Índice: General - Obra | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText
San Juan Bautista de la Concepción
Obras III - S. Juan B. de la C.

IntraText CT - Texto
Anterior - Siguiente

Pulse aquí para activar los vínculos a las concordancias

- 69 -


XVI. LOS AYUNOS

 

  § 11. En el párrapho once dice nuestra sagrada regla 1 que los religiosos y religiosas ayunen dende la cruz de setiembre a cuatro días en la semana, conviene a saber, lunes, miércoles, viernes y sábado, hasta la Paschua de Resurrección, si no fuere que acaso cayere en alguno de estos días alguna gran fiesta. Advirtiendo que el adviento de Cristo y dende la quincuagésima y los demás días que acostumbra la Iglesia a celebrar, se han de ayunar con el rigor que se ayuna la cuaresma, que es en la comida cuadragesimal, con abstinencia de güevos y cosas de leche. De estos ayunos saca los domingos. Y advierte a los prelados que, con necesidad, pueden a algún súbdito relajarle el ayuno y, si tuviere fuerzas, aumentarlob.

  No creo que será necesario detenernos en buscar los sanctos fines que nuestra sagrada Religión pudo tener en poner tantos ayunos y tan


- 70 -


rigurosos como vienen a ser, porque si, como luego se verá que nos prohíbe el comprar pescado y vino, y güevos no podemos comer en el adviento y cuaresmas, y otros ayunos que la sancta madre Iglesia tiene de costumbre a celebrar, vienen a quedar los más ayunos del discurso del año en pan y agua. Pues digo que no creo será necesario cansarnos en buscar los muchos y sanctos fines que nuestra sagrada regla y sanctos fundadores tuvieron en multiplicar los ayunos y ponerlos rigurosos, pues cada día nos predican sus fructos y bienes que en sí tienen encerrados.

 

 

1.  Para conservar la regla

 

  Pero en particular pueden tener en esta Religión y regla algún fin más particular. Yo pienso quec uno debe de ser que, como estos sanctos dieron principio y obligaron al cielo con sus prolijos, largos y rigurosos ayunos en el desierto para que d les diese regla y ley evangélica en su rigor, quisieron con los propios ayunos disponer a los religiosos de su Religión para la conservación de ella. Porque sabían muy bien que Moisés en el monte con ayunos mereció recebir la ley de Dios 2, y con comidas y banquetes su pueblo la perdía, pues, sentándose a comer, se levantaban a idolatrar 3. Los niños en e Babilonia, [31v] prevenidos con ayunos, echados en un horno ardiendo, no se queman, antes del horno hacen una religión celestial y un templo y casa de Dios donde le dan mill alabanzas; y así le cantan en el propio horno hipnos y psalmos, aguijoneando y incitando a todas las cosas para que alaben a Dios 4.

  Consideraban nuestros sanctos fundadores que este mundo no es otra cosa sino un horno que se abrasa de concupiciencia f, soberbia y presunción 5; y que, para que no nos enpezca sino que antes tengamos más dispusición para le cantar mill alabanzas, quieren que nos prevengamos con sanctos ayunos y abstinencias; y que quien ha de subir con este hábito al monte sancto de Dios, como otro Elías 6, se contente con pan y agua, que más dispuestos estarán así para la larga g y áspera jornada que hacemos para el cielo.

 

 

2.  Para ahorrar en favor de pobres y cautivos

 

  Pudo tener por fin, los muchos ayunos de nuestra sagrada Religión, muchos ahorros para los pobres, que, si los habían de tener en casa, necesario habían de oír sus clamores 7 y les habían de quitar el bocado


- 71 -


de la boca y decir después con el sancto Job 8: tal me venga si comí bocado a solas.

  Pudo tener por fin el considerar de cuánta estima son los gastos h y dineros en los enpleos de los captivos y pobres, y cuán de poco provecho, antes dañosos, en aumentar nuestro regalo y comida.

