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San Juan Bautista de la Concepción
Obras III - S. Juan B. de la C.

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VI. CUIDAR EL ESTUDIO Y EL RECOGIMIENTO

 

 

 

1.  Aplicarse al estudio con codicia

 

  Entre los que estudian, no todos pueden ser iguales y hay algunos que se adelantan. Y en éstos suele ser la causa su celo, su codicia, su virtud y deseo de aprovechar y servir a su Religión. Otros hay que se quedan atrasados, que suele ser causa alguna cortedad de ingenio, tibieza, flojedad. Y éstos, en enpezando a cojear, se van por ahí sabiendo bien poco. Mas, al cabo del año, con estos tales hay un engaño en los prelados, que es en perjuicio de los demás: que es a decir "si no supieran para lectores, sabrán para predicadores; y si no para predicadores, para confesores". Y es lo más cierto que ni para lo uno ni para lo otro, sino sólo para estorbar a los [200v] que han de estudiar, porque, como ya ellos están persuadidos que su sciencia no ha de ser de consideración, y sus prelados lo tienen tragado, siempre les sobra el tiempo, el cual lo quieren previlegiadob por estudiantes y no aprovecharlo por ignorantes. Síguese que usen dél para daño suyo y de sus hermanos, porque siempre los hallan aparejados y necesitados de algún entretenimiento. Y plega a Dios no vayan a hurgar a los demás y a decirles que para qué es tanto estudio, tanto cansancio y matarse, que tomen las cosas su poco a poco, que su buen ingenio los ayudará en un rato lo que a ellos no en un día.

  Ya tengo dicho, hasta ahora, por la bondad de Dios, no hay nada desto en nuestra Orden, pero porque no lo haya. Pues a estos tales, que salgan fuera y dejen el lugar para otros, que para confesores en un convento pueden estudiar siguiendo su comunidad y las demás penitencias y rigores de su Religión, sin querer tener en el tiempo el previlegio de los que han de estudiar y servir su Religión. Y tanbién les quitamos de delante los ojos, a los que estudian y saben, el no


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contentarse con poco con el exemplo de nada que tienen delante los ojos con éstos que ni saben ni estudian.

  Vayan con esta lectura en cualquier officio que tuviere cualquier religioso. Esta sea regla general: que si no lo tomare conc codicia, con gusto y grande gana de aprovechar en él por amor de Dios y provecho de su Religión, no conviene que persevere en él de suerte ninguna. Y esto no hay que darnos pena en nuestra Religión, donde el principal officio ha de ser recogimiento, oración y penitencia. Y cualquier religioso de cualquier condición que sea, si d el no acudir al officio que se le encomendó es por no tener entrañada la virtud, quítenselo y vuélvanlo al recogimiento, que abrazará en él la virtud. Y si acaso la hallare dificultosa por dejar eso en que así halla contradición y trabajo, gustará de volver al officio antiguo con mucho gusto.

  A mí me ha sucedido verse un hermano afligido del estudio y quiso dejarlo. Vi que era tentación grande y que sólo lo hacía por parecerle que era grandíssimo trabajo aquello y que quizá tendría más descanso en un convento. Y condecendí con él (que muchas veces es bien dejarles caer en la tentación cuando no dice mal de culpa, sino de pena o privación de algún bien, para que luego abran los ojos y echen de ver su engaño y que deben de veras estar siempre resignados en Dios [201r] y en sus prelados) y enviélo a un convento. Y cuando vido que dondequiera que va el buey ara y que le hacían trabajar, ya en pedir algunas limosnas, ya en acudir a la oración y coro, enpezó a afligirse y parecerle que era cielo y descanso el estudio, y pidió con grandes ansias se lo volviesen. Y ahora vive sólo con temor de que no se lo quiten. Por eso digo yo que para que estotros cobren codicia, que por su flojedad saben poco, que los envíen a un convento donde trabajen mucho y sepan que vinieron a la Religión a alcanzar la virtud y aquello en que les puso la obediencia en heroico grado, y que no se han de contentar con una medianía, sino con ser en ello perfectos y consumados.

