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San Juan Bautista de la Concepción
Obras III - S. Juan B. de la C.

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CAPITULO [8] a DE OTRA PENA Y MARTIRIO QUE EN EL JUSTO CAUSA EL MIEDO Y TEMOR QUE TIENE DE LAS COSAS VENIDERAS EN LA OTRA VIDA QUE SÓLO LAS RESERVA DIOS PARA SUS SECRETOS JUICIOS

 

  1.  ¿Quién podrá resumir los miedos, temores, sobresaltos, congojas y agonías que el alma padece en tierra ajena, como en la que vive mientras está en este mundo? Aquel no saber si es digna de amor o de odio, aquel ignorarb dónde ha de ir; que vemos que está un novicio el año de aprobación, por no saber si lo expelerán o lo recibirán, con tanto cuidado que no duerme de noche ni come de día bocado que bien le sepa, con que es negocio fácil el saberlo por la buena o mala voluntad que ve en los electores, por lo poco o mucho que los haya obligado, porque no es secreto de predestinación que sólo es reservado para Dios, sino que lo parlan y publican en las recreaciones a quién han de dar o quitar el voto; y también lo podrían saber por algún pequeño o grande soborno, que anzueloc y cebo suele ser que saca afuera la voluntad y secreto más escondido.

  2.  Pues si duda de cosa que por tantas partes se hace saber, se descubre y manifiesta, trai a un hombre un año flaco, esperido, penado, muerto, ¿qué será la duda y dificultad que el justo pone en sí acerca de su salvación? Porque aunque es verdad que de ordinario la confianza lo consuela, la humildad lo atemoriza juzgándose por indigno de tanto bien; y que por muchas cosas que haga no se puede él a sí propio justificar ni ser sabidor de los secretos juicios de Dios, los cuales no pueden ser sobornados ni hay cosa alguna acá abajo por quien o por donde se pueda saber, porque ni hay secretario ni paje de sala a quien se pueda preguntar, sino que ha de aguardar un hombre de golpe su bien o su mal sin ser señor de nuevos plazos o segunda sentencia o tercera apelación, porque es un propio juez el que sentencia y a quien se ha de apelar.

  3.  Más, un novicio cuando le expelan hay otras religiones y, si en ninguna lo aprobaren, el que no vale para fraile vale para casado o para oficial, pero el que de allí quedare reprobado para nada vale sino para el fuego eterno, según aquello de Eczechiel en que pregunta Dios qué se hará del sarmiento y madera que se corta de la vid 1, pues [158v] no vale para las manos del carpintero para hacer de él algo, queda sólo para el fuego.

 


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¡Oh, qué terrible cosa aquélla, que salida un alma de las manos de Dios no le queden otras para su refugio que las uñas de satanás! Recia cosa es ver un pobre ratoncillo en su ratonera caído por un triste bocado u olor de queso o sardina, y que vea que no tiene salida ni amparo si no es los dientes y uñas del gato que lo aguarda, y no le es el mayor descanso estarse en la ratonera donde ve a sus ojos la causa de su mal y el poquillo de queso que lo captivó. ¡Oh, terrible suerte la del peccador cuando a lo último se vea obligado a salir el cuerpo en quien cayó como en ratonera por un pobrecillo gusto y deleite que dio a sus sentidos, y que la ciudad de refugio que lo aguarda son las tinieblas, obscuridad y fuego del infierno y las uñas de los demonios que lo aguardan y no les es ya descanso detenerse en el cuerpo porque en él ven su daño, su miseria y el triste cebo y miserable gusarapo por quien fueron captivos y presos! Y que si en vida estas suertes y sucesos no atemorizan al malo ni lo train con penas y dolores es porque ahora se juzga por tan insensato como el triste ratoncillo que al crujir de dientes del gato lo echará de ver. Pero el justo que es prudente, discreto, que su vida la gasta en sólo philosophar, aguardar, esperar y confiar, ¿quién le puede quitar del todo el temor y miedo que tiene de lo que será y de la suerte que le cabrá? Porque, como he dicho, aunque la confianza por la parte de Dios le asegura, por la parte de sus obras, de quien desconfía, le atemoriza.

  4.  Va un hombre en un navío por alta mar, ve que el cielo y el tiempo le ayudan a su navegación, pero oye y ve rechinar el navío viejo que va a peligro de abrirse y haciendo agua cada momento que por priesa que se den las bombas siempre tienen qué sacar. ¿Pueden estos pasajeros dejar de ir con temor y miedo, con mill penas y sobresaltos? De esa misma suerte, yo confieso que el justo en su vida, mirando el cielo, se alegra y asegura, pero cuando ve que su vida es una tabla vieja y que cada momento hace agua y que, si no se rompe del todo con algún peccado mortal, por lo menos con veniales tiene bien en qué entender y ha menester que siempre ande la bonba de la penitencia y confesión y el amplius lava me, Domine 2, ¿cómo estos tales pueden dejar de llevar en la consideración mill penas [159r] y sobresaltos tragados? Si no es que acierta a ser alguno como muchos marineros y forzados, que viendo ir al fondo el navío o galera juegan, juran y blasfeman. Preguntándoles después cómo no temían, cómo no lloraban y se afligían, respondían: Padre, esta muerte tenemos ya tragada, tarde que temprano ha de venir, así ya no reparamos en que venga cuando quisiere.

