Índice: General - Obra | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText
San Juan Bautista de la Concepción
Obras III - S. Juan B. de la C.

IntraText CT - Texto
Anterior - Siguiente

Pulse aquí para activar los vínculos a las concordancias

- 752 -


CAPITULO a [55] EN QUE SE PREGUNTAN LAS CAUSAS POR QUÉ UN RELIGIOSO DEBE IR A SU TIERRA

 

 

  Este capítulo yo no quisiera scribirlo porque ha de salir murmurado por cualquier parte, si se dicen las causas por qué debe ir y las causas por québ no debe ir a su tierra. A los muy religiosos es cierto y con justa razón les ha de parecer mal dejar puerta abierta y que haya quien halle razones para una cosa tan contra razón como salir un religioso de su casa y recogimiento para ir a la tierra que, por haberla negado tantas veces, ya no es suya. Y, por el contrario, a los tibios y flojos [204v] les ha de parecer estremado rigor y género de crueldad negar esto de todo punto. Y pues yo no scribo leyes ni constituciones daré aquí, por una parte y por otra, las razones que más parecieren convenir para negar lo uno y conceder lo otro, pidiéndole a Dios nos dé a todos tal spíritu que siempre nos parezca mejor lo más riguroso y religioso.

 

 


- 753 -


1.  Los que buscan excusas para ir a su tierra

 

  Todo el mundo y en todas las religiones se concede que estos términos: "A mi tierra voy, de mi tierra vengo, pido licencia, busco quien me la pida, a ver a mis padres, a consolar mis parientes", son términos de relajación, de religiosos sin oración y sin gusto en sus conventos. Son términosc de hombres que se vendieron a la religión por algún interés, dejando en el siglo los tres cuartos con el alma, dando a su religión sólo la sombra de su persona y el cuerpo muerto, atado o forzado, pues sus deseos son de volverse al mar donde salieron. Son como los tentados y perturbados hebreos, que, siendo regalados y defendidos de Dios en el desierto d, les venía el olor de sus ollas podridas de Egipto e y, siendo nobles y baptizados con este nombre de pueblo escogido de Dios, querían ser más villanos con los egipcios comiendo pepinos y cebollas 1. Gente que, por no haber barrido y limpiado como debían el alma de los retratos, dibujos y pinturas del mundo, se quiere volver mundano. Hombres en quien más pesa un puñado de tierra y una poca de carne y sangre hedionda -que sacada de su asiento no vale sino para los perros o gusanos- que una longura y grandeza de cielo. Es gente partida y dividida que da lo menos a Dios, pues a cabo de años dispierta con mal de madre, visita de padre y fiesta de la tierra.

  ¡Ay, mis charíssimos hermanos!, cómo no sé cómo llame a éstos que, por su antojo y parecer, buscan achaque para ir a su tierra y a visitar a sus amigos, que los aborrezco como si fueran más que del siglo, y más lo deben de ser pues de Dios y la Religión no quieren más que la honra y el sustento, y las fiestas y contentos en su tierra. Llámolos amancebados con Dios, que no quieren más de comerle lo que tiene y hurtarle sus vestidos y volverse a su tierra, con quien están casados. Son como las grullas, cigüeñas y golondrinas, que de cada tierra toman lo mejor y el tiempo más apacible; de la Religión, el hábito y la honra y de su tierra, las comidas, el paseo, la fiesta y entretenimiento. Están en los conventos los veranos y no les falta una calenturilla por los cerros de Ubeda para el invierno, cuando dicen son buenas las lumbres de su tierra. Y si el verano es mejor en su tierra, luego se fingen veraniegos, que están en los güesos, que no comen, que siempre por aquel tiempo enferman si no comen de la buena fructa de su tierra y gozan de la güerta de su padre y comen [205r] higos de las higueras del vecino.

  Gente cuyas enfermedades se curan barato con el aire de su tierra. Que, como el enfermo es de aire, es bien sea el médico de aire, y f aire de tierra, que no puede ser sino corrompido e inficionado, pues


- 754 -


pasa por casa de mis padres, parientes, amigos y conocidos. Y así es ordinario los tales aires dejarlos inficionados y perdidos y aun para no aprovecharse de ellos la Religión, como aquellos g que, por darles un mal aire, quedaron contrahechos, tullidos, paralíticos y sin juicio.

