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San Juan Bautista de la Concepción Obras III - S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
CAPITULO [15] a DEL GRANDE CASO QUE EL JUSTO HACE DE LOS INSTANTES DEL TIEMPO, Y DE DOS MANERAS EN QUE EL TIEMPO ES MÁS LARGO PARA EL JUSTO QUE PARA LOS PECCADORES
1. Aquellas palabras que dice el sancto rey David en el psalmo 12 son de grande consideración para que echemos de ver el caso que el justo hace del tiempo: Illumina (dice) oculos meos, ne unquam obdormiamb in morte 1; alumbrad, Señor, mis ojos, no duerma yo en algún tiempo en la hora de mi muerte, ne unquam. Pues pregunto yo, sancto rey: ¿en la muerte hay más que un tiempo? Pues ¿cómo no querríades dormir en ninguno? Sé que no es aquel trago más que un instante, aquel paso en un momento se hace. Si dijérades, sancto rey, que os alumbraran para nunca dormir en la vida, bien se dejara entender, pues en ella
hay tantos tiempos, días, horas y momentos. ¿Pero en la muerte, que sólo hay uno? Eso fue para darnos a entender lo mucho que deseaba la perseverancia en el bien y cuán dilatado tiene el justo el tiempo y cuánto caso hace de él, pues donde el malo apenas halla un instante el justo halla división de tiempos. De suerte que, con la sutilidad de su ingenio, el justo donde no hay más que un instante de tiempo halla él muchos instantes de naturaleza, y en los de la naturaleza muchos de origen, y aun en los de origen divide otros que son de razón, de suerte que en lo que en sí es sólo uno y sin género de partes, divide el entendimiento, temeroso de aquella hora, en infinitas.
Y así, David es tan grande el cuidado que quiere tener de aquel último instante de la muerte que no sólo no querría dormirse en el último momento e instante postrero, pero ni en ninguno de aquellos que divide su ingenio y escudriñan sus discursos, ni aun en los puntos imaginarios no querría descuidarse. Pues ¿quién no considerac de estas palabras el grande caso y peso que [134v] el justo d hace del tiempo, pues aun lo que no es realmente querría e aprovechar?
2. Pongamos exemplo en lo que es. Vamos a comprar una cosa basta a la plaza, como es un poco de sayal; pedimos una ochava de aquel paño. Dícennos: no hay ochava sino varas, si así lo quiere comprar; y si no, vaya con Dios. Vamos a comprar un poco de raso y nos darán una décima u dozava parte, porque el precio de la cosa pide todas estas divisiones. Lo propio hallaremos en las cosas de peso y de medida. Que si vais a la taberna, la menor medida es un cuartillo o medio cuartillo; y si a la botica, hallaréis una onza o dracma; y si a la carnecería, una libra; y si a casa del platero, un adarme y menos.
Lo propio pasa en casa del peccador: que no hay en su casa para pesar y medir el tiempo peso ni medida tan delicada que él haga caso de los puntos e instantes de tiempo. Si quisiéredes para parlar una hora, mucho de norabuena; si para jugar un día, también; si para estar amancebado, un año. Pero el justo tiene peso tan delicado que pesa los instantes y en ésos halla otras dracmas que dividir, que son las que él se imagina allá en su entendimiento, en los cuales puntos aun imaginarios no querría descuidarse. ¡Qué de veces sucede al platero que limó oro, aunque no vea polvos o limaduras, raer y limpiar sobre que se hizo la obra, por si acaso! Y aun en los sacerdotes es costumbre cuando han consumido, aunque no vean alguna partícula en la patena, limpiarla y raerla, por si acaso. De esta misma suerte, aun donde el justo no ve tiempo, allí lo quiere él buscar con su entendimiento, por si acaso; que son limaduras de oro y no le va más a la hora y último instante de la muerte que ganar o perder lo que para siempre ha de durar. Y ésta es la razón por qué David pide a Dios luz para nunca dormirse a la hora de la muerte 2.
3. Bien pudiéramos poner en casa del justo una longura de tiempo, y aun tiempo más prolongado que el que vive el peccador, cuando los años del uno y de los del otro sean iguales y justos, respecto de que los años que un peccador vive son años de gusto y contento, aprehende en la cortedad de la vida su gloria y felicidad de estado y en stando en él sin sentir y sin pensar se les pasa la vida (como dice el refrán spañol) y viene la muerte tan callando, de suerte que cuando piensan que ayer nacieron, se hallan en las manos de la muerte, que los cogió como peces [135r] en su anzuelo y como conejos en su vivar. Como la vida se la dio al hombre para caminar al cielo, sic currite ut comprehendatis, dice san Pablo 3. Es un curso, una carrera, un camino tirado, en quien el malo siempre se está parado, como si le hubieran de aguardar a que anduviera cuando él quisiera. Como a la hora de la muerte se halla tan al principio y sin que la muerte le diese voces (que hartas da aunque decimos que viene callando, sino que el hombre se las cierra y tapa de suerte que no quiere oír a quien le llama), de aquí es que le parece que no ha vivido. Quien toda su vida la pasó en fiestas, recreaciones, entretenimientos, comidas y juegos, ¡qué tan larga, por larga que sea, le ha de parecer la vida y qué cortos días los largos años que ha vivido! Quien jamás se acordó que vivía ni que la vida se le pasaba, ¡cómo ha de tener cuenta con los años que ha vivido! Y si no, mirémoslo en el día que trabajamos, aunque sea de los cortos del invierno, qué largos se nos hacen y qué cortas las noches, aunque sean de f dieciséis horas, porque en los días velamos y en las noches dormimos.
