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San Juan Bautista de la Concepción
Obras III - S. Juan B. de la C.

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CAPITULO [23] CÓMO EL DÍA EN QUE LOS RELIGIOSOS COMULGAN NO SE DEBE TENER LA RECREACIÓN DE MEDIODÍA

 

 

 

1.  Día de callar y escuchar a Dios

 

  Los días de comunión no se tiene la hora de recreación que se acostumbra, porque, después de haber comido, los coristas se quedan un ratico delante del Sanctíssimo Sacramento y luego se van a recoger, por parecer que aquel día es más de callar, obrar y escuchar a Dios -que interiormente está hablando y entreteniéndose a puertas cerradas con el alma su devota-, que no de hablar, ni ha de ponerse en ocasión de divertirse.

  Yo confieso que ésta es admirable ocasión para esto y que, si fuera posible, el día que un a religioso recibe el Sanctíssimo Sacramento, no digo yo no tener conversación con los hombres ni recrear el cuerpo, pero si un religioso considerase en aquella ocasión sus obligaciones y los truecos y mudanzas que de su persona debe tener en tal día, no sólo había de cerrar la puerta a lo dicho -que es a hablar y tener hora de recreación-, pero si se topara o Dios le enviara media docena de ángeles, los había de dejar y desamparar y no tratar con ellos, para sólo ocuparse en Dios y entretenerse con el dueño de la casa. Que todo lo demás me parece fuera mala crianza, aunque el entretenimiento fuera con los ángeles del cielo o más levantados spíritus.

  A mí me ha acontecido en nuestra casa de Madrid estar con el señor duque de Lerma y estar todo entero tan aplicado a aquella compañía que naturalmente, sin género de acuerdo, no me parece reparaba en las personas o criados que con él traía; y, cuando él [79r] no estaba en casa, hacer tanto caso y estima de sus criados como del propio señor y amo. Y lo propio me sucedía cuando venía el rey: que, aunque estaba a su lado el duque, no me volvía a él, sino que lo


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dejaba, como si no estuviera allí. Pues díganme, mis hermanos: el día que un religioso recibe el Sanctíssimo Sacramento, ¿cuánta mayor razón será que, día en que está Dios en casa, demos de mano y no hagamos caso de la compañía y conversación de los hombres, sino que a ellos y a los propios ángeles los guardemos y dejemos la estimación que se les debe para otro día, cuando esté la casa másb desembarazada y no haya esta visita que el alma tiene y recibe, en el Sanctíssimo Sacramento del altar, de Dios verdadera y realmente?

 

 

2.  Un pasaje de los Cantares

 

  Acábale el sposo de hablar y decir a su esposa que es güerto cerrado y fuente sellada 1, y dice la esposa: Veniat dilectus meus in hortum suum, et colligat fructus pomorum suorum 2. Como quien dice: Linda ocasión es, esposo mío, para veniros a casa y entreteneros con quien amáis y queréis. El estar mi alma hecha güerto cerrado y fuente sellada [es estar] cerrada a todo lo del suelo y cielo, pues me es lícito decir con David: Quid michi est in caelo? Et a tec quid volui super terram? Defecit caro mea et cor meum 3 in medio ventris mei 4.

  No quisiera ir escribiendo esto con la brevedad que tengo prometido, por siquiera que nos entretuviéramos un rato a solas d con quien no es lícito admitir compañía, aunque sea, como dice David, del cielo y de la tierra, pues solos los pensamientos y meditación de este gran Dios es bastante a derretir el corazón en medio del hombre. Que si éste se inclinara a cualquier cosa fuera de Dios, fuera llano que no se derritiera en medio del hombre, sino fuera dél, en las cosas que amara o a la parte que se inclinara.

  Pues veamos -que yo procuraré con brevedad salir desto para que nos tornemos a nuestra recreación- ¿qué es la causa que, cuando el alma ama a solo Dios, se le derrite en medio de sus entrañas el corazón y, cuando ama a las criaturas, se derrite fuera o caído o inclinado a alguna parte? Digo que siempre el galán es el que pasea y ronda las puertas y casa de la dama, y la dama, [79v] si bien quiere, se derrite y goza en amor del amado en los retretes y escondridijos de su casa, porque ya se sabe que el officio de galán es el festejar, rondar y pasear fuera de su casa, y el de la dama, aguardar en lo secreto y escondido. Pero si diéramos que la dama se hiciera galán y el galán dama e, todo fuera al revés. Pues cuando un alma ama y quiere a Dios, ella es esposa y dama y Dios el galán; él el que anda, pasea, ronda y viene a casa de su esposa, y ella la que allá dentro, en lo secreto de su corazón,


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se derrite y deshace en la meditación y memoria de este gran Dios. Pero cuando el alma ama las criaturas, vuélvese al revés: que estas cosas criadas se vuelven damas y el alma galán, y ella es la que sale acá fuera a pasear y rondar estas cosas perecederas. Y en ellas y fuera de sí se deshace y derrite.

