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San Juan Bautista de la Concepción Obras III - S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
[CAPITULO 1 EL CONOCIMIENTO DE LA VIRTUD]
1. Lo primero a quiero que notemos -pienso podría engañarme; no sé, así me parece- que la virtud en sí propia no se conoce si no es mediante el ejercicio de la propia virtud, como el humilde humillándose y lab charidad exercitándose en cosas de piedad y charidad. Cuando un religioso está recogido y metido en su celda y trata de sola oración, como este tal no se le ofrece ocasión para ejercitar las tales virtudes que radicalmente tiene en el alma, piensa que carece de ellas porque, como no ve las ramas y el fructo, piensa que su alma está yerta y como un páramo. Y ésta es traza de Dios para mortificar a esta tal alma y que se humille y conozcac por vacía de todo bien y para que le pida a Dios y de nuevo le obligue a nuevos recibos y dádivas.
2. Veamos qué causa da David para madrugar a Dios cuando dice: Deus, Deus meus, [2v] ad te de luce vigilo; sitivit in te anima mea 1; madrugué, Señor, a ti porque la sed que mi alma tenía de ti, me dispertaba y no me dejaba dormir ni reposar. Es llano que hizo Dios a David depósito de mill bienes y arca do se recogieron grandes y copiosas lluvias con que Dios regó su Iglesia. Pues ¿qué hace Dios para que de aquellos bienes no le viniese presunción ni se diese por contento, sino que procurase y obligase a Dios para otros mayores? Hacía que este agua se hundiese y despareciese a sus ojos y que quedase, como él dice, sicut terra sine aqua tibi 2, et sicut uter in pruina 3; como tierra sin agua y como odre vacío al hielo, para que pidiese a Dios con ansias madrugando le matase la sed y acudiese a la necesidad que él echaba de ver que tenía.
3. Cuando una fuente no corre, ya piensan, los que poco saben, que se secó, perdió y que no tiene agua. No es eso, sino que el agua se habrá hundido o ido por otro lugar secreto que nosotros no vemos y el fontanero bien d sabe. El cual con facilidad tornará el agua a que salga, se vierta y todos cojan de ella. ¡Sea mi Dios bendito! Y qué de veces hace Dios esto con almas que las ha hecho depósito y archivo de mill bienes, que con facilidad les quita y priva del exercicio de ellos y los hunde y esconde en lo profundo dél; ama que no parezcan a los ojos de los hombres ni aun a los suyos. Pero Dios, que sabe muy bien y es el artífice, origen y fuente de quien viene todo lo bueno e, quita y
pone el agua de suerte que unas veces corra y se aprovechen de ella y otras se esconda. Pero los que no ven el ejercicio de estas virtudes ya piensan que se perdió y secó la fuente. Y la misma persona, que a sí no se conoce ni la virtud tampoco la conoce en abstracto, se aflige, desconsuela y ya entiende que todo el mundo es perdido. Y es traza, como digo, de Dios para humillarlo.
4. De aquí también quiero que notemos que suele Dios depositar en algunas personas bienes de los cuales la propia persona no quiere que se aproveche así con ellos, sino que sirva a otros y otros se aprovechen de los bienes que en él hay, y a él se le escondan y tapen, y esto también por más humillarlo. Yo me declararé. Suele uno tener palabras para consolar a todo el mundo y no tendrá un solo pensamiento para consolarse a sí propio. Para los demás parece una [3r] oveja y en sus ojos lo representa Dios un tigre. Y ésta es grandíssima mortificación para esta tal alma, porque éstos me parecen como los mayordomos de los señores: que siempre andan cargados de dineros y jamás se pueden regalar con ellos, y así es concierto entre él y su señor que haga el officio con fidelidad y que él le pagará su jornal y partido. Es muy ordinario poner en una persona Dios bienes que ejercite para con sus hermanos y que en su persona él no los gaste, porque así es su agrado: pagarle su jornal y que no se pague él de su mano del dinero y bienes que le tiene entregado. Bien pudiera poner exemplo de algo de lo dicho en Cristo, dispensero de los bienes del Padre eterno, en cuyas manos puso su Padre los tesoros del cielo y de la tierra 4. Este Señor está dando voces y diciendo que vayan a él todos los sedientos, que en él hay depósito de aguas que de veras matan la sed, como dijo a la samaritana: que tenía agua, que el que la bebiese no tendría más sed 5; y por otra parte, lo veo a Su Majestad sediento en una cruz, pidiendo en ella una poca de agua 6. Y lo propio es lo que decía David, en quien puso Dios dos fuentes de lágrimas y doctrina que sirvió de bebida 7 y saludables consejos a todos los varones spirituales, y con todo eso está como el ciervo que desea las fuentes de las aguas 8.
