Índice: General - Obra | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText |
San Juan Bautista de la Concepción Obras III - S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
CAPITULO [26] EN QUE SE PREGUNTA EN QUÉ FORMA DA DIOS ESTA LUZ CON QUE SE HACEN OBRAS GRANDES PARA QUE NO SALGAN ERRADAS
1. Si Dios ha sido servido, yo tengo escrito un tratado del conocimiento a sobrenatural del hombre interior, y pudiera remitir lo que se ha de decir acerca de esto a aquel tratado 1. Quiera Dios acierte a decir cuatro palabras diferentes de lo que allí tengo dicho. Yo no quiero ahora tratar de los modos con que Dios puede dar esta luz, que eso yo creo he dicho allí algunas cosas. Lo que ahora pregunto es en qué da Dios esta luz o qué luz es estab sobrenatural que Dios da para las tales obras extraordinariasc. He dicho que puede estar en las mismas cosas exteriores, en quien las tales obras se han de ejercitar, y puede estar esta luz en la misma persona que las ejercita, y puede tomarla y tenerla en el mismo Dios, por quien se rige y gobierna para la hechura de las propias obras. Digo más: que, siendo y pudiendo ser esta luz de
muchas maneras, deseo ahora espiritualizarla algo más de lo que vía ordinaria el hombre puede entender. Que no porque digamos luz se entiende que es como esta que acá gozamos o alguna claridad interior que el hombre la pueda llamar luz, a semejanza de estas luces de acá, no obstante que Dios, de todas maneras y como él quisiere, puede obrar todo lo que le diere gusto.
2. Digo ahora que será bien explicar esta luz de dos maneras. La una, digo luz a una noticia cierta y verdadera que Dios pone en un alma para las obras que d él es servido, de suerte que, sin ver claridad ni luz, más claro que con mill luces tiene asentado en su alma las verdades que Dios es servido de manifestarle acerca de su obra. Yo no trato ahora de las perturbaciones exteriores que pueden combatir y escurecer esta noticia o estorbarla y detenerla para que no parezca en todo tiempo. Sólo trato de la propia noticia en orden e a la persona en quien Dios la ha puesto. Esta la sabe Dios connaturalizar en la propia alma de suerte que, sin que la propia alma haga reflecsión ni piense quién me enseñó esto, cómo lo sé o cómo lo entiendo, sin nada de eso se halla con el ejercicio de aquella tal noticia que Dios puso en su alma. Como cuando con los ojos vemos, no reparamos cómo vemos, por ser ya cosa tan natural, ni de qué manera perciben los ojos y se le representan las especies de lo que ven, sino callan y obran viendo [121r] todo lo que se les ofrece. De esa misma suerte, el alma a quien Dios hace esta merced, conoce y obra aquello que Dios puso a su cargo, sin reparar cómo lo obra y hace o cómo acierta. Este es un modo seguríssimo para el alma que le recibe, porque, no reparando en la grandeza del bien que tiene, obra con él obras agradables a Dios sin peligro de soberbia. Como un hombre, pocas veces se ensoberbece porque tiene ojos y ve, podría aprovecharse mal de la vista, pero a mi parecer no ensoberbecerse porque tiene ojos para mirar, por no reparar en ello; y la soberbia ordinariamente nace de la reflecsión que el hombre hace considerando la grandeza de aquello que tiene y posee. Y por no dar ese lugar, da Dios este don y hace esta merced de suerte que apenas el hombre la conozca para ensoberbecerse con ella, sino para aprovecharse de ella en las obras que Dios tiene puestas a su cargo.
