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San Juan Bautista de la Concepción
Obras III - S. Juan B. de la C.

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CAPITULO [44] EN QUE SE PRO SIGUE LO MISMO Y SE PONE CONCLUSIÓN DE CUÁLES SON LAS VERDADERAS VOCACIONES

 

  Podríanme preguntar ahora y decir: Hermano, su charidad ha pretendido, por negaciones, descubrirnos las vocaciones y llamamientos de los que piden el hábito. Ponga ahora la conclusión de la verdadera y cierta vocación para que, sin reparar en más, habiéndola conocido, recibamos y admitamos por hijo de la Religión al que Dios así trujere con su cierto y verdadero llamamiento.

 

 

1.  La vocación verdadera

 

  Tengo por imposible poder yo con palabras descubrir la verdadera y cierta vocación del que Dios quiere para sí y con veras le hace fuerza a que salga del siglo. Y así digo que el que es verdaderamente llamado de Dios, lo muestra y da a entender con obras [y] palabras, y nada hay en su persona que no lo descubra. Porque la vocación verdadera no es otra cosa sino un don y gracia que Dios puso en aquella tal alma para que busque a Dios a, nada puniéndosele delante por arduo y dificultoso que sea. Este don y gracia son unas ansias y deseos de dejar el mundo y unirse con Dios, un estar tocado el corazón como una aguja de relox que no sosiega, quieta ni para hasta venir [155r] a Dios. Así lo dijo san Agustín 1: Cor nostrum inquietum est, donec veniamus ad te.

  Vocación verdadera no es otra cosa sino haber Dios asido y trabado el corazón del hombre para sacarlo de sí y ponerlo en Dios. Es un ser hombre con deseo de imitar a los ángeles. No es otra cosa sino una luz verdadera de la vida pasada con conocimiento de la venidera, un abrir Dios los ojos para conocer los peligros presentes con ardiente deseo de que Dios lo libre de ellos. Es un deseo de Dios y aborrecimiento del peccado, etc.

  Pues consideradme un hombre a quien Dios hizo esta merced, ¿cómo será posible que lo calle, lo encubra o disimule? ¿No lo dijo el Spíritu Sancto 2: quién encenderá fuego y lo pondrá en el seno de suerte que las vestiduras no ardan? ¿Cómo es posible tapar una mujer un preñado verdadero de una criatura y niño pequeño? ¡Menos se tapará el preñado de Dios, poderoso y grande! Es imposible encerrar la mar en una pequeñab conchilla y que no se derrame. De esa manera, no será posible que esta tal alma no vierta y derrame Dios por todos sus sentidos y lo descubra y muestre por sus potencias. Un alma enpapada en Dios


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es una sponja llena de licuor que está goteando y, en apretándola un poquito, se estrecha ella y da lo que tiene. Un alma tocada de Dios es una perpetua gotera en el bien obrar y, en apretándola Dios un poco, se estrecha, apoca y aniquila dando cuanto tiene.

  Hay millares de señales de los temporales y no hay pastor ni labrador que no sepa cuándo quiere llover o hacer sereno. Ya se conocen estas mudanzas de tiempos en el cielo, en la tierra, en las aves del aire y animales del campo. De esa suerte hallaremos, si tenemos tantica de atención, otras y más señales de las mudanzas que quieren hacer las almas que Dios toca, ya en el spíritu como en otro cielo, ya en el cuerpo como en tierra, ya lo muestran en sus potencias, ya lo descubren en sus sentidos. Y así no hay que decir ni poner por ciertas señales los dolorosos suspiros, sus devotas palabras, sus ojos rendidos y toda su persona convertida. Y si no, díganme, ¿qué dificultad tiene conocer un hombre soberbio, deshonesto o presumptuoso? Ninguna. Pues ¿por qué tengo de tener dificultad en conocer un alma humilde, devota, rendida, que tiene deseo de Dios? Si no es que la falta del spíritu en mí no sepa ni conozca la sobra del spíritu en el que busca a Dios. Y más, que Dios, que a uno lo llama para sí, al prelado lo muestra para que lo reciba y lo coja. Y el spíritu que a uno mueve, a otro lo enseña. Dios que llama a Pablo, habla a Ananías para que lo vaya a buscar y lo entre en su casa. Y al que a Pablo lo rindió, a su discípulo [155v] le quitó las dificultades que se le ofrecieron para que lo admitiese en su compañía y le dio señas cómo y dónde estaba para que lo conociese 3. Y así me parece que no tiene esto dificultad.