  Como el galán: que muchas veces, no dándole entrada su dama o no pudiendo tener cumplimiento de sus deseos, se le pasa la noche deshaciéndose y derritiéndose, arrimado a una carreta, donde nada hay en él que no corra y se deshaga y vierta fuera de sí. Qué de veces le pasa esto al miserable hombre que quiso trocar su suerte dichosa y bienaventurada de esposa de Jesucristo por galán y gentil hombre -que así f se puede llamar gentil a quien a Dios deja por amar lo que los gentiles amaron g y muchos h philósophos desecharon- de las cosas caducas y perecederas: que, perdido por ellas y muchas veces imposibilitado de las alcanzar fuera de sí, arrimado a las cosas viles y bajas, allí se está deshaciendo, derritiendo y vertiendo fuera de sí. Bien diferente de lo que decíamos que hacía David: que no amando cosa en el cielo ni en la tierra, sino a sólo Dios, allá dentro en medio de él, se le derretía su corazón.

  Pues la esposa, en el lugar que propusimos, considerando que ella es la dama y Dios su galán y que es admirable ocasión, para que él venga a casa, el ser güerto cerrado y fuente sellada, le está convidando a que venga a coger fructa de sus manzanos. [80r] Como quien dice: el día que vos, esposo y querido mío, entráredes por mis puertas, nada ha de haber abierto, todo ha de estar cerrado, porque mi alma sea como aquella puerta que vido Eczechiel que siempre estaba cerrada porque el príncipe entraba y salía por ella 5. Yo vi en Granada, en el albaicén, en lo alto de la ciudad, una puerta cerrada y tapada a piedra lodo y pregunté por qué puerta tan principal estaba de aquella manera; y me dijeron que por aquella puerta habíe entrado el rey don Alonso a tomar y hacerse señor de aquella ciudad y que dende entonces se había mandado cerrar. Ojalá hiciese esto y conociese esto el religioso i: que, pues su Dios y Señor se apoderó de su alma y entró en ella por la puerta de su corazón, que se tapase y lodase para de allí en adelante para que no se abriese a las criaturas. Que su Dios bien sabe entrar estando esta puerta así cerrada, según lo que acabamos de decir que dice Eczechiel. Y lo propio habíe de ser de los ojos, la lengua y los demás sentidos, particularmente este dichoso día en que un religioso recibe tanto bien como es dignarse Dios de venirse a su casa.

  Ahora dos dificultades se me ofrecen sobre este lugar de los Cantares al propósito de lo que vamos hablando. La primera: ¿Cómo el sposo dice a su esposa que es güerto cerrado y fuente sellada 6?, ¿por qué no


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hizo comparación de otras cosas, pues las habíe de mayor precio que güerto y fuente? Pues pudiera llamarla, como Cristo dice en su parábola 7, tesoro abscondido j, o montón de trigo cercado de lirios. Y ¿por qué k, cuando este propio esposo la llama montón de trigo, le echa la cerca de lirios 8 y, cuando la llama güerto y fuente, le echa cerradura y sello? ¿Es, por ventura, de menos estima el thesoro que el güerto y el montón de trigo que la fuente l? La segunda dificultad es por qué habiéndole dicho el esposo a la esposa que es güerto cerrado y fuente sellada le convida a comer y a que coja fructo de sus manzanos y no le convida a beber de la fuente sellada y cerrada. ¿Por ventura es por lo que acá dice el spañol: que no se puede convidar con agua? ¿O porque, habiendo el sposo [80v] entrado un día a su querida en sus bodegas, le dio a beber rico vino añejo de ordenada charidad 9, y ella se afrenta de convidarlo a le dar agua? Paréceme que ésa no es razón, porque convidando a comer hase de dar de beber y, si no bebe vino el convidado, no es afrenta dar agua; y si el que convida no tiene vino, bien es supla la falta con agua. Y más, que no sería mala, pues es fuente sellada; que sólo se cierra y sella la fuente cuya agua es de estima y valor. Y así no me parece inconveniente esta esposa, convidando a manzanas a su güerto, convidara a beber de su fuente cerrada. Si no es que, como acá se dice, que tras fructa no se ha de beber agua, y así no quiso convidar con ella. Tampoco esto me convence, porque si no se habíe de beber agua fuera bien estuviera proveída de buen vino. Veamos qué misterio tiene esto.

