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San Juan Bautista de la Concepción Obras III - S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
X. LA COMUNION SACRAMENTAL
1. Cuántas veces
Acerca de las comuniones de los hermanos donados digo que, si en medio de sus cuidados y trabajos procuran conservar la presencia de Dios y traer el recogimiento que es razón no dejándose llevar demasiadamente de los cuidados esteriores, que podrán tener las comuniones que tienen los hermanos conventuales y coristas. Y digo que, si ellos con paciencia llevan los trabajos esteriores, que son muy linda dispusición
para recebir el sanctíssimo Sacramento, porque train estos trabajos padecidos por sólo amor de Dios, aunque sean trabajos sólo del cuerpo, el alma muy blanda, muy tierna y con grandíssimas ansias de recebirlo para que sea este Dios que allí reciben su descanso y su consuelo.
Los trabajos y cuidados le hacían decir al sancto rey David: Sicut desiderat cervus ad fontes aquarum, ita desiderat anima mea ad te, Deus 1. El ciervo herido, cansado y perseguido de los cazadores tiene su refugio en las fuentes de las aguas; yo, Señor, cuando me a veo así no tengo otro sino acudir a ti. Seas tú, Dios mío, bendito. ¿Qué religioso hay, por cansado que esté ni sudado que venga, que recibiéndote a ti no se vuelva todo a ti y enplee todo en ti y se divierta de todas sus fatigas y trabajos? No nos metamos en eso, que, en fin, es fuente de bienes y no acabaremos; contentémosnos con hallar en ella nuestro recreo y alivio.
Pero si estos hermanos con estos trabajos se vieren muy divertidos, bastarles ha un día cada semana. Pero ruégoles yo que, por grandes ocupaciones que tengan, no sean bastantes para que se olviden ob despeguen de este bien; y crean que los ama Dios terníssimamente y está con ellos en sus trabajos y los acompaña en sus cuidados y los aguarda en su iglesia.
2. Alimentar el deseo del sacramento
Notable fue aquello que sucedió en San Francisco de Gaeta: que habiendo ido dos hermanos a hacer su demanda en día de comunión, detuviéronse allá de suerte que, cuando tornaron a casa, ya habían acabado las missas. Presentáronse ante el sanctíssimo Sacramento y con lágrimas desearon recebirlo siquiera con el deseo. Pero Dios, a quien nada le es inposible, quiriendo tomar a su cuenta los cuidados que aquellos hermanos habían tenido de la limosna de los [111r]c religiosos que en casa quedaron, no le d sufrió el corazón ver aquellas almas afligidas. Estando, pues, de rodillas delante del sanctíssimo Sacramento con estos deseos y ansias de recebir a su Dios, se rompió la puerta do estaba encerrado y salieron dos formas dando saltos por la iglesia adelante, hasta que llegaron donde estaban mis dichosos frailes, y abriendo su boca dieron beso de paz a su deseado y lo recibieron sacramentalmente. Y yo con mis propios ojos he visto las piedras donde en los saltos que daban las formas cayeron, que invidiosas del bien de aquellos frailes querían gozar de la ocasión que sin pensar se les habíe venido y donde caían se señalaban en las piedras como sellos estampados en cera e.
¡Oh Dios mío! Y qué entrañas de piedad tienes, que no te sufren te aguarden tus siervos de un día para otro, sino que rompiendo tus entrañas rompes las cajas y viriles donde estás encerrado y sales a satisfacer al alma sedienta; y en señal de la buena gana que llevas no vas a pasos, sino a saltos, como quien dice: si f otras mill dificultades hubiera, todas las saltara y atrancara 2 a trueco de acudir a tan justos deseos.
No tratemos sobre esto, que será nunca acabar. Pero decidme, sanctos donados que esto merecistes, ¿con qué lo pagastes? ¿Con qué lo agradecistes? ¿Con qué solicitud de allí en adelante pedíades vuestra limosna tan bien pagada y agradecida del mismo Dios? ¿Con qué gustos, con qué ansias y cuidados dende allí en adelante vendríades al puesto, el día determinado, a recebir a este gran Dios, de quien así debíades estar satisfechos de que él lo estaba lo recibiésedes en medio de vuestros cuidados y trabajos?