  5.  ¡Oh sancto Dios!, y qué miseria se puede comparar a la de un malo que por haberles hecho tragar ya el demonio una muerte desastrada, un infierno miserable, no lo teman ni se les da un arveja de que se les levanten mill borrascas, temporales o spirituales, contra su vida y que den con ellos en el fondo del infierno, porque sus peccados y el permanecer en ellos les hace entender que tarde o temprano han


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de ir allá, no reparando sea d infierno de mill o de mill y quinientas. A quien yo, con lágrimas de sangre, pidiera una y mill veces apelaran de tal sentencia con las mill y quinientas de la sangre de Cristo y con las costas de su cuerpo y vida, que fueran continuas penitencias y mortificaciones, asegurándoles que la opinión que tienen en contrario es opinión de locos, insensatos y gente que no tiene juicio, a quien se lo pondrán y les harán caer en la cuenta errada que han traído en su vida cuando ya no tengan remedio de la tornar a hacer buena.

  6.  ¡Oh, si abriesen los ojos para tan grande desdicha y ceguera como tienen en pensar, como ellos dicen, que ellos darán tan buen tizonazo como cualquier diablo del infierno! Deben de entender que ya que hacen ese officio huelgan, o que a ellos les darán y cometerán officio de demonios como aquí solamente tienen y no de condenados. Deben de pensar que es como cuando el sentenciado a muerte quiere y escoge ser pregonero: le perdonan a él su muerte porque ahorque y mate a otros.

  No es el negocio de esa manera, hermanos, que se hace la cuenta muy a solas y sin parte. No tiene en el infierno Dios necesidad de pregoneros y atormentadores, que hartos tiene que son tantos millares y legiones de demonios, y éstos con sus propios tormentos los ocupa Dios hasta el día del juicio, que después todos quedarán debajo de la losa que se echará a aquellas infernales bóvedas.

  7.  [159v] Más, cuando Dios no tuviera atormentadores, cada uno de los que allí entra es su propio verdugo: su conciencia, su imaginación, sus pensamientos, sus peccados que los siguen. Pregunto yo: cuando Dios quiere destruir los fructos ¿tiene necesidad de enviar fuego del cielo o ladrones que los sieguen y hurten? No, por cierto, que en la misma fructa nace el gusano y en la ropa la polilla y en el trigo el gorgojo y en la madera la carcoma, que a lo uno y a lo otro lo consume y acaba. ¿Qué necesidad tiene Dios en ti, hermano, habiéndote echado al infierno, de quién te atormente si tú con tus manos te mesarás y con tus dientes te morderás y no habrá tormento de desesperado que tú propio no busques y te des?

  Más, aquel fuego e que allí quema no tiene necesidad de quien lo atice, que siempre arde, porque es un bronce derretido que jamás se consume ni apaga y tu alma siempre dura para que siempre f esté atormentada. No se te pongan yerros en la imaginación de entender que como en esta vida no sientes ni sentirás en la otra, que a eso llega la misericordia y piedad de Dios. Que como en la otra vida es para el malo sólo tiempo de g justicia y rigor, no te quiere en este mundo privar de los bienes de su misericordia, sino te regala y te alivia las penas untándote con el aceite de su misericordia como a ruedas de relox para que andes por el camino de la verdad y desengaño y llegue la hora en que tanto te inporta enmendar tu vida, confesar tu peccado. Y salido de aquí darás en unas vivas llamas donde por más que clames


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como el rico avariento no te darán un dedo h bordonero de Lázaro pobre que te remoje y unte los labios 3. Porque justa pena y castigo es i, al que en este mundo no quiso con la sangre de Cristo ni con la hiel y vinagre que tomó por mí en la cruz 4 apagar los fuegos de sus concupiciencias, no tenga allá una poca de saliva asquerosa con que refrescar sus labios.

  8.  Esto, pues, que el malo no considera ni piensa, el justo no lo pierde de su imaginación ni lo echa de su memoria, y como acá decimos que la imaginación hace caso, de esa misma suerte [160r] el justo en su imaginación trai un infierno a que se sentencia cada día por sus peccados, cumpliéndose en esta ocasión en él lo que dice David: que desciendan al infierno los que viven 5 para que no desciendan, como dice el divino Agustino, cuando mueran 6. Esta imaginación los pena, ésta los aflige en vida, ésta les da y causa muerte dilatada y martirio prolongado porque con estos tales en la otra vida no tiene qué hacer la justicia y, por ser la que hay en Dios tan grande y recta, no habiendo hombre, por justo que sea, que no tenga defectos y faltas, escúsase en esta vida, dándoles Dios esos miedos y temores con que nunca se acaban de asegurar del todo para que, por una parte, se purguen y, por otra, merezcan con muerte y martirio dilatado, etc.

 

 

 




a  ms. 60



b ms. inorar



c sigue suele ser tach.



1 Cf. Ez 15,2-6.



2 Sal 50,4.



d  rep.



e sigue no tach.



f ms. siem



g sigue mise tach.



h  sigue bel tach.



3 Cf. Lc 16,19ss.



i sigue el tach.



4 Cf. Mt 27,48.



5 Sal 54,16: "Veniat mors super illos, et descendant in infernum viventes".



6 Enarr. in Psalmos, 54,16 (CCL 39,669): "Si mortuus descenderes, quid ageres ignorares; cum vero scis malum esse quod facis, et tamen facis, nonne vivus descendis ad inferos?".






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