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San Juan Bautista de la Concepción
Obras III - S. Juan B. de la C.

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V. CUANDO HAY QUE PREFERIR UNAS CUALIDADES

 

  Aquí se me ofrece una dificultad, particularmente para nuestra Religión: que como hay pocos frailes, no es posible hallarlas todas juntas


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en el que ha de ser prelado estas partes y sería bien saber cuáles y con qué condiciones han de ser preferidos a. Unos hay que se particularizan en las letras, otros en la penitencia y rigor de vida, otros en la prudencia. ¿De cuál de éstos hemos de echar mano y anteponerlo al otro?

 

 

1. Anteponer la santidad

 

  [132v] Yo creo en esto no hay la dificultad en nuestra sagrada Religión que hubiera en otra parte, que fácil es saber quién ha de ser el preferido en cualquier officio, en el sentido que acabamos de hablar de la prudencia: que es tener cuidado de lo necesario de sus súbditos, que no los dejen morir de hambre ni quieran vivir con descuido. Que en alguna manera parece tientan a Dios obligándolo a que haga milagros por no querer poner ellos de su parte un poco de cuidado y solicitud.

  Supuesto que la prudencia del prelado en este sentido es acerca de cosas temporales y pertenecientes al cuerpo, digo que a esta prudencia ha de ser preferida la virtud, sanctidad y celo de grande penitenciab, que ésta es acerca de cosas del alma y más vale prudencia divina que humana y acudir al alma antes que al cuerpo. Y puesto caso que entramas cosas no se pueden hallar en un prelado, sino la una sola, atiéndase antes a esto que más vale, que padezca el cuerpo que no el alma. Y si por ser el prelado prudente y cuidadoso faltase en lo que es perfección y diese su communidad en algún particular defecto y culpa, ya se sabe que es más remediar Dios este defecto que no criar mill mundos. Y así es mejor dejarle al cielo, por el descuido del prelado, sustente nuestros cuerpos con las bestezuelas del campo, que no obligar a Dios haga una cosa que de suyo es más dificultosa que tornar a hacer un nuevo mundo.

  Y cierto que querría esto se notase, porque veo algunas opiniones muy engañosas abrazando y satisfaciéndose más de un hombre que tiene particular providencia para su casa que de otro que, faltándole algo de esto, se deja llevar de un celo sancto de penitencia y mortificación. Y veo ser de este error la causa que nos mueven más los obiectos presentes y cosas corporales, quiriendo tener confianza, en lo que es más, de que Dios reparará las quiebras spirituales, y no la queremos tener en lo que es menos, que reparará los cuerpos.

  La segunda razón de esto es que sentimos más las necesidades temporales que las spirituales, mostrando en esto ser más de carne que de espíritu, pues más hacemos sus partes que las del alma.

 

 


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2.  Santidad sin descuido de la casa

 

  Veo yo que dicen algunas veces: ¡Oh, hermano!, que fulano es sancto para sí, y aunque es gran penitente y de particular espíritu, pero su casa casi siempre desproveída; peroc bendiga Dios al hermano fulano, jamás le faltan espuertas de güevos, pescado, trigo, etc. Yo confieso que esto es de grande consideración y, cuando se halla con lo primero, es oro acendrado y d perla guarnecida, pero, si anda de por sí, aténgome a la [133r] perla y no a la guarnición, a la penitencia y a lo sancto, y no a los güevos de las spuertas.

  Lo que decían: que fulano era sancto para sí y que dejaba padecer necesidad a los frailes, digo que tengo por inposible entramas a dos cosas: la primera, que el prelado sea sancto y que sólo sea sancto para sí, por las razones que arriba dijimos e, por ser la regla y modelo por donde se rige y gobierna lo demás del edificio, vidrio por donde baja la luz del cielo a los súbditos, y siendo ellos sanctos, claros y transparentes, no habiendo puesto tierra ni obstáculo en su vida, que los súbditos lo han de ser; y que si una vela arde y luce, que aunque le pese, si así se puede decir, ha de alumbrar a los circunstantes y han de participar de aquel bien.

  En lo que dicen lo segundo: que por ser él sancto y vivir con descuido se mueren de hambre sus súbditos, tanbién lo niego, porque la propia virtud, sanctidad y celo sancto que tiene de que Dios sea más servido y agradado, ése está obligando a Dios que remedie mis faltas y tenga mis cuidados. Y ahí se lee cada día en la vida de muchos sanctos que, andando ellos fuera de sí y bien en Dios, enviaba el mismo Dios sus sanctos ángeles que hiciesen su propio officio, ya cociéndoles la olla si eran cocineros, trayéndoles cargas de pan a la portería. Y el descuido que nuestros frailes tuvieron en Valdepeñas f con aquel enfermo, yéndose todos a recrear, lo suplió la Madre de Dios, como queda dicho en la vida de aquel sancto religioso 1.