 

 

2.  Lo que pasa al religioso en su tierra

 

  Y si no digo verdad, sólo ruego, cuando viene un religioso de su tierra a cabo de quince días, le echen el ojo y verán si viene cual fue, si está de provecho por mucho tiempo. Busquen en él la modestia, silencio, recogimiento y presencia de Dios que llevó, y hallarán que, como corderillo, se dejó toda la lana enzarzada en casa de sus padres y parientes h, pues unos, con su mucho parlar, le quitaban el silencio y otros, con su mucho comer, la abstinencia. Y por decir que es hijo y todos de casa, lo desenvuelven y quitan la modestia. Y para que, juntamente con esto, no haga cosa buena, no falta una beata en su pueblo que le quite la disciplina para reliquia y colgarla en un clavo, y otra doncella que dice quiere ser monja, que le pida el librito de devoción. Pues si se tarda tantico en rezar las horas que tiene obligación, toda la vecindad sabe que su hijo es un sancto y que no entiende sino en rezar; y luego no falta una vieja que venga a reñir a sus padres: ¿cómo consienten que, por cuatro días que su hijo vino a se holgar, haya de estar rezando todo el día? Pues ¿cómo guardará la abstinencia el que su madre está soñando de noche lo que su hijo almorzará por la mañana? Y ¿cómo guardará clausura al que le dicen vaya a i hacer ejercicio porque come en casa del tío y que es menester cumplir con el tío j; que ha ocho días que busca regalos y apenas se ha levantado de la mesa cuando ha de merendar porque vienen las primas a verlo?

  Pues ¿qué diré del rigor del vestido, pues, cuando la madre le ve los pies descalzos, hace escarpines de sus manos y se los calienta y dice no salga de la lumbre no se los enfríe, que se ponga la camissa de su hermano por ocho días, que poco inporta, que nadie lo sabrá, que algo se ha de disimular en casa de la madre, y que se vista el hábito nuevo, que algo ha de llevar de su casa? Pues decid que os queréis echar en el suelo o sobre un arca, os mirarán veinte por los resquicios y os cogerán en volandas y echarán en la cama con siete colchones. [205v] Decid que queréis [ir] a visitar el Sanctíssimo Sacramento, os dirán que se queja la vecina que a todos los visita el fraile hijo de fulana y no ha entrado en su casa, y que en verdad que no tiene razón, que no se lo debe. Pues ¿qué presencia de Dios podrá tener al que le tienen todo el día en una silla mill mujeres y viejas impertinentes que, en preguntándole cómo viene y cómo está, se les va todo el día de tratar de sus pollos y gallinas, de sus cochuras y sembrados? Y dicen es mala crianza salirse de allí y no hacerles presencia, dejando la de Dios y


- 755 -


tiniendo la de mujeres parleras. Pues ¿qué cuando viene el cura y los clérigos amigos con quien se crió en la universidad, en la scuela y los estudios? La primera conversación es de los perros que mataron, las travesuras que hicieron, las noches que rondaron y los días que jugaron. Pues k decidles que no hagan l o digan eso, que ya aquel tiempo se pasó, os dirán: ¡Ea, padre, que todos somos de la carda, todos sabemos rezar y tratar de Dios dello con dello! Y os trairán mill refranes m diciendo que cada cosa a su tiempo y nabos por adviento.

  Es imposible decir en muchos pliegos de papel lo que al pobre religioso le pasa en su tierra. Con esto concluyo, con que él no hace cosa buena y nada de lo que acostumbraba en su convento.

