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San Juan Bautista de la Concepción Obras III - S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
CAPITULO [22] DE LA HORA DE RECREACIÓN Y CÓMO HAN DE ESTAR LOS RELIGIOSOS EN ELLA, Y LO QUE SE HA DE HACER
1. Razones para hablar de tantas menudencias
Bien es verdad que en nuestro ceremonial están escritas muchas cosas de éstas, pero como allí no se decendió a cosas particulares por la priesa y brevedad con que se imprimió, sólo hubo tiempo para recoger lo más común y universal. Ahora es bien que recojamos la rebusca y dejos de algunas cosillas que, por pequeñas que sean, serán de a muy grande consideración todas juntasb, recogidasc, obradas d y puestas en ejecución. El feble en las casas de la moneda e, o scobilla que llaman, es los menuzos y cercenaduras más pequeñitas que quedan de los reales y moneda que labran; y estos pequeños menuzos todos juntos vienen a ser de tanto valor que de ello suele su majestad hacer limosna de ocho y doce mill ducados. Que es lo que dijo el gramático: Singula quae non possunt, multa colecta iubant.
Cuentan del otro famoso ladrón que quiso a un pasajero hurtarle la mula en que iba a caballo y para esto toma un zapato y échalo en medio de un camino por do había de pasar y a un tiro de ballesta pone el compañero y hermano de aquel zapato. Cuando pasó el caminante
por allí y vido el un zapato, dijo: ¡Qué buen zapato si tuvieras compañero!; pero uno solo ¿de qué me ha de servir? No hizo caso de él, sino dejólo. Pasó adelante y vido el otro y entonces dijo: ¡Buen par de zapatos es éste, no se pueden dejar! Apéase de su cabalgadura y átala a una mata, toma aquel zapato y vuelve por el otro. Y mientras volvía por el otro, que estaba tan cerca que no habíe para qué subir otra vez en su cabalgadura, sale el otro ladrón, sube en ella y apriétale f las piernas y allá va. En realidad de verdad, cuando yo pongo los ojos en nuestras ordenaciones y capítulos de nuestro ceremonial y veo un capítulo que se quedó un poco, no reparo; pero cuando veo que en todos hay menoscabos y muchas cosas que faltan, ya me parece que son muchos zapatos y que es lástima perderlos, sino que es bien hacer tiempo y recogerlos, que los unos con los otros hacen cantidad y número.
Y yo he visto muy grandes parvas del spigado que cogen los pobres cuando van tras los segadores cogiendo la spiguilla que se les cai de la mano. Plega a Dios que, en estos tratadillos que yo aquí hago, coja también las sobras, que no sea necesario tornar a barrer otra vez, sino que sea como la madre pobre con su hijo en tiempo de frío: que si el muchacho tiene dos o tres sayos y otros tantos pares de zapatos, todos se los pone unos sobre otros y con todo le g abriga y defiende del frío. [73r] Y la madrina con la novia, en esas montañas y partes de Castilla la Vieja, no deja cosa en las arcas que no se lo eche a cuestas, venga como viniere, que para eso lo dejaron sus agüelas; y es de suerte que muchas veces las tales más suelen parecer borricas de bohonero que novias. Y aun en casa del padre de familias donde entra el convidado honrado, aunque no pueda comer h tanto, gusta de que parezca en la mesa lo que hay que darle y la provisión que hay hecha en casa para regalarle, y que está tan bien proveído de los menesteres necesarios para el convite, que antes le faltarán fuerzas y gana al convidado que voluntad y manjares que darle i.
Estas son las razones por qué yo, si pudiera, quisiera recoger en estos tratadillos todo lo que en nuestra sagrada Religión se j hace y se acostumbra, y ponérselo y echárselo a cuestas a un religioso, aunque fuese sayo sobre sayo k, que l están los ánimos muy fríos y es menester abrigarlos y, como novias, componerlos con lo poco y con lo mucho que para eso nos lo han dejado nuestros m agüelos y antecesores. Que si, por ser muchas las ceremonias o cosas que se acostumbran a hacer n, con todas ellas a cuestas un religioso pareciere más borrico de batanero que hombre de carne, no hay que dar cuidado, que buena respuesta tenemos con decir que uso es de tierra y costumbre de religión tener las ceremonias, institutos y ordenaciones a cuestas, y no para que se estén en el arca comiendo de polilla o royendo los libros y anales en que están escritas los ratones y que sirvan de procesos viejos y antiguos en que venden papelillos de specias los tenderos. Y pues éste es mi deseo,
no les parezca prolijidad el tratar y coger yo espiguillas caídas y dejadas.
