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San Juan Bautista de la Concepción Obras III - S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
CAPITULO [46] DE CUÁNTO IMPORTA QUE LAS RELIGIONES REFORMADAS ESTÉN DESMEMBRADAS DE LAS DEL PAÑO Y DE QUE NO HAYA TRÁNSITO DE LOS DESCALZOS A LOS CALZADOS
El capítulo pasado me ha obligado a escribir éste, no obstante que ni el uno ni el otro yo no tuve intento de tratarlos aquí, porque parece a me he salido del intento que llevaba en nuestros capítulos. Será Dios servido nos tornemos a él, cumpliendo primero con esto, ocasión que ha sido de tratarlo lo que ahora ha sucedido en nuestra sagrada Religión.
1. Argumentos de los calzados en su favor
Bien veo a los padres del Paño y a muchos que nos miran y escuchan haciendo argumentos por su parte y los más eficaces en su favor, pareciéndoles que esta mezcla habíe de ser para mayor bien suyo y conservación de su religión, pues de la reforma le habíen de entrar manantiales de agua dulce que perpetuase su sancto y buen instituto. Que aquella es provincia más rica que no sólo tiene provisión dentro de casa, sino que le entra y viene de otros reinos y provincias; y es gran cosa que la abundancia abarate las cosas, que, en fin, como acá decimos, donde sacan y no echan cabo le hallan. Todos estos bienes tienen las religiones modificadas cuando tienen communicación con las reformadas: el perpetuarse y enllenarse de hombres buenos y sanctos, que no se acaben y que no se encarezca la humildad, la charidad y negación propia, sino que por todos los rincones de la provincia se hallen hombres sanctos. Que si esta communicación no fuera buena, no porfiara el otro ángel de que el pueblo de Dios se detuviera más días en el captiverio 1.
Dicen más: que, estando todos juntos, hay dos provechos, uno para los calzados, que están emulando la virtud, la pobreza y desnudez con que en ellos se aumentará la que tuvieren, otro para los descalzos, que, siendo algunas vecesb mortificados, la virtud con su contrario crece; los unos se edifican, los otros se mortifican, que todo es bueno; los unos miran y, si hallan qué, aprienden y los otros se recatan, que hay quien mire, vea y note. Son como el fuego y el aire: el aire sopla al fuego [168v] y lo enciende, el fuego calienta al aire y lo purifica. Los padres del Paño es llano que, con sus palabras, mortificaciones, notas y advertencias encenderán a un corazón humilde y el corazón humilde encenderá y pacificará a un corazón presumptuoso.
Dicen más: que el padre del Paño, cuando hay unidad y tránsito y es todo uno, tiene en la descalcezc una venta y un paradero donde recoge y descansa su corazón de los cuidados y ansiedades que tuvo en el Paño, que tiene donde mejorarse, recogerse, hacer penitencia, trocarse y con veras volverse a Dios; y tantos provechos que, por ser todos verdaderos y haber de concederlo, por concluir este argumento no los scriben. Dicen que también trai muchos provechos para los descalzos, que en sus casas y vida del Paño tienen un desahogo y descanso de las continuas vigilias, ayunos y disciplinas. Y que, así como d es necesaria la descalcez para que el alma del calzado haga venta, es necesaria la regla modificada para que el cuerpo del descalzo tome algún refresco. Y que si los unos curan en la descalcez sus enfermedades spirituales, los otros curan las corporales en el Paño. Y que, como decíamos en el capítulo pasado, para ser un hombre perfecto lo ha de ser en el cuerpo y en el alma, con virtudes en el spíritu y con fuerzas en la carne para que a una caminen con velocidad para Dios, pues son entramos compañeros, y que, si el uno se queda atrás, ha de ser fuerza aguardarlo el otro.
Dicen más: que, siendo todos unos, se pueden sacar prelados para el Paño de los descalzos, que es una cosa de gran consideración; y que podría e en breve ser todos descalzos y volverse las casas modificadas y darse a la descalcez, que es uno de los mayores bienes que se pueden imaginar para la Religión y para el reino. Y esto, dicen, sería fácil si hubiese trato y communicación, porque la virtud dende cerca es muy amable porque es premio de sí propia y dende lejos aborrecible; y que metiéndoles por sus puertas lo que ellos desean y aguardan, que no les podrían huir el cuerpo. Dicen que gran parte del mundo se les ha entrado en sus conventos por la poca guarda de sus porteros y que, con ayuda de vecinos, los echarían fuera y se encerrarían con sólo Dios.
