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San Juan Bautista de la Concepción
Obras III - S. Juan B. de la C.

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CAPITULO [12] CÓMO EL JUSTO, A QUIEN DIOS COMUNICA TRABAJOS Y CRUZ INTERIOR, ESTÁ MUY CERCA DE LA GLORIA, Y CÓMO ÉSTE ES EL ÚLTIMO ESTADO EN LOS GRADOS DE PERFECCIÓN, A QUIEN SE LE SIGUE EL STADO QUE LOS BIENAVENTURADOS TIENEN EN EL CIELO

 

  1.  Del notable pasado quiero sacar otro, aunque sea corto. Y es que, así como el alma que de Dios en esta vida recibe bienes de la presencia y unión que con Su Majestad ha tenido no tiene tránsito a de estos bienesb, gustos y singulares mercedes que de Dios recibe si no es a inmensos trabajos, de esa misma suerte, de estos inmensos trabajos no le queda a esta almac tránsito si no es a la gloria y a gozar de Dios en compañía de los bienaventurados.

  En lo primero, parece que con estas almas regaladas guarda Dios el breve de Su Sanctidad y costumbre perpetua que hay en las religiones: que no se pueden pasar de una religión a otra si no fuere más estrecha, que es lo que decimos: Ab amplo ad minus amplum. Ahora, pues, como en los gustos que el alma tuvo con Dios se ensanchó, gozó, extendió y dilató, habiendo Dios de hacer absencia con sola d privación de aquellos gustos y entretenimientos, sólo da licencia para que se pase esta tal alma a vida más estrecha, que es e a imitación de su cruz, muerte y pasión, y de suerte ninguna consiente ni da licencia que de estos gustos de Dios, que interiormente comunica mezclados -como dejamos dicho- con algunas spinas, como la rosa en su rosal, se pase a gusto del mundo y entretenimientos de carne, sin güeso de trabajos y tribulaciones.

  2.  De lo segundo digo que de los trabajos a que pasó esta alma, después de aquellos gustos, no tiene tránsito si no es gozar de Dios en el mismo Dios en la forma y manera que lo gozan los bienaventurados. Y habiéndose suplido la falta primera de gustos de Dios con trabajos, la segunda no se puede suplir sino con Dios en su gloria. Pienso que la razón, aunque parece algo dificultosa, ella se nos descubrirá. ¡Ojalá Dios me diese luz para decirla, que sería de grande consideración! Digo, pues, que pongo estos tres grados en la materia que voy hablando: gustos de Dios y, en su lugar, cruz de Cristo y, tras cruz de Cristo, gloria. Los gustos de Dios y estos bienes, acá en la tierra, tiénense per modum formae transeuntis, por un rato, de paso; son río que corre, un relámpago que pasó, una avenida que fertilizó el alma, un rocío que la hermoseó, un sol que la alumbró, una merienda que recibió, un entretenimiento que tuvo, un alegrón que le dieron, unas prendas que le enpeñaron, un fuego divino que la entretuvo, unas vislumbres [61v] que le pasaron de aquella luz inmarcesible. Un otorguijo f es de los


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desposorios eternos que hace Dios con un alma; un desayuno y bocado es con que se entretiene hasta la cena grande; un vestido de camino y librea que aguarda la ropa de boda; un silbo amoroso que espera la música del cielo; una promesa que aguarda el entriego y un bien que sólo se trueca y muda en sólo la cruz del crucificado Cristo. Y, si bien queremos advertir, en todos los nombres que les hemos dado a aquellos gustos, echaremos de ver que no enllenan, sino que prometen y esperan, y que en esta vida no son durables, pues los llamamos prendas, vislumbres, rocío, avenida, sol, vestido de camino, librea, entretenimiento, merienda, etc. Y así, en los demás nombres que se le dieron, ninguno de ellos dice perpetuidad. Luego, si estos gustos no son perpetuos, es llano que en su lugar, cuando falten, hemos de poner cosa que les equivalga. Y no lo hay, como hemos dicho en el notable pasado, si no es en la cruz de Cristo por ser ancha, grande, y tanto que engrandeció a Dios y en ella cupo todo Dios.

  3.  Pues veamos ahora cómo tras esta cruz que el hombre ha tenido en lugar de estos gustos divinos pasados no tiene tránsito sino a la bienaventuranza. Pienso que ya la razón está dicha, porque, si los gustos que Dios dio a un alma en esta vida los mejoró y perpetuó en su cruz, que es tan ancha y tan grande, síguese que en lugar de esta cruz no enllenarán ya gustos que son vislumbres, merienda, sol que se pasa y vestido de camino, sino que en su lugar se le ha de dar cosa perpetua y eterna, y no cosa que se acabe, porque ya no habríe otra cosa mayor que cruz de Cristo que darle cuando se acabasen otra vez esos gustos.

