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San Juan Bautista de la Concepción Obras III - S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
XVI. IMPORTA A DIOS Y AL HOMBRE
Ahora, pues, digo que le importa a Dios y al hombre, cuando Su Majestad lo escoge para una obra grande, habiéndole asido a la perseverancia con la luz que le ha dado de la inportancia de los fines, afligirlo con los [178r] trabajos de los medios con que se han
de conseguir los tales fines. Y digo que esto le importa a Dios y al hombre.
1. Al hombre
Al hombre, porque, viéndose así humillado y rendido con semejante mortificación, no se ensoberbezca, sino que, conociendo en los trabajos de los medios la poquedad de sus fuerzas, ponga los ojos en Dios, que le está ayudando, sin cuyo favor fuera inposible salir de pasos tan trabajosos como halla en los medios con que se ha de conseguir el tal fin y así, cuando lo consiga, dé la gloria a solo Dios.
Y si no, miren el peligro a que se puso y en que cayó Sansón cuando con una quijada de un jumento mató tantos philisteos; que, habiendo conseguido este fin y victoria con tanta facilidad, ya le pareció obra de sólo sus manos y que no habíe tenido ayuda pública ni secreta, pues dice: Mandibula asini percussi eos, quos Dominus percussit, se percussisse dixit 1. Pues para quitar este inconveniente y no poner al hombre en este peligro a en que el mismo hombre cai por su ignorancia, habiéndole Dios a alguno de cometer alguna victoria, antes que la consiga, lo cerca de aflicciones y trabajos que en el conocimiento de su grandeza y poquedad de sus fuerzas eche de ver que no es él el que los vence y el que quita las dificultades, sino que en ellos se está manifestando la virtud del poderoso Dios, que de ellos lo está librando para que, viéndose libre de ellos por poder ajeno, le esté atribuyendo y dando la victoria a aquel sin cuyo favor fuera nada.
Y así me parece hizo con Jonás, como ahora decíamos. Que si él, por el conocimiento de la dificultad de los medios, torció el camino, en ese camino torcido mostró Dios que con tales medios nadie podía alcanzar semejantes fines de la conversión de tantas mill almas, sino el propio Dios. Y así pudiese Dios tener más seguro de soberbia y presumción al sancto propheta, viendo que con cosas contrarias de lo que él pensaba lo traía Dios a la melena para hacer con ellas su voluntad contra la del propheta que iba fugitivo. Y así conociese la voluntad grande que Dios había tenido del remedio de tanta gente y lo poco que él había puesto en ella, que sólo había sido huir y echarse a dormir en lo bajo del navío y entrarse en el vientre de una ballena, como niño en cuna -que son tres cosas harto lejos a nuestros ojos del vencimiento y victoria que después tuvo-. Porque para ser uno gran predicador, se requiere, lo primero, ser muy obediente: ad omnia quae mittam te ibis 2, etc.
Dice Dios a Jeremías: Ser varón fuerte; noli dicere: puer ego sum 3, quia ut adamantem et silicem dabo faciem tuam 4. Lo tercero, que vele: Quis tu
vides, Jeremias? Virgam vigilantem ego video 5, etc. Pues para que el profeta, por la contrariedad de los medios, eche de ver que la victoria no es suya, dejémosle hacer de las que el hombre suele, huiga, duerma y trágueselo [178v] la ballena y entre predicando adhuc quadraginta dies, [et] subvertetur Ninive 6. Mirad qué tiene que hacer: huir, dormir y andar en el vientre de una ballena, para salir uno buen predicador, predicar y decir que dentro de cuarenta días había de ser asolada aquella ciudad y hundida, con ser todos libres de la muerte de la culpa y esentos de la pena con que los amenazaba. Sí, que todo eso es necesario para preservar al profeta de presumción y vanagloria y que entienda que es victoria de sólo el brazo poderoso de Dios, el cual se precia de hacerb obras semejantes con gente humilde, porque siempre lo sean en cosas donde tanto peligro corre.