[169r] Dicen más: que cuando no tuvieran otro estímulo que a ello los incitara más de la vanidad que el diablo ha dispertado entre ellos de buenos hábitos y costosos, sin tener de qué los hacer eso sólo bastaba para amar y apetecer el pobre sayal y los pies descalzos.
Dicen más: que es gran cosa el exemplo de las puertas adentro, particularmente si es de los prelados que ellos dicen gustaran tener de los descalzos.
Dicen más los propios padres del Paño: que son hermanos y que es bien no haya tanta strañez, pues entre los hermanos de carne y sangre suele haber ordinaria comunicación f para ayudarse a llevar los trabajos del cuerpo, que es más razón la haya entre los hermanos de spíritu para que, como dice san Pablo 2, los unos ayuden a los otros g a las cargas del alma, que son mucho mayores.
Dicen más: que si los padres carmelitas se dividieron y apartaron de sus frailes, fue aquella religión la primera que h abrió el camino para reformarse y estrecharse en nuestros tiempos y fueron grandes las contradicciones y persecuciones que tuvieron de sus propios frailes, con quien muchas veces probaron a hacer junta y no fue posible llevarla adelante por la ignorancia que los propios padres del Paño tenían de los muchos bienes que de la communicación con sus descalzos les podía venir. Pero que con ese exemplo y otros muchos ellos están desengañados y confiesan los muchos mejoros que se les pueden ofrecer, de los cuales movidos, no sólo no nos per siguen ni afligen, sino nos ayudan para nuestras fundaciones, acrecentamiento y propagación y que más y de mejor gana nos ayudarían si fuésemos unos.
Dicen que, así como por la miseria de los tiempos su religión está necesitada de la primera perfección que en su religión se profesaba en sus principios, de esa manera la nuestra está necesitada de hombres de letras, de púlpito, cosas que, si no esenciales pues sin esas cosas se puede hallar la virtud, pero raras veces y pocas conservarla y defenderla.
Dicen más: que no es de poca consideración el tener los conventos lo necesario para su sustento, atento que la summa pobreza trai distración y menoscabo del recogimiento, y que, dándonos ellos de sus conventos, se podría todo esto remediar, respecto de estar algo edificados [169v] y tener alguna hacienda con que poder ayudar al pobre sustento de los descalzos.
Dicen más: que ésta sería una obra estimada de sus personas y alabada de todo el mundo, de que a los hombres se les seguiría grandíssimo provecho y a Dios honra y gloria.
Dicen más: que con ser todos unos y encorporar sus conventos en la reforma, se consiguiría lo que la reforma quiere y pretende, que es aumentarse y multiplicarse con mayor facilidad. Y que esto sería con menos detrimento del reino, que está tan pobre que aun no tiene con qué sustentar y remediar los frailes y conventos que en él hay, sin que se multipliquen y doblen las religiones.
Dicen que los príncipes y reyes ayudarán para esto con grandes favores y privilegios por el bien que a sus personas y reino se les sigue de que todos los religiosos a una vivan y estén desengañados y abracen la virtud i, por quien Dios será honrado y glorificado.
Dicen más: que los sitios donde se envejecieron y cayeron las casas y donde se perdió la viña que no quedan jamás desechados, sino que en ellos propios tornan a levantar edificio nuevo, sin buscar otro sitio y haza donde plantar j viña y edificar casa, y así es razón que en sus sitios y casas se edifique a lo nuevo la nueva reforma de la Sanctíssima Trinidad.
Dicen que, demás de ser para los reformados de mucho provecho en lo temporal y espiritual, a ellos no les es deshonra k, ante cosa honrosíssima, rehacerse, reformarse, renovarse, pues sus casas y muchos
de ellos propios se tornan a su primer rigor y principio, como decimos acá: que, por mejor, es lícito y honroso dejar sus casas. Si a ellos se las quitaran por fuerza y los echaran fuera por malhechores, fuera en grande deshonor suyo, pero hácenlo ellos de grado, quiérenlo y búscanlo y son muchos de ellos los que quieren y desean ser de los propios reformados; y que, pues sus personas las mudan y truecan y esto es honra, también lo será mudar y trocar casas en la primera regla.
Estas y otras muchas razones alegan, que por no cansar no las scribo, ni hay para qué porque, a mi parecer, todas ellas concluyen en lo que es de su parte y se habrá de concluir esta cuestión con mucha brevedad, respondiendo con muy poquitas distinciones.
2. Primera conclusión: se presupone verdad en lo que dicen
[170r] Para solución de esta cuestión hemos menester notar algunas cosas.