 

 

3.  Consecuencias al volver al convento

 

  Pues échenmele el ojo a este que aquí queda pintado cuando venga y verán si trai pintura de la que llevó, porque todas se borraron para los dibujos n y retratos de paramentos que en él hicieron tantas novedades y cosas contrarias de que usó. ¡Qué bien comerá escudilla de coles a solas el que por los pocos días que allá estuvo comió potajes de madre, sopas de parida y meriendas de primas! ¡Qué bien guardará silencio el que por fuerza o grado le hicieron perder su mesura en el hablar y parlar! ¡Qué bien estará recogido el que viene atronado y harto de pasear las calles y sembrados de padres y parientes! ¡Cómo irá a maitines al que le guardaban el sueño a las ocho del día! ¡Cómo ayunará y pasará con una comidilla el que por necesidad le hacíen comer tres veces y por cumplimiento seis! ¡Ay, fraile mío, cómo te diera yo antes licencia para que te fueras al siglo que no para que fueras a gozar un mes de esta vida y me la traigas al convento, parlando con tus amigos y contando todo lo que te ha pasado, relamiéndote y saboreándote con los sorbos de agua turbia que bebiste en Egipto! ¿De qué sirvió tu ida sino de echarte a perder? ¿De qué sirve tu venida sino de inficionar [206r] la gente de casa?

  Bien sabes tú, Dios mío, hablo de experiencia y que jamás fue o envié fraile a su tierra que sus compañeros y amigos no quedasen como pájaros en manada, que si uno se levanta para irse, los otros quedan revoloteando, y si viene como viene el pajarillo contento y cantando, convida a los otros que den una voltezuela. Y así, en viendo que con uno se abre la mano y da licencia, luego la quieren los otros y train razones, aunque humanas, que hacen fuerza: que no hay más razón con el otro que con él y que más tiempo ha que él no fue y que sus padres son más viejos y él más achacoso. De estas razones desenvuelven una carga que tienen pensadas quince días antes que se atrevan a pedir la licencia, porque esta ida a la tierra viene con vigilias, vísperas y octavas. Las vísperas son que dende que piensan ir a su tierra enpiezan


- 756 -


a dar punto y puntada en los pensamientos sanctos y en el fervor con que acudían a las cosas de Dios, porque, como se enpreñaron con la tierra, quedaron pesados y hasta que paran no tiene remedio de que acudan si no es a su antojo. Y después de haber ido y venido y parido o, quieren celebrar las octavas y regalen a la parida. No sé qué me diga, que me ofende tanto a las orejas esta materia que estaba por decir mill disparates contra los que toman en su boca irse a holgar a su tierra. Y una vez que el fraile me pidiese la tal licencia, le echaría yo calza para tenerle por hombre de tierra, como dice el Spíritu Sancto: Qui de terra est, de terra loquitur 2; [terra es] et in terram ibis 3.

 

 

4.  Algunas razones que se suelen alegar

 

  No ahoguemos a estos tales religiosos, dejémosles alegar de su derecho y veremos las razones que tienen. Y yo, en su nombre, podré [alegar] las verdaderas que con ellos me han pasado.

  Dicen recibieron una carta de su hermana que estaba afligida, porque ha reñido con su marido y no tienen paz, y que es menester ir allá a hablar a su marido y que sepa tiene hermano que la favorece para que otra vez no se atreva, que para eso son los hermanos y religiosos: para poner paz y quitar discordias, particularmente entre sus hermanos y cuñados. Esta razón y carta ha venido a mis manos para que yo me mueva a dar la tal licencia. Lo que yo he respondido al fraile es que scriba a su cuñado que, si su mujer y hermana no es buena, le dé otra vez de palos; y que es bien, para que sepa una mujer ha de ser humilde con su marido, que no tenga alas con su hermano ni lo vea en su vida, que es bellaquería y traza del diablo para sacar al religioso [206v] de su convento y se entre en los inconvenientes dichos que lo aguardan en su tierra. Váyanse con quien quisieren y, si ellos riñen, desriñan y pónganse en paz. Si ellos se mesan y dan de mojicones sobre si es tordo o torda el pájaro que se puso sobre la chimenea y a la noche duermen en una cama y a la mañana comen su olla, ¿por qué ha de ir el pobre religioso descalzo, desnudo, a cansarse por los caminos, a desenojar la terca de su hermana y el desatinado de su marido? Y al cabo de la jornada le preguntarán al fraile piojoso si lleva dineros con que hacer las paces de las riñas pasadas; que ellos apaciguaron con una libra de guindas o con el dicho y la mudanza de periquillo; y para engañar al pobre fraile le dicen que, en el puncto que supo su marido que habíe enviado por su hermano, se apaciguó y temió. Que, si él no temiera más el p hocico y gesto de perro que le hace su mujer enojada, se estuvieran de una manera. Replica y dice mi fraile y licenciando en la tierra que sus hermanos son nobles principales


