sólo apoya su particular, si se habíen de olvidar enc la sucesión de cuatrocientos y tantos años como se fundó la Religión, y tantas y tan distintas tierras como por do ha caminado.

 

 

2.  Motivo para ser santos

 

  Pues quererlo yo ahora dispertar, descubrir y resucitar [17r] a nueva vida, téngolo por cosa imposible y en otro cualquiera por grandes diligencias que hiciera. A mi parecer, no hay sino todos, a quien de este olvido nos cupiere parte, que nos humillemos y entendamos así debiera de convenir a nuestra flaqueza escondernos los thesoros de los primeros que vivieron en la Religión para que, no fiados en ellos sino en nuevos trabajos, deseemos más agradar a la Majestad de Dios. Que, en fin, agua pasada no muele molino para los presentes. Pues, haciendo ellos con sus penitencias buena harina, supieron amasar pan floreado para toda la Sanctíssima Trinidad, lo cual a nosotros no escusará si, viviendo con particular descuido, amasáremos salvados, indigna cosa de poner a mesa que se halla la Sanctíssima Trinidad.


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  Y cuando aquellas hazañas pasadas las tuviéramos escritas en papel y pergamino, el agua lo moja y deshace y con facilidad se rompe y, a buen librar, el arca lo guarda. Pero, si nosotros fuéremos sanctos, scribiendo con sangre derramada y disciplinas rigurosas los hechos olvidados de nuestros padres, serán eternos, sin temor de que se pierdan ni olviden, pues los guarda Dios en su cielo ubi neque aerugo, neque tinea demolitur, neque fures effodiunt, nec furantur 2; no entra en la otra vida gorgojo que coma el trigo ni polilla la ropa ni ladrones saltean ni hurtan. Y junto con eso lo escribe Dios en el libro de la vida 3, que sólo yo con vida muy torcida puedo borrarlo o deshacerlo. Y así en sólo eso hallo reparo de todo lo perdido y olvidado de esta sagrada Religión, viviendo juntamente con particular confianza que todos los que en la Religión trabajaron escondieron sus trabajos y continuas penitencias y las guardaron en Cristo para las manifestar en el juicio. Y lo que hicieron en los rincones y cóncavos de las cuevas se dirá y pregonará en aquel día sobre los texados.

 

 

3.  Grandeza que se deduce de las gracias y privilegios recibidos

 

  Un argumento hallo yo para entender que fue mucho lo que hubo, y es el grande apoyo que dio Dios a esta sagrada Religión en los corazones de los príncipes, reyes y monarcas del mundo y vicarios de la Iglesia de Dios, que, habiendo yo hecho un traslado, siendo novicio en la casa de Toledo de los padres de la regla modificada, de los previlegios y esenciones que los reyes habíen dado a esta sagrada Religión, es una admiración particular las palabras con que la apoyan y amparan en todos sus reinos, las palabras con que la regalan y honran. Pues ¿qué si se hubiera de decir de los previlegios, gracias y concesiones de los summos pontífices? De cada cosa en particular fuera necesario [17v] hacer libro.

  Pues Religión tan estimada, traída y favorecida y apoyada de reyes tan cristianos y de papas y cabezas de la Iglesia, bien se deja entender que, para hacer esto, vieron obras heroicas y sanctos particulares. Que, en fin, son hombres los que favorecen y no se moveríen, como dicen, a humo de paja ni a cosas no vistas. Pues el hombre tiene su conocimiento en la cara 4 y Dios en el corazón 5. Y pues tanto les agradó esta sagrada Religión para darles lo mejor de sus reinos, bien se deja entender que debiera de ser cara y rostro hermoso, pues les robó el corazón para que le diesen tales adornos.

  Y si ahora no hay escritos ni libros de esta hermosura y de aquellas grandes penitencias, bien se puede con evidencia conjeturar lo que sería, haciendo este discurso: si a cabo de muchos días que una señora murió, cuyo rostro y presencia no lo vimos, y ya digo a cabo de muchos días,


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nos mostrasen sus muchos dijes, adornos, sayas, basquiñas, enrizados, etc., cadenas, anillos, broches, etc., llana cosa sería el decir: "Gran dama debiera de ser quien tan curiosa andaba; yo os aseguro que la amaba y quería bien su marido y esposo, pues tan largo se mostró en las cosas de buen parecer necesarias a su persona". Yo confieso, Religión sancta, que no te conocí en tu gentileza y hermosura, cuando vivieron tantos sanctos padres como en ti hubo ilustrando el mundo, pero, cuando veo esa copia de indulgencias, perdones, favores y previlegios de papas y reyes, luego digo: hermosa, bizarra y gentil mujer debieras de ser, esposa de la Sanctíssima Trinidad; grande amor te debiera de tener el cielo y la tierra, pues tales adornos y riquezas te dieron.

