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San Juan Bautista de la Concepción Obras III - S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
[CAPITULO 3 OTRO MODO QUE TIENE DIOS DE GUIAR A ESTAS ALMAS]
1. [12v] No me parece del todo he acabado este notable para que del todo dejemos declaradas las causas y cosas que al siervo de Dios
le mueven a hacer y abrazar cosas sobre sus fuerzas en que Dios ha de ser glorificado y los hombres aprovechados, porque es llano que el mérito de la persona que en esa tal obra entiende será mayor o menor a según los grados de rendimiento que tuviere para hacer aquello que es sólo gusto de Dios y enajenamiento de su persona en un querer scondido de Dios. Y me parece que éste será mayor mientras hubiere mayor fee, menos luz y mayores tinieblas -de lo que acá decimos que mueve a daca y toma- de lo que es interés, como arriba queda dicho. Acá enseñamos que aquella obediencia es mayor que es sin discurso de lo pasado, presente o por venir, sino un captivar el entendimiento a los discursos que de la tal obediencia se pueden seguir y atar la voluntad, sujetarla y del todo rendirla a aquello que la obediencia propone.
2. Esto presupuesto, digo que demás de los modosb que arriba decimos con que Dios mueve a un siervo suyo a hacer obras dificultosas, que son dar luz en los fines y no en los medios. Aunque enc realidad de verdad, tiniendo luz para el fin de ésa parece como inposible que falte para el medio, si no es que se esconda a ratos. Porque llano es, como arriba decíamos, que si una noche veo yo una luz lejos en una noche scura, que cuando no vea el camino y senda do pongo los pies, por lo menos veo por d do tengo de ir para no ir tuerto, sino derecho, a la tal luz. Y así de la luz del fin participan los medios en común, digo que participan de esta luz no en particular, y otras veces mueve dando luz en fines y medios.
3. Me ha parecido poner otro modo que tiene Dios de guiar a estas almas, que es de grandíssimo mérito. Aunque yo pienso que, después de haber hecho todas cuantas diferencias queramos en los modos que Dios tiene de dar conocimiento para amarlo y servirlo y disponernos a hacer su voluntad, que hemos de hacer una coincidencia muy grande y decir que todo es uno. Porque, como es tan grande el amor que Su Majestad nos tiene, aunque es verdad que por nuestro provecho, para que tenga más lugar la fee, nos tapa esta luz a ratos e, de que vamos tratando, pero su amor nos la descubre cuando más seguros estamos y nos da un vivo y claro conocimiento de fines y medios. Que me parece a mí es como [13r] el que va alumbrando a una persona de noche con una linterna o hacha, que unas veces alza la luz para ver dónde vamos y otra vez la baja para ver dónde ponemos los pies, y después viene el día y el sol que nos alumbra y muestra lo uno y lo otro.
4. Pues, demás de estas diferencias dichas, me parece hay otra con que Dios mueve a un alma a obrar y hacer cosas de grande mérito, y es como ahora decíamos del que obedece sin discurso: que los fines le están abscondidos y para los medios siente en sí una aptitud o fuerza que le hacen para echar por aquel camino. Como si estando yo en un campo me dijese una persona grave: "Andad acá conmigo" y puniéndome en una senda la siguiese sin saber dónde voy a dar ni a parar. Aquí era grande la fee y crédito que se daba
a esta persona que me guiaba y grande la obligación en que ponía el soldado a su capitán, que lo siguiese con su arcabuz al hombro, sin saber dónde lo lleva.
5. Esto propio le pasó a Abrahán con Dios cuando le dijo que saliese de su tierra y se fuese tras él. Que aunque es verdad que después le mostró la tierra f que le había de dar y le hizo grandes promesas, pero, para que fuese más meritorio y excelente salida, sólo le dijo: Egredere de terra tua 1, etc. Lo propio fue la secuela de san Matheo a Cristo: que, sin ver ni oír más de un: Sequere me, dejó su casa y trato 2, de donde los del mundo, que siguen sus intereses, burlaban dél diciendo que de fácil se movía. San Pablo dice en los Actos de los Apóstoles unas palabras con que probamos bien esto: Et nunc ecce alligatus ego spiritu, vado in Jerusalem: quae in ea ventura sint michi ignorans; nisi quod Spiritus Sanctus per omnes civitates michi protestatur, dicens quoniam vincula et tribulationes Jerosolymis me manent 3. Glorioso sancto, ¡y qué bien rendido estabas al querer y voluntad de Dios! Preso con el spíritu, voy a Jerusalén. No me han dicho a qué me llevan ni me han descubierto y dado luz para ver los provechos y premios: lo que el Spíritu Sancto me promete, que en muchas ciudades de Jerusalén [sic] tengo de padecer grandes tribulaciones, trabajos y cárceles. Nichil horum vereor, nec facio animam meam praetiosiorem quam me 4; no temo ni recuso esos trabajos, con gusto los llevo y ofrezco vida y persona.
