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San Juan Bautista de la Concepción
Obras III - S. Juan B. de la C.

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CAPITULO [29] EN QUE SE PREGUNTAN LOS BIENES O MALES QUE A UN ALMA LE PUEDEN VENIR DESTA VECINDAD QUE TIENE CON EL DEMONIO CUANDO, HABIÉNDOLO DIOS PERMITIDO, EL CUERPO DE ALGÚN JUSTO SEA VEXADO Y ATORMENTADO DE TAL SPÍRITU

 

  1.  No se puede negar sino que será menester andar muy alerta tiniendo el enemigo tan cerca y, como dicen, en casa, para temer sus asaltos y saber qué es lo que lícitamente se le puede robar. Y antes que a eso responda, es bien refresquemos la memoria con lo que muchas veces hemos notado: que, puesto caso que el demonio está, habiéndolo Dios permitido así, en esta parte inferior del hombre tan cerca de la razón y voluntad y en parte por donde pasan las deliberaciones interiores para que exteriormente sean ejecutadas, es muy fácil este mal demonio hacer muchas tragantonas a los que están a la mira y hacer muchos visos con que deslumbre a los que desto supieren poco o estuvieren poco advertidos, haciendo parecer libre y como autor principal de algunos males al que en sus pensamientos y deseos es inocente a y, por el contrario, hacer algunos bienes que, pareciendo no libres, sean desestimados por no meritorios. Y así es menester, lo primero, atención y discreción destos dos spíritus que vamos puniendo en este hombre: el suyo propio, que Dios le dio, y el maligno, que Dios permitió.

  2.  También se debe notar si es espíritu con intercadencias que acude a tiempos, no asistiendo siempre en la tal persona. Entonces más fácil es el conocer en el modo de proceder quién es el que en la tal persona obra. Pues es certíssimo, quiriéndose este mal spíritu tapar y encubrir, el miedo, el temor le hace no obrar con libertad ni hablar con claridad. Y digo yo será fácil de conocer en las aciones apresuradas y en la más viveza y agilidad que muestra en los sentidos y partes del cuerpo, no obstante que algunas veces se haga zorra mortecina. Finalmente, como dice Cristo, de su fructo será conocido 1 [133r] y, por mucho que se tape y encubra el lobo con piel de oveja, algo le ha de quedar descubierto a quien no alcance la piel o sobre.

  3.  Pues digo que, estando este mal vecino tan cerca, será necesario hacer lo que un hombre principal que tuviera por vecino un hombre infame, enemigo, traidor y mal criado: que, por no verlo ni oírlo, quitara la puerta que salía a la tal casa o la cerrara mandándose por alguna puerta falsa, aunque más extraordinaria y dificultosa de mandarse. Esto propio debe hacer esta alma que en su cuerpo hubiere permitido Dios tenga un vecino tan feo, tan abominable y enemigo del género humano: que, si el alma acostumbraba a salir acá fuera por el ejercicio de los


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sentidos en quien este traidor está apoderado, que cierre y tape por esa parte la puerta, que es la voluntad, y la incline y enderece por otra más secreta o puerta falsa por donde se le dé marro a este demonio, y volviendo los ojos del alma al cielo procure tratar y hablar secretamente con Dios y pedirle sea en su ayuda; procure los actos sean muy interiores y secretos, que Dios por mill partes se deja mandar y hallar 2. Y si por la cercanía no pudiere ser menos, sino que se habían de encontrar, es bien que le podemos y debemos resistir y [saber] qué despojos debemos tomar de él.

  Hagamos cuenta que estamos guardando un castillo en tierra de moros y que, saliendo a visitar la tierra, nos topamos muchosb. Bien será saber, aunque haya paz o salvoconduto en algunas ocasiones, qué se puede tomar de ellos y qué se les puede dar. Bien podíamos en tal caso cogerles y hurtarles algunos despojos, tener pocas pláticas con ellos y guardar, como dicen, de gente tan mala nuestra capa. Lo demás, tener paciencia, si no es posible menos, de que todos hayamos de pisar una tierra y aun quizá vivir en una casa.