  Bueno fuera que supiera yo que a mis antepasados los reyes les habíen hecho señaladas mercedes, por cuya sucesión yo gozaba de villas, lugares, títulos y encomiendas, y que, por no saber por qué hechos o hazañas aquellas mercedes se hicieron, entendiese yo haber sido personas bajas y d de baja calidad. Eso un rústico no lo entendiera así, sino que, cuando no hubiera otra memoria de los hechos, bastaba poner los ojos en los apoyos que dejaron, que, en fin, por el hilo se saca el e ovillo y por los efectos venimos a dar en sus causas. Así digo yo que no habrá hombre tan ciego que, viendo las grandes herencias que esta sagrada Religión tiene [18r] y ha tenido, que no eche de ver los grandes méritos y obras heroicas que los primeros hicieron, pues dende que enpezaron enpezaron con buen pie, dándoles toda la Sanctíssima Trinidad la mano honrándolos con su título y nombre, y prosiguieron con tan buenos medios como los que después poseyeron en los palacios sacros y casas de príncipes y reyes.

 

 

4.  Se desea descubrir la santidad de los fundadores

 

  Ahora, pues, si es así, que no habrá ciego que no tenga claras vislumbres de esta sanctidad, virtud, penitencia, mortificación y desprecio de las cosas del mundo de esta sagrada Religión en sus principios y medios, bien se deja entender que, donde arriba toco y trato de la diferencia de las cruces que hay entre nuestros sanctos padres y nuestros descalzos, no es menoscabar ni dejar de conocer la mucha virtud que entre ellos hay. Y aunque no habíe faltado parecerle en aquello hablaba con alguna resolución, será Dios servido la declaración de ello y el dar a entender el fin que tuve en decirlo sea de tanta consideración que, no sólo no desdiga, sino antes en propio bien de todos.

  Que confieso el fundamento que tuve fue el descubrir la grande virtud de aquellos sanctos y primeros fundadores. Y sería necio el que entendiese, cuando turbio corriera, que llegaba a la virtud de sus antepasados, sino que se quedó muy atrás y que, por no descubrir yo el menoscabo que en tantos siglos la Religión tiene, disimulase y callase


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los grandes bienes que entonces tuvo. Y esta verdad no tiene lejos su manifestación, pues vemos que a un rigor tan inmenso como entonces se guardó ha sucedido la grande modificación que ahora tiene la Religión; y, con tener tan grande modificación, está como están y corren las demás f.

  No será razón, padres y hermanos míos, que, por no hacer yo comparación de lo de ahora a lo de entonces, se calle la antigua hermosura. Yo sé de cierta parienta mía que no se quería casar con un letrado viudo y, preguntándole el porqué -yo testigo-, respondió: "Muy buenas partes tiene, pero terrible cosa es que me case yo con un hombre que, por mucho agrado que le procure dar, me ha de estar tratando de la primera mujer, que, en fin, lo pasado es mejor; y esto me ha de causar mucha melancolía". En aquella materia vaya, que bien era tuviera g celos de la mujer muerta y pasada, pues es voluntad de Dios todo se olvide por la viva y presente. Pero acá no vale, que holgarnos [18v] tenemos de oír decir de las ventajas que nuestra sagrada Religión tuvo en sus principios, pues no es mujer ajena sino la propia que vive y es y ha de ser. Y que se diga bien de la madre a trueco h y costa de los hijos no inporta, que, si la honra del padre es el hijo sabio 6 y virtuoso, mejor se dirá que la honra de los hijos es ser la madre sancta y honrada. Y así, mis padres, si en aquello anduve algo largo en decir de lo pasado en comparación de lo presente, todo se cai en casa. Y aquello lo damos a nuestros primeros padres, que sin duda el cielo los amó muchíssimo. Y el menoscabo lo atribuigo y doy a nosotros, que, por mucho que hagamos, debemos entender no llegamos con muchos quilates a lo que antes hicieron.

  Y el decir que esa sancta cruz que ahora se trai y hace en los escapularios se hace con lazos y rayos que significan resplandores de gloria con que se procura entrañar, enlazar y asir a nuestros corazones, afición es de nuestro buen Padre, que con tantas veras nos ama que busca sainetes con que darnos i, entregarnos y asirnos lo que él tanto estima. Y si digo que está en nosotros y en nuestra Religión la cruz de Cristo caída y desperdiciada de su antiguo rigor, todos me confesarán que, por mucho que hagan y por mucho que se crucifiquen, no pueden levantar la cruz de Cristo donde merece y en nuestra sagrada Religión estuvo levantada cuando, asidos a ella, nuestros sanctos padres estaban tan muertos al mundo que no vivían ellos, sino Dios en ellos.

 

 




a  corr. de ligro



1 Cf. Jn 21,25.



b sigue a tach.



c sigue el tach.



2 Mt 6,20.



3 Cf. Ap 3,5.



4 Cf. Ecl 8,1; Eclo 19,26.



5 Cf. 1 Sam 16,7; Sal 43,22.



d  sigue des tach.



e sigue el tach.



f  ms. dedemás



g sigue de tach.



h sigue d tach.



6 Cf. Prov 10,1; 15,20.



i sigue y tach.






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