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San Juan Bautista de la Concepción
Obras III - S. Juan B. de la C.

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CAPITULO [5] a CÓMO EN EL ALMA DEL JUSTO ES MARTIRIO VER EN SUS HERMANOS DEFECTOS, FALTAS Y OFENSAS DE DIOS

 

  1.  Pudiera remitirme, en las penas y aflicciones que un siervo de Diosb trai consigo, a todo lo que tengo scrito en estos libros de la mortificación interior y esterior del justo en el camino de la perfección; que juntándolas todas no pienso fuera necesario buscar más razones ni argumentos con que probar su martirio prolongado. Yo pienso y tengo por cosa muy cierta que todo cuanto ve, oye, habla, piensa, imagina, de cualquier condición que sea, le da pena: si es malo, porque es malo; si es bueno, porque no es más bueno; si ve bienes, porque no los imita; si males, porque no los remedia.

  2.  Tengo por cosa certíssima que Cristo, puesto en la cruz, lo que más pena le daba eran los peccados de los que le estaban crucificando, más que sus dolores y trabajos con haber salido tan de madre en aquella


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ocasión. Y bien se echó de ver, pues antepuso el remedio de los peccados y peccadores al consuelo de su Madre y a la sed de su propio cuerpo, que tan sediento y asurado estaba, y a las demás cosas para que buscó remedio allí puestoc. ¡Oh Señor!, que las penas en penas se quedan; ellas afligen miradas d por un lado y consuelan consideradas por otro, pero las culpas por cualquier parte atormentan y afligen donde quiera que se ven. Bien pudiéramos decir (que no nos descubriera poco esto) aquellas lágrimas que Cristo, redentor nuestro, derramó en la muerte de Lázaro 1, en quien estaba pintada y dibujada la muerte e espiritual de un peccador. Pues consideren por charidad: si retrato de una culpa mortal que mata el alma, puesta y representada en un justo y amigo de Dios como Lázaro, saca lágrimas y enternece a Cristo, que es león del tribu de Judá 2, ¿qué será el peccado en el propio peccador; el peccado no retratado, sino vivo, no en persona ajena, sino en su propio sujeto?

  3.  Es nunca acabar querer meternos en esa materia. Basta saber que, con ser David quien era, peccados ajenos no lo dejan reposar ni dormir, como él dice: [151v] In matutino interficiebam omnes peccatores terrae 3, ora sea porque de noche rondaba las calles f y cogía al ladrón y salteador, al amancebado y tahur, ora sea porque, en el tiempo que el malo tenía diputado para su maldad, él lo tenía señalado para su oración, la cual como soplo de saludador mataba a los apestados y heridos de rabia o, como anhélito de [pestífero thebes] que mata a quien alcanza, así era David: que se levantaba a orar a la media noche y en ella y por su oración le limpiaba Dios su pueblo de bellacos. Ora sea que el decir que a la media noche los mataba era decir que no le dejaban resollar, reposar ni dormir, sino que ese tiempo lo gastaba en trazar horcas, dibujar castigos y cosas con que remediar tantos males.

  4.  Jacob dice (Génesis) que en la guarda del ganado y ovejas de su suegro somnum fugiebat ab oculis suis 4, que huía el sueño de sus ojos, no temiendo las velas ni trasnochadas, los soles y estíos que de día le quemaban, sólo por guardarlo, porque era tanta la pena que le daba pensar que habíe de venir algún lobo y llevarle el corderillo, o león que le menoscabase el número de sus ovejas, que las penas tan grandes como eran no dormir ni reposar de g noche, no parar ni descansar de día, no las sentía ni tenía por penas. Pregunto yo cuáles serán las penas y cuidados de un justo cuando ve que de la manada y ganado de h Dios el demonio cada día se lleva tantos corderos y carneros, tantos que cometan culpas y peccados como dice David: que non est qui faciat bonum, non est usque ad unum 5, que siquiera uno no halla que haga bien, porque omnes declinaverunt, simul inutiles facti sunt 6, todos se juntaron para


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rodar por el camino de la maldad y quedaron inútiles y sin provecho para el bien obrar.

