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San Juan Bautista de la Concepción
Obras III - S. Juan B. de la C.

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CAPITULO [47] DONDE SE PREGUNTA EN QUÉ FORMA SE PODRÍA TENER ALGUNA COMMUNICACIÓN ENTRE LOS PADRES DEL PAÑO Y LOS DESCALZOS DE SUERTE QUE LOS UNOS FUESEN APROVECHADOS Y LOS OTROS NO MENOSCABADOS

 

 

1.  Más razones contra el tránsito de los descalzos al Paño

  Ya hemos dicho arriba algunos inconvenientes que hay de que todos los descalzos tengan tránsito al Paño a su albedrío. Que bien se deja entender que el summo pontífice, regido por el Spíritu Sancto, que con tantas veras y fuerzas ha desmembrado la una religión de la otra, tuvo suficientes razones justas y muy convenientes para la conservación de la reforma y descalcez. Y por experiencia se ve en el medro que tienen las religiones que por ese camino han ido. Poco importaría que el sarmiento fuese nuevo si la vid donde ase fuese vieja y enferma. La renovación, para ser buena y de mucho fructo, hase de cortar el sarmiento o rama y plantarlo en otra tierra para que desta manera dé fructo colmado. Y es cierto el niño no crecería en las entrañas de la madre más que cuanto lugar se le daba en aquella angostura. Así proveyó la naturaleza que en breve se desmembrase y apartase de allí y saliese a pisar un mundo ancho donde, haciendo el cuero a las armas, gozando de los trabajos que curten al hombre, el hombre crece y se hace [176r] fuerte y fornudo. Y así se verá es de consideración e importancia, después de haber engendrado la religión de la Sanctíssima Trinidad esta sancta y nueva reforma, sacársela de sus entrañas, que la vejez se las han encogido y estrechado. Para que crezca, es necesario salga afuera, se desmembre y ponga en un nuevo mundo donde las penitencias y mortificación la hagan fuerte y para trabajo.

  Como lo era la sposa, que, por ser pastora y guarda de viñas, la había tostado el sol y fortalecido los trabajos, que ofreciéndosele ocasión no temió el ir a buscar a su esposo al mediodía, pues a esa hora le pregunta dónde apacienta su ganado 1, ni aun de noche y a solas, en medio de los peligros de la gente que rondaba la ciudad y los temores


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que consigo train las tinieblas 2. Y en verdad que si esta esposa estuviera en casa de su madre y enseñada a lo que las damas que salen a coger el fresco por las noches, que perdieron por las mañanas por estarse en la cama hasta las doce, que habíe de responder lo que esta propia esposa respondió un día que se descuidó, habiendo tenido tránsito y hecho visita -debiera de ser en casa de su madre-, cuando, acostada, rogándole su esposo que le abriese, le respondió -con el melindre que suelen las almas que buscan a Dios en el regalo- que tiene los pies dezcalzos y no puede pisar así el suelo, que se arromadizará, y quitada la túnica y le dará el aire y se resfriará 3. ¡Qué presto se le pegó el regalillo y las sábanas de la cama a una pobre pastora enseñada a malas noches y peores días!

  Gran cosa es que no haya tránsito de la penitencia y mortificación al regalo, que nuestra carne es muy pegajosa, que pide y quiere las cosas por medicina y luego le sucede lo que al otro de quien dice el refrán: no me pesa porque mi hijo enfermó, sino por la mala costumbre que cobró. En verdad que, si el otro se va al Paño porque está achacoso y cansado de penitencia, que no sé yo si con garabatos lo tornaremos a sacar. El pulpo lo pescan con unas varas llenas de muchos garfios, porque tiene tantas bocas este pescado con que se ase a las piedras que para cada una ha menester su garfio, lo cual no es necesario para los otros pescados porque no tienen más de una boca y es pescado suelto que anda por la mar y siempre nada por el agua. Esta nuestra carne tiene tantas bocas cuantos afectos y sentidos. Con todos ellos se ase a estas cosas de acá abajo. Es necesario, si queremos que con facilidad Dios la pesque, traerla apartada y desasida, que si una vez se pega es menester una herramienta para despegar los ojos a las cosas agradables [176v] que miraba y otra para las orejas, y así para los demás sentidos.

