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San Juan Bautista de la Concepción
Obras III - S. Juan B. de la C.

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XIII. DESPUES DE CUMPLIDO EL OFICIO

 

  Bien entiendo mill cosas me pueden quedar por scribir acerca del officio del prelado, mas, como hasta ahora en nuestra sagrada Religión no hemos descubierto todos los inconvenientes que son menester remediar y advertir, a mí no se me han ofrecido cosas en particular. Como el tiempo las fuere descubriendo, irá Dios dando personas que las vayan advirtiendo.

 

 

1.  El motivo de estos "notables"

 

  Yo confieso que, habiendo enpezado como de burlas estos notables, lo que me ha hecho fuerza como de veras para lo llevar adelante ha


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sido el ver que he juntado a los hermanos difinidores y mandádoles hagan leyes y ordenaciones, remitiéndome a lo que ellos hicieren de lo hacer confirmar y establecer de suerte que dure. Después de muchas veces juntos, no sé si escribieron una plana de borrones, sin querer poner la mano en ello ni querer hacer nada. Debiera de ser por más humildad y para que, más mirado y encomendado a Dios, se hiciere aquello que más y mejor pareciese convenir. Pero viendo que ellos no hicieron nada y que no es lícito esté la Religión sin leyes ni constituciones, puesto caso que yo tampoco no las deba hacer, para poderme escusar en todo tiempo, me veo obligado a scribir aquí estos borrones de todo aquello que Dios me diere a entender, no por vía de constituciones sino por vía de notables, para que en ellos noten lo que mejor les pareciere.

 

 

2.  Necesidad de atenderle como se debe

 

  Pues acerca de lo que al principio propusimos, acerca de esto que vamos tratando, nos falta por decir. Hemos dicho quién ha de ser el prelado y los inconvenientes que puede haber en sus elecciones. Ahora nos falta por decir lo tercero: qué hemos de hacer [157v] de este prelado después que lo ha sido, cumplido con su officio y pasada su carrera.

  Y no parezca inpertinencia esto, que, así como no hay hombre en el mundo a quien hayan tenido ocupado en alguna cosa, por de poca consideración que sea, que no acuda a pedir su premio y su mejoro -pues vemos las cortes tan llenas de gente que ni pide ni busca otra cosa sino paga de servicios y ocupaciones-; y así a, pues nuestro prelado, de quien hasta aquí hemos tratado, se ha ocupado en el gobierno y ministerio en que Dios y su Religión le ha puesto, es bien que veamos qué premios y pagas se le han de dar después de estos servicios y qué leyes y fueros hemos de guardar con él, porque podría ser, por no acudirle comob conviene, lo pusiésemos en peligro en el camino llano el que con seguridad corrió por el escabroso y pedragoso.

  Bien hemos visto muchos buenos caballos de ley, grandes corredores, que, por no los haber sabido curar después de la carrera, se han aguado y perdido y echado al muladar a los perros. Así, el buen jinete no sólo se contenta con buscar buen caballo para su caballeriza ni de que corra bien con ley y velocidad su carrera, sino con acudirle para su conservación después de la haber dado. Así vemos que los buenos jinetes tienen en el puesto donde se hace la fiesta un lacayo que enmante el caballo, que lo pasee y guarde de cosas que le podrían dañar. Pues de esa propia manera hemos tratado de cuál ha de ser el prelado, cómo ha de hacer su officio. Ahora conviene [saber], para que después dec cumplido y hecha su carrera, qué hemos de hacer para que no se nos


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agüe d, eche a perder o manque, de suerte que no nos podamos tornar a aprovechar de él.

 

 

3.  No repetir el oficio

 

  Vamos apurando esto por negaciones, aprovechándonos del símil del caballo, que me parece a propósito. Dada la carrera, no le ponen en otra, que es animal furioso y es tan grande el brío que de ordinario lleva en las primeras que se mancaría y abriría en las segundas. Lo propio digo yo del prelado que corrió ya su carrera: que tras una no le han de poner en otra, que es animal pesado, aunque en el ánimo feroz, que con particular brío obra lo que se le encomienda. Por eso [158r] en la visión de Eczechiel estaba representado en el buey pesado y en el águila ligera, que de entramos a dos podríamos componer un caballo pesado y veloz, y en el hombre y león 1, que siendo el hombre tardo el león es feroz y ligero, que es lo propio que decimos. Luego si el prelado es caballo que corre, bien será que después de una carrera no dé otra, no se nos abra o manque, que acabaríamos con él en cuatro días y no sería de provecho para él ni para su comunidad. Que llano es que un hombre cansado no puede en la segunda carrera llevar aquella ligereza que en la primera, y menos en la tercera, y su poco a poco irse disminuyendo hasta que de correr viniésemos a dar en paseo, que es harto malo en el prelado que con su paso y ligero vuelo enseña a tomarlo a los súbditos.

