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San Juan Bautista de la Concepción
Obras III - S. Juan B. de la C.

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CAPITULO [17] DE CÓMO a LOS PRELADOS INFERIORES SE DEBEN CONFORMAR CON LOS SUPERIORES Y, SI ALGÚN PARTICULAR TUVIERE DITAMEN DIFERENTE, NO POR ESO SE HAN DE AFLIGIR

 

  1.  Parece que, pues en este notable pasado hemos tratado de los prelados superiores, en quien como en arca se recoge el spíritu antiguo de su religión, que sería bien tratar de los prelados inferiores, por quien se ha de derramar y como de mano en mano communicar a los súbditos. Y pienso en esto no habrá que detenernos por dejar ya esto escrito en el tratado que se scribió de prelados 1.

  Sólo digo ahora que la justicia y la razón dice que haya proporción y semejanza entre la cabeza del cuerpo y las demás partes principales de él. Bueno fuera que la cabeza fuera un hombre blanco y las manos


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de hombre negro, y que el arbañir pidiera cal y el peón le diera ladrillo, y que el preceptor hablara latín con quien no entiende aun romance. Es cosa llana que, para ir todo bien concertado, los prelados inferiores han de seguir el spíritu del superior y conformarse con él; y que el uno y los otros sean como los cielos, que, regido y movido el primero por aquel Spíritu soberanob e inteligencia celestial, todos se mueven y van tras él, que es lo que dice Aristóteles: que ad motum primi mobilis moventur omnia mobilia 2; y de esa igualdad continua de movimientos proviene la duración y conservación de los inferiores; y la desigualdad de los tiempos, destemplanzas, terremotos yc otras cosas que se ven en los tiempos perturbados y d desiguales, todo nace del encuentro de unos planetas con otros y la oposición que entre sí tienen.

  De esa misma manera, de regirse y gobernarse los prelados inferiores y moverse a la voluntad del superior, proviene la conservación y duración en la paz de los súbditos, y del encuentro de estos planetas y diversidad de pareceres se causan los terremotos, desigualdades, destemplanzas e inquietudes entre los religiosos y súbditos. Y advierto que esta oposición [88v] entre los planetas no se sienten sus daños sino en estos inferiores, que ellos allá se están en sus cielos, donde sin estruendo y ruido se oponen en las calidades, etc. De esa misma suerte podría suceder en las religiones sanctas y reformadas haber muchos prelados de diferentes pareceres, opuestos en los ditámenes de suerte que, no errando ninguno de ellos, se estén ellos en el cielo y el ruido y los terremotos se causen en los súbditos, en quien es imposible dejar de causar destemplanza y alteración de humores, viendo que no todos los prelados enseñan una doctrina, un amor, una charidad, una e penitencia y una mortificación.

  2.  Miren lo que dice san Juan en su Apocalipsi: Dixit sponsus sponsae: Veni, et sponsa dicat: Veni, et f qui audit dicat: Veni 3; el sposo dijo a su sposa: ven, y la esposa dijo a sus damas que viniesen, y a los que esta palabra oían les mandaban dijesen lo propio y todos a una dijesen: ven. Que parece decían: vaya la palabra de en mano en mano. Y todos decían una propia cosa sin que hubiese quien torciese la palabra para que no hubiese más que un spíritu g, una fee y un baptismo 4. Parece que estas palabras iban asidas y encadenadas y trabadas siendo las mismas en diferentes lenguas.

  ¡Oh buen Dios, y qué fácil es hallar cosas en que esto enseñas! Quedaron los apóstoles y discípulos de Cristo, después de subido Su Majestad al cielo, omnes unanimiter in oratione 5; todos juntos en una oración. Y atento que con la venida del Spíritu Sancto se habían de apartar y cada uno habíe de ir por su reino y provincia y no se podían communicar de allí en adelante con esa facilidad, para todos tener un spíritu


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y parecer, determina el cielo de enviarles h muchas lenguas en un Spíritu 6: Spíritu del cielo y lenguas hechas y cortadas a medida de ese Spíritu en el cielo, para que todos hablen de una manera y todos tengan un propio parecer y que, por distantes que estén en las tierras, estén juntos en la conformidad de palabras, no se torne su edificio el de la torre de Babilonia, donde por ser lenguas diferentes se quedó al mejor tiempo 7.