 

 

2.  Controlar visitas y salidas

 

  Con la codicia que los prelados tienen de que muchos tomen el hábito y sirvan a Dios, hay un inconveniente y lo puede haber en los colegios que están en las universidades: que con facilidad dan licencia para que los religiosos hablen con los estudiantes. Y si uno de cuantos vienen viene a tratar cosas de Dios y aprovechamiento de su alma o movido con deseo de religión, muchos vienen a sólo parlar y los envía el demonio a perturbar, entretener y estorbar al religioso, que había de estar ocupado en su celda. Así, es bien que los prelados pidan cuenta a los súbditos de quién es la persona que los busca y qué trata o qué quiere -que si a la primera vez e no descubre, es cierto será a la segunda- y siendo gente inpertinente f no consienta hablen con ellos


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los religiosos. Estos son de ordinario los que dicen que buscan a un fraile de su tierra, que le harán g siete visitas y le enllenarán la cabeza de aquello que le costó harto trabajo a su pobre maestro de novicios vaciársela, trayéndole nuevas de su tierra, de sus padres. Y como son de una tierra o fueron amigos en el siglo, atrévese más el pobre fraile descalzo a hablar un poquillo más largo y tiene vergüenza de despedirlo. Y para quitársela, es bien que lo despida el portero y que el fraile se esté en su celda. Que si estos que llaman conterráneos no cain en ser religiosos, a la segunda vez que vienen a visitar con buen seguro los pueden echar fuera, antes que nos deshagan el de su tierra.

  En ninguna religión se usa que los colegiales salgan fuera del convento, ni a visita ni a negocio ni otra alguna cosa por justa que sea. En las demás religiones puédeles mover diferente causa, y así parecerles a los prelados de la nuestra que, pues en nosotros falta aquella causa, debe faltar el efecto y que no inportará salga el religioso. Digo que trai consigo muchos inconvenientes y, a mi parecer, más para un fraile [201v] descalzo que para un calzado, que debe tener más recogimiento, más clausura y menos distracción. Y esto de salir fuera se enpieza por poco y h para en mucho. Y créanme que los obiectos absentes mueven menos que los presentes, y ojos que no ven corazón que no quiebran, y la Religión sólo los tiene allí para que estudien y aprovechen el tiempo.

  Podría tener allí el prelado un predicador que no sea estudiante con un compañero y el ministro con otro que saliesen a las cosas necesarias de la casa; y si a algún particular se le ofreciese algo, lo propio; y si pidieren confesiones o ayudar a bien morir, más de lo que éstos que así están en depósito para estos menesteres, despedirlos, que busque en otra parte, que primero es el bien común de nuestra Religión, que el particular, que con facilidad se puede remediar en otra parte.

 

 

3.  No hacer demandas en verano

 

  Suelen también los prelados, con deseo y codicia de tener para el invierno todo lo necesario en casa, traer los veranos a los pobres colegiales inquietos, desasogados, haciendo demandas y pidiendo limosnas -bien opuestas al recogimiento que su hábito pide-, enviando a pedir y demandar los agostos, donde se está un religioso un mes, donde se han de experimentar necesariamente muchos inconvenientes. Porque aunque es verdad que el frailecito vaya el primer año y llegue encogido, temeroso y lleno de i miedo por no salir un puncto de lo que en su convento hacía, pero luego se toman y cobran amistades y se aprienden libertades. Y en fin, aquel tiempo un hermano es prelado de sí propio. Y si el otro que se ha hecho amigo le viene a decir un día que le vaya a ayudar a missa, otro día le dirá que se vayan a pasear al río


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y, atento que está lejos, es menester llevar qué merendar. Y el que en la celda no se atrevía a mirar el cielo, en aquella ocasión es muy fácil soltar las riendas a los sentidos para que a una hagan su officio, como ruedas de relox que, aunque den con concierto, por no dar al tiempo debido que pide su modestia, no será bien recibido.

  Esto he visto, que jamás envié a un religioso a semejante officio que viniese como iba. Y en realidad de verdad no tiene él la culpa, sino el prelado que lo envía. Más vale que en el convento muera el cuerpo de hambre que en los lugares vomite el alma lo que comió en el convento. Esto se podría remediar con que, si las demás casas pueden ayudar a los colegios, lo hagan. Si no pueden, pidan por las puertas en seis días u ocho. Y tengan el verano seis hermanos donados, que en fin, como hermanos [202r] que tiene Dios para eso, les da lo necesario para que en medio de esas livianas ocasiones se conserven con gran puridad. Y cierto que debe Dios de amar tanto este recogimiento de los súbditos, que he visto yo en Alcalá, sin ninguna diligencia, más provisión y estar todo más cumplido que otros años con grande. Porque en semejantes ocasiones mueve Dios los corazones de los hombres para que den lo que los tales religiosos no tienen. Y cuando nosotros ponemos demasiada de solicitud con detrimento propio, les falta eso y esotro porque, con nuestra poca confianza y demasiada solicitud, desmereceremos lo que en el recogimiento obligábamos a Dios que nos diese.

