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San Juan Bautista de la Concepción
Obras III - S. Juan B. de la C.

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CAPITULO [20] CUÁNTO INPORTA QUE LAS VERDADES SE DIGAN DESCALZAS Y SIN COPIA DE PALABRAS Y CÓMO HAY DOS MANERAS DE UNIONES Y CONFORMIDADES ENTRE RELIGIOSOS, Y CUÁL SE HA a DE SCOGER

 

  1.  Según razón, puesto caso que estos notables son unos avisosb y desengaños para nuestros hermanos, no habíen de tener en sí más que unas pequeñas y cortas conclusiones, porque el que desea aprovechar las verdades las quiere descalzas y desnudas, que todo lo demás sirve de preparación para el alma que ha de recebir las tales verdades; y también la doctrina y palabras con que se acompañan sirven de descubrirlas y pesarlas para que, viendo el alma el valor, más se aficione a ellas. Peroc nuestros hermanos, con quien vamos hablando, que la oración y el deseo de acertar los tiene dispuestos para recebir las tales verdades y con la luz interior tienen conocimiento de su valor y estima,


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no es necesario otra disposición con nuevas palabras que acompañen a la verdad. Cuando una persona es conocida y amada de otra y la va a visitar, con llaneza y sin cumplimientos se visitan y se va la una a casa de la otra sin llevar scuderos, criados y gente que la acompañe. El siervo de Dios, que en todas sus obras desea acertar y conoce la verdad y la ama, no tiene necesidad de que se le ofrezca con acompañamiento de palabras ni exemplos extraordinarios, sino hablarle con llaneza y descubrirle lo que es más voluntad de Dios.

  2.  Yo veo edificar casa y hacer obras de dos maneras. La una d creo llaman de mampostería, y es que, para trabar y sentar una piedra sobre otra, cuando las ponen en el edificio van ya de tal manera labradas que sin cal ni arena ni golpe alguno se asientan [98v] y se avienen unas con otras, que parece que para allí nacieron. Otras e obras hay más bajas -no sé cómo se llaman- y son de suerte que, para avenir una piedra con otra y asentarla de suerte que queden trabadas, es necesario a la piedra darle mill porrazos y desportillarla por mill partes; y aun algunas veces se suele hacer tantos pedazos que no queda sino para la calle; y después de todo eso ha menester cal y arena para que asiente y asga y hacerle la cama para que siente.

  Es llano que el edificio que un alma hace f es con verdades y conclusiones que le proponen, y con éstas se edifica y edifica casa para Dios, pero digo que de dos maneras se hacen estos edificios. El seglar, para haber de asentar en su corazón una verdad de desprecio del mundo, amor de Dios, aborrecimiento del peccado, etc., es necesario aporrearle la virtud y desportillársela, de tal suerte que suele muchas veces no quedar por virtud ni por verdad; y esa virtud y verdad es necesario sentarla y trabarla con tantos adherentes que [se necesita] Dios y ayuda para que halle buen asiento. Fácil es de entender que si amamos a Dios o al prócximo es con tantas condiciones y con tantos partidos, que suele ser más amor propio que amor de Dios. Y ese amor de Dios, para sentarse de veras en nuestro corazón, es necesario hacerle la cama y el asiento y trabarlo con tantas promesas como Dios hace al que de veras le ama. Y lo propio digo de las demás virtudes y verdades. Pero el siervo de Dios tiene tan preparado el corazón y dispuesto para recebir lo que se le dice y enseñare que, siendo de suyo la virtud y la verdad labrada de la mano de Dios, no tiene más que asentarla g y esconderla en su corazón, como dice David: In corde meo abscondi eloquia tua, ut non peccem h tibi 1. El corazón del justo se traga verdades y virtudes cuantas se le ofrecen, de suerte que en propuniéndole la cosa ya la tiene asentada y escondida; escondida de suerte que no se la hurten ni él la pierda.

 


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3.  Léase el sagrado evangelio y toda la biblia y hallarán que todo lo que en ella está scrito son unas verdades apuradas, sencillas, puras y sin género de afeite. Cuarenta días estuvo Moisés hablando con Dios en el monte 2 y, al cabo de este tiempo, trujo Moisés en dos tablas resumida lición tan larga y hecho un epílogo de diez mandamientos del decálogo 3. Estas verdades, de quien vamos tratando, son como el grano de trigo -que a él lo comparó Cristo- que, sembrado en buena tierra, da ciento por uno 4. Y la misma multiplicación tiene la palabra de Dios en el corazón del justo, donde, escondida una verdad, [99r] allí nace, crece y se multiplica. Y, para que este grano así se multiplique, no se siembra con la paja, sino limpio y mondo. Y así son admitidas las verdades en el corazón del justo y allí dentro se fecundan, de suerte que de una sola tiene el justo qué predicar y decir días y noches. Pero la otra gente aprovéchase de estas mismas verdades vestidas y adornadas, de suerte que no se conocen por quien son, antes van tan aguadas y mezcladas que no tienen ni llevan fuerza para trocar el corazón y volverlo a su Dios.