  Esos ayunos y ahorros nuestros para los pobres son descubridores del grande amor que tiene Dios a los desanparados, menesterosos y pobres, pues para su remedio quita de la congrua sustentación de los que en su casa le sirven. Bien pinctado en lo que hizo el ángel a quien cometió Dios el remedio de Daniel, que estaba i metido en el lago de los leones, cerrado, necesitado, hambriento y afligido. Y pudiendo el ángel ir a casa de un grande y de un poderoso, donde hay grandes sobras en las cocinas y mesas, y tomar de allí lo que tenía necesidad, el sancto propheta no lo hizo, sino que fue y cogió a Abacuc, que llevaba de comer a los segadores, y la quita a quien tan bien la merece y gana como un hombre que, con todo el resistero del sol, está afanando y segando. Que es como quien acá dice: "Quitarlo del altar". Quita la comida a quien tan bien la merece, y da con ella en medio de los leones, donde estaba su propheta 9. Que parece esto era un sermón que tan con antes leía toda la Sanctíssima Trinidad a los captivos, que entre moros están como entre leones, bien necesitados de su remedio: que confíen y esperen en él, que él es el ángel del gran consejo, a quien está cometido su rescate y remedio; que, si para ello fuere necesario quitar el sustento y comida a sus descalzos de la Sanctíssima Trinidad, que en sus penitencias y rigores son mesegueros y segadores, se lo quitará y ahorrará el dinero de un poquito de pescado que han de comer y de un poco de vino; y hará que ayunen [32r] y se sustenten con yerbas a trueco de que haya más para su remedio. Y que, cuando vaya el fraile descalzo a Argel, vaya como un ángel cargado con la comida y sustento de los discípulos que toda la Sanctíssima Trinidad ha escogido para segadores porque habíe mucha mies. Y lo propio digo que sirve de remedio de los pobres que en su hospital están metidos j, cargados de enfermedades, como entre leones, bien menesterosos de este remedio.

 

 

3.  Disposición para la oración

 

  Pudieron tener estos ayunos rigurosos por fin y blanco la dispusición maravillosa que causan y hacen para la oración. Y habiéndose de ocupar en curar pobres y redimir captivos k, obra de charidad l, es bien ayunen ayunos ásperos para que, así dispuestos, granjeen grande oración, en la


- 72 -


cual se enciende el fuego que ha de arder dando salud y remedio a los pobres y libertad a los captivos.

  Para decir de cuánta importancia son los ayunos rigurosos a nuestros hermanos, se había de decir de cuánta importancia es la oración para nuestra vida, costumbres y sanctos ejercicios, para que de lo primero a lo último infiriésemos y conociésemos la asistencia del Spíritu Sancto en esta sancta cláusula. Pues digo lo primero que jamás he visto ni entendido poder haber hombre de grande oración que primero no sea de grande abstinencia. Y, si se advierte, aun en la diferencia de sanctos que hay acá viadores y caminantes para el cielo, que hay algunos hombres que, siendo sanctos, comen bien y, pidiéndolo así su estómago y necesidad, ayunan poco y comen mucho. Estos tales los veo que caminan más por obras heroicas esteriores m que interiores acudiendo al remedio de necesidades del prócximo. Y, por el contrario, hombres abstinentes son hombres interiores, que de ordinario se ocupan en altíssima oración n. La oración la compara san Juan en el Apocalipsi 10 al humo de los inciensos, porque, así como el humo y olor del incienso y pastillas sale del incienso deshecho y quemado, de esa misma suerte las oraciones de los sanctos proceden y salen de unos hombres deshechos y abstinentes.

  En esta verdad, por ser tan clara, no hay que detenernos, que pienso yo no hay hombre seglar que no la entienda; y pudiérase hacer un libro de exemplos de sanctos que, por ese camino, fueron y llegaron a gran perfección de oración tiniendo por satisfación y hartura unas pobres yerbas y otros, unos pocos dátiles y otros, un pobre pedazo de pan traído por manos de cuervos. Y estos tales estaban tan dispuestos para acudir a la oración que, habiéndoseles pasado toda la noche en ella sin acordarse de las necesidades del cuerpo, reñían y formaban amorosas quejas con el sol porque salía a dispertar los sentidos op el alma, contentos con la poca sustancia que les daba y adormidos de suerte que no inquietasen a la querida del sposo 11. ¿Quién no ha oído aquella graciosa riña y contienda que tenía el alma de sancta q Cathalina de Génova con su cuerpo, regateando no lo que le habíe de dar, que él con poco se contentaba, sino el tiempo que en eso gastaba, [32v] pareciéndole aquel tiempo el alma estaba ociosa por no estar entretenida en sus continuos entretenimientos del cielo? Y como nuestra sancta regla pretende que todos nuestros hermanos tengan los suyos allá, quiere disponer nuestros cuerpos con ayunos y ahorrar el tiempo que podíamos gastar en nuestro regalo y en buscarlo, pidiéndonos nos contentemos con ayunos rigurosos de pan y yerbas.