  Y no digo bien que tiene muchas bocas: toda ella es un poco de engrudo pegajoso. Así lo dijo David: Conglutinatus est in terra a venter meus 4. ¡Ojalá, estando apartada de las ocasiones, ella en sí no produjese pensamientos y deleites a que se pegase y donde se detuviese! Es nuestra carne como el caracol y la tortuga, que en sí y dentro de sí cría la casa de sus deleites y reposo, y por eso son animales pesados, tardos y detenidos en el caminar. Lo cual no tienen los otros animales, causa de su ligereza. Esta nuestra carne es tan mala y tiene en sí el principio de su perdición, de suerte que en sus pensamientos e imaginaciones suele criar una casa de gustos y deleites donde ella descansa y se entretiene; y esta cama que trai a cuestas es la causa de ser tan pesada y tardía en las cosas que son de servicio de nuestro Señor. Y si la carne tiene consigo este trabajo de que haremos harto si con penitencias y mortificaciones la desasimos, no es bien pegarla y asirla a otros descansos y deleites.

 


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Bien veo que acá solemos decir: trabajar para descansar en la vejez. Pero eso entiéndese en las cosas temporales, porque en la vejez no tiene un hombre fuerzas para arar y cavar y ha menester algún descanso. Pero no, no en la vida spiritual, donde, como dice san Bernardo, no ir adelante es volver atrás 5; y en la mocedad se ha de hacer penitencia para estar dispuestos para la hacer mayor en la vejez, grande oración en la mocedad para en la vejez traer continua presencia de Dios.

  Yo no acabo de entender este lenguaje de que el fraile descalzo tenga tránsitob a los padres del Paño. Dicen que para que descanse y se desahogue, es decir, que para que vuelva atrás y sea peor, como si el servir a Dios hubiera de tener paradas y descansos. Pues es verdad que los que este officio tratan han de ser como los ángeles, que incessabili voce proclamant 6, y como los animales de Eczechiel, que ibant et non revertebantur 7; caminar sin volver atrás. No ha menester descansar un alma que en su cansancio y fatiga tiene su ganancia. El tiempo es corto y la cabra coja no es bien que tenga fiesta. Todas las cosas naturales, mientras más se llegan a su fin y centro, más alargan el paso y con más presteza y acceleración caminan. ¿Por qué el hombre, cuando más aprovechado, más cercano a la muerte y a su fin deseado, le habíemos de dar venta de descanso y al tiempo que a sus penitencias y mortificaciones le habíemos de dar tránsito a la gloria, donde están los eternos descansos, se lo diéramos a que lo tuviera entre las criaturas con más regalo y menos aspereza? No quiero traer más cosas con que probar esta verdad, que creo nadie la negará.

 

 

2.  Asegurar primero los cimientos de la descalcez

 

  [177r] Lo que aquí se pregunta es que, puesto caso que no sea lícito que los religiosos que ya han profesado vida rigurosa y descalza vuelvan al Paño ni tengan recurso, que si podría haber algún medio con que los padres del Paño tengan alguna communicación con los descalzos de suerte que los unos sean aprovechados y los otros no sean menoscabados y que estos padres del Paño, no haciendo profesión o nueva obligación, puedan volver a su propia religión y qué inconvenientes puede haber para esto.

  Digo que lo primero que se hace en un edificio es hacer los cimientos perpetuos, y así para los principios se buscan piedras quec una vez arrojadas y echadas en las zanjas no se meneen porque, como dice Cristo 8, si se cargase sobre arena, que con facilidad se la lleva el aire y el agua, también se llevaríe el edificio; y cuando pensasen que tenían torre edificada no tendrían nada. No hay esta necesidad tan urgente en las otras cosas que pertenecen al edificio, pues en lo alto y último


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de él no reparan en poner maderos débiles y tejas quebradizas, porque cuando eso falte fácil es de remediar, trastejar y poner otros maderos en sus lugares. Siempre he hallado hasta el día de hoy notables inconvenientes de que en nuestra sancta reforma se fuesen y se viniesen al Paño los que una vez hubiesen pasado su año de aprobación. Y los mayores debieran de ser que, siendo los primeros piedras fundamentales, fuesen al quitar. Causa de que no habíe de ser posible se hiciese nada en muchos años pues, cuando habíen aprendido algo los religiosos que habíen de enseñar a otros, se iban y se venían otros, donde apenas quedaban quien los enseñase; y así habíe de ser fuerza hacer cada día compañía y ejército de gente bisoña y que, cuando habíe obligación de llegar al estado y perfección de la Religión, se estuviese en el principio, pues todo se le habíe de ir en comienzos con los que cada día venían para tornarse a ir.