 

 

2.  Casos algo difíciles

 

  Donde podría haber alguna dificultadc es en unas vocaciones y llamamientos detenidos, estorbados o enpozados, que no se descubrieron del todo por haberlos Dios hecho en algunos hombres perplecxos, dudosos, indeterminados y enteros; unos hombres que, si Dios los tiene desportillados con tiros y golpes que les ha dado, no del todo convertidos. En marzo y abril fácil es conocer el árbor que está preso, pero no en el invierno o si es árbor tardío de los que echan y llevan su fructa por setiembre. Pues digo que hay unos hombres para quien parece siempre es invierno, que apenas conoceréis en sus palabras y obras si están transplantados en el jardín de Dios, si vienen y están presos y captivos de Dios, en quien os habéis de mostrar zahoríes, por no tener señales en lo de afuera, para conocer el jugo de adentro. Habréis menester ser pronóstico y adivino y dar juicio a montón, diciendo que sí será si Dios quiere. En estos tales haga las pruebas que mejor le pareciere, estórbele,


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deténgale, hasta que por una parte o por otra muestre lo que Dios quiere hacer con él. Y si alguna vez, por algún fundamento no muy fijo, se determinare a recebir a alguno de éstos, fíe mucho en el Señor que, aunque al parecer algo d seco, transplantado en esta tierra de bendición, lo hará Dios reverdecer y dar fructo colmado a su tiempo.

  Y también digo -y se repare mucho en esto- que si el que pide el hábito muestra buen natural, buena inclinación y deseos, aunque algo tibios, de servir a Dios, que no se debe desechar, que cierto es una centella abrasar un monte y la leña que no arde en invierno con facilidad e quemarse el verano. Esos poquitos y pequeños deseos acá dentro en la Religión reviven, crecen y se encienden de suerte que lo que al parecer era nada cuando uno estaba en el siglo, en la Religión creció y se hizo un monte de sanctos y buenos deseos. Los gusanillos de la seda, metidos en el seno, con el calor del hombre reviven y dan provecho. Y lo propio vienen a ser muchos que a la Religión vienen como muertos y que parecen gente sin provecho: que, puestos al calor de los demás, reviven y lo son de mucho, pues con los [156r] nuevos exemplos se hacen nuevos y briosos soldados de Jesucristo.

  Yo pienso que con estos pocos ringlones que hemos scrito podrá el prelado scoger los hábitos y sujetos que mejor le pareciere, según el hambre y necesidad que en la Religión tuvieren.

 

 

3.  La edad y ciencia requeridas

 

  En lo que toca a la edad y ciencia. De la edad dice nuestra sancta regla que tenga veite años, pero ya los hombres viven menos y se hacen hombres más presto que cuando la regla se hizo. De suerte que uno de la edad que dice y manda el concilio que tenga uno para haber de profesar 4, es edad muy suficiente para ser un hombre maduro y fuerte, conforme los trabajos de la Religión. Y así, en eso no hay que tratar ni que dar regla general, pues hay hombres de veite años que son niños de diez y otros de diez que son de veite.

  En lo que toca a la ciencia, nosotros tenemos acta y constitución que no los podamos recebir si no fueren suficientes gramáticos para oír otra facultad o, por lo menos, para ser buenos sacerdotes. Y esto inporta grandemente para su quietud, aprovechamiento y honra de la Religión y descargo de la conciencia del prelado. Y cuando se le haya de suplir algo a alguno, ha de tener por otra parte bienes naturales o sobrenaturales con que recompensarlo. Aunque yo daría por consejo que no se remiende el vestido con remiendo de otro color. Quiero decir que si el que viene a ser religioso ha menester saber bien gramática, que no se quiera eso suplir ni remendar con decir que es honrado o bien


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nacido. ¡Muy gentilmente dirá una missa con su honra si no sabe leer! Podríamos responder lo que Clemente octavo dijo, examinando a un clérigo para obispo. Hallólo falto en la suficiencia y letras necesarias para la tal dignidad y dijéronle los cardenales: -Sanctíssimo padre, es muy virtuoso. Entonces Su Sanctidad dijo: -Mirad, en España, cuando una desposada es fea, súplenlo con decir que es muy virtuosa; y el desposado no se satisface con eso, sino con que su mujer sea hermosa y bien agraciada.