- 757 -


y que sus enojos son graves, de mucho ser y peso, y que no es lazada que se quita de esa manera porque ha tantos años que dura, que es menester su presencia, que la charidad obliga particularmente a los hermanos. Respondo que, si ha tanto tiempo que dura aquella enemistad, ¿cómo la quiere él deshacer en ocho días, que es la licencia más larga que damos entre nosotros? Y si no es lazada, sino ñudo ciego, mejor será ayudarlos en su convento con seis disciplinas y cuatro horas de oración y encomendárselos a los padres de la Compañía de Jesús, que tienen prática de eso, lo profesan, saben y gustan, y no un pobre fraile, que no le han enseñado más de abajar los ojos y traer presencia de Dios.

  Viene otra carta: que quieren casar a su hermana y que está detenido el casamiento hasta que él vaya para que dé su consentimiento y vea lo que le parece, que ya sabe lo tienen en lugar de padre y que es bien lo muestre en esta ocasión. Respondo: ¿qué sabe un fraile descalzo de casamientos? Quien se ha de contentar de las personas no son ellos. ¿Ha él de vivir con el hombre o con la mujer que haya de ir a hacer información del natural, condición o propiedades que tienen? Infórmense ellos y, si se engañaren y a los ocho días se dieren de palos, más vale que no haya ningún tercero en medio y que diga el desposado: "¡Si aquí estuviera el frailecito que andaba hecho zaranda de casa en casa, engañándome [207r] con la tigre de su hermana, yo sé cuál le pusiera de la corona abajo para que otro día no se haga casamentero!". Pues ¿qué si su hermana es la agraviada? Eternamente no la desagraviará aunque la vaya a ver de ocho a ocho días y la envíe mill regalitos y juguetes. Dicen que no, que ya están satisfechos de las personas, que ella es muy dama y él muy gentil hombre -quiera Dios que dure-, que vaya para deslindar los linajes, que ya sabe que esto inporta mucho y que a él, aunque sea fraile, le q cabe parte. Respondo que ¿quién le mete al fraile en deslindar linajes y desenterrar muertos, y que se tope con un vivo que le amollente los güesos o lo afrente porque deje a los que ya pasaron de este mundo al otro? Dicen que no, sino que vaya a concertar el dote, que sólo en eso se repara. Respondo que él no lo ha de llevar, pues es pobre desnudo, ni ha de engañar haciendo inventario de la viña decepada y de la haza erial y casa caída, y que las trapazas y marañas que en esto se usan no las ha de usar un fraile descalzo.

  Viene otra carta de sus padres llamándolo: "Hijo de sus entrañas, consuelo y vida nuestra. Bien sabéis que no hemos tenido otro que tanto hayamos querido. Yo estoy viejo y vuestra madre enferma y será bien veros antes de que de este mundo partamos r. Vuestros hermanos os desean, vuestros parientes preguntan por vos cada momento. Pedí licencia a vuestro prelado y dadnos una buena vejez". Si todo s esto fuese verdad, pienso es la razón más fuerte que pueden hacer para mover a un prelado a que dé licencia. Pero lo más es mentira, porque


- 758 -


ni su padre está viejo ni su madre enferma, ni se les da una arveja por verlo, que no tienen en qué entender. Sino, porque soñó su madre que su hijo el fraile estaba malo, fingieron la vejez en su padre y los achaques en la madre, y porque una vieja preguntó por Periquito el fraile t a su madre, derramó unas poquitas de lágrimas y, para acallarla su marido, enviaron la carta con las palabras blandas de "hijo de mis entrañas". Las cuales leídas por el frailecito u, fácil se inquietó y perturbó hasta que halló quien le alcanzase la licencia. Que con un par de disciplinas se sosiegan y quietan los humores y tornan las cosas como estaban.

