Índice: General - Obra | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText
San Juan Bautista de la Concepción
Obras III - S. Juan B. de la C.

IntraText CT - Texto
Anterior - Siguiente

Pulse aquí para activar los vínculos a las concordancias

- 647 -


CAPITULO [41] DE LOS HERMANOS ORDENANTES

 

  Con cuantas diferencias de animales mandaba Dios que le ofreciesen, nunca jamás puso los ojos en el asno para que se lo entrasen o metiesen en el templo, antes, pidiendo todos los primogénitos de los animales domésticos y caseros, mandó que el primogénito del asno lo redimiesen a y trocasen por una oveja 1, dándonos en esto a entender que en aquel lugar no quiere Dios jumentos ni hombres ignorantes. De donde, habiéndoles de dar Cristo a sus discípulos, como dice por san Matheo, aquellos tres tan celebrados nombres, que era llamarlos sal, luz y ciudad sobre monte alto 2, el primer lugar dio a la sal, por quien significaba la sabiduría, dando en esto a entender que no puede ser luz ni ciudad quien primero no tiene la sabiduría y sciencia necesaria para su officio; y si fuere luz y ciudad y no tuviere esta sal y sabiduría, será de las luces, lumbreras y ventanas que salen a los camaranchones y desvanes de los tejados, que no sirven sino que por ellas entren ladrones en casa, y será de las ciudades despobladas o de aquellas que sólo tienen el nombre, porque quien a lo uno y a lo otro da el ser es esta sciencia y sabiduría. [146v] Según esto, no será razón que al que careciere de esta suficiencia lo queramos hacer luz y ojos de los otros; que, siendo


- 648 -


ignorante, tendráb la luz y ojos del topo y, en lugar de guiar y encaminar a otros, todos toparán en él para quebrarse los ojos.

  Es muy cierto que, con la codicia de ordenarse y alcanzar este summo bien, se animan los que no saben para haber de estudiar; y si una vez se ven ordenados, entibian y aflojan y no toman un libro en las manos. Y así, no obstante que por la necesidad en nuestra sagrada Religión se han ordenado algunos no con tanta sciencia como debían tener, de hoy en adelante no se consentirá ordenar ninguno que primero no tenga aprobación y examen de su prelado superior, que será acerca del leer bien y de gramática y de todas las cosas que pertenecen al orden que ha de recebir.

  Y porque sciencia sin virtud es vana -como dice el Eclesias [sic]: Vani sunt omnes homines [in] quibus non subest scientia Dei 3, que ésta es la virtud y sanctidad que nos descubre y enseña a Dios- tendrán nuestros hermanos ordenantes otro examen y aprobación de su virtud, y ésta se hará en el convento donde estuviere el ordenando en esta forma: que, en viniendo las reverendas de nuestro hermano provincial, se propongan en el capítulo del dicho convento y diga [el prelado]: "Nuestro hermano provincial ha enviado reverendas para que el hermano fulano se ordene. Siempre vienen con condición que su virtud y sanctidad lo merezca. Si alguno de sus charidades supiere alguna falta de humildad u de otra alguna virtud de las que más resplandecen en esta sagrada Religión, acuda a mí en secreto a la celda y avíseme, porque no será promovido al tal orden hasta que conste de su enmienda y cumplida virtud". Y si hubiere alguna cosa por donde al prelado le pareciere detenerle las órdenes, lo haga y avise al hermano provincial y, si no, le dé sus reverendas y patente para que la cumpla.

  Las reverendas han de ser siempre de nuestro hermano provincial y jamás se remitan a los prelados inferiores, salvo a los vicarios provinciales, que, tiniendo jurisdicción en lo demás, lo tendrán también en esto. Demás de las reverendas del hermano provincial, lleven patente del día que salen y señaladas las leguas para la ida y la venida de lo que han de andar cada día. Y pues se presupone que han de tener virtud y letras para las órdenes, no se consienta anden los religiosos vagueando por los obispados buscando dónde hay menos riguroso examen, sino que, habiendo órdenes en el obispado do está el convento del ordenante, [147r] vaya a él; y no vaya a otro si no fuere con expresa licencia de nuestro hermano provincial. Si fuere un ordenante solo, traiga del secretario del obispo testimonio de las órdenes que ha recebido para satisfacción de su ministro. Y todo lo dicho se haga con mucho cuidado, particularmente para el que se hubiere de ordenar de missa. Y pues ya no habrá de aquí adelante tan strema necesidad de sacerdotes, es bien que ninguno cante missa sin primero tener la bendición


- 649 -


del prelado superior, a quien se le avisará cómo ya sabe muy bien las ceremonias y que es tiempo se le dé la dicha licencia.

  La primera missa la dirá siempre por la Religión y por los bienhechores, padres y parientes, sin que sec cuente la limosna de aquella missa. La segunda la dirá por sus padres y difuntos. Y para siempre se guarde esto, que es bien, pues lo engendraron, gocen del primer fructo que llevó el árbor que según la carne plantaron en este mundo.

  El padrino que hubiere de tener tendrá mucho cuidado de advertirle todas las cosas muy en particular que hubiere de hacer, porque los tales es muy ordinario el turbarse. Y después de haber cantado missa, no la diga solo algunos días, sino ayúdele algún sacerdote, según el tiempo que cada uno hubiere menester. En lo que toca al saber las ceremonias de esotras órdenes, en nuestra sagrada Religión no se acostumbran a decir missas cantadas con ministros sino dos o tres días en el año. Cuando alguno destos días se hubiere de vestir algún ordenante para evangelio o missa, procure con cuidado mirar y preguntar las ceremonias que están y pertenecen a su officio hacer d.

 

 

[147v]     Jhs. M.ª

 

 




a  sigue con tach.



1 Cf. Ex 13,13.



2 Cf. Mt 5,13-14.



b  sigue los tach.



3 Sab 13,1.



c  sigue le tach.



d sigue espacio de 13 lín. en blanco.






Anterior - Siguiente

Índice: General - Obra | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText

IntraText® (V89) Copyright 1996-2007 EuloTech SRL