  A la primera dificultad -por qué más, habiendo de echar sello y cerraduras a su esposa, la llamó güerto y fuente que tesoro o montón de trigo o otra cosa que hay de grande estima y valor-, digo que cosa no hay de tanto peligro como estas dos cosas, güerto y fuente. Güerto que con su fructa está convidando a chicos y a grandes que entren dentro, unos a coger fructa, otros a comerla y otros a recrearse; y no hay pasajero, por priesa que lleve a su camino y viaje, que no le dé gana de entrar un ratillo, enviar al criado por fructa y algo de lo que el tal güerto tiene, ni hay pastor que no quiera y desee tirar el cayado y apalear el arbolillo, ni muchacho que no guste de apedrearlo. Pues cosa que tanto peligro tiene, cerrarlo, guardarlo. Y más, que es güerto de manzanas que, sin verlas, ellas se descubren y muestran y dan a conocer, convidan, incitan y dispiertan el gusto para las haber de comer. Pues cosa de tanto peligro, cerrarlo, taparlo y guardarlo. Más, tendrá el otro en el campo cosas de grande estima y lo dejará abierto y sin guarda; y tendrá un güertecillo y le echará tres o cuatro tapias en alto y su buena cerradura. La razón de ello es porque las cosas de estima cualquier persona hace scrúpulo de tomarlas [81r] contra


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la voluntad de su dueño; y si ve un manzano, una higuera o güerto, no repara en coger unas pocas de manzanas.

  ¡Ah!, si esto pasa -dice el sposo-, bien será, esposa mía, que remediemos y nos aseguremos de tantos peligros haciéndole cerca a nuestro güerto. Que el tesoro no hay que echarle cerraduras, que ése está debajo la tierra y no se topa tan presto; no hay tantos que lo busquen, porque les ha de costar trabajo el buscarlo y el hallarlo, porque no se parece ni tiene olor por donde se pueda rastrear. Y el montón de trigo tiene valor y no habrá quien se atreva a hurtarlo, aunque la cerca sea de rosas ni lirios, pero estotras cosas, como son de menos valor, no se repara en cogerlas. Y yo -dice el sposo- que no sólo tengo de mirar por la hacienda de mi sposa, que tiene valor como lo tiene el tesoro escondiéndolo, pero por las cosas muy livianas, como son las cosas de poca consideración, como son unas pocas de manzanas que con pequeño o ningún escrúpulo se cogen. Que es decir que en su esposa no sólo quiere scondidos los pensamientos sepultándolos en lo scondido de su corazón m, ni solas las obras scondidas de suerte que no sepa la mano izquierda lo que hace la derecha 10, pero las palabras, que son fructa de poca consideración, el mirar y escuchar, que es como fructa de manzano, que ellas propias se descubren y convidan a los pasajeros que escuchen y oigan y con los ojos están convidando y hablando a que se esperen y detengan, ya por ser estas cosas más agradables, ya por ser cosas en que poco se reparan y menos scrúpulo se hace. Por eso, habiendo de venir el sposo a casa, es bien que se eche cerca y cierren y guarden los manzanos, que son las palabras y recreaciones, de suerte que, como arriba decimos, nuestros hermanos el día de la communión no hablen ni oigan ni miren n ni estén aquel día en la recreación, sino que sean güerto y jardín cerrado.