 

 

4.  Oír artes en los propios colegios

 

  Hasta aquí ha sido necesario en nuestra sagrada Religión oyesen artes en las universidades por muchas razones. Que como éramos pocos, apenas había quien oyese, ¡cuánto más quien leyese! Y en los demás conventos harto tenían los religiosos que hacer en buscar j lo necesario para su sustento y commodidad de casa, sin poder darles lugar para que estudiaran; y también el interés que en las universidades se ha tenido de aficionar los estudiantes y darles a conocer la Religión. Pero ya han cesado todas esas causas, porque los demás conventos están acommodados y hay quien lea, y en las universidades conocen ya nuestro sancto hábito.

  Y me parece sería inconveniente que ya en las universidades fuesen los religiosos a estudiar artes. Porque como unos oyen súmulas, y de dos maestros por contentarlos a todos, y otros lógica y otros física, que ha sucedido doce frailes oír de seis maestros y después, cuando vienen a casa y han de pasar sus liciones, parecer una calderería y no entenderse los unos a los otros. Y más, como leen las artes en cuatro años, que los religiosos por su recogimiento y tiempo aprovechado las pueden estudiar en dos k años y menos, pierden lo demás del tiempo; y estudiando en un cuarto de hora una lición de dos ringlones que su maestro l


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es leyó, les queda todo el demás tiempo vaco y ocasionado para que, después de pasada su lición, parlen luego un ratillo. Y como de ordinario los que estudian artes son niños y les sobra el tiempo, la edad les inclina e incita a tratar de almorzar y merendar. Y así es bien estudien sus artes donde puedan sus prelados tener buena cuenta con ellos y hacer que evacuen las cosas de niños 1, pues ya se abrazaron con la cruz de Cristo como hombres.

 

 

5.  "Que con las letras crezca la virtud"

 

  Demás que no es [202v] bien que religiosos tan niños vayan y vengan tantas veces a las scuelas a tratar con seglares. Que, por muy religiosos que sean, no les faltará algún descuidillo levantando los ojos, con que desedifiquen a los que les miraren. ¡Ojalá siempre echasen de ver que lo que aquí se pretende es que con las letras crezca la virtud! Y ésta tiene necesidad de más ayuda de costa que l las letras, porque el saber y deseo de conocer y entender le es muy natural y la virtud obra acerca de objectos dificultosos 2; y es cierto, en descuidándose tantico, se quedará un religioso con súmulas y sin virtud.

  Ahora miren un injerto qué de invinciones son menester para que prenda, nazca y crezca la púa que en él ingirieron. Y con todo eso, si se descuidan, verán que sin pensar echó toda su fuerza y virtud en darla a un cogollito natural que le había quedado, y se deja la púa injerta seca, marchita y sin darle virtud para que se consiga lo que de ella se pretende. De esa propia manera, el hombre tiene muchas m inclinaciones n naturales como es el gusto, el descanso, la conservación, el saber, vivir, entender y conocer. En este hombre se ingiere la virtud. En no tiniendo grande cuenta con el injerto, todo se irá en conservar la vida, vivir, saber y entender y quedará la virtud yerta. Y por eso digo yo es muy necesario tengan siempre sobre sí los estudiantes al hortelano, que vaya a la mano y modifique lo natural para que en ellos crezca lo que trai más dificultad y contradicción. Que, en fin, como queda dicho, la virtud son los nervios y fundamentos verdaderos sobre que deben estribar y conservarse las letras.