  5.  Acá vemos que naturalmente i da pena ver ahorcar un hombre, degollarle o ajusticiarle, ver quemar una casa, perder una hacienda, apedrearse un trigo, helarse la fructa. ¿De dónde nació que los otros buenos siervos se convidaron con decir a su señor y padre de familias que si quería fuesen a coger y arrancar la cizania que ahogaba el trigo, sino de la pena que recebían de ver perder la hacienda y sembrados de su señor? 7 Pues consideren cuánta mayor será la pena de un justo que tan bien tiene tanteados los males de la culpa, los bienes que por ella se pierden y los males que por ella se ganan, cuál será la pena que recibirá viendo cada día en las repúblicas tantos fuegos que abrasan almas, tantos pedriscos que destruyen virtudes, tantas heladas que marchitan fervores y, finalmente, tantos vicios que acaban y consumen la salud, fuerzas y enterezas del alma. Yo confieso que no está a cargo del justo el remediar eso, pues no es rey ni prelado de todos los hombres, pero también digo que si la charidad nos hizo [152r] hermanos, como dice san Pablo j: Quos eadem fides et charitas nos fecit esse germanos 8, que me tengo de doler del mal y miseria de mi hermano. Y si cada hermano tiene obligación a ayudar k a llevar la carga de su hermano, siendo carga tan pesada la de la culpa, no será mala parte, por pequeña que sea, la que al justo le cabrá por ser carga tan infame. En esto llano es que han de imitar a Cristo, que viniendo al mundo a remediar peccados puso sobre sí las penas que por ellos estaban los hombres obligados. Las culpas no las tomó ni pudo, por ser su bondad infinita y no podía ahí llegar mal que la afease. Y con todo eso, la parte que le cabe da con él en una cruz y lo pone en un madero y ahí le aflige la sed que tiene de ver a todos los hombres salvos. Pues digo que en esta sed y ansias el justo le ha de imitar a su maestro, deseando poner mill vidas que mill tuviese por la gloria de Dios y porque Su Majestad no fuese ofendido, y sus hermanos remediados.

  6.  Los l tres discípulos en el güerto con Cristo, se duermen; y Cristo está sudando gotas de sangre con tanta abundancia que corren como en canal hasta llegar al suelo 9. Pues ¿qué será la causa de que mientras Cristo padece tal agonía los discípulos tengan tal seguro y reposo? No otra m sino que Cristo está buscando y preparando el remedio del peccado y de los peccadores y sabe dónde llega ese mal y los discípulos no lo saben. Pues consideremos que ya Cristo, con sus obras, palabras y hechos, abrió el camino al justo para la consideración de esos males de culpas y que de ordinario está acompañando al mismo Cristo en el güerto, azotes y cruz y en todos los dolores y trabajos que padeció, y


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que es fuerza darle al instante en los ojos la causa y por quien Cristo padece y que le ha de acompañar en esos dolores y sentimientos según las fuerzas y luz Dios le diere; y que si Su Majestad le da tantico a sentir, no es el cáliz que Cristo bebe tan sabroso que no bastaríe una gota sola para amargar y ensalobrar mill mares de gustos que en el alma del justo haya y que le hagan sudar y trasudar.

  7.  Juntemos con esto el considerar el valor de un alma. Que si su precio y aprecio miramos, costó sangre de Cristo de valor infinito; y consideremos lo que pierde, que por perder a Dios pierde otro bien infinito; y las penas a que queda obligado, que en duración son también infinitas. ¿Son -pregunto yo- estas consideraciones para dejar de desencuadernar [152v] infinidad de gustos que en el justo se hallen? Pues ¿quién no juzgará por pena, muerte y martirio dilatado consideraciones continuas como éstas? ¿Qué cielo claro no se enturbiará con tales nieblas que de los corazones obscuros y tenebrosos de los peccadores suben? ¿Qué sol resplandeciente no se añublará con tales torbellinos?