  Si no tiene padre v, viene otra carta w de los hermanos que dice: "Hermano y padre nuestro, bien sabe vuestra merced que siempre lo hemos tenido por amparo y con su sombra nos hemos honrado. Los trabajos que nos han sobrevenido [207v] después de la muerte de nuestro buen padre son muchos y grandes. Pida licencia al padre ministro y vénganos a consolar. Así lo consuele Dios y no traiga licencia corta, que ya lloramos el día que se ha de volver, etc. x". Respondo que la pobreza mejor se pasa a solas que con compañía, y compañía de un fraile descalzo que no lleva bolsa, que ha de ser fuerza regalarlo y darle bien de comer por la honrilla, aunque se venda el torno y la manta de la cama; y que, después de haberse vuelto a su casa, quedándose con el gasto hecho, quedan diciendo: "Mejor se estuviera noramala en su convento que no venirse las manos en el seno a comernos nuestra pobreza. Fraile bordonero, ¿cómo tomó hábito tan piojoso? No es de esta manera el fraile de Fulano, que viene las manos llenas de las cosas que le dan sus devotos y devotas". Por otra parte, el fraile viene afligido por haber visto con sus ojos la pobreza de sus hermanos sin la poder remediar; vive inquieto, traile el demonio mill pensamientos: si fuera prelado, si pudiera remediar aquellos trabajos; en esto gasta la oración, en esto va y viene hasta que Dios le borra y de la imaginación la representación de la pobreza de sus hermanos. Y en esta ocasión, bueno está el fraile en casa y no ir a llorar duelos que se remedian mejor con oraciones que con cuitas y palabras.

  Si el fraile es sacerdote z, viene otra carta que dice: "Hijo mío, mi sacerdote y predicador, después que tuve nuevas que os habéis ordenado y que ya predicáis, ni duermo de noche ni reposo de día, que todo se me va en pensar cuándo os tengo de ver en el altar y en este púlpito quitando mill canas a vuestro padre y a mí, etc. a". Respondo que "no hay profeta acepto en su tierra" 4 y que no ha menester ir a predicar a su tierra y donde están sus compañeros y conocidos; donde en acabando de predicar le dicen -como yo lo he visto y oído-: "Mira Fulanico, que ayer andaba haciendo mill travesuras, cogiendo pájaros y


- 759 -


matando perros, ¡quién pensara!". Y no sólo no se aprovechan de los sermones, sino desacreditan el lugar por ver una mudanza tan repentina en el que ayer era niño estar hoy haciendo officio de predicador. Y si cantó missa, yo le diré cuándo ha de ir a que la oigan sus padres, que tiempo ha de haber en que se conceda algo de tanto como aquí se niega.

  Fuera nunca acabar decir ni recitar las inpertinencias con que los padres y parientes inquietan a los pobres [208r] religiosos para sacarlos de su recogimiento y clausura. Sé decir que el prelado ha menester harta fortaleza para defenderse y no poner un religioso en ocasión de que en ocho días pierda lo que ha ganado en ocho años, particularmente si esta licencia la pide tercero, que no le habéis de preguntar la causa por qué el tal religioso ha de ir a su tierra.

 

 

5.  La excusa de la enfermedad

 

  Los propios religiosos suelen pintar otra necesidad, más aparente que las que hemos dicho, que es cuando están malos, cuando no pueden convalecer, y más que ayuda el ahorro del gasto del convento. Esta es una causa que ha licenciado a los muy siervos de Dios y dispensado la religión más estrecha y retirada, porque se juntan muchas cosas: el deseo que el religioso esté bueno, la charidad y piedad que mueve a compasión de verlo padecer, el ahorrar el gasto del convento de la enfermedad larga, el médico cuyas letras se atajan presto, por donde hallan imposible la cura si no es remitiéndola a su tierra. Pluviese a Dios estas razones se mirasen con los ojos del spíritu, que yo sé quedarían todas deshechas.