  4.  Si un hombre conociese que tiene ese mal, no le es lícito tener ningún género de complacencia, desear saber lo que él dijese o declarase. Aunque me parece imposible, si este demonio estuviese apoderado del cuerpo de alguno, tener gusto o complacencia por muchas mercedes que le hiciese estando en su compañía, sino que en ellas, por una parte, estaríe padeciendo y sería atormentado, y, por otra, gustando y conociendo, aunque mal se podría llamar gusto lo quec viene tan fuera de la voluntad y de intención, salvo si este [133v] demonio no estuviese apoderado y avecindado sino que fuese pretendiente y por de fuera anduviese regalando y ablandando para que se le diese entrada y consentimiento. En tal caso es cuando él sale de madre ofreciendo y dando para que la persona tentada venga a lo que él quisiere.

  5.  Yo confieso que no sé en qué forma un hombre podría aprovecharse en orden a mayor bien de algunas cosas de este traidor y enemigo, con quien jamás es lícito communicar por ser sus obras malignas. Y pues al hombre le niegan el trato y conversación del descomulgado, siéndolo el demonio me parece se debe siempre un alma abstener y apartar de tal compañía. Bien veo que muchos sanctos, a quien el demonio ha llegado a tentar, le han puesto obediencia para que haga obras serviles en provecho de los tales sanctos. Y del glorioso sancto Domingo se dice que, quiriéndole el demonio perturbar estando estudiando, le mandó tomase la vela en la mano y con ella le alumbrase hasta que se acabase, y el sancto gustó de ver que, acabándose la vela, se quemaba el demonio la mano 3. Y otra vez dicen que el glorioso


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san Bernardo mandó al demonio le declarase cuáles eran unos versos del psalterio que en sí tenían encerrada grande virtud en bien del alma. Y que desta manera se podría ofrecer alguna ocasión en que, como dicen, viniese el demonio a hurtar y fuese trasquilado y quedase el alma aprovechada.

  6.  No es pequeño provecho el que el alma tiene con la paciencia, siendo atormentado de un tan inpío y cruel enemigo. El entendimiento, con sus vejaciones, es cierto ha de recebir grandíssima luz y ha de tener conocimiento de mayores cosas. Bien podría yo aprovecharme de las tentaciones del demonio para sacar grande bien de ellas, ya resistiéndolas, ya padeciéndolas con desgana y paciencia. Danle al otro una guchillada, súfrelo sin vengarse y, en sanando, le dan cien ducados y pagan la cura. Es cierto que si los trabajos causados del demonio en cualquier ocasión de éstas d se llevan con paciencia, se curan a costa de Dios que los permitió y luego nos dará caudal de gracia y bienes por los males que sufrimos.

  Desta compañía saca un alma conocimiento de las cosas de Dios, cuán diferentes son que las del demonio, cómo Dios regala y entretiene, cómo el demonio atormenta y per sigue. Mira el hombre, aunque dende fuera, cuál será la compañía del infierno y, si una sombra que el cuerpo padece y el alma goza tales miedos y tristezas siente, [134r] ¿qué será la vista, no de la sombra, sino de tantos demonios como en el infierno atormentan con cosas tan varias y exquisitas?

  7.  En materia de saber por esta vía no me parece sería inconveniente advirtir algo en esta forma. Consideremos que un moro, por hacer burla, dijese el Avemaría o los mandamientos y los oyese un cristiano que no los sabía y los aprendiese. Bueno sería esto, porque lo bueno de cualquier boca se puede tomar. Si siendo uno vexado del demonio este spíritu, como quien tanto sabe, descubriese alguna verdad de lo natural o sobrenatural de suerte que por esa vía la conociese o supiese la tal persona que lo padece u otra que lo oye, no e es inconveniente. Consideremos que un muchacho estaba en una calle buscando un real que se le habíe perdido y que pasaron unos ladrones con unas hachas o linternas encendidas y a caso con aquella luz halló su real. No parece cometió culpa en que los otros le alumbrasen. Los ángeles malos, en lo natural, son luces y hachas encendidas. Si éstos entran a robar en un hombre cuyo entendimiento está lleno de tinieblas y de paso alumbran aquellas fantasmas y especies que allí están descompuestas, no me parece esta tal persona culpable en esto, aunque por la tal ocasión o illuminación viniese a conocer cosas extraordinarias mediante f la luz que recibieron las phantasmas que antes estaban descompuestas.

