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San Juan Bautista de la Concepción Obras III - S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
CAPITULO [1]b CÓMO UN SIERVO DE DIOS PARA ENLLENAR ESTE NOMBRE DE VERDADERO RELIGIOSO HA MENESTER HACER MUCHAS COSAS QUE LE SIRVEN A LA CARNE DE PENA Y MARTIRIO
1. Bien larga hiciéramos esta conversación y tratado si en particular hubiéramos de tratar de las penitencias en particular que el verdadero religioso hace y debe hacer para corresponder con su officio y estado. Las cuales no sirven de otra cosa que de castigar y poner, como dice el glorioso san Pablo, en perpetua servidumbre a su cuerpo 1. Porque esta palabra "verdadero religioso" obliga mucho, porque sic justo quiere decir ajustado y religioso atado y reatado 2, y verdadero querrá decir que no sean ataduras de cumplimiento como las que se hacen con cuerdas de lana, que no tienen más que la aparencia y pintura por de fuera; y aun no sé si diga esa atadura son como las trabas que echan a los perros en tiempo de uvas, que no sirven más que de doblar los daños, pues, no estorbándoles el comer, hacen también daño con los palos que llevan colgando, de suerte que quizá fuera mejor concertarse con ellos con que comieran al disimulo y sin esos palos que les ponen con que hacen daño o sin los cencerros d con que llaman a otro.
Aunque la comparación es basta, descubre la verdad de lo que quiero decir: que hay religiosos que pluviera a Dios comieran y entraran [167r] en lo vedado sin cencerro y sin trabas, porque, por una parte, cometen delito con el mal que hacen y, por otra parte, con el suelo que pisan y las haldas largas que llevan, porque como con ellas tapan y cubren los pies no ven dónde los ponen ni los umblares que pisan, ni aun los ojos que los miran; que piensan hay ya bobos en el mundo que no saben aguardar que se levante el pie que no se vido para ver la huella que deja. A cuya causa el sposo dijo a su esposa que si no se conocía que se fuese tras las pisadas de su ganado 3.
2. Yo sé que hartos religiosos juzgarían bien diferente de sí si de sí saliesen y pusiesen los ojos en las pisadas y huellas que con sus obras hicieron en los juicios ajenos y si mirasen lo que de ellos se dice y se murmura. No quieran saber más de que con los pies pisan lodo y con hábitos levantan polvo; con lo uno se enlodan a sí y con lo otro ciegan a los que están junto a sí. Estos tales tienen con falsedad y mentira el nombre de religiosos, pues no train más que las señales o cumplimiento de ataduras. Los anillos hanse quedado en los dedos de los hombres
por gala y su principio tuviéronlo en grillos y cadenas que echaban a los malhechores; y cuando los daban en fiado llevábanse una sortija de la cadena en el brazo o una argolla al cuello. Su poco a poco se fue eso pervirtiendo y trocando en collares de oro las argollas y las manillas en anillos de perlas y piedras preciosas.
Quiera la majestad de Dios, por quien él es, que el ser religioso o religiosa no haya dado tanta baja o hecho trueco de cosa tan diferente como esto, porque el principio de ser religioso túvolo en e venir a los conventos a pagar delitos y hacer penitencia de peccados; servían los conventos de cárceles y los hábitos no de renta, como los de Sanctiago y Calatrava, sino de mortificación, rigor y aspereza a la carne; y todo lo demás que un religioso hace iba enderezado a pagar lo que debe a Dios por sus peccados, y no sé si ya ha desdicho tanto de su principio como los anillos de oro, de grillos y cadenas de esclavos quiriendo ya hacer entretenimiento de los conventos, galas de los hábitos, honras de las paternidades.
3. Estos ¿por qué los hemos de llamar presos, atados y reatados, sino libres y sueltos? Pues pudiera ser que habiéndose quedado en el mundo y jugado en él al descubierto se refrenaran más y vivieran con más recato, siquiera tratar f con quien los entendía y conocía el juego. [167v] Pero el que es verdadero religioso oblígase a mucho: oblígase a la verdad del estado y a enllenar el tal nombre; oblígase a ser captivo y preso del mismo Dios y, como preso, a no hacer nada sin su licencia; oblígase a padecer según las leyes y fueros de las cárceles donde vive y es entregado al recogimiento, a la desnudez, al pie descalzo, al dormir en el suelo, al comer si se lo dan, a dormir si le dejan, al hablar si le permiten, al mirar si le dan licencia; y finalmente, para la carne vida es de remo y galera, vida de soldadesca, vida de guerra y pelea, vida de jornaleros y azachanes, vida de remo y galera, vida de sobresaltos y temores, vida que mientras más alta y encumbrada más necesitada de vela y alerta. No hay que decir de las penas y trabajos que a un religioso le cuestan llegar a ser quien debe. Y después de haber trabajado lo que a muerte llega, yo sé que si mira y responde sin pasión que ha de decir está más lejos de ser verdadero religioso que cerca. Supuesto esto, su camino ordinario camino es de espinas, camino de abrojos y penas.
4. No es mi intento tratar aquí del martirio que un religioso tiene por acudir como debe a sus obligaciones g en particular, sino descubrir en común su penosa vida para que se sepa le cuadra este nombre de mártir.