Primera conclusión. Lo primero, se presupone ser verdad de parte de los padres del Paño todo lo que queda dicho en los argumentos que hacen y razones que proponen acerca del gusto y voluntad que tienen a los religiosos descalzos y que la communicación que desean l tiene el sancto fin que significan, y que no es engaño para nos asegurar y apoderarse de la descalcez para la hacer [sic] y destruir, como hemos visto en otras muchas religiones que han tenido por felicidad y gusto tomar azadones y derribarles las casas.
3. Segunda conclusión: no al tránsito de los descalzos
a los calzados
Segunda conclusión. Lo segundo, presupongo que de suerte ninguna conviene que nuestros frailes descalzos tengan tránsito a los padres del Paño por muchas y millares de razones que para dar sus letras y motu propio nuestro muy sancto padre Clemente octavo le movieron, donde su sanctidad cierra esa puerta y otro cualquier portillo para cualquier género de tránsito a religión menos estrecha, si no es a la Cartuja 3. Es llano que, si ese tránsito hubiera de nuestra parte a los padres del Paño, que se m criaran los religiosos muy flojos y poco fuertes resistiendo las tentaciones que le viniesen contra la penitencia y aspereza que guardaba, sino que se dejaríe llevar de ellas con la ocasión que tenía de retroceder y volver atrás, contra quien habla Cristo diciendo que "quien pusiere su mano en el arado y volviere atrás no es apto para
el reino de los cielos" 4. Seguirse hía que el tiempo que estuviese en la descalcez no fuese fraile tan perfecto ni cuidase de las cosas de su Religión n, siendo como el criado que entra a servir por un año: que, tiniendo el ojo a la salida, nada hace a derechas. Pizarro, en las Indias, echó a fondo las naves para hacer fuertes a sus soldados y que no tuviesen en qué huir y así fuesen fuertes o. Criarse hían los frailes libres, diciendo a sus prelados, cuando los apretasen: Si desta manera me quieren y, si no, queden con Dios. Y es llano que no habíen de ser señores para castigar a ningún culpado porque no habíen de aguardar el castigo, sino poner tierra en medio. Habíe de ser la Religión reformada barco lleno barco vacío, pues, moviéndose la cuaresma muchos con el tiempo sancto, se enllenaríen los conventos y, comiendo una scudilla de yerbas, la paschua florida se iríen todos, como en los principios yo lo vi por mis ojos.
También es contra razón y contra justicia ir uno de más rigor y estrechura a menos penitencia y mortificación. Lo cual se tiene por afrenta [170v] y menoscabo, probándolo con lo que he visto y oído: que si de los padres del Paño que acá han venido se ha tornado alguno a su casa, lo train en proverbio, burla y menosprecio, llamándole el recoletillo y el descalcillo y, por ironía, el sancturrón. Y no sólo entre religiosos discretos se da esta pena justa debida a su poca perseverancia, pero aun entre seglares, si uno entrare religioso y vuelve atrás, lo train ante ojos no estimándolo en lo que antes, tiniéndolos por hombres fáciles que no pesaron ni midieron primero sus fuerzas y las demás cosas que se requerían para llevar aquella aspereza, según lo que Cristo enseña 5 del que edifica torre y entra en guerra y en batalla: que debe primero hacer cuenta con la bolsa y con el ejército que tiene para salir con la victoria.
Jamás vi hombre contento que hubiese vuelto las espaldas al rigor y a la penitencia, antes la experiencia enseña de ellos mill desastres y desventuras. La razón es porque, cuando les falten las fuerzas para la penitencia, que es la causa más justa que ellos dan, jamás les falta la malicia y flaqueza para ofender a Dios, pues, como ven peccados que cada momento se los representa su conciencia y no ven tanto lugar de penitencia, tiénense por desechados y desfavorecidos de Dios. Y si no, mírenlo en uno que ha tenido un grande officio p del rey, que si se lo quitan y dan otro más bajo, jamás tornan a levantar cabeza ni a verse con el gusto y gana antigua para acudir a las cosas del servicio de su amo. Y así son los que una vez pierden el buen puesto para con Dios en la religión reformada tornándose a la modificada. Confírmase esto con lo que dicen y experimentan de los que han salido del rigor y recogimiento: que son los peores religiosos de cuantos hay porque, habiendo ellos sido primero sal que sanaban a otros, habiéndose ahora ellos desvanecido, no hallan sal con que curarlos y sanarlos.