  4.  Por ir Tamar arrebozada y cubierta i, usó mal de ella Judas y, por haberla desestimado y tenido por ramera, se vido en peligro de que todos a una la apedreasen y que muriera 5. ¡Qué de verdades andan en el mundo desestimadas, despreciadas y maltratadas, y aun apedreadas y sin vida, de quien usan mal los hombres, como si fueran enbelecos y mentiras, por haberlas disimulado, tapado y arrebozado j con tanta composición de palabras que más parecen rameras que mujeres honradas, antes mentiras que verdades!

  Notable cosa es que pregunta Pilatos a Cristo: Quid est veritas6; que le diga qué es la verdad. Pues ven acá, ¿tú no eres juez? ¿No ha tantos años que riges y gobiernas, sentencias procesos, ejecutas sentencias? ¿Es posible que a cabo de tantos años la verdad no ha pasado por tu puerta y entrado en tu casa? ¿No dice David que justitia et veritas obviaverunt sibi 7; que andan juntas y acompañadas? ¿Cómo, siendo tú juez, preguntas qué es la verdad? Señal que no te encontraste con ella. Digo que sí debiera de aposentarse en su casa, pero debiera de decirse tan afeitada y tan disimulada que jamás le debiera de haber visto el rostro y, como vido a Cristo, eterna sabiduría que hablaba pocas palabras, y ésas desnudas y descalzas, quiso informarse de la verdad.

  5.  Cuántas veces sucede estar un manjar guisado con tantos adherentes que lo come un hombre y no sabe lo que es, ni aun hace el provecho conforme su calidad y sustancia porque ya la lleva perdida. Y aun por eso no hacen provecho las verdades en los púlpitos y llevan perdido el k provecho, porque sólo se atiende al gusto y paladar de los


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que las oyen; y así todo es aderezarlas, componerlas, para que parezcan bien. El buen casado no ha menester que su mujer se afeite ni componga para dar gusto a su marido, pero el que está amancebado es necesario que su mujer haga mill invinciones y composturas esteriores. Están ya por nuestros peccados los hombres tan depravados y aficionados a la mentira que es menester afeitar la verdad [99v] y componerla para que les dé gusto. Pero el justo, como buen casado y aficionado a ella así desnuda, simple y llana la ama y la quiere y absconde en el retrete de su corazón.

  6.  Supuesto esto, para tratar lo que en el capítulo propusimos, no será necesario gastar muchas palabras ni decir mucha doctrina tratando del amor y afición de carne ni del amor y afición de spíritu, pues del uno y del otro hay tantos libros scritos. Pues para venir a decir del amor verdadero de spíritu que entre los siervos de Dios debe haber, hase de notar que hay dos maneras de afición y amor de carne y sangre. Una l es la que consigo trai culpa y peccado, y de esa afición no se trata porque debe estar lejos del stado religioso. Otra afición hay de carne y sangre sola, absoluta, sin tener otro fin más que aquel agrado natural que una persona tiene con otra, porque frisan en los naturales, en las condiciones o porque una se deje llevar de otra por su plática, conversación o buena condición. Este llamo amor natural, el cual entre religiosos y siervos de Dios suele ser muy pernicioso. Y cuando otro inconveniente y mal no se le hallara más de ser un desaguadero del spíritu y sumidero de los bienes del alma, eso bastara, pues por ahí se desangran las virtudes interiores y este amor sirve de un peso y grillo que detiene al spíritu para que no vuele a Dios.

  7.  ¡Oh, qué de estorbos, qué de detinimientos le causa al alma! Y cuando no tuviera otros más de aquel gastar el tiempo y ocupar su alma muchos ratos en cómo ha de agradar a quien ama y quien quiere, eso bastaba. La sancta madre Teresa de Jesús, en el libro que escribió de las Moradas, gasta el capítulo cuarto m en tratar de los inconvenientes que trai consigo esta afición y amor que unas religiosas suelen tener n unas con otras 8. Y en diferentes partes yo he dicho muchas cosas. Y ahora basta saber que alma y cuerpo son como dos o fuertes guerreros, de quien se puede decir que vive quien vence, como dice san Pablo: Si secundum carnem vixeritis, moriemini 9, etc. El que se deja llevar de la carne lleva tras sí el spíritu y lo ahoga, pero el que, por el contrario, mortifica su carne, da vida al spíritu. Es fuerte este hombre exterior, que si hace fuerza atendiendo a las cosas de acá abajo atrai tras sí a toda el alma, de suerte que no le deja levantar el entendimiento y voluntad al conocimiento y amor de Dios. Son como los dos ojos del hombre, que con el uno no podemos mirar la tierra y con el otro el cielo, sino que con entramos hemos de mirar el cielo o la tierra. Que


