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San Juan Bautista de la Concepción
Obras III - S. Juan B. de la C.

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XXVIII. DOMINIO DE LOS SENTIDOS

 

1.  Los sentidos al servicio del alma

 

  Los sentidos son como unos arbañales o desaguaderos de las cosas superfluas que hay en la casa, por donde se desagua para que no se anegue; y si éstos se tapasen, corre peligro. Y no hay cosa con que se tapen y cieguen a mejor que con la abundancia de los manjares. Y, éstos tapados, necesariamente la casa ha de estar llena de inmundicias y no han de dejarb desaguar el alma. Quiero decir que, cuando estos sentidos están bien dispuestos, los ha menester el alma desenbarazados y limpios, porque por los ojos desagua sus melancolías y tristezas, por la lengua desagua sus obligaciones alabando a su Dios, y así de las demás partes del cuerpo cada una acommodada a su officio. Sirven


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también estos sentidos, como arriba queda dicho, de puertas por donde al alma le entra la [61r] lluvia del cielo, y es menester estén desenbarazados y abiertos.

  Aperic os tuum, et implebo illud 1; abre tu boca y te la llenaré. La boca del alma son estos sentidos, por ellos entran las figuras y phantasmas de las cosas al entendimiento agente. El lo masca, ablanda y dispone para que así de ello se aproveche el entendimiento posible; y de en mano en mano va hasta engordar la voluntad. Parece este nuestro basto cuerpo con sus sentidos como un cernadero -que así lo llaman las lavanderas- o colador, que es de un lienzo grosero y basto que ponen encima d de la ropa de lienzo delgada, encima de las holandas y ruanas e, lleno de ceniza de paja y agua caliente, que su poco a poco va distilando aquel agua linpia y pura que quita las manchas y blanquea la ropa, dejándose fuera y en sí aquellas materias bastas, cenizas y carbones que llaman cernada. De esa misma suerte este nuestro cuerpo, que ve y goza de todo lo criado y visible, que en comparación de lo invisible es cernada, es ceniza, paja y carbón, en él se queda todo eso grosero y basto, pero tejió Dios ese basto cernadero y cuerpo grosero tan claro y trasparente que por sentidos f percibe y distila una agua pura y fuerte, con que ayuda a lavar y blanquear la delgada holanda que es el alma. Y aunque es verdad que este cernadero no sirve de otra cosa, con todo eso se procura tener linpio para que linpiamente haga su oficio. Y así también es menester linpiar y desenbarazar nuestro cuerpo de la demasía g de manjares, aumentándole los ayunos, para que haga bien su oficio.

  Llano es que, si vos enviáis un presente con un paje goloso a vuestro amigo, que corre peligro que no lleve la mitad. Y si estos sentidos son pajes del alma, con quien Dios le presenta la hermosura, belleza y grandeza de todo lo criado, que, si ellos son golosos, que ningún recado darán con fidelidad, quedándose ellos con la golosina y aprovechándose de los presentes para sus antojos, desperdiciándolos, que, en fin, como no presente para ellos, no lo saben estimar en lo que es razón. Que si ellos la hiciesen la razón h guardando lealtad con el alma, su parte les cabría. Como la discreta i señora a quien le han traído un presente, que lo primero que hace es darle al criado un pedazo, que, en fin, lo trujo y se le debe pagar y agradecer su trabajo. Eso es cierto que hace el alma con el cuerpo que le ha guardado j aquella fee y lealtad que conviene: que le da que mire, [61v] güela, palpe, oiga, guste de todo lo criado.

  Que era lo que hacía aquella sancta Angela de Fulgino, a quien elevaba la vista y hermosura de las cosas criadas, que hablaba con sus


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ojos y los demás sentidos después de haber recebido la buena obra de ellos y les decía: Ea, ojos, mirad esos cielos y su hermosura, que paño han de ser de pies de los que, levantados con k el conocimiento de lo criado, cada día saben más alabar a Dios.

  Díganme, mis hermanos, si un amo tuviese un criado que lo enviase a la plaza por algún recado de priesa y él, descuidado, se estuviese entretenido jugando con otros muchachos, llano es que lo echaríe de casa. Si un cazador soltase un halcón por la caza y él, después de cogida, se la comiese, y el galgo tras la liebre no la trujese a su amo, claro es que a estos tales animales que les quitaríen la vida y no los tendrían en casa. ¡Oh Dios mío!, y qué hay de hombres en el mundo cuyos sentidos no train recado por que el alma los envía, antes, entretenidos en sus gustos y contentos acá fuera, no les da el alma un alcance de vista; y si ellos son los gerifaltes del alma, la caza ellos se la comen y para sólo ellos nacieron.