  Esta es la causa por qué Cristo sólo puso a su Iglesia un fundamento y unas piedras fundamentales confirmadas en gracia 9, para que no se pudiesen remover y apartar de el lugar en d que una vez los ponía. Porque, si valiera a entrar y salir en el apostolado, estando ahora la Iglesia en summa perfección, estuviera en sus principios porque, habiéndose salido aquellos apóstolos y discípulos de su colegio sancto era necesario entraran otros. El cual inconveniente no hay ahora porque, edificado lo principal de la Iglesia, no hay esos inconvenientes de que los fieles que ahora hay no estén confirmados en gracia, porque si de ella se salieren dejando la fee o quebrándose por la culpa, fácil es de tornar a trastejar el edificio, poner otras tejas y sanar las quebradas amasándolas con agua de lágrimas y cociéndolas con e fuego de amor.

 

 

3.  Una posible forma de comunicación

 

  Esto presupuesto, digo, una vez hecha y perficionada nuestra sagrada Religión, eternizadas y perpetuadas sus leyes y sanctas costumbres, de suerte que el que se va y se viene no pueda quebrar o romper el edificio, [177v] que de dos maneras se les puede dar algún tránsito y communicación con los descalzos.

  Lo primero, tiniendo dos o tres conventos donde lo perpetuo y fundamental fuese de religiosos siempre obligados a la observancia del rigor y leyes de los propios descalzos; y que éstos fuesen muy pacientes y sufridos, como los venteros y mesoneros, para recebir yentes y vinientes, proveyéndoles con grande cuidado lo necesario para el sustento de la vida espiritual en el camino que llevan. Y esto es de grandíssima consideración


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porque, como caminantes y cansados de las cosas del mundo, de quien no cuanto debían se apartaron, descansan y resuellan para pasar adelante las dificultades que les quedan. Y por ese tiempo en que allí están recogidos, aunque sea poco, salen como encandilados para no ver y advertir lo que antes con acuerdo y atención miraban. Salen con f nuevos g bríos para vencer descuidos, con nuevos enfados para con gusto dar de mano a las antiguas flojedades. En fin, gustaron de Dios para disgustar del mundo, desasieron el corazón de todo género de propiedad para no estimarla cuando la tengan, mortificáronse voluntariamente para sufrir con paciencia la mortificación forzosa.

  ¡Ojalá, Dios mío, tú me enseñaras o yo supiera decir los inmensos e inestimables provechos que un alma saca estando un rato contigo! Si por tener un vaso un poco de licor una hora no pierde el olor en muchos días, ¿qué olores y sabores dejarás en el alma en quien tú te derramas? Si un religioso con veras se amoldó, aunque sea por poco tiempo, en la penitencia, aspereza y rigor, no es de grande inconveniente que se vista otro hábito, que él lo ajustará al tamaño que lleva, que por eso h dicen que no hace el hábito al monje, sino el monje al hábito, y si él i adquirió virtud y sanctidad, el que trujere será hábito sancto.

 

 

4.  Apoyo de los calzados a la reforma

 

  No puedo negar, padres míos, la señalada merced que en particular hace Dios a nuestros padres del Paño dándoles un vehementíssimo deseo, no de estorbar nuestra sancta reforma -pues confieso que sin su ayuda y favor muchos conventos nuestros se hubieran dejado de hacer, particu­larmente en la provincia del Andalucía-, sino que, ya que esto era Dios servido que corriese con la aceptación que hasta hoy se ha visto, que corra por sus casas y religión, para que, cada uno en particular, el rigor y penitencia que aquí se hace lo pueda meter en sus entrañas y corazón.

  Tres cosas tocaba aquí: el favor sancto que, después que han echado de ver, nos van dando. Lo segundo, que este favor no sólo es de ayudar la virtud que ven en otros, sino que la han ayudado y favorecido como cosa propia, como cosa que la deseaban para sus propias personas y entrar en sus casas, hacer muchas de ellas reformadas [178r] y tomar el hábito, que, si no lo profesaron, lo desearon y, como Indias nuevamente descubiertas, dicen les pertenece a ellos primero porque se hallan en su tierra y destricto. Lo tercero, alabar esta virtud en quien así con veras la ama.