  4.  ¡Oh buen Dios, y cómo no acierto a decir esto! Podría ser que se supiese premeditar y no decir. Probémoslo como supiéremos con autoridad y razón. La autoridad es la vida de Cristo, en quien de esto tenemos vivo exemplo. Primero dio Cristo a su cuerpo el gozar de su gloria en su transfiguración 1, donde la vistió de aquella soberana y divina librea, donde resplandeció su rostro como el sol y las vestiduras como la nieve g, donde bajó una nube y de ella se oyó una voz de su Padre, etc. Todas éstas son cosas que en sí no tienen perpetuidad. El sol se pasa h, la nieve se derrite, la nube vuela, la voz corre. De suerte que en todas estas cosas mostró Cristo que aquella gloria y gustos que communicaba a su cuerpo no eran perpetuos entonces, sino que se habíen de acabar y que sólo se le daban al cuerpo por avenida, rocío, vislumbres, librea y vestido de camino que poco dura.

  [62r] Pues veamos lo segundo, y qué es lo que puso Cristo en lugar de esta gloria, cuando se absentase y escondiese. Los evangelistas lo dicen, pues a cabo de seis días 2 subió Cristo a Jerusalén, donde habíe de ser azotado, escupido, escarnecido y crucificado 3. Y aun i cuando j


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estaba comunicando al cuerpo la gloria lo mostró y dio claro k testimonio, pues, estando de ella gozando, estaba tratando de su pasión y muerte 4, como quien dice: es tan grande el bien que al cuerpo se le communica en estas vislumbres de gloria que l cuando faltan no hay con qué se pueda suplir ni con qué se pueda enllenar sus vacíos, sino con cruz, muerte y pasión, y ésa es necesario sea excesiva porque así lo son las prendas que Dios da y comunica de su gloria eterna. Y tras la cruz ¿qué se le dio a Cristo? El propio lo dice: Obediens usque ad mortem, mortem autem crucis, propter quod Deus exaltavit illum, et dedit illi nomen super omne nomen 5; diósele exaltación, resurrección, subida a los cielos, majestad, grandeza, gloria, poder, todas cosas eternas y por los siglos de los siglos durables. Que la razón pedía que a quien habíe muerto y padecía trabajos semejantes se le diesen cosas perpetuas y eternas y que no fueran al quitar. Todo esto se le dio al cuerpo de Cristo porque así padeció y se enllenaron los senos de aquella sanctíssima alma, según la porción inferior, que era según la que habíe padecido trabajos tan inmensos.

  5.  Y Cristo dice lo propio a sus sagrados discípulos, porque aún no acababan de entender estos soberanos tránsitos: Nesciebatis quod 6 sic oportebat pati Christum, et ita intrare in gloriam suam? 7; así convino que se hiciese el trueco de cruz en gloria, porque para la bienaventuranza ése es el postrer escalón y todos los demás son escalones inferiores, aunque sean gustos de Dios acá en la tierra, pues llano es que en la casa de Dios no se acostumbra a bajar los subidos, sino que siempre vayan en aumento y crecimiento y que en sí conozcan cada día nuevos mejoros. Luego síguese claro que, siendo el de la cruz tan alto, tan subido que dende ese escalón a Cristo le entraron en su tabernáculo, no hecho con manos de hombres 8, que fue aquella inmensidad de gloria, que al que con veras y por su mano lo imitase no lo habíe de llevar por otro camino sino por el que llevó su Hijo.

  6.  Probémoslo con razón sacada de lo que vemos por experiencia en las almas que tratan con Dios. Díganme, ¿quién ha m visto alguna alma habituada [62v] en el padecer que la tenga Dios contenta en esta vida, aunque le dé que le acompañen cuantos ángeles tiene el cielo y cuantos gustos ha dado acá en la tierra? Es imaginación, que siempre la había de tener descontenta, siempre afligida, pesarosa y aun llamándose a agravio cada momento. ¿Qué es eso? Digo que, como la cruz que Cristo le dio hizo tantos senos y anchuras en su alma, por ser cruz grande, ninguna n cosa en la tierra la pudo enllenar ni ocupar hasta que se le dé Dios en la gloria vertido y derramado por todos sus sentidos y potencias. Y dígolo por este término, derramado, porque no


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se daría por contenta si no o quedase en aquellos premios eternos atestada y recalcada -que dicen los labradores- porque si alguna cosa le quedara vacía, con que pudiera desear más, no fuera gloria ni bienaventuranza. Y así, para este seguro se da Dios en el cielo, no con la escasez que acá se da y comunica, sino revertido y sobrado, atestado y colmado, que así lo tiene prometido por san Lucas: Mensuram bo­nam 9, etc.