Díganme ahora, nuestros hermanos donados: ¿paréceles que con este exemplo se deben animar a sus trabajos y no perder sus premios y regalos de este gran Dios? Alarguen el paso, mis hermanos, de sus deseos, que si fueren cortos y tardíos los del cuerpo ya ven que sabe este buen Dios suplir las faltas y poner de su casa, alargando él su paso lo que el nuestro fue corto por no llegar a su hora. Y si g no mereciendo tanto como estos sanctos religiosos algún día no pudieren, más bien sabe este buen Señor hacer con sus charidades a lo secreto lo que con ellos hizo a lo público. Recíbanlo con el deseo y voluntad, que no es pequeño el gozo y gusto que recibe un alma que en su pensamiento adora lo que verdadera y realmente no puede recebir. Que tales pueden ser estos deseos, tan fervorosos y encendidos que obliguen al mismo Dios, [111v] como dicen, a que salga de sus casillas y haga lo que muchas veces ha hecho con algunos singulares amigos suyos; y, entre ellos, con sancta Catherina: que estando en oración deseándole y recreándose con su Señor y Maestro, no sufrió de que aquellos suspiros fuesen, como dicen, saltos o golpes en vago, sino que, abriendo el sagrario de donde estaba, salía de su casa y se entraba por la boca y entrañas de su sierva, porque para eso estaba allí en depósito.
3. Los deseos fervorosos atraen a Dios
Paréceme a mí estos deseos fervorosos de los que con sólo Dios se regalan que son de la chalidad h y virtud de la piedra imán, que levanta y trai a sí al hierro pesado. ¡Oh buen Dios de mi alma!, y ¿quién no te considera, como tú dices, con piernas de mármor y sentadas sobre basas de oro 3, que entramas a dos cosas son más pesadas que el hierro:
el mármor y el oro? Pues veamos, ¿quién os hizo tan ligero que dice la esposa que sois semejante al cervatico y hijo de la cabra? ¿Quién? Los deseos y ansias de la esposa, que metida a su rincón está dando voces i y diciendo: Veni, dilecte mi, veni de Libano, etc., assimilare capreae, hinnuloque cervorum 4. Estos gritos y estas ansias le hicieron romper los grillos de su tardanza y salir de su cárcel do estaba metido y encerrado y venirse con su esposa. Que, aunque su alma es cárcel por el grande recogimiento y poca libertad que tienen sus sentidos, es güerto cerrado donde su esposo se recrea y no faltarán manzanas a que convidarlo 5, que es fructa temprana de gusto y olor. Y, por gozar tal fiesta y convite, no es mucho que su Majestad salga de los límites y leyes ordinarias, convidando él a su esposa a aquel manjar celestial, no por manos de hombres, que eso es lo ordinario, sino por manos de ángeles o por las mismas del que se da.
En Sevilla, en casa de nuestros padres del Paño, están las cárceles de sancta Justa y Rufina, donde, matándolas de sed el tirano que pretendió por trabajos, penas y martirios, hacerlas desdecir y apartar de la confesión de la fee, hizo Dios un particular milagro con ellas. Y fue que un pozo, que tenía el agua honda, creció y subió tanto que, revertiéndose por encima, envió dos arroyos para cada una el suyo, para que matasen la sed y se recreasen 6. Ahora, pues, díganme: si tanta fuerza tiene j la sed de los cuerpos en los justos que hace subir el agua arriba y que [112r] se revierta por lugares y partes escondidas, ¿cuál será la fuerza que tendrá en un amigo de Dios la sed espiritual del mismo Dios?
¿Quién duda que muchas veces, estando sus siervos como en cárcel impedidos para no lo poder ir a recebir, que este Dios y Señor, pues es fuente de agua viva, no sube y se revierte contra los límites k y leyes ordinarias y se entra por las puertas cerradas del alma que así lo desea, pues él es fuente de agua viva que está borbotando y subiendo para dar vida eterna 7? ¿Quién le hizo al mismo Dios apresurar el paso en su resurrección y salir del sepulcro tomando los días comenzados por enteros que había de estar en él, sino las ansias y deseos de su Madre y de sus apóstoles? Estas ansias le hacen entrar a puertas cerradas y hallarse en medio de ellos. ¿Quién no ha leído los amores de Dios con sancta Getrudis, que no le l sufría el corazón que su sierva lo desease, sino que unas veces enviaba a san Juan Evangelista para que le dijese missa y la comulgase y otras veces lo hacía su Majestad?