3. Tiene también esta noticia, en diferencia de otros modos con que Dios puede dar luz, mayor seguridad respecto del autor que la da, porque el demonio nunca él puede unir y juntar tanto las cosas que él quiere descubrir a quien él quiere engañar, porque luego se echa de ver ser enplasto y cosa muy distinta y apartada de la propia alma. Pero la noticia que Dios da, júntala y pégala con la propia alma de suerte que está y queda el alma amasada y hecha una propia cosa con la misma noticia. Y esotras luces que el alma ve y conoce fuera de sí y como cosa apartada, con más facilidad las puede fingir y disimular el demonio, de suerte que las cosas, mientras más metidas y pegadas al alma, están más seguras, porque en el alma, me parece a mí, hay
retretes donde el demonio no puede entrar, sólo dende afuera fingir y disimular pinturas y dibujos alumbradas f con luces falsas.
4. El segundo modo que Dios tiene de dar esta luz me parece puede ser no dándola de las cosas singulares y particulares que se han de obrar, sino que, puniendo Dios una preñez en el alma, dentro de ella le parece sabe acerca del todo de la obra que está a su cargo el gusto que tiene Dios con su hechura, dejando la ciencia de las cosas particulares para el ejercicio g y ejecución de ellas. Y diferencio este modo de conocer y tener luz de la noticia que denantes decíamos por parecerme aquella noticia estaba en toda el alma y este conocimiento en una parte de ella, como es en el entendimiento. Y si no, digamos que aquella noticia fue más pura por ser del spíritu puro, sin mezcla alguna corporal, [121v] y estotra h noticia o conocimiento lo tiene con conocimiento o advertencia de la communicación que tiene el alma con el cuerpo; o, digamos, que en la primera el alma se vido hecho espíritu recogido y en la segunda el spíritu se vido alma obligada a acudir al ejercicio del cuerpo, no obstante que la luz que recibiese fuese ejercicio puro del alma, sin que a él ayudase el cuerpo.
5. Digo más: que este conocimiento lo podemos considerar de otra manera, no en cuanto el alma se siente preñada, de la cual preñez parece se le engendra ese conocimiento, sino que el alma salió de sí y fuera de los cortos límites que hasta entonces habíe tenido y, estando fuera de sí, conoce una grandeza e inmensidad de Dios, no conociéndole en particular acerca de este o aquel atributo, más de un ser inmenso, infinito, eterno, que no cabe en lugar ni tiene peso ni medida, un ser grande, un ser que no se sabe ni puede saber cómo es, pues sobrepuja a toda capacidad. Pues digo que esta alma, fuera de sí, halló este inmenso e infinito ser y, así como en este ser no conoce cosas particulares, de esa misma manera conoce la obra grande que está a su cargo ser voluntad de i aquel que tiene aquel infinito ser, y tampoco conoce cosas particulares de la obra que digo está a su cargo.
6. Quiero poner un exemplo, si acierto, aunque siempre temo poner exemplos dificultosos. Consideremos un círculo y un punto en medio del cual se sacan y salen millares de líneas al círculo. El que estuviese en el punto, es fácil dende él salirse por cualquiera de las líneas. Yendo por esas líneas que salen del punto, es infalible dar en el círculo sin errar, de suerte que el que estuviese en el punto está en las líneas y en el círculo, no obstante que sólo tenga puesto los ojos en el punto de en medio. Pues consideremos que Dios es el centro y el paradero de todas las cosas, de quien nacen y salen y a quien van a dar, y que de este Dios y Señor, como del punto, salen todas las cosas que tienen ser en esta redondez del mundo y de todo lo criado. Consideremos que por particular merced que Dios quiere hacer a un alma le da conocimiento de este punto y centro de todas las cosas, que es Dios, de quien salen y a quien van a parar, y que no conoce ni sabe otra cosa más
que [122r] conocer por vía de asombro y admiración la grandeza e inmensidad de este poderoso Dios. Es llano que si de ahí se quiere divertir por las líneas y obras que Su Majestad tiene hechas o las que le ha encomendado a la tal persona, de quien también nacen, que dende ese punto y centro dará en ellas y tendrá de ellas perfecto conocimiento, porque si esta persona se pone en Dios y de Dios se viene rigiendo y siguiendo por las propias obras que nacen de este poderoso e inmenso Dios, que no las podrá errar. Como acá, cuando un hombre pregunta por un camino, solemos decirle: Poneos, señor, en tal parte y dende ahí seguí el camino y no lo podéis errar, porque de ahí ya no sale ningún camino torcido ni cruzado, todos van derecho y, tiniendo vos cuidado de seguir el camino derecho, vendréis a dar donde deseáis. Lo propio digo yo en las obras que Dios le tiene encomendadas, que se ponga en Dios y dende ahí procure salir a la obra que está a su cargo, porque dende ese puesto ya no salen caminos torcidos ni aviesos, todos son rectos y derechos; procure caminar con rectitud por el camino que tiene en las manos y verá cómo acertará. Y así, según esto, el alma que tuviere conocimiento de Dios j, aunque en ese conocimiento no se le descubra otra cosa más de aquella inmensidad, eternidad de su ser infinito, de ahí es muy fácil de venir en el conocimiento de otras cosas particulares que nacen de ese ser infinito, sin peligro de que ha de errar.
