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San Juan Bautista de la Concepción
Obras III - S. Juan B. de la C.

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[CAPITULO 11 POR QUÉ DIOS DA TRABAJOS PEGADOS A LOS GUSTOS]

 

  1.  Quiero que notemos lo segundo o segunda advertencia de este notable penúltimo: la causa por qué con tanta cuenta y cuidado siembra a Dios y planta en un alma los trabajos pegados a los gustos y las causas por qué en las almas más favorecidas de Dios crecen más y deben crecer de parte de Dios. Digo no de parte de los hombres, porque cierto en esto hallo y veo tantas ignorancias que de suerte ninguna yo no querría que, en guisado que Dios hace y está sazonando, metiese el hombre su cucharada para destemplarlo, sino que le deje hacer a Dios, que ya ha tomado a su cargo templar y componer al justob muy a su gusto. Pues digo que es traza de Dios, nacida de alta sabiduría, hacer que a los muy favorecidos les crezcan los trabajos. La causa es porque no es usado en la casa de Dios, mientras en este mundo vivimos, estar recibiendo favores y regalos continuamente y que esté siempre un alma puesta a su pecho la boca abierta, recibiendo leche de dulcedumbre. Pues digo que es de tanto gusto gustar de Dios que, si por aquel rato que ese gusto o entendimiento le falta a aquella tal alma no la entretuviese y suspendiese con trabajos, es evidente cosa que moriría, reventaría o se pondría en ocasión de alguna desesperación.

  2.  [54r] Pongamos exemplo en san Pablo, que desea ser anatema por sus hermanos 1, que no es otra cosa que privación de gustos, consuelos y entretenimientos con Dios porque sus hermanos se salvasen. Y así se lo concedió, pues habiéndolo llevado hasta el tercer cielo 2, le privaron luego de la suspensión que podía tener gozando cosas semejantes y dando lugar a los trabajos, destierros, azotes, tristezas y aflicciones. Pues adviertan que, habiéndole hecho Dios tan singulares mercedes y altas revelaciones, tenía Dios aparejado un demonio que lo ejercitase y entretuviese 3, porque de otra manera me parece a mí que, si el glorioso san Pablo siempre trujera delante los ojos la paga que dio al contado por las almas que compraba al fiado, que reventara.


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Pues ¿qué remedio? Que se le den trabajos crecidos que ocupen y enllenen los senos de aquella alma para que, no dejando lugar donde los pueda el sancto aposentar, esté contento y satisfecho con sus trabajos.

  3.  Vean unac razón por qué en estos tales justos, en quien Dios se abscondió, es certíssimo crecerles los trabajos a montones. Aristóteles dice que nada hay vacío en la naturaleza 4. Pues supongamos que esta alma, en quien Dios está por particular gracia y don suyo haciéndole singulares mercedes, se absenta de ella y la deja privada de esos gustos y consuelos. Llano es que un vacío tan grande y como infinito que allí dejó Dios que se ha de enllenar de algo y ha de ser de la medida y proporción de lo que allí se pusiere, según la capacidad y grandeza del vacío. No hay otra cosa más cercana, más conjunta a las mercedes de Dios, que trabajos. Luego es fuerza que se le den los trabajos a medida del vacío que allí le quedaba.

  4.  Llano es que, si hacemos un hoyo en la tierra, que se ha de enllenar del elemento más cercano, que es el aire y, que si diéramos otro vacío en el aire, se había de enllenar del fuego, etc. El elemento más cercano, según hemos dicho, a los favores y mercedes que Dios hace son trabajos, pues andan juntos. Pues, si Dios deja vacío en el alma el lugar de aquellos gustos y favores, es llano que en su lugar han de entrar trabajos, porque de otra manera dejáramos aquella alma vacía. Lo cual no ha de ser posible porque, como digo, alma que así se ha visto [54v] favorecida de Dios, si se viese vacía y ociosa es llano que reventaría. Y así la entretiene Dios con trabajos, como otras veces he dicho hace la madre cuando al niño le quita el pecho de la boca: que, para que no lo sienta y no llore y se quiebre, le pone un palo en la boca que chupe y con que se entretenga. Así hace Dios con el alma a quien la quita y priva de esos gustos: que, para que no lo sienta y que no llore y reciba su salud o vida algún detrimento, le pone en la d boca el palo de su cruz y trabajos, etc.

