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San Juan Bautista de la Concepción
Obras III - S. Juan B. de la C.

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IV. EL EJEMPLO DE DOS HERMANOS

 

  Yo quisiera, para que de veras les persuadiera lo que dentro y fuera de casa han de hacer los hermanos donados, scribir aquí las dos vidas del hermano Francisco de los Apóstoles y del hermano Miguel, donados nuestros difuntos y ahora sanctos en el cielo, para que les sirviera de


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norma, exemplo, dechado, regla y cordel de lo que han de hacer. Que de todas esas cosas tienen necesidad para no errar este edificio que van haciendo, que no les puedo negar el serles trabajoso, porque muchas de las piedras que en él ponen las sacan y cogen de entre los que viven en el mundo, y si en la una mano llevan la escoda para no sacar la piedra desproporcionada de esta cantera para el tal edificio, con la otra han menester traer espada y guchilla para se defender de los enemigos que en él lo impiden. Y así me parece fuera necesario ponerles algún exemplo de [95r] nuestros hermanos ya muertos, para que, viendo qué fácil les fue, con la ayuda de Dios, ellos se animen a correr la propia carrera. Y a nadie tanto le cuadra de los religiosos el ir de paso y corriendo como a los hermanos donados, porque siempre que salen de casa pasan por lugares peligrosos.

  Dicen que en el río Nilo hay muchos cocodrilos, que comen y tragan a los que llegan a beber de aquellas aguas y que, instigados de este mal y enseñados de la naturaleza, los perros o animales que han de llegar a beber de él, que cogen carrera de atrás y llegan y cogen una bocada de agua y luego, tras otra carrera, otra, y como quien va huyendo, van cogiendo con que matar la sed. No es posible, mis hermanos, que dejemos de tomar del mundo lo necesario. Bien veo hay peligros por las ocasiones y bestias que en este mundo se asconden, que en él vive el pecador, como dice David, sicut leo paratus ad praedam, et sicut catulus leonis habitans in abditis 1. En este triste mundo está escondido el león aparejado para la presa y el cachorro del león escondido entre las breñas. Buen remedio coger carrera, ir muy de paso y, en dándome la limosna, pasar adelante con sus sanctas consideraciones y pedir otra sin detenerse. Consideren si uno fuera andando sobre unos carbones encendidos la priesa que llevara, y el poco asiento que tiene el pájaro y ave donde siente ruido de gente que la puede matar y cuánto más seguro lleva cuando vuela, y el agua que corre cuánto es más dulce y la detenida cuánto más salobre.

 

 

1.  Salir de casa "como ladrones"

 

  Consideren que Cristo se comparó al ladrón que viene a la media noche a hacer presa 2. Cuando llega el ladrón a la casa ajena, viene depriesa con sobresalto, temor y miedo no le tope la justicia. Así han de hacer a nuestros hermanos cuando salieren de casa a la calle: que han de salir como ladrones, con miedo, temor y sobresalto, depriesa a coger y tomar su presa; no se detengan, que la justicia ronda y se pasea por ese mundo y podría echarlos mano. Llamo justicia la que es más rigurosa, que es la ocasión de pecar. Llamo hurto a lo que train,


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porque así como de ordinario el ladrón hurta y es compelido a hacer su presa por la necesidad que padece, y con propósito de volverlo y restituirlo pudiendo, que aquello sólo lo lleva enprestadob, ansí han de hacer nuestros hermanos: que la pura necesidad los eche de casa a buscar qué comer y que eso que trujeren sea tan enprestado que, pudiendo y habiendo con qué, lo tornen y vuelvan a los pobres.

  [95v] Ahora, pues, aquí se me ofrece una duda de que hemos de inferir la presteza con que en obras semejantes han de proceder y andar los hermanos. Comparámoslos a los ladrones, que de ordinario salen a la media noche a hacer su presa. Por otra parte, Cristo se compara al esposo que vienec a la media noche 3. Pues si los hermanos salen a hacer su presa a la media noche y viene el sposo a la media noche, desgracia sería si los hallase fuera de casa y celebrase las bodas sin ellos.

  Respondo dos cosas. La primera, que eso es decirles que vuelvan presto, que corran, que salgan con solicitud y cuidado, porque ellos salen a la media noche y el esposo viene a la media noche. Que es decir: si es posible, no quería que os detuviésedes ni aun un momento, ni un instante.

  Lo segundo, que como este buen esposo celebra sus bodas con el corazón del justo, advierta el hermano donado, que sale de casa como ladrón a la media noche, que se deje el corazón en casa porque le halle en ella Cristo, que viene a visitarlo mientras él anda fuera.