  Yo he visto algunas personas que compran bestias nuevas procurar acompañarlas en los caminos con otras que tengan paso largo y sean ligeras. Y así lo han de ser los prelados, pues al paso que ellos fueren han de ir los súbditos. Pues si del primer officio nuestro prelado quedó cansado y en el segundo amaina las velas y en el tercero se echa e a dormir, bien se deja entender sacará frailes dormidos f, cosa bien contra razón en religiosos que deben estar alerta y con sus lámparas encendidas para la venida de su esposo g 2. Pues, para que en las ocasiones que la Religión le pusiese alargue el paso y sea ligero, pasando su carrera con la velocidad que conviene, para enseñar tantas almas como le miran, será conveniente cosa que descanse h, pare y cese ab omni opere quod patrarat 3, cese del trabajo que ha traído.

 

 

4.  Un pasaje del Cantar de los Cantares

 

  Muy lindo exemplo tenemos de esta verdad en los Cantares, a quien los hermanos de la sposa la hicieron guardaviñas. La cual quedó tan cansada en desterrar las raposas que se las destruían que, después de ese officio y cansancio, quedándose adormida en los regazos de su


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esposo, el mismo esposo está diciendo a sus compañeras unas palabras en favor de la esposa cansada: Adjuro vos, filiae Jerusalem, per capreas cervosque camporum, ne suscitetis, neque evigilare faciatis dilectam donec ipsa velit 4; ruégoos, yo os conjuro por las cabras y los ciervos de los campos que no me dispertéis a mi esposa hasta que, yo dando licencia, ella quiera. ¡Qué justa petición! Doncella [158v] flaca, desposada, cansada de guardar viñas, ablentar raposas, que la dejen descansar y tomar sueño; que si es desposada y sus hermanos la hicieron guardadora de viñas, es menester que adviertan que hay más con quien cumplir que con hermanos. Y está su esposo aguardándola en el lecho florido de Salamón, donde tiene de apercibo setenta varones fuertes que le guarden en el sueño 5. Y en verdad que si ha guardado viñas, que por hermosa que sea ha de estar denegrida del sol. Así lo dice ella propia: Nigra sum, sed formosa, filiae Jerusalem, quia decoloravit me sol. Posuerunt me custodem in vineis, vineam autem meam non custodivi 6; no se espanten que esté tostada del sol, que el officio era propio para eso, que era guardar viñas ajenas y no guardar la mía. Como si dijera: no tuve lugar para hacer muda, para poderme siquiera vestir y componer para dar gusto a mi querido. Así, ahora que su esposo la ve, que salió del trato y de cansada se quedó dormida, adjura a sus compañeras que la dejen descansar y reposar y tomar un poco de descanso, que no es piedra ni toda de i sus hermanos, pues es desposada, que algún rato ha de haber en que se entretenga con su esposo.

  Pues una grandíssima dificultad se me ofrece aquí sobre este lugar y palabras que dice aquí el esposo. Ruega a las j compañeras de la esposa que no la dispierten y, para moverlas a que lo hagan, las conjura por las cabras y los ciervos que corren por los campos. ¡Oh buen Dios, qué misterios tan altos y tan a propósito de lo que vamos diciendo: que debe un prelado descansar para que no afloje en el paso, que sería en grande detrimento de los súbditos! Pues digo que jurar por Dios con necesidad y en tiempo debido lícitamente es honra y gloria de Dios. Pues este juramento que hace este esposo k por las cabras y ciervos de los campos bien se deja entender que fue juramento lícito a su tiempo y con necesidad. Pues jurar con esas condiciones por las cabras y ciervos l, es decir que, por la honra y gloria y por el bien de las cabras y ciervos, que dejasen descansar [159r] a su esposa y la dejasen reposar y dormir.

  Pues veamos, ¿qué bien les viene a estas cabras y ciervos del descanso de esta esposa y de su sueño? Digo que grandíssimo, porque, aunque por la parte de sus hermanos era viñadera, por la de su esposo era pastora que guardaba ganado. Pues viendo su esposo cansada a su pastora del officio de viñadera, pareciéndole que, si tras aquel cansancio la obligaba a salir al campo y ir a apacentar las cabras, que habíe de


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ser en mucho detrimento del ganado, porque pastora cansada en verdad que se habíe de caer de sueño por aquellos suelos y que pudiera ser causa que viniera el lobo y hiciera menos alguna cabra, y que, cuando se animara cuanto quisiera, no habíe de dar tantas vueltas cuantas convenía con el ganado llevándolo por diferencias de prados, así el discreto esposo, viéndola necesitada de sueño, pide a sus compañeras que no la dispierten siquiera por el bien del ganado que guarda.

  Bien parece queda m esto de decir, que conviene que descanse para que con brío vuelva a guardar sus cabras. Veamos ahora por qué dice también: Per cervosque camporum. ¿Guardaba ciervos? Yo pocas veces he visto pastores de ciervos, porque, como ellos son tan ligeros, ellos se guardan, no han menester pastor. Pues digo que lo que aquí quiso decir este buen esposo fue: Ea, pastoras devotas y amigas de mi esposa, mirad que no guarda cualquier ganado, sino cabras y ciervos que huyen, corren, saltan, y ha menester la pastora que hubiere de guardar semejante ganado ha menester pies bien ligeros, y quien así ha de correr para hacer bien su officio, después de haber hecho el officio de las viñas, bien es que duerma y yo le guarde el sueño y vosotras no la dispertéis.