Estas son obras heroicas en los siervos de Dios: que en ellas no les descubra g Su Majestad más que trabajos y no conozcan los sucesos y fines, y que con todo eso se arrojen en ellos no más que por la inspiración interior: Alligatus spiritu. Y que esto hiciese Abrahán y Matheo a un: Sequere me, [13v] fue de grande estima y ponderación para la Iglesia, que tenga Dios siervos que le sigan tan desinteresados que, para dar sus vidas por Dios, no hayan menester saber más de que Dios lo manda.
6. De aquí es que estimo yo y tengo en mucho unos niños que vienen a pedir el hábito y abrazar una vida tan rigurosa como en la Orden se guarda, en una edad que parece apenas tienen tiempo para discurrir o pensar qué cosa sea cielo o infierno, sino que, como niños movidos de sólo lo presente que ven, que son trabajos y penitencias, parece se dan h por premiados y pagados con sólo padecer por Cristo. A mí me sucedió i examinar una vocación en Alcalá y, preguntándole al studiante que qué le movía a pedir nuestro hábito, me respondió: "Nada, padre, más de que interiormente me veo como ligado y atado para haberlo de hacer". Son estas admirables vocaciones rendidas a los pies de Dios, a lo seguir y servir sin concierto ni paga. Es certíssimo que unos que vienen a tomar el hábito y dicen j que se están mirando en ello, que yo no se lo daría, porque de estos que así vienen movidos,
de doce no cai uno y ese uno se vuelve luego. Porque como éstos dejan el mundo y entran en la Religión después de haber mirado, después, en el año del noviciado, como se les esconde esto que antes miraron y tapa Dios la luz de que vamos tratando, cuando se ven a escuras en un trabajo y en una tribulación, vuelven las spaldas a Dios y no quieren caminar por lo que no ven, sino volverse al mundo, donde juega a daca y toma y juzga, premia y paga por lo que recibe, alaba y honra cualquier virtud, por aparente que sea; que acá muy ordinario es poner Dios un spíritu rendido, sujeto a mil trabajos y tribulaciones, con ignorancia -como decía san Pablo 5- de lo que ha de venir.
7. Yo pienso que esta virtud de rendimiento en estas tales ocasiones es dificultosíssima, por lo que yo he visto ha sucedido, para lo cual tengo de poner un exemplo en que se verá con grande claridad. En las fundaciones que hacemos, por algunas justas causas ha sido necesario tuviese grandíssimo secreto en ellas, de suerte que aun a los propios que las iban a hacer era necesario abscondérselas dándoles los papeles y recados cerrados y mandarles los abriesen allá. Algunas personas de virtud conocida [14r] era tanto lo que lo sentían que no sé si hoy se les ha quitado el sentimiento, diciendo que no fuera mucho les dijera dónde iban para que no sintieran tanto el camino y que debiera ser por no fiarse de ellos, y otras quejas en que descubrían ser hombres. Que, si fueran hombres sanctos, de los que vamos tratando, su espíritu aligado a la obediencia y rendido, no habíe de haber menester saber los fines, sino sólo descubrirles k los trabajos, en que están nuestros bienes y descubren nuestro rendimiento simple y llana obediencia.
