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San Juan Bautista de la Concepción Obras III - S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
XVII. LA ORACION DE ESTA PERSONA
Bien pudiéramos aquí tratar, en el estado de esta persona de quien aquí vamos tratando. Que no creo será necesario resumir el estado en que la hemos puesto, que bien se entenderá, pues por razón de los trabajos y aflicciones con que pretende alcanzar los fines que Dios quiere la hemos puesto como un Jonás en una ballena y como un Job en un muladar, preso y captivo del mismo Dios, diciendo: Sit nomen Domini benedictum 1 -pues es él el que lo da y el que lo quita-, con sólo lengua el uno y el otro libres para orar. Pues digo que pudiéramos tratar aquí por paréntesis qué oración es la que en semejante estado puede tener una persona.
1. La lengua trabada
Y no sería poco si acertásemos a decir algo, que no creo seríe de poco consuelo para los que están en semejante estado, porque en realidad de verdad, como se ven así tan afligidos y presos y la carne no echa de ver que son ataduras de charidad, piensa que está Dios enojado con él. Que así se queja Job: Quare posuisti me contrarium tibi, et factus sum mihimetipsi gravis 2? Yo no me espanto, Señor, que vos no me sufráis, porque yo no me puedo llevar. Y así están estas tales almas en un perpetuo desconsuelo, sin hallar ayuda de costa, como decimos, sino el de la oración, el de la lengua.
Pues veamos qué oración es la que puede tener un alma en semejante ocasión, porque la veo tan enpapada en trabajos, afliciones y desconsuelos por hacer obras tan repugnantes a la carne, que es muy ordinario la lengua no hablar sino mill cosas que, si se pesasen con ojos de carne, las sentenciaran o a desesperación o inpaciencia o murmuración, como las del sancto Job, a quien tuvo el Spíritu Sancto necesidad de declarar y abonar, diciendo: In omnibus his non peccavit Job labiis suis a 3; adviertan que, aunque habla Job de esta manera, no ha peccado.
Ahora, pues, si esto es así -que la lengua queda muy de ordinario trabada y atendiendo a ser puerta por donde el corazón se desafoga- ¿qué oración es ésta? ¿Para qué decimos le queda lugar a este preso que tiene Dios con semejantes trabajos? ¿Oh buen Dios, y cómo me meto yo en semejantes cuestiones, que tan lejos están de mi saber? Ni sé para qué me escribo esto, si será para que se rompa o se queme, o si es tentación fina, si es gastar tiempo en balde. [180r] ¿Qué tengo de hacer? Como lo había de gastar en otra cosa, vaya en esto, que si lo leyere alguien podrá ser sólo los hermanos de casa; y [a] ellos, con mi poco saber e ignorancias, les servirá de apartarse de ellas y ser como
el otro decía: que tanto le importaba oír un mal predicador como un bueno, al bueno para lo imitar y al malo para se apartar. De algo les podré yo servir, aunque no sea sino para que con mis ignorancias tengan advertencias. Diré, pues, aquí lo que supiere y Dios me diere a entender.
2. Aflicción por no tener oración
Pues digo que esta persona a quien Dios así prendió y puso, como digo, de un Job en un muladar y de un Jonás en una ballena, es muy ordinario afligirse por parecerle no tiene oración, porque ve que no hace aquellos discursos y tiene aquellas consideraciones que de antes tenía, que no forma aquellas razones y conceptos que de cualquier cosa que de antes leía sacaba; y faltándole lo demás, como digo, no sabiendo en qué consiste esta oración de Jonás en el vientre de la ballena ni la suya, ya le parece que todo está rematado y que no le ha quedado, como dicen, estaca en pared.
Y como deben de ser pocos los que con stremo llegan a este estado, son pocos los maestros y ésos dan bien pocas martilladas en el clavo. Si os llegáis a aconsejar y a decirle vuestro estado, os dirán que tengáis oración. Dicen bien, pero vos ni él, como no conocéis en qué consiste y está la oración de estos tales, decís vos: No puedo, padre, tenerla. Responde él: Haceos fuerza, señor, lo que pudiéredes. Y esta respuesta es en contrario de la oración secreta que esta alma tiene, porque, haciéndose fuerza para se aplicar a la oración ordinaria, distráese de la extraordinaria queb Dios le ha dado, semejantec a la que decíamos que tenía Jonás allí preso en el vientre de la ballena.
Ahora, pues, a esto que os dice que os hagáis fuerza para tener oración, decís: Padre, no puedo de suerte ninguna. Y es así, porque no puede tener oración como el otro se la aconseja y él quería respecto de no conocer la que tiene. Dice entonces el maestro: Pues, señor, decid oraciones jaculatorias, hablad algunos versos, algunas oraciones. Y también dice: Está para esto como inposibilitado, porque si dice una ahí se queda, sin pasar adelante. Y luego entramos a dos, maestro y dicípulo, se quedan ayudando el uno al desconsuelo del otro por no ahondar más.
