Índice: General - Obra | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText
San Juan Bautista de la Concepción
Obras III - S. Juan B. de la C.

IntraText CT - Texto
Anterior - Siguiente

Pulse aquí para activar los vínculos a las concordancias

- 251 -


II. LOS PRELADOS HACEN O DESHACEN LA RELIGION

 

  Lo primero que se debe o debía tratar era de los prelados, en tres estados: quién han de ser, cómo se han de eligir y, después de su oficio a -digo pasado y cumplido-, en qué se han de ocupar. ¡Oh


- 252 -


buen Dios de mi alma, y cómo depende de estas tres cosas el ser y tal ser y conservación de una religión! Digan lo que quisieren, que los prelados la hacen o la deshacen. Ellos son el todo lo bueno o lo malo, la levantan o derriban, perficionan y acaban.

 

 

1.  Mis dos maneras de aflicciones

 

  Sabe Jesucristo, que está en los cielos, cómo en sólo estos pensamientos he tenido mis penas, mis atolladeros, mis aflicciones. Y éstas han sido de dos maneras, que jamás pensé llegar a tratar desto: la primera, ver que siendo yo prelado me veía cercado de estas obligaciones, cargado y encargado de la perfección de una Religión así altíssima. Y sólo este pensamiento me atropellaba, derribaba, acababa.

  Consideradb, hermanos, que va un hombre [126r] por un desierto y que lleva una carga de perlas y piedras preciosas de que le hicieron confianza. ¡Qué miedos, qué temores, qué asombros pasará en estec viaje: si las tengo de perder, si me las han de hurtar! Que ni comería ni bebería hasta dar cuenta, ni haría caso de su cansancio ni de su hambre ni enfermedad, en comparación del deseo de no perder cosa de tanto valor. Yo veo a las ayas de los príncipes con tanto cuidado, tan afligidas, que se les d sale el alma pidiendo encomienden a Dios los príncipes, que parece los engordan con sus propias carnes según están de flacas.

  Pues ¿qué podré yo decir de mí y de otro cualquiera a quien Dios hace cargo de almas y da súbditos y tan a solas como yo he andado, y no de un convento sino de una Religión en su principio -que es más trabajo cuando toma y ha de tomar el sabor, que cuando ya corre no hay tanto que hacer- y que esta máquina corría sobre una flaqueza tan grande y un peso tan terrible en un barquillo tan bajo y tan liviano? Sabe Jesucristo cuántas veces me deseé estar captivo en Argel antes que tomar ni venir a cosa semejante, o que me mataran, aunque esto mucho lo temía porque me parecía en esto sólo me habían puesto mi salvación, pero parecíame que si Dios me libraba de ello sería misericordioso conmigo dándomela en otra plaza.

  La segunda cosa que me afligía -y esto era lo que me ha hecho tener más a raya, que si no fuera por esto ya hubiera dado en mill labirintos- es que jamás hice desorden que al punto no viese a mis ojos que lo hacían los súbditos. Y esto era de tal manera que, si a mis desórdenes interiores no correspondieran desórdenes interiores de los súbditos, entendiera que se andaban tras mí como monas haciendo todo lo malo que yo hacía.

  Esto lo veía de dos maneras: las culpas que yo hacía, apenas las tenía cumplidas cuando venía un fraile y decía: "Benedicite para confesarme con su charidad"; y lo que yo acababa de hacer confesaba él.


- 253 -


Y esto no sólo en lo liviano, pero en lo grave; no sólo en las obras, pero en las palabras y en los pensamientos. Que si hubiera de poner exemplo en las cosas que han sido gastara muchos pliegos de papel e. Basta decir que jamás hice cosa que luego no me confundiese Dios dibujándomelo en tercera persona. Otras veces sabía esto por vista de ojos. Acontecióme a beber a escondidas, y dentro de un [126v] momento hallar otro fraile bebiendo sin licencia; sentarme mal en la recreación y volver los ojos y al instante ver otros frailes de aquella manera puestos. Esto me ha confundido, afligido y, en muchas cosas a que me inclinaba mi natural, tener en ellas a raya.

 

 

2.  El prelado, ejemplo para sus súbditos

 

  De aquí colijo cuál debe Dios de querer el prelado en esta sagrada Religión y con cuántas veras dice por Eczechiel que la sangre del súbdito, que son sus peccados, lo f ha de buscar de la mano del propheta, a quien Dios se lo dio por exemplo, espejo y dechado 1. ¿Quién no ve que conforme es el espejo hace los rostros de quien en él se mira? Si el prelado es espejo, claro es que mirándose en él los súbditos han de parecer de la forma que el prelado fuere.

  Y el sol que pasa por una vidriera, si es verde hace sus visos verdes, y si azul los hace azules g. De esa manera, el prelado, que es por quien Dios envía su luz a los súbditos, si no son claros, sencillos y de buenos visos, ¿qué vista han de hacer en los súbditos? No hay que decir de una cosa que tantos libros están escritos de quién deben ser, más de saber que son la regla, el nivel, la cuerda, el compás y relox por donde se miden, ordenan y componen los súbditos y que la falsedad que hubiere en estas medidas la ha de haber en lo que se mide.

  Llano es que si a una vara le falta un dedo eso le ha de faltar al brocado que se mide. Ea, mis hermanos, miren en quién ponen los ojos, que no menos engañamos que a Dios, y lo que menoscabamos son brocados de tres altos, que son nuestros hermanos, a quien Dios estima por altíssimos h brocados. Si el engaño fuera en un poco de paño, vaya, ¡pero que sea en almas a quien Dios estima por el coste de su sangre! Así dice a Eczequiel: Si tú fueres causa que el malo no dejare su camino malo, yo te pediré su sangre 2. Que es decir: Yo te pediré a ti la sangre que por él derramé.

  ¡Oh buen Dios! Y ¿quién quiere ser prelado? ¿Quién quiere eligir prelado? Pluviese a Dios en esto todos, como dicen, le echásemos las cabras a Dios y lo obligásemos, como en la primitiva Iglesia, a que bajase señal del cielo de cuál y de qué persona se daba por contento para aquel officio en que a uno habían de [127r] promover 3. Vemos


- 254 -


que el otro quiere hacer una casa y junta médicos y personas que sepan de aires para que no salga enferma, y al abrir una ventana que esté al cierzo o al puniente, etc., ¡y que habiendo de criar un prelado no se mire que en él, con su exemplo y doctrina, han de vivir muchos y que han de ser ventanas abiertas a buena parte, no cojan algún mal aire! Dénos Dios luz a los unos y a los otros: a los que han de ser prelados para que vean sus obligaciones, y a los que los han de i eligir para que miren y remiren en quién ponen los ojos.

 




a  sigue en que tach.



b  sigue señores tach.



c sigue p tach.



d ms. le



e  sigue p tach.



f corr. de los



1 Cf. Ez 3,18.20; 33,8.



g corr.



h sigue broc tach.



2 Cf. Ez 3,18.20.



3 Cf. He 1,24-25.



i  sigue ell tach.






Anterior - Siguiente

Índice: General - Obra | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText

IntraText® (V89) Copyright 1996-2007 EuloTech SRL