Tanbién podría ser la causa de que esta agua que Dios da y deposita es de la calidad de la que echan a la cal viva y a la fragua encendida, que levanta llama y enciende más fuego, y así más necesitada de agua. Y así, junto con dar Dios bienes, mortifica, porque los propios bienes encienden más el deseo de tener otros y, como crece el deseo, considérase la persona como más pobre, vacío y menesteroso de aquellos bienes que desea.
5. Lo segundo, noto que las personas que están a la mira de estos varones spirituales y han visto la cesación del ejercicio spiritual juzgan, como decíamos denantes f de la fuente, por lo que ven, pareciéndoles
que ya allí no hay agua y que todo se acabó, sentenciando y aprobando g y canonizando la vida del que por las calles habla, predica y se ejercita en obras de piedad, desestimando la vida del solitario y al que en la celda lo tiene Dios h mortificado, humillado y penado. [3v] La razón de estos juicios es lo que acabamos de decir: que como la virtud de los hombres no es conocida en sí propia ni en abstracto, parécenos que el varón contemplativo y recogido no la tiene, sino sólo aquel que en el ejercicio de ella pone banderilla del vino que vende i. Y así este juicio no siempre es cierto; serlo ha secundum allegata et probata, que acá decimos, pero no según la verdad. Que no porque en la taberna de do llevan vino para el rey no tenga ramo hemos de juzgar que tiene menos abundancia y no tan buen vino, antes lo contrario, y el no tener la muestra pública es porque selló aquella bodega o vasija para él y para su esposa solamente. Y si hay almas que viven absortas, que no os aprovecharéis de ellas ni una sola palabra, tenedlas por güerto cerrado y fuente sellada 9 y taberna de do sólo Su Majestad gusta de beber y que a esta fuente ningún otro se llegue. Bueno fuera que porque el pozo de Sicar lo tapaba el patriarca Jacob con una piedra y losa grande para que él y sus ganados sólo bebiesen 10, que por eso habíamos de juzgar tenía menos agua que los otros charquillos donde todos llegaban.
6. Es certíssimo que hay algunos spíritus tan abscondidos y guardados para sólo Dios, para él y para sus amigos, como dijo el sposo a la sposa cuando le pidió que destapase la boca y quitase la cubierta del empacho y ordinario silencio porque él y sus amigos estaban para la scuchar 11, y pues por razón le da para que hable el decir que sus amigos la escuchan, es cierto que sólo debiera de hablar a él y a sus amigos los ángeles. Y eso no ha de ser causa para que nosotros juzguemos este spíritu por menos abundante y fértil, y nuestra falta de conocimiento no ha de ser causa para disminuirlo, antes para aumentarlo, pues sabemos que las cosas de Dios que se ven son las menores y las muy grandes son las que tapa y encubre. Como lo vemos en todas las cosas, pues la tierra esconde en sus entrañas el oro y la plata y pone encima las piedras, y los aljófares, corales y piedras preciosas están en lo profundo de la mar, manifestando encima las j conchuelas vacías y sin valor. Así hemos de juzgar de estas obras esteriores en comparación de las interiores y de las abscondidas.
7. Diránme: Es verdad, hermano, que son mayores k las interiores que no las exteriores, pero este en quien están las obras exteriores es llano que también las hay interiores y que, así [4r] como de la abundancia del corazón habla la lengua 12, de l esa manera en este que es siervo de Dios esto que en lo exterior se revierte es de la plenitud de gracia y de bienes interiores que su alma tiene; y así podremos, según
el interior y exterior, juzgar y sentenciar por este segundo, en quien se parecen estas obras exteriores. Digo que si los grados de charidad los ponemos iguales en el uno y en el otro, no hay dudar sino que será mayor virtud y perfección en el que se hallaren en el acto exercito, que dicen los artistas, que es en su ejercicio. Pero yo no voy tratando ahora de la igualdad de los grados, sino que no debemos juzgar por las cosas exteriores cuando conocemos en dos personas inocencia de vida, porque si éste se revierte por de fuera de suerte que de sus obras se puedan muchos aprovechar, y estotro a mis ojos parece vacío de palabras y de otras cosas que sirven de edificación al pueblo, digo que suele un cantarillo derramarse y reverterse con dos azumbres de agua, y una tinaja con ocho arrobas no llegaréis a coger de lo que tiene dentro porque es mayor, más honda y más profunda. Y es cierto que sabemos que hay personas que con una poquita de virtud que Dios les dio andarán por esas calles pareciendo que no caben y mostrando que están llenos, porque así lo ordenó Dios dándoles aptitud que con sólo aquello que les dio se enllenase; y hay otros que con grandes dones siempre parecen que están vacíos, descontentos, tristes, melancólicos, que parece que les deben y no les pagan, y esto téngolo yo por buena señal de que en ellos quiere Dios echar y poner más de lo que tienen.
