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San Juan Bautista de la Concepción Obras III - S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
INTRODUCCION
1. Con el mismo epígrafe que aquí se lee, el presente texto ocupa los folios 87r-120v del volumen VI autógrafo, cuya paginación es toda del autor. Observamos a este respecto que, por descuido, se salta el folio comprendido entre el 107 y el 108, que nosotros hemos designado 107bis. Téngase en cuenta, por otra parte, que todos los títulos y subtítulos los hemos agregado nosotros. El examen interno y morfológico del manuscrito, en su encuadre global dentro del volumen 1, induce a sostener como muy probable que fue redactado en Madrid por abril o mayo de 1606, a excepción de diez folios (110v-120v), que forman un cuadernillo añadido por enero de 1607.
2. La descalcez trinitaria contó desde el principio con tres categorías de religiosos: los destinados al coro (sacerdotes y coristas), los legos y los donados. Superados tres años de probación (los dos primeros a título de huéspedes y el tercero en calidad de novicios) -frente a uno de los legos- los donados emitían los tres votos esenciales, por lo que, en palabras del autor, eran "verdaderos religiosos", "verdaderos profesos". Les distinguía, en su porte exterior, una capa algo más larga de lo habitual, el no llevar capucha o capilla ni corona o cerquillo y, a diferencia de los legos, la carencia de barba 2. Pero al inicio se formó la "opinión muy probable" de que los votos que emitían "no eran solemnes, porque de esta especie de religiosos no se hace mención ni en la Regla ni en la bula con que se erigió la Reforma; y algunos, siguiendo este dictamen, se volvían al siglo o se pasaban a otras religiones". Para disipar toda duda se recabó un breve de Paulo V (17.8.1611), donde se declara a los donados vere religiosos y, por tanto, perpetuamente ligados a la congregación (opinión que defendía el Reformador), al mismo tiempo que se les prohíbe pasar a la condición de legos. Debido a que la Regla no los menciona y "porque no hubiese tantos hermanos" 3, otro breve, de Urbano VIII (29.10.1634), decretó su extinción 4; "y de todo punto se acabaron los donados, dando capillas a los que entonces había" 5.
3. El amor preferencial de nuestro Santo a la condición de los hermanos donados aflora desde las primeras palabras: "Siempre entre nosotros he alabado el hábito de nuestros donados y siempre he sido aficionado a él. Y confieso con toda verdad que, si hoy hubiera de entrar religioso, tomara su hábito y no otro". Además,
no tiene inconveniente en exteriorizar repetidas veces su desafección a los hermanos legos, sosteniendo que la descalcez no los necesita. Por las tareas en que se ocupaban los donados (cuestaciones, cultivo de la huerta y, en general, trabajos físicos), el Reformador los juzgaba parte necesaria del instituto. Al contrario, en los legos, no dedicados de lleno ni al coro ni a tareas materiales, veía un grupo inútil y poco concorde con las exigencias de la humildad; un sector que, si fuera por él, ya lo hubiera cancelado. Recuerda cómo fue Elías de San Martín, OCD, visitador de la descalcez, quien, en contra de su voluntad, introdujo legos. Pero en seguida anota que la presencia de los legos sirvió de tentación para los donados, muchos de los cuales optaron por pedir capilla, esto es, el pase a la categoría de legos. La experiencia negativa de otras órdenes y de la propia descalcez trinitaria acerca de los legos, así como la positiva acerca de los donados, le mueve a afirmar que Dios "gusta" de éstos, y no de aquéllos, en la descalcez. Más adelante, en otro escrito del presente volumen, se refiere significativamente a "unos hermanos legos que hay en las religiones, que, como gente desocupada en el coro y en el salir fuera, son ya más bachilleres que los predicadores. Leen libros, estudian conceptos, juntan frailes y parlan sermones, que doy a Dios de lo que sirve todo sino de mostrar alguna altivez que tienen allá dentro, que, habiendo buscado capillas en sus vocaciones, buscaran coronas ahora si pudieran" 6.
Concluye su planteamiento: "Acerca de esto de no querer legos Su Majestad en esta sagrada Religión, no hay que andar scudriñando más razones de ver que en esta Religión no ha menester haber medios entre los coristas y donados, sino que los unos estén tabique en medio de los otros: los donados para ser tenidos y estimados de los choristas, los coristas para ser humillados. Y que es poco o nada lo que tienen en que se diferenciar". Lo que propugna - sigue diciendo- es una "igualdad" en el espíritu, no una nivelación vocacional, ni tampoco un trasvase de categorías dentro de la comunidad. Piensa sólo en un benéfico flujo espiritual que ayude a los coristas a vivir arraigados en la humildad representada por los donados. La presencia de legos podría distanciar a unos y a otros, dificultando que los donados sean estimados como se debe y que los coristas los tengan delante como estímulo constante para ser "humildes y mortificados".
4. Así las cosas, nuestro autor no puede eludir la objeción obvia de sus hijos y sus lectores. A él la palabra. "Dirán: Hermano, la regla primitiva ¿no dice que haya legos? Sí, pero a los legos que ella llama nombro yo donados, y poco importa llamarles de esta o de aquella manera; y cuando no lo fueran, no manda que los haya, sino que los pueda haber, y esa permisión puede la Religión no usar de ella".
UN BREVE TRATADO PARA LOS HERMANOS DONADOS
[87r] Jhs. M.ª