Y adviertan, como tengo dicho, que la hormiguilla jamás lleva a sus trojes más que un solo grano de trigo de una vez, porque no puede más, pero suele dar tantas vueltas y hacer tantas idas y venidas que suele hacer mella en la media fanega de do lo saca y enllenar sus cámaras y quedar bien remediada. En nuestra Religión, como o las fuerzas de los que ahora en ella trabajan son pocas, no pueden llevar todo junto lo que en el discurso de el año ha de ser necesario obrar el religioso. Es menester llevarlo grano a grano y poco a poco y que las idas y venidas sean tantas que, scribiendo hoy una advertencia, mañana una acta y esotro día una constitución, [73v] vengamos a proveernos de todo lo que hemos de tener necesidad. Sin que seamos como la cigarra: que, por írsele todo en cantar el verano, se vido necesitada el invierno de ir a la puerta y casa de la hormiga a pedir enprestado, y por decirle que Dios le proveyese -que también Dios quiere a sus criaturas próvidas y que no sean perezosas en tiempo de la simentera-, vino a morir de hambre 1.
Estoy muy cierto, mis hermanos, que lo que no sembráremos y cogiéremos en estos principios no gozaremos en los medios y fines; y cuando los que vinieren, por no dejárselo ganado sus padres y hermanos, fueren a pedir prestado a otras religiones, en fin, han de ser cosas ajenas y prestadas, cosas de poca dura y, como hechas a otro talle, cuál nos vendrá, cuál no entallará. Por eso digo yo que ahora, nuestro poco a poco, hilemos y tejamos, como aquella mujer fuerte de quien dice la Sabiduría 2 que, viéndose cargada de hijos y familia, tomó por officio la rueca y el hilar. Y aunque es verdad que de sola ella hace mención el Spíritu Sancto que hilase para tantas telas como habíe menester para vestir hijos y criados -y no de vestiduras sencillas, sino dobladas, que tuviesen que remudar-, debiera de ser tan continua en el officio, debiera de hacer tantas veladas y trasnochadas que, aunque es verdad que de una vez sólo se hila una hebra y se tuerce con muchos golpes de los dedos, con todo eso debiera de hacer tantas hebras y juntar tantas mazorcas y ovillos que fueron bastantes a remediar y proveer su casa. Y aun quizá por eso dice el refrán spañol: poco a poco, hila la vieja el copo.
Ea, mis hermanos, que va creciendo la gente de casa, se van multiplicando los hijos y hermanos, y es necesario vestirlos y abrigarlos con sanctas costumbres y ceremonias, y aun dobladas p, que ha de venir gente y se han de mudar los tiempos y han de querer remudar vestido; y hay pocos que hilen y es necesario velar y trasnochar. Que aunque
es verdad que estas leyes, constituciones y ceremonias se hacen poco a poco y cada una de por sí, por ser menester primero encomendarlo a Dios y mirarlo muy bien, con todo eso q, tan continuo puede ser el trabajo, el torcer y hilar que, por grande que sea el copo y por viejo el que lo hila, que lo acabe. Y en fin, muchas hebras juntas hacen tela y remedian la casa. Déme Dios su gracia para que yo hile bien, sea continuo y acabe este copo comenzado para honra y gloria suya.
2. Capítulo dificultoso
[74r] Como en el capítulo salimos con la comunidad del refectorio, me ha parecido irme con ella a la recreación y tratar de lo que en ella se ha de hacer r, cómo y en qué se han de ocupar los religiosos.
