Índice: General - Obra | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText
San Juan Bautista de la Concepción
Obras III - S. Juan B. de la C.

IntraText CT - Texto
Anterior - Siguiente

Pulse aquí para activar los vínculos a las concordancias

- 599 -


CAPITULO [32] EN [QUE] SE PRO SIGUE LA PROPIA MATERIA ACERCA DE CÓMO SE HA DE HABER UN RELIGIOSO CUANDO SALE FUERA DE CASA

 

  En el punto que el prelado manda a un religioso vaya fuera, tome su capa y el compañero que le dieren. Jamás ponga los ojos, muestre mal rostro o scoja otro a, sino con aquel que le señalaren vaya muy contento. En la portería hemos de tener scritos unos versos y oraciones -que en el officio de portero quedan scritos o se han de scribir- para la entrada y salida del convento. Léalos con devoción y atención y luego vayan a su viaje.

  Por la calle nunca es lícito ir hablando. Puede cada uno llevar su presencia de Dios o ir rezando su rosario, pero esto no sea de suerte ni tan vocalmente que lo oiga el compañero o lo echen de ver los que


- 600 -


pasan por la calle; que me ha sucedido a mí llevar compañero que sus oraciones vocales me perturbaban y aun amohinaban. Las capillas siempre las han de llevar puestas por mucho calor que haga.

  Si toparen algún seglar y en la calle quisiere tratar algún negocio, no le den lugar. Salido de responderle cuatro palabras, libre lo demás para el convento, que no es lícito a un religioso estar parado en la calle ni ir negociando y parlando. Procuren despedirse con brevedad de ellos. Si con inportunidad los quisiese acompañar, denle el lugar mejor, llevándolo en medio si es sacerdote y, si secular, a la mano derecha. Eternamente no se paren en la calle con ningún género de mujeres, sea madre o quien quisiere. Si algo les preguntaren, sus ojos bajos sin mirar a la persona, digan sí o no. Si les preguntaren: [118v] -¿De qué religión son, padres?, sin detenerse, andando, digan: -Descalzos de la Sanctíssima Trinidad. Porque si se paran y les responden, tendrán mill preguntas con que les obligue a detenerse y a que sea nota de los que los vieren y no supieren qué hablan. Y yo no tengo por mala crianza que un religioso [no] haga más cumplimiento con la persona que no ve ni conozca. Y de todo se ahorra yendo de paso sus ojos bajos. En esto de ir apriesa o a espacio, no creo podré dar regla general; respondamos que eso sea como el lugar donde estuviere y el officio que hiciere el tal religioso que va fuera. Yo tomaría un medio: ni iría tan a espacio que pareciese paseo o gravedad ni tan apriesa que pareciese posta, sino que anduviese unos pasos moderados, compasados, no muy largos, sino algo detenidos.

  Si la salida fuese al campo por vía de recreación, bien podrían quitarse las capillas y parlar cosas sanctas, detener o alargar algo más el paso o pararse algún rato, que cuando los vean ya saben salen a gozar de aquel campo.

  Nosotros tenemos constitución de que los religiosos no entren en más casas de aquellas que por la obediencia llevaren señaladas, aunque los llamen a confesar o decir evangelios, salvo en algún caso fortuito, que entonces, volviendo a casa, son obligados a dar cuenta de ello a la obediencia. Llegando, pues, a la casa donde van, si es casa ordinaria llamen a la puerta y no se entren sin que primero los salgan a responder y los suban o entren dentro. En las casas principales, como en la corte o aquí en Sevilla, que no tienen porteros ni quien responda, entren hasta topar paje a quien dar el recado. Si fueren prelados de la Iglesia, condes o duques, que sea necesario aguardar en la antesala, no se paseen ni se sienten en las sillas que tienen de respecto, porque en estos lugares suele haber mucha gente principal aguardando y no haber asiento para todos, y no ser buena crianza que esté el religioso descalzo ensillado y el otro caballero en pie. En esta ocasión, arrímense a un rincón en pie y, si se cansaren, siéntense en el suelo, que no importa ni es contra la perfección y honra de su hábito.