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es lo que dijo el propheta Elías a los sacerdotes de Baal 10: Usquequo claudicatis in duas partes? si Dominus est Deus, sequimini eum; si autem Baal, etc. p

  8.  Todo el hombre entero se ha de dar a Dios, porque con un pie no se puede caminar. Bueno fuera que quisiera el hombre caminar al mundo con el cuerpo, gozando de sus deleites, [100r] y con el alma a Dios. Es certíssimo que, si el cuerpo corre tras la vanidad, allá va el alma contribuyendo con q el ejercicio de sus potencias y, si el alma se va tras Dios, allá se lleva el ejercicio de los sentidos corporales. Y el refrán español dice: Dime con quien andas, diréte quién eres. Que es lo que dice san [Juan] por estas palabras: Qui de terra est, de terra loquitur, etc. r [Qui de caelo venit], super omnes est 11. Es llano que si trato con tierra seré tierra, y si trato del cielo que seré sobre los cielos. Ninguno, dice Cristo, puede ser mi discípulo que no renuciare todo lo que poseyere 12 y negare padre, madre y hermanos 13. Que, para que el hombre fuese perfecto, dice Cristo s que vino Cristo a sembrar discordias entre ellos y las cosas que los impiden para no entregarse de veras a Dios 14.

  9.  De otra manera se pueden amar las criaturas, no como fin último -que ese amor más es idolatría-, sino como medios t que dispiertan y ayudan a levantar el corazón a Dios. Esta es la razón por qué en todas las cosas de acá abajo hallaremos algo bueno y de perfección y algo malo y de inperfección. Con lo bueno nos aficionan para amar a su Criador y con lo malo nos están apartando y desviando de su amor y avisándonos que no tienen ser ni suficiencia para satisfacer la necesidad del hombre. ¿Qué florecita hay en el campo que no se lleve tras sí los ojos del hombre? ¿Quién se pone a considerar que a la mañana nace con esa hermosura y a la tarde está marchita 15 que no le dé la mano y busque cosas más estables y permanecientes? Y así en todas las demás cosas, las cuales con su beldad y hermosura nos están llamando y tirando de la capa y, con su fin y corrupción, nos están desengañando. Como a niños a quien las madres ponen cosas amargas en el pecho para que dejen de ser niños, aborreciendo la leche delicada que con tanta facilidad se corrompe, y coman el pan sólido que hace u los hombres fuertes.

  10. ¿Qué fuera, mis hermanos, si con tener conocimiento de la bajeza de las cosas de acá las amamos y por ellas nos perdemos, qué fuera si de ellas sólo nos descubriera Dios su bondad y hermosura y dejara secreta y encubierta la muchedumbre de sus defectos? Ve el otro que el sol se esconde de noche y que un ñublado lo scurece y que la luna crece y mengua y, con todo eso, no falta quien los adore. Lleva el otro el becerro a la carnecería y lo mata, y parte dél come y parte


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echa a los perros, y lo levantan por su v dios 16. Anda la culebra arrastrada por el suelo y hay otra muchedumbre de animales inmundos y asquerosos, y no falta quien los lleve a su casa y les haga altar. ¿Qué fuera si todas estas cosas tuvieran complemento de perfecciones descubiertas y sus defectos y menoscabos encubiertos? No hubiera quien conociera al verdadero Dios, que es consuelo de nuestras almas. Esta es la razón por qué Dios, criando todas estas cosas, las crió con tantos desengaños [100v] y tantas dificultades con que se tienen, poseen y alcanzan y, por otra parte, con tanta hermosura, porque sabe Su Majestad cuán terrestres somos y qué poquito nos levantamos del suelo y que era necesario ponernos en el propio suelo unos escalones que nos subiesen y levantasen a Dios.

  11. Pues digo que hay un amor a las criaturas absoluto, que para y se detiene en ellas w; éste no es bueno. Otro hay respectivo, que nos lleva y levanta a Dios, y éste es bueno, de quien habla san Pablo: Invisibilia Dei a creatura mundi, per ea quae facta sunt, intellecta, conspiciuntur 17. Y este amor es bueno, aunque para gente aprovechada no muy perfecto. Yo me declararé. Hay gente que no puede comer si no es con muchos sainetes y salsas, y otro que se comerá cuanto le dieren sin más potajes ni aderezos más de la buena gana x, que es la salsa que dijo san Bernardo del religioso 18. Bien veo yo que todas estas cosas criadas y las perfecciones de las criaturas saborean las cosas de Dios a este hombre animal, que no sabe percebir lo que es de Dios 19. Pero también digo que se puede haber vuelto tan spiritual que no tenga necesidad de scalones para subir a Dios, por haberle nacido alas de paloma, como dice David, para volar y descansar en Dios 20.