 

 

2.  Remedio para los sentidos desordenados

 

  A estos tales l criados y sentidos tan mal ordenados, el verdadero religioso cúrelos y remedie un tan grande daño. El remedio que tienen es el que tienen los cazadores: que dos días antes que hayan de hacer la caza m, matan de hambre a los animales con quien han de cazar, que, en fin, por la parte que les cabe hacen bien su oficio. Porque no hay dudar sino que, si de la mano del cazador salen hartos y satisfechos, que no querrán trabajar sino entretenerse con los pájaros; que, si ellos tuvieran hambre, cazaran de buena gana. Lindo modo, para que el cuerpo cace y sus sentidos y den provecho al alma, aumentarles los ayunos a cada uno según su manjar y comida, que, en fin, por la parte que les cabe, gustarán de hacer bien su officio.

  Pero díganme ¿qué caza ha de hacer el hombre que trai su cuerpo satisfecho, sus ojos hartos de mirar y así de los demás? Llano es que, como gente contenta y satisfecha, se ha de procurar entretener acá fuera sin provecho del alma. Y han de ser como el cuervo que echó Noé del arca en tiempo del [62r] diluvio, que se quedó en los cuerpos muertos haciendo en ellos su carnecería n, dejando al buen viejo 2 Noé y su gente sin darles nuevas de lo que por de fuera pasaba o. Cuervos me parece que son los sentidos de los del mundo, que, saliendo acá fuera, se encarnizan en estos cuerpos muertos y cosas visibles, sin volver con el recado al alma, que está ahí metida como en arca deseando saber cuándo ha de cesar esta tormenta, clausura y tinieblas que tiene en este cuerpo mortal.

 


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Pero, en los justos y discretos religiosos, que su cuerpo lo tratan como deben y tienen enseñado a razón y justicia, hace lo que p la paloma que después envió el sancto Noé: que, volviendo con un ramo de oliva en el pico, dio un buen día al que estaba metido entre tablas 3. ¡Oh, qué contento recibe el alma cuando ve que los ojos, con la simplicidad de paloma, entran representando al alma encerrada la grandeza de la misericordia de Dios, ramo y consideración cogida de ver la mano liberal de Dios con que premia, paga y sustenta sentidos que mañana serán tierra!

  Ea, mis hermanos charíssimos, dispongamos nuestros cuerpos aumentándoles los q ayunos, para que por sus sentidos entre el olor de los ungüentos r que Dios está derramando acá fuera. Entre el grito y voz del sonido y ruido que hace esta máquina criada; goce de la blandura con que Dios estiende sus cielos para los bienaventurados, como si fueran pieles y blandos pergaminos, para que el alma guste de la suavidad con que acá fuera tiene dispuestas todas las cosas.

  ¡Oh hombres que vivís en tinieblas, y si supiésedes cuántas pasa el alma ahí encerrada, sujeta a criados descomedidos, lerdos y mal mandados, que son esos vuestros sentidos, y qué buscaríedes de remedios para la consolar! ¡Qué de ayos daríamos a los sentidos para que les enseñasen crianza y que fuesen ligeros, liberales y fieles! ¡Terrible cosa el alma tan noble encerrada, como dice san Pablo, en vaso de barro 4! Que aun si fuera de vidrio, que es trasparente, pudiera por él, como por celugía, gozar de lo de por acá fuera. Pero dice que es de barro, significando la obscuridad y tinieblas con que allá dentro vive. Y que, si no es adelgazando ese barro, cociéndolo para que se haga vidrio, no puede ver nada; o hasta que se quiebre y quede libre de la muerte de este cuerpo, que entonces la propia alma se servirá y administrará lo necesario, sin tener necesidad de sentidos.

 

 

3.  Quitar fuerza a los sentidos

 

  Y si en cuanto [62v] sentidos aprovechan y sirven, cuando no sienten no podrán hacer bien su oficio. Pues, al que no siente, darle trato de cuerda, que él volverá en sí. Ven aquí otro ayo que enseñe crianza a los sentidos: la disciplina, el cilicio y aspereza. Que con esto, si ellos se han adormentado en los regazos de las cosas de la tierra, como otro Debora en los de Dalila 5, entrarle un clavo por las sienes, que él s dispertará.

  No se podían averiguar los philisteos con Sansón: hacíales mil desafueros. Pues en verdad que buscaron ardid para lo traer a su mandado y echarlo en una atahona que moliese; y esto hicieron cortándole los


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cabellos, donde tenía su fortaleza 6. Cosa notable que, siendo los cabellos las superfluidades del cuerpo, en ellos estuviese tanta fortaleza como Sansón tenía contra tantos philisteos. ¡Seas tú, Dios mío, bendito! Que, cuando los sentidos están con su fortaleza, no puede el alma averiguarse con ellos: hácenle mil desafueros y malos tratamientos. Su fortaleza la tienen estos sentidos puesta en los cabellos, en las cosas superfluas de que gozan, en el demasiado comer, beber, mirar, palpar y gustar. Pero el justo, que les entiende y sabe las tretas y do tienen su fortaleza, remédiala con cortar estos cabellos, quitarles estas superfluidades, añidiéndoles ayunos y abstinencias. Y con este remedio que hace el alma con ellos, esle fácil el aprovecharse de ellos y echarlos a moler estas cosas groseras de acá fuera; y que hagan la harina de que antes decíamos que, metida en polvo allá en el alma, de su flor florea pan t con que se sustenta su entendimiento y voluntad.