  8.  Léanse esas epístolas de san Pablo, véase aquel corazón abrasado, los sentimientos que en sí tiene y hace viendo o considerando faltas de sus hermanos. Si las piedras se rompen cuando a Cristo lo ponen en un madero, y viendo las ofensas que los hombres hacen a su criador se despedaza el velo del templo, salen los muertos de su reposo, se escurece el sol 10 -y esto siendo criaturas las unas insensibles y las otras que ya habíen dejado en los cuerpos los sentimientos naturales-, ¿qué será el sentimiento del justo cuando vea ofender cada día a Dios y en lo que es de parte del peccador cada día tornarlo a crucificar? Es, me parece, imposible, considerando en él los ojos del alma claros, que en esta ocasión se dejen de enturbiar y escurecer y que su corazón deje de romperse y salir de sí a tomar (como dicen) el cielo con las manos, y si primero estaba muerto, estas consideraciones le vuelvan vivo y resucite a celar la ley de Dios. Y si no, pongamos los ojos en un n Moisés, que por ser tan blando y misericordioso se alzó con el nombre de manso; y con todo eso, llegado a verse delante de peccados y peccadores, llega la rabia a tanto que arroja y quiebra las tablas de la ley que traía scritas con el dedo de Dios y toma espada y se hace carnicero o, pregona guerra a fuego y a sangre contra los ingratos y desconocidos a tantos beneficios como de Dios tenían recebidos 11.

  9.  ¿Qué -pregunto yo- quiso decir el propheta David, psalmo 68, cuando decía: Zelus domus tuae commedit me? 12 Verdad es que aquí va hablando en persona de Cristo p, a quien el celo de la honra de su Padre lo puso y trujo a expirar en la cruz, pero de sí lo pudo también decir el sancto rey y los demás sanctos que guardaban y hacían guardar la ley de Dios, la cual la celaban de manera que, como si fuera un perro rabioso, les traía comidas las entrañas; que eso hace el celo si es


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verdadero y por cosa de consideración. Pues [153r] ¿qué más verdadero y por cosa más grave se puede tener que por celar y guardar la ley de Dios y su honra? ¿Hay -pregunto yo- pena, muerte o martirio que se iguale a celos verdaderos? No, por cierto. Pues éste es el martirio de los q justos: verse pegados y mezclados con los malos, de cuyos ojos no se pueden esconder, sino que, viéndolo ellos y en su presencia, ven hacer cada día tantos desacatos a Dios, ofender y escupir un rostro y r cara tan resplandeciente como la de su Dios y señor. Y si no, díganme: ¿qué sintiera un hombre muy casto ver en la cama que él dormía cometer adulterios, y un templado en la mesa que él comía ver enbriagueces, y en la casa que un charitativo vive ver cometer hurtos y robos? Bueno fuera que viera yo abrasar parte de la casa donde yo vivo y porque el fuego no llega a mis aposentos me esté quedo. Es imaginación, que compelerme tiene el fuego, las llamas y el humanarices, a trabajar y traer agua para matar el fuego; y que si veo un hombre en los cuernos del toro me tengo de arrojar del tablado abajo a luchar con una tan feroz y terrible bestia para librar a mi hermano. Y que no es posible menos que sino el dolor, aflicción y pena del justo es grandíssima por mill partes viendo ofensas de Dios en el mundo y que por esta parte su vida es muerte, y muerte prolongada y martirio bien riguroso.

 

 




a  ms. 57



b sigue recibe tach.



c  y a las demás-puesto sobre lín.



d ms. mirandas



1 Cf. Jn 11,35.



e sigue síl. tach.



2 Cf. Ap 5,5.



3 Sal 100,8.



f sigue ora sea tach.



4 Gén 31,40.



g sigue día tach.



h corr. de que



5 Sal 13,1.



6 Sal 13,3.



i  entre natural y mente, pena tach.



7 Cf. Mt 13,28.



j al marg. vide



8 Cf. Breviario Romano, oración del oficio de san Juan y san Pablo (26 de junio).



k a ayudar sobre lín.



l sigue apóstoles en el tach.



9 Cf. Lc 22,44-45.



m ms. otro



10 Cf. Mt 27,51-53.



n  sigue mansíssimo tach.



o al marg. vide



11  Cf. Ex 32,19ss.



12  Sal 68,10.



p sigue qu tach.



q  corr.



r sigue el tach.






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