Índice: General - Obra | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText |
San Juan Bautista de la Concepción Obras III - S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
IX. LOS DONADOS CUESTUANTES
1. Pedir con moderación conforme a la regla
Quiero advertir una cosa a los hermanos donados que salen a pedir su limosna, la cual podrán tomar todos los religiosos que trataren con seglares y trataren del rigor de nuestra regla: que de suerte ninguna pidan limosna con demasiados encarecimientos ni se quejen si comen o no comen, que nuestra vida es vida de penitentes y no de forzados, que eso ya fuera hacer penitencia por no poder más. Cierto que algunas veces ha sucedido ver yo encarecer a algunos hermanos el no comer
pescado como si sólo se privaran de ello porque no se lo daban o no lo hallaban o alcanzaban.
Y puesto caso que voluntariamente nos hemos sujetado a regla tan sancta y tan rigurosa, cuando pidan limosna y les preguntaren qué comen, respondan: "Lo que nuestra regla nos da licencia, que son yerbas, legumbres, etc.; podemos comer pescado cuando nos lo dan por amor de Dios. Señor, nuestra regla se enllena con poco, y con eso estamos contentos porque así es gusto de Dios, pero tenemos enfermos y algunos necesitados de algo más que yerbas y tomamos de buena gana la limosna que nos dan". Y cuando quieran alargarse más, pueden decir: "Y también nosotros, como hombres flacos, nos holgamos cuando Dios, por medio de gente charitativa, nos da algo más. Y con ello hacemos fiesta a estos pobres cuerpos tan flacos y miserables, [108v] que, cuando más seguros estamos, desfallecen. Y todo es necesario para que nos ayuden a llevar la carga; que no harán poco ni se lo agradeceríamos menos si viésemos que el regalo se aprovechaban bien de ello, pero, como bestias tan sin razón y conocimiento que son estos cuerpos, no nos atrevemos a fiarnos de ellos porque de ordinario prometiendo uno cumplen otro. Y así quiso Dios darnos una regla tan rigurosa que más le sirva de brete y grillos que de regalo, que para lo poco que hemos menester Dios moverá los corazones de personas devotas que a su tiempo acudan".
Estas y otras palabras semejantes podrán decir con mucha modestia y compostura, huyendo de decir palabras afectadas, encarecidas, aunque sean en bien y en provecho de la Religión, porque podrían llevar sancto celo y el seglar que lo oye tenerlo por hablador y poco modesto y que todo aquello es para sacarle la limosna; y suele no servir de nada para lo que él pretende y de mucho para desedificarlos.
Más, que veo yo los religiosos, que quedan en casa y hacen esta penitencia, con el alegría y gusto que lo llevan, que parece tienen cuerpos hechos de yerbas según de bien se hallan con ellas y no se acuerdan de pescado, como si en el mundo no lo hubiera para ellos. Pues los que están en casa están contentos con este rigor, no es razón los que salen muestren otra cosa, para que todos sean juzgados de una condición.
2. Modestia y compostura
Ojalá nuestros hermanos donados advirtiesen y supiesen que quien mueve a dar la limosna es Dios y no la arenga o razones bien ordenadas que él puede juntar. Y, pues es Dios, procure él llevarlo consigo en su lengua, palabras, vista, compostura y modestia, según su regla le enseña en el párrapho 9 1, donde dice: Ubique sermo eorum sit honestus, etc. Similiter et [eorum] omnis actus 2, gestus, vita, actio et omnia alia honesta in eis reperiantur;
que parece esta cláusula les dice bien a la letra todo cuanto aquí queda scrito. Pintarme un hermano donado conforme aquí manda nuestra propia regla y yo les ofrezco que no haya cosa hoy en el mundo más poderosa para alcanzar lo que quisieren, porque es cierto que un corazón modesto es muy lindo ladrón para robar lo que en el otro hay.
[109r] Y pues parece nos hemos vuelto a tratar de su modestia, pienso será bien decir algo más, aunque no sé si arriba queda dicho. Y digo que a esta virtud pertenece el advertir cuando van por la calle cómo van. Que, como su salir es ordinario, suelen dejarse llevar de algunas cosas que, no reparando ellos en ellas, yo me he escandalizado, como es llevar los brazos caídos que parece los llevan quebrados, como si ya fueran pagados y no aguardaran otro premio por la cosa menor a que ellos hacen.
Suelen en la calle con alguna ocasión pararse a hablar, lo cual no es conforme su hábito. Si fuere persona principal, óiganle la primera razón, respóndanle con brevedad, atendiendo principalmente a lo que la obediencia les manda. Y esto digo porque suelen muchas personas inpertinentemente llegarse a preguntar en la calle muchas cosas que no les inportan; y como si el pobre donado no llevase otro cuidado, se le pondrán a preguntar qué orden, qué monasterio, dónde está, cuántos frailes, qué sacerdotes, qué confesores y otras cosas que, por haberme a mí pasado, sé que son de harta mortificación y que han menester ir prevenidos para desasirse de semejante gente.
El andar ha de ser algo más apriesa que cuando salen los coristas y no tan apriesa como los seglares negociantes. Si yendo por la calle toparen el sanctíssimo Sacramento, aunque más de priesa vayan, se hinquen de rodillas y lo adoren con grandíssima devoción y besen el suelo y vayan su camino. Si pasaren por delante de alguna iglesia do se pueda descubrir la capilla mayor do está el sanctíssimo Sacramento, hinquen las rodillas hasta el suelo y aun procuren besarlo, si Dios les diere afecto y devoción; pero, si entraren por alguna iglesia, háganlo de fuerza y digan alguna oración, aunque sea de paso.