  12. Los ciegos han menester quien los adiestre, pero, si uno tiene ojos y buena vista, es cosa muy inperfecta usar de báculo, perrillo o muchacho que adiestre. Mientras vivimos en este mundo somos y peregrinos y vivimos en tinieblas, donec lucifer oriatur in cordibus nostris 21. Así nos dio Dios tres maneras de guías que nos enseñasen a Dios: las criaturas insensibles, que son como el báculo muerto del ciego con que el hombre va atentando; otras hay sensibles, que corresponden al perrillo que guiaba al ciego, y éstas son z tantas diferencias de bestias y animales que con sus gritos y voces dispiertan y avisan que busquemos a su criador; otras hay racionales, que corresponden al muchacho que lleva el ciego, y éstos son los hombres que con su consejo y doctrina nos enseñan el camino de la salvación.

  Pero tal luz le puede haber nacido al justo, tanta claridad y desengaño verdadero, que de él a Dios no es necesario se le pongan delante criaturas. No quiero decir que se hayan de despreciar los consejos de


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los hombres ni la hermosura de las cosas, pues todas las crió Dios, como dice el Spíritu Sancto en el libro de la Sabiduría, por sí propio: Omnia operatus est Dominus propter ipsum 22; como si dijera: para que le conozcamos y, conociéndolo, le amemos. Pero digo que el amor sin esas cosas es más puro y de más quilates.

  13. El oro, para labrarlo, dicen es necesario se le eche liga, y esta liga dicen que es una mezcla [101r] de plata o azogue a, de suerte que la liga que se le echa es de metal más bajo. Pero, si hubiera un platero que supiera labrar el oro sin esa liga, es llano que su saber fuera mayor y las obras que hiciera más levantadas, pues el oro quedaba más puro y sin mezcla de metal bajo. Viendo Dios nuestro poco saber, el amor divino puro y simple que se le debe a Dios mezclólo y púsolo envuelto entre las criaturas, para que con esa liga y golosina el hombre le amase y quisiese, pero, después de hecha y acabada la obra, el amor no es puro, pues en él entrevino el amor de la criatura. Pero si el hombre hubiese ya llegado a tal grado de perfección que sin esa mezcla allá dentro de sí hiciese de este amor divino solo y puro unas labores admirables, llano es que su perfección sería mayor y la obra que hiciese mucho más levantada de punto, por ser todo oro fino y amor divino. Este amor no tiene peligro, por estar todas las cosas en Dios con summa e infinita perfección, pero el otro amor que se le tiene mediante las criaturas muchas veces suele peligrar. ¡Cuántas veces sucede amancebarse un hombre con las doncellas y criadas de casa que tiene para su servicio! Y eso le sucede muchas veces al hombre, a quien Dios le dio estas criaturas para que le sirviesen y ayudasen a levantar el corazón a Dios: que, dejándose llevar de su hermosura, se amanceba con ellas y se queda en ellas, como hicieron los del tribu de [Rubén y Gad], que, pasando a la tierra de promisión, se quedaron en el camino por dejarse llevar de los prados floridos y amenos de [Jazer y Galaad] 23. Por eso los ángeles son perfectíssimos y tienen tanta velocidad en su caminar que, sin pasar por los medios, llegan a los fines que por ordenación de Dios pretenden.

  14. De aquí quedará ya claro cuál es el amor que un religioso debe tener a Dios y cuál el amor que unos con otros se han de tener. Hase de aborrecer el amor absoluto que se tienen unos a otrosb, fundado en sólo cosas de la tierra. Este es inperfecto, peligroso, maloc y, a buen librar d, amor que nos estorba y detiene para caminar a Dios. Otro amor hay que se tienen los hombres unos a otros ayudándose de sus pláticas y conversaciones e inclinaciones para más levantar el spíritu, por ser gente, como decíamos denantes, necesitada de hacer sus labores con liga de metal más bajo del que ha menester el oro y amor fino de Dios. Buenas son estas aficiones, pero, como el hombre no es todo


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spíritu, por mucha solicitud que tenga, no se hace esta liga e, unión y amistad entre dos religiosos tan pura que todo sea espíritu y que la carne no salga a su parte deseando un rato de la conversación, entretenimiento y parlar de su amigo. [101v] Que aquel decir san Pablo que con solicitud procuremos guardar la unidad de spíritu 24, bien se deja entender se debe de alcanzar con trabajo.