  5.  Con quien tiene Dios más obligación de hacer esto es con las personas que por su amor y bien del próximo se han privado de esos gustos. Que cuando Dios por el suyo se los quitó, echó esa alma de ver que en aquella absencia y privación de favores no tuvo ella la culpa, sino que Dios lo hizo porque así le pareció convenir. En fin, lo lleva y lo traga, aunque lo siente y lo gruñe. Pero cuando la persona voluntariamente, porque a querer eso le obligó el amor de Dios y del próximo, los dejó del todo y se abrazó y cargó con los cuidados de sus hermanos, es cierto esta tal persona, para que no piense lo mucho que eso le cuesta, lo mucho que por ello dio, que ha menester gran suspensión de trabajos. Pongamos un exemplo de entramas cosas. Tiene un hombre en una arca mill ducados, llega un ladrón y húrtaselo. Consuélase con que no sabe quién se los llevó ni que él fue la causa de ello, porque


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bien guardados los tenía. Pero si vos enpleásedes estos mill ducados y los echásedes en un pedazo de tierra montuoso que no estaba ni era por entonces para llevar fructo, ¿quién duda sino que siempre que os acordásedes de vuestros mil ducados, de vuestro dinero y oro y viésedes que no teníades sino un erial, que no os daría notable melancolía, y para no acordaros de vuestros dineros tomaríades por remedio iros a desmontar y trabajar en vuestra haza? De esa misma manera, el alma a quien Dios se le absentó y se le escondieron esos fructos y bienes interiores ve que la robaron -no sabe quién ni por dónde y que ha sido sin culpa suya que ella sepa- consuélase. Pero ¿con qué se ha de consolar el que dio y entregó [55r] esos fructos y esos bienes y gustos por servir y aprovechar a sus hermanos -en quien no halla sino ingratitúdines, defectos y culpas este tal, viendo lo que dio y lo que posee-, sino que reventaría y moriría? Como se ha visto hombres morir de pena por haberse deshecho de una heredad que ellos estimaban y tenían en mucho.

  6.  Pues, en esta ocasión, el remedio de la tal persona, para no sentir el precio subido que le cuesta la tal heredad de sus hermanos, es ir a trabajar a su haza, a desmontalla, a procurar y trabajar sean sanctos y buenos para por ahí desquitarse y sacar algo del precio pasado. Y así hacía san Pablo, que era el que habíe dado tantos bienes por sus hermanos. De aquí veremos el sentimiento de Cristo, que, por nuestro bien, habíe privado a la porción inferior de tanta majestad y gloria e como tenía y poseía la porción superior del alma, y cómo para sus entretenimientos deseaba padecer mucho por los hombres, y así decía: Quomodo coarctor 5; desiderio desideravi 6, etc.; porque, siendo los vacíos grandes los que habíe de enllenar aquella gloria y majestad después de la resurrección a la porción inferior, era fuerza fuesen grandes los trabajos que la enllenasen en el entretanto. Y así todos sus cuidados eran buscar almas a cuenta de su cruz, clavos y pasión, etc.

  7.  De aquí vendremos a entender un dicho que solemos decir cuando a algún enfermo se le hace alguna merced extraordinaria de cosas de la otra vida. En esta ocasión, decimos que le está cercana la muerte a esa tal persona. Y la razón es porque el vacío que hizo y la falta que deja su absencia no hay cosa con que la poder enllenar en esta vida. Y así, tras aquélla, danle por muerte la gloria, porque, si quedara en la tierra, puesto caso que la absencia de aquel bien se habíe de suplir con trabajos, era fuerza fuesen grandes; y pudo ser la persona de tan pocas fuerzas que los trabajos la consumiesen y acabasen en absencia del bien y merced hecha. Y aun los propios gustos y mercedes, si unos con otros se habían de suplir, fuesen sobre el flaco natural del


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que los recebía. De aquí es que jamás vi sancto y siervo de Dios que, en el punto que Dios le enpiece a hacer mercedes, con ellas propias no f le enpieza a prevenir para grandes trabajos. He visto algunas personas, con particulares derretimientos y sentimientos de las dulcedumbres de Dios, que de ordinario [55v] de estas bodas g que en estos contentos celebra esta alma con Dios es muy cierto salir unos admirables conciertos de la imitación de Cristo en su cruz, muerte y pasión.

  8.  Quisiera tener lugar de decir de una muy sierva de Dios que vi en Granada, a quien Dios por muchos años regaló y favoreció y, su poco a poco, la fue sacando de sí a un consentimiento admirable para lo imitar en los trabajos de su cruz y pasión. La cual, después de muy engolosinada y para esto, si así se puede decir, engañada -que a eso tiran los favores de Dios hechos a un alma en esta vida: a sacarla de su tierra, cognación y parentela, como a otro Abrahán, con mostrarle las strellas del cielo 7, y como a un niño con los juguetes y las alcorzas y los negros con azabaches-, pues digo que, después de haberla dispuesto para este consentimiento a la imitación de sus trabajos, me dijo que, al tiempo de abrir la puerta para los recebir, estuvo más de dos años contradiciéndolos el hombre exterior, y aun la flaqueza del alma viendo la grandeza de ellos, y al cabo de los dos años -que no sé si me dijo más- se vido tan afrentada por haber descubierto semejante flaqueza y, como dicen, por haberse querido alzar con los primeros gustos sin querer pagar en los trabajos tributos de ellos, que lo que más sintió dende allí adelante era vergüenza de verse delante de Dios, a quien ella así habíe engañado, pues, habiéndole Dios primero pagado el jornal de lo que después habíe de trabajar, se quiso alzar con él y no tomar el azadón en la mano.