  Lo tercero, que es de gran consuelo, que dice san Matheo en aquella parábola de las vírgines que aguardaban a este buen esposo, que cuando vino se oyó primero gran ruido, que se decía: Ya viene el sposo 4. ¡Qué consuelo para los que andan fuera de casa a la media noche cuando el sposo viene, que cuando viene toca a recoger para que los halle a todos en casa! Ea, mis hermanos, salgan con gusto y de buena gana, que si Cristo viniere a casa estando ellos fuera, él vendrá haciendo ruido y tocando a recoger antes que llegue. ¿Qué mayor bien y consuelo que saber no se harán las bodas sin sus charidades?

 

 

2.  El hermano Miguel de la Virgen

 

  Pues digo que se animarán a su carrera, considerando qué bien la pasaron y cuán al seguro estos dos hermanos, y a qué buen tiempo se hallaron en compañía de los demás pues merecieron recebir a tan buen esposo.

  No quiero cansarlos, que ya están escritas en la historia que se va scribiendo 5. Sólo tocaré algunas virtudes que tuvieron en grado heroico, bien necesarias a los hermanos donados.

 


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Las que ahora contaré fueron del hermano Miguel de la Virgen. Fue religioso muy pobre, y tan pobre que de ordinario hacíe escrúpulo de que se arrojasen las hojas de rábanos de prima noche y estiércol de las lechugas, que así se puede decir lo que de ellas se quita de encima; y con esto, siendo cocinero, hacíe la olla, temiéndose no lo castigase Dios por [96r] desperdiciado. Dicen decía que era lástima verter el agua de fregar, pues de ella se podía poner la olla o aprovecharla en otra cosa. ¡Sea Dios mil veces bendito en sus sanctos pobres! Pues tanta riqueza te parecíe, mi hermano, el agua de fregar y las hojas de rábanos, ¡cuán pobre serías dentro, pues con eso quedabas contento! Dice san Pablo que habentes alimenta, et quibus tegamur, his contenti simus 6, que, tiniendo con qué cubrir nuestros cuerpos y con qué nos sustentar, que estemos contentos d. ¡Dichoso hermano que se contenta con el agua de fregado y las hojas de los rábanos!

  Es ésta una virtud de gran consideración para los donados. Sean muy pobres, porque, como de ordinario tienen los officios de casa, podrían ser desperdiciados en muchas cosas, de las cuales hasta de las muy pequeñas les ha de pedir Dios estrecha cuenta. Yo no dudo sino que ha de sacar Dios a la vergüenza delante de todos a más de cuatro hermanos donados el día del juicio, y a mi charíssimo hermano Miguel que los juzgue. Díganme por charidad qué avergonzado quedará allí e el hermano donado que no sólo no puso la olla con agua de fregar, sino que procuró especias para la guisar y aderezar, cuando le diga este hermano: Ven acá, ¿tú eres donado descalzo de la Sanctíssima Trinidad, tú que por saborear la olla gastabas especias y derramabas aceite? Tú, que eres descalzo, calzaste tus afectos con cosas que las podías ahorrar para los enfermos y pobres. Ven acá, ¿qué contento tuviste con lo poco o mucho que te daban y traías a tu casa? Que cuando no valiera por hoja de rábano lo habías tú de estar muy contento. ¿Qué era la causa que no te satisfacías con cosa ninguna? Tú no has sido descalzo de la Sanctíssima Trinidad, no eres de mi jurisdicción; dente otro juez, júzguete el juez de los seglares que con nada estaban contentos.

  Apriendan, mis hermanos, a ser pobres verdaderos, que les inporta en cualquier officio que tuvieren que lo aprovechen todo, por baja cosa f que sea, y nada desperdicien; y consideren que les ha de tomar cuenta el scrupuloso del agua de fregar.

  Este hermano tuvo raro silencio; y era tanto que, siendo cocinero, por no decir qué pedían los que servían, hacía particulares invinciones y inventaba señas; y cuando lo enviaban a comprar algo, por no hablar daba lo que le pedían la primera vez por la cosa. Más quería ahorrar las palabras [96v] que el dinero, porque le parecía valían más y eran oro; que por ser de siervo de Dios, eran super aurum et lapidem pretiosum 7,


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mucho más que el oro y la piedra preciosa; super mel et favum 8, un licuor divino y soberano, y no quería derramarlo. Más quería derramar el dinero, que menos vale y menos lo estimaba g él, que una mínima palabra de las que él podía hablar, que la quería ahorrar para hablarla con Dios. Y esto no parezca encarecimiento, que yo vi que, cuando había de comprar algo, enviaban a otro hermano que hablase y lo concertase, y él que lo trujese.

