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San Juan Bautista de la Concepción
Obras III - S. Juan B. de la C.

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XVIII. NECESIDAD DE AYUNOS EN LAS MONJAS

 

  Ahora, pues, digamos cómo lo puede ser para las monjas esta cláusula, que ellas no han de curar pobres y, al parecer, no tener hospitales.

 

 


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1.  "En orden a la caridad para con los pobres"

 

  Respondo que tanto más les es necesaria esta cláusula de los ayunos que a los frailes, porque, siendo mujeres encerradas y menos ocupadas, ha de ser gente de más oración y, para la tener, han menester ayunar. Y, como gente más apartada de las cosas de acá fuera, han menester estar más alerta con las abstinencias para mejor poder oír los clamores de los que andan por las calles hambrientos y necesitados. Y que, si ellas corporalmente no curan pobres, dispuestas con la oración a, los curen espiritualmente. Y también para que aun de lo necesario tengan siempre sobras con que ayudar a aquellos cuyob remedio lo puso Dios en los religiosos de la Sanctíssima Trinidad.

  [36v] Serán de grande inportancia estos ayunos a nuestras devotas monjas en orden a la charidad para con los pobres, porque, ayudando ellas con su parte, serán más socorridos y los frailes más ayudados porque tendrán más que poder dar. Abrásese el mundo con charidadc, no haya hombres ni mujeres que no tengan rompidas las entrañas y que todos a una derramen compasión, ya ayudando con oraciones, ya quitando de su sustento. Que, si son mujeres encerradas en quien está esta charidad, sabiduría tiene Dios de buscarles ocasiones extraordinarias como y cuando la han de poner en execución.

  ¿Quién no ve lo que el evangelista dice de Cristo, cuyas amorosas entrañas andaban entrañadas en los pobres más apartados, escondidos e inposibilitados de llegar a beber de esta fuente sellada d y pozo cerrado 1? Pues, cuando más cargado de gente, más apretado, que no habíe por donde pudiese llegar un pobre tullido paralítico, destechan una casa y lo descuelgan por un agujero y dan con él sobre la cabeza de Cristo 2, para que lo cargue y eche sobre sus hombros, sobre quien su Padre tiene puesto el remedio de las criaturas.

 

 

2.  Dios inspirará cómo servir a los pobres

 

  No hay que decir, mis hermanas, que son mujeres encerradas, inposibilitadas de la administración de los pobres, que no tienen para quién sean las sobras, que no han menester ayunar. Que, si en ellas hay charidad, compasión y deseo de remediar necesidades, a Dios y a su sabiduría le queda el modo con que esos deseos se han de poner en ejercicio. Bien guardada y retirada estaba sancta Chatarina de Sena y, en muchos lugares diferentes, estando ella llena de charidad y compasión, se le apareció Cristo hecho pobre pidiéndole limosna. Y, siguiéndola un día una y otra vez, con muy buenos despachos que siempre llevaba, la fue siguiendo hasta la iglesia y, llegándose a ella en una capilla, le pidió limosna; y, no tiniendo qué darle, viéndose en aquel


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lugar secreto, se quitó un manteo interior y se lo dio. Y, a la salida de la iglesia, tornó otra vez; y, congojándose por no tener qué darle, se sonriyó el pobre, y entonces lo conoció 3.

  ¡Seas tú, Dios mío, bendito!, que no quieres perder ocasión. Tú, Señor, siendo rico, que enriqueces las almas, te haces pobre y te entras en los retretes escondidos, para que no se pierda la obra de charidad e, con que el hombre queda hecho rico 4.

  Y, cuando eso no sea, no siempre se coge el agua en sus propios manantiales, [37r] que suele correr y llegar donde el chico y el grande sin embarazo la coge, enllena su cantarillo y echa a buzas. ¡Oh Señor de mi alma y Cristo mío!, tú dices que eres agua viva y el que la bebiere, por grande sed que tenga, quedará reparado y no tendrá más sed para siempre jamás 5. Subióse esta agua, para los hombres tan necesaria, a un monte. Tuércese la llave, derrámase esta agua con altíssima sabiduría, va un golpe para los pobres. No lleva menos f corriente consigo que el reino de los cielos. Y así dice: "Dichosos los pobres, porque suyo es el reino de los cielos" 6. Otro conduto va a la boca de los que lloran, que, aunque agua es la que por los ojos derraman, es agua que enciende fuego, como la que se echa en la cal, y han menester g la que nace de Cristo para que se les pueda decir que con ella, aunque más llorosos estén, serán consolados 7.

  Otro golpe de agua va a los mansos h, que, por no perder su paz, gustan de perder la tierra y no tener en ella posesión a trueco de no tener guerra ni verse ante justicia. Que esta agua, aunque clara más que el cristal, trai consigo posesión de tierra de los que viven 8. Ordinario es que donde vuestras i canales vierten el agua, tenéis posesión, y no pequeño dominio, sobre la casa ajena donde cain las aguas de vuestra casa. Créanme, mis hermanos, que aquellos que en este mundo gozan de esta agua divina, cuyas vertientes bajan del cielo, que, gozando de ellas en la tierra, será señal que el cielo y la tierra será nuestra, etc.

