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San Juan Bautista de la Concepción
Obras III - S. Juan B. de la C.

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CAPITULO [63] DE LO QUE HACEN LOS RELIGIOSOS CADA UN AÑO EN PARTICULAR

 

  Puesto caso que lo que hacen los religiosos cada día, cada semana y cada mes es también de todo el año, duplicado por el número y multiplicación de los días y semanas y meses que tiene el año, no será ahora necesario tornar a tratar lo que ya queda dicho.

  Sólo digo que cada religioso debe entrar, como dicen, en el principio del año con libro nuevo y considerar que entonces enpieza a caminar y aprovechar en la virtud y cuán poco ha hecho en el año pasado, cuán tibio y flojo ha andado. Debe ser como el codicioso labrador, que, por buenas cosechas que haya tenido, las aguarda mejores en el año por venir y así sale con nuevo brío y ánimo para hacer más copiosas sementeras, por ver si se puede desquitar de los menoscabos pasados. Debe considerar el religioso al cabo del año los muchos bienes y thesoros que Dios ha encubierto y tapado en él, y qué poco se ha aprovechado de todos, qué ha hecho de obras -y quizá, por no haber ido tan llenas de charidad, no han dado tanto ni tal fructo como debían-, y cómo, si hubiera obrado según la obligación tenía y hubiera Dios hecho las simenceras que ha hecho en él en otros, ya fueran muy sanctos. Proponga el enmendarse y aprovechar diferentemente. Puede hacer una confesión al cabo del año de cualquier cosa que le parezca le ha dado pena en el discurso de aquel año; que sea como una confesión general. Tenga un sancto por cada un año, a quien de veras se encomiende y que le sea muy devoto.

  En cada un año acostumbra la Religión a decir cuatro officios de difuntos en cada uno de [los] cuatro tiempos del año, conviene a saber, antes de Todos Sanctos, antes de Navidad, [en cuaresma] y por nuestra Señora de agosto, de suerte que ya estén dichas para cuando lleguen esas fiestas o paschuas, en que se les da a los difuntos ese aguinaldo y ayuda de costa para el camino. Porque, así como los hombres poderosos en las fiestas grandes dan grandes limosnas a los pobres, no tiniendo nosotros otro oro ni plata que dar 1, debemos hacer limosna de nuestras oraciones y a pobres que están tan necesitados como las ánimas del purgatorio. Y así, se ofrece el primer officio por nuestros difuntos; el segundo, por los padres difuntos de los religiosos; el tercero, por los bienhechores de la Religión; el cuarto, por todas las ánimas del purgatorio, y particularmente por aquellas que tienen menos que por ellas hagan.

  [228v] Tiene nuestra Religión en cada un año acordarse muy en particular de las obligaciones que tiene a su majestad y al señor duque de Lerma, a quien Dios nos guarde muchos años; y en particular por


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nuestro muy sancto padre, que nuestro Señor le dé nuevas fuerzas para el gobierno y paz de la Iglesia.

 

 

[CONCLUSIÓN]

 

  A este libro sólo le faltan dos capítulos. El uno es de las penas que en la Religión se suelen dar a los que cometen culpas, que es bien esté todo aquí. Podráse trasladar del librito que está inpreso de las actas que este primer trienio hemos guardado. El segundo y último capítulo será de las obligaciones que esta nuestra sagrada Religión tiene a a su majestad y al excelentíssimo duque de Lerma. También están scritas en aquel librito, de donde se podrán sacar. Etc.

 

 


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1 Alusión a He 3,6: "Argentum et aurum non est mihi".



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