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San Juan Bautista de la Concepción
Obras III - S. Juan B. de la C.

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CAPITULO [31] DE LO QUE UN RELIGIOSO DEBE HACER CUANDO SALE FUERA DE CASA, EN LA CALLE Y EN LA VISITA, Y CUANDO VUELVE A SU CONVENTO

 

  Sabe nuestro Señor cuánto yo me holgara no fuera a necesario este capítulo, sino que eternamenteb el religioso noc saliera de su casa y d convento, que jamás se le ofreciera ocasión de e entrar en casa ajena, tratar con seglares, verlos ni oírlos.

 

 


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1.  Razones para que el religioso salga de casa

 

  Bien es verdad que son innumerables los fructos que el seglar saca del trato y conversación f del religioso y que fuera necesario scribir un largo tratado de estos provechos: cuando sale a consolar al desconsolado y a favorecer al caído, a apaciguar al soberbio y airado, a hacer paces entre los propios, a pegar fuego y sembrar discordias entre los endimoniados y amancebados. ¿Quién duda que no es muy necesario la salida del religioso por esas calles y plazas, donde ya es Dios ofendido tan a rienda suelta, donde los malos tienen por officio desempedrarlas para apedrear honras ajenas y empedrarlas con blasfemias y juramentos, y el sancto nombre de Jesús g cada hora y momento h atropellado y pisado por esos suelos? Llano es que es justo y conveniente salgan los religiosos recogidos por esas calles purificando esos aires que así están corrompidos con tantas entrañas dañadas como en este mundo hay. Salgan pies descalzos y pisen con tiento, porque pisarán piedras salpicadas con sangre de Cristo que el obstinado derrama tornando a crucificar, en cuanto es de su parte, a Cristo otras mill veces. ¿Qué digo, gotas de sangre del Crucificado? ¡Arroyos son que corren por esas calles, que con raudal pasan por tu puerta a ver si te quieres aprovechar de ella y entrarla en tu casa y lavar tu estola y suerte en la sangre de aquel cordero sin mancilla 1!

  Justa cosa es, padres y hermanos míos -que hablo con todas las religiones-, que el prelado que en su casa tuviere un sancto y buen religioso, fervoroso, charitativo, sancto, humilde, lo eche fuera de su casa que pegue fuego a tanta mies i, simencera y cosecha como tiene satanás en ese mundo, como hizo Sansón cuando soltó las zorras con los hachones encendidos a las colas 2, que proprio officio es de los tales: deshelar corazones j helados y encender [114v] corazones fríos. Salgan los buenos soldados de Jesucristo a defender su causa y partido, que está el demonio con la gente más vil y baja que se puede imaginar dando asaltos en los corazones de los inocentes. Salgan a derribar la bandera de satanás que los tres enemigos del hombre k la han levantado y encumbrado en lo más alto y de más estima del mundo. ¡Bueno fuera que anduviera la maldad paseándose por las calles y estuviera sin rebozo y al descubierto en la plaza, que anduviera el vicio suelto y desenfrenado atropellando las gentes, y que aprisionáramos la virtud, la encerráramos y pusiéramos en brete y cadena!

  ¿Qué más hizo el otro tirano y traidor que entregó a España a los moros, sino darles a ellos entrada, libertad y soltura, y atar las manos al soldado spañol quitándole las armas para que no pudiese salir en campo contra el enemigo? No es justicia ni razón, sino que la libertad


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corra a las parejas y que el bueno se pueda ver con el malo y que se puedan dar entramos de las astas. En el puncto que se publica una guerra campal a fuego y a sangre, cualquier soldado tiene licencia y libertad para hacer sus acometimientos y asaltos, coger los despojos y hacer sus victorias. Esta guerra entre los hombres se publicó dende el principio del mundo, como san Juan refiere en sus revelaciones l, cuando nos manifiesta la voz de aquel sancto ángel que dice: ¡Ay del mundo, que desciende y va a vosotros aquel dragón m! Vae terrae et mari, quia descendit ad vos diabolus habens iram magnam, sciens quod modicum tempus habet n 3. Y lo propio cuando o quisieron derramar aquellos cuatro ángeles sobre el mundo aquellos vasos de ira: que les mandaron aguardar hasta quoadusque signemus servos Dei nostri in frontibus eorum p 4.