  Seas tú, Dios mío, mill veces bendito. Y cómo creo yo que cuadra esto a lo que vamos diciendo: que el religioso que ha dado ya su carrera y hecho un officio, que no lo dispertemos, que lo dejemos holgar, descansar y reposar y entendamos que tiene más que hacer que guardar viñas ajenas; que es alma desposada [159v] con Jesucristo y ha menester contentar a su esposo y pasar con él a solas algunos ratos, que lo aguarda en el retrete y soledad. Y si es alma desposada y ha guardado viñas, en verdad que se le haya pegado algún sol y es menester darle tiempo y lugar para hacer y ponerse mudas con que mude la vida y quite las inperfecciones que ha cobrado y el polvo que se le ha pegado de semejante officio. Que no sé yo qué hombre hay en el mundo que, por mucho que se justifique en su officio, no lo haya cogido y tomado el sol de alguna presumción n o vanagloria. Y así es bien que se le dé lugar para cosa tan justa. Y más, que el officio no ha sido tan descansado como eso. Que echar raposas de la viña es de grande cuidado; que, en verdad, si son raposas, hagan desatentar al más prudente y cansen al más fuerte, porque saben mucho y tienen madrigueras. Esto es lo que más cansa a un prelado: las raposerías de los inperfectos, el conocerles sus inperfectiones, el sacarlos de sus madrigueras donde se tapan o y fingen otros de lo que son. Pues officio de tanto trabajo, déjenlo reposar y descansar per capreas, por las cabras, siquiera por el bien del ganado que guarda, que en verdad, si tras un officio entra otro, que se ha de caer a pedazos de sueño p y que ha de hacer hartas faltas y que no ha de acudir a repastar a su ganado y súbditos a todo aquello que tiene necesidad.

 


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No creo que hay q necesidad de exemplo de esto, que bien se deja entender. Per cervosque camporum; que advirtamos que el ganado que guarda está pidiendo que corra y sea ligero, porque son ciervos, son hombres que, si dan en deslizarse por lo vedado, veloces pedes eorum ad effundendum sanguinem 7, y es menester que ellos sean más ligeros y liberales para que les den alcance y no les puedan hacer marro. Y por esto conviene que duerman y descansen.

  Esto es lo que decía David: Quis dabit michi pennas sicut columbae, volabo et requiescam 8. El pájaro que tiene más inpetuoso vuelo me dicen que es la paloma; y pidiendo David alas de paloma dice y da la palabra [160r] que en volando ha de descansar. Y así es bien que nuestro prelado, que hemos comparado al caballo ligero, después de dada su carrera, descanse no se nos manque, de suerte que, habiendo cumplido bien en la primera, no falte en la segunda.

 

 

5.  ¿Y los que en el mundo cargan con cuatro oficios?

 

  Pues si tras un officio es menester descansar, reposar, sacudir el polvo y hacer mudas, Dios de mi alma, di esto a los que viven en el mundo cargados con officios de cuatro en cuatro, que, como si fueran cuatro para dar cuatro carreras juntas, así abrazan cuatro officios. ¡Seas tú, Dios mío, bendito!, que, quiriendo mostrar cuán poco es el hombre para rodar o rodear un officio y cuán necesitado está de ayuda, por Eczechiel nos muestras un carro uncido con r cuatro animales 9, en quien se halla en su punto fuerza, fortaleza, ligereza, brío y prudencia; y, con ser cuatro los que s llevan aquel carro y que tenían muchas ayudas de costa, que no rodaba por la tierra donde hay tantos atolladeros, sino por ese firmamento donde el viento y el aire, elemento sutil y ligero, les ayudaba a facilitar el tiro; y las ruedas no eran pesadas como las de los carros de acá, porque dice que el spíritu de vida estaba en las ruedas; y más, que dentro de una rueda habíe otra rueda, como las ruedas de los relojes, que se ayudan a rodar las unas a las otras. ¡Oh qué de ayudas de costa! Cuatro llevan un carro, en quien se halla prudencia como en el hombre, fuerza como en el t buey, ligereza en el águila, brío en el león, rueda por el aire, espíritu y vida llevan las ruedas, que es decir que, cuando algún rato se descuidaran en tirar, las propias ruedas tuvieran cuenta de rodar unas dentro de otras que las u facilita. Los que van uncidos, van llenos de ojos por no dar en algún atolladero, llevan alas para que no sientan tanto el hacer fuerza al arrancar el carro. Y, con todo eso, aquel gran padre de familias que dende el cielo todo lo gobierna con eterna sabiduría, se movió a compasión de estos animales que así iban cansados y dio un grito y voz


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en el firmamento para que amainasen las velas, encogiesen las alas y descansasen. Que no ha de ser [160v] todo rodar el carro, que parar tienen y descansar y vacar, que así es la voluntad de Dios, que es officio arduo y dificultoso.