3. Oración de afectos más que de palabras
Pues digo -no sé yo si digo bien- que pienso que la oración de estos dos prophetas, Jonás y Job, en estos dos lugares que los hemos puesto d, debiera más de consistir en afectos que en discursos ni palabras, [180v] con los cuales afectos el uno se rendía y sujetaba al querer de
Dios y al cumplimiento de su voluntad, y el otro en tener paciencia y sufrimiento de que Dios hiciese en él lo que fuere servido.
¡Cuántas veces acá un hombre queda obligado y rendido a otro por ver la paciencia con que sufre un trabajo! Y aquella paciencia es lengua que habla y obliga a que mediante ella alcancéis lo que queréis. Entra un juez en visita de cárcel de corte. Sale allí un hombre que en ella anda suelto, que parla más que siete, alega derechos y forma razones más que dos letrados. Y como el rogar no consiste tanto in persuasibilibus verbis 4, suele ser muy ordinario responder a estos tales con una palabra, que es decir que no ha lugar su petición y soltura. Sale otro cargado de hierro, afligido, desconsolado, que no tiene a quién volver la cabeza; palabras le faltan para significar y descubrir su dolor, muestra una grande paciencia y conformidad con la voluntad del que lo tiene así. Parece que éste, sin palabras, sin razones, quiebra mill corazones; sin hablar lo oyen, sin pedir le conceden; y, si acaso no conviene, por algunas causas particulares, que por entonces salga de allí, por lo menos le libran ración y encomiendan al carcelero que tenga cuidado de darle alguna ayuda de costa, certificándole de los buenos fines y sucesos que tendrán sus trabajos y prisión.
Qué de ellos hay que, cuando tocan la campanilla para la oración e, ya ellos llevan sus razones compuestas a la oración, escogidos sus punctos y, en hincándose de rodillas, se van por ella, como dicen, por viña vendimiada; y plega a Dios no sea su oración del fructo f que saca el g que entra en viña vendimiada: que, cuando mucho, coge algunos rebuscos o grumillos. Estos tales más remojan los labios exteriores con la multiplicación de palabras o conceptos recreando el entendimiento, que satisfaciendo la voluntad del deseo que tiene, o dándole el jugo y rocío de que es capaz. Pero estotros, de quien vamos tratando, que por todas partes tiene Dios presos, puestos ante sus ojos, sin hablar ni formar conceptos, piden; y sin alegar razones Dios les concede, porque sola su vista basta para quebrarle a Dios el corazón, ante quien muestran el suyo humillado, que es el que Dios no desprecia h 5. Muestran una conformidad de voluntad [181r] con la de Dios, un rendimiento grande, mediante el cual están determinados a padecer por este buen Señor mill muertes. Allí se presentan ante Dios como otro publicano que no se atrevía a levantar los ojos al cielo 6. Y así digo que no hay que desconsolar ni desconsolarse el alma que está en este estado, cuya oración la tengo yo por altíssima, sin ser conocida del que la tiene ni del que la enseña.
Está Elías aguardando a la puerta de una cueva a que pase Dios, y pasó delante de él un spíritu grande y fuerte que revolvía los montes y quebraba las piedras. ¿Quién no dijera que allí iba Dios con aquel ruido y majestad? Pues dice la Scritura: Non in spiritu Dominus; que no
iba en aquel aire, viento y spíritu el Señor. Después pasó una conmoción o temblor grande et non in commotione Dominus, et post commotionem ignis, et non in igne Dominus 7. ¿Quién no dijera que no habíe de pasar el Señor en medio o envuelto entre tantas cosas como pasaron? Pues después de todo eso viene el Señor como tapado y encubierto en un silbo delicado de una marea amorosa, blanda, suave, que seríe menester grande atención para entender y gozar de aquel paso que llevaba Dios. Y si por estar las orejas atronadas de aquella conmoción, ruido y fuego que pasó delante, basta saber que post ignem Dominus, etc. 8.
Es muy cierto que, aunque viene el Spíritu del Señor en muchos que tienen oración en su conmoción, sentimientos, lágrimas, ardores, etc., pero siempre hemos de entender que, después de esos ruidos, allá en lo secreto viene el Señor tan dissimulado que es menester entender que post commotionem Dominus; que después de ese ruido viene el Señor. Después de los trabajos y tribulaciones del justo, viene tan encubierto que, si no se siente por estar la tal alma así afligida y desconsolada, es menester creer que post commotionem et ignem, Dominus; que después de esos ruidos que por acá fuera pasan, ya en la imaginación, ya en el sentimiento, etc., allá dentro sabe Dios hacer una marea tan delicada, tan scondida, que estará allí el Señor. Y es necesario i lo conozcáis por fee que viene después de aquella conmoción y ruido, para que no os desconsoléis y penséis que estáis enemigo de Dios. Pues es verdad que, sin saberlo vos, tendréis grande oración, la cual no consideráis como ella es por andar tan atronado y lleno de trabajos exteriores, y aun interiores.