Yo tengo este capítulo por más dificultoso que todos, porque en él es necesario enseñar y desenseñar: enseñar cómo se ha de tener esta hora de recreación y cómo se ha de templar, de suerte que en ella se advierta que no se ha de hacer ni tomar todo lo que el gusto o inclinación nos pidiere, porque, como el hombre es inclinado a fiestas y recreaciones, haremos un capítulo para meterle en ellas y cuatro para echarle de ellas. Paréceme que en este capítulo nos hemos de haber con nuestros hermanos como un padre que por un camino lleva a su hijo pequeño que no sabe s en su compañía, enseñándole por dónde ha de ir, que cuando topan una cuesta a la subida le da la mano y eso basta, y a la bajada lo ha menester tomar en brazos para que no t ruede. Así digo yo, mis hermanos, que para enseñarnos y meternos en la recreación basta darnos la mano, pero, para que en ella no rodemos, es necesario que en ella nos traigan en brazos los prelados. Porque u pienso en esta materia debiera de v estar el otro cuando le dijeron: dan os el pie y tomáis os la mano. Y es certíssimo que en la recreación más concertada se descuida el religioso más conpuesto y, si no se roza, pasa del pie a la mano. Y con bestias semejantes suelen los que las enseñan a andar llevar palo para hacerlas caminar y trabas para que caminen llano y no acceleren el paso, de suerte que una cuesta abajo despeñen el caballero, sino que vayan poco a poco.
Por eso digo yo que este capítulo tiene alguna dificultad, no tanto en tomar el palo para que los religiosos se recreen -que como el camino es llano y deleitoso w y tan conforme a nuestra inclinación, poco es menester-, sino en cómo se les ha de echar en esta recreación trabas para que anden llano, no apresuren el paso y despeñen al caballero. Será Dios servido de quitarnos esta dificultad, pues en esta materia tratamos con gente domada, con gente religiosa, a quien dende el primer día que tomaron el hábito les enseñan silencio y conpostura, que son dos cosas que bien componen y ordenan nuestras recreaciones.
Y así creo que no será menester más trabajo para en ellas parar y componernos que el que tuvo Dios para que x encogiesen las alas [74v] aquellos animales que vido Eczechiel volar a toda furia al firmamento 3: que, con ser águila ligera, toro bravo, león furioso y hombre inquieto, a un grito y a una voz, pararon todos y encogieron sus alas; que, en fin, aunque animales diferentes y cada uno con su inclinación, rigiéndolos el Spíritu de Dios, ese fin habíe de tener aquel impetuoso vuelo. Bien veo, mis hermanos, la diferencia de condiciones y naturales que se juntan y hay en una communidad y que en una recreación todos quieren volar; pero, como los ha de regir el Spíritu de Dios, confío que con sola una voz y grito de su prelado, cuando en ella el vuelo sea más impetuoso, cesarán y pararán. Que yo he visto mulas muy fuertes tirar un carro con furia e ínpetu y, en topando la rueda un canto, parar y quedar calzada sin menearse de allí. Así, si Dios es servido, en este capítulo y pondremos en el camino de nuestras recreaciones cantos y paraderos donde nos tengamos y las ruedas, para que no rueden do quisieren, queden muy bien calzadas; que, en fin, la recreación, tomada con moderación y discreción, ayuda y fortalece los ánimos y ensancha los corazones para que quepa más Dios y destierra las nieblas de las tristezas, melancolías, para que mejor un religioso vea y entienda las cosas de su aprovechamiento. Y si Cristo estuvo cuarenta días ayunando en el desierto, peleando z y venciendo al demonio 4, de allí salió y, junto con sus discípulos, fue a honrar las bodas del architiclino a 5.
Basta esto para principio de este capítulo, pues nuestro intento en estos tratados no es predicar ni dar doctrina que persuada con eficacia, sino poner por scrito lo que se guarda para que los prelados y maestros de novicios tengan menos trabajo en enseñar [a] sus súbditos. Pues con darle un librito de éstos, si fuere Dios servido que se imprima, ha cumplido con él para que sepa lo que ha de hacer en cada officio de los que le encomendaren.
3. Una buena lectura
Volvámonos a la disposición de nuestras recreaciones. Pues digo que en nuestra sagrada Religión se usa, después de comer todo el año, tener una hora de recreación y, a la noche, dende Paschua Florida hasta Sancta Cruz de setiembre. No trato ahora de las recreaciones de las paschuas, grandes, que de ésas diremos algo a la postre, sino de las ordinarias. Salidos [75r] de comer y dadas gracias, se van todos juntos a un lugar recogido, conforme el tiempo, y allí lleva el campanero su relox de arena porque no haga engaño y suceda lo que denantes decíamos: que rueden las ruedas más de lo que da licencia la Religión;
y así el relox sirveb de canto y estorbo que calza la rueda del tiempo para que en aquel ejercicio no pase adelante.