 

 


- 73 -


4.  La medicina de la oración

 

  Diránme sus charidades: Hermano, parece que nuestra regla se ocupa en cosas esteriores, como es redimir captivos y curar pobres, cosas de que decíamos denantes que aun los propios sanctos, caminando por ahí, comían bien y daban al cuerpo lo necesario; parece que, siendo nuestra regla de tanto trabajo corporal, habría de abrir la mano a más regalo y menos ayunos; y, cuando los hubiera, que fueran menos rigurosos. ¿Qué será la causa que quiere a un religioso nuestro para estos exercicios con las disposiciones del que ora y reza, tiniéndolo dispuesto para la cura del pobre y redención del captivo con la preparación que los sanctos tienen para alcanzar de Dios altíssima oración?

  Respondo que pretende nuestra sancta regla que nuestros frailes tanto curen con oración como con medicinas; y que de ellos se pueda decir lo que de san Cosme y san Damián dice su vida 12: que r curaban s no t tanto con medicinas como con oraciones u. Y esto da a entender nuestra sagrada regla en el § [38]: que dice que los religiosos en nuestros conventos tengan oración todas las noches delante los pobres 13. ¡Qué lindo modo de curar enfermos: que, en su medicina y cura, primero se consulte y registre a Dios, que es la verdadera medicina y salud de los enfermos! ¡Qué de veces sucederá disparar el médico en su conocimiento y medicina y, trayendo el enfermero registrada otra de la oración, de quien todos sus remedios son aciertos, sin saber cómo, sanan al enfermo! Yo confieso -y esto ya lo tengo dicho en el principio de la fundación de la primera casa 14- que, admitiendo en ella enfermos, tuvimos muchos de grandíssimas enfermedades, y los curó un médico que no hacía milagros y jamás se le murió hombre; y que él, asombrado de aquello, decía: Padres, no sé qué se es esto, agua que les dé a estos enfermos, con ella sanan. Sanábalos Dios con la consulta que los religiosos hacían con Su Majestad de noche en la oración. De uno sólo podré decir, entre otros, que, estando a la muerte abierta la cabeza -que, siendo segador, no sé qué desgracia le había sucedido-, se levantaba de noche al sereno y hacíe mil desatinos y con ellos sanaba. Yo pienso que estas [33r] curas no las hacían los ungüentos de la tierra, sino los bálsamos que el cielo distilaba a la medianoche -aunque el herido anduviera cogiendo el sereno por los corrales- mediante la oración de sus siervos.

  Y en estos principios cuántas veces nos habrá sucedido tener muchos enfermos y muy peligrosos, y ser tanta nuestra pobreza que para un poco de carnero no alcanzábamos, sino lugar y disposición para que los hermanos se fuesen al coro a rezar por sus hermanos enfermos; y,


- 74 -


sin saber cómo ni de qué manera, hallarlos sanosv. Y yo confieso que muchas veces me ha sucedido que, como he tenido el corazón tan despegado de todo, el que en otro tiempo lloraba las enfermedades de los frailes con estremo, ahora con mucho despego, viendo que yo no podía más y que esta obra no era mía, viendo los enfermos les decía: hermano, rece y luego estará bueno, prométale a Dios ser muy sancto; o: ¡levántese y oiga missa! Y parece que luego huía la enfermedad. ¿Qué es esto? Es, mis charíssimos hermanos, que, si curáremos pobres y tuviéremos hospitales, que entendamos el mayor y mejor beneficio que le podemos hacer al pobre es encomendarlo a Dios, pedirle a Dios la salud; ser tales, tan sanctos y contemplativos que, lo w mucho que ignoran los médicos x de las muchas enfermedades secretas y no conocidas, en la oración lo alcancen y sepan.

  Yo confieso que en Roma estuve un día con un grandíssimo dolor de tripas. Entendieron que me muriera en los padres carmelitas descalzos. Yo no sabía qué era ni de qué me procedía y me veía morir. El padre fray Pedro, prior de aquel convento 15, envió los novicios al coro delante del sanctíssimo sacramento a que hiciesen oración por mí. Y dentro de breve rato vino un hermano, que de parte del padre prior me vino a decir que no tuviese pena, que presto estaría bueno, que me había hecho mal el vinagre que había echado a mediodía en el plato y escudilla. De suerte que para mí tengo por cosa muy cierta que Dios les concedió a aquellos sanctos novicios el conocimiento y remedio de mi enfermedad.