  Ea, Señor mío, abre tú los ojos a los prelados que solos y a solas tiran el carro; que, según van v de torcidos, no sabréis si llevan la prudencia de hombre y, según van cansados, no tienen parecer de buey y, según van de flojos, no leones y, según bajos en su vuelo, más parecen milanos que miran la caza del suelo que no águilas que miran la voluntad de Dios en el cielo. No van llenos de ojos, pues parece que aun para sí les faltan los ordinarios. Van uncidos en un carro que rueda por el suelo, donde hay tantos malos pasos, tantos atolladeros y pedregales. Las ruedas es muy ordinario ser de cosas muertas que les falta espíritu de vida, que si el prelado para el súbdito no tiene espíritu para caminar, él se para w.

  Una rueda en otra rueda es decir que, para que estas ruedas se ayuden unas a otras x, que un súbdito ha de estar entrañado y unido en charidad con otro súbdito y todos hermanos, ayudándose unos a otros. Pero vemos lo contrario muy ordinario, que cada uno rueda de por sí y aun para su parte y, tiniendo este prelado y carretero y carro tantos trabajos y cosas que le dificulten el tiro, hemos de decir que, después de lo haber dado, no será bien que descanse, pare y sosiegue. Da tú, Dios mío, tu voz con que paren, cesen, batan las alas y amainen las velas del deseo de mandar y gobernar.

  Vox Domini confringentis cedros 10, etc. ¿Quién son estos cedros empinados, levantados, derechos en el monte Líbano sino los prelados en las religiones? Pues baje, Señor, tu voz que los quiebre, que los abaje y persuada, que ya es tiempo que cesen y paren y tomen reposo. Pues si así es culpable el hombre que sin cesar rueda un carro y admite un officio, ¿qué diré del hombre que tiniendo todos estos defectos y faltas quiere rodar y rodear cuatro carros, cuatro officios?

  Que va el otro seguro por la calle y lleva la bolsa en la faldiquera, que no pesa, [161r] y lleva allí puestos sus sentidos y, sin saber cómo, se la sacan de la faldiquera, ¡y que quiera un hombre flaco uncirse en cuatro carros y o cuatro cargos, que z para el menor de ellos habíe menester cuatro acémilas con cuatro en cuartas! ¿Qué podemos aguardar de estos que así se nos hacen atlantes, quiriendo echar sobre sus hombros los montes enpinados del mundo, sino que ellos y el mundo den en un infierno? ¿Qué podremos decir de ellos sino lo que le representó el otro ángel en figura de niño a san Agustín, que con el dedo quería meter la mar en una conchuela? ¡Oh padres y hermanos míos, y si abriésemos los ojos para ver qué grande mar es este mundo y los officios


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de que nos encargamos y qué pequeño hoyuelo es un hombre para que en él quepa este mar del officio que toma, tan borrascoso y sujeto a mill mudanzas!

  Bien es verdad que dice el sancto Job que Dios tiene la mar envuelta como en mantillas para que no bracee y aniegue al mundo 11. Y, con todo eso, hace de las suyas y se traga navíos, bajeles y galeras y acaba vidas. Dime tú, hermano mío, ¿quién eres que te atrevas tú a querer empañar tres y cuatro officios que el menor de ellos se habrá tragado a hartos prelados y los tendrá en el infierno? ¿Quién eres tú que quieres contender con Dios y hacer más en tu officio de lo que Dios hace en la mar sujetándolo, amansándolo, prometiéndote siempre bonanza, sin que tengas necesidad de tomar puerto do descanses y hagas carena y tomes flete y repares el bajel que hace agua?

  ¡Oh, si supiésemos qué dificultosa cosa es el officio, no digo yo que aguardaríamos a acabarlo, sino que antes de tiempo le volveríamos las espaldas y pediríamos a Dios con lágrimas y de rodillas pidiese a nuestros hermanos y compañeros que nos dejen descansar y reposar hasta que Dios lo mande y, por su voluntad regido, quiera acudir a otra cosa! ¡Oh buen Dios, y si a este propósito acertase a declarar un lugar que se me ofrece!

 

 

6.  Como la esposa del Cantar de los Cantares

 

  [161v] Explicando el sposo las propiedades de su esposa, le dice: Equitatui meo assimilavi te, amica mea, in curribus Pharaonis 12; asemejéte, esposa mía, a mi caballería cuando huía de los caballos ligeros de Faraón. Aquí hay que notar que el pueblo de Dios, cuando salió de Egipto, toda su defensa y caballería con que se defendió, huyó y puso tierra en medio de la furia de Faraón o, por mejor decir, mar en medio, pues toda la caballería del pueblo de Dios era y fue una vara que traía Moisés en la mano, con que hería las aguas y las hizo apartar y dividir de suerte que, pasando a pie enjuto, se pusieron en salvo y libres de los caballos ligeros de Faraón 13. De suerte que esta vara eran los caballos que los libraron y defendieron; esta vara fue el navío y barco que los puso en salvamento; ésta fue la que dio la carrera, salió con la victoria y libró a aquel pueblo de Dios. Pues a esta caballería compara el esposo a su esposa, a esta vara que sirvió de navío y sirvió de caballo.