  Es razón y justicia que no salga con ventajas conocidas el vicio -harto es que le hayan dejado escoger campo y palenque para sus peleas, que son las calles, las plazas y casas públicas- y que sea necesario que el religioso salga de su recogimiento y clausura para habérselas con él y hacer sus suertes y que, si la maldad está en semejantes lugares apelidando victoria y diciendo: "¡Aquí del vicio, de la maldad y mentira!", que salga el siervo de Dios y diga: "¡Aquí de la virtud, de la humildad, de la templanza!". Y que si el q peccador dice: "¡Favor a la carne, al demonio y al mundo!", diga el religioso: "¡Favor al spíritu y a Cristo crucificado!".

  [115r] ¡Oh buen Dios!, y qué grande es la necesidad que el día de hoy veo en este mundo de sanctos y buenos exemplos, que me parece cada día habíen de sacar en procesión por esas calles los sanctos de los altares. Que, pues no los hay vivos que con vivos exemplos detengan el corriente de tantos males, salgan siquiera sus retratos. Y, si con eso no temen ni les sirve de tropiezo y zancadilla para que caigan en la cuenta viendo que, por haberla dado buena aquellos dichosos sanctos en esta vida r, en la otra son honrados. Pues digo que, habiendo tanta necesidad de esta publicidad de virtud, si los malos con tales exemplos no se convencen a pagar el censo y tributo que deben a Dios siendo quien deben, ordenó Su Majestad, por ver si tienen vergüenza de su unigénito Hijo, que lo saquen por esas calles y plazas para los enfermos. Que achaque quieren las cosas y, si va a visitar al alma que quiere y ama, tanbién va a verse con los peccadores y a pasear calles tan inmundas para con su presencia purificarlas, y a ver si tú te mueves a rendir las armas de tu mala lengua, tus s tramas y urdiembre a esta soberana justicia que sale a la ronda a cualquier hora del día, porque ninguna tiene Su Majestad señalada para que se haga cosa injusta.

 


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Pues si esto es así, ¿por qué hemos de condenar la salida de casa del siervo de Dios? En realidad de verdad, es cosa muy justa y sancta, y tanto que en muchos libros no pudiéramos escribir los bienes de este trato y communicación. Basta decir que, cuando quiso Dios pegar fuego a aquellas ciudades, sacó de ellas de su trato y conversación al sancto Lot 5, porque no hay cosa que así detenga el brazo airado de Dios como un justo. Como dice el sancto rey David de los enojos de Dios para con los hebreos: Disperderet eos, si non Moyses stetisset in confractione eius 6; que servía Moisés, sancto y amigo de Dios, de tapar los agujeros que hacían los desacatos y descomedimientos de los hebreos para con Dios, por donde a pie quedo se había de entrar su justicia a tomar venganza. Y conociendo Dios su rectitud y justicia -que no consiente males- y los atrevimientos de los hombres -que no sufren bienes- determinó Su Majestad por una vía o por otra que el justo no perdiese de ojo al malo, sino que se anduviese a la mira no le sucediese alguna desgracia en su absencia.

  [115v] Y para esto, demás de las razones dichas, que convencen para que los religiosos y siervos de Dios salgan, hay otra muy forzosa. (Dejo las confesiones de los enfermos y el ayudar a bien morir, que ya se tiene por peste muy pegajosa la enfermedad ordinaria para que los curas y personas a cuyo cargo está ese ministerio huigan mill leguas de ellos). Pues, fuera de todo lo dicho, hay otra razón con que Dios nos obligó a salir de casa, y es que esta pobre ración y sustento corporal lo dejó en censo y tributo en las casas de los seglares labradores y poderosos del mundo, donde gusta y quiere vamos a cobrar cada día nuestros réditos y tributos y que amanezcamos a sus puertas y una y otra vez les pidamos y roguemos paguen a Dios sus diezmos y primicias. Y así, necesitados ellos en el spíritu t y el religioso necesitado en el cuerpo, el uno y el u otro se juntasen, para que así se hiciese un soberano y divino injerto para que el acebuche silvestre del hombre montaraz y perdido, junto con el ramo de oliva del siervo de Dios, dé fructo de buenas obras.