  Y de que en esto ponga nuestra sancta regla más la mira que en otra ninguna cosa es llano, porque, después de haber ordenado la vida del religioso tan rigurosa y penitente, quiriendo el enfermero celestial, dice y manda al enfermo, para que mejor se disponga para recebir estas medicinas que el enfermero le ha de alcanzar del cielo, le dice y manda nuestra sancta regla en el párrapho [36] que ipsa die, qua infirmus apportatus y fuerit ad hospitium, confiteatur peccata sua et comunicet 16; [33v] que el primer día que el enfermo viniere al hospital, que se confiese y que reciba el sanctíssimo sacramento. Que es decirle: Mira, hermano, que los enfermeros que te han de curar hacen a dos manos: con la una acuden a los médicos corporales y a las boticas de la tierra y con la otra a la botica del cielo; y, si el médico de la tierra te prepara y dispone z para la salud con evacuaciones, sangrías, jarabes y remedios, para esa propia salud, que te la sabrá dar Dios como remiendo y añedidura de los demás bienes interiores que está aparejado para darte, te dispone para el recibo de eso con confesión y comunión. Como quien dice al hermano enfermo: Hazte a una con tu enfermero, y verás qué presto alcanzas la salud y tu remedio.

 


- 75 -


Pues enfermeros puestos por las manos de Dios, quieren que hagan a todas manos: que, acudiendo a lo esterior del pobre, acudan a lo interior de su alma. Lo cual con veras y con perfección no se puede alcanzar si no es con ayunos, abstinencias y oración grande.

 

 

5.  La eficacia de la oración para servir al pobre

 

  Ya tengo dicho que, tratando de la necesidad de la oración, se trata de la necesidad de los ayunos que en nuestra sagrada Religión tenemos.

  El religioso cura al pobre con su vigilancia y cuidado, y en la oración cura Dios al enfermero. En la cura del pobre obliga a Dios el religioso, y en la oración le paga, que es Dios muy amigo de pagar al contado. En la oración recibe y en el pobre reparte; en la oración se enllena y con los pobres se vacía.

  Quién ha visto aquellos cazos del agua que sube a Toledo en el alcázar: que es verlos a unos bajar a coger el agua hasta llegar a la madre abajo al río, que es verlos subir y vaciar en los que están más altos y vacíos, para que de mano en mano lleguen arriba, etc. Los religiosos son los que en la oración cogen el remedio a, sustento y medicinas del pobre; en ella se humillan y abajan y rinden mediante el altíssimo conocimiento de Dios, y en esa oración del corazón humilde es donde ese corazón así bajo enllena para subir donde está el pobre y vaciar en él. Así lo dice el Eclesiástico, capítulo 35: Oratio humiliantis non discedet donec Altissimus aspiciat 17.

  En la oración ablanda el enfermero sus entrañas, para curar al pobre con lasb entrañas que cura la mujer para que el enfermo no llore. En la oración el religioso enferma para decir con san Pablo: "¿Quién está enfermo que yo no lo esté?" 18 En la oración, como decíamos denantes, y con las abstinencias y ayunos, están los sentidos más claros, más [34r] dispiertos para oír los clamores del pobre, que, afligido y sin remedio, está aguardando el de Dios y de los hombres. En la oración ama a Dios y en ella apriende cómo hay otro precepto semejante a ése, que es el del prócximo, para que en él cuando le cure, tenga presente la imagen de aquelc de quien es semejante; y que, si a Dios hecho hombre lo tuviera en aquel hospital, que lo curara con vida, entrañas y corazón. Que, pues el pobre es su semejante, que le haga obras semejantes de las que hiciera al mismo Dios. Allí conoce, para su consuelo, que lo que hacen a uno de aquellos pequeñitos lo hacen al mismo Dios 19.

  ¡Qué de cosas ha menester un pobre enfermo en un hospital, que de todo está necesitado y de todos está desamparado! Ha menester remedio para su enfermedad, ha menester consuelo, ha menester entrañas amorosas. No hay niño como un enfermo. Pues ¿qué de cosas tiene