  No será posible detenerme en eso, porque yo aquí no scribo historia. Será Dios servido en su propio lugar se trate y se dé a cada uno lo que es suyo y guste Dios de pagar a vuestras paternidades, no sólo en la otra vida, sino en ésta, los bienes y favores que hacen a quien según


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razón de estado otros suelen contradecir y perseguir. Bien se deja entender miran esto con ojos propios, pues no sólo a voces lo pregonan en los púlpitos, sino que ya quieren hacerse solicitadores de nuestras causas en las audiencias y tribunales. Como hoy se ha visto en nuestro padre maestro Avila 10, que viene dende Sevilla a volver por nuestra causa ante los príncipes y reyes. No fuera posible, a mi parecer, los hombres tan al descubierto y con tanto trabajo hicieran eso si Dios no la hubiera hecho suya para que cosa que tan de veras se ama tan poco se repare en los trabajos que por ella se padecen. Y por hacer este amor más sin sospecha, hízolo muy desinteresado, antes dadivoso, pues no sólo ponen trabajo por nos ayudar, sino que habrá quince días nos ofrecían dos casas de las que tienen en el Andalucía, muy buenas, para que las poblásemos. Esto es amar a la virtud para meterla en casa, que no quieren ser como algunos hombres que la aman y la quieren pero no por su casa; esles agradable a los ojos j y amable en la lengua y odiosa en la obra. Pero nuestros padres muestran sentimiento porque otros les ganen la palma, de quien dijo san Pablo 11: Melius est michi magis mori, quam quis evaquet gloriam meam. No quieren que nadie les lleve y usurpe lo que es y ha de ser gloria suya, y así desean y procuran medios con que ellos tengan gran parte en nuestra sancta reforma.

 

 

5.  No ha convenido que tengan parte hasta ahora

 

  No es nuevo esto. Dende el primer día k han procurado tener esta parte, pero no debe de haber convenido por algunas razones que ahora nos pueden servir de notable. El rigor de nuestra sancta regla es grande y confieso que en los principios no ha querido hombres enseñados a regalo, pues por experiencia vemos que, así padres del Paño como otros del siglo, habiendo enpezado con grandes aceros no han perseverado; y esta virtud la han entablado niños que no sabían que habíe en el mundo más que pan y yerbas. Lo segundo, ha pretendido Dios entablar leyes y costumbres humildes y de grande desprecio y recogimiento. Todas son cosas que con más facilidad corren por los humildes de corazón.

  Acabemos ya y digámoslo en una palabra: no ha querido Dios hombres con quien la honra [178v] que se le debe de su hechura se la ponga en contingencia, sino que sólo hayan parecido en estos principios los cántaros quebrados de Gedeón 12 para que se conozca de todo el mundo se debe la victoria al cielo y a las luces que se han parecido en estos cántaros quebrados.

 

 


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6.  Ahora se pueden satisfacer sus deseos

 

  Ya no hay peligro por ninguna de estas partes: el rigor está ya entablado, las leyes corren por costumbre y Dios -pienso- tiene ya acabada su obra. Y si en los fundamentos de su Iglesia scogió pobres pescadores, gente l rendida a su querer y voluntad, después de zanjada, tirada la cuerda y que el edificio estaba ya sacado de la tierra y que en lo esencial no se lo podían torcer por haberse hecho por la cuenta y medida que dio el Padre Eterno, ya pueden ir, Señor, vuestros apóstolos y discípulos por todo el mundo y llamar príncipes y reyes, chicos y grandes, que todos vengan a vuestra Iglesia, que todos caben. Y así, fío m de vuestra misericordia haréis esta vuestra sagrada Religión, ya que la tenéis ordenada a vuestro gusto, ya que nadie será poderoso a detener el raudal y corriente que en ella habéis puesto.

  Y así, como en tiempo debido y sazonado según el querer de Dios, están deseando nuestros sanctos padres se les dé parte y haya orden como n ellos participen de tanto bien. Temen la perpetuidad de la vida y quisieran, para según sus fuerzas, abrazar y tomar esto por el tiempo que Dios fuera servido de darles fuerzas suficientes para abrazar todo el rigor. No se juzgue esto por cobardía, que no es sino prudencia sancta y celo de más perfección en su santa reforma. Bien saben que los viejos y enfermos no pueden atener al paso de los mozos y sanos; y si ellos desean el rigor para sus personas para el tiempo de la salud y mocedad, deseando no ser estorbo en la vejez y enfermedad, que es una grande cortesía que hacen a su propia religión. Que esto se hace en los ejércitos bien concertados: que al tiempo de la refriega y batalla, apartan los que no con tanta ligereza pueden echar mano a la espada y disparar el arcabuz, huir y acometer. Y así desean, si fuese posible, poder gozar esto por este tiempo, tiniendo algún recurso a sus conventos y casas en tiempo que no pudiesen llevar la carga.