 


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Muchas veces habrá sucedido haber llevado el demonio por fuerza algún sancto al infierno a que vea o a otra parte donde el demonio, con aquellos medios, pensó salir ganancioso, y esos propios medios torcerlos la tal persona a mayor bien suyo y gloria de Dios.

  8.  Lo que aquí se trata es en cosas forzosas y donde un hombre no puede más, que en las cosas libres y voluntarias lo mejor es, y aun lo que nos obliga, ni en burlas ni en veras no tener dares ni tomares con quien tanto nos aborrece. Y si por las sospechas que de antes se tenía en los moros por ser enemigos, aunque tuviesen tiendas no gustaban de acudir a ellas a comprar cosas de comer por el peligro que podía haber no estuviesen mezcladas con otras cosas venenosas, ¿por qué hemos de tomar de las manos o boca del demonio cosas de tanta importancia como es la luz del entendimiento y otras cosas que sean manjar del alma?

  [134v] Yo pienso que serían muchos los provechos que por muchas partes un alma tendría en tal ocasión, porque, si las tribulaciones y trabajos de suyo son buenas y en ellas un alma se halla cada día más aprovechada, tomando Dios esos trabajos por medios para perficionar a esta tal alma, siendo a mi parecer estos de que vamos tratando de la compañía del demonio los mayores que se pueden imaginar, mayores serán los provechos de la tal alma. En un lugar donde estrujan las uvas, llano es que mientras mayor es la piedra y el tornillo y con mayor fuerza se estruja más licor sacarán de las uvas. Pues ¿qué mayor pena se puede poner sobre el corazón que las tristezas, tinieblas y melancolías que aquel padre de tinieblas, el demonio, puede poner y cargar? ¿Quién más y con más fuerzas puede torcer y estrujar un alma que el demonio? Luego ahí será donde más provechos saque cuando esté atormentado de una tan vil criatura.

  9.  Y no parezca dificultoso decir que se aproveche Dios para bien de un alma de ejercicios y obras de los demonios. Que poco me importa a mí que una piedra esté labrada de mano de los herejes si la labor es buena; y un brocado puede traerse de tierra de infieles y ser muy a propósito para vestir y adornar el príncipe y el rey de la tal pieza. De esa suerte, pueden los demonios, con sus molestias y vexaciones, hacer tales labores en un alma que quede para que Dios se vista de ella. Muchas veces vemos que se sirve el rey de ministros inicuos y malos para cosas buenas y, aborreciendo las tales personas, pueden amar las obras en la persona en quien se hacen, no por la persona que las hace, sino por la persona en quien se hacen. Las abejas no son aves de consideración ni las podéis ver en vuestra casa, porque podéis temer que no os piquen y hagan mal, pero en un corcho hacen miel suavíssima, trocándose allí dentro en el corcho el mal en bien y lo amargo en dulce. El demonio, mala ave, líbrenos Dios de él. Pero, si alguna vez permitiese Dios se arrimase a alguna persona, bien podría labrar buena miel y allí dentro lo amargo volverse dulce.

  10. Yo pienso que el mayor tormento que esta alma tiene no es tanto sensible en el cuerpo como vejación en la imaginación y apreturas


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en el corazón, porque lo primero donde acude es a la fuente y donde nacen los pensamientos y luego donde se forjan, que son como dos lugares: el del corazón secreto y el de la imaginación público, y en entramos hace su fuerza. Verdad es que todas las partes del hombre, viendo aquellas dos así atormentadas, acuden a darles favor y todo el hombre se encoge de tal manera y aprieta y comprime consigo propio, deseando acudir con todos los spíritus vitales a aquellas dos partes, [135r] que parece dejan las demás del cuerpo desposeídas, como solas y yertas, cansadas y molidas, frías y llenas de miedo y de temor. Saca unos suspiros tan de adentro que se echan de ver, aunque son de profundis 4, no los del alma, sino de un infierno que el demonio en aquel breve rato finge y disimula en la tal alma.