8. ¿Qué juzgaríamos nosotros si viésemos que estando un costal lleno lo atestaban, zaherían o recalcaban -que dicen los labradores- de suerte que parece quedó el costal casi vacío? Llano es que diríamos que querían echar más en él y hacerlo vasija más capaz. Bueno fuera que, porque yo viera a unos m siervos de Dios rebosando y a otros que con particular conocimiento de humildad los veía como vacíos, que luego dijera: aquél es más sancto y estotro menos sancto n. Estén ciertos que es de grande estima y merced singular que hace Dios a un alma cuando su virtud se la esconde, tapa y encubre, así a él como a los demás que tratan con él. Tanbién digo que, habiendo heroicas y grandíssimas virtudes en un alma, la grandeza de las propias virtudes pueden estorbar y detener el exercicio de ellas en las obras y actos exteriores.
9. [4v] ¡Cuántas veces un hombre, que tiene muchas cosas que decir, las unas impedirse a las otras, y sucede un predicador llevar un altíssimo sermón que predicar con mill razones y curiosidades y quedarse en el sermón sin falta de lo que habíe de decir ni de su memoria! ¡Cuántas veces sucede, por atropellarse la gente a la salida de una puerta, estorbarse la una a la otra, como ya se ha visto ahogarse muchas personas en el lugar y paso angosto! ¡Cuántos hay que train grandíssima gana de comer y la gana, por ser grande, impedir el ejercicio y satisfación de ella! Pues de esa propia suerte suele suceder a muchas almas sanctas, a quien Dios enllenó de innumerables virtudes: el deseo de ponerlas todas en ejecución estorbar y ser causa las unas de que las otras estén a raya. ¡Cuántos ha habido que, con particular hambre, han ido a los hospitales a ejercitar obras de charidad que el encendido amor que
para eso llevaban en el camino los sacó de sí y no los dejó llegar allá! Del padre fray Nicolás Fator 13 se lee que se arrojaba algunas veces a querer besar los pies a los pobres o religiosos y que, antes de llegar, se quedaba arrobado. Bueno fuera que dijera yo que, porque otro los besaba y éste, impedido con la grandeza y fervor de espíritu, no llegaba a eso, que era mayor obra besarlos que no besarlos.
Concluyamos con esto: que pocas veces entre los sanctos hemos de juzgar cuál más cuál menos por lo que viéremos, pues es verdad que puede haber algunos tan embebidos en Dios, tan trabados del spíritu, que no den lugar a ejercitar el cuerpo, sino que la fuerza de los actos interiores traben y lleven tras sí con tanta fuerza los exteriores que no den lugar a hablar, obrar ni ejercitar obras de charidad con los pobres.
10. Pues digo que el esconder Dios el ejercicio de estas obras o suspenderle de suerte que con eso la raíz de donde suelen manar y nacer quede bien escondida, no sólo a los ojos de los demás hombres pero también a los propios o, digo que esto lo hace Dios para mortificar a la tal persona. La cual, como en sí no ve obras, mediante las cuales juzgan los ojos de los hombres, se aflige, gime y llora y se tiene por la más pobre y menesterosa de cuantas hay en el mundo, ora le venga esta suspensión de ejercicios exteriores por haberle Dios escondido en lo secreto de su alma los bienes que le habíe dado, ora sea porque la grandeza del bien no le deja obrar exteriormente. Diránme p sus charidades: Verdad es que no conocerán estos tales su virtud en abstracto, que es en sí propia, ni en el ejercicio, por estar [5r] impedido por las razones dichas; pero débense consolar porque en sí conocerán una aptitud y deseo de obrar, el cual no lo hay si no es en quien se hallan las tales virtudes que mueven a obrar las cosas q que desea y siente en sí aptitud r para hacerlas. Digo que Dios, que quiere mortificar esta tal alma y gusta de esconderle las tales virtudes, bien sabrá suspenderle el pensamiento con que en sí ha de conocer la tal aptitud. La cual también yo la considero como ramo de la virtud en abstracto, porque ella es la que engendra y produce esos deseos interiores, y vemos que el labrador que escondió el trigo debajo la tierra el invierno está tan sepultado que nadie sino él s sabe que allí hay trigo. De la misma suerte Dios, que en el alma del justo siembra virtudes, envía un áspero invierno, en el cual nadie conozca, ni aun la propia alma, que en ella hay virtudes, sino sólo Dios, que las sembró y sabe cuándo ha de enviar sol y bonanza para que nazcan y parezcan y conozca el alma, en quien Dios las puso, que aquel grande Dios, que tanto nos ama, gustó de hacer la tierra acommodada para su labranza y para plantar y poner en ella semejantes virtudes.
