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San Juan Bautista de la Concepción
Obras III - S. Juan B. de la C.

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CAPITULO [59] DE LOS DIFUNTOS

 

  Este capítulo está bien a la larga tratado en nuestro ceremonial, y así poco o nada habrá que decir, sólo pedir con encarecimiento se haga con grandíssimo cuidado lo que allí se manda y se tenga grande cuenta, en viendo al enfermo de peligro, con que se le diga alguna missa y ofrezcan muchas oraciones de toda la communidad. Y en particular, cuando así lo vieren afligido o necesitado, baje toda la comunidad delante el Sanctíssimo Sacramento a hacer alguna oración, o plegaria delante de la imagen de nuestra Señora que allí hubiere. Ténganse algunas disciplinas, dése licencia a los particulares para que hagan por los tales enfermos algunas penitencias. En la última hora en que fuere Dios servido de llevar para sí al tal enfermo, baje toda la communidad; unos con él y otros delante del Sanctíssimo Sacramento procuren encomendarlo a Dios con grandíssimas veras y pedirle le ayude en aquel paso y lo saque con victoria. En el puncto que muera, si fuere hora de missa, no se aguarde, sino que al instante se le digan algunas missas y ofrezcan méritos de todos los religiosos de casa. Aquella noche que murió se tenga disciplina conventual por él con oración particular de difuntos.

  En nuestra sagrada Religión se acostumbran a decir tres missas cantadas en el convento donde muere y el primer día el officio entero de difuntos y esotros días una vigilia; cada sacerdote le dice tres missas. En todos esotros conventos se le dice una missa cantada y cada sacerdote una missa rezada. Y ahora que tenemos pocos conventos y pocos sacerdotes, pueden los hermanos ministros añedir lo que mejor les pareciere,


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que toda es obra de charidad ofrecida por nuestros hermanos, de que nosotros hemos de tener necesidad otro día.

  Entre nuestros padres del Paño se acostumbra que por nueve días se pone en el refectorio, en la sesión y lugar donde se asentaba el tal difunto, un tafetán negro y una cruz, y se le pone la propia ración y comida que se le daba al tal religioso cuando estaba bueno; y en acabando la comunidad de comer, se lleva aquella sancta ofrenda a un pobre necesitado, que ruegue por él. [225r] Tengo esto por una sancta costumbre, y que seríe de grande charidad y muy acepta a se hiciese entre nosotros. Yo confieso que, como me considero tan necesitado para aquel tiempo, deseo sea mucho lo que se hace por los tales difuntos.

  Todos los coristas que no son sacerdotes deben decir, por el religioso que muere en la propia casa, tres officios enteros de difuntos y, en las otrasb casas, un officio. Los hermanos donados y legos, nueve partes del rosario. Y siempre deben tener mucho cuidado de encomendar a Dios a los religiosos difuntos de la propia Religión.

  Cuando se muere algún padre de religiosoc, se le dice una missa cantada de difuntos en el convento donde su hijo está y, si es sacerdote, se le da licencia para que le diga tres missas. Si el difunto es hermano de religioso d, tiene el ministro cuidado de darle licencia al tal religioso para que haga algún bien y diga alguna missa por su hermano. Si el difunto es hermano en los pueblos donde los religiosos acuden a pedir y a hacer sus demandas, en el convento de donde es hermano, se le debe decir una missa cantada, en agradecimiento del bien que hizo a los religiosos de aquel convento, y el prelado tendrá cuenta de pedir a todos lo encomienden a Dios e.

 

 

[225v]     Jhs. M.ª

 

 




a  sobre lín., en lín. loable tach.



b sigue uno tach.



c sigue si su tach.



d sigue s tach.



e sigue espacio de 17 lín. en blanco.






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