A las razones que se dan de que los religiosos descalzos tendrán allá un desahogo y donde puedan aflojar la penitencia y dar un poco de lugar al cuerpo cansado y que podrán servir sus conventos de enfermerías para los que acá no tienen salud y fuerzas, respondo que ésa es la suavidad con que se profesa el rigor en estas sanctas reformas, que lo miden con [171r] las fuerzas del religioso. Así como a ningún soldado se le da más puesto del que su talento y osadía merece y que por la bondad de Dios a nadie se aflige, aprieta ni ahoga más de lo que él puede, según lo que san Pablo dice de Dios 6: que no consiente carguen tentaciones a uno sobre sus fuerzas. Antes, en las religiones reformadas, según la grande charidad que se profesa, en viendo a uno desconsolado y afligido todos acuden a su ayuda y consuelo, siendo las palabras del justo más eficaces para lo alegrar que cuantas flores hay en los jardines de los príncipes y reyes. Y puesto caso que este desavaho que se busca para este religioso reformado no ha de ser en el mundo ni en sus cosas, es llano que hay más commodidad en las casas reformadas que en las modificadas por haber de tener todas güertas y entretenimientos que, ayudando al cuerpo, no desayuden ni enflaquezcan el spíritu.
A la otra segunda parte de este argumento -en que se dice serán casas de enfermería y se les quitará el estorbo que los descalzos pueden tener con los enfermos- respondo lo que dijo Clemente octavo. Pidiéndole tránsito para un descalzo a la regla modificada porque estaba enfermo y tenía poca salud, respondió que lo curase la religión donde había enfermado, que no era charidad servirse del fraile sano y echarlo fuera cuando enfermo, que con qué gana y gusto lo habían de curar los frailes donde él no habíe servido ni estado; que, pues la religión reformada era orden de charidad, que ésa era la que habíe menester y buscar el enfermo.
Al otro argumento -en que se decía que el hombre, para ser perfecto, ha de tener fuerzas en el cuerpo y en el spíritu para que se ayude el uno al otro, pues son compañeros, y que estas fuerzas se adquieren en la regla modificada, digo de cuerpo, con las mejores comidas y más sueño, etc.- respondo lo que dice san Pablo 7: que virtus infirmitate perficitur; que el spíritu cobra fuerzas con la flaqueza del cuerpo. Y si eso no fuera así en las religiones reformadas, que tanto se pretende el bien y acrecimiento del spíritu, no procuraran con tanto cuidado enflaquecer el cuerpo con ayunos y disciplinas. Y es cierto que la mayor ayuda que el cuerpo puede dar al spíritu es no desayudarlo ni estorbarlo con su demasiado brío y fortaleza. Y el alma se contenta con que el cuerpo viva y no la deje, sino que la acompañe, conservando esta liga y atadura que tiene con el alma, mediante la cual el alma hace pie, tiene stancia y morada acá en la tierra, [171v] que eso de flaqueza y desmayos antes gusta el spíritu los tenga y padezca el cuerpo, que con eso le está sujeto y rendido, como quien ha menester a otro
para no acabar. Y para esto están muy dispiertos los exemplos de un Jerónimo, Antonio, Hilarión y otros millares de ellos que, para levantarse del suelo, tenían necesidad de usar de artificio y invención.
Supuesto que de tanta importancia es para el siervo de Dios que las fuerzas no las ha menester para cavar ni para arar, sino, como dice el sancto rey David: Fortitudinem meam ad te custodiam 8, para volar y correr a Dios, mejor es no tener las fuerzas corporales, sino la flaqueza y enfermedad que dice san Pablo 9, que es la que perficiona y da fuerzas a la virtud, no hay para qué haga tránsito el fraile descalzo a buscar descanso, regalo, comida y sueño. Acordémonos de lo que dice el sancto rey David: que es mejor un día en los zaguanes q de la casa de Dios que millares de los que viven en las casas de los reyes 10. Y hase de notar que en los zaguanes de la casa de Dios, como consta del Evangelio 11, estaban los hospitales y los pobres recogidos, cojos, mancos, éticos y paralíticos, aguardando que los favoreciesen los que entraban y salían. Lo propio digo yo: que más quiero estar cojo y manco en la casa reformada, enfermo y sin fuerzas, que con ellas comiendo ricos y preciosos regalos fuera de ella.
4. Tercera conclusión: no a prelados calzados para los descalzos
Tercera conclusión. Digo más: que es contra justicia y razón decir que los reformados tengan prelados y el gobierno de los padres de la regla modificada. Y de esto dicen los reformados que no quieren dar todas las razones que para ello se les ofrecen porque alguno no entienda concluyen insuficiencia en ellos o falta de virtud. Porque, dende luego, confiesan ante todas cosas mucha virtud y sanctidad en ellos y haber hombres muy eminentes en letras, prudencia y gobierno, pero todas esas cosas traspuestas en la descalcez podrían trocarse o, por lo menos, no hacer aquel efecto entre los reformados que podría hacer entre sus propios frailes.