8. Diránme: Hermano, ¿no será bien descubrir el spíritu que a uno mueve? ¿No dice el Spíritu Sancto: Probate spiritum 6; que es bien probar el spíritu? Digo que es así, que se ha de probar el spíritu cuando está envuelto en carne y cuando está en mí el spíritu que a una cosa me mueve. Porque el spíritu, aunque sea de Dios y puesto en mí, suele por mi malicia enturbiarse y volverse spíritu de amor propio, de sensualidad y soberbia. Como cuando llueve, que las gotas del agua se vuelven sapos por la tal disposición de la tierra. Y así digo que el spíritu que mueve a hacer una obra, si está en mí, bien es que se examine y mire, pero si este espíritu está en Dios, en quien, como hemos dicho, sólo se nos descubre su querer y voluntad, no hay que escudriñar, porque todo lo que está en Dios es Dios. Y así el que por sólo Dios, sin ver ni conocer en sí interés ninguno, se mueve a hacer su voluntad, no tiene que hacer pruebas, sino bajar su cabeza, caminar y obrar. También digo que este spíritu suele estar envuelto en trabajos y persecuciones, como ahora decíamos de san Pablo -que el spíritu sólo le descubría cárceles y tribulaciones-; y tampoco hay que examinar éste, que bien se sabe que la carne ni sangre no busca esas cosas, sólo
las hace abrazar el Spíritu de Dios. Y así dejamos concluido que será grande el premio y rendimiento del que, sujetándose al querer de Dios, no buscare otro conocimiento ni hiciere otro discurso más de seguir a Dios por Dios.
9. Digo más: que aunque es verdad que suele Dios por nuestros bienes, como queda dicho, taparnos estas luces, pero digo que es tan fiel amigo que allá dentro da una manifestación de su voluntad y pone unas señas que, si no se nos descubren en luz, se nos dan a entender en tinieblas, de suerte que, no perdiendo el mérito de nuestro rendimiento interior absoluto, conoce el alma [14v] y se asegura del viaje y camino que hace por en medio de aquellas tinieblas y obscuridad. Que quien este camino lo vuelve más dificultoso y obscuro de lo que él lo es, es la carne, que como va a pie y se le hincan espinas, ella grita y da voces al spíritu que se vuelvan, que van errados y que no ven ni saben dónde van a parar. Pero el spíritu, que es de más larga vista, allá dentro tiene sus ciertos barruntos e indicios, de suerte que se da por pagado sin hacer, como acá decimos, otra cala y cata del spíritu que les puede mover a hacer l aquello.
10. ¡Oh Dios, seas mill veces bendito, y cómo se manifiesta en muchas personas esta verdad! Las m cuales, yendo por este camino, suelen dar muchos tropezones y hacer muchas faltas y cometer muchas culpas. Las cuales, si no tuvieran conocimiento de que es Espíritu de Dios el que las guía, es cierto se tornaran y volvieran diciendo que no podía ser bueno el spíritu que las lleva por camino donde han experimentado algunas culpas que han cometido. Pero, como están satisfechas que es Dios el que por allí las guía y lleva, no son bastantes las culpas que cometen, porque saben que el cometer aquellas culpas nace de otro spíritu encontrado a aquél, que será el de mi flaqueza o malicia y el demonio, que en todas partes siembra spinas y abrojos. Bueno fuera que el que va a las Indias, por ser rico o por ver a sus padres que tiene allá, se volviese porque en la mar vomita, trueca y se marea o porque jugó y perdió lo que llevaba, y que echase la culpa al spíritu que lo llevaba a las Indias. No lo habéis de echar sino a vuestra flaqueza y malicia y así, puesto caso que habéis entendido es bueno ir a las Indias a ver a vuestros padres y a ser rico, no ha de ser bastante para tornaros las desgracias que nacen de otro spíritu.
11. Muchas veces se han llegado a mí algunas personas y, considerando la dificultad que habíe en ocuparme en cosas tan grandes como era llevar adelante nuestras fundaciones y reforma, me decían: Oh, que es gran cosa el recogimiento, la oración, el hurtar el cuerpo a las criaturas, quitar ocasiones de ofender a Dios; y otras cosas que, ya que no me servían [15r] de atajar los pasos, servíanme de meter miedo, temor y aflicción por ser aquélla la parte que el demonio favorecía en mí para que lo dejase. Pero así afligido conocía y advirtía lo que voy diciendo: quien no se aventura, no ha ventura. Si yo ofendiere a Dios
no será porque Su Majestad me pone en la ocasión, porque el Spíritu de Dios, que mueve a que esto vaya adelante, no induce a peccados y culpas. Si yo cayere, será por ser el mío spíritu de flaqueza. Fía de Dios, que el que te mete en la guerra, digo penas y trabajos corporales, si alguna vez faltares por tu flaqueza, zurujano poderoso es que te sanará y curará; y anteponer tiene Su Majestad el bien común al particular y, pues es más y mayor el común, no reparará en el daño n particular, sino que, si le hubiere, a trueco de salir con el común, reparará y sanará el particular.