  15. Dos maneras hay de sacar oro de las entrañas de la tierra: unas veces lo hallan en granos y en pedazos, y otras veces lo sacan envuelto y mezclado en tierra; y, cuando está el oro mezclado en la tierra, es menester mucho trabajo para afinarlo y apurarlo y mucho saber para sacarlo limpio y puro f. El amor que se tienen los ángeles y bienaventurados es amor g y oro que se halla en grano, que no tiene necesidad de afinarse, pero el que nosotros nos tenemos está mezclado en tierra, por estar el spíritu en carne, y así es menester gran solicitud y cuenta para afinar este amor, que no lleve tierra y que nada sepa a carne, para que en nosotros se cumpla lo que dice Cristo: "Ruégote, Padre, que los hombres sean una misma cosa, sicut et nos, como yo y tú lo somos" 25; donde todo es Dios, todo es spíritu, todo bondad, todo amor, en quien no hay más de un querer y una voluntad.

  16. Para que entre religiosos y siervos de Dios se guardase esta unidad de spíritu y se huiga la de carne y sangre, querría poner un notable y que a nadie se hiciese dificultoso. Al principio del mundo, pretendiendo Dios todos los hombres fuesen unos, procuró hacerlos hijos de un padre, engolosinándolos a que se amasen y quisiesen con una carne y una sangre, pareciéndole era necesario ayudar a nuestra flaqueza h con una atadura tan grande como era ser todos hijos de un padre y tener todos una propia sangre y carne. De aquí vino que los hombres unos se amaron -como queda dicho arriba- con sólo amor de carne, parando en ella, y otros tomaron ese amor por medio para otro amor, unión y conformidad mayor, que fue el del spíritu. Otros, que llegaron a más alto grado de perfección, dejaron ese amor a un lado y, como gente desnuda de carne y sangre, sólo se amaron y quisieron en el spíritu.

  Ahora, pues, pretendiendo entre los religiosos y siervos de Dios este amor perfecto y esta unidad de spíritu y hurtar el cuerpo a todo lo que es carne y sangre, querría dar un consejo, pidiendo primero con grandes veras al que lo leyere pida a Dios le dé la verdad, conocimiento y sentimiento de lo que yo aquí diré. Y es que en las religiones, para que los religiosos sean unos y se amen y tengan esta conformidad -pues de ellos andamos huyendo lo que es carne y sangre, los medios que se dan para reparo de nuestra flaqueza-, que se procure en su crianza que se les den diferentes padres y maestros, procurando que de ellos


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sólo tomen lo que es espíritu. Y vivan de ellos tan desasidos como si de ellos sólo oyeran su voz, que es la propiedad que Cristo descubrió a Nicodemus del verdadero y sancto [102r] Spíritu: Vocem eius audis, nescis unde veniat, aut quo vadat 26. ¡Oh, qué gran cosa del que pretende de veras ser verdadero hijo de Dios: que atienda a la voz de su maestro sin reparar de dónde sale! Que veo nuestra naturaleza tan flaca y pegajosa que ya más se mira a quién me enseña, para amarlo y quererlo, que no la voz y doctrina que enseña. Véolos apasionados por la persona y desaficionados de la doctrina, de suerte que salen más hijos de carne que de spíritu.

  17. ¡Oh padres y hermanos míos los que crían novicios, y si Dios en ellos inprimiese esto que yo ahora digo y pienso: que jamás se debe de haber puesto los ojos en ello! No pienso que me engaño, a lo menos en las religiones reformadas. En esotras podrá ser que sea muy necesario, para aficionar a sus novicios, acariciarlos y regalarlos, mostrarlos afición y agrado, pero en la religión donde sólo se viene a buscar a Dios y sólo por el mismo Dios, huigan los maestros de acariciar demasiadamente a sus novicios i y de aficionarlos con cosas de carne y sangre. Y el que fuere discípulo, que fuere tan despegado que no bastare la doctrina para pegarlo y aficionarlo, vaya fuera, que el spíritu y trato de Dios es tan sabroso, tan dulce y meloso que el j que no lo amare por la muchedumbre de dulzura que hay en él, no ha menester quedar en la religión; vuélvase al siglo a buscar carne y sangre y sainetes.

  18. Acuérdome que una vez un infiel principal habíase vuelto cristiano. Levantósele una persecución grande y, viéndose afligido, visitándolo un religioso nuestro en la cárcel le dijo: -¡Ah, padre, el que en mi tierra se vuelve moro danle mucha hacienda, estímanlo y tiénenlo en mucho, pero en España, en volviéndose uno cristiano, todos le olvidan y aun todos lo per siguen! Respondióle el religioso: -Hermano, es cosa tan miserable volverse un cristiano moro que, para no pensar ni considerar su desastrado fin y miseria, es necesario hacer todo eso con él; pero, por el contrario, es tan grande felicidad y dicha el moro volverse cristiano que, para que goce a solas ese summo bien, no sólo no se le dan dineros, sino antes les envía Dios nuevos trabajos y les permite grandes persecuciones, como quien echa alguna pensión a la inestimable dignidad que por sola su misericordia le hizo digno de ella.