  9.  ¡Oh Dios mío, y qué hay de ellos en el mundo de esta condición!, que todos son amigos el día de la boda y amigos de taza de vino, cuando Dios los entra en su retrete y les da del vino que enbriaga y entretiene. Pero al tiempo de la tribulación todos quieren hurtar el cuerpo y salirse afuera. Otra sancta vi en Roma de esa misma condición, de quien me dijeron y afirmaron personas de mucha consideración que pasaba tan grandes dolores que le daba Dios a sentir sus propias llagas y, aunque las tenía invisibles, éstos fueron los dejos y cabos de aquellas divinas consolaciones que tuvo el gran Francisco en el monte de Alvernia cuando, después de ellas, se le imprimieron las llagas 8. Seas tú, Dios mío, bendito, que en esto me pareces a los que cogen inciensos y resina de los árbores, que aguardan cuando están llenos y es luna [56r] creciente y los rompen y hieren por algunas partes para que por allí den y comuniquen a los hombres del fructo interior de que están llenos.


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Enllenó Dios a su siervo Francisco y luego hiriólo y rompiólo por cinco partes, para que por ellas diese y communicase a los hombres de aquellos divinos inciensos aromáticos de que estaba llena su alma. En fin, fue tan codicioso de bienes spirituales que esos propios le rompieron el saco.

  10. De manera que de este notable sacamos en conclusión que el alma más favorecida de Dios ha de ser más afligida y penada de su poderosa mano porque, mientras esta alma está en esta vida, los ratos que goza de los gustos de Dios o, por mejor h decir, de Dios en gustos, es per modum formae transeuntis, que es de paso. Y en el punto que aquel summo bien que gozaba pasó, es muy necesario se torne a enllenar y ocupar aquel alma para que, viéndose vacía i de aquel summo bien que poseía, no pierda mill vidas que mill tuviera. Pero como Dios en esta vida no tiene cosa que equivalga a ese bien si no es su cruz -la cual es muy grande, según lo que el otro dijo tratando de sus alabanzas, diciendo: ¡Oh cruz, ancha sois, pues cupo en vos el gran príncipe Dios 9, etc.!-, de aquí es que, cuando Dios quiere hacer alguna scondida y absencia de esta alma en la forma dicha, deja puesta en su lugar su cruz. La cual debe, el que la tiene, adorarla y reverenciarla como al mismo Dios, porque la cruz y trabajos representan a Dios y, por tomarlos y abrazarlos Su Majestad, los dejó consagrados. Que son las dos razones que damos por qué a la cruz la adoramos con adoración de latría 10, que es la que damos a Dios: porque representa a Dios y porque la tocó Dios. Luego, según esto, cuando en esta vida hace Su Majestad alguna absencia de esta alma, bien es que deje en su lugar quien represente a todo Dios, porque de otra manera no estaría esta alma contenta ni satisfecha. De aquí es que, si en esta absencia que Dios hace diese todos los gustos del mundo, sus bienes y haberes, quasi nichil despiciet eam 11, todo sería nada, porque todo representa nada. Y así, para tener contenta al alma de quien hablamos, o ha de ser Dios o su cruz.

  11. Pongamos un exemplo. Estáis visitando a un personaje grave, ofrécesele una ocupación forzosa en que es necesario dejaros por un rato y apartarse de vos. Llano es que no os ha de dejar solo, [56v] porque sería tan grande vuestra melancolía y tristeza como habíe sido vuestro gusto mientras habíe estado con vos, ni os habíe de dejar con sus criados, porque era desestimaros y ellos no podían suplir en género de gusto y honra la que teníades con su propia persona. Tiene este tal personaje, en esta absencia que hace, a dejaros entretenido y ocupado con su mujer, porque ella representa la propia persona de su marido y es tenida y estimada en según lo es la persona de su esposo.