11. En estas ocasiones en que Dios gustare de hacernos estos trampantojos y divinos sconderes, demás de los fructos que he dicho que
de eso hemos de sacar -que es humildad, conocimiento, sed y gana para pedirle a Dios y inportunarle- hemos de procurar no desconsolarnos, sino considerar que estamos al mandado de Dios y que entonces así convino que el hijo que tenía a su mandado la bolsa del padre se la escondan y guarden cuando el padre quisiere, sin que él ande echando juicios, sino que, así vacío como se ve, se presente ante aquella divina Majestad y diga que no es merecedor de nada, sino de mill infiernos, que él se contenta con ser criatura suya, sujeto y obediente para lo que mandare, que se da por contento porque en él se ejecute su voluntad en penas o trabajos.
12. Bueno fuera que si un señor le dijera a su mayordomo: "No hagáis hoy el officio de mayordomo", que le respondiera que se quería ir de casa. No, sino callar y decir: Sea norabuena que, pues mi amo me quita el ejercitar el officio, él es tan honrado que me quiere pagar de balde. Pregunto yo: si un amo vaciara una tinaja que tenía en su casa de rico vino, ¿habíe de decir la tinaja: échame de casa, pues me vaciastes? No, que ahora convino hacer esto y, estando en mi casa, yo sé cuándo te tengo de enllenar. Lo propio digo yo: cuando te vieres vacío y humillado así delante de Dios, conténtate [5v] con quedarte en tu casa, que el que se servía en otro tiempo de tenerte lleno, ahora se agrada de que estés así. En su casa a todos se paga jornal y todos ganan de vacío o de cargado, pues vemos que no quiso hacer otro concierto con los que envió tarde a su viña y, aunque se habían estado tanto tiempo en la plaza ociosos, les dio lo que a los que habíen ido por la mañana 14.
Cuando en la casa de Dios te parezca que te tiene Dios ocioso y que no sientes en tu alma la virtud y charidad que en otro tiempo, con que cavabas y mullías las cepas, déjate llevar de este Dios, que podrá ser t te dé la misma paga y jornal que les está dando a los que actualmente están cavando, predicando y curando enfermos. Y de u esto no hay que dar otra causa, sino que así se agrada este gran Señor y puede hacer de su capa un sayo y dar de sus dineros a quien y por lo que él es servido. Y así jamás hay que descontentarnos ni andar afligidos por vernos hoy que en la oración no podemos enhilar una sancta y buena consideración, sino que nos estamos allí baldíos y ociosos, como queda dicho, a nuestro parecer.
13. Procuren, mis hermanos, nunca jamás tratar de los sanctos y siervos de Dios por vía de comparación unos con otros. Miren que no hay cosa más fácil de engañar que el juicio del hombre ni cosa más escondida a este propio juicio que los grados de aceptación de los que le v sirven w. No trato según la final justicia, según la cual vemos cosas muy trocadas de lo que hoy son; y en fin cosas que cada día se pueden variar y desdecir no hay que sentenciar, afirmar o negar. No digo sino
según la presente justicia, según la cual Dios, por su infinita misericordia, quiso escoger a éste y a aquél para que cada uno le sirva en su ministerio, cuál haciendo obras muy heroicas a los ojos de los hombres, cuál ocupándose en cosas escondidas y sólo manifiestas a los de Dios. No se han de juzgar porque las unas sean más subidas y las otras menos perfectas, porque bien puede uno tener su hacienda en oro y ser otro más rico que la tiene en cuartos, por ser mucho más que el oro x. Y así puede ser uno más sancto ocupándose en cosas exteriores, por ser muchas, ser más rico que el que se ocupa en cosas interiores por ser pocas, y, por el contrario, tener otro un grado de charidad tan encendido y tan heroico allá dentro en su alma que sea de más estima que las muchas obras exteriores remissas que el otro obra ocupado con los prócximos.
14. Cuando se ofrezca tratar algo de esto, responda un hermano desta manera: todos son sanctos y buenos, a todos ama Dios mucho, yo sé que cualquiera de ellos, por sancto que sea, tiene Dios gana de hacerlo mayor, porque para todos está aparejado para dar todo aquello para que se dispusieren, [6r] porque su bondad es infinita y así está deseando vasos dispuestos para communicarse, si fuera posible, infinitamente. Y si miramos lo que estos sanctos y siervos de Dios tienen, podremos decir con mucha verdad que es más lo que les falta que lo que tienen y poseen. Si los comparamos a mí, son sanctíssimos, porque yo soy el más abominable de todas las criaturas; ellos son sanctos y yo soy peccador.
Esto se ha de sacar de la conversación y trato de la sanctidad ajena: conocerlos a ellos para estimarlos y reverenciarlos y para que en su comparación nos conozcamos nosotros y nos desestimemos, viéndonos tan lejos del blanco a que los otros acertaron. Pídanle a Dios acierten a imitarlos y seguir sus pisadas y dejen cualquier género de contienda ni porfía sobre la sanctidad ajena.