 

 

2.  Razones para que no salga

 

  Ahora, pues, dije al principio de este capítulo que pluviera a Dios no fuera necesario la scritura de este capítulo ni que el religioso saliera fuera. Lo propio digo ahora, porque si no fuera necesario es llano que todos fueran buenos y no hubiera peccados, y nadie tuviera necesidad de terceros para sus amistades con Dios por ser ellos ya íntimos amigos del corazón. Y digo también que pluviera a Dios el religioso no saliera de casa, puniendo los ojos en él, que, con cuantos bienes hemos publicado


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de su salida, con todos abarca el seglar y al religioso sólo le dejamos unos mendrugos y pedazos de pan para sustentar su pobre cuerpo y muchos peligros en que se puede ver su alma en tantas ocasiones. Que si un ángel porfiaba que el pueblo de Dios se estuviese captivo en medio de Babilonia, otro porfiaba se saliese y dejase tan ruin y mala compañía 7. Si de la guerra los despojos se llevan otros, ¿qué me puede quedar a mí sino el peligro pasado, las vestiduras destrozadas y las armas quebradas?

  ¡Ay Dios, mis charíssimos hermanos, qué de veces con nuestras salidas aprovechamos a otros y se llevan los despojos y bienes de nuestro exemplo y palabras, y nosotros volvemos con pérdidas de nuestra [116r] modestia, compostura, humildad, presencia de Dios y recogimiento interior! ¡Oh, cómo es milagro traer las manos entre el carbón y no tiznarse, ser una figura de cera y por muchas piernas que a la lumbre haga no derretirse! ¡Oh, cómo es menester ser sol para, entrando en el agua, no mojarse! "¿Quién es éste, para que lo alabemos? Hecho ha maravillas en su vida" 8. Supuesto esto, pluviera a Dios estuviéramos enparedados. Dichosa suerte fuera gozar el bien continuo que promete Dios al alma que se está siempre con él en la soledad, aunque el sustento fuera el de Elías orilla del río Cherib 9, el de san Antonio y el de los sanctos ermitaños que, huyendo la compañía de los hombres, escogieron comer yerbas amargas entre las bestias y fieras. ¿Qué otra pudo ser la causa de hurtar el cuerpo nuestros sanctos y primeros fundadores a las cosas de la corte y a la sancta lección de las cátredas en las universidades y meterse en las montañas entre las nieves 10, sino armarse v y vestirse de ella, pues la da Dios como copos de lana para que pudiesen mejor vencer el acometimiento de tanto fuego como había en el mundo? Seas tú, Dios mío, bendito, que tan dichosa suerte les cupo y diste a los que no ven, oyen y escuchan hombres, que a estos tales no les faltarán hablas del cielo y compañía de ángeles.

  Digamos de nuestra suerte y obligación del salir fuera de casa, a quien le es fuerza tener mill azares que cada día de nuevo se descubren. ¿Nunca jamás vistes que bien se compara este mundo a la mar, donde cada día se descubren muchos escollos, peñascos y tropiezos, nuevas borrascas y tormentas con que, si el navío no va a lo fondo, sale bien mal pertrechado? Ella es mar donde cada día se agota la sabiduría y sciencia del más antiguo y cursado marinero y la experiencia del más experto patrón, donde pierde pie y no sabe zurcir y coser la aguja de marear para que de tantos golpes de mar no salga roto el navío, donde el libro y carta de marear no tiene tantos capítulos y cláusulas que le


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enseñen y descubran los males que cada día le sobrevienen. Pues ¿quién podrá decir de los daños y males que sin pensar se ofrecen por esas calles y plazas? ¡Qué de ellos han salido de sus casas quietos y seguros, y los han traído atravesados en unas andas! ¡Cuántos con propósito de oír missa y sermón, y en la calle, en la ocasión aviesa, se soltó el toro [116v] y le estropeó barajándole sus sanctos y buenos pensamientos para que en mucho tiempo no acertase a hacer mano ni basa bien hecha en orden a su aprovechamiento spiritual! ¡Qué de religiosos son los que habrán salido de su casa llenos de sanctos y buenos pensamientos y firmes propósitos y después, en la calle y lugares públicos, se les ha w vuelto el viento de suerte que el corazón que miraba al norte como aguja de relox bien regida se vuelve al setentrión x, de donde salen y vienen los malos aires que todo lo abrasen, o al levante de la inquietud y perturbación de sus sentidos y potencias!