 

 

4.  Sacarlos de su ámbito y recogerlos

 

  También es remedio para un criado, que sea quien debe, sacarlo de su tierra, que, como en ella tienen tantos amigos y están enseñados a sus pucheros y tienen sus rincones y escondridijos, no hay quien se averigüe con ellos u; y en la ajena no tienen qué hacer ni en qué ocuparse, si no es en lo que su amo les manda. Y esta dicha tienen los religiosos, que sus sentidos los sacaron y apartaron del mundo: que, como les quitaron sus pucheros [y] rincones donde se ocupaban y entretenían, ya no tienen qué hacer sino lo que su amo el alma les manda, y así acuden con presteza a hacer sus representaciones.

  De donde vengo a entender la causa por qué dicen que un hombre, metido en un pozo muy hondo v, al mediodía ve las estrellas del cielo. Y es la causa [63r] que, como el hombre allí metido tiene la vista como fuera de su tierra recogida y no tiene donde divertirse ni rincones donde detenerse, hace con cuidado lo que su amo le manda, y así va con más presteza al cielo y percibe en medio de los estorbos de la luz del sol las pequeñas strellas. Que, en fin, como dice Aristóteles, pluribus intentus minus fit quoad singula sensus 7; derramados los sentidos, menos fuerza tienen que cuando los ocupan a sola una cosa. Y aun por eso decía David que clamaba a Dios de los profundos 8; que procuraba apartarse de estas llanuras, donde los sentidos se derraman; metíalos en pozo, en profundidad; apartábalos de su tierra. Administrábanle lo necesario y, con tal manjar que los sentidos así recogidos daban, cobraba brío para dar voces a su Dios.

 


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También veo que el remedio, para que estos sentidos se recojan, es bueno el aumentar el ayuno y abstinencia. Acá solemos decir, cuando uno se pasea, que parece ha comido cazuela. Y si nosotros regalamos a los sentidos, claro es que se han de pasear y se han de andar a sus anchuras, como gente cenada. Los hebreos, que en su tierra tenían por ocupación encordar sus instrumentos músicos y decir sus cantilenas 9, cuando los sacaron de ella y los llevaban presos a Babilonia, determinaron de colgar sus instrumentos y derramar lágrimas, acordándose de la dulce Sión; dando por razón de aquel trueco y mudanza el verse en tierra ajena 10. ¡Seas tú, Dios mío, mill veces bendito!, que el hombre que de la tierra hace propia habitación, sólo tiene por ocupación encordar instrumentos y hacer música a los sentidos, pero el justo, que los captiva y prende y trata como a esclavos y les da a comer por onzas, éstos truecan la ocupación, cuelgan las ocasiones y derraman lágrimas aprovechándose de sus sentidos, acordándose de ti, dulce Sión, que propio officio es ése de gente desterrada y captiva.

  De donde se acaba bien de inferir que el aumentar nuestra sagrada regla los ayunos, es disponer los sentidos para mejor tratar con Dios y tener más oración.

 

 




a  sigue q tach.



b de sobre lín.



c  sigue ostu tach.



1 Sal 80,11: "Dilata os tuum, et implebo illud".



d corr.



e ms. ruanes



f sigue distilla tach.



g corr. de demasiada



h la razón al marg.



i ms. distreta



j que-guardado sobre lín., en lín. guardándole en esto tach.



k  ms. cone



l sigue sent tach.



m sigue los tach.



n corr.



2 Cf. Gén 8,6-7.



o ms. pasaban



p  sigue el tach.



3 Cf. Gén 8,10-11.



q corr.



r ms. güentos



4 Cf. 2 Cor 4,7.



5 Más bien, fue Yael quien en su tienda hincó una clavija en la sien a Sísara, mientras éste dormía. Cf. Jue 4,21.



s sigue mori tach.



6 Cf. Jue 16,19-21.



t  sigue para sin tach.



u sigue eso tach.



v sigue al medio tach.



7 Adagio nedieval anónimo, cit. por ejemplo por Tomás de Kempis (Dialogi novitiorum, 2,18) de esta forma: "Pluribus intentus minor est attentio ad singula". Tomás de Chobham (Sermones, 17) escribe: "Poeta etiam ait: Pluribus intentus minor est ad singula sensus".



8 Cf. Sal 129,1.



9 Cf. 1 Crón 15,16; 2 Crón 9,11.



10  Sal 137,2-4.






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