7. Digo que, me parece, todas las cosas las podemos considerar de tres maneras: o en cuanto están en Dios, o en cuanto nacen de Dios, o en cuanto están fuera de Dios. Es llano que el que tiene conocimiento de las cosas de Dios tiene conocimiento perfecto de ellas, porque en Dios están eminentemente y perfectíssimamente. En cuanto nacen de Dios, el conocimiento será perfecto, como tengo dicho, pero no tan grande como el primero. Y en este conocimiento se habrá un alma como el que mira al sol de hito en hito y luego k pone los ojos en otras cosas: parece que se lleva los ojos hechos soles y que, tiniendo en los ojos los rayos del sol, ve las cosas como si l casi estuvieran en el mismo sol.
Si uno tiene puestos los ojos del alma [122v] en Dios y de ahí sale a mirar las cosas que salen de Dios, es cierto que le parecerán soles, como cosas salidas de Dios, pero si tuviese conocimiento de las cosas como cosas ya apartadas y salidas de Dios, es cierto las conocería en las sombras y obscuridades que en sí encierran, como noticia más incierta y confusa.
8. ¡Oh buen Dios inmenso e infinito! Dame tú, Señor, por quien eres, que yo te conozca a ti y me ocupe en ti, que con eso me contento para el acierto y conocimiento de todas las cosas que tú fueres servido de darme a hacer y obrar! ¡Oh Señor, y cómo es imposible dar a entender cómo sabe todas las cosas quien a ti te conoce y sabe, y no sabe cómo las conoce y sabe, porque jamás acaba de conocer cómo
conoce este tu ser infinito e inmenso! Bien me parece pudiera decir que conociendo a Dios conoce en él m virtualmente todas las cosas que le han encomendado. Pero paréceme digo poco en decir que las conoce virtualmente, porque sin conocerlas en particular está mucho más contento que si las conociese actualmente y sin tener aquellas cosas le parece las tiene con más perfección que si las tuviera y poseyera. ¡Oh Señor, y cómo no se sabe lo que es esto y cómo es esto!
9. Conténtese un alma con conocer a Dios y que Su Majestad le dé esta participación de quien él es, que ahí hallará y tendrá todo lo que quisiere. Por parte ninguna echo yo de ver mejor que esta alma tiene más perfecto conocimiento de aquello que desea que si muy distinta y claramente lo tuviera, porque se da por más contenta y satisfecha con el conocimiento que tiene de admiración de la grandeza de Dios que de todo lo que puede querer y desear. Y si le preguntásemos si quiere más lo que tiene o que le den ahí algún conocimiento particular de lo que antes ha deseado, es cierto no querría ni tomaría otra cosa, porque me parece inposible en aquella ocasión desee más de lo que tiene y posee, porque, salido de ahí, nada puede tener que no sea una migajuela y un nada en comparación de un todo tan inmenso e infinito como el que tiene y posee. Y así se da muy n por contenta y pagada de otro cualquier conocimiento particular.
[123r] Jhs. M.ª