  3.  ¡Oh, si acabasen ya los prelados todos de entender esto! Pero creo que sí lo entienden y la miseria humana y fuerza del demonio no lo deja obrar porque sabe que en esa discordia está la destrucción de las religiones. ¡Qué bien dijo la sancta madre Theresa de Jesús 8 en los consejos que dejó a sus frailes que procurasen, si querían llevar adelante la perfección de su religión, que hubiese gran conformidad entre las cabezas, y que el día que esto faltase entendiesen faltaba lo principal que se requería para su conservación, etc.! Paréceme a mí que una communidad con este defecto es como el juego que hacen los muchachos que llaman los propósitos 9, que diciendo cada uno el suyo a su compañero en secreto, [89r] cuando sale en público es algarabía y disparates que llaman de Juan del Encina. Lo propio digo yo. Cuando nuestros prelados no están muy conformes y unidos, cada uno dice a su amigo y compañero su propósito, su parecer y antojo; que después, si los juntáis, como son de diferentes spíritus, pareceres y ditámenes, es una cosa de risa, de suerte que, habiendo cada uno de por sí dicho bien -que así se debe entender de siervos de Dios-, todo junto son grandíssimos disparates y dar que entender a las gentes.

  Y si no, supongamos que i cada propósito de éstos, como es así, es paño de diferente color y que los juntamos todos y hacemos un vestido para una persona principal. ¿Qué había de parecer, sino mujer loca que la señalaban con trapos y remiendos de diferentes colores? Pues si esto pareciera tan mal en cosas corporales, ¿qué ha de parecer en el vestido spiritual que se hace a una religión tenida y estimada de Dios de cosas tan diferentes? Parecerá risa y motivo de scarnio.

  4.  Esta es una doctrina tan recebida y entendida de todos que no hay que alargarnos más en ella, sino dejarla con estas pocas palabras. Sólo quiero que notemos que, si alguna vez algún prelado inferior saliere de diferente opinión y ditamen y no se conformare con su primera cabeza, que no hay que desconsolarse, que mal es muy reparable y no es de tanta consideración como si ese daño estuviese en la cabeza.

 


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Pongamos un exemplo. Si algún defecto notable estuviese en la cabeza del hombre, era fuerza habíe de causar fealdad, porque no se pudíe encubrir, y aun sospechas y murmuraciones, particularmente si la falta era en el cabello, cuya navaja suele j ser k el mal francés, o en alguna guchillada o puntos dados por la cara, cuya causa suele ser alguna travesura l: si moreno y sol, dicen ser la causa la pobreza, que lo hizo jornalero; si en la oreja, dicen y juzgan ser ladrón. Y en materia de defectos y faltas vistas y juzgadas de los hombres, no hay que escusar ni justificarlas, que a ninguna le ha de faltar su san Martín, aunque sea en las cosas que la naturaleza no anduvo sobrada, sino algo corta y escasa. Y así, veréis que, mirando uno a la cabeza del otro, si ve que tiene chica frente, luego lo canonizan por hombre de corto entendimiento; si cejijunto, mohíno y mal acondicionado; si grandes orejas, dicen que es asno; si nariz m larga n, judío; si ojos pequeños, corto y de condición apocada; si boca grande, goloso y parlero; si cabeza chica, insensato; si cabeza caída, lo llaman garabato; si enhiesta y levantada, disoluto. Finalmente, faltas en la cabeza jamás se pudieron encubrir, por ser fuerza haber de andar ella descubierta y patente a todo el mundo de suerte [89v] que si a ratos se tapa y cubre soy obligado, en topando al otro, a descubrirla con un "beso a vuestra merced las manos". ¡Y quiera Dios no se las bese por haberle arrojado alguno de los juicios pasados! Que no habría que espantar, pues, descubriéndole la cabeza, le está diciendo que le mire, que ya le descubre lo bueno o malo que hay en ella. Y si esto no hiciese o, tampoco le faltaríe su sentencia de hombre mal criado. Terrible cosa, estrañas obligaciones de la pobre cabeza, que ha de andar escueta y descubierta a que os cuenten hasta los cabellos de la cabeza 10. Y si algún día, por doleros, os la entrapujáis y atáis, os habéis de encerrar en casa porque, si muchas veces salieres de ella con bonete redondo cubierta, os dirán que es botana que os pusieron porque no se derrame, etc.

  ¡Oh carga pesada de la pobre cabeza, que si tiene faltas las ha de descubrir para que la juzguen! Y aun eso que hace, que parece acto de humildad, también tiene su juicio. Que, en dos palabras, si mucho os descubrís, os llamarán paje y, si mucho os cubrís, os dirán atrevido, grave o desvergonzado. Pero si las faltas están en alguna otra parte del cuerpo, aunque p sea de las principales, si está en las manos os calzáis guantes, si en los pies zapatos, si en las piernas botas, si en el cuerpo un sayo, si en el pescuezo un cuello, y con eso queda remediado. Pero la falta de la cabeza, como queda dicho, el remedio es remiendo que os echa en la calle y sube de punto el juicio y la sentencia que os dan.

