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San Juan Bautista de la Concepción Obras III - S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
XII. EXIGENCIAS SIGNIFICADAS POR LA CRUZ ROJIAZUL
Estándolo así nuestros sanctos fundadores, ceñidos sus cuerpos con la mortificación, y en esa penitencia y mortificación con que estaban bien apretados, puestas las haldas y sobras del mundo para jamás usar de ellas, el báculo que tenían era el cumplimiento de la palabra de Dios. Y a gente tan dispuesta el cielo, en señal de que marchan y caminan a la posta y que nadie haya que los inpida, los señala el cielo con nuestra dichosa cruz, que, porque fuese más parecida a la señal de los hebreos, fue azul y colorada.
1. Como los hebreos al salir de Egipto
Notable cosa, que la señal que Dios les dio allí a los hebreos de favorecerlos, quererlos y ampararlos, fue señal de sangre con que teñían sus humblares 1. Ven ahí lo colorado. Y esto se hacía en tiempo que andaba un ángel quitando la vida a sus primogénitos 2. Ven ahí lo azul, lo oscuro y lleno de pasión y trabajo. Lo propio hizo el cielo con
nuestros padres en a señal de que los ama y quiere y ampara: los señala con colorado, que representa sangre derramada, abrasada en amor y charidad. Ven ahí lo colorado de nuestra sancta cruz. En tiempo que los infieles estaban llenos de cristianos captivos y la charidad tan resfriada que apenas había un hospital donde curar un pobre. Ven ahí lo azul y la pasión y trabajo; que, si fuere necesario padecer mill muertes por el cumplimiento de nuestra regla, se padezcanb.
O, si no, digamos que esto fue significarnos lo que habíamos de hacer para salir de Egipto: señalar nuestros humblaresc con sangre, que es la parte donde se menea y anda d la puerta. Que es: en el principio de nuestras acciones haya sangre, haya mortificación y penitencia y sangre derramada voluntariamente. Con lo azul de pasión y muerte de los primogénitos que en nosotros viven de nuestros primeros apetitos que en nosotros reinan. Y con esto la victoria estará por nuestra parte con ciertas esperanzas de cantar gloriosamente, [22v] pasadas las dificultades del mar Bermejo, bien cercanos a la tierra celestial, donde, pasados todos nuestros trabajos, significados por nuestra cruz, sólo gozaremos de leche y miel, que es la fructa que lleva y el pan que produce aquella tierra sancta 3.
Que son dos cosas, leche y miel, que se cogen y gozan sin trabajo y se comen sin mascar, sólo aplicándonos a ellas y chupándolas o bebiéndolas o tragándolas. Bien se ve el poco trabajo que el hombre pone en las colmenas, pues, dejándolas en el campo, no tiene más de las ir a castrar y robar. La leche, lo propio. Pues, para comerlas a lo fácil, decimos que se bebe como leche y se chupa como miel. Por eso e comparo yo el cielo a esta soberana tierra, porque allá gozaremos los fructos sin trabajo, que no será menester allá más de aplicarnos a aquellos bienes eternos y arrojarnos a las vertientes de aquellas copiosas fuentes; que más y mejor se deja Dios gozar en ellas que si fuera beber leche. Allí la voluntad aplicada y asida chupa de aquel panar de miel, que, por pequeña parte que le quepa a un hombre, lo hace dichoso. Y le da más clara vista que el otro panar a Jonatás 4, pues, después de la haber alcanzado, no se estendía a ver más que tierra y envés del cielo, y estotro se estiende a ver a Dios y gozar de la haz de la gloria y compañía de ángeles.
¡Oh, mis hermanos, y qué dichosas penitencias y mortificaciones, qué dichosas punzadas y picaduras las que en esta vida se gozan, pues en la otra gozamos de la miel que esas abejas que punzan labran! ¡Qué dichosa sangre, pues, cocida en amor de Dios, se vuelve leche! ¡Dichosas cruces las que traemos, representadoras de nuestras penitencias, pues, subidas al cielo, se vuelven y hacen arco de azul y colorado, en señal que con estas nuestras corporales guerras alcanzamos eternas paces!
¿Quién hay que todo no lo dé por mill veces bien enpleado, enpleo que tales ganancias trai consigo?
2. Cual nave de alto bordo
Sea muy enhorabuena, mis hermanos, el abrazarnos con la cruz de Cristo y entrañarnos en ella, que ella dará con nosotros donde dio con el mismo Cristo. Pues a él le fue pasadizo para el cielo y tránsito para su Padre, también lo será para el nuestro, pues somos hijos de la Sanctíssima Trinidad y buscamos esos propios medios, que son rigor de vida y aspereza de regla.