  Seas tú, Dios mío, bendito. Digan, hermanos: cuando salga el hermano Miguel a tomar cuenta de todas las palabras que los hermanos donados han hablado, ¿qué le responderá el que en la calle, sin tener para qué, se detuvo con el seglar? ¿El que yendo a pedir su limosna se paró a responder a las preguntas impertinentes h de la otra? ¿Al que porque le diesen más limosna se detuvo a componer razones? ¿Al que cuando viene a casa trai, como corredor, las nuevas que hay por allá? ¿Qué podrá responder quien tan poco estimaba las palabras que a cualquier viento las derramaba? ¿El que por cualquier niñería en la cocina quebranta el silencio? ¿Qué mordazas le mandará poner en la boca y lengua y que con ellas vaya al purgatorio? Que no lo habrá sido pequeño haber parecido, el que con pequeña ocasión habló, ante quien fue un silencio pinctado, que aun potencia para hablar parece que no tenía.

  Particularizóse este hermano en la oración, de tal manera que fuera nunca acabar decir de su presencia de Dios, del ahorrar ratos para sólo eso. Erale muy ordinario a la media noche y lo más alto de ello, que soy informado se llevaba del corazón de la noche cinco o seis horas en oración; y, para haberlas de tener, buscaba los más secretos escondridijos, como eran los rincones de los corrales y debajo de los altares. Allí pasaba su tiempo, allí resumía sus cuentas que de día había tenido con Dios. Y si por las ocupaciones corporales no había podido tener oración de reposo y quietud, allí lo hallaba, allí reposaba, allí descansaba, allí se limpiaba el sudor que traía de fuera, allí sacudía su polvo de las calles, allí soltaba la presa que había detenido por no se atrever a moler como él quisiera ante los ojos de los [97r] hombres; que, en fin, como molía delgado, temía no le llevase el aire la flor de la harina. Así lo que habíe preparado y represado en la calle, en los cóncavos de los altares lo molía, cernía y hacía pan floreado para su Dios.

  ¡Oh Dios mío, y quién te oyera, mi hermano, formar quejas y amorosas razones a tu Dios! ¡Quién viera a tu Cristo limpiarte el sudor que de los mandados por la obediencia traías! ¡Quién viera aquellos ciertos y continuos entriegos que allí hacías de todas tus potencias para que otro día no te llevase el viento alguna palabra o no fueses desperdiciado ni aun en una cosa pequeñita! ¡Oh, qué virtud tan soberana ésta para los hermanos donados! Aquí se arman, mis hermanos, para lo por venir, aquí de las quiebras y faltas pasadas se recuperan.

 


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Pues díganme, mis hermanos, cuando salga nuestro Miguel a tomar cuenta a los hermanos, si acaso en algún tiempo por nuestros peccados lo hubiere que no sólo no se esconde para tener oración, pero se esconde para dormir o para que no lo hallen, para que no lo ocupen o para estarse ocioso i. A este tal me parece que le dirá: Tú, que no pusiste tu gusto en el dulce trato con Dios ni en él buscaste el descanso de tu cansancio en este buen Señor, sino que antes para tu sueño y entretenimiento buscaste los rincones escondidos, no eres merecedor ahora de entrar en estos palacios reales. Vaya a los rincones del purgatorio, purgue allí cuanta flojedad tuvo y pereza. Este tal yo aseguro que gustara él más quedarse escondido debajo de la tierra antes que parecer en público ante alma tan sancta, pura y endiosada como fue acá y allá.

  Basta haber dicho estas tres virtudes de este dichoso hermano con que las está enseñando a voces a los demás, que son verdadera pobreza de spíritu, ardiente y profunda oración y perpetuo silencio. Con éstas por ahora me contento j que apriendan todos los hermanos donados de la Religión, que éstas serán madres que en ellos parirán y engendrarán otras muchas, y muy sin pensar se hallarán llenos de Dios y de bienes celestiales.

 




1 Sal 16,12.



2 Cf. Mt 24,43-44; 25,6 ("Media autem nocte clamor factus est").



a  sigue que tach.



b  sigue as tach.



c sigue el s tach.



3 Cf. Mt 25,6.



4 Cf. Mt 25,1-6.



5 De ambos hermanos ha hablado en Memoria de los orígenes de la descalcez trinitaria, 43,2 (II, 355-356) para Francisco de los Apóstoles; 42,2 (II, 344-346) para Miguel de la Virgen, a quien allí llama Miguel de las Llagas.



6 1 Tim 6,8.



d  ms. contento



e sigue la tach.



f sigue se tach.



7 Sal 18,11: "Desiderabilia super aurum et lapidem pretiosum multum".



8 Eclo 24,27: "Et haereditas mea super mel et favum".



g  corr. de estimabas



h ms. ipertinentes



i  sigue tú que tach.



j sigue con tach.






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