Cuando lleguen a la casa donde han de negociar, aguarden a la puerta, si es posible, que entre alguien con ellos a la sala o aposento de adentro; no entren sin expresa licencia. Si los mandaren asentar, no lo hagan, digan que no llevan licencia para ello, la cual se les dará raras veces y a los que en virtud fueren conocidos. Si les pidieren que les digan algo de Dios, respondan que ellos son los jumentos de casa y que saben poco de eso, que procuren ser muy sanctos, que Dios enseña a los humildes y así les enseñará [109v] a ellos sin que tengan necesidad de maestro ignorante.
Si quisieren por otra parte trabar plática, como es preguntar cómo se llama y otras cosas que parecen ser inpertinentes para lo que él va a hacer, finalmente luego lo echarán de ver. Y si preguntaren cosas que inportan a la Religión, responda con modestia y pocas palabras y
si no déles desvío diciendo: Los sanctos tienen nombre para ser conocidos en las virtudes que obraron y para que los imitemos, pero yo, señora, más valiera no tenerlo por ser muy peccador y que nadieb conociera al que no tiene en que le imiten.
Cuando trujeren algún recado, procúrenlo traer tapado, que por eso se permite traigan la capa algo más larga. Si fuere cosa que no la puedan tapar, no se les dé nada de traerla descubierta y ser ganapanes de Jesucristo.
Si cuando vinieren a casa vinieren muy cansados y este cansancio lo train de atrás, procuren communicarlo con su prelado para que les den vado y dejen descansar, que mejor es estar en casa a pie quedo que no ir por la calle con desabrimiento; y nuestra vida ha de ser vida llevadera y no atareada. Que bien es, aunque los hermanos donados entraron para servir y trabajar, que se les dé lugar para que resuellen sus cuerpos y no ahoguen el spíritu, como dice san Pablo: Spiritum nolite extinguere 3, lo cual se hace con los demasiados ahogos y cansancios corporales. Y por eso es bien en cada convento haya siquiera cuatro para que los unos se ayuden a los otros a llevar las cargas.
Tengan grandíssima cuenta, según en nuestras constituciones se manda, de no llevar ni traer recado de nadie para ningún religioso, ni traer ni llevar carta, debajoc de la pena que en las propias constituciones tiene puesta. Si cuando el religioso le diere el recado dijere tiene licencia, cuando fuere a tomar la bendición al prelado es fácil darle cuenta de todo. Y la respuesta que trujere se la dé primero al prelado, para que a él le conste de cualquier cosa, por pequeña que sea, de las que hubiere en su casa y convento. Si fuera de casa alguna persona le pidiere d que hable o trate o negocie por alguien, de suerte ninguna lo haga sin primero dar [110r] cuenta al prelado.
3. Cuidado en el uso del dinero
Y porque estos hermanos son los que mandan el dinero que hay en el convento, es menester advirtirlos que pura y directamente se enpleen en aquello que la obediencia les manda sin gastar más o menos a su albedrío. Si algún dinero les sobrare, no lo lleven a la celda, que parece mal [en] celda descalza y desnuda, aunque no sea sino un cuarto el que en ella tuvieren.
He esperimentado un daño en esto del gastar dineros los hermanos donados, causado de la mucha confianza que ahora hay en nuestra Religión y de la poca cuenta que se pide: que el dinero que les sobra, o que se vuelven por no hallar aquello e que buscaban, lo arrojan en el rincón más cercano que se topan o por los agujeros de la cocina o
celda donde tienen su recogimiento. Y ésta es una falta grande porque es contra la pobreza y aquello es desperdiciarlo y perderlo; y quizá dio el ochavillo por amor de Dios quien se lo quitó de la boca. Puede ser ocasión de que quien lo viere nos tenga por perdidos y de que, si acaso hay algún mozo o entra algún muchacho, tiniéndolo por dinero perdido lo gane y alce para él y para sus golosinas.
Si al comprar alguna cosa vieren que los engañan, con palabras muy modestas y humildes pidan que no reciban ningún agravio, que son religiosos pobres y es limosna todo lo que gastan, antes haciéndoles cortesía tendrán mucho cuidado de encomendarlos a Dios como a buenhechor.
4. Al volver a casa
En entrando en casa, procuren tomar la bendición del prelado y del sanctíssimo Sacramento, doblen su capa y ella y el sombrero pónganla en la celda, no la arrojen por los suelos donde, cuando la hayan de haber menester, no la hallen, porque es llano que, si todos los hermanos donados hacen esto, cuando van fuera, cada uno tomará la primera que se topare y el otro, no hallando la suya, se ha de inquietar buscando otra.
Si f vienen g cansados, descansen un rato tomando su rosario o encomiéndense a Dios recogiéndose a h algún rinconcito de la iglesia o del coro, que con estar sentados o arrimados descansa este cuerpo mortal. Si no vinieren muy cansados, procuren no estar ociosos un punto. Salgan y miren si hay en casa que hacer, que barrer o quitar telas de arañas y algunas cosas que estén mal puestas, ayudar un rato al hortelano, cocinero o al que lava la ropa o coger algo. Digo cierto que para mí no hay [110v] gusto semejante como ver a un hermano siempre ocupado y que confieso que una de las cosas que me ha hecho dificultoso el recebir frailes legos ha sido el no saber en qué los tengo de ocupar todo el día.