4. Es vida dormida la vida del descanso que el malo tiene, vida en que se le pasa la vida sin contar las horas como las que da el relox cuando el hombre duerme. Pero la vida del justo, como es vida trabajada, cansada, molida, por corta que sea es larga, vida que más se ha de llamar muerte continua y cruz. ¿Cómo puede dejar de ser larga vida que el hombre la tiene por cárcel y destierro? ¿Cómo puede dejar de ser prolija vida que acá no tiene premio ni descanso, vida que toda ella se gasta en esperar y aguardar? ¿Qué esperanzas de cosas grandes, por cortas que sean, se pueden llamar breves? ¿Qué otra cosa significaban aquellas g voces y quejas que da el sancto rey David cuando dice: Heu michi, quia incolatus meus prolongatus est? Habitavi cum habitantibus Cedar; multum incola fuit anima mea 4? ¡Ay (dice) de mí, y cómo se me alarga mi destierro y peregrinación! Vida que h vive y se pasa entre gente que aborrece la paz y que tratando con ellos de paz me tratan de guerra, ¿cómo puede ser vida llevadera? ¿Cómo no se ha de sentir tal destierro? ¿Qué otra cosa significaban aquellas palabras del divino Pablo ad Philipenses: Desiderium habens dissolvi, et esse cum Christo? 5 Que todos sus deseos, sus ansias y fatigas son pedir libertad: Cupio dissolvi; deseo que me
desaten, que me suelten los grillos y cadenas con que me tienen preso en este mundo. No dice que desea caminar, partirse, ni ir a lo deseado, ni que la vida se acabe, el término se acerque y el plazo se acorte y la muerte llegue, sino cupio dissolvi; deseo, dice, ser desatado y que me quiten los estorbos, que se abra la cárcel, que se [135v] quebranten los grillos y se deshagan los calnados. Eso sólo pide, porque en lo demás el corazón aspira hacia el cielo y el deseo vuela y sólo el cuerpo es el que lo detiene. Porque ni la tierra es el centro ni el mundo es el descanso del que de veras ama a Dios; sólo lo tiene puesto en ver y gozar de Dios y todo lo que de eso le aparta le es cárcel y calabozo strecho.
5. Mirad lo que David dice en otro lugar: Educ de custodia animam meam ad confitendum nomini tuo 6; sacadme, Señor, de esta cárcel, para que yo os pueda alabar y bendecir. Así lee san Agustín: Educ de carcere animam meam 7, donde a este mundo lo llama cárcel. Otros leen: Educ de clausura animam meam, donde la llaman clausura, encerramiento y torre. Genebrardo dice que allí custodia significa cueva, mazmorra y calabozo: Educ de custodia [sic] 8 animam meam. Pues veamos: un rey tan poderoso que podía gozar de cuantos regalos, gustos y entretenimientos hubiese en el mundo, ¿llama a su vida vida de calabozo, de cárcel, de brete, de mazmorra? Sí, para que veáis que sólo su gusto lo tenía puesto en Dios y para que echemos de ver cuán largo se le hace el tiempo y la vida al que vive con esos deseos, pues la tiene por vida de destierro, etc.
6. De donde concluimos que, por dondequiera que la vida del justo se mire y el tiempo que aquí vive, es vida larga y tiempo prolongado, ya por lo bien que lo aprovecha, ya por la priesa que en él se da a trabajar, ya por lo bien que lo logra y por lo mucho en que lo estima, ya por las muchas partes y haces de que se aprovecha dél, ya por las cuentas estrechas y apuradas que dél hace y por los muchos puntos e instantes que de él imagina, ya por las muchas cruces que en él lleva y por los grandes deseos que de Dios tiene.
Concluimos que en la casa del justo es el i tiempo de grande estima y de inmenso precio, es más que el oro y que las perlas y piedras preciosas, pues con esto sólo se compran cosas de acá, que poco valen, y con un instante de tiempo bien aprovechado se compra un cielo entero, una perpetua duración y una vida eterna e infinita. ¡Oh dichoso tiempo! ¡Oh dichosas horas! ¡Oh, felices los hombres que como deben se saben aprovechar de todos los instantes y momentos del tiempo, sin perder ninguno, perseverando hasta la fin, donde a los que acabaron su carrera con próspero suceso se verán premiados de Dios con el mismo Dios por los siglos de los siglos! Amén.
[136r] a Jhs. M.ª