  Esto propio j me acuerdo me pasó en cierta ocasión estando en Roma con el señor embajador el duque de Sessa 12, que le entró una


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visita de un cardenal. En aquella ocasión, quiriendo honrar nuestra persona conforme lo habíe hecho con la suya, díjome: "Váyase, padre, con la duquesa 13 en el entretanto". Esto es lo que hace Dios con las almas k a quien él grandemente ama y regala: que, cuando quiere suspender estos gustos l, no la deja sola, porque ya fuera tristeza de muerte, ni ocupada y entretenida con las criaturas y cosas de la tierra, porque no enllenan y porque pudiera tener celos en su absencia no pervirtieran al alma y la hicieran a sus costumbres bajas, y porque quedaba en materia de honra y estimación menoscabada. Pues, en esta ocasión, ¿qué hace? Deja a esta tal alma entretenida con su querida esposa la cruz y los trabajos, la cual estima como su persona por razón de la representación y del contacto cuando, recibiéndola por esposa, se juntó con ella con tres clavos asido, para que entienda el alma que tuviere cruz y trabajos qué cerca está Dios, pues están juntos.

  12. ¿Saben qué tan cerca y cómo me parecen estas mudanzas de cruz y Cristo? Tomen una cruz do está Cristo crucificado, miren esta cruz por el revés: no verán más de cruz; vuélvanla, verán a Cristo, de suerte que no hay más que mirarla por la haz o por el envés. ¿Qué piensas, alma afligida, que tan lejos está Dios de tus aflicciones y de tu cruz? No hay más que mirar la propia cruz por diferentes partes, que todo está junto; no hay más de lo que hay en un vestido de la haz al aforro, porque Dios se aforró con su cruz de suerte que la haz de la cruz es Dios y el aforro de Dios es cruz. Así lo buscaba la esposa cuando [57r] le dijo: Indica michi ubi pascas, ubi cubes in meridie 14; Señor, yo pienso buscaros al mediodía, decidme dónde os hallaré a esta hora: ¿recostado y comiendo o apacentando? Pues veamos, esposa sancta, ¿por qué lo buscáis al medio día más que por la mañana o por la noche?

  Digo, lo primero, que por la mañana y a la noche andan las calles llenas de gentes y ella no se daba por contenta con todas las criaturas de la tierra, antes por afrentada de se ocupar y entretener con ellas siendo esposa de un marido tan lleno de bienes, y así quiso salir de su casa a lo buscar cuando no hubiese quien la estorbase o detuviese o la afrentase padeciendo algún descuido con alguna afición inadvertida en la hermosura de esas personas que topaba. Y así, para quitar estorbos, le busca al mediodía.

  13. Digo, lo segundo, que el hombre, en la mañana de su vida, está niño juguetón en los brazos de su madre, y en esta ocasión no lo busca esta dichosa esposa -que representa el alma sancta de quien vamos hablando-, porque no lo quiere en juego m, ni en entretenimiento, ni partido como los niños, que son más de sus madres que de sus esposas y mujeres, ni lo busca a la noche de la vejez, que ya entonces más es tiempo de acostar y dormir que de trabajar. Búscale do reposa al mediodía, búscale donde a esta hora está apacentando y reposando, búscale a la mesa y en la cama.

 


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Busca esta alma a Cristo no en su niñez a los brazos de su Madre para entretenerse, ni a la noche de su subida a los cielos, cuando ya es tiempo de reposar y dormir in pace in idipsum 15, sino al mediodía, cuando ardía el sol de la charidad y amor, a los treita y tres años. Búscale cuando está en la mesa y cama de su cruz, porque en aquella hora está solo y todas las criaturas recogidas, pues los apóstolos huyeron 16, el sol y la luna se escurecieron y su Padre lo dejó 17. Y que en esta ocasión, estando todo de luto, nada habrá que la detenga ni en quien poder poner los ojos, sino sólo en Cristo. Y es ocasión n de que está en la mesa o y cama de la cruz, comiendo trabajos e ignominias y reposando el suave sueño de la muerte. ¡Oh qué lindo tiempo para buscar esta esposa a su esposo!: cuando está comiendo y recostado en la cruz, cuando, si se le absentare, por lo menos [57v] la dejara entretenida en la mesa y comiendo sus propios platos y durmiendo en su cama, porque de todo eso tiene necesidad para suplir la absencia, si la hiciere: que la deje puesta, asida, enclavada y acostada en la cruz, porque de otra manera perdería la paciencia y el sufrimiento y haría mill locuras cuando se viera sin un tan grande y summo bien. De suerte que, si no es comer trabajos o dormir la muerte, con otra ninguna cosa se puede suplir la falta de este bien. De aquí es que tiene Dios tanto cuidado en estas ocasiones de cargar la mano con la cruz de que vamos hablando.

  14. Digo más: que hay grandíssima obligación de disimular y sufrir a esta manera de almas cuando las viéremos insufribles, intratables, desabridas, ásperas, desgraciadas. Y aun no sé si este hombre exterior, diciendo palabras que no sé yo cómo las juzgarán los que no tienen ni conocen el interior de quien vamos tratando en la ocasión presente, que es cuando se le absentó Dios y se tardó algún ratillo de dejar y poner su cruz en su lugar, porque queda apostemada y como ociosa, diciendo mill cosas que quizá parecerán en la ocasión p presente q más disparates que otra cosa.