  Ahora miren lo que hizo [la] naturaleza para conservar un hombre y que tenga suficiente fortaleza para vivir y defenderse de los trabajos que en la vida se le ofrecen. Que aunque es verdad que le es a un hombre más fácil convertir el sustento en carne y sangre que no en güesos y en nervios. Pero viendo que le son más necesarios o los güesos y los nervios que la carne, a ellos atiende con más veras y a una crecen


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los güesos con la carne, que es la fortaleza, fuerza y vigor del hombre y el fundamento principal de este edificio. Lo propio digo yo: que, aunque al hombre le sea más natural el saber que el adquirir la virtud, siéndole más necesaria la virtud y [203r] sanctidad, pues es fundamento principal de todo lo que el hombre quisiere procurar, ha de tener p y poner en ella más cuenta, más fuerza y cuidado. Porque ¿de qué le han de aprovechar cuantas letras hay en el mundo si su alma recibe detrimento en el adquirirlas? Pues es cierto estar muchos doctos en el infierno y muchos ignorantes en el cielo. Y más vale, como dice Cristo 3, entrar con un ojo en el cielo que con dos en el infierno. Y letras sin virtud será crecer y aumentar el edificio sin fundamento ni cosa en que las propias letras hagan o tengan firmeza. Y así quedan a grande peligro, como lo está el arbolillo que aún no ha echado raíces, que cualquier inclemencia le enpece y marchita, y como la casa de tapias sin cimiento y el vestido de tafetán sin aforro, que siendo de ruido no es de dura.

  Así son las letras sin virtud y sanctidad q, que ellas propias se consumen, se gastan, acaban y pierden, en faltándoles esta dichosa y amorosa compañía de la virtud y sanctidad, que r todo pasa en s ruido et Dominus in aeternum permanet 4. Y si este desengaño es cual conviene para todos los hombres del mundo, mucho más sin comparación para nuestros frailes y en nuestra sagrada Religión, donde se nos van los ojos tras un sancto donado. Y faltando esa sanctidad, al mayor predicador y letrado del mundo no le fiarán una escoba para que barra la cocina.

  Por allá las letras, aunque estén solas, valen algo, suelen servir de entretenimiento parlando, contando, recitando lo que oyó, estudió y leyó en escuelas. Sirven de ganar alguna honra diciendo: "El señor doctor va, el señor doctor viene". Suelen servir de redes y de telas de arañas, siquiera para cazar moscas, la rentilla, el officio y la dignidad. Y el mundo, que se sirve de cosas aparentes, no repara en ahondar, luego se da por pagado: si es médico, en diciendo tres testos de Galeno, si jurista t en alegando las tantas leyes de Baldo y Bártulo; si es teólogo, en diciéndoles a las viejas si pueden venir acá las ánimas del purgatorio, ya todo está acabado. Que en fin, como dicen, a buena hambre no hay pan malo, y como el mundo está tan hambriento todo va y cualquier moneda pasa y de todo hace aplauso, y más razón tiene quien mayores voces da.

  Pero en nuestra sagrada Religión, donde las letras no le pueden servir de entretenimiento, porque el que se profesa es el de la celda y disciplina, y ésa es y ha de ser nuestro entretenimiento: tratar de oración, de amor de Dios y desprecio del mundo. Pues lo que es ganar honra, tampoco, porque cuando sepa lo que supo sancto Thomás no hay más de "el hermano viene, el hermano va", ni con ellas ha de cazar ni


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granjear, pues hace voto de humildad, y antes [203v] deshacerse que no hacerse, donde no hay, como dicen, echar dado falso, ni pasa ni ha de pasar moneda que no vaya registrada por u la humildad. Necio sería, por cierto, que se cansase en juntar letras con otro fin que más servir y agradar a Dios, dándoles y puniéndoles el sello que en la Religión vale y se estima.

 

 

6.  El verano recogerse a un convento

 

  Tengo por muy acertado y de grande provecho que los veranos no queden en las universidades, sino que los traspongan en un convento de esotros, no para que en todo sigan communidad, que, siendo estudiantes que aprovechan el tiempo, bien es dárselo lo más que pudieren y que se dispense con ellos en algo, según el rigor del convento donde estuvieren, como es no ir siempre a maitines, oír su missa por la mañana o estudiar hasta la mayor y luego irse al coro. En esto yo no me meto, que no hago constituciones sino descubro algunas dificultades que se pueden ofrecer. Pero digo que será bien que salgan de la universidad y se vayan a un convento donde tengan mucho recogimiento, que los pobres quedan cansados e inquietos de ir y venir a escuelas, y para las letras es necesario recogerse donde las recojan y remiren con cuatro ojos.