  Cuando les den entrada, el religioso que va por principal a hacer la visita o dar el recado, tome el lugar que le dieren; el compañero tome algún lugar y asiento humilde, salvo si le importunaren, que entonces


- 601 -


tomará la silla o lugar que le dieren. Si fuere por compañero del ministro o prelado superior, no se siente [119r] hasta que se lo mande. El religioso principal, en sentándose, aguarde para cubrirse según la crianza y comedimiento que le hiciere el señor de casa y según el officio y calidad que tuviere. Que bien se deja entender no han de ser todos iguales ni la crianza de una manera, pues puede ser visita de cardenal, obispo, conde o duque. Puesta, pues, su capilla, los ojos bajos, y no tan bajos que sea estremo de suerte que esté mirándose a los pies, sino cosa de dos varas en largo; y de en cuando en cuando, pocas veces y con modestia, mire a la persona con quien habla, salvo si fuere mujer, que entonces no importa se salga sinb verla, aunque, por vía de crianza y cumplimiento, podrá una o dos veces mirar con quien habla o trata su negocio.

  En este tiempo, el compañero estése rezando su rosario de suerte que nadie le oiga. No le será lícito sacar en aquella ocasión libro o breviario, ni andar por el aposento destelarañandoc y mirando lo que en él hay. Procure no poner la silla d o banco en que se asentare a las spaldas o detrás de los otros; basta que esté algo desviado.

  Hecha esta visita, despídanse sin los cumplimientos que acostumbra el mundo de besamanos. Ofrézcanles el encomendarlos a Dios. Díganles que nuestro Señor les dé e su gracia y la salud para servirle que desean.

  De la conversación que han de tener no trato, que bien se deja entender que no ha de ser de murmuración mala o de vidas ajenas. Seglares son con los que tratamos que de ordinario se les van las lenguas a eso. Si alguna vez se deslizare la persona con quien estuvieren y diere en tratar de otros alguna cosa no buena, procure atajarla con sanctas y buenas palabras torciendo la conversación, pues le será fácil. Si fuere persona a quien se sufriere decirle que deje aquello, que no es conversación para aquel tiempo, podrá decirlo f.

  En nuestra sagrada Religión se acostumbra que en las visitas o negocios que fueren a hacer los religiosos fuera de casa no se aparte el uno del otro de suerte que se pierdan de vista. Esta constitución no hallo sea posible su cumplimiento con todo género de personas, porque veo que en la corte, en muchas partes, señores y gente muy grave que no saben tanto cosas de religión no dan más de una silla, dejando fuera al compañero, que ésa es más visita de seglares que de religiosos.

  En Roma supe de nuestro muy sancto padre Clemente otavo que, [119v] entrándole un religioso a hablar solo, le dijo el papa: -Y el compañero, ¿dó queda? Respondió el religioso: -Señor, allá fuera. ­-Pues volved por él. Y no quiso darle audiencia hasta que estuvo delante. Y esto, y otros disparates que sucedían por andar frailes solos por Roma, le hizo echar un bando y hacer una ley g en que mandaba a las justicias prendiesen a cualquier fraile, de cualquier condición que fuese, topándole


- 602 -


solo 1. Tuve esta ley por muy sancta y justa, y muy contra justicia y razón que, habiendo puesto Dios a los religiosos en communidad y habiéndolos juntado y enviado de dos en dos a hacer los negocios de Su Majestad 2, quieran h prelados sin consideración deshermanarlos y enviarlos solos por esos caminos, y aun por los pueblos. Y quiera el otro señor y señora hacer caso de estado y de gravedad lo que es contra la religión, que es que entre el un religioso a su visita y el otro se quede a la puerta, como si fuera mozo. Es verdad que con el uno solo se ha de negociar, pero ¿qué negocios puede haber que, cuando los oiga el compañero, importe o los vea puniendo su silla algo apartada? Ahora no hay que reñir con seglares. Sólo digo que jamás el un compañero se deje al otro fuera -si no fuere alguna ocasión que en ella se manifieste la necesidad que hay de estar así apartados-, particularmente si la visita es de gente ordinaria.