  Llamó tanbién a su esposa fuente cerrada, porque también tiene grandes peligros: entúrbiase y échase a perder con grande facilidad una fuente clara y dulce, y cuanto es de valor y estima para una ciudad, tanto es despreciada [81v] y de poca estima para la gente común, pues por experiencia vemos el cuidado que una ciudad tiene en guardar y cerrar cosas semejantes y, por el contrario, el destruirla y perderla los particulares, pareciéndoles que es agua que poco importa, importando mucho, que se ha visto muchas ciudades destruirse y acabarse por falta de agua o por no ser tal cual conviene. Y así, considerando su esposo a su querida como el agua -que así llamó la otra mujer [de Técoa] a David: Memento, domine mi rex, quia omnes sicut acqua dilabimur 11; somos como el agua, que nos corremos y con facilidad nos perdemos, desestimamos, vertemos, enturbiamos y ensuciamos, no reparando en lo que tanto vale y Dios estima-. Pues considerando Su Majestad este valor


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de un alma, de sus palabras, de su mirar y pensar -que en el hombre todo esto corre como el agua-, no se contentó con cerrar, sino que también le echó sello, llamando a su esposa fuente sellada, como cosa que es el sello, que promete más seguridad. Pues sobre la cerradura el sello asegura de que nadie se atreva a falsear la llave, pues en el tal serían dos delictos: quitar el sello y abrir la cerradura.

  ¡Oh buen Dios, y qué bien se echa de ver la estima que haces de un alma y de sus cosas! Pues las cosas que ella no guarda, las que ella derrama y vierte como el agua -no reparando en que sus palabras y mirar corre y se enturbie y llegue el ganado que guarda el mundo a beber a esta fuente, aprovechándose todos de sus palabras, trato y conversación y las demás cosas acerca de que ejercita sus potencias y sentidos- tú, Señor, estimas estas cosas tan desestimadas del alma, que en tu esposa y en la persona que de veras quiere ser tuya, la cierras y sellas, de suerte que nadie pueda falsear semejante cerradura, porque, si estos pensamientos de quien muchas veces el hombre no hace caso se enturbiasen y sus palabras, etc., bastante sería para que se destruyese toda el alma a quien Dios ha edificado como ciudad suya.

  Uso es de guerra, [82r] y en la Sagrada Scritura se lee 12 haber tomado, cogido y apoderádose de muchas ciudades por o haberles quebrado los condutos por donde va guiada el agua a la tal ciudad. Y así, si a estos tales ciudadanos les fuera posible cerrar y cercar el camino que aquel agua llevaba, es cierto lo hicieran, aunque les costara grandíssimo trabajo, pues es cierto que del corazón, como dice Cristo 13, salen como de fuente pensamientos, palabras y obras. Pues ¿qué hace el demonio? Sabe que cuando estos manantiales van bien guiados y suben según la rectitud de la razón al entendimiento, memoria y voluntad, sustentan el alma. Procura quebrar estos condutos y caños para que no suban estos pensamientos a Dios, sino que, vertidos por esos campos, se vayan tras las criaturas y, ocupados en ellas, el alma muera de sed. Pues, viendo esto nuestro celestial esposo -que el alma y el hombre, en cuanto agua y fuente, tiene tantos peligros- echóle cerradura y sello para que ni una palabra hable que no vaya bien ordenada. Y el alma, cuando se ve en este dichoso estado, convida a su esposo que venga a su güerto a coger fructa. Y de aquí es que en toda nuestra sagrada Religión se usa que el día de la communión, cuando viene este celestial esposo a un alma, sea güerto cerrado, de suerte que no se halle en recreación ni entretenimiento, etc.

  A la segunda dificultad no respondimos, en que preguntamos la causa por qué, siendo la esposa güerto cerrado y fuente sellada, que así la llama el sposo, no convida a su esposo a beber de la fuente, pues lo convida a coger fructa del güerto. Digo que pudo ser porque en las manzanas hay comida y hay bebida, pues sabemos en muchas


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tierras hacen vino que llaman sidra p de manzanas, y pudo ser que la esposa, diciéndole cogiese manzanas, le dijese q cogiese recado para comer y beber, para hacer de ellas plato y copa, dando a entender que en esto se diferencian las obras de los buenos a las de los hipócritas. Que las obras de los hipócritas, como sólo dan lo esterior, no conformando con ello lo interior, son obras secas y sin jugo de sanctos [82v] y buenos pensamientos y recta intención r. Pero las obras del alma sancta y esposa de Cristo, en ellas hay comida de actos exteriores y hay bebida de sanctos y buenos pensamientos.

  Digo, lo segundo, que convidarlo a que coja manzanas y no a que beba fue una admirable y divina sabiduría, porque en esto se diferencia la fructa de los manzanos al agua que corre de la fuente: que la fructa está encima de la tierra y no se puede comunicar por vías secretas, como el agua, que, por los mineros y entrañas de la tierra, sin que nadie la vea, camina muchas leguas y se os entra en vuestra casa y rompe la tierra en vuestro jardín y, sin que nadie la vea, se os aparece en la parte escondida que vos queréis.