  El labrador en tiempo de la simencera no hace sino sembrar y derramar trigo en su haza. Después, por marzo, va muy despacio y lo repasa casi mata por mata y quita la mala yerba que entre medias nació, que no lo ha de dejar crecer. Así, el estudiante en las escuelas todo se le va en crecer, en sembrar, oír, escribir, aprender. Después es bien que el verano pase esas letras y mire cada una de por sí entre ellas no haya caído algún borrón o nacido alguna mala yerba que no deje crecer las propias letras, para que la escarde, quite y arranque, que no es bien que entre el trigo haya cizania, sino que se coja y eche en el fuego.

  Para esto digo yo que es bien que el religioso el verano se recoja al convento para que en él encienda fuego de amor, charidad y presencia de Dios con que abrase todas cuantas inperfecciones cogió el invierno, que, por vivir tan de priesa, quizá no reparó en el ratillo de tiempo no tan bien aprovechado, las palabras no tan registradas, la vista no tan recogida. Que, en fin, este nuestro mal natural de su cosecha esto lleva y, si tras un invierno nos descuidásemos un verano, en verdad que el trabajo de la simencera y letras que podríamos echar a pacer bestias en ellas, que para otra cosa no valdrían letras con inperfecciones.

  Tiene otros muchos bienes [204r] un convento v el verano para los que estudian el invierno en los colegios. Que aunque es verdad que nuestros colegios se diferencian y han de diferenciar poco de los conventos,


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con todo eso, del sic argumentor, probo, distinguo w, respondeo vienen medio atronados, inquietos y perturbados los interiores. Que aunque es cosa muy sancta, como la comunicación con Dios pide tanto silencio, es bastante x para perturbarla y distraerla. Y así es bien que, para que granjee esta celestial quietud, busque el lecho florido de Salamón, donde le guardarán el sueño los setenta fuertes 5 para que no le entre ningún recado de afuera que adentro la pueda perturbar.

 

 

7.  La contemplación vivifica las letras

 

  Vayan con esta letura: que el día que el estudiante olvidare y diere de mano a la oración y contemplación, no daré una arveja por todas ellas, porque en la oración es donde estas letras se vivifican y donde un alma se echa sobre ellas para las empollar. Vemos una gallina que pone güevos y, por no reposar sobre ellos, se quedan vanos y güeros, sólo se queda con su canticio; pero cuando reposa y se echa sobre ellos, saca sus pollos y multiplica sus hijos. Estudiante que sólo estudia, parla, canta, como gallina, él dejará sus letras güeras, vanas y sin provecho. Pero el estudiante que después de haber estudiado se echa sobre esas letras y allá en la meditación enciende fuego y con él vivifica sus letras y les da vida para que de ellas les venga provecho. Que es lo que dijo David: Si dormiatis inter medios cleros, pennae columbae deargentae, et posteriora dorsi eius in pallore auri 6; si dormiéredes, si reposáredes entre dos términos, entre dos caminos, dispertaréis con alas de paloma blancas como una plata y el cerro o espaldas de color de oro. No dificultemos esto, porque abreviemos su explicación. Si dormiéredes entre dos términos y dos caminos, que son el de las letras y el de la oración, ­el de los estudios y el del recogimiento, estad ciertos dispertaréis con alas de paloma y plateadas y las espaldas doradas. Pues ¿por qué más han de ser estas alas con que dispierta la paloma que de otro pájaro? Digo que el ave más paridera y que más cría es la paloma. Y tiene esto: que después de haber estado sobre sus güevos con particular paciencia y sufrimiento, y luego sale de allí y da un vuelo inpetuoso al monte o a la soledad, donde lo primero que hace es sacudir sus alas, si acaso se le pegó alguna pajuela del nido donde estuvo criando y enpollando sus güevos.