  Confieso que en Roma vi y oí suspirar en algunos endimoniados, que sólo oírlos dar un quejido me hacían stremecer y erizar los cabellos. Paréceme eran aquellos quejidos o suspiros como el aire cierzo, que, por salir y pasar por tierras frías y nevadas, llevan los hocicos a las personas a quien coge. Finalmente, digo que no es posible menos sino que hayan de tener y dejar muy atormentada el alma a quien se arrimaren. Pero, como digo que el mayor tormento está en la imaginación, en el día que este mal les falta parece que de repente volvieron a sus fuerzas propias naturales. Como si un hombre tuviese un dolor vehemente un rato y sin sangrías, purgas ni otras evacuaciones se le quitase, lo dejaban tan entero como deantes se estaba.

  11. En lo que toca al remedio de este mal, si no es demonio que ha hecho asiento en la tal persona, sino que siendo atormentada tiene su libre albedrío y libertad para obrar, digo, lo primero, que cuando lo sienta -que pocas veces su venida se puede encubrir- use con grande fee del agua bendita y haga una y muchas veces la señal de la cruz en el corazón y en la frente 5, levante los ojos al cielo, de donde le ha de venir el socorro 6, haga protestaciones de la fee, tenga firme paciencia ofreciendo aquellos trabajos por sus peccados. Acuérdese de lo que Cristo padeció por él y que lo que él padece en aquella ocasión es para mayor g bien suyo y que Dios, como padre de misericordias 7, le quiere dar las penas y trabajos corporales y temporales y que, en fin, es padre que no deja padezcamos sobre nuestras fuerzas 8, y que, si es verdad que a su propio Hijo natural lo entregó para que fuese tentado 9 -aunque diferentemente-, no ha de querer el hijo adoptivo ser más privilegiado.

  Con estos pensamientos y provechos de la tal alma, aunque estos spíritus son incansables y su soberbia siempre sube, con todo eso, viendo lo poco que a los demonios les aprovechan sus zorrerías y astucias,


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dejan y desamparan la casa de donde no sacan provecho, no obstante que procuran mudar el modo de tentar y perseguir las tales almas, las cuales, viendo que no las pueden llevar por fuerza, quieren por maña, trayéndoles mill trampantojos, juegos y burlas como criaturas invisibles [135v] a quien no vemos, más de que por conjeturas conocemos ser enredos aparentes suyos los que se nos suelen oponer delante h.

 

 


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[Página blanca]

 

 




a  sigue y es tach.



1 Cf. Mt 12,33.



2 Coincide con lo que enseña san Juan de la Cruz en Noche oscura, II,23,4 y Cántico espiritual, B,16,6.



b  sigue moros tach.



c sigue se tach.



3 En el convento de San Sixto (Roma), habiéndosele aparecido el demonio en figura de mona, Domingo le obligó a sostener su candela, hasta que ésta, ya consumida, le quemó completamente el dedo índice de la mano. "Este suceso lo contó el mismo bienaventurado Padre a los frailes y a las monjas", entre las que se hallaba la que lo cuenta, es decir, la beata Cecilia Cesarini (1203-1290), de Roma, en su Relación de los milagros de Sto. Domingo, 4. Cf. Sto. Domingo de Guzmán visto por sus contemporáneos, Madrid 1947, 467.



d  sigue con tach.



e sigue con tach.



f corr. de mediantes



4 Inicio del Sal 129.



5 Remedios usados y recomendados también por santa Teresa de Jesús, Libro de la Vida, c.31.



6 Cf. Sal 120,2.



g  sigue p tach.



7 Cf. 2 Cor 1,3.



8 Cf. 1 Cor 10,13.



9 Cf. Mt 4,1-11.



h  sigue en blanco el resto del folio.






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