El religioso que para ello está señalado lleva su libro en que aquella hora se lea y con que entretengan a los hermanos, que esto es de la mayor consideración que se puede hacer para que nuestras recreaciones se hagan con gran cordurac y peso. Porque, si no se lee, luego da gana de hablar y, como las palabras que allí se hablan dicen son para alegrarse, podrían ir rodando su poco a poco hasta dar en un barranco donde no puedan salir. Y yo he visto, aunque no en nuestra Religión por la bondad de Dios, enpezar en cosas de Dios y acabar en cosas del diablo. Y así es necesario a la lengua, que no es la d rueda menos veloz ni ala que menos vuela, ponerle un canto o piedra que la calce y detenga y darle un grito para que pare, que todo esto hace el sancto libro que allí se lleva aquella hora para leer algunos sanctos y buenos exemplos. Que si es verdad, como lo es, que mandaba Dios en el Levítico que la olla que no tuviese cobertera fuese inmunda 6, porque estando destapada es fácil salirse lo gordo y caerle e vascosidades, ¿por qué, siendo un religioso olla que en su pecho cuece sanctos pensamientos de amor de Dios, la hemos de dejar destapada en la recreación, hora de tanto peligro, para que vierta y derrame la gordura de sus sanctos y buenos pensamientos y, en su lugar, entren las palabras que se oyen, que, siendo de hombres y de recreación, han de ser desperdiciadas? Y así es bien que se lleve nuestro libro, que sirva de cobertura que tape las bocas, detenga el salirse las palabras y el entrar otras.
Pero quiero que se advierta esta letura cómo ha de ser. Digo que la cobertura que ponen sobre la olla tiene unos agujerillos por en medio, por do sale el vaho y vapor de lo que dentro se está cociendo, de suerte que podremos decir que está tapada, pero de tal manera [75v] que por aquellos agujerillos resuella para que no reviente y se haga pedazos. Pues de la misma manera ha de tapar nuestro libro las bocas de los religiosos y servir de cobertura, de suerte que en la lección se hagan algunos intervalos, pausas y detenemientos en que el prelado, sobre lo que se lee, haga algunas preguntas y los súbditos respondan y pongan ellos, con licencia, sus dificultades. Porque de otra manera, sirviéndoles aquella lección de alegrar y desencoger los ánimos y de nuevos soplos que más encienden el fuego que allá dentro tienen, si no hablasen alguna palabra sancta al propósito de lo que se lee, reventarían. Y ansí, con nuestro libro se cumple con todo.
Pues, juntos todos en esta recreación, el campanero pone su relox y el prelado dice al lector que lea. Ordinariamente usamos en estas recreaciones y leturas un libro que llaman La vida de los sanctos padres, u otro de alguna historia curiosa y devota que por aquel rato entretenga y suspenda el pensamiento de los cuidados y trabajos del día. También
es muy a propósito alguna corónica de lo que se pasó y se hizo en el principio de las religiones. Estos u otros libros, los que más bien visto pareciere al prelado, se llevan allí. En ellos se procura lea algún religioso que lea con buena gracia y donaire, que yo pienso no es pequeña parte de la buena letura el leerla bien y con gracia.
4. Comentario y diálogo
Esta letura no suele ser tirada por toda la hora, sino interpolada, de suerte que, en leyendo algún capítulo o vida de algún sancto o buen exemplo, sobre ello diga el prelado o el que allí presidiere alguna cosa, sirviendo sus palabras de commento y declaración de lo que se ha dicho. Pregunte o levante alguna dificultad sobre la virtud que en el exemplo del tal sancto se hubiere descubierto, procurando entonces en sus palabras el prelado que las hablare -pues es hora de recreación- no mostrar rigor, aspereza, gravedad y demasiado de ahínco, sino sean unas palabras amorosas, risueñas, alegres, que, junto con amonestar a la virtud a los tales religiosos, los alegre y haga reír, si fuere necesario f, como dice san Pablo 7: Gaudete in Domino; iterum dico gaudete. Y, junto con esas palabras, añade: Modestia vestra nota sit omnibus hominibus. Que, junto con decirles que se alegren, les amonesta que sea con modestia.