  [204v] Seas tú, Señor, bendito mil veces, y qué cierto será esta ganancia y bien al estudiante que reposare en medio de sus letras y de la contemplación, en medio de estos dos términos y caminos, que se levantará con alas de paloma, que z tendrá la propiedad de este divino pájaro: que siendo fecundo en sus letras, criándolas, vivificándolas con sufrimiento y paciencia, saldrá del colegio, nido donde las pare y


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cría, y dará un vuelo a la soledad, a un convento donde sólo se trate de oración, donde sacuda sus alas no se le haya pegado alguna pajuela o polvo en aquel nido. Y alas tan cuidadosas de linpiarse y sacudirse, bien se deja entender serán plateadas, serán blancas, que es la blancura a donde más se ve la linpieza, y las espaldas serán de color de oro, que es decir que lo que es menosb en este religioso, como son las letras, serán letras de oro y estudios dorados, letras limpias y estudios dichosos.

  Ordinario es a las letras llamarlas alas, pues al que las tiene soléis llamar y decir que vuela y que es un águila. Pero tiniéndolas y habiéndoselas Dios dado al sancto rey David, pide a Dios y le suplica no sean de águilac ni de otra cosa, sino de paloma que vuela y descansa. Que aunque el águila vuela, pero como es ave de rapiña, de la carnecería que hace con las uñas se le pega en las almas. Pero la paloma, ave simple, sencilla, llana y limpia, que, sustentándose con el granillo de trigo, a su tiempo sacude sus plumas, es a quien David se quiere asemejar, para d darnos a entender que, si el hombre volare por sus estudios, por sus letras, que vuele con alas de paloma, que sea su vuelo limpio, puro, acompañado con el reposo de la oración y quietud. Y no seamos como los que en el mundo vuelan como águilas: que, aprovechándose de sus letras como de uñas de rapiña, hacen su carnecería en cosas de carne y de tierra, de suerte que sus alas quedan bien ensangrentadas. De quien decía Dios por Jeremías, capítulo 2: Et in alis tuis inventus est sanguis 7. Letras donde se halla sangre, letras donde se encierra codicia [son] abominables a los ojos de Dios, pero alas de paloma y letras puras son las que mis hermanos han de procurar: que vuelen en las escuelas y colegios, que sacudan sus alas en los conventos y en ellos y en el recogimiento las registren y ofrezcan a Dios como nuevas ganancias, para que Su Majestad las apruebe y rubrique, como en España hace el Consejo Real con las letras estranjeras. Y a éstas que aprienden nuestros hermanos [205r] llámolas yo estranjeras porque se han estudiado entre seglares en las universidades fuera de su retrete y recogimiento. Y con esto ha cumplido un religioso con sus obligaciones. Con esto se puede volver otro curso a proseguir adelante, que no ha de ser de menos consideración el alma que el cuerpo. Pues vemos que los del mundo estudian los inviernos, vacan los veranos y se van a sus tierras y hacen sus alforjas para tornar el curso que viene. Nuestros religiosos, a cuyos cuerpos les han ya negado el descanso y no buscan para ellos vacaciones ni holguras, porque en ellas no hallan descanso -según aquello que dice el sancto Job: Non invenitur in terra suaviter viventium 8; hallaréis en el descanso suavidad, pero no a Dios, que es la verdadera sabiduría-. Pero es bien, ya que no buscan este descanso para el cuerpo por este detrimento, pero es bien vaquen los veranos para el alma y para ella lo busquen, que en ese reposo y quietud


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hallarán a Dios que les haga la bolsa y alforja que puedan llevar otro curso a la universidad.

 




a  ms. con



b ms. previliejado



c  sigue coddicia tach.



d ms. sino



e corr.



f corr.



g  sigue siete tach.



h sigue no tach.



i sigue p tach.



j  sigue d tach.



k sigue meses tach.



1 Reminiscencia de 1 Cor 13,11.



l  sigue el tach.



2 Cf. ARISTÓTELES, Ethica Nicomachea, II, 2: "Circa difficilius autem semper et ars fit et virtus" (según la versión tradicional). Citado varias veces por santo Tomás.



m corr. de muchos



n sobre lín., en lín. desaguaderos tach.



o ms. necesario



p  ms. tenener



3 Mt 18,9.



q ms. sanctidas



r sigue siendo tach.



s pasa en sobre lín.



4 Sal 9,8.



t corr.



u  rep.



v sigue p tach.



w  ms. distingo



x corr. de pastante



5 Cf. Cant 3,7.



6 Sal 67,14.



y sigue doradas tach.



z sigue será tach.



a  sigue la que más tach.



b sigue es tach.



c sigue de tach.



d sigue qu tach.



7 Jer 2,34.



8 Job 28,13.






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