  Dicen que es trabajob ver padecer al enfermo. Mayor lo será echarlo entre seglares, los cuales, si se apiadan del enfermo, es por cuatro días mientras algunas razones naturales les obligan, las cuales presto se gastan y dan de mano alc enfermo. ¿Qué tiene que hacer la charidad y amor sobrenatural del religioso con el amor de los padres? El mismo Dios por su propheta lo dice: "La madre se olvidará de su infantillo, pero yo no podré olvidarme" 5. Es amor, aunque de padres, de carne, que se marchita como la flor del campo. El d amor del religioso es fuego divino que, mientras más leña e le echan, más arde y, mientras más enfermos tiene y más trabajo, más en su punto está. Y si tienen deseos f que esté presto bueno, ¿por qué lo echan de casa, imposibilitándose los deseos que dice tienen de alcanzar lo que desean por propias diligencias? Lo que es el ahorrar el gasto, hacienda es la de la communidad de los enfermos y para eso lo da y envía Dios. Si al médico se le acabó la sciencia, no se agotó la de Dios, que, cuando él quiere, resucita


- 760 -


muertos y sana enfermos, y las oraciones de sus hermanos muchas veces son más poderosas que cuantas medicinas hay en el mundo.

  Terrible cosa es que nunca un religioso tenga tanta necesidad de su convento y recogimiento como para la enfermedad y muerte, y que para entonces lluevan razones para echarlo de casa, tornarlo al mundo g y meterlo entre seglares. ¡Qué de ellos hemos visto ir a convalecer a sus tierras [208v] que, saliéndoles al revés, quisieron huir a sagrado y no pudieron correr tanto que no llegase antes el alguacil de la justicia de Dios y le echase mano y metiese en la sepultura, cárcel y calabozo de aquí a la fin del mundo! La cual muerte la tengo yo por desdichada, pues se trocó por la muerte tan dichosa que tienen los religiosos en sus conventos. Y si no, digan o miren la diferencia que hay cuando muriendo uno está cercado de sus padres, que le lloran, y de gente que no sabe deciros una buena palabra, a los h millares de siervos de Dios que os cantan y en vida se os enpieza a mostrar un retrato del cielo, que mediante la misericordia de Dios gozarán en muerte. No quiero reprobar más esta razón del enfermo, que si él no lo estuviese del alma, no buscaríe para su mal medicinas de su aldea, sino gracia y favor del cielo.

 

 

6.  Dos solas visitas a la propia tierra

 

  Veamos ahora en qué ocasión le será lícito ir [a] nuestro religioso a su tierra, que alguna ocasión ha de haber. Yo digo -salvo mejor juicio, y si no digo bien quedo aparejado a desdecirme- que en dos ocasiones: una en vida de sus padres y otra en muerte.

  La que es en vida, escojan ellos el tiempo: si es mejor cuando canta missa, cuando predica o cuando haya ocho o diez años que es religioso y ya la justicia y razón pide que dé a sus padres cuatro buenos días. En los cuales ha de procurar mostrarse tan desasido que con facilidad lo dejen tornar a ir, y no quede hecha la cama y movidos los afectos para que quieran torne el verano que viene. Estos días, si mostrare ser su hijo, muestre primero ser religioso y siervo de Dios. No dé lugar a que nadie de los amigos viejos se le atrevan con palabras ni obras. Trátelos como hombre que no los ha de tornar a ver. No pierda nada de lo que del convento lleva, de las virtudes -digo- y perfección.

  Su plática sea toda muy spiritual, de suerte que lo que debe a los padres en carne y sangre lo pague en spíritu y verdad. Si no fuere hombre de letras para poderles hacer pláticas formadas y discretas, enséñeles cómo tendrán un ratico de oración, cómo se ocuparán y ejercitarán algunas buenas obras; hacerlos devotos del rosario de la Madre de Dios y amigos de los pobres; enseñarlos que sean amigos de pobres, que amen a sus enemigos i, aborrezcan los malos para tratar y aprender de ellos; que aprovechen el tiempo y ganen virtudes; que estén


- 761 -


siempre ocupados y en casa algo recogidos; que doctrinen sus hijos y enseñen bien a sus criados; que busquen j la paz y amen la quietud; que huigan los [209r] bandos y aborrezcan las perturbaciones de los pueblos; que procuren limpieza en el alma y castidad en el cuerpo cuanto en sí fuere; que miren lo que hablan y lo que oyen, pues en entramas cosas con livianas ocasiones se suelen hacer grandes peccados, con la lengua murmurando y con las orejas oyendo y escuchando cosas ilícitas; que no juren ni jueguen; que en adquirir bienes no sean codiciosos y en el repartirlos sean largos; que procuren siempre oír missa y nunca faltar a los sermones.