De manera que la letura, como decíamos denantes, sólo sirve de cobertura para que no se salga por la boca y lengua la grosura que dentro estuviere en nuestros corazones g y para que no entre alguna cosa no lícita. Pero si el prelado estuviere [76r] seguro de estas dos cosas, bien puede dar licencia que hable algún religioso de quien él tenga satisfacción que edificará a los hermanos con sus palabras y los alegrará. Que también hay cuentos y dichos sanctos motivo de grande alegría y contento interior y esterior y es muy cierto, cuando las conciencias están como deben, muy poquitas y pequeñas cosas las alegran y entretienen. Que por eso el Spíritu Sancto llamó a una buena conciencia: Juge convivium 8, convite espléndido o boda llena. En cualquiera destas dos partes, con cosas muy livianas h están los convidados muy alegres y risueños, porque están bien comidos y los sentidos y potencias bien dispuestos. Pues, como en nuestras recreaciones está una conciencia segura y un alma satisfecha y bien dispuesta, es muy cierto con cualquier palabra de alegría que le digan regucijarse mucho. Yo he puesto muchas veces el exemplo de las balanzas y peso que está en fil: que un solo grano de trigo que se le cargue a cualquiera de las dos, la hace bajar. Así, nuestro religioso está siempre muy en fil para inclinarse a aquello que sintiere ser más voluntad de Dios: si está en la oración y se le
ofrece pensamiento de sus culpas, aunque sólo sea un peccado venial, le hacen llorar; si está en la recreación y oye una palabrita, le hace reír. ¡Oh qué gran cosa es amar mucho a Dios para que Su Majestad mucho nos consuele en todas nuestras acciones!
Bien poco pienso yo que será necesario tratar de los instrumentos y modos con que hemos de alegrar a nuestros hermanos en estos ratos, porque yo he visto, y cada día lo experimentamos, sobre unas cosas tan livianas que quizá en el siglo las llamaran inpertinencias, haber tanta fiesta y risa que era menester enojarse o buscar modo con que atajarla. No puedo entender sino que debe de ser Dios el que alegra y entretiene a sus siervos, habiéndose en esto como el que toca y tañe el órgano: que veréis un sonido, un ruido, un tocarse tanta diferencia de cañones o flautas -que no sé cómo se dicen- que parece, a quien aquello no sabe cómo se hace, grande asombro y admiración; y también lo es ver que unos pocos de dedos i, meneándose y hiriendo las teclas, se hagan tantas diferencias de sones. Cierto que quien entrara en una hora de recreación nuestra y viera tanta risa, tanto contento, sin saber de qué se ríen, que no fuera posible dejarse de espantar, pero, como es Dios el que interiormente mueve aquellos órganos y menea aquellos humildes corazones, con un poquillo de viento y aire los alegra y entretiene. Y así no hay que tratar aquí de diferencia [76v] de potajes y entremeses con que los prelados hayan de alegrar y entretener a sus súbditos.
Suelen llevar a estas recreaciones los cocineros algunas cosillas en que se entretengan los religiosos y le ayuden, como es llevar las lantejas que se han de comer otro día para que las monden y limpien, y lo propio las habas y otras semillas.
En estas horas de recreación jamás debe faltar el prelado superior del convento. Y si tuviere alguna ocupación precisa, aconsejaría que la hiciese mientras los religiosos están en el coro o en la oración, que allí cada uno es prelado de sí propio y se consideran delante de Dios y pocas veces hay desórdenes. Pero podría ser que, estando solos en la hora de recreación, se hablase alguna palabra no tan compuesta y ordenada como se debe y, en fin, donde hay muchos, una vez que otra se puede pasar de raya. Y, en fin, en su presencia estarán como deben, pues lo tienen en lugar de Cristo.
5. Lo que no hay que hablar
Pocas veces falta en una communidad un religioso -y nunca es el más sancto- amigo de hablar algo más que los otros j y señalarse en algún dicho. Estos, para tener que decir, si les dan tantico de lugar, buscan y tienen cuentos en que nunca les falta alguna palabra en que cain o no den tan buen exemplo a los demás, como deben. Yo tengo
muy por acertado a estos tales, en hablando alguna palabra, particularmente si es sin licencia, enviarlos a que les den una disciplina o que se vayan delante del Sanctíssimo Sacramento esta hora. Otros hay de esta cofradía que están reventando porque se cercene y corte la letura, no para tratar cosas de Dios, sino para ver si le dan lugar para desembuchar los pensamientos en que se ha dejado llevar. Suelen venir a estas recreaciones los hermanos donados y procuradores, que han andado fuera por el pueblo, muy deseosos o, por mejor decir, muy tentados del demonio, para dar cuenta de lo que han visto u oído en la calle y en la plaza. Y esto no se ha de consentir, antes al donado o religioso que trujese nuevas se le habíe de dar una muy buena disciplina.