  Pues, esposa mía, eres semejante a esa caballería y a esa vara hecha navío, buen trabajo has tenido, buenas borrascas has pasado, razón será que descanses: Veni, electa mea, veni in foraminibus petrae, in caverna maceriae 14. Necesidad tendrás de reparo, doncella, que, hecha vara, has guiado y defendido a mi pueblo y en ti, como en barco, se ha librado de la furia de Faraón; razón será que tomes puerto y te entres en los escondridijos


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de las piedras y en las quebraduras de las paredes. Ea, padres míos, que han sido vara que han guiado al pueblo de Dios por la soledad y han sido caballos ligeros que pusieron en salvamento muchas almas sanctas a y, hechos navíos, han pasado por mar tempestuoso, miren que los llama Dios para que vivan y descansen en el rincón y en el agujero dondeb se reparen.

  Pues, válame Dios, ¿no había adónde llamar a la esposa -y en ella al prelado- para que fuera a descansar sino in foraminibus petrae, in caverna maceriae, [162r] en los agujeros de las piedras y quebrajaduras de las paredes? ¡Seas tú, Dios mío, bendito!, y qué bien les dices en lo que han de entender después de hecho el officio: que se metan en los agujeros de lasc piedras y en las resquebrajaduras de las paredes d. Como quien dice: Después de haber pasado el officio, ponte donde el lugar te enseñe las faltas que habrás tenido; mira, cuando después de haber acabado el officio y estés metido en un agujero, vuelve sobre ti y veras cómo, siendo navío en que muchos pasaban, estabas lleno de agujeros y de defectos por donde el navío hacía agua. Mira por esa quiebra de la pared las muchas que has tenido en tu ocupación para que la repares, porque te digo de verdad que, así como no tiene seguridad el que está metido en la rehendija de una pared que, estando abierta do quepa un hombre, ruina amenaza para caer sobre él, así sobre ti amenazaba tu officio por haber procedido en él con tantas quiebras.

 

 

7.  Como Jonás

 

  ¡Oh buen Dios, y cómo veo también esto pinctado en Jonás, que sale de aquel officio en que él sintió tanta dificultad, que escogió meterse en la mar a padecer borrascas, absentarse de su tierra e donde Dios le hablaba y irse a la ajena, y después escoge echarse en la mar y que se lo trague una ballena 15! Pues después de haber cumplido con officio tan dificultoso y que tan sin gana él lo tomaba y tan poco lo pretendía, que así tendría más escusas de las faltas que en él hiciese, después de lo haber hecho y predicado y trabajado y convertido la ciudad y venido con tantas ganancias, le apareja Dios un lugar do repose y descanse. Y ¿dónde? Pensarán: en un lugar donde viese la ciudad y pudiese hacer buena cuenta si la habíe bien paseado y predicado, si acaso le faltaba algún barrio por amonestar y predicar. Debajo de una yedra tan delicada que un gusanillo basta [162v] para roella y secarla 16. Como quien dice: Haz cuenta de officio grande como hombre flaco, que lo eres tanto como esta yedra que, estando ahora de un color y verdor, con tan


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pequeña ocasión como es un gusanillo que la roe, se marchita y lo pierde y está de otra manera.

  ¡Seas tú, Señor, mill veces bendito! Y si tú, hermano de mi alma, después de haber cumplido con tu officio, te pusieses donde lo pudieses tornar a mirar y campear a ver si lo enllenaste, si dejaste algo vacío, si amonestaste, si predicaste, si se f te pasó o quedó algún barrio o parte donde no desengañaste. Y g que hagas cuenta de officio grande en hombre bajo y flaco que, estando de un verdor cuando lo recebiste, torciste, como otro Jonás, el camino y no fuiste por donde Dios te enviaba, gustando más de meterte en nuevos peligros y borrascas de mar que obedecer a Dios, dejándote tragar de las bestias marinas del mundo; y después, con un gusanillo y pequeña ocasión, perdiste el verdor de las esperanzas h que diste en tus principios, cuando se te encargó el officio, y después pareciste seco, estéril y sin fructo, yendo cada día en menos. De todo esto, mi hermano, tiene necesidad un prelado: volver sobre sí, pensar quién es, qué le encomendaron, cómo hizo su officio. Y para pensar todo esto es menester que, después de la carrera, descanse y tenga quietud y reposo.