  Concluyamos con esto: nunca jamás vi vender en la calle ni en la plaza fructa celestial, buen trato o presencia de Dios, sino quien os quite la capa 11 y os despoje de lo que en otro tiempo con harto afán granjeastes y quien os salpique y ponga del lodo la vestidura limpia de vuestra inocencia, que en la celda, como en arca, la guardábades del polvo y paja de la soberbia y y vanidad que por esas calles vuela. ¿Por qué ha de ser lícito que el discreto cazador tenga encerrado y atado con pigüelas y capirote al azor y gavilán, con que a su tiempo ha de hacer su suerte, sin dejarlo volar ni sacar de casa, y no lo ha de ser que el hombre más desperdiciado de todas las criaturas no esté siempre encerrado, guardado con grillos y cadenas, para que no corra tras lo que es locura y vanidad, sino que guarde su fortaleza para sólo Dios, a z quien por haberse alejado por sus culpas ha menester dar grande y apresurado vuelo?

  ¡Oh, qué loco es el religioso que, sin grandíssimo fundamento y bien conocido, gusta y quiere salir de su retrete! ¿Qué dijéramos si viéremos a un grandíssimo filósopho o a un catredático de prima de Salamanca o Alcalá que a vuelta de muchos niños andaba cogiendo por los corrales mariposillas y por las calles milanillos de los que se lleva el aire? Es claro que la primer cosa que diríamos seríe preguntar cuántos días ha que este hombre perdió el juicio y está loco. ¡Loco y desatinado religioso que, philosophando en la celda cosas altíssimas del cielo en orden a tu alma y leyendo lecciones -que no digo yo las lees a los hombres, sino que tus amigos los ángeles las scuchan y oyen con atención- gustas de salir por los corrales y calles del mundo a buscar entretenimientos con los que no quieren acabar de ser niños y se dejan llevar de todos vientos, buscando cosas de tan poco ser como el milanillo y la mariposilla, que, en apretándolos en las manos, no son nada, sólo la suciedad que dejan pegada!

 


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¿Qué hay en el mundo que, por estima que tenga, no sea nada para el que sólo busca a Dios? Y si dejase ese camino por ir por los senderos de la tierra, mill veces lo llamaría loco e insensato, hombre a quien el mundo, con su hermosura y vista, ha ahogado para que desdiga de la virtud y quede sin color de virtud, quedando pálido y amarillo, significación de muerte, que es lo que por ese mundo corre por haberla el hombre soltado con obras y palabras. [117r] Dime, religioso que te vestiste de esa mortaja, te ligaste con los votos y te moriste al mundo, ¿quién vido andar muertos por las calles que no se atemorice y asombre? El profeta Samuel ¿no se quejó de la otra pitonisa porque le habíe traído de la otra vida do descansaba a que pareciese en ésta? Y dijo: Quare inquietasti me? 12 Que se inquieta un muerto a de parecer entre los vivos estando en perpetua seguridad, pues del lado que el árbor cai de ése se queda. ¡Y que no te inquietes tú, estando ligado, atado y muerto al mundo, de entrarte entre los vivos con peligro de perder tu quietud y seguridad y quedar muerto en el alma! ¡Oh prelados, los que regís! -hablo con los de nuestra sagrada Religión-, si en algún tiempo toparen algún religioso amigo de calle, enpócenlo, que mejor es que muerab y se ahogue el cuerpo que no que se abrase y queme el alma.