Y el decir yo que es de mucha consideración tomar cruz basta y rigurosa, y no pulida, es muy conforme a razón. Y, si no, díganme, si uno se enbarcase y entrase a [23r] querer pasar la mar en un barco curioso y delicado, ¿no nos reyiríamos dél? Sí por cierto, porque mejor es un navío de alto borde; y, a borrasca levantada y navío deshecho, es muy bueno un madero basto pesado, grueso, etc. Pregunto yo, nosotros ¿no navegamos y caminamos al cielo por en medio de este mundo, a quien Cristo y los sanctos lo llaman mar tempestuoso? En este mundo y para este cielo se enbarcaron nuestros sanctos padres con sus hijos. No buscaron barquillo delicado, sino nave de alto bordo, que fue la regla y aspereza que guardaron. En el discurso del tiempo y navegación continua levantóse borrasca, quebróse el navío y hizo agua; quiero decir, perdióse el rigor de nuestra sagrada regla y vida primitiva. ¿No es yerro andar buscando palitos a que asirnos o tablillas curiosas? No, hermanos nuestros, sino con un buen madero, con una buena cruz, con grande penitencia, no con mortificación prudente y penitencia atentada, que ésa la llamo yo cruz bordada, curiosa y delicada. Sino echar por medio, cargarnos bien y echar harto a nuestras cuestas, que Dios es el que ayuda y el que guía y el que todo lo facilita. Y si, por caminar derechos y al fin deseado, hubiere algún mal paso donde peligre la vida y se enlode la honra, más vale entrar en el cielo con un ojo que en el infierno con dos 5.
Que traza es de Dios dificultarnos muchas veces lo que es su gusto sea fácil, porque, en medio de aquellas dificultades, lo llamemos, porque gusta de estar con nosotros en la tribulación para librarnos y darnos gloria. Según eso, nuestra gloria será la tribulación, la carga pesada, el arrodillar con la cruz que, abrazada por Cristo, se nos sienta y, por ser rigurosa, nos aploma. A mi ver, sírvenos de lo que sirve el lastre y las áncoras en el navío: que lo afierran y lo detienen para que las olas no jueguen con él ni los vientos lo echen al través. Yerro fuera e ignorante el hombre que las áncoras las hiciera de palo y el lastre lo echara de paja, porque eso antes le ayudara a caer. Así se busca lo más pesado, las áncoras de hierro y el lastre de arena. Por eso digo
yo, mis hermanos, que es bien que traigamos cruz áspera y pesada y gran rigor de vida, que es lo que significa la que traemos en los pechos, que ésa nos defenderá de todas las borrascas, tempestades y vientos que de ordinario se nos levantan. Dejemos a los del mundo, que más train y abrazan sus cruces por curiosidad que por amor del que por nuestro amor se puso en ella. Y así no tienen defensa del viento de la presunción y vanagloria, de quien dice Sanctiago que omni vento circumferuntur 6.
Por eso anduvieron tan acertados nuestros sanctos padres: que, habiéndose de enbarcar y volver entre los hombres, aferraron bien y gustaron más ser afligidos con rigor de regla con el pueblo de Dios que no ser estimados y tenidos por reyes con los hijos del siglo, a quien cualquier f borrasca y mal tiempo amenaza para dar con ellos al través.
3. "Cruces amorosas y celosas"
[23v] ¡Oh buen Jesús! Y si acabásemos ya de conocer los fructos de tu sancta cruz, ¡cómo entenderíamos que no nos la enviaste para que por curiosidad nos la pusiésemos en los pechos ni para que fuese señal, como dicen de las nuestras, de costales, sino para que, enclavados en ella, renunciando las cosas del siglo, se nos comunicasen las del cielo! Por eso, dándonos el hábito blanco, no nos dieron la cruz blanca. Desdichados de aquellos que, mientras viven en este mundo, la cruz les sale en blanco, que en blanco se quedarán sus premios. Vino azul y colorada, como quien dice: la cruz de mis siervos y hijos de la Sanctíssima Trinidad no saldrá en blanco g ni será ni ha de ser cruz por curiosidad. Ha de ser cruz colorada, cruz sangrienta, cruz que se asga y entre hasta que derrame sangre; y sangre que se sienta, pues viene acompañado con lo azul, que es sentimiento y pasión. Como quien dice: cruz apasionada del que la trai, y el religioso que la trai apasionado de ella.