 

 

8.  Otros ejemplos bíblicos

 

  A los ángeles, a quien Dios tiene encomendado la guarda de los hombres. Y tratando Cristo de los humildes, trai un niño delante dél y dice: "Mirad, no desprecéis uno de estos pequeñuelos; dígoos de verdad que sus ángeles están mirando el rostro y cara de mi Padre" 17. Ponderemos esto: a un niño le da un ángel por guía, por guarda y amparo. Con ser quien guarda ángel y a quien guarda, un niño -que es un ángel el que guarda, un ángel incansable; el que es guardado, un niño inocente-, le dan por ayuda de costa que esté ante el rostro de Dios, que allí descanse y allí vaya a registrar los caminos [163r] que a los tales ha de enseñar. ¿Qué tiene que responder a esto el prelado, que no es i ángel, sino hombre, y muy de carne, a quien no le han dado que guarde un niño inocente j, sino muchos hombres muy llenos de malicia? ¿Por qué le hemos de quitar a este tal, ya que no puede siempre estar, por sus muchas ocupaciones, ante el rostro de Dios, que, por lo menos, después de acabado el officio, que le dejen acudir a esta presencia donde pueda coger resuello, descansar y liquidar sus cuentas? Si los ángeles, que son carros y caballos de Dios, con ser tan ágiles, ligeros, incansables, les da Dios para ayuda de costa del cuidado que ponen en la guarda de un niño inocente que descansen y reposen ante aquel gran Dios, que es descanso de los afligidos y cansados, ¿cuál será la ayuda de costa que habrá menester un pobre hombre


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cansado, afligido y cargado con un peso y carga tan descompasada a sus flacos hombros?

  Compadeciéndose Dios del trabajo del buey que trilla, dice en el Levítico: Non alligabis os bovi trituranti 18; no le tapes la boca al buey que trilla. Que parece le hacía compasión verle dar tantas vueltas a la redonda con tanto afán. Dejadlo descansar un rato, tome algún alivio de su continuo trabajo. Díganme, si de un buey, de un animal que k trilla un poco de trigo se compadece Dios y manda que no le echen bozal, que le dejen tomar un poco de refresco, ¿qué hemos de decir de un pobre prelado l, cuyo officio es más que trillar y afanar con tantos que, por muchas vueltas que dé, no da m cuantas debe y tiene obligación y tiene necesidad la gente que a su cargo tiene para que del todo queden deshechos y quebrantados hombres que de su cosecha son tan enteros y amigos de su propia voluntad? ¿Por qué a este pobre prelado no le hemos de dar tiempo en que abra la boca, resuelle, hable, descanse con su Dios y le diga sus pesares? Que, por muchos que diga, no dirá n ni derramará tantos cuantos en su pobre corazón ha cogido en tiempo tan breve.

  Quiso Dios llevarse al profeta Elías al o paraíso y, con ser carga no de mucha consideración por ser un hombre profeta, sancto y amigo de Dios, que no pesaríe mucho, y con todo eso, ecce currus igneus, et equi ignei 19, etc. Carga de hombres, aunque sea uno y sancto, baje [163v] carro de fuego y caballos de fuego ligeros, liberales, que, cuando el sancto pesara más que mill bronces, lo arrancarán y llevarán. No sé cómo los hombres nos atrevemos a cargar sobre nuestros hombros, carro harto flaco y nosotros no caballos sino tristes jumentos, no de fuego sino de barro, cuya materia nos inclina abajo, carga tan pesada no de un hombre sino de muchos, no sanctos sino amigos de sus voluntades. ¡Oh officio pesado, oh carga trabajosa! A ese tal, dadle lugar en que pueda descansar y sosegarse, no le tapéis la boca para que pueda resollar.

  Cosa notable que viene un hombre de unas fiestas donde todo ha sido gusto y entretenimiento y, porque tuvo un poco de apretura de la mucha gente que cargó, viene con unas ansias, con un deseo de meterse a su rincón, de descansar, de reposar, de que le dejen que no ve la hora de verse a sus solas. ¿Qué hemos de decir de un prelado, cuyas apreturas han sido de corazón y no de fiestas sino de trabajos, y no en compañía de hombres sino tiniéndolos sobre sí? ¿Qué mucho que quiera que le dejemos reposar, descansar?

  Está Dios ocupado seis días criando el cielo, la tierra y toda esta máquina del mundo y, siendo Dios, que en nada que quiere hacer p halla repugnancia, al sétimo día quiere cesar y descansar 20. ¿Por qué


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no ha de querer parar y descansar el pobre prelado, que no cría cielos sino doctrina a hombres en quien halla mill contradiciones? Descanse y repose norabuena, que lícito le es y bien probado queda.

 

 

9.  El descanso adecuado

 

  Ahora nos falta ver en qué ha de reposar y descansar después de este officio.

  Y para que respondamos, volvámonos a nuestro símil del caballo que dio y hizo su carrera, de quien dijimos que no era bien lo metiéramos en otra. Ya se sabe que, después de haber corrido, no lo meten en la caballeriza, sino que, cogiéndolo un criado, lo pasea y trai por algunos lugares donde se desavahe y desude. Yo pienso y tengo por cosa muy conveniente que el prelado, después de su officio, no lo encierren de golpe ni lo metan [164r] al rincón de la celda, no se nos desagüe como caballo. Que, como ha estado tan ocupado y lleno de pensamientos y cuidados, es necesario desudarlo poco a poco y pasearlo no por las calles, pues para nosotros ya no las ha de haber, sino que lo paseen, ocupen y traigan por lugares humildes: que tres o cuatro meses se ocupe en la cocina, en ayudar a fregar y al officio de humildad, ya barriendo la casa, ya acudiendo a otras cosas de esta manera, con quien bien se compadece q la oración.