  Acuérdome que una vez a mí me sacaron una apostema del pescuezo y r debajo de la lengua, por la parte de afuera, para que del todo quedase comida y arrancada una bolsa que allí tenía pegada, donde bajaban y venían los humores que corrían de la cabeza. El zurujano me echó unos polvos que llaman de s Juanis de vivo, que son unos polvos que, echados sobre una llaga, son más que fuego, que más queman y abrasan aquel lugar donde se echan. Fue tan grande el sentimiento que yo tuve que eran notables los estremos que hice; y según mis penas y trabajos, las ocasiones que hubo para que me sufriesen fueron muchas t. Tras estos trabajos, fue Dios servido que quedé vencido y caído en tierra, derramando gran copia de lágrimas mansas, amorosas


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y sufridas. ¡Oh buen Dios, y qué a la letra pasa con el alma que se pone en tus manos, para que la cures, saques y quites [58r] la apostema de la afición de las cosas de la tierra, la dejes limpia u de cualquier género de amor desordenado, que es donde corren los humores y donde v hacen junta las cosas de la tierra!, que bien podríamos decir está la apostema en la garganta, pues w la afición de estas cosas x train al alma a peligro cada momento de la ahogar y acabar con ella, pues hay tantas de este jaez que aun resollar no pueden.

  15. Pues esta alma, lo primero, es curada con blandura, suavidad, amor, presencia de Dios, que es el divino zurujano que la ha de sanar. Luego echa polvos vivos que queman y abrasan, que son los trabajos y cruz. Y en esta ocasión el alma, que primero le habíen puesto cosas suaves para que ablandara y se dejara tratar, como echa menos esta suavidad y en su lugar pusieron trabajos, cruz y polvo de conocimiento propio, aquí están los disgustos, desabrimientos y amarguras. Pero, en pasando esto, toda ella se torna en fuente de lágrimas, diose por vencida y prisionera de Dios, da Su Majestad lugar a que conozca todo aquello se hizo por su bien y para que el pensamiento no tuviese lugar de formar desesperaciones, desconfianzas, miedos y temores. Son estos trabajos aquí puestos quien guardan al alma en su recogimiento interior para que no salga afuera a andar vagueando, porque el mejor achaque y ocasión que puede tener para salir es buscar su esposo.

  16. Ya sabemos que, en otra ocasión como ésta, a la esposa la topó quien guardaba la ciudad y la desmantelaron y desnudaron 18, cosa de notable atrevimiento para los que hicieron tal cosa y de grande desprecio para la esposa querida, que nadie, fuera de su marido, pusiese manos en ella. Y si ella se estuviera queda en su lecho y cama -de los buenos maridos es ponerse ellos a los peligros, que son a quien les competen reñir pendencias y los que salen bien de ellas, porque eso es dado a los hombres, y a las mujeres estar recogidas- es cosa cierta que allí la buscara, como de hecho lo hizo cuando, trasnochando, se apareció a la puerta de su querida la cabeza llena de rocío 19. Pues, conociendo Dios estos peligros en el vaguear sus almas queridas por las cosas de acá afuera y cuán [58v] posible es traer a casa muchos menoscabos de sus personas, que cuando no trujeran otra cosa menos que el manto de la buena fama que les cubría, tiniéndolas por almas recogidas y poco entremetidas, eso bastaba para que Dios las recoja en su absencia y ponga guardas de cruz y trabajos para que no salgan donde se topen con quien las injurie y afrente. Que de eso ha de servir nuestro Dios: de reñir nuestras pendencias y salir bien de ellas, como quien todo lo puede y tan bien conoce a sus enemigos, y de buscar a su querida esposa en la cama y lecho de la cruz, donde está durmiendo y reposando el sueño de la muerte.

 


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17. ¡Oh mis hermanos!, y si acabásemos ya de conocer y entender de cuánto nos importa el estar a pie quedo donde Cristo nos dejó cuando hizo la fingida absencia, que fue en la imitación de su cruz, es certíssimo que no le costaría a Su Majestad tanto trabajo el buscarnos ni tanto cuidado el conocernos y, porque el lugar donde Dios busca y halla a los suyos es en los trabajos. Porque los demás, como dice David, in labore hominum non sunt, nec cum hominibus flagellabuntur 20. Son bestias z los peccadores, cuyo officio es vaguear por los campos y buscar sustento de rapiña. Estos no trabajan como los hombres, a quien sólo eso incumbe a, ni son entretenidos ni castigados con los que Dios ama y corrige.