Y es llano, aun entre los propios sanctos y siervos de Dios, haber, en el modo de alcanzar y conservar aquellas virtudes, grandíssima diferencia, y aun unos sanctos con su sanctidad impedir a otros la que tienen o pretenden. Como lo vemos en Marta, que con su cuidado y solicitud pretendió estorbar el silencio y atención de María 12. Tomad r una imagen y sancto de bulto y echadlo sobre un lienzo que tiene pintada [172r] otra imagen acabadíssima; es llano que la había de romper. La perfección que hoy se guarda en algunas religiones reformadas es pinctura delicada respecto del recogimiento y oración que profesan; y si entrasen a regirlos y gobernarlos sanctos que s su sanctidad
la adquirieron predicando y haciendo otras obras activas y de communicación con seglares, es llano que t la destruiríen, respecto de que la primera sanctidad tenía su asiento en la soledad. Esto presupuesto, no habrá de que nadie se agravie de las razones que se trujeren en confirmación desta conclusión.
La primera. Las reformas caminan con spíritu de pobreza, y un pobre se halla muy bien en casa de un rico, respecto que con cualquier sobra de la casa llena se da el tal pobre por satisfecho y contento, pero no el rico en casa del pobre, porque con todo cuanto tiene no tiene para satisfacerle y acudirle, ni satisfacerle algo de su deseo. Y así, siendo los padres del Paño ricos y enseñados a mucho, es llano no se hallarían los prelados calzados con la pobreza de la descalcez, pero los descalzos quedarían muy contentos y satisfechos con las sobras de los padres del Paño en cualquier tiempo que fueran sus prelados.
[Segundo]. Este es muy ordinario refrán castellano: que primero es la camissa que el sayo; primero a mí y luego a ti. Y así, si tuviésemos prelados del Paño, nos habíen de llevar y encorporar en sí, como yo vi una vez que, haciendo un padre del Paño visita a un convento nuestro de descalzos, se llevó los más religiosos porque dijo los tenía necesidad para su religión, no mirando que, por haber entonces solos dos conventos, deshacía la descalcez por reparar el Paño 13. Que es lo que yo digo arriba de los ricos: que, para crecer y aumentarse, se comen los pobres.
Tercero. Bien se deja entender cuán mal parecería entrar en un convento de diez o doce frailecitos pobres un padre provincial del Paño, con la gravedad y majestad que usan y es aneja a su officio, con dos o tres compañeros, mulas, recámara, etc., que era menester vender los frailes y los trastos de casa para cuatro días de visita. Lo cual confirmo con lo que sucedió a un padre de san Francisco u del Paño, que iba a visitar un convento de sus descalcitos. Debiera de llevar necesidad. Iba en su mula y aparato que decimos. Salió un sancto lego a v mirar quién llamaba y, viéndolo por la rejilla, respondió: -¿Qué quiere, padre? Dijo el provincial: -¡Abrid! Respondió el fraile lego: -No es aquí, padre, vaya con Dios. Tornó a replicar: -¡Abrid, que es el provincial de la Orden! Dijo el lego: -Padre, [172v] mire que se engaña, que ni nuestro padre san Francisco nos dejó provinciales ricos con mozos y mulas ni en esta casa se hospeda gente tan grave, que somos pobres y no hay recado en casa para las mulas ni para güéspedes tan honrados. Finalmente, hiciéronle abrir al pobre fraile y, porque dijo la verdad tan descalza y desnuda como él estaba, diéronle una muy buena disciplina y visitaron lo poco o mucho que habíe de comer y mudáronse a otra
parte. En verdad que, aunque en nuestra sagrada Religión no hemos tenido otro san Francisco pobre, que a lo menos en la pobreza de los conventos no nos llevan la ventaja para poder responder a nuestro provincial w del Paño, si nos viniera a visitar, que enviara las mulas al mesón y se fuera a comer a casa del cura y enviara para los pobres frailes alguna cosa, que fuera muy buen recebimiento para él que en su religión le salen a recebir como a las procesiones de las aldeas, que parten el camino ellos y los del pueblo donde van a hacer su estación.