 

 

7.  Posibilidad de algunos conventos abiertos a los calzados

 

  Cierto, mis hermanos, que, a mi parecer, se les debía pagar con vida y alma tales deseos y tales obras; y cuando en esta obra no tuvieran la parte que tienen, se les debía dar de suerte que ellos probasen y gozasen los pies descalzos y cuerpo desnudo. Y pues siempre ha parecido haber grandes inconvenientes en el irse y venirse de nuestros conventos, me parece [179r] se debían entablar algunos conventos donde, siendo suyos y el rigor de nuestra Religión, fuesen participantes de lo que desean. Ya he dicho arriba no seríe inconveniente que, estando ya entablado este rigor o, leyes y costumbres -que no estén sujetas a que nadie las pueda alterar-, podrían tener las piedras fundamentales estos conventos de los religiosos que son perpetuos y que con más veras


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guardan esto primitivo y que en ellos pudiesen, con licencia de entramos provinciales, venir algunos por el tiempo que les pareciese convenir al prelado que le recibe y al religioso que viene, quedando cada uno en su libertad, al que viene de irse cuando se hallase cansado y al prelado de enviarle cuando viese que lo estaba.

  Y pues vienen por tiempo limitado, sería razón lo aprovechasen bien, de suerte que por el tiempo que estuviesen en este sancto hábito no saliesen del convento arriba de seis leguas, no consintiéndoles ir a ver ni holgarse con sus padres ni parientes ni a otra ninguna parte. Habían de procurar los que viniesen fuesen sacerdotes y, si no lo fuesen, no se ordenasen si no trujesen reverendas de los padres del Paño, porque podría venir alguno con golosina de que, hallando acá más benignidad y menos conocimiento de sus imperfecciones, se viniese a ordenar y luego tornarse.

  En estos conventos no debía haber ningún género de ejercicio que estorbase o inpidiese la mortificación p, penitencia y continua oración que siempre deben tener, como es estudio de artes o teulugía, porque bien se deja entender no vienen acá a eso, pues allá lo podían tener con más regalo. Podríase tener alguna conferencia de casos de conciencia, pues éstos cada día son menester y se ofrecen nuevas ocasiones en el confisionario. En lo que toca al hábito, comida y celda, poco más o menos como el nuestro. Yo no hago aquí leyes. La experiencia y el comenzar iríe descubriendo las que fuesen más a propósito.

  Estén ciertos, mis padres, quisiera ser un gran príncipe o prelado, no para ser servido, sino para servirles con mi persona y con muchas fuerzas que Dios me diera; y que el hablar aquí, como dicen, a carga cerrada no q es sino un deseo grandíssimo que tengo de que participen del bien que nosotros tenemos, sin daño, como dicen, de partes. Digo daño no de las personas, pues estoy cierto harían grandes ventajas a los demás con su edad madura, prudencia, discreción y letras; digo daño que se ha experimentado cuando entre los que train este hábito in perpetuum hubiese otros que lo trujesen ad tempus.

 

 

8.  Un fin y variedad de medios

 

  Sea Dios mill veces glorificado, que de los unos y de los otros pretende Dios un fin, que es que nos salvemos y perficionemos. En los medios es donde hay la variación y diferencia, que, como nos ve Dios a cada uno con su condición diferente [179v] y trocado natural -y, como dicen, cada uno hijo de su madre-, nuestro piadosíssimo y clementíssimo Dios a cada uno quisiera darle su pecho diferente, conforme le infundió y dio el natural, porque a cada uno quiere y desea llevarlo no por los cabellos, sino muy de grado y con mucho gusto de entramas partes. Que por eso siempre dejó en pie el libre albedrío,


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según el cual nos lleva a sí rompiendo mill dificultades que se le pongan delante porque, ya que la carne las rehúse y las sienta, la razón obliga a cerrar los ojos y vencerlas. Porque a eso mueve e incita la luz que dio Dios mostrando su querer r, en quien está puesto nuestro provecho y salvación.