  No es nuevo llamar a las obras del hombre la Scritura "fructo", pues dice Cristo: Ex fructibus eorum cognoscetis eos 14. De donde dijo dos cosas a nuestro propósito: llamar a las obras fructos y decir que son fructos que se ven, que no se pueden tapar ni encubrir, pues por ellas se da cada uno a conocer. Pues estas obras que están por de fuera -dice la esposa a su esposo-, atento que tienen tanto peligro de los ojos de los hombres, que porque no se las roben y hurten, que venga él y las coja y ponga en seguro; que los pensamientos, que son como el agua, que por mineros secretos sin que ladrones los puedan robar ni hurtar con su soberana y divina ayuda, ella procurará dar con ellos en sus retretes, jardines y casas, que es donde Dios está s. Y así, no es mucho que convide a que coja obras y que los pensamientos que se están escondidos a estos peligros que corran y se vayan ellos por esas vías secretas a donde está Dios merendando y comiendo las sanctas obras que la tal alma hace.

  Ojalá acabásemos de considerar esta doctrina y viésemos los peligros a que están sujetos nuestros fructos, para pedirle a Dios él venga a cogerlos y llevarlos, tiniendo nosotros cuidado, con su ayuda, de estar siempre derramando nuestros pensamientos y guiándolos sin que nadie lo sepa y entienda donde Su Majestad está.

  Pues atendiendo [83r] en nuestra sagrada Religión cuán cargada está un alma de soberanos y divinos fructos el día que recibe el Sanctíssimo Sacramento, habiéndolos Dios de coger, gusta y quiere que aquel día la tal alma sea jardín y puerta cerrada, de suerte que ni aun una palabra hable ni oiga, ni un mirar de ojos. Que no es


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bien que, día que viene este gran Señor a casa, haya tantas puertas abiertas que, entrando quien quisiere, todo se nos vuelva trulla y, no reparando en que el dueño de este güerto tiene puesto su gusto en t estas manzanas, pareciéndoles es fructa de poca importancia, quiera cualquier pasajero echarle mano y desfructarnos nuestro jardín; y estando cerrada, la fructa será comida y bebida secreta, pues también está sellada la fuente, y quedarán obras y pensamientos secretos aquel tal día para sólo Dios.

  No quiero en esta materia alargarme más, que parece en ella me he salido del intento y propósito. Quédese esto para si acaso algún día quisiere Dios tratemos de esta materia.

 

 

3.  Hacer la recreación pero de otro modo

 

  Tornando a nuestro propósito y arriba de do salimos, digo que, aunque es verdad que nuestras recreaciones son tan sin perjuicio y tan sanctas, con todo eso, a nuestros hermanos, el día que reciben el Sanctíssimo Sacramento, los privamos de ellas por las razones sobredichas.

  Pues digo que, no obstante eso, yo he dispensado muchas veces en que ese propio día después de comer se junten un rato y lean en algún libro que trate del Sanctíssimo Sacramento o que su maestro de novicios les trate alguna consideración sancta en que los procure dispertar a nuevos deseos de aquel Dios que han recebido. He tenido algunas razones para esto. Cuando luego se recogen en comiendo, particularmente en verano, que comen a las diez, quedan muchas horas hasta que los tales religiosos se vuelvan a ocupar en cosas de communidad; y como no todos tienen un propio spíritu y fervor, unos se quedarán dormidos viéndose solos en la celda, otros no tendrán qué pensar. Y el demonio, que en aquella ocasión anda agudo y listo, podría nuestros fructos u, de que acabamos de decir, se nos volviesen vanos v y nuestras manzanas podridas.

  Que bien vemos si una criada, [83v] haciendo lumbre, puniendo sobre las cenizas un aschua y echándole leña, porque no la sopló y encendió, morirse el aschua que puso y no encenderse la leña. Que es todo lo que hace el religioso el día que comulga, cuando sobre cenizas y pensamientos de humildad y de propio conocimiento de su bajeza, hospeda y pone encima aquel gran Dios, que es fuego consumidor 15 y que vino a pegar fuego 16, y que, habiéndole aplicado mucha leña, que son muchas obras, por no soplar y encender, por no considerar y meditar, venirse a amortiguar el fuego y no conseguir el fructo que se pretende. Así, tengo por muy acertado que este día de la communión se junten los hermanos, no todos ni todas veces, que muchos habrá