  Todas estas cosas y otras semejantes son muy ordinarias entre seglares y casados y de éstas puede tomar ocasión el hijo religioso para estar un poquito con su madre o padre, que, dicha cualquier doctrina con un poquito de spíritu, viendo que es su hijo el que se lo dice, amarán sus palabras y tomarán sus exemplos. Bien entiendo que, si todos son como yo, que en algunas ocasiones que fui a nuestra tierra siempre me andaba escondiendo de mis padres, porque tenía vergüenza de hablar delante de ellos. Pudo ser en mí cobardía o algún respecto particular por conocer en ellos harta k más virtud que en mí podía haber. Pero los demás religiosos serán muy sanctos y tendrán más fortaleza para hablar delante de sus padres, hermanos y amigos, a quien con mucha blandura y prudencia les podrá decir: Yo, padres, por mis peccados, nunca jamás acabo de ser quien debo, siempre me soy malo y siempre espero que la Sanctíssima Trinidad, cuyo hábito traigo y en cuya casa vivo, me ha de hacer muy su siervo; así no podré decir ni enseñar lo que yo hago, pero diré a vuestras mercedes los exemplos y doctrina que he oído y algo de lo mucho que mis maestros me han enseñado. Entonces, si en sus padres, con celo de su aprovechamiento, hubiere visto algún defecto, acerca de aquello podrá decirles lo que hubiere oído o leído o Dios le hubiere enseñado en la oración, que no ha de ser un religioso tan corto que sobre cualquier cosa no sepa decir cuatro razones con que procure persuadir a sus padres a amar la virtud y aborrecer el vicio. Y si fuere tan corto que nada supiere, tome un libro y léales algún rato. Aquellas sentencias o doctrina que leyere, apóyela y tórnela a repetir con palabras amorosas. Cuénteles la vida de algunos sanctos, las costumbres de los religiosos que él supiere son más siervos de Dios.

  Estas han de ser las fiestas de los religiosos en sus tierras, no andar por los campos ni pasear las calles, ni visitar los vecinos. [209v] Si alguna vez se juntaren muchos parientes o amigos o bandadas de mujeres, no les deje hablar inpertinencias ni palabras ociosas. De cualquier cosa que hablen, tome la mano y tuerza la plática para tratar cosas de Dios. Pongamos exemplo. Dícenle: -¿Cómo está, padre? Responde: -Muy l bueno, gloria sea a Dios. Dame Su Majestad más salud que yo merezco y más me daría si más la enplease en su servicio, porque,


- 762 -


como Dios es tan amigo de nuestro provecho, nada quiere que esté ocioso en nosotros; y la salud que en su servicio no se ha de enplear, por particular amor que nos tiene, nos la quita. Así me parece a mí que, cuando vuestra merced tenga enfermos, les ha de persuadir, si quieren salud, la deseen para más servir y agradar a Dios. Así sabemos que cuando Cristo m sanaba algún enfermo, luego lo enviaba al templo, a los sacerdotes 6, dando a entender que la salud lo primero para que la daba era para que la enpleasen en orar, rezar y ser sanctos. De aquí puede traer mill exemplos que hay de malos y peccadores a quien Dios ha quitado la salud y la vida porque no la gastaban como debían, como el padre que le quita la bolsa y ocasión de desperdiciar dineros al hijo que no tiene discreción para los gastar como debe. Y a muchos siervos de Dios, en ocasiones de enfermedad, les ha dado mucha salud y vida como gente que bien logra el talento 7.