Ea, mis hermanos, cuando por sus ocupaciones no pudieren recebir a este buen Señor, recíbanlo en voto y deseo, inflámense en su amor, pídanle una centella de aquel fuego que en sí tiene encerrado, que alguna vez estarán seguros y tendrán la puerta cerrada hallándose imposibilitados para lo recebir y se entrará en su casa a cenar con su querida esposa 8.
No hay regatón tan mezquino que si vende y mide no eche algo revertido y colmado. Yo digo que las obras que un hombre hace según los ausilios que Dios le da eso es lo justo, pero que, después de esa medida, ha de dar algo revertido. Eso, eso es los pensamientos m y deseos que ofrece a Dios, que, siendo las obras cortas, desea hacer más. Y esto es lo que agradece Dios y gusta de pagarlo de nuevo. Para todo ayuda Dios: para las obras y para los pensamientos, pero siendo los hombres en las fuerzas y en el obrar flacos y limitados, en los deseos quiere que seamos largos y revertidos, que eso ama y estima n grandemente y lo obliga a gratificar y muchas veces condecender con los deseos que en la ejecución se ven inposibilitados a reducirlos a obras; que en su casa todo vale y todo pasa: la obra y el deseo.
Que ésa es la razón por qué nos pide le amemos con todas nuestras fuerzas y con todo nuestro entendimiento y corazón 9. [112v] Que parece no quiere perdonar lo que demás de las fuerzas le puede dar el corazón. Y que entendamos esos ensayos y pruebas que hace la voluntad y deseo para con Dios son de grande consideración; y que su Majestad no deja perder un mínimo pelo que se cai de nuestra cabeza 10, quiero decir un pequeño pensamiento de los que nuestra voluntad derrama. Cosa maravillosa que, prometiendo Dios a su pueblo la tierra de promissión, la ofrece debajo de que en ella se derrama leche y miel 11. Que ordinariamente explican esto diciendo que aquella tierra era tan fértil en ganados que, demás de la leche que los pastores ordeñaban a sus ganados, era tanta la que tenían que se les vertía por los suelos y corría por los campos; y la miel era tanta que, demás de la que los amos de los colmenares sacaban, hiriendo el sol en los corchos llenos se vertía la miel por los suelos.
Pues veamos por qué, prometiendo Dios la tierra de promissión, no la promete debajo de la leche que ordeñan los pastores y debajo de la miel que cogen los amos, sino debajo de lo que se revierte y parece que sobra. ¡Oh buen Dios! o, y como nada para contigo se vierte ni derrama, tú lo coges y aprovechas, eso estimas y de eso haces alarde, preciándote tienes siervos que no sólo de su voluntad sacan obras heroicas con que te sirven, sino que, siendo aquella voluntad como un pecho fecundo y colmena llena, se está revertiendo y, no pudiendo con las obras elícitas coger todo lo que de esa voluntad fecunda nace y sale, la propia voluntad se está revertiendo y borbotando y derramando;
y tú, Señor, que tanto estimas lo uno y lo otro en quien amas, lo estás cogiendo y estimando para lo pagar en la propia moneda, dando a tus siervos mensuram bonam, et supereffluentem, etc. 12
Y si adolescentulae dilexerunt te nimis 13, nimis honorati sunt amici tui Deus 14, nada puede haber mucho para con Dios. Pero allí llama la esposa mucho a lo que sobrepuja la voluntad fecunda de aquellas doncellas a lo poco que con sus flacas fuerzas podían hacer; y siendo eso mucho, en ese sentido haya otro mucho de parte de Dios, [113r] de suerte que, pagando la obra con medida, quede el colmo y lo revertido para lo que colmó y revertió la voluntad y el deseo. Díganme, pues, hermanos, quién viendo esto no gusta, cuando con las obras no alcanza lo que desea, desee con fervor y grande voluntad lo que no alcanza y, no pudiendo recebir a este gran Dios más de una vez cada semana, enpreñen su voluntad de deseos encendidos y fervorosos de le recebir. Que no es mala señal estar el horno encendido y caldeado para que en él entre el pan que amasó la soberana Virgen a ser cocido y reverenciado.