  Pues, si a un moro se le da esa respuesta, ¿qué hemos de enseñar a los que vienen a buscar a sólo Dios, a los que, siendo ya cristianos, vienen a ser perfectos? ¿Hémosles de decir que les den confites, regalos, almuerzos porque se aficionen a las cosas de Dios, siendo ellas, como dice David, dulciora super mel et favum; más dulces y sabrosas que la miel; super aurum et lapidem pretiosum multum 27; más ricas y estimables que el oro y la piedra preciosa? Pregunto yo, ¿no fuera ignorante el hombre


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que, dándole un diamante que valiese muchos ducados, [102v] dijese que no lo quería si no se lo daban engastado en un pedazo de cobre o estaño? Por cierto fuera grandíssima ignorancia, porque ese engaste bajo antes serviríe de menoscabar y deshacer el precio de la piedra preciosa. Así digo yo. Si la doctrina cristiana que los maestros enseñan a sus discípulos es de tanto valor, de tanta suavidad, ¿qué necesidad hay de envolverla con amor y afición de carne y con otros regalos, en que muchas veces encarnizado el discípulo, no pasa adelante, sino se queda en las bajezas exteriores?

  19. Verdad es que el cazador le lleva sustento y comida al azor y halcón con que va a cazar, pero eso se lo da de tal manera que el día antes los hace ayunar y les da la comida con grande tasa para que vuele con más ligereza y despego de la mano del cazador, porque es llano que, si al tiempo de hacer el vuelo y presa llevase el cazador en la mano el pedazo de carne, que no habríe quien lo despegase de ella. De grande importancia sería, padres y hermanos míos que enseñan almas para Dios, que no tengan en la mano carne ni sangre, porque en ella no se encarnicen los novicios, sino que de cosas que aficionan a este hombre exterior los traigan ayunos para que con el interior vuelen a buscar a su Dios.

  20. Sean como las aves que, dando de comer a sus hijuelos y regalándolos, por otra parte les dan picadas para que se aparten de ellos y busquen k de por sí su mantenimiento. Estas dos cosas ha de hacer el verdadero maestro: enseñar y azotar, enseñar y dar sustento al alma y, para que se sepan apartar dél por cualquier género de afición de carne, mostrarles rigor, aspereza, gravedad, imperio, señorío, no se les hagan miel y melcocha, que se pegarán como moscas y no podrán volar. Deben tirar la piedra y esconder la mano, pues ellas no deben buscar más de aquello que sea honra y gloria de Dios, como dijo san Pablo: No nos predicamos a nosotros, sino a Cristo crucificado 28. Y para que toda la afición la pusiesen en este Dios y Señor, siempre caminaron y ejercitaron el officio con summa pobreza. No sólo no tenían qué dar, pero, siendo aun l tan pobres, no querían recebir m, como dice el mismo san Pablo: Operantes manibus nostris 29, ut non vituperetur ministerium nostrum 30; por no menoscabar nuestro officio, ya que no teníamos qué dar, no queríamos recebir, sino que trabajábamos de nuestras propias manos, que esto de dar y recebir es muy pegajoso y son desaguaderos del corazón.

  21. Hay alguna fructa que para comerla es necesario hacerla en conserva. Otra hay que no tiene necesidad de apetitos, sino que es toda ella de comer, y aun la cáscara y toda. Así lo dijo David de las casas y tabernáculos de Dios: [103r] Quam dilecta tabernacula tua, Domine virtutum! Concupiscit et deficit anima mea in atria Domini 31, etc.; son tan amables tus


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tabernáculos, Dios de las virtudes, que sólo llegar a sus zaguanes hace desmayar al corazón y carne. ¿Quién son estos tabernáculos sino aquellas eternas moradas, que es fructa suavíssima cuya cáscara y corteza que las cubre son estos zaguanes y casas de religión, las cuales nos han de ser tan amables que en ellas desfallezca la carne y sangre? Supuesto esto, deben los maestros criar a sus novicios descalzamente y desnudos de todo lo de por acá.

  22. Hablo de experiencia. Vi en cierta ocasión que un maestro de novicios criaba a sus frailes con almuerzos y meriendas. Andaba cargado de confites y de otras cosas que más aficionan la carne que el spíritu. Sacó una gente bien apasionada, hombres que gustan y quieren salir con la suya y con la de su maestro. Que, si sólo sacaran spíritu y espíritu de Dios, todos habíen de tener uno y en un spíritu buscar a Dios. No quiero meter la mano en esta conversación, no parezca que hablo sin él.