  La señal con que Dios conoce a estas sus ovejas es la de su cruz 21. Pues si un alma, habiéndola Dios dejado en este puesto y con esta señal se hubiese ido y absentado y trocado librea de cruz y trabajos a contentos, díganme: ¿cómo la había de hallar y conocer? ¿No es llano que le había de costar mucho mayor trabajo? ¡Es certíssimo! ¿Quién fue la causa de andar perdido el sancto niño Joseph cargado con la merienda que llevaba a sus hermanos, sino el no estar en la haza y siega do su padre Jacob los había enviado? Habíen ya mudado sitio y lugar y así costóle al buen niño andar fuera de camino, preguntando y buscando. Y aun quizá también fue ésa la causa de su atrevimiento e insolente hecho de venderlo y empozarlo. Y yo téngolo por muy cierto, pues en aquel lugar donde ellos se habíen mudado hallaron la cisterna acommodada y cerca del camino por do pasaban los ismaelitas, y lugar tan solo que no hubo quien notase ni defendiese una tan gran crueldad 22. Que si ellos se estuvieran en el primer lugar, ni hubiera pozo [59r] ni camino por do pasaran los ismaelitas y el hombre que Dios deparó que le enseñase dó andaban sus hermanos ese propio deparara para su defensab.

  18. ¡Oh Dios mío y bien nuestro! Esto es, mis hermanos, lo que yo digo. Sepamos cuál fue el lugar donde nos dejó nuestro buen padre Dios cuando, por el peccado, echó a Adán del paraíso. ¿No le dijo a la tierra donde le ponía que llevase spinas y abrojos y que comiese el pan con sudor? Sí, por cierto. Luego diole por sitio y lugar la tierra llena de spinas y, por señal para lo conocer, el sudor de su rostro, que en eso se echa de ver un buen trabajador. Dejólo en la hambre y en la sed. Dejólo desnudo y cubierto con hojas de higueras y, por mucho regalo, con pieles de animales 23.

  Llegada la hora en que el Padre eterno nos habíe de dar a su benditíssimo Hijo, enviónoslo cargado de mil bienes, buscónos donde su Padre nos habíe dejado, que fue en la pobreza, hambre y desnudezc, en el sudor y lágrimas. Y por eso, en el punto que nace, lo ponen en


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un pesebre desnudo, helado y llorando. Pero los hombres, ingratos, desconocidos y ciegos, ya ellos habíen mudado haza, sitio y lugar, habíen trocado los trabajos por descanso, la desnudez por ricas holandas y sedas, la hambre por sobrados potajes y comidas, el sudor por risas, el cansancio por descanso, las spinas y abrojos de la tierra por prados floridos. Baja Cristo y, como no los halla en el puesto y lugar determinado, anda el soberano y divino Joseph como perdido y fuera de los caminos dados al ser de Dios. Danle nuevas todos los prophetas y patriarcas cómo el hombre ya habíe mudado el lugar donde su Padre lo habíe puesto, que habíe sido el trueco que habíe hecho de la pena a la culpa y al peccado. Estando en ésta el hombre cuando Dios lo vino a buscar, lugar bien acommodado para hacer las insolencias que hizo con Cristo, pues cuando le vido dende afuera dan voces y dicen: Ecce haeres venit, venite occidamus eum 24; quitémosle la vida, que estando nosotros en la culpa, desierto y lugar acommodado para nuestros intentos, no habrá quien le libre. Y qué bien dicen que ninguno en culpa ni en peccado hace las partes de Dios, lugar es muy solo donde no se topan ni hallan los justos, y lugar es d el de la culpa por donde pasan los madianitas, id est Judei e, a quien Cristo [59v] fue vendido y donde en otro sepulcro como en cisterna fue empozado y de sus propios hermanos desconocido.

  19. Apliquemos esto, mis hermanos, con sentimiento. Y, cuando Dios me pusiere en trabajos, quiero decir: téngolos de llevar, Señor, con mucha paciencia e igualdad de ánimo, que pues tú, Señor, aquí me pusiste, aquí me buscarás y hallarás. Pero si el hombre poco sufrido no ve la hora de descargarse de ellos y hurtarle el cuerpo y dar consigo en los deleites, es llano que ése es lugar donde se puede aguardar haga f un alma mil disparates contra sí y contra Dios. Y ésos son caminos tan desiguales y desproporcionados con los de Dios que es imposible toparse porque, como dice san Pablo, non in cubilibus, et ebrietatibus, et comessationibus 25, etc., sino in vigiliis, et ieiuniis 26, etc. g; en los ayunos, en las vigilias, es donde se halla Dios. Porque qui mollibus vestiuntur, in domibus regum sunt 27; en casa de los reyes están los que comen y beben regaladamente y los que visten blando, etc., que en los desiertos están los Hilarios, los Antonios, Paulos y Bautistas, a quien Dios busca y communica sus bienes, a quien halla y conoce.