  Ahora díganme: si fuesen f a una botica por un jarabe de borrajas y, por no tenerlo, el boticario lo diese de lengua de buey, llano es que el médico se enojaría. Así digo que, si es necesario que el que pide el hábito sea buen gramático, no queramos suplir esto con decir que tiene buen cuerpo o es bien nacido, que eso no satisface. [156v] Ni es bien en una comida dar por ante las aceitunas porque no hubo pasas y almendras. Cada cosa es buena para su tiempo y su lugar. Bueno es que uno sea bien nacido, pero eso es postre y es menester que por ante entren los méritos y suficiencia de la propia persona. Y si no la tuviere, que la vaya a buscar, que quien a poca costa pudo tener lo que habíe menester y por su flojedad y tibieza no lo ha procurado, es cierto que si lo que heredó de sus padres le hubiera de costar algún trabajo tampoco lo tuviera.

 

 

4.  La vocación en los donados

 

  En lo que toca al recibo de los hermanos donados, las vocaciones en los unos y en los otros son todas unas. Uno es el Señor en todos los que le buscan, pero no es toda una la suficiencia del corista y del donado, porque el uno es más para la vida contemplativa y el otro para la activa. Para lo uno es necesario que las potencias estén con gran perfección en el alma y, en el otro, las fuerzas en el cuerpo. Y si buscamos en el corista prudencia, discreción, entendimiento y letras, en el que ha de ser donado hemos de buscar sinceridad, simplicidad, llaneza e ignorancia, la que se opone a bachillerías y despuntamientos. Porque como estos hermanos vienen para trabajos corporales, para abrazarlos de buena gana es necesario grandíssimo rendimiento interior y éste se alcanza más presto cuando uno tiene menos discurso y ciencia prudencial.

  Y echarlo han de ver por el mejoro que se experimenta en los donados que han sido labradores, porque otros que hemos recebido que han sido pajes, pintores o tenido otros officios mecánicos en el siglo, pocos o ningunos han perseverado, quiriendo en la Religión hacer mudanzas de vida sujetas a su antojo y tentación. Y así digo que debe ser para este officio antepuesto el rústico labrador al discreto ciudadano, salvo si Dios llamase para este officio humilde con grande fuerza a


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alguna persona noble, en quien sería de tanta consideración y provecho para ella y para la Religión solo traer el hábito de donado tanto como el trabajo de otro. Y así he dicho que lo primero a que se ha de atender en el escoger sujetos ha de ser a lo interior y a lo que Dios obra en el alma, y luego a lo de fuera. Y en esto de fuera, lo primero se atienda a las fuerzas y suficiencia, según los trabajos del tal officio y estado del hermano donado, porque faltándole estas fuerzas ni son para trabajar ni para orar.

  [157r] Yo tengo scrito un tratado de los hermanos donados 5, y así en esto no seré largo. Sólo advertir a los prelados, por amor de nuestro Señor Jesucristo, miren a quién reciben para este ministerio, porque suelen venir muchos con causas y mociones torcidas y con fines no buenos. Y éstos es imposible dejar de ser en grande detrimento de la Religión, porque, si vienen por pobreza o necesidad, en remediándola acá dentro, como gente que ya apagó sus deseos y pensamientos y los enllenó con lo que pretendía, no hay quien los haga trabajar ni acudir al servicio de la Religión, porque no era eso lo que buscaban. Y como tampoco buscaban a Dios, no procuran, ya que no quieren trabajar, ocuparse en oración y recogimiento. Y tengo yo a éstos por unos hombres ociosos y baldíos en la Religión. Que fuera mayor servicio de nuestro Señor enviarlos al siglo a que ganaran con un azadón la comida, y no gastaran y comieran el pan de los g hijos 6. No es dificultoso el conocer a estos hermanos. Pues tienen muchos años de aprobación, apretarlos en cosas de trabajo; que, si su fin es bueno, no se cansarán y, si se cansaren, en el propio cansancio y fatiga mostrarán un derretimiento de sus entrañas, un descubrir sus deseos de hacer más por amor de Dios, y que si se cansa el cuerpo les queda muy propto el spíritu para más.