De palo y de madero fue la cruz de Cristo. Pególe Su Majestad lo colorado de su sangre y lo azul de sus cardenales. Y así, habiéndola los judíos puesto sobre los hombros de Cristo de color de madera, el cielo la envía a nuestros frailes pinctada y dibujada con los colores que Cristo la esmaltó y pinctó en su pasión, para nos dar a entender cuán a solas y a secas llevó sus trabajos el Hijo de Dios y que los nuestros y nuestra cruz el cielo que los da les dará un colorcillo de azul y cielo con que te sean fáciles, y te ayudará con un colorado de fuego que los queme y abrase.
¡Qué dichosos son los trabajos y cruces que bajan del cielo! Serán cruces amorosas, pues son coloradas; cruces celosas, pues son azules, del celo que tiene Dios de que no nos perdamos. Cruz que nos ahorra
de males y nos enllena de bienes. Estos y millares de ellos son los que trujo cuando bajó del cielo. Y si acaso ahora no los esperimentamos con tanto colmo, es porque desdijo de sus principios y pasó esta sancta cruz, que, siendo de suyo desabrida y amarga, como pasó por hombres amigos del regalo, volvióse dulce y cruz regalada.
4. Cruz rojiazul en sayal blanco
Y con esto parece que ya queda esta cláusula de la regla declarada y sabido los intentos que el cielo tuvo en hacernos esta merced y darnos este nuestro sancto hábito h blanco con su cruz. Como quien dice: bien parece lo blanco en cruz. Como si dijera: padecer el inocente en cruz i es muy agradable a los ojos de Dios. Que negro en cruz no es bueno, que es decir que padecen por pecados y malhechores. Como quien dice: la cruz no hace al mártir, sino la causa del martirio. Pues, para que j seáis verdaderos mártires de Jesucristo, procurad, hijos míos, ser puros, castos, inocentes y limpios; procurad lavar vuestras vestiduras en la sangre del Cordero 7; y así, limpios y trabajados por Jesús, vestiréis por dentro hábito de la Sanctíssima Trinidad [24r] representado por el de fuera.
¡Qué bien dibujado y pinctado estuvo este sancto hábito en Cristo! Pregunto yo, Cristo ¿no era la inocencia del Padre y cordero blanco sin mancilla 8? Pues quien lo contemplase blanco k por su inocencia y colorado por su sangre derramada y azul por su pasión, bien pudiera decir que vestía hábito de la Sanctíssima Trinidad. Y aun esto debiera de significar la esposa cuando le decía: Dilectus meus candidus et rubicundus 9; blanco y colorado y apasionado por las almas. Y con eso encierra en sí todas tres colores. Y para ser nosotros religiosos perfectos, hemos de ser inocentes y enamorados de nuestro Dios y apasionados por el bien de las almas.
5. El hábito tricolor interior de los Padres Fundadores
Y estos tres colores en grado heroico y eminente los alcanzaron y tuvieron nuestros sanctos padres. Para alcanzar lo blanco, se salieron y fueron a los desiertos y despoblados, donde, batanados con disciplinas y curtidos al sol, salieron blancos. Como aquellas misteriosas ovejas que subieron de l los lavaderos y bebederos de Galat 10. Porque en estos desiertos no les faltó lo que blanqueaba a las ovejas con mayor eminencia, pues sus estanques, arroyos y bebederos eran las fuentes de
Israel; celestial resina habíe m recado, que eran los cilicios con que enplastaban sus cuerpos; y apreturas, que servían de peines que peinaban n los bríos de la carne, para que ni en burlas ni en veras no tuviese orgullo, sino viviese con modestia y humildad.
Y de todas o estas cosas hacían un blanco estos gloriosos sanctos lavado sobre la nieve, salpicado con la sangre voluntaria que cada día derramaban, acompañado con una pasión apasionada por convertir mill mundos, que tantos hubiera, si sus fuerzas alcanzaran a sus deseos. Y con esto, antes de llegar a los pies del Papa, ya iban vestidos del hábito que toda la Sanctíssima Trinidad les había echado allá en sus almas para que, cuando bajase del cielo para vestir los cuerpos, nada hubiese en lo de afuera que no fuese muy conforme a lo de adentro. Que es muy conforme al gusto de Dios que todo ande a una, interior y esterior.
Esto le hemos de pedir con grandíssimas veras a Dios: que le bendiga nuestro interior y le alabe nuestro esterior; que juguemos la espada con dos manos, la derecha, que es el alma, y la izquierda, que es el cuerpo; fuertes en lo interior y fuertes en lo esterior, sanctos y modestos en el alma, puros, castos y limpios en el cuerpo; frailes de la Sanctíssima Trinidad en el cuerpo p, lo seamos también en el alma, para que en nosotros nada haya que desechar para que así nos llevemos los fructos de la cruz de Cristo.