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que, trayendo el fuego siempre encendido y con llama, no sea necesario con ellos se use de otros medios y ayudas, ni todos los días, porque no siempre será lícito, pero algunos. Se junten aquella hora en la cual se trate y diga alguna conversación a propósito sancta, con que el novicio salga enseñado y avisado de lo que ha de pensar y meditar cuando esté a solas. Que aunque es verdad, como hemos dicho, que la esposa convidaba a su esposo a comer a su jardín y güerto cuando estaba cerrado, para que fuese comida secreta y segura, pero también digo que muchas veces los príncipes y reyes, cuando están en su corte y palacio donde todos le son vasallos fieles y en todo hay seguro, come en público y delante de todos y gusta a sus amigos y fieles siervos darles el bocado y sobras de la mesa. Lo cual muy pocas veces se hace cuando el rey va camino, está en la guerra o en reino estraño, donde con facilidad se le puede hacer una traición y avenenar la comida, que, en fin, como estraños y hijos de diferente tierra y madre, aborrecerán lo que de sus propios es tan amado y reverenciado.

  Así digo yo que no será inconveniente que en un convento, el día que un religioso recibe a Dios, algunas veces se haga ese convite y comida en público, tiniendo ese ratillo de recreación; que, en fin, está Dios entre los suyos en su tierra y donde las cosas caminan con seguro de que no se ha de hablar palabra ociosa ni cosa que no sea digna de [84r] tal presencia, cuando, estando este señor y Dios en fiesta y banquete público, guste a los sentidos y potencias, que como fieles criados lo están mirando, darles algún bocado y algo de las sobras y dejos de adentro. Quiero decir que se le permita hable la lengua alguna palabra y las orejas oigan algunas razones nacidas y salidas como presente que sale de adentro, donde Dios tiene puesta su mesa. Paréceme a mí, no disgustará este gran Dios que, de en cuando en cuando, esta alma querida suya abra las puertas de su jardín y güerto para que entre este regalado convidado. Que, si con él entraren sus amigos y fieles vasallos, bien se puede decir entra solo, pues son una propia cosa con él. Cuando todos nuestros sentidos y potencias nos son fieles y leales, que hay poco que temer, no inporta se hallen, como queda dicho, presentes a esta fiesta. Que, siendo quien debe, el tal religioso todo es una propia cosa con el mismo Dios, pues unida el alma lleva tras sí y hace particular subjeción de sus sentidos. Pero los del siglo, donde parece que está Dios de camino, en guerra o en reino estraño, donde muy de ordinario se sienten y pratican otras leyes, bien es que no se abra la puerta el día que un alma recibiere a Dios, ni se oiga, hable o mire, porque seríe fácil alguno de nuestros sentidos, como gente indómita y no rendida, echarnos rejalgar en la comida y que todo se nos vuelva tristeza y melancolía y no se reciba el gusto y provecho que se pretende.

 

 

 

 




a  sigue día tach.



b  sigue sola tach.



1 Cant 4,12: "Hortus conclusus soror mea, sponsa, hortus conclusus, fons signatus".



2 Cant 5,1.



c et a te sobre lín., en lín. et in terra aut tach.



3 Sal 72,25.



4 Sal 21,15: "Factum est cor meum tanquam cera liquescens in medio ventris mei".



d sigue q tach.



e sigue lo tach.



f   sobre lín., en lín. tal tach.



g corr.



h sobre lín., en lín. los



5 Cf. Ez 46,2.8.12.



i sigue p tach.



6 Cf. Cant 4,12.



7 Cf. Mt 13,44.



j  ms. abcondido



k sigue llama tach.



8 Cant 7,3: "Venter tuus sicut acervus tritici vallatus liliis".



l corr. de la fuente que el montón de trigo



9 Cf. Cant 2,4.



m  sigue ni tach.



10 Cf. Mt 6,3.



n sigue son tach.



11  Cf. 2 Sam 14,9.14.



12 Cf. Jdt 7,11 (Vulgata).



o  corr. de porque



13  Cf. Mt 15,9.



p  sobre lín., en lín. cerveça tach.



q sigue para tach.



r y recta intención sobre lín.



14 Mt 7,16.



s que-está sobre lín.



t  rep.



u sigue y mançanas tach.



v sigue y podridas tach.



15 Expresión usada, en sentido opuesto, por Is 33,14: "Quis poterit habitare de vobis cum igne devorante?".



16  Cf. Lc 12,49.






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