  23. Sólo digo, en conclusión de este notable, que tengo por acertadíssimo que el maestro de novicios sea algo seco y despegado de aficiones de tierra y que se procure que no siempre se críen con uno de suerte que puedan abanderizar la religión. Que ya se sabe que el agua que corre es más delgada y sabrosa que la detenida, y así lo será el spíritu que, no parándose y detiniéndose en una afición particular, corre y pasa por muchos maestros a topar con Cristo, único maestro nuestro, como él dice por san Juan 32. Bien podría ser ésta la razón por qué nos enviaba a que nos enseñasen los animales del campo y a que fuesen nuestros maestros el jumento y el buey 33, la cigüeña y la golondrina 34, porque, siendo bestias y animales, de ellas sólo tomásemos la enseñanza que nos daban, y nos dejásemos de las caricias y amores que nos muestran los maestros de carne. Y si no, díganme ¿quién, después de haber aprendido de estos animales y tomado sus exemplos, movido de eso se aficionan a esos animales con amor desordenado, perdiendo los ratos de que tienen necesidad para cosas de provecho por acordarse del buey y del jumento, de la cigüeña y golondrina? De esa misma manera han de ser los novicios con sus maestros: tomar su doctrina y aprovecharse de ella y a sus maestros encomendarlos a Dios, y no apasionarnos por ellos con pasión, afición y respectos humanos.

  24. Y adviertan que va mucha diferencia del respecto y reverencia que al maestro se le debe a la afición y amor desordenado, porque el respecto dice honra, estimación y agradecimiento, pero este amor que yo vedo entre los maestros y los discípulos [103v] es muy contrario, pues con este amor muchas veces le pierden el respecto y la reverencia y los desestiman, atreviéndose a burlar y jugar con ellos. En fin, es amor bajo y ha de hacer bajezas. Y como este nuestro hombre exterior es tan pegajoso y más de ordinario reina el peccado en este nuestro cuerpo mortal, éste es el que quiere hacer las suertes principales en el trato y conversación que tenemos con los maestros y personas spirituales,


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haciendo tener a raya al spíritu para que él entre guardando sus reglas puras y simples de spíritu.

  25. Bien podría poner un exemplo en algunas beatas o religiosas recogidas en sus casas, que se acostumbran a se confesar de dos a dos días y n, estándose cada vez con su confesor dos horas, dicen que tratan cosas de Dios. Bien pueden ser cosas de Dios pero bien encarnadas, en que más se saborea nuestra carne y cuerpo animal que se aprovecha el spíritu. Yo lo quiero probar. Lo primero, esta tal persona, en este tiempo que gasta con su confesor o maestro spiritual, por experiencia he visto que ellas son las que se lo parlan todo, de suerte que apenas dan lugar para que digáis dos palabras; luego no vienen a aprender; a enseñar podría ser y lo más cierto es a que las escuchen su o aprovechamiento spiritual. Y si no, adviértanlas que si hacen alguna pregunta en ella propia mezclan la respuesta, quiriendo ellas ser las que preguntan y las que responden. Y para que las scuchen de buena gana les dicen mill caricias spirituales, diciéndoles que jamás los pueden olvidar de los encomendar a Dios y que siempre los tienen presentes en todos los actos de virtud que hacen. Y si ellos no son hombres muy spirituales, es llano serán engañados, que también ellos son hombres y gustan de que haya quien los quiera bien y encomiende a Dios y entretenga un rato. Pues ¿qué, si las tales personas han llegado a pensar que tienen algún aprovechamiento spiritual en la oración o imaginan que ven o que oyen? Allí es hacérseles la boca agua y el gastar las cuatro horas sin sentir.

  Ahora pregunto yo, si este amor fuera puro y meramente spiritual, ¡cuánto mejor fuera este tiempo gastarlo con Dios en la oración y ocuparlo en la vida activa p, trabajando y haciendo alguna cosa en provecho del prócximo y de los pobres! Y veréis que en estos ejercicios no tendréis a estas tales personas un cuarto de hora. Pues por aquí se descubrirá lo que el maestro ha de hacer con el novicio: poco trato y menos conversación, de suerte que no se dé lugar a ningún género de afición particular más de la que se tiene a todos juntos, y en [104r] particular que haga sus preguntas simples, llanas, sencillas, con pocas palabras y de esa manera se le dé la respuesta y se vaya a su celda a se encomendar a Dios.

  26. Alguna vez me sucedió a mí el reprehender esto y me dijeron que era necesaria toda aquella communicación para que los novicios se aficionasen y quisiesen bien a sus maestros y tomasen, como dicen, amor con la posada. A esto respondo que el religioso, que dejó el mundo y sus aficiones, no viene a la religión a tomar otras nuevas, que eso no fuera dejar el mundo sino trocar un mundo grande por un mundo pequeño, y el que en el mundo cazaba venados y abutardas en la religión cace moscas, pues en comparación de las cosas amables que hay en el mundo son menos que mosquitos las que hay en la religión.