- 76 -


necesidad un niño? Tiene necesidad d de quien le acalle, quien le dé de comer, quien mire por él, quien lo adiestre y traiga en brazos, quien le haga juguetes, quien le vista, quien le acueste y levante. Tiene un niño de tantas cosas necesidad que sólo puede acudir a ellas la madre que lo engendró y lo trujo metido en sus entrañas nueve meses. ¡Seas tú, Dios mío, bendito mill veces! Que, viendo que un pobre en un hospital es tan menesteroso y más que un niño, para que al enfermero no se le haga riguroso el acudir a tantas necesidades y trabajos como trai consigo, quieres tú que primero en la oración lo engendre y meta en sus entrañas; y en ella le enseñas tú que es las niñas de tus ojos, que es su propio hermano, que lo ha de querer y amar como a su propia persona. En la oración, uniéndote tú a un alma, unes el pobre, porque lo tienes por una propia cosa e. Y así, cargado el religioso con Dios y con el pobre, cuando lo ve en una cama, hace cuenta que allí lo pare y que, como hijo nacido de sus entrañas amorosas de charidad, no le ha de dar nada pesadumbre, sino que, como si fuera su hijo pequeñito, le f ha de administrar la comida, lo ha de acostar y levantar, vestir y desnudar. Y cuando como a niño lo viere llorar, lo ha de acallar. Nada le ha de cansar, porque la oración es la que le ha de haber dado fuerzas para todo y amor y charidad para todo.

  Y, si tanto g bien para el cumplimiento de nuestra regla está puesto en la oración, razón será que abracemos con gana los ayunos rigurosos, mediante los cuales se alcanza la oración, madre y maestra del remedio de las necesidades de los pobres. [34v] Por h algo tenían los judíos sus hospitales a las puertas de los templos. Y aun ahora los pobres usan de esa natural discreción: que se van a las iglesias y a las puertas y, donde vos estáis orando, claman y dan voces, porque, si el que entra en ellas reza y es siervo de Dios, no dudo sino que, en la oración que allí ha tenido con Dios, habrá ablandado el corazón para que i se derrita y corra hasta enllenar el corazón del menesteroso, y en ella aprienda una de las muchas liciones que Dios lee del bien de la charidad. Y, como luego se topa al pobre, que es su condicípulo en la misma academia, luego pasa la propia lición j, pone exemplo y la ejercita.

 

 




1 "Ieiunent ab idibus Septembris secunda, quarta et sexta feria et sabbato, nisi sollemnis festivitas intervenerit, usque ad Pascha: sic tamen, ut ab Adventu usque ad Nativitatem dominicam et a Quinquagesima usque ad Pascha, exceptis dominicis diebus, in cibo quadragesimali ieiunent et alia similiter ieiunia quae consuevit Ecclesia celebrare. Potest tamen quandoque minister ieiunium cum discretione relaxare propter aetatem vel viam et aliam iustam causam vel facultate inspecta etiam augmentare" (Regla, art.11).



a  corr. de setiempre



b rep.



c  sigue lo tach.



d sigue el tach.



2 No se dice que Moisés ayunara, pero su permanencia de cuarenta días y cuarenta noches en el monte Sinaí induce a pensar en los cuarenta días de ayuno de Cristo en el desierto. Cf. Ex 24,12-18.



3 Cf. Ex 32,1-6.



e sobre lín., en lín. de tach.



4 Cf. Dan 3,19ss.



f corr.



5 Cf. 1 Jn 2,16-17.



6 Cf. 1 Re 19,4-8.



g sigue jornada tach.



7 Cf. Ex 3,7.



8 Cf. Job 31,17.22.



h  sigue en tach.



i sigue en tach.



9 Cf. Dan 14,31-39.



j sigue co tach.



k sigue es bien tach.



l ms. haridad



m  sigue más tach.



n sigue a tach.



10 Cf. Ap 8,4.



o sigue que estaban tach.



p sigue tenía tach.



11  Cf. Cant 2,7.



q sigue Angela tach.



12 Se leía en el breviario (27 de septiembre): "...non magis medicinae scientia quam Christi virtute, morbis etiam insanabilibus medebantur".



r  sigue non tach.



s corr. de curabant



t ms. non



u sigue que ha tach.



13  "Singulis quoque noctibus, ad minus in hospitali coram pauperibus [...] comunis fiat oratio" (Regla, art.38).



14 Cf. Memoria de los orígenes de la descalcez trinitaria, 41,5 (II, 339-342).



v  ms. sanctos



w sigue que tach.



x corr.



15 Santa Maria della Scala, en el Trastevere romano.



y ms. asportatus



16  "Ipsa die, qua infirmus venerit vel apportatus fuerit, de peccatis suis confiteatur et comunicet" (Regla, art.36).



z sigue para tach.



a  sigue y tach.



17 Eclo 35,21.



b sigue de la tach.



18  2 Cor 11,29.



c sigue que tach.



19  Cf. Mt 25,40.



d  sigue q tach.



e sigue como tach.



f ms. lo



g sigue to tach.



h ms. con



i sigue corra tach.



j corr. de liciend






Anterior - Siguiente

Índice: General - Obra | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText

IntraText® (V89) Copyright 1996-2007 EuloTech SRL