  Por graves negocios que lleven, no aguarden a venir tarde o noche, de suerte que no se conozcan las personas que van por la calle, que es cuando en el convento está ya cerrada la puerta de afuera, ni el verano a medio día después de las once. Es bien que se despachen o salgan fuera a tiempo que puedan i volver a tiempo que no inquieten o perturben el convento. La hora en que los prelados han de enviar fuera sus religiosos ha de ser por la mañana, después de prima, y el religioso que hubiere de ir, si es sacerdote, haya dicho primero missa. Jamás salí fuera antes de decir missa que tornase con gana de decirla por la grande inquietud y perturbación que traía, ya viniendo cansado, ya trayendo el alma llena de las species y cosas que en la calle pasan. De manera que, saliendo por la mañana después de prima, la vuelta a lo más tarde sea hasta las once; y a la tarde salgan dichas vísperas en el coro, hasta [120r] las cinco el invierno y el verano algo más tarde. Y esto ha de ser según los negocios lo piden y en casos necesarios a la Religión, que no se pueda hacer otra cosa. Que en negocios que se ofrecen y ocasiones ordinarias, vaya el religioso a hacerlas con cuidado y vuélvase luego sin aguardar a tal o tal hora, que yo no hablo con ellos, sino con quien el negocio le necesitó consumiese en él toda la mañana o toda la tarde. Bueno fuera que si j la visita o mandado no pedía sino una hora, que, porque después le sobró mucho día, dijera que lo fueran a gastar a otra parte o al campo. Eso no es lícito en ninguna religión, sino que, hecho el mandado de Dios y de la obediencia, se vuelvan con cuidado a su convento.

  En entrando en casa, se tornarán a hincar de rodillas en la parte que para eso está allí señalada y dirán los versos y oraciones que allí están scritos y luego irán juntos a tomar la bendición de su prelado.


- 603 -


La cual se toma estando entramos de rodillas y besándole el scapulario. Y luego se irán delante del Sanctíssimo Sacramento un ratico y, si vinieren cansados, a su celda, donde doblarán su capa y hincarán de rodillas delante de su sancta cruz y darán cuenta a Dios de lo que por la calle han hecho, y le pedirán perdón de la falta de recogimiento y de otros defectos, que por ser flacos no pueden huir de ellos.

  Den gracias a Dios -ya que no tengan lugar o puedan con palabras, sea con afectos- de que los llevó Su Majestad sanos y los torna libres a puerto seguro. Y como, si Su Majestad no anduviera de por medio, no faltara una ballena como a otro Jonás 3 y otro pez como a otro Tobías 4 que de la mar de este mundo k saliera y nos l tragara, ofrézcale en recompensa lo que Jonás y Tobías el viejo: obediencia ofreció el uno 5 y el otro 6 su hacienda y persona m. Tanto y más obligado estás, mi hermano, a Dios porque te libró -como dice san Agustín 7- de las caídas que pudieras dar, que de las que diste y te levantó. Y así es bien que este soberano beneficio se traiga delante de los ojos para lo agradecer con una puntualíssima obediencia y entriego de nuevo de nuestras personas a hacer en todo y por todo la voluntad de la obediencia.

 

 

[120v]     Jhs. M.ª

 

 




a  sobre lín., en lín. compañero tach.



b  sigue s tach.



c sigue el apo tach.



d sigue y tach.



e corr. de den



f sigue acabada esta visita, vuélvense a su casa tach.



g sigue que p tach.



1 Era un decreto emanado primero para Roma (1592) y extendido luego a toda la Iglesia con la const. Nullus omnino, del 25-6-1599 (Bullarium Romanum, Augustae Taurinorum, X, 662-673). Cf. BEGGIAO, D., La visita pastorale di Clemente VIII (1592-1600), Roma 1978, 90-92.



2 Cf. Lc 10,1.



h  sigue aca tach.



i corr. de buedan



j corr.



3 Cf. Jon 2.



4 Cf. Tob 6,2-4.



k  sigue no tach.



l sobre lín., sigue lo tach.



5 Cf. Jon 2,10.



6 Cf. Tob 13-14.



m ms. personas



7 Cf. Enarrat. in Psalmos, 120,13 (ML 37,1616-1617).






Anterior - Siguiente

Índice: General - Obra | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText

IntraText® (V89) Copyright 1996-2007 EuloTech SRL