  20. ¿No vemos lo que Su Majestad dice tratando del cuidado que tiene de los hombres: "Yo soy pastor bueno y conozco mis ovejas y me conocen ellas a mí"? 28. Pastor se llama, cuyo officio es andar por los campos y no entrar ni dormir en poblado. Luego de esa manera pocas veces topará a los que ahora decíamos que viven en casa de los reyes, a los que desempiedran calles y a los que por sitio y puesto tienen el mentidero de la plaza. El pastor sólo dice que tiene conocimiento


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y guarda de sus ovejas, que es decir dos cosas. La primera, que es pastor que guarda ovejas, no lobos, osos o leones; lo segundo, que han de ser suyas, que no se entremete en lo ajeno, porque hay hombres que se fingen ovejas, de quien dice el mismo Cristo que son lobos robadores 29, y estas ovejas son de satanás, y de éstas no es hallado como de las propias, porque ya tienen éstas su dueño y pastor. Luego, según esto, para ser hallados y conocidos de Dios, hemos de ser ovejas mansas, sufridas, pacientes, mansas [sic] y amorosas y no abrir nuestra boca a imitación del que calló la suya, siendo llevado al matadero 30. Lo segundo, hemos de tener su hierro y señal y que nos halle en puesto donde el pastor nos pueda hallar, que es en el campo, en la soledad y desierto, que en el poblado ya la oveja viene despedida [60r] de su pastor al matadero, donde de ordinario las almas acaban y pierden la vida de la gracia.

  21. Y con esto queda concluido de cuánta importancia es no mudar lugar ni traje del que Dios nos dio dándonos trabajos y cruz. Que, por mudar entramas cosas, Tamar, por disfrazarse en hábito de ramera y salirse al campo, le sucedió la desgracia, si así se puede decir, de quedar preñada de su propio suegro 31 h. ¡Qué de veces las almas sanctas a quien Dios las tiene scogidas para sposas suyas, por salir del círculo y raya que les tiene puesta y por mudar el hábito y traje con que primero eran conocidas de Dios y reverenciadas de las criaturas, quedaron desconocidas, de suerte que, como si fueran rameras, quienquiera se les atreve y no paran hasta que conciben de adulterio y fornicación, adulterando la primera palabra que dieron a Dios, con que le prometieron guardar fidelidad y aborrecer las cosas de la tierra! De quien, después del trueco y mudanza desgraciada, vinieron a concebir y a recebir arras y prendas del amistad para defenderse las unas a las otras de sus pleitos, como hicieron Tamar y [Judá]; y como sí es esto verdad, que en volviendo un alma las spaldas a Dios y junta con las cosas de acá, ellas se buscan, se hallan y defienden.

  22. ¡Oh mis hermanos, y si acabásemos de entender cómo las cosas toman el ser y la nobleza de la cosa con que está unida y encorporada! ¿Por qué pensáis que al alma muchas veces la llamamos carne y a la carne muchas veces la llamamos spíritu? Por la unión que tienen y la junta con que están ligadas y atadas. ¿Por qué a Dios lo llamamos hombre y al hombre i Dios? Porque tomó naturaleza humana y la unió y juntó en unidad de supuesto 32. Luego, si yo me junto con las criaturas, me pego y asgo con ellas, es llano que tomaré el ser de su bajeza y, si ellas son viles, bajas, perecederas, yo también lo seré. Pues ¿por qué quien es tan noble como el hombre, que por estar con Dios vive vida


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de Dios con una admirable imagen y semejanza suya, por qué tengo de dejar este bien y irme a meter por la puerta y casa de las criaturas de la tierra, donde necesariamente tengo de perder los bienes dichos y granjear mill males y daños, por decir, que train y acarrean consigo?