Cuarto. Paréceme cuando fuera a visitar sólo fuera a consolar a los relajados y a los que deseaban caminar por algún más alivio. Y si no, díganme, cuando se fuera a visitar el frailecito tibio y flojo y en la visita dijera: -Benedicite, padre nuestro, el hermano ministro no nos da de ordinario a comer sino unas yerbas y unos pedazos de pan duro. Dijera el provincial: -¿Y qué es la causa? Respondiera el fraile: -Padre nuestro, tenemos un ministro que no hay quien lo saque de delante el Sanctíssimo Sacramento y piensa que con su confianza se le ha de venir todo a las manos; y así, mucho rezar y poco comer, daremos presto con todo en tierra. Dijera el provincial: -¡Oh mal prelado, que mata a sus frailes de hambre, llamadlo acá! Y cuando lo tuviese en su presencia, le diría: -De aquí adelante no recéis, salid, buscad y dad bien de comer a estos frailes -alegando en confirmación de su mandato mill razones que sabe hacer la carne, porque es de la orden de bien me quiero-. Y llevando esto buen color -que es la mayor tentación y gusano que puede roer el edificio espiritual que se profesa en la reforma-, habíe él de querer acabar con el spíritu y perfección de la Religión, pretendiendo asentar y apoyar el asiento del que él trai.
Lo quinto, habíe de ser causa de grandíssimas discordias y pesadumbres, [173r] como se ha experimentado en las religiones que por algunos días han tenido padres del Paño. Y no pienso yo habrá sido la causa la ambición entre los descalzos porque, profesando humildad, a todo se deben sujetar, sino el ver por ese camino destruir y menoscabar lo que ellos tanto aman y quieren, como es la pobreza, recogimiento y humildad. Que aquí tendría fuerza el argumento que hecimos en el capítulo pasado porque, siendo ellos prelados que saben de gobierno y pretensiones, tratándolo entre los descalzos sin poderles decir que no traten nada de aquello, les podrían enseñar lo que es tan pernicioso para la reforma. Que pluviera a Dios en ella se rigieran y gobernaran por algún ángel para que a todos los reformados se les rayera del casco el ser prelados para siempre jamás.
Lo sesto, no hay cosa más eficaz que el exemplo en los prelados para los súbditos. Y es cierto lo poco que ellos hacen obra x y mueve mucho en los súbditos y cualquier desconcierto en ellos es aire cierzo y que destruye todo lo bueno z. Y en los padres del Paño hay muchas cosas que, siendo para ellos buenas, para los descalzos fueran de escándalo,
como por tal se tiene en la reforma el hablar, comer o beber fuera de sus propios tiempos y sin a licencia, la propiedad sea de dineros, de hábitos o libros. Porque la reforma no consiste en otra cosa sino en cercenar y cortar algunas ramillas que lasb otras religiones han brotado y echado su poco a poco, casi sin acuerdo y sin pensar. Pues, si les diésemos prelados que entrasen allá las cosas de que ellos directamente se pretenden negar, era visto con el exemplo destruirles lo que ellos profesan.
Confírmase porque si la reforma consiste en haber añedido a lo esencial de esotras religiones verdadero desprecio de algunas cosas menudas, en que no reparan los padres del Paño, si el prelado fuese del Paño ¿cómo habíe de reprehender, castigar y enseñar lo que él no hacía? Pues de que no lo haga es llano, por ser su profesión de la regla modificada, donde no es culpa lo que sería grave cosa entre los descalzos.
Confírmase lo segundo. Los artistas dicen que lo que se acerca más a una cosa más participa de ella. La reforma consiste en apartarse del Paño según rigor de más pobreza y resignación en la obediencia en cosas pequeñas. Si tuviésemos prelados del Paño, arrimábamosnos yc quedábamos pegados a ellos, y así más participábamos de sus costumbres y menos teníamos de reformados. Puesto caso que la reforma no toma el nombre de la vida [173v] y costumbres de los seglares, de que sean seglares reformados, sino religiosos reformados y apartados de los otros religiosos según más aspereza y rigor, síguese claro que, juntándonos y tiniendo prelados de ellos -que fuera la mayor unión que pudiera haber-, que menos nos diferenciáramos por ser más unos, y de ahí menos reformados.
5. Cuarta conclusión: sí a prelados reformados para los calzados
Cuarta conclusión. Ningún inconveniente hallo que los religiosos reformados sean prelados de los padres del Paño, antes muchos y muy innumerables provechos.