Verdad es que yo gusto algunas veces cuenten en casa las desgracias y desastres que pasan en el mundo, para que den gracias a Dios y por ahí de nuevo reconozcan los beneficios que de Dios han recebido en haberles apartado de tales ocasiones. Y en tal caso, sabiendo que contar esto y decir esto es provecho de una communidad, cuando hubiere esta ocasión, diga el religioso que la supiere al prelado: Déme su charidad licencia para contar lo que pasa en este mal mundo. Y el prelado [77r] se k la dé y sobre ello, como sobre lición de Scritura, diga cuatro palabras a los hermanos.
En estas recreaciones jamás se trate de cosas de gobierno, que es culpa y falta grave, que para eso se hacen los capítulos. Tampoco es lícito tratar de los capítulos, de las pláticas, de las amonestaciones, de las l culpas que se hubieren reprehendido; esto es culpa gravíssima. Tampoco es lícito m tratar de las cosas de fuera de casa, que algunas veces veo que, por no enfadar o cansar a los religiosos, cesa la lección y, si el prelado no es hombre que tiene palabras o abundancia de cosas que decir, luego van a mendigar y a buscar cosas entre los seglares que parlar n, que nada nos son de edificación. Tampoco es lícito tratar de tierras, que también esto es fácil con la ocasión que hay, siendo cada uno de la suya, habiendo de ser nuestra conversación y trato del cielo. Tampoco es lícito tratar de los otros conventos en orden a regalo o entretenimiento corporal, porque sólo sirve de incitar, dispertar o inquietar al que está contento para desear y procurar lo muden a aquella casa de quien tanto bien dicen. Tampoco es lícito preguntarles allí a los religiosos por sus padres y hermanos, que es dispertar a quien duerme.
Concluyamos con una palabra y digamos que sólo es lícito tratar y hablar de Dios, que no hemos de querer tengan más miel para nos alegrar y entretener las cosas del siglo que las cosas del cielo o, si no es que decimos que el que las oye es tan terrestre y animal que no percibe las cosas de Dios; pero si es como debe, spíritu, debe huir lo que es de tierra 9.
6. Evitar porfías y comparaciones entre los hermanos
En los colegios y en sus recreaciones poco hay que diferenciarlas de lo dicho, sólo en la letura, que puede ser de casos de conciencia. Allí no se consienta argumentar, que eso es para el acto público de communidad, porque, como aquélla es hora de recreación, podría parecerle a quien no supiere tanto de religión que se podía descomponer algo más. Y también no tengo por lícito se vuelva bulla y confusión el rato que se da para desenfadar los ánimos. En estos colegios, si el prelado no es muy spiritual, como los estudiantes salen a las scuelas y vienen llenos de lo que ven y oyen, están reventando por tratarlo y communicarlo cuando todos juntos los oyen. Y así, no se consienta de suerte ninguna, [77v] debajo de grave culpa, se trate de cátredas, oposiciones, lecciones y las demás cosas que de ordinario se tratan en todos los rincones en tiempo de cátredas.
En ninguna recreación p, séase de colegio o de convento, es lícito porfiar entre dos q, aunque sea en cosas justas -como decir: "Buen libro y bien scribió fulano", o "mejor scribió zutano"-, porque entre los seglares aun las comparaciones de personas a personas o de partes a partes se tienen por odiosas, ¡cuánto más entre religiosos! Pero si, con licencia, en alguna recreación tal ocasión se diere, si uno dijere: "Fulano es un buen religioso o buen letrado", y otro sea compelido a decir de otro, puede decir: "Fulano es boníssimo". Y por otra vía, sin que parezca hace oposición a lo que se ha dicho, se puede alabar.