  23. Ahora pongamos un exemplo. Si yo fuera criado de algún grande y por absencia suya yo pasase alguna necesidad y trabajo, y aun desconsuelo de falta de regalo, [60v] de entretenimiento y otras incommodidades de trabajos y agravios que me hacían viéndome solo, pregunto yo: ¿fuera bien que por no tener un poco de sufrimiento y paciencia me fuera a comer a los bodegones, a mendigar de casa en casa, a pedir favor y ayuda a aquellos que yo conocía enemigos de mi señor? No, por cierto, porque eso era afrenta mía, que persona primero honrada en tal casa y a tal mesa j, me fuese yo a los bodegoncillos y casillas donde no acude sino la gente vil y baja; ni que tampoco hiciera liga con los contrarios de mi señor y amo por no aguardar un rato a que venga, me libre y satisfaga mis necesidades. Pues díganme: un alma querida y amada de Dios ¿a boca llena no se puede llamar sierva de un tan gran Señor? ¡Qué digo sierva: amiga! Iam non dicam vos servos, sed amicos 33. ¡Qué digo amigos: hijos!, pues dedit eis potestatem filios Dei fieri 34. Pues demos que por haber hecho Dios alguna absencia esta tal alma padeciese necesidad y trabajos, persecuciones y deshonras. ¿Seríe bien que, por no tener un poco de sufrimiento, se fuese a los bodegoncillos y tabernillas de las criaturas de la tierra y se sentase a una mesa tan baja y afrentosa quien tenía sus fiestas y banquetes a la mesa del mismo Dios, y que quien bebía agua que mata la sed -y el que la bebe queda tan sin ella de las cosas de acá que antes las aborrece- se fuese a beber agua que más la encendiese? Porque ¿qué hombre hay en el mundo que, lleno de bienes de acá y de criaturas de la tierra, se dé por contento ni satisfecho? ¿Seríe bien que hiciese esta tal alma liga en sus trabajos con quien le alcanzase la victoria para ser él el triunfador de la propia alma, tenerla por esclava y despojarla de lo que tiene y de lo que k en la tal batalla gana? ¡Dios me libre y nos abra los ojos para en Dios y con sólo Dios hacer junta y conocer que en él y por él nos viene todo lo bueno y que, si alguna vez nos faltare y se nos escondiere, suframos, padezcamos de buena gana! Que veniens veniet, et non tardabit 35; no tardará de acudir a la mayor necesidad en tiempo oportuno, pues él lo dice que cum ipso sum in tribulatione 36, que está con él; y, si no siente su ayuda, por lo menos advierta que le está mirando cómo hace officio de buen soldado para darnos mayor y mejor parte de las victorias, etc. l.

 

 


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[61r]     Jhs. M.ª

 

 




a  corr. de siempra



b corr. de gusto



1 Cf. Rom 9,3.



2 Cf. 2 Cor 12,2.



3 Cf. 2 Cor 12,7.



c  sigue admirable tach.



4 Cf. Physica, IV,8; De Caelo, II,5; también STO. TOMÁS, In IV Sent., d.44, a.2.



d sigue boca tach.



e  sigue que tach.



5 Lc 12,50: "Baptismo autem habeo baptizari, et quomodo coarctor usque dum perficiatur?".



6 Lc 22,14: "Desiderio desideravi hoc pascha manducare vobiscum, antequam patiar".



f   sobre lín.



g ms. badas



7 Cf. Gén 15,5.



8 Alude a la impresión de los estigmas en san Francisco de Asís en el eremitorio de la montaña del Alverna, en Toscana, dos años antes de su muerte. Pueden consultarse TOMÁS DE CELANO, Vida primera, c.3; S. BUENAVENTURA, Leyenda mayor, c.13.



h  sigue de Dios tach.



i sigue no tach.



9 Cf. Breviario romano, himno de cuaresma Crux fidelis.



10  Cf. STO. TOMÁS, Sum.Th., 3, q.25, a.4.



11  Cant 8,7.



j sigue di tach.



12  Don Antonio Fernández de Córdoba, V duque de Sessa, embajador ante la Santa Sede de 1592 a 1603.



13 Doña Juana Fernández de Córdoba, esposa del duque.



k  sigue que tach.



l ms. gusto



14  Cant 1,6.



m corr. de guego



15 Sal 4,9.



16  Cf. Mt 26,56.



17  Cf. Mt 27,45-46.



n  sigue q tach.



o sigue comiendo tach.



p sigue que tiene tach.



q sigue dis tach.



r corr. de o



s sobre lín.



t fueron muchas sobre lín.



u  sigue y saques tach.



v sigue se jun tach.



w sigue estas cosas tach.



x sigue la tach.



18 Cf. Cant 5,7.



19  Cf. Cant 5,2.



y  sigue sobre lín. nosotros tach.



20 Sal 72,5.



z sigue aq tach.



a ms. incumpe



21  Según santa Teresa, los verdaderos espirituales se hacen esclavos de Dios y están "señalados con su hierro, que es el de la cruz, porque ya ellos le han dado su libertad" (Moradas, VII, 4,9).



22  Cf. Gén 37,12ss.



b ms. defesa



23  Cf. Gén 3,17-23.



c sigue que tach.



24 Mt 21,38.



d  sigue donde tach.



e id est Judei sobre lín.



f corr. de hagan



25  Rom 13,13.



26  2 Cor 6,5.



g sigue vide



27  Mt 11,8.



28  Jn 10,14.



29 Cf. Mt 7,15.



30  Cf. Is 53,7.



31  Cf. Gén 38,13-26.



h  sigue vide



i sigue Cristo tach.



32  Hypostasis o suppositum se denomina la unión de las dos naturalezas, divina y humana, en Cristo. Cf. STO. TOMÁS, Sum.Th. 3, q.2, a.3.



j  sigue b tach.



33 Jn 15,15.



34  Jn 1,12.



k de lo que sobre lín.



35  Hab 2,3.



36  Sal 90,15.



l sigue nota






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