  7.  Decidme p, pues, almas sanctas que siempre estáis padeciendo o imitando a Cristo en su cruz y pasión, ¿cómo no vivís consoladas, pues estáis tan cerca de este summo bien? Pues el trueco es el último y la mudanza ha de ser tan dichosa y postrera, ¿quién, en los postreros trabajos, no vive consoladíssimo con tales esperas? Quién llegara al niño Moisés cuando estaba en la cestilla enbetunada y en las vertientes y juncadas del río Nilo 10 y le dijera: mañana saldrá por aquí la hija del rey Faraón y te librará de esa muerte a que estás expuesto y de ese deshecho y desabrigo y te llevará por hijo y te trocará la cestilla en palacios anchurosos, el q desabrigo en ricas holandas y brocados, las aguas turbias en rosadas y olorosas; ahora estás desechado de tus padres y mañana recebido de los reyes. Por cierto, si con estas nuevas, Moisés, no os alegráredes, que dijéramos, y con razón, que érades niño y sin discurso ni entendimiento, que si lo tuviérades r dijérades: ¡Dichosas aguas, dichoso deshecho, dichosas apreturas y sepultura, pues para tan grande bien me sacan!

  8.  Lo propio pudiéramos decir al niño Joseph en la cárcel padeciendo por el falso testimonio, cargado de grillos y cadenas, metido entre gente infame y perdida: que tuviese buenas nuevas, pues tan presto se le habíen de trocar las cadenas en collares, los grillos en anillos y piedras preciosas, el lugar infame en el más subido y levantado que Faraón tenía. Díganme si ésta era materia de consuelo y alegría. Y el que de esto estando s certificado t no se alegrase, bien podríamos calificarlo por insensato y por hombre animal que [63r] no percibe las cosas 11 de alegría u. Fe católica es, alma cristiana, que de veras imitas a Cristo en su cruz y trabajos, que si fueres de veras semejante a Su Majestad en su pasión, lo serás en su resurrección y gloria 12. Pues si es fee que no puede faltar, ¿por qué no ha de estar muy alegre el alma que se viere injuriada, pues tras esas injurias le aguardan alabanzas, tras la deshonra majestad y grandeza, tras la muerte vida y, finalmente, todas las cosas de miseria y trabajo acá trocadas en sus contrarios allá?

  9.  Bien conocidas tenían estas verdades los apóstoles de Cristo cuando iban gaudentes a conspectu concilii, etc., pro nomine Jesu contumeliam pati 13, y san Pablo cuando decía que no se quería gloriar en sus consuelos y


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revelaciones 14. Parecíale que estaba algo lejos y que le faltaba muchos escalones por subir, pero cuando se vido en el último, que era el de la tribulación y cruz, no se hartaba de decir que se gloriaba y regucijaba en las enfermedades 15 y que otra gloria no tenía si no era en la cruz de Cristo 16, porque de cruz a gloria no hay sino un tabique en medio. Y así lo debemos nosotros estar siempre que sintiéremos ser voluntad de Dios el padecer por su amor v.

 

 




a  sigue sito tach.



b sigue su tach.



c sigue si tach.



d sobre lín.



e sigue a su cruz tach.



f sigue ez tach.



1 Cf. Mt 17,1-9.



g  corr. de niebe



h sigue la n tach.



2 Post dies sex del primer anuncio de la pasión, tuvo lugar el episodio de la transfiguración: cf. Mt 17,1; Mc 9,1. Por su parte, Lc 9,28 dice: Post haec verba fere dies octo.



3 Cf. Mt 16,21; 17,21 (anuncios de la pasión).



i sigue en la propia gloria que tach.



j sobre lín.



k  corr. de glaro



4 Cf. Lc 9,30-31.



l sigue no tach.



5 Flp 2,8-9.



6 Reminiscencia de Lc 2,49: "Nesciebatis quia in his quae Patris mei sunt, oportet me esse?".



7 Lc 24,26: "Nonne haec oportuit...".



8 Cf. Heb 9,11.



m sigue visto tach.



n sobre lín.



o  sigue se tach.



9 Lc 6,38.



p sigue decidme tach.



10  Cf. Ex 2,3-10.



q sobre lín. des tach., en lín. abrigo tach.



r corr. de fuerades



s sigue ese tach.



t sigue y tach.



11  Alusión a 1 Cor 2,14: "Animalis homo non perci­pit ea, quae sunt Spiritus Dei".



u las-alegría sobre lín.



12  Cf. Rom 6,4-9; 8,17; 2 Tim 2,11-12.



13  He 5,41.



14 Cf. 2 Cor 12,7-9; Gál 6,14.



15  Cf. Rom 5,3; 2 Cor 11,30; 12,9.



16  Cf. Gál 6,14; Flp 3,3.



v  sigue nota






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