 


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5.  Esto propio digo yo de los defectos y faltas de los frailes par­ticulares y prelados inferiores, que es fácil el taparlos y encubrirlos: si son q graves los que tienen la falta r, con una cárcel; si pequeños, con clausura; si de ignorancia, con un desierto; si de cortedad, con un compañero; si falta de prudencia, con un procurador; si falta de salud, con un vicario; si falta de spíritu, con un maestro de novicios; si sobra de palabras y regalos de su persona, con viejos que lo murmuren; si demasiado de encerrado, con mozos que lo espoleen; si amigo de salir o pasear, con escrupulosos que lo detengan; si algo relajado, con ojos que lo miren. Finalmente, ninguna falta puede haber en alguno de estos miembros inferiores, por partes principales que sean, que le falten sus guantes, zapatos o sayo con que se tape y encubra y quede reparada. Lo cual mal y por mal cabo se puede hacer en los prelados superiores, en los provinciales y generales, que son hombres absolutos, gente que, como cabeza superior, siempre ha de andar descubierta a los juicios de todos los hombres, sin que en ella haya defecto que, por pequeño que sea, no salga a la cara y se eche en la calle, porque es propio de las cabezas andar patentes y descubiertas a tantos besamanos como [90r] el día de hoy se usan y hay obligación. Y si esto no hiciese y fuese cabeza cubierta, aplique s lo que dijimos de la corporal en semejante ocasión, que dicen ser de graves t, hinchados, soberbios y presumptuosos no dejarse ver y tratar de todos el tal prelado.

  Si como hombre de pequeños ojos ve poco las faltas de su provincia y religión, dicen que es corto; si mira mucho, lo llaman curioso; si güele mucho, scrupuloso; si escucha dichos y consejas, asno; si boca grande u, glotón; si corto de pensamientos, que son los cabellos, ignorante. Vayan, mis hermanos, con esta letura: que las faltas en la cabeza superior no se pueden tapar ni encubrir, porque son espejos que deben estar patentes donde todos se miren; son el rostro y la faz de una communidad. Y así, ha de haber grande oración, como dijimos en el notable pasado, para que de suerte ninguna haya yerro en cosa tan grave y de tanta consideración.

  6.  Y si acaso, por no poder más, en los prelados v inferiores hubiere algún defecto, remediable es, pues, siendo parte del cuerpo inferior, será fácil el taparlo y encubrirlo con alguno de los remedios dichos. No hay pieza de paño tan grande que, si ha de vestir a muchos, no se acabe y aun sea necesario disimular en la parte secreta el jirón de otro paño o color, particularmente en nuestra sagrada Religión, donde los sujetos son pocos y mucho lo que hay que vestir. No hay que desmayar, que, si no todos fueren del color del paño que se busca y que todos [no] sean de un spíritu y de un ditamen, buen remedio, blanco vestimos y lo blanco admite sobre sí toda tintura. Búsquese un inocente, un niño, un ignorante, inpónganlo, indústrienlo donde el tinte y color de lo demás del vestido, que cualquier cosa tomará y cairá bien sobre su pureza,


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pues es tabla rasa en quien será fácil imprimir y dibujar cualquier cosa, y en particular el spíritu que en la tal religión se profesa w.

 

 




a  De cómo sobre lín.



1 Cf. arriba: Para los prelados.



b  sobre lín.



2 Cf. Physica, VIII,1.



c ms. e



d ms. e



e sigue y sin tach.



f al marg. (vide locum)



3 Ap 22,17: "Et spiritus, et sponsa dicunt: Veni. Et qui audit, dicat: Veni".



g sigue y tach.



4 Cf. Ef 4,4-5.



5 He 1,14.



h  sigue un spiritu tach.



6 Cf. He 2,1ss.



7 Cf. Gén 11,1-9.



8 Libro de las Fundaciones, 24 (cuatro avisos a los descalzos, de 1579, que fray Luis de León publicó como adiciones), en Obras completas, Madrid, BAC, 1982, 602: "... que procurasen guardar estas cuatro cosas y que, mientras las guardasen, siempre iría en más crecimiento esta relisión, y cuando en ellas faltasen, entendiesen que iban menoscabando de su principio. La primera, que las cabezas estuviesen conformes".



9 "Juego de los propósitos, es un entretinimiento de donzellas" (Covarrubias).



i sigue de tach.



j  ms. suelen



k sigue bubas tach.



l sigue pero y tach.



m sigue grande tach.



n sobre lín.



o sigue p tach.



10 Reminiscencia de Mt 10,30.



p sigue esa tach.



q  corr.



r los-falta sobre lín.



s corr. de ablique



t sigue atrevidos tach.



u sigue comi tach.



v sigue superiore tach.



w  sigue nota






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