El primero es sacado de lo que acabamos de decir en este último argumento. El intento de Su Sanctidad, de los reyes cristianos y, en particular, de nuestro dichoso y buen rey Philipo y los pensamientos de Dios es reducir todas las religiones a su primer principio. Y, como hemos dicho, lo que se llega a una cosa, que dicen los artistas d magis tale, más participa de ella. Y llegándose a los reformados, que profesan la regla en su principio, llegarse han ellos más a su principio y serán más reformados. Las confirmaciones pasadas por el contrario vienen, porque los exemplos de los prelados son eficaces y éstos son en orden a reforma y a destruir y cercenar lo superfluo que hay en otras religiones;
luego serán más reformados con el tener prelados reformados. Yo pienso que lo que ha relajado las religiones no ha sido más que un descuido e inadvertencia e de remediar las cosas pequeñas, porque echo yo de ver que no hay padre del Paño que, después de profeso, abriéndole Dios los ojos, no gustara y quisiera remediarlo todo y, ya que no puede, tiene unas grandíssimas ansias de ponerse en lugar f donde se reparara en ello. Pues ¿qué g mayor ayuda se les puede dar que un prelado que sirva de dispertador, aviso y pregonero de los descuidos y faltas que allá se hacen y que también sirva de puerta y ayuda para que pueda conseguir sus mejorados pensamientos?
Más: como los padres del Paño ya son hombres, es certíssimo dejan de hacer muchas cosas por vergüenza de sus hermanos y compañeros, porque, no siendo cosas usadas aquellas penitencias en su religión, los tienen por singulares, particulares y aun quizá por hipócritas, danles vaya, trainlos en proverbio en las pláticas y conversaciones y, si tantico desdicen o vuelven atrás, no miran la flaqueza humana -que es como la flor del campo, que en doce horas h es i de dos o tres maneras-, sino [174r] los tienen por engañadores, livianos, mudables, etc. Y esto no porque desdijeron de lo que habían enpezado, sino porque enpezaron cosa en que siempre no hubiesen de ir aprovechando. No considerando millares de provechos que consigo trujo la virtud aquel tiempo que en él duró, pues fue causa de que no hiciese nuevos peccados o estuviese ocioso o anduviese perdido y ayudase a otro a serlo, muchas buenas obras que hizo con que dio a unos buen exemplo y remedio a otros, y así se detuvo para no añedir leña al fuego que arde en el infierno para los obstinados.
Pues digo que estos males y daños quedaran remediados con que los prelados fueran reformados, porque con sus obras y buenos exemplos quitaran la vergüenza y el temor que tienen los flacos para semejantes exercicios de virtud, fortaleciéranlos para que lo llevaran adelante, reprehendieran a los murmuradores y los desengañaran como gente experimentada en cosas de virtud, que por mill razones permite Dios que el que hoy está en ella levantado mañana esté humillado y quizá por bien suyo. Consolaran también a los desmayados en esta dichosa jornada, avisándoles cómo de hombres es el errar y de obstinados el perseverar; y que no debe desconfiar o desesperar un siervo de Dios por verse caído o poco aprovechado o que desdijo una y muchas veces del bien comenzado j, pues tiene a un Dios tan misericordioso, aparejado para perdonar infinitas veces si infinitas el peccador cayere y con veras se volviere a él. Esta es doctrina llana que los siervos de Dios que profesan reformación la saben y la enseñan a sus súbditos y compañeros. Y digo que la enseñan con obras y con palabras, que es lo que a los súbditos más les puede k mover. No quito yo que los padres del Paño no lo sepan, pero digo que lo saben y quizá mejor que millares de reformados,
pero, con las muchas cosas opuestas que se les ofrece, no lo enseñan ni lo hacen.
Demás desto digo que no hay mejor modo de introducir virtud y humildad a los que ya son hombres y tienen particulares respectos exteriores que por amor, charidad, suavidad y blandura y, por no haber tanto de esto entre los prelados del Paño, sino antes gravedad, majestad y rigor, enseñan a los religiosos temor, que es una virtud que, si se queda sola en un alma, es propiedad y condición de siervos. Pero esa sola aprieta el corazón de suerte que así encogido no cabe [174v] en él, como dicen las viejas, una blanca de cominos, cuánto más las muchas virtudes que a la puerta están aguardando para se aposentar en el l corazón. Pero los prelados reformados, considerando y sabiendo por experiencia la dificultad que tiene el entablar la virtud, usa con las tales personas -que digo que son hombres- de industria, maña, grande amor y suavidad con que ruegan, piden, mandan, hasta que viendo la suya acuden con más rigor porque ven ya que el sujeto está fuerte para si fuere necesario labrarlo a puras martilladas.