  Y para esto me parece sería bien r, si la Religión llegase a poderlo hacer con todos, que no tuviese tanta necesidad de sujetos, que nuestro prelado, en acabando su officio, para hacer este soberano y divino paseo que ahora acabo de decir, que le quitasen o se quitase el cerquillo y fuese donado, y que para esto hubiese ley y constitución. Paréceme muy conforme a razón, y tenemos figura de ello en el Apocalipsi, que en la casa de Dios se hacía. Dice el sancto Juan que vido un cordero como muerto, cercado de venerables viejos que tenían coronas en sus cabezas, instrumentos músicos en sus manos, y que vido un libro cerrado y que no habíe quien lo abriese. Y se enpezó a afligir el sancto Juan. Llegó uno de aquellos viejos y díjole: "No llores, que digno es el Cordero que es muerto a abrir este libro". Y en s siendo abierto, vido el sancto Juan que los buenos viejos soltaron sus instrumentos t y quitaron sus coronas y se postraron ante el que vive en los siglos de los siglos 21.

  Vamos desmenuzando esta figura. Viejos que tenían en medio un cordero. Juraría yo que debieran de representar pastores que habían quitado a aquel cordero de las uñas y bocas de los leones. Dice que tañían y tocaban instrumentos músicos, propio de pastores que hacen fiesta a la presa que han quitado de entre los dientes al lobo. Tras esto dicen que vieron abierto un libro y que al punto se trocaron y


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mudaron soltando los instrumentos músicos y soltando las coronas. ¿Qué habéis visto, sanctos viejos, en este libro? ¿Qué habéis leído? O ¿qué representa? Ay, padres [164v] míos, cómo me sospecho u que, aunque se habían dado buena diligencia a guardar su ganado, pues habíen quitado el corderillo medio muerto de la boca del león, que les quieren tomar cuentas, pues abren los libros; cuentas tomadas del que vive por los siglos y de cosa tan grave como es dar cuenta de corderos. No es tiempo de música ni de coronas, vayan fuera y, pecho por tierra, humillémonos ante este gran Dios que vive por los siglos.

  Ea, mis charíssimos hermanos, si mientras tenemos los officios estamos contentos por las nuevas ganancias que damos a Dios, después de acabado, al dar de las cuentas, al abrir los libros, al sumar y restar gasto y recibo, aunque hayamos tenido tanto cuidado y diligencia que hayamos quitado al oso y león el cordero de entre los muertos, vaya fuera el instrumento músico, cese todo lo que hasta aquí puede haber habido que nos haya divertido. Fuera la corona, pecho por tierra, ocupándonos en los officios más humildes que hubiere en la casa, que todo ha de ser menester para pedir perdón de tantas faltas como habremos tenido a aquel rectíssimo juez que vive en los siglos de los siglos.

 

 

10. Esa perspectiva en el prelado

 

  Y el ocuparnos después deste officio en semejantes actos de v humildad paréceme a mí les será de grandíssima consideración cuando sean prelados. Considerarán que mañana fregarán platos y que aun plega a Dios eso acierten a hacer, cuánto más limpiar vasos que sean y queden puros para Dios. No se perderán de vista, pues ya saben que su exaltación les ha de durar poco. Después de lo haber sido, se conocerán por indignos para lo pasado y cobrarán ánimo para escusar lo porvenir.

  Sácale Dios a David por prelado de guardar ovejas y, siéndolo, el sancto rey w muestra unos vehementes deseos de ser un triste donado en una religión. Así lo dice él propio: Eligi abiectus esse in domo Dei mei 22; aunque me veis con esta corona y cetro, muy en el alma tengo pegado el ser un pobre donado desechado en la casa de Dios. [165r] Melior est dies una in atriis tuis super millia 23; más vale un día, Señor, de tus zaguanes, de los portales de tu templo que están llenos de pobres y llagados, más vale estar un día allí curando llagas y sirviendo enfermos, que mill del cetro y corona. Si antes que este sancto rey se le llegue el acabar el officio y abrazar el de humildad tal conocimiento tiene, tal habla y dice, ¿qué dijera cuando se viera en una pobre cocina fregando platos? ¿Qué dijera? Ya se consideraba en esos zaguanes y portales y decía: Concupiscit et deficit anima mea in atria Domini 24; en tus atrios desfallece mi


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spíritu. Donde yo me considero servir tus pobres, allí me falta el spíritu y las fuerzas, porque el contento me coge de pies a cabeza.

  Estoy muy cierto que el prelado, después de haber pasado su trabajoso officio, viéndose enpleado así en actos de humildad, que le cogeríe y cercaríe tan grande contento que no se conocería. Estos pienso yo que debieran de ser los agujeros y quebraduras de la pared donde llamaba el sposo a su esposa después del vencimiento y traspuesta que habíe hecho a la caballería de Faraón, cuando la comparó, como denantes decíamos, equitatui 25, a su caballería, aquella misteriosa vara que habíe tenido tan alto officio como habíe sido ser guía de aquel pueblo amado de Dios.