2. A Dios
Lo segundo, dijimos que le inportaba a Dios, para la consecución de sus obras y fines, sujetarlos a medios dificultosos y trabajosos, porque estos trabajos también ligan y atan a un alma para que no le vuelva a Dios las espaldas y le dejen con el comienzo de su obra. Veámoslo en el propio propheta, de quien vamos tratando. Huye Jonás de lo que Dios le había mandado y métese en la mar. Mirad si hay cárcel ni grillos, para que un hombre no sea libre a hacer su querer y voluntad, como meterse en la mar -que ella propia está metida en brete y calabozo, como tantas veces dice el sancto Job 7 y publican los profetas: Terminum posuisti quem non transgredientur 8-. Y como hombre que allí lo tiene Dios bien seguro, no le importa que se eche a dormir. Y sic la mar y un navío sujeto sólo al registro d y carta de marear del cielo, y no al querer de los hombres, no basta para tener seguro a que haga e el propheta f la voluntad de Dios, el que sólo quería hacer la suya, désele otra cárcel más estrecha, tráguelo una ballena y tráigalo en su vientre. Como hace la madre al niño, el cual no tiene más querer que el de la madre; come cuando se lo da y anda sujeto a los pies de la madre y a los ojos y orejas, etc. Así hace Dios con el profeta para asirlo y atarlo a su voluntad: que lo entra en una ballena para que del todo quede preso y rendido, de suerte que él de suyo no tenga más pies que los de la ballena, mi manos ni ojos para que de veras pueda decir: Posuisti in nervo pedes meos 9, etc. Y de esta manera y por estos caminos sepa el propheta, que quiso huir, que ha de quedar preso y captivo para hacer la voluntad de Dios; y no ha de quedar frustrada de los fines que pretende.
Lo propio hace Dios con las personas que escoge para unos fines grandes. Que si los dejase libres, sobrellevados y contentos, es muy cierto que se le irían fugitivos y le dejarían, como dicen, [179r] con la palabra en la boca y con el negocio en las manos. Así, da Dios orden de poner estos tales en estado y mar tan tempestuoso de obscuridad y trabajos, que de suerte ninguna no tenga otro gobernalle ni carta de marear sino la que le da el cielo, porque si abajo quiere poner los ojos, por todas partes ve agua y ve tempestad y borrasca. Y aun llegará a tiempo que los propios marineros y compañeros suyos que van en el propio navío lo echen en la mar. Y dará Dios lugar a que se lo trague una ballena y quede por todas partes tan abreviado y estrechado que no le quede otro remedio más que el de Jonás, que fue orare de ventre ceti 10, hincarse de rodillas dende el vientre de una ballena. Que muy bien es que quien ha de ejercitar y tener officio grande, nada le quede libre sino la lengua para orar y pedir favor al cielo; y conocer y confesar con ella que es polvo y ceniza, y que sólo Dios es el que allí anda exercitando y haciendo obras de carcelero y que se conozca aquí no hay ni ha de haber más que un querer y una voluntad. Que le inporta mucho así a Dios en las obras de mucha consideración.
Que, bien visto, fue lo propio que hizo Dios con el sancto Job. Quiriendo mostrar Dios cuán conforme estaba a su voluntad y querer, da lugar al demonio para que le enbargue todos sus bienes, le mate sus hijos, le prenda su cuerpo y sólo le quede lengua libre, como él dice: Tantummodo derelicta sunt labia mea circa dentes meos 11; para que con ella confiese que no tiene otro Dios ni Señor en quien sperar y confiar, muerto o vivo, sino solo Dios.
Es certíssimo que pasa a la letra con muchos siervos de Dios, a quien hace Dios enbargo de todo cuanto tienen y poseen en la tierra de hacienda, vida y honra, porque otra no conocen sino la que Dios les puede dar, porque la que ellos tenían, como entre zarzas, se la han dejado en las manos y lenguas ajenas de los hombres de la tierra, y su cuerpo le ha echado Dios mano, tocándolo con la suya. Como a otro Job, que dice: Miseremini mei, saltem vos, amici mei, quia manus Domini tetigit me 12. Y después de bien asido y preso y perseguido, que todo lo tuvo el sancto Job, sólo le deja Dios g tantummodo labia mea circa dentes meos; le deja los labios y lengua libre, con que conozca las dos cosas que vamos diciendo, por donde le inporta a Dios llevarlo por este camino: que conozca que non sumus sufficientes cogitare aliquid ex nobis, quasi ex nobis 13. Lo segundo, que se confiese por captivo, preso y sujeto al querer de Dios. [179v] No digo que le falte la libertad, que aquí no voy tratando sino de los grillos y cadenas con que Dios suele atraer un alma a que sólo haga su querer, que son de los que dice Oseas: In funiculis Adam traham eos, in vinculis charitatis 14, etc.