  Acuérdense las razones que dio el rico avariento para que Abrahán enviase a Lázaro, o a algunos de los que estaban en su seno y celda, y de la manera que defendió la causa de los que allí estaban el sancto patriarca, diciendo que acá había quien pudiera hacer ese officio 13. Tomen este consejo nuestros hermanos prelados y, si le pidieren algún religioso para que haga alguno de los officios arriba dichos que el religioso hace fuera de casa, mírelo primero muy bien, péselo y considere si hay por allá quien haga aquel officio; si es tiempo y hora que será mejor acuda el cura a hacer la confesión que mi fraile ha de hacer; si piden sermón y hay otros que tiene Dios depositados [sic] para ese ministerio; si es salir a consolar y es persona que tiene virtud para decirle se consuele con Dios o si hay otros que con más commodidad lo pueden hacer. No inquiete sus muertos, déjelos recogidos en su seno y retretec.

  Lo que dicen hacer visitas para cumplir, bien es sea una vez en el año o cuando el prelado viene de nuevo a su convento, que el mundo tiene puesto eso en caso de honra y con eso se dan por obligados para acudir a su religión y convento. Pero, en todo lo demás, bórrese de nuestra sagrada Religión este nombre de visita. Visítelos Dios, que él tendrá buen cuidado de disculparnos, que no quiere Dios hagamos un poquito de bien exterior -que sólo obliga a él la crianza y policía de los honrados y comedidos- con daño y detrimento de nuestro hábito y profesión. Estén ciertos nuestros prelados no les vendrá por ahí daño ni menoscabo de sus limosnas y menesteres. Antes serán más cumplidas


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porque, viendo que no visitan, todos dicen: "Llévenles a aquellos de quien no se acuerda nadie"; y siempre les pone Dios en el corazón nuestras necesidades. Y es llano hacerse Dios nuestro demandador, solicitador y mayordomo, a quien nadie se atreverá a dar con la puerta en los ojos ni entrará en nuestra casa vacío.

  Esto presupuesto, en nuestra sagrada Religión -pienso que con acuerdo del cielo- dende nuestro primer principio tenemos un acta y constitución que ningún religioso [117v] pueda pedir licencia para salir fuera de casa y que, si algún negocio grave se le ofreciere propio de padres o parientes, lo communique con su prelado y se negocie por el procurador del convento, y el religioso se esté en casa. Que no es bien todos nos volvamos procuradores inpertinentes, que así se pueden llamar d los que, habiendo entrado en la religión desembarazados de todo lo del mundo, después se quieran ocupar con officios y procuradurías ajenas. Lo que es negocios propios, nadie en particular los debe tener; y así es bien lo que se ofreciere al siervo de Dios lo haga otra persona y él se quede en la procuraduría del alma.

  Por vía de enfermedad o por alguna indispusición, también es lícito poder el prelado enviar un enfermo al campo o alguna güerta o casa de recreación, como queda dicho en el capítulo de las recreaciones.

  Tarde o nunca es lícito que un religioso vaya a casa de sus padres estando el convento en el pueblo, que fácil les es verlo en el convento sin sacarlo a que le inquieten y perturben las aficiones antiguas y que las entrañas y amor de la madre le llore los pies descalzos, rigor y aspereza de su religión. Yo di un día licencia a un religioso para que hablase a su padre, y lo que le dijo fue: "Yo, hijo mío, estuviera muy contento si vos, ya que hecistes mudanza de vida, tomárades un hábito ancho, honrado, cumplido y de buen paño (que a eso llamó honrado al uso del mundo); pero ¿qué queréis que yo diga viéndoos en un hábito encostalado y que me dicen coméis yerbas como borricos? ¿Es buen consuelo éste para vuestro pobre padre y madre?". Estas y otras cosas dijo al e novicio, que era hasta echarle su maldición. ¿Sabido el fundamento que tenía? Dice era verle en religión estrecha. Es cierto que la carne y sangre ha de hablar como carne y sangre, que lo es el padre y la madre. Y así es mejor que hablen dende afuera ellos y los amigos y parientes. Confieso que nadie me hizo mayor guerra y que muchas veces he tenido necesidad de f disimular aspereza que en la Orden se guarda y como fingir regalos para que me dejasen.