  Pongamos otro exemplo de las conversaciones de los labradores y de sus ordinarias preguntas. Dirán, en preguntándole cómo está, luego dicen: -¿Qué le parece, padre, del tiempo? Responde: -Bueno, pero corto para acudir a nuestras obligaciones, largo lo pasado y corto lo por venir, pues no sabemos si hemos de vivir un día; grande aflición, señor hermano o vecino, si para cuentas tan largas de tantos años como hemos vivido no nos diesen de término más de un día y ése no sabemos. El tiempo pasado siempre fue mejor que el presente 8, y la razón es porque el pasado fue cierto y [el] presente dudoso, que no sabemos qué nos sucederá en él. Diga de la velocidad dél, cómo se va, cómo lo perdemos y la poca cuenta que tenemos en detenerlo y aprovecharnos dél, lo que dieran los condenados por una hora para en ella hacer estrañas y crueles penitencias. Desta manera puede n trocar la conversación y de humana volverla divina, aprovechar [a] sus parientes y dar buen exemplo.

  Podrá llevar algunas cuentas benditas, si las pudiere alcanzar, scapularios y algún librito de indulgencias, que siendo [210r] tan pocas veces, como queda dicho, las que un religioso va a su tierra, no se le hará dificultoso al prelado darle estas reliquias que digo para sus padres y parientes.

  La segunda vez que debe ir a su tierra ha de ser en muerte o cuando sus padres se mueren o cuando murieron, a decirles alguna missa y responsos, a consolar a sus hermanos y darles algunas sanctas reglas y modo de vivir sin padres, particularmente si son mozos. ¡Ojalá yo tuviera aquí lugar de scribir lo que es lícito decir a una hija sin madre y a un hijo sin padre! Dios le dará en aquella ocasión, en la cual enseña Dios que, cuando falta el padre y la madre, él es el que ocupa aquel lugar, dejándolo mejorado y trocado de padres de carne por padre de espíritu, que es Dios. Con esta visita, puede venir despedido


- 763 -


de su tierra para siempre jamás, aguardando siempre, cuando quiera Dios, vaya a ver y gozar la tierra de los que viven 9, que no tendrá los peligros que tiene en esta de quien hemos hablado.

  Yo no me he atrevido a tratar de esta tierra que llamamos nuestra si no es con todos estos aditamentos y remiendos. Y quiera Dios, cuando de ella tornemos, no volvamos rotos y necesitados del reparo de algunas quiebras que, por no guardarnos bien, hecimos en algunas ocasiones, etc. o

 

 

[212r]     Jhs. M.ª

 

 




a  sigue por las ca tach.



b ms. por



c  sigue q tach.



d sobre lín., en lín. Egipto tach.



e sigue de los villa tach.



1 Cf. Núm 11,5.



f sigue de tach.



g  sigue pe tach.



h y parientes sobre lín.



i sigue as tach.



j sobre lín.



k  sigue ded tach.



l sigue eso tach.



m sigue que cad tach.



n sigue de tach.



o  y parido sobre lín.



2 Jn 3,31.



3 Gén 3,19, según la versión de los Padres.



p sigue hocig tach.



q  sigue q tach.



r sigue p tach.



s sobre lín.



t  sigue derra tach.



u sigue fray tach.



v Si-padre al marg.



w sigue que dice tach.



x sobre lín.



y corr. de porra



z Si-sacerdote al marg.



a sobre lín.



4 Lc 4,24.



b  sigue p tach.



c sigue la tach.



5 Cf. Is 49,15.



d sigue de tach.



e corr.



f sobre lín.



g  sobre lín., en lín. siglo tach.



h corr.



i sigue ap tach.



j  corr.



k ms. hartas



l sigue gl tach.



m  sobre lín., en lín. Dios tach.



6 Cf. Mt 8,4; Lc 17,14.



7 Alusión a Mt 25,14ss.



8 Cf. Ecl 7,11.



n corr.



9 Alusión bíblica ("in terra viventium"): Sal 26,13; 141,6; Is 38,11; etc.



o  sigue espacio en blanco hasta f. 212r.






Anterior - Siguiente

Índice: General - Obra | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText

IntraText® (V89) Copyright 1996-2007 EuloTech SRL