Son tantas las razones y los bienes que consigo trai el tener y haber en las religiones m modificadas prelados reformados que sería imposible poderlas aquí scribir, porque cuando yo pusiera aquí ciento ninguno lo leyera que no se le ofrecieran otras ciento n más, y así proceso como en infinito porque infinitos con los bienes que comunica Dios a los súbditos por medio de los prelados sanctos y reformados. Y si no, díganme, ¿quién ha de tener corazón, viendo a su prelado humilde, para ser soberbio; el prelado penitente, mortificado, casto, puro, rendido, y él glotón, tibio, perezoso, etc.? ¿No dijo Urías, cuando David lo envió a dormir a su casa, que no tenía el corazón para recebir aquel regalo en tiempo que su buen capitán estaba pasando en la guerra malos días y peores noches y el arca del Señor en los desiertos y tiendas del campo 14? Mucho hace, mucho labra y mueve el sancto rigor del prelado con su persona. En los padres de san Francisco vemos que, demás de sus padres descalzos que tienen, tienen otras muchas maneras de reformas y conventos donde se profesa más penitencia y mortificación, de donde cada día sacan provinciales, prelados, con que hacen grande fructo en los padres que visten paño.
No me pasa por la imaginación decir que nuestra sancta reforma sea como la recolección de los padres de san Francisco. Ya Su Sanctidad nos desmembró y apartó del todo, y es bien así lo estemos y se lleve adelante y por su defensa, si fuere necesario, se ponga la vida. Lo que digo o es que, si en alguna ocasión fuere necesario que a nuestros padres del Paño les demos algún religioso de nuestros reformados en quien se conozca señalada virtud, por quererlo ellos [175r] y pedirlo -no porque a ellos les falte, sino porque gustan y quieren tener esta hermandad y
llevar más a su religión de lo bueno que hubiere en la nuestra-, se les dé, que esto es muy justo.
6. Ulterior explicación de la propuesta
Y ruego, por amor de nuestro Señor, no parezca soberbia el decir que no es lícito vengan acá prelados del Paño y que pueden ir a serlo allá, porque esto digo con la seguridad que tengo de que fueran nuestros hermanos de mejor gana a servir en los officios más humildes que hubiese que a ser prelados -lo que les había de causar y costar tantas y tan grandes mortificaciones-; y más que yendo allá a ser prelados iban a ejercitarse juntamente en los officios más humildes. Y si probando esto no lo hallasen en ellos, digo que tampoco sería justo fuesen allá, porque para ir a sólo mandar allá tienen hartos. Sólo habían de ir a mandar obrando, trabajando y con las condiciones arriba dichas. Y yendo de esa manera, no es soberbia decir que puedan ir a ser prelados los reformados a los padres del Paño.
Más quisiera explicar esto, porque no parezca doctrina odiosa, porque lo es grandemente desear mandar si no se descubren los fines que pueden contradecir a la presunción y soberbia. Pues digo que, para las conveniencias que yo voy tratando del rigor y gobernar los descalzos y no ser gobernados de los padres del Paño, que yo no trato aquí de personas particulares, pues es verdad que hay muchas y muy conocidas por sanctíssimas entre p nuestros padres, con grandes ventajas y mejoros a otros muchos, aunque sean descalzos, ni trato de muchas virtudes que no se ven, que las tapa y encubre q la grana y paño fino. No trato sino de lo que se ve, apariencia y exemplo exterior. ¡Cuántas personas habrá de capa y espada de mejor vida y costumbres que muchos de los padres provinciales de algunas religiones! Y, con todo eso, fuera disparate si quisiéramos hacer al seglar prelado de los religiosos, porque cuando sea mejor y más sancto, bástale a estotro haber profesado religión y vida más estrecha y hacer más con el exemplo exterior que veinte seglares con su virtud interior.
Lo propio digo yo. Supongamos que un padre provincial de los del Paño tiene más virtud que seis descalzos. Es certíssimo hará más provecho un descalzo con su exemplo exterior que el provincial del Paño con sus virtudes interiores, porque a mí eso me mueve que veo. Y si no, ¡cuántas condesas y duquesas habrá que debajo de su seda train muchos cilicios y son almas muy puras!; y, con todo eso, [175v] nadie se convierte por verlas ni mirarlas, antes habrá muchos que murmuren de sus sedas y brocados. Y lo propio habíe de ser entre los descalzos si viniera a visitarnos y gobernarnos un religioso que, según sus leyes y constituciones, comiese carne y vistiese paño y calzase escarpín. ¿No es llano que, cuando él fuese muy sancto, si yo comía unas yerbas y
él su cabrito y carnero, que había de murmurar de lo que veía y callar lo que no sabía? Y por el contrario, entre los padres del Paño, cuando fuera un descalzo a ser prelado y fuera menos perfecto en lo interior, movidos de lo exterior, habíe de ser de mucho provecho y edificación pues, como decimos, de dos cosas contrarias hay una razón y el hombre debe juzgar por lo que ve, que son cosas que todas ellas mueven a que r estén en un hombre malo a más rigor, penitencia y desprecio del mundo.