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San Juan Bautista de la Concepción
Obras III - S. Juan B. de la C.

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XXVI. ESTOMAGOS RELAJADOS EN LA RELIGION

 

  Yo me holgara, pues aquí tratamos de abstinencias, de ayunos y relajaciones, tratar la causa de la relajación de muchos estómagos que hay en la Religión, que truecan y vuelven la comida.

 

 

1.  No querer reducir la comida

 

  Y una razón es porque, mudando estado y ejercicios en la Religión, no quisieron mudar la cantidad de los manjares, sino que quieren comer tanto en cuantidad en la Religión, tratando de oración y de recogimiento,


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como cuando andaban en el siglo dando siete vueltas a las calles cada día. Porque, aunque es verdad que en la Religión es nuestra ordinaria comida pan y yerbas, tanto pan podría comer que en cantidad correspondiese a todo lo que en el siglo comía; y el manjar es tan recio o más, el calor menos por el poco ejercicio. O se le han [58v] de hacer opilaciones o a buen librar lo ha de vomitar.

  Paréceles a ellos que, porque en el siglo comían mucho, que también han menester satisfacerse acá de aquella manera. Y no consideran que los manjares que comían en el siglo eran buenos y los que come en la Religión son malos; y de lo malo poco es mejor. Y más, que en el siglo no digería la mitad de lo que comía, porque, como dicen, del que abarca mucho que aprieta poco. Así el estómago, abarcando mucha comida, la aprieta poco para se aprovechar de su sustancia.

  Porque el estómago es como un alquitara, que coge y recibe flores y distila la sustancia pura y arroja luego a lo superficial. Llano es que tantas yerbas y flores se podrían meter y apretar en el alquitara que se estorbase la mucha materia para que no distilase. Así digo yo que en el siglob al estómago se le da mucho y se aprovecha poco de todo lo que se le da, pero en la Religión de lo poco se le pega mucho. Llano es que, si una olla la enllenan mucho y le aprietan lo que echan en ella, que se ha de salir o pegarse a la olla; y no hará esto, si lo que echan en ella es moderado. Los seglares que se enllenan y rellenan, no hay que espantar que la olla se pegue, que den en opilaciones o que se salga vomitando y relajando el estómago. Pero un religioso, contentándose con poco, estará libre de esos inconvenientes y eso le podrá servir de remedio para si acaso vomitare.

 

 

2.  Diversas causas del vómito

 

  Algunas veces el vomitar me ha procedido a mí de algunas cosas que diré, aunque pocas veces. Yo confieso que he sido afligidíssimo de la sed. Y también digo que en mí ha procedido de diferentes causas. Al principio procedió de causa muy natural por ser colérico y, para cocer poca comida, había menester mucha bebida; y como era la más agua, algunas veces no la podía abrazar toda mi estómago y me provocaba a vomitarla. Y esto bien sé han sido raríssimas veces. Otras me procedía de demasiado cansado, no tiniendo siempre fortaleza para vencerme en esto. Y yo pienso que esto es muy dañoso, porque se pasa el cansancio y se queda el agua cruda en el estómago y ha de causar indigestiones o se ha de vomitar. Otras veces se me causaba esta sed de algunas ansiedades interiores, que, si me dieran una tinaja de agua, no me satisfaciera; [59r] y esta sed bien veía yo no estaba en el gusto o paladar, sinoc allá en las entrañas. Y si, cuando bebía desta manera, se me pasaban presto aquellas ansiedades, antes de la enpezar a digerir la vomitaba. Otras veces, cuando a prima


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noche bebía, como en el estómago habíe poca comida, a la mañana d con cualquier alteración me venían bascas para vomitar. Y así es necesario procurar evitar todas estas causas para que los estómagos de los religiosos no se descompongan ni estraguen.

  De mil cosas naturales pueden proceder, que más pertenece el conocimiento de ellas a los médicos que a mí. Pero cierto que muy de ordinario habían de curar muy diferente a los religiosos que a los seglares, porque se les trueca el natural en la Religión. Y los médicos, como de ordinario están enseñados a curar los seglares, quieren por los discursos y filosofías de ellos curar a los pobres religiosos, que, si Dios milagrosamente no los sanase, las más veces los echarían a perder.

  Todo esto se ha dicho para advirtir al prelado aquella partícula de la regla: que el ayuno lo procure relajar con discreción. Que yo pienso quiere decir con oración y luz del cielo, porque de esta materia no se puede dar doctrina común y tratar de singulares es inposible. Así dejémoselo a su discreción.

 

 




a  sigue el tach.



b corr.



c sigue ay tach.



d  sigue q tach.






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