 


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Bien es verdad que en el siglo los maestros y ayos que enseñan los niños les dan stampitas y pajarillos para que se les aficionen, pero en la religión, donde se viene a vivir según el spíritu, no hemos de enpezar a vivir según la carne. Y atento que ella tiene tantos afectos como bocas el pulpo, es menester apartarla, según el ordinario y común trato de los maestros y unos con otros.

  27. Y puesto caso que esto es dificultoso, es bien que en las religiones, donde todo lo que se pretende es Dios y spíritu q, el cual debe de ser uno en todos, que no sea uno el maestro, quiriendo cada maestro de novicios hacer su atajo y criar su gente aficionada, y quiera Dios no sea apasionada. Y adviertan que en aquella palabra que digo, que en todos ha de haber un spíritu, respondo a un argumento que me pueden hacer diciendo que es bien que todos los novicios se críen con un ditamen y con unas costumbres. Y si todos los maestros tienen un spíritu, poco importa que los muden o, por mejor decir, mucho importa, pues con eso no tendrá desaguaderos el spíritu ni aficiones desordenadas la carne. Pienso que en esto no me engaño. Bien sé que he oído bien al contrario de lo que voy diciendo. A esta doctrina me arrimo y la tengo por más provechosa y lo he visto por experiencia.

  28. No quiero decir más acerca de esto, que espero en Dios, si con estas pocas palabras yo no lo he dado a entender, lo enseñará Dios al que con veras deseare acertar y amar a sólo Dios sobre todas las cosas. Y cuando no tuviera con qué probar esta doctrina, sino con lo que Cristo dice a sus discípulos r para probar la verdad de su resurrección: Palpate et videte quia spiritus carnem et ossa non habet 35; probaba que era verdadero cuerpo el que traía y les dice: palpad y ved [104v] estos güesos y esta carne y advertid que el spíritu no tiene carne ni güeso. Y pues los maestros en las religiones son de spíritu y no de carne ni de güeso, no lo han de tener para ser los que deben según el spíritu. Este nos lo dé Dios para que le sepamos agradar y servir.

 

 




a  sigue d tach.



b sigue para tach.



c sigue co tach.



d  sigue para tach.



e sigue ay tach.



f ha sobre lín.



g sigue y ponerla tach.



h ms. pecent



1 Sal 118,11.



2 Cf. Ex 24,12-18.



3 Cf. Ex 32,15-17; 34.



4 Cf. Mt 13,8.



i  al marg. vide



5 Cf. Gén 38,13-24.



j corr.



6 Jn 18,38.



7 Sal 84,11: "Misericordia et veritas obviaverunt sibi; justitia et pax osculatae sunt".



k sigue gusto y tach.



l  corr.



m sigue de los tach.



n ms. ten



8 Más bien la Santa trata de eso en Camino de Perfección (CV), 4,4-9.



o sigue balanças tach.



9 Rom 8,13.



10 1 Re 18,21.



p  sigue vide



q sigue sus potencias tach.



r sigue (vide usquequo)



11  Jn 3,31.



12  Cf. Mt 19,21.



13  Cf. Lc 14,26.



s al marg. vide



14  Cf. Mt 19,21.



t ms. medio



15  Cf. Sal 90,6.



u ms. hacen



v  corr. de du



16 Cf. Ex 32,1-6.



w sigue y ay tach.



17  Rom 1,20.



x ms. gan



18  Cf. Epistulae, 1,11: Opera omnia, VII, Roma 1963, 9.



19  Cf. 1 Cor 2,14: "Animalis autem homo non percipit ea quae sunt Spiritus Dei".



20  Cf. Sal 54,7.



y sigue ciegos tach.



21  2 Pe 1,19.



z sigue las tach.



22 Prov 16,4: "Universa propter semetipsum operatus est Dominus".



a  u sobre lín.



23  Cf. Núm 32,1-9.



b ms. otro



c sigue detien tach.



d ms. libras



e  sigue y tach.



24 Cf. Ef 4,3: "... solliciti servare unitatem Spiritus in vinculo pacis".



f sigue los tach.



g sigue que tach.



25  Cf. Jn 17,11.21.23.



h sigue con tach.



26 Jn 3,8.



i  sigue ni tach.



j corr. de aquel



27  Sal 18,11.



k  ms. busque



28 1 Cor 1,23.



l sigue po tach.



m al marg. vide



29  1 Cor 4,12.



30  2 Cor 6,3.



31  Sal 83,2-3.



32 Cf. Jn 13,13-14; Mt 23,8.



33  Cf. Is 1,3.



34  Cf. Jer 8,7.



n  sigue di tach.



o ms. sus



p sigue p tach.



q  sigue que tach.



r sigue que tach.



35 Lc 24,39.






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