 

 

3.  Disposición antes de salir

 

  Supuesto esto, sólo quedan para salir fuera algunas ocasiones que nosotros no sabemos. Sean las que Dios quisiere y las que los prelados dieren por suficientes para dispensar con nuestra clausura. Para éstas


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hemos menester armar a nuestro religioso, decir cómo ha de salir fuera y tratar con los seglares.

  Para el salir, le ruego por las entrañas de Jesucristo que, antes que tome la capa, en la celda de rodillas ante su cruz, o con la capa delante del Sanctíssimo Sacramento g (aunque sea por breve rato y con pocas palabras y muchos afectos) le ofrezca y pida h a aquel grande y poderoso Señor, que todo lo rige y gobierna con alta sabiduría, rija y gobierne su corazón, lengua y palabras en aquel viaje y rato que ha de faltar de casa. Dígale cómo es un navío lleno de mill jarcias y cargado de mill bienes en medio de un mar y que él no conoce otro patrón ni marinero que lo gobierne y torne a puerto seguro. Ruéguele, pues le es buen y fiel amigo en el retrete y celda, le acompañe fuera de ella, que officio es que con [118r] gusto lo hacen los amigos, particularmente cuando hay algún temor o miedo en el viaje. Avise a su lengua y ojos de lo que han de hacer.

  No hay hombre que quiera salir por la calle a caballo que no le eche el freno y otros jaeces con que se enseñoree de él i, que con ésos va advertido no ha de hacer cosa a su albedrío, sino al querer del que va encima. Así, es bien que sepa el cuerpo ha de ir sujeto, él y sus sentidos, a lo que la razón j les mandare y que no se han de desperdiciar los sentimientos por donde se les antojare, sino que la lengua ha de llevar freno, los ojos capirote y todo ha de andar muy a lo justo.

  Y con todo eso, quiera Dios vuelva y torne nuestro soldado de Cristo con el seguro que sacó de casa, que bien daríamos las ganancias por las pérdidas. Pero, en fin, si no sale por su gusto, sino por los méritos de la obediencia, bien se deja entender tomará Dios a su cuenta las ocasiones para librarle de ellas y las quiebras para soldarlas. No hay sino buen ánimo, y Dios en nuestra ayuda.

 

 




a  sobre lín., en lín. sea tach.



b sigue no fuera necesario que tach.



c sobre lín.



d corr. de ni



e sigue es tach.



f  sigue fuera tach.



g sigue que tach.



h sigue lo trai tach.



1 Alusión a Ap 7,14; 22,14.



i sigue y tach.



2 Cf. Jue 15,4-5.



j sigue fríos tach.



k sigue mundo tach.



l  al marg. vide



m sigue grande (mira este lugar) tach.



n Vae-habet al marg. de 2m.



3 Ap 12,12.



o sigue diera tach.



p quoadusque-eorum de 2m.



4 Ap 7,3.



q sigue demonio tach.



r sigue y tach.



s sobre lín.



5 Cf. Gén 19.



6 Sal 105,23.



t  sigue del religioso tach.



u corr. de del



7 Cf. Ap 18,1-8.



8 Eclo 31,9.



9 Cf. 1 Re 17,2-6: Elías sustentado, en el torrente de Kerit, con el pan y la carne que le llevaban los cuervos.



10  Alusión a san Juan de Mata, profesor en París, y a san Félix de Valois, descendiente -según cierta tradición- ­de familia real, que, antes de fundar la Orden Trinitaria, se retiraron al lugar solitario de Cerfroid (imaginado por el autor como montañoso, frío e incluso nevado).



v  sigue de tach.



w  corr. de averse



x sigue y puniente tach.



11 Reminiscencia de Cant 5,7.



y corr.



z corr. de de



12 Cf. 1 Sam 28,7-15.



a  sigue pare tach.



b sigue el tach.



13  Cf. Lc 16,24-31.



c sigue es tach.



d  sigue o tach.



e sigue pobre tach.



f sigue fingir o tach.



g  sigue le tach.



h y pida sobre lín.



i sigue y tach.



j sigue ol tach.






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