  Tanbién de parte del fin pueden venir estas vocaciones torcidas. Viendo que en el siglo por algunas desgracias han desdicho de lo que antes eran, quieren buscar la honra que por allá perdieron h en el hábito pobre de religioso, viendo que los tales, por respecto de la virtud que tienen o representan, son tenidos y honrados de los hombres. Y aunque es verdad que el principio de una vocación puede ser inperfecto, pero siempre se ha de atender al fin de ella y que últimamente pretenda buscar a Dios y dejar el mundo. Verdad es que los vapores que salen de la tierra no son agua, pero, subidos en lo alto y heridos del sol, se vuelven ñublados y lluvias copiosas. Muchas cosas en nosotros son inperfecciones y, si las ponemos en Dios, las trueca y tuerce de suerte que el que en el principio de su vocación se movió por alguna cosa de carne y sangre, puesto en Dios se vuelve spíritu y bienes celestiales. Y así a estos que vienen a pedir el hábito para donados, como gente más ignorante, los han de ayudar, enseñar y encaminar, y luego con


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facilidad muestran que fue ignorancia y poco saber el traer otro fin a la Religión que buscar a Dios principalmente. Y bien puede ser que ése sea su fin y pretensión, pero, como son hombres [157v] rústicos y train más presentes las cosas del cuerpo que las del alma, hablan primero de ésas y después, cuando están despacio en la Religión, vuelven cada cosa a su lugar y abrazan con mucho gusto las penitencias y incommodidades del cuerpo por acudir al alma, habiendo sido al revés en sus primeros llamamientos: que desearon primero acommodar al i cuerpo y luego de resultida mirar por el spíritu. Esto digo por dispertar prudencia en los prelados y que, si el hermano donado que viniere vieren que conviene por ser su natural bueno y fuerzas suficientes, que no porque su vocación no venga tan limada y perficionada lo han de despedir, sino que lo remitan a quien lo enseñe y dé luz de lo que pretende y debe hacer.

  Y por concluir con esto de los hermanos donados, pido por las entrañas de Jesucristo que, en viendo a un hermano j donado torcido y que ha dado en algún distraimiento, que no lo aguarden más, sino que lo envíen al siglo, que por no haber hecho esto en la Religión han sucedido algunos inconvenientes. Si algún corista se tuerce, con su coro, su oración y recogimiento es fácil el remedio, pero un hermano donado, si pierde la presencia de Dios y la oración, mal se podrá el enfermo por la calle curar si no se echa en la cama. Yo no hallo cura para los hermanos donados distraídos, porque la Religión los ha menester para que salgan y sirvan, y con ese poco recogimiento las medicinas que les aplicaren no les han de servir ni aprovechar. Y así es muy acertado que se vayan a ser buenos seglares y no sean ruines frailes. Particularmente, si se tientan por capillas diciendo que Dios los llama para la oración y recogimiento, es fina tentación en ellos y quieren la comida de balde y ahorrarse del trabajo que tienen en su propio officio.

  ¡Oh qué gran cosa fuera que estos hermanos tuvieran un segundo maestro de novicios que todas las horas del mundo les estuviera tomando cuenta de sus obras y pensamientos! Verdad es que hay algunos que afierran en la virtud de suerte que dan a entender train presente a Cristo por maestro y verdadero Señor, y que a éstos no hay sino dejarlos y decirles lo que al marinero cuando lleva viento favorable: ¡buen viaje! Pero aquel de quien no hubiere suficiente satisfación, echarle una calza y visitarlo cada noche y azotarlo cada día. Y si con facilidad no se le conociere enmienda, tollatur [158r] impius de medio justorum 7. Léase el tratado k que está scrito de los hermanos donados 8, y así no quiero aquí alargarme más.

 

 


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5.  Los que han salido de otras religiones

 

  Con esto solo concluyo este capítulo: así en los que vienen a pedir el hábito para coristas como para donados, que se mire no sean cataollas de todos los conventos y vengan despedidos de otros. Porque es cierto parece se cumple en ellos lo que dice Cristo: que "el que pusiese mano l al arado y volviere atrás, no es apto para el reino de los cielos" 9. Y así, pues dejó el trabajo y la religión primera donde Dios lo había llevado para que en ella trabajase como buey sufrido y paciente y volvió atrás, ciérresele la puerta de nuestros conventos y cielo por hombre no apto.