Si el prelado preguntare a los religiosos digan alguna sancta consideración sobre lo que se lee o sobre la fiesta de aquel día -como si fuese fiesta del nacimiento de nuestro Señor o Epiphanía- y preguntare, cada religioso diga alguna consideración devota sobre el pesebre de Cristo o sobre la adoración de los Reyes. El que presidiere tampoco haga comparación de lo que dice el uno con el otro, diciendo "mejor dijo el hermano", porque unos se pueden desconsolar, considerando la cortedad de su entendimiento o su poco saber, y los otros se podían gloriar de lo que no es suyo; sino que todo lo que dijeren en tal caso los religiosos lo estime y tenga por bueno, ayudando al que no acertare y ordenándole la cortedad de sus palabras para que no se desconsuele pareciéndole, pues él no sabe como los otros, está menos aprovechado, y se desconsuele. Si alguno hubiere -que luego se echa de ver- que sale con su razón muy compuesta y en ella parece gusta de mostrarse maestro, a aquel tal lo han de mortificar, diciendo: "No es oro todo lo que reluce"; y otras mill cosas con que se le deshaga y abliente algún aire, si acaso se le entró en la cabeza, por ver tenía él buenas razones que decir.
7. Tratar cada semana de una virtud
Suélese, al principio de cada semana, llevar una virtud, la cual la propone o debe de proponer el lector que lleva el libro. Y el prelado pregunta qué se debe hacer para alcanzar aquella virtud y, por su contrario, para desterrar el vicio opuesto a ella. Y si le pareciere proponerla el domingo a mediodía o el sábado, para que otro día cada uno, después de lo haber encomendado a Dios, diga los medios más eficaces que Dios [78r] le hubiere descubierto para alcanzarla, se les dé tiempo. Y cada uno tenga grande cuidado con lo que su hermano dijere para aprovecharse de aquellos medios. Que bien vemos haber algunos deseosos de alcanzar una virtud y estar inposibilitados para alcanzarla por tal camino y gustar de saber otro; y un mercader que desea ser rico desea saber muchos medios y modos como alcanzar lo que pretende. Y yo he visto algunos hermanos, en semejantes materias, haber dicho sentencias que me han sido de grande confusión y aprovechamiento, quiriendo o gustando poner en execución lo que dicen, que bien sabemos tiene Dios puesto su gusto en tratar con los pequeñuelos y descubrir sus secretos a los humildes y linpios de corazón 10. Y muchas veces hallo yo más que meditar y rumiar en un dicho de un hermano ignorante que tiene oración, que no en la lección de un grande libro y en los discursos cansados que yo tengo r especulando la tal cosa. Por eso digo yo que en semejantes ocasiones se tenga grande atención y se scriban o manden a la memoria los dichos acertados que se dijeren para alcanzar la tal virtud que se propone. Que, como la virtud, según dice Aristóteles 11, está acerca de cosas dificultosas, y muy subida y levantada, según la pinctan los sanctos, es menester scalera con muchos scalones; y en fin, cada uno de mis hermanos da y pone el suyo con sus sanctas y buenas palabras y acordados consejos que da para alcanzar y abrazar la tal virtud. Que, como todos la quieren y la pretenden, cada uno dice de la feria como le va en ella; y puede Dios haberle descubierto a mi hermano el camino más cierto y verdadero para aquel fin, por tener más y mejores disposiciones para caminar por él y habérmelo a mí encubierto.
Como sucede que, si topamos un hombre vestido de camino, apresurado y dispuesto para caminar y nos preguntase el camino de Ecija, se lo diríamos, porque claramente echábamos de ver que aquel hombre tenía disposición y postura para andarlo. Pero si lo preguntase otro que está vestido de fiesta y más dispuesto, al parecer, para pasearse que para caminar s, es llano que no le responderíades, [78v] sino que, entendiendo hacíe burla, lo dejaríades por loco t o burlador. Que es lo que ordinariamente hace Dios con muchos: que parece se vuelve o hace
sordo a nuestras preguntas y no nos quiere dar respuesta porque son más preguntas de burlas o de entretenimiento en la oración que deseo de caminar y hacer lo que deseamos saber, y así nos deja Dios como a gente de burlas. Y u es cierto son grandes medios para ser gente de veras saber lo que descubre y enseña Dios a mis hermanos que con él tratan en spíritu y verdad 12. Y también con esto el prelado echa de ver quién está aprovechado en la oración; y el que no la tiene queda confundido de ver los mejoros de su hermano.