  Finalmente Cristo Jesús, allí subido en aquel monte, se sentó y abrió su boca j y enpezó a predicar y publicar aquellas siete bienaventuranzas 9, como quien de asiento promete aquellos bienes que por su boca ofrecía y derramaba. Pero, como los pobres, cojos y mancos y menesterosos no habían podido subir a coger arriba esta agua, donde el Hijo de Dios la derramaba, habiéndose quedado en el valle, determina el mismo Dios y Señor nuestro bajarse abajo, donde todos llegan y se echan a buzas y cogen el agua, con que remedian sus necesidades. Yo confieso, mis charíssimas hermanas, que los retretes donde están encerradas es un monte alto, tan alto que al más poderoso no le es lícito subir, pero,


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si Dios les ha communicado [37v] compasión para con los pobres, Dios dará trazas para que esa charidad salga fuera, do está el pobre en el valle inposibilitado de poder llegar donde vuestras charidades están. Allí la podrán coger y remediarse con ella, y vuestras charidades ganar el premio de su limosna.

 

 

3.  Dos modos de socorrer a los pobres

 

  Dos cosas decimos aquí y entramas las hemos pegado y juntado en una: los ayunos en orden a los pobres, los ayunos en orden a la charidad, los ayunos en cuanto cercenamos nuestras necesidades, supliéndolas con menos, porque podamos acudir con algún remedio a los pobres. Y aunque esta cláusula, en este sentido, directamente va hablando con los k religiosos, muy entrañado tiene en sí a nuestras hermanas las monjas, porque, como son mujeres, tan inclinadas de suyo a la charidad, limosna y enfermería y regalo para con los pobres enfermos, podremos decir que, en el fin que esta cláusula y parágrapho tiene, les cayó la sopa en la miel y que a nuestras monjas quiso Dios perficionarlas en lo natural, y no distruirlo. Como quien dice: Sois mujeres compasivas, charitativas, piadosas para con los enfermos. Yo os quiero dar unos enfermos que no tienen dueño l, porque todos los dejan desamparados. Y así será bien que esa compasión y blandura la derraméis en campos que, por no tener quien los riegue, están secos; que, como pobres menesterosos en quien ese bien se hace, será semencera hecha en tierra bien estercolada, que dará y llevará cien por uno.

  Sólo estamos ahora en los medios con que nuestras sanctas hermanas puedan ejercitar esta limosna y hacer esta charidad. Y digo que de dos maneras. La primera, hecho su conventico devoto y sancto, si tienen fundador, o si no, con los dotes que van entrando, ¿quién les podría quitar -como ahora las demás monjas tienen, un cuarto para los vicarios y para los güéspedes- no tener aquel cuarto dedicado para curar en él una docena de mujeres pobres y honradas, con dos donadas o tres andadoras que las curasen, y ellas dentro haciendo regalos y cociendo los pucheros, tiniendo una reja alta a la enfermería para poder tener cada noche oración delante las m mujeres n pobres, según la regla ­manda 10?

  Y, si ese medio pareciese dificultoso, hay otro más suave y menos costoso, y es que sustenten dos hermanas donadas que sólo se ocupen en acudir a los hospitales y llevar regalos a los enfermos; y hacer y ejercitar por terceras personas lo que, por estar inposibilitadas, por las suyas no pueden. Mujer era Marta, y está la Iglesia de Dios honrada con los servicios que hizo a Cristo en su propia persona 11. Y aunque no es de mujeres ceñir espada ni salir a la guerra, honra fue de los


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hebreos haber tenido mujeres que alcanzasen grandes victorias, que desollasen y matasen capitanes de los ejércitos contrarios. Bien veo que esto de curar pobres es más de hombres que de mujeres [38r] encerradas, pero, si quiere Dios darnos mujeres y monjas tan fuertes que, jugando la espada con dos manos 12 guardando el recogimiento de monjas encerradas, acuden a una obra tan heroica con ayudar a la cura y remedio de los pobres en una de las dos maneras que arriba queda dicho, lo cual, así como Judic fue por su hazaña honra de Israel 13, lo fuesen nuestras monjas honra y gloria de nuestra sagrada Religión, ¿por qué no lo hemos de estimar y procurar?

 

 




a  sigue los tach.



b ms. cuyos



c ms. claridad



d corr. de cerrada



1 Cf. Cant 4,12: "Hortus conclusus, fons signatus".



2 Cf. Lc 5,19.



3 Cf. RIBADENEIRA, P., Flos sanctorum, Venezia 1614, I, 419.



e  sigue letra tach.



4 Cf. 2 Cor 8,9.



5 Cf. Jn 4,10-14.



f sigue consigo tach.



6 Mt 5,3.



g sigue letra tach.



7 Mt 5,5.



h mansos tach., sigue pacíficos sin tach. El primero es el término exacto según el evangelio.



8 Cf. Mt 5,4.



i corr. de las



j sigue dar tach.



9 Más bien, ocho bienaventuranzas. Cf. Mt 5,1-12.



k  sigue pobres tach.



l sigue si tach.



m corr. de los



n sobre lín.



10 "Singulis quoque noctibus, ad minus in hospitali coram pauperibus... comunis fiat oratio" (Regla, art.38).



11  Cf. Lc 10,40-42; Jn 12,2.



12 Reminiscencia de Jue 3,15.



13  Cf. Jdt 13-16.






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