  Y digo de los que echaron o se salieron de otros conventos, que bien pudo ser la causa tan justificada que ni lo echasen ni se saliese, sacándolo sus padres o alguna enfermedad grave; y éstos, junto con salirse, sacan a Dios en su corazón y se dejan pegadas sus entrañas en los rincones y paredes viejas del convento. Estos luego descubren que están desencasados de su lugar y andan siempre doloridos como güeso desconcertado y desencasado y, con deseos y lágrimas, desean tornarse a casar con Cristo. Todo esto lo ha de descubrir el religioso a quien la obediencia lo hubiere puesto por celador de los que vienen.

  De los que hablo que se despidan, si vienen de otras partes despedidos, son unos hombres que, antes que tomen el hábito, se prometen en la Religión muchas cosas de gusto y de contento, descanso y entretenimiento. Y como hacen cuenta, como dicen, sin la hornera, cuando entran dentro y se hallan burlados y lejos de lo que se prometieron y cerca de muchas penitencias m, mortificaciones y desabrimientos de la carne, presto se conciertan n él y los que están dentro para que tome su vestido y se vaya a pasear. Y a estos tales digo yo que los despidan luego, sin escucharles más razones, que no es bien se paseen en lugar sagrado, sino que den sus vueltas por las calles y cantones para donde de ordinario los tiene más alquilados el demonio y el mundo que no Dios para la Religión. Grande experiencia tenemos de esto en nuestra sagrada Religión, de que estos tales engañan la religión donde entran y si perseveran la dejan muy agraviada. Y es muy cierto que, por mucho disgusto que le diese la religión primera de do se salió o lo despidieron, como cosa pasada le da más gusto que la presente, porque de lo pasado sólo nos acordamos de los bienes y de lo presente de los males. Pues llano es que son más apetecibles bienes que males, y así no han de estar contentos con el estado presente.

  Vi yo una doncella [158v] que no se quería casar con un viudo, siendo ella muy hermosa y él muy rico y principal. Pidiéndole la causa por qué no quería aquel casamiento, respondió: -Verdad es que fulano está muy aficionado de mí, pero no soy tan hermosa y bien acondicionada


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que no tenga algún defecto y la mujer primera y pasada de ese caballero no fue tan fea y mal acondicionada que no tuviese muchas perfecciones; pues es llano que cuando esté conmigo y ponga los ojos o en lo no tan bueno de su primera [sic] mujer, que me ha de estar diciendo: ¡oh, las manos de mi primera mujer!, ¡oh, qué condición en esto!, y otras cosas semejantes que yo no las tengo de poder sufrir; y así, ese caballero estése viudo o busque otra mujer, que yo me tengo de casar con quien no haya tenido hábito de viudo. Lo propio digo yo de los que ya dejaron un hábito: que, por relajada que sea aquella religión que dejó, no deja de tener millares de perfecciones y, por perfecta que sea la nuestra, ha de tener algunas faltas y en ellas ha de estar refrescando la memoria con las perfecciones de la religión pasada y ha de estar descontento y hablando palabras con que ha de dar pena y disgusto. Y así es bien que los que se recibieren, para quitar dichos y zozobras, que no sean viudos, digo gente que ya haya perdido una religión, sino que sean mancebos para que lleven las bendiciones por entero de estos dichosos casamientos que se celebran el día que deja el mundo y toma hábito tan dichoso.

 

 




a  sigue en tach.



1 Confes. I,1 (CCL 27,1): "... quia fecisti nos ad te ei inquietum est cor nostrum, donec requiescat in te".



2 Cf. Prov 6,27.



b corr.



3 Cf. He 9,10-17.



c  sobre lín.



d  sigue seq tach.



e sigue se tach.



4 Concilio de Trento, De regularibus c.15: "In quacumque religione, tam virorum quam mulierum, professio non fiat ante decimumsextum annum expletum".



f  sigue p tach.



5 Cf. arriba Un breve tratado para los hermanos donados.



g  sigue justos tach.



6 Reminiscencia de Mt 15,26.



h sigue buscarle tach.



i  sigue mo tach.



j sigue tor tach.



7 Cf. Is 26,10.



k corr. de traslado



8 Supra, el segundo tratado del presente volumen.



l  sigue pa tach.



9 Lc 9,62.



m sigue y tach.



n sigue los tach.



o  sigue el tach.






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