  Digo esto porque nadie se espante de que en una religión se hicieran tantos apartados en cada uno, puniendo leyes según la edad s, vida y profesión que se pretendía. Que a esto alude el haber Dios entablado tantas y tan diferentes religiones, donde cada uno pueda escoger según el natural le inclina; y, después de eso, poblar los desiertos de tantos monjes y ermitaños, que parece no le sufre el corazón a Dios de que nadie, ni aun en lo natural, le sirva forzado, rindiéndole y conformándole con los otros naturales que en algo le contradicen, sino que, llevando a estas tales personas a los desiertos, parece que para cada una hizo su religión, pues, metiéndose cada monje en su celda, vive según las leyes que Dios le inspira.

  No niego ser mayor perfección t la de los religiosos que viven en communidad, que, en fin, donde hay más mortificación y rendimiento, sujeción y negación propia, mayor mérito y perfección. Lo que alabo es la benignidad de Dios, su mansedumbre y piedad, según la cual quiere llevar a cada uno con gran suavidad y según la parte a que se inclinó y por do corre su inclinación y natural. Y así digo que, cuando yo vea que en hábito, religión o leyes me diferencio yo de mi hermano, no por eso lo tengo de envidiar o mirar con ojos diferentes, sino alabar a Dios que, por no sacar a cada uno de sus casillas -como decimos-, gustó y quiso hacer el vestido de su esposa con variedad de colores, acommodándose al u color de la lana de la tierra donde estaba. Que, aunque en el cielo todos han de estar con estolas blancas lavadas en la sangre del Cordero 13 y vestidos de aquellos dotes de gloria, pero acá abajo, donde esta soberana sangre hace mill visos dando a unos ánimo y esfuerzo para mártires, a otros perseverancia para confesores y a otros fortaleza para vírgines, es fuerza que esta Iglesia, esposa de Cristo, vista de variedad de colores. [180r] Puesto caso que todas se ponen en este soberano vestido, nadie tiene que agraviarse si no le cupo el color tan fino, que la fineza no le viene de ser lana de una oveja rañaso 14 como yo, sino v de haberla Dios aceptado y escogido para que fuese manto y cobertura de su soberana y divina esposa.

  Esto he dicho porque si en algún tiempo Dios concertare estos conventos de que vamos diciendo para nuestros sanctos padres, cada uno esté contento con su suerte y lo más o menos no sea causa de emulación o envidia, si no fuere la espiritual, la que causa en mí nuevos bríos para que nadie me pase en la penitencia y el w agradar a Dios.

 

 




1 Cf. Cant 1,6.



2 Cf. Cant 3,2-3.



3 Cf. Cant 5,3.



a  in terra sobre lín.



4 Sal 43,25.



5 Cf. Epistulae, 254,4: "...profecto nolle proficere deficere est"; "...nolle proficere, non nisi deficere est".



b  sigue de tach.



6 Del himno Te Deum laudamus.



7 Cf. Ez 1,17.



c rep.



8 Cf. Mt 7,26-27.



9 Cf. Ef 2,20. Según santo Tomás -quien alega el comentario de la Glosa a Sal 74,4 ("ego confirmavi columnas eius")- "apostoli per adventum Spiritus Sancti confirmati fuerunt in bono" en virtud de una gracia especial "quia erant quasi fundamentum et basis totius ecclesiastici aedificii; unde eos firmos esse oportuit" (QD De veritate, q.24 a.9).



d  sobre lín.



e sigue amor tach.



f   sobre lín.



g sigue fri tach.



h sigue no tach.



i sigue aq tach.



10 El P. Maestro Fr. Diego de Avila, a la sazón (1608) vicario provincial de Andalucía.



j  sigue y odiosa tach.



11 1 Cor 9,15: "Bonum est enim mihi magis mori, quam ut gloriam meam quis evacuet".



k sigue lo tach.



12 Cf. Jue 7,16-20.



l  corr. de gentente



m corr.



n sigue a tach.



o sigue y tach.



p  sigue y tach.



q sigue se tach.



r  sigue que tach.



s ms. edan



t sigue de tach.



u corr. de ala, sigue co tach.



13 Cf. Ap 7,14; 22,14.



14  Al parecer, de raña, terreno de monte bajo.



v sigue que tach.



w sobre lín.






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