  Ea, pues x, hermano nuestro, después de haber servido su officio y sido guía del pueblo de Dios, éntrese a descansar en estos dichosos agujeros, en una cocina a fregar platos, que sobre mí si no dijere que y vale más un día que mill y se tenga por más dichoso que jamás se conoció.

 

 

11. Diversa reacción del soberbio y del humilde

 

  Según estos provechos, paréceme a mí que todos se deben holgar que después del officio lo ocupen, por lo menos seis meses, en officios semejantes. Y que si en nuestra sagrada Religión, por haber pocos sujetos, ahora no se pudiere z hacer por tanto tiempo, que por lo menos sea por algunos meses y que, por necesario que fuese el fraile para el officio, por lo menos lo habían de dejar siquiera [165v] tres meses que se paladeara los labios siquiera con algunas consideraciones de las dichas. Con esta ley, bien se deja entender que el soberbio y presumptuoso, por huir el cuerpo a estos actos de humildad, procuraríe no apetecer el gobierno y mando; y pluviera a Dios fuera así. Pero témome que el que una vez ha puesto en su corazón deseo de honras y de mandar, que esto no habíe de ser ocasión de refrenarles sus apetitos desordenados.

  Acuérdome haber leído una vez -debe de ser fábula- que en un pueblo habíe muchos disparates sobre el pretender ser alcalde y para repararlos hicieron una ley: que, después de haber hecho su officio un año, que, en acabando, le diesen docientos azotes. Viendo que esta pena aún no remediaba el daño, mandaron que, en cumpliendo el alcalde su officio, lo ahorcasen. Pasaban dos forasteros por allí y vieron que llevaban a uno de aquellos alcaldes a ahorcar. Preguntando por qué hacían aquella justicia, dijéronles la ley que tenían en el pueblo. Respondieron los forasteros: Pues venid acá, hermano, pues ¿es posible que hay quien quiera ser alcalde? Respondieron: Bueno está eso, más ha de un año que nos sobornan dos para que les demos la vara.

 


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Paréceme que al soberbio poco le importará que, después del officio, le hagan donado y le manden fregar. Más es ver cuántos se condenan por no hacer el officio como deben y, apenas está uno condenado por el officio, cuando ya otro lo pretende, quiere y hace diligencias, que es harta lástima y compasión. Pero débenos consolar a que, si al malo no le sirve esa pena de freno, al bueno le sirve de premio, de consuelo, de descanso, de bien, de gloria, de entretenimiento y de tiempo y lugar para llorar sus faltas y defectos que tuvo en el tal officio y de liquidar sus cuentas. Quiera nuestro Dios las demos cual conviene, siendo fieles mayordomos que merezcamos entrar en la casa del gozo. Quam michi et vobis.

 




a  sigue sien tach.



b sigue no tach.



c sigue hecho tach.



d  sigue y tach.



1 Cf. Ez 1,10.



e sigue d tach.



f sigue bien tach.



g sigue pues puesto caso que no aya de tach.



2 Cf. Mt 25,1-13.



h sigue y tach.



3 Gén 2,2.



4 Cant 2,7.



5 Cf. Cant 2,7.



6 Cant 1,4-5.



i  corr.



j corr.



k siguesiendo tach.



l sigue nos tach.



m  da sobre lín., en lín. está tach. 



n corr. de presumcioncilla



o corr. de tampan



p corr. de sueños



q  sigue neces tach.



7 Sal 13,3.



8 Sal 54,7.



r sigue los tach.



9 Cf Ez 1.



s sigue lo tach.



t sigue s tach.



u corr. de losatisf



v  sigue de tach.



wél se para sobre lín.



x corr. de otros



10 Sal 28,5.



y sigue que pa tach.



z sigue el tach.



11 Job 38,8-11.



12  Cant 1,8.



13  Cf. Ex 14,15ss.



14  Cant 2,14.



a  sigue no tach.



b siguese pa tach.



c sigue paredes tach.



d sigue q tach.



e sigue y irse a la ajena tach.



15 Cf. Jon 1-2.



16  Cf. Jon 3,5-7.



f  sigue y tach.



g sigue luego tach.



h sigue y te mostraste tach.



17 Mt 18,2.10.



i sigue hombre tach.



j sobre lín.



18 1 Tim 5,18. Cf. Deut 25,4.



k  sigue triga tach.



l sigue a cuyo tach.



m sigueta tach.



n sigue tan tach.



o sigue m tach.



19  2 Re 2,11.



p sigue el tach.



20  Cf. Gén 2,2.



q  sigue el tach.



r sigue qu tach.



s sigue abriendo que lo tach.



t al marg. vide



21 Cf. Ap 4-8.



u  corr.



v sigue letra tach.



w sigue trai a la memoria tach.



22 Sal 83,11.



23  Ibid.



24  Sal 83,3.



25 Cf. Cant 1,8.



x  sigue p tach.



y rep.



z sigue po tach.



a  corr. de condenar






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