¡Oh Señor, Dios mío, y cómo no me quisiera apartar de tratar de estos deseos y pensamientos, porque, como yo me veo tan flaco en las obras p, si con eso no hago mi alforja, harto trabajo tengo!
El sancto propheta Esaías, considerando esto, decía q: Desideravit te anima mea in nocte 15, mi alma te desea de noche. Que fue decir: Señor, la noche se hizo para descansar y el día para trabajar, según lo que dice David, que es cuando exibit homo ad opus suum 16; en viniendo el día salen los hombres a hacer sus haciendas; y la noche para descansar y cesar del trabajo. Pero el profeta dice: Verdad es, Señor, que sólo el día puedo trabajar en hacer tus haciendas; pero en la noche, que no puedo trabajar, trabaje la voluntad y deséete, que ella es incansable; trabaje y con velocidad corra, y no repare que las fuerzas son cortas y con ellas no puede el hombre r trasnochar o estar trabajando; trasnoche la voluntad y no huelgue de suerte que la obra de día y el deseo de noche.
Al hombre compáranlo a toda esta máquina y grandeza que Dios tiene criado, y así Aristóteles le llama mundo pequeño 17. Ahora, pues, en esos orbes y astros celestiales unos hay veloces que corren y consumen su curso en poco tiempo, en cosa de 29 días, otros hay tardos que gastan millares de años. Así en este hombre, este cielo inferior y esterior es tardo para el bien obrar, porque es cansable; pero los cielos interiores, ese entendimiento y voluntad, dan sus vueltas con gran presteza [113v] y velocidad, y ésa es la razón por qué Dios no se contenta con que el hombre le sirva con sus fuerzas, que son tardas, sino quiere el corazón, que es más ligero y presuroso para amar y querer a su criador.
Cosa estraña es que, en aquella visión que tuvo el propheta Daniel, en su historia, capítulo 7 [sic] s, donde vido, oyó y hizo tantas cosas, le llama Dios varón de deseos 18 y no de obras. Veamos, ¿no es más el obrar que el desear? ¿Por qué le llama varón de deseos? Digo que el llamarle así fue en una notable ocasión, cuando a la voz de las palabras de Dios jacebat consternatus super faciem suam, et vultus eius haerebat terrae. Y en aquella ocasión dice él propio que manus Domini tetigit me, et erexit me super genua mea et super articulos manuum mearum. Et dixit ad me: Daniel, vir desideriorum, intellige verba quae ego loquor ad te 19, etc.
Tuvo una visión en que se descubrió su flaqueza porque, a la voz de las palabras de Dios, cayó en tierra y pudiera desmayar el sancto viendo sus pocas fuerzas para tener atención a las palabras de Dios. Y por eso lo consuela, levántalo y dícele que es varón de deseos. Como quien dice: si en la fuerza eres flaco, si no pudiste estar en pie a mis palabras y razones, no te desconsueles, que varón eres de deseos y tus deseos y pensamientos sobrepujan a tus fuerzas, y ésos yo los tengo aceptados. Como consta de las palabras que luego se siguen, porque, después de le haber levantado Dios y puesto sobre sus pies, enpezó a llorar y afligirse, y esto debiera de ser conociendo su flaqueza. Y luego le dijo Dios: Noli metuere Daniel, quia ex die primo quo posuisti cor tuum ad intelligendum ut te affligeres in conspectu Dei tui, exaudita sunt verba tua 20. Como quien dice: No te aflijas, que si con las fuerzas no llegas, yo tengo aceptados tus pensamientos y deseos porque, dende el día que propusiste en tu corazón el afligirte y el entender mis palabras, oí yo las tuyas.
De donde se ve claro el bien y provecho que hacen los deseos y pensamientos en las personas impedidas. Que si por nuestros estorbos y flaqueza tuviéremos el rostro a la tierra, nuestro buen Dios se contenta con que seamos varones de deseos. Y en esto, ya que no puedan en las obras los hermanos donados alcanzar a los coristas, por lo [114r] menos en los deseos los pueden alcanzar y sobrepujar. Procuren que esos deseos sean muy puros y sin mezcla de vanidad, que Dios los aceptará y estimará como cosa de gran consideración. Y con esto creo les hemos dicho su interés en las cosas que ellos se vieren imposibilitados.