  Y si echamos mano y anteponemos la prudencia a la sanctidad, en verdad que no se remedien las faltas interiores ni se curen las llagas del alma con tortillas de güevos ni con buen pescado, antes ayudará esa abundancia a la relajación del spíritu; y más fácil es suspender la virtud y sanctidad el calor del cuerpo y necesidad temporal que no, al revés, el sustento y satisfación del cuerpo suplir y remediar la satisfación del alma, según la regla de los artistas: que a superiori ad inferius vale, y no ab inferiori ad superius.

 

 


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3.  Virtud y ciencia

 

  Aún nos queda lo tercero, que es la sabiduría a quién se ha de anteponer. Porque algunos, y no sé si diga por nuestros peccados, en viendo cuatro letras, se dejan llevar y en eso les parece está puesto el crédito, el ser y valor de toda una Religión; y, llevados de dos argumentos, ya les parece que no hay que buscar otra cosa y que todo está hecho y acabado. Y muchas veces por ese engaño suele estar todo acabado, porque buscaron letras y, no acertando a ser divinas ni las que Cristo enseña, sólo sirvieron de lo que san Pablo dice, que es hinchar y elevar 2.

  Esta es [133v] la diferencia que hay de la pluma cuando está de por sí o cuando está en el ave: que cuando la pluma está en el ave, está sujeta al ave para volar o no volar, para subir o bajar, según la necesidad que tiene para su sustento o recreación; pero cuando la pluma está fuera del ave, que la pelaron y se la quitaron, está sujeta al aire para que haga de ella lo que quiere. Esa diferencia hallo yo en la sciencia: que, cuando está en un hombre virtuoso, está la sciencia sujeta a la virtud para que de ella haga lo que quisiere. Con ella se levanta al conocimiento de las cosas divinas, con ella baja al conocimiento de sí propio, con ella sube y con ella baja y se humilla. Pero si está esta ciencia sin virtud, está sujeta al viento, que se la lleva sólo donde hay presumción, elación o vanagloria. Y así, por sí sola no vale si no está acompañada con la virtud. Que ya yo he dicho otras veces esto: que, aunque al Hijo se le atribuye la sabiduría, decimos en el credo que g el Spíritu Sancto es el que habla por los prophetas, porque el propheta que no tiene espíritu, amor, charidad y virtud, que es la que se atribuye al Spíritu Sancto, no tiene qué hablar.

  Sola una cosa digo (que aquí yo no predico ni enseño, sino sólo pongo esto que puede ser parecer, si me lo pidieren), y es que millares de ellos se han salvado con virtud y sin ciencia, y ninguno con ciencia y sin virtud.

  Más, digo que no quiero admitir la suposición de que haya virtud sin ciencia, sino que es muy cierto, donde se hallare la virtud, la penitencia y el celo de mayor perfección, hallarse no sólo sciencia, sino altíssima sabiduría. Sino que hay un engaño en el mundo: que, en no diciendo un hombre sic argumentor, probo, concedo, nego, luego lo tienen por ignorante. Pregunto yo ¿cuál es la verdadera sciencia o sabiduría? ¿No es la que dice san Juan: conocer a Dios y al que envió, Jesucristo 3, y, como dice san Agustín 4, conociéndole, amándole, etc.? Pues si esto tiene el verdadero virtuoso, ¿qué le falta?

 


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Sólo digamos esta palabra para concluir esto y que veamos que el virtuoso es verdaderamente sabio. ¿Qué es gramática? Yo ahora no le sé otra difinición sino declinar y conjugar, etc. Pues ésta sabe el virtuoso, pues no entiende sino en pensar la declinación de todas las cosas y cómo se le pasa y declina el tiempo, etc. La lógica est verum a falso discernere. Y aun por eso el virtuoso se aparta del mundo [134r] y de sus pompas, etc. Y así, discurriendo por todas las difiniciones de todas las ciencias, las hallarán en el virtuoso bien perfectamente. Y así debe ser preferido al que argumenta, etc.

  Y esto h lo encarezco a mi parecer tanto que, si no se hallase virtud sino en un donado, aquél deben eligir por provincial y ministro; y si lo contrario hicieren, se guarden, que los ha de castigar Dios gravíssimamente. Y esto digo porque, si la virtud no pareciere, sino estotras dos cosas solas como son prudencia y ciencia, no reparen en ellas, sino vayan a buscar la virtud y celo de más perfección, ora esté en mozo o viejo o muchacho o en quien quisieren, que las canas del siervo de Dios son sus sentidos y potencias bien compuestas y ordenadas.

 




a  corr.



b sigue a la tach.



c  sigue p tach.



d sigue guar tach.



e sigue que tach.



f sigue q tach.



1 Cf. Memoria de los orígenes de la descalcez trinitaria, 34,3 (II, 284-285).



2  Cf. 1 Cor 8,1.



g  sigue d tach.



3 Cf. Jn 17,3.



4 Cf. In Iohannis Evangelium tractatus, 123,5 (ML 35,1967-1968); De Trinitate, 9,12ss (ML 42,967ss).



h  sigue p tach.






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