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San Juan Bautista de la Concepción
Obras III - S. Juan B. de la C.

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CAPITULO [13] a DE CUÁN MISTERIOSA ES LA SCRITURA SAGRADA Y LOS GRANDES MISTERIOS QUE ENCIERRA EN SÍ Y LO MUCHO QUE CRISTO DIJO CUANDO A LOS PRELADOS LOS LLAMÓ LUZ DEL MUNDO

 

  1.  Yo pienso que siempre será un pozo hondo y mar sin suelo escudriñar las obligaciones de losb prelados debajo deste nombre de luz que Cristo les da diciendo: Vosotros sois luz del mundo 1. Esto tiene la palabra de Dios y la doctrina que Cristo daba, que como Dios infinito salían sus palabras con un resabio de grandeza e infinidad que, echándose tras ellas el ingenio y entendimiento humano, queda anegado haciendo en ese ancho mar mill entradas y salidas sin hallarle cabo ni suelo, con gana y golosina de tornarse a zabullir.

 


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2.  Cosa es estraña ver los pescadores en la mar, que los he visto estar pescando un día y otro día, un año y otro año, en un propio lugar y siempre pescan, siempre sacan. No me espanto, porque si diciendo san Pedro a Cristo: Señor, en tu palabra quiero echar este lance, lo sacac tan grande que es necesario le ayuden a sacarlo los que estaban [195r] en la otra nave 2, pregunto yo: ¿cuánta diferencia hay de la grandeza de la palabra de Dios y sagrada Scritura d a la e mar material? Bien se echa de ver la cortedad de la mar por lo que el propio san Pedro dijo: Per totam noctem laborantes nichil cepimus 3; que suele trabajar uno toda la noche y no sacar nada, pero en la Scritura sagrada llegan unos y otros y todos echan y hacen sus lances y sacan sus redes llenas, pues vemos que sobre un libro tan pequeño como el de la sagrada Scritura y evangelio de Cristo tantos años ha predican y dicen, tantos scriben y commentan, y siempre queda que escribir hasta la fin del mundo, aunque el mundo fuera eterno; que bien dijo san Juan que si se hubiera de scribir lo que Cristo obró no cupieran los libros en el mundo 4. Que fue decir que si se hubieran de descubrir los misterios y grandezas que en sí encerraban las obras y palabras de Cristo los libros no cupieran en el mundo.

  3.  Digo, pues, que si echando san Pedro su lance en la mar, que no tiene pescado, saca la red tan llena que hace misterio el evangelista que sacando tanto pescado la red no se rompiese 5, ¿qué será echar el doctor de la Iglesia y los maestros que para ello tiene Dios diputados las redes de sus entendimientos, discursos y consideraciones no en mar corta y abreviada, como esa material a quien Dios le tiene puesto límites y términos 6, sino a la doctrina de Cristo y sagrada Scritura, de quien dice san Pablo f que verbum Dei non est alligatum 7, que esta divina palabra es tan ancha, tan profunda y larga por todas partes que es como un campo a quien no es posible ponerle puertas? Echar, pues, lance en este mar tan anchuroso, tan misterioso y lleno de altíssimos secretos y en nombre del mismo Cristo ¿qué hay que espantar que enllene un san Agustín tantos libros, un san Jerónimo y los demás doctores tantos scritos y que, con todo eso, no se rompa la red ni aun se les agotase el entendimiento, pues si vivieran adelante pasaran? Eran lances hechos en buena mar y en buen nombre.

  4.  ¡Oh, desdichados herejes!, qué presto en vuestros scritos sacáis cieno y halláis el cabo de las cosas que escudriñáis. Es que tenéis viciada y falsificada la Scritura sagrada y hacéis los lances en nombre g de vuestros gustos y sensualidad, y así sacáis lo que sacáis con tanto detrimento de las redes, pues tenéis rompidas vuestras conciencias, deprava­das las voluntades, escurecidos vuestros entendimientos. En fin, hacéis h


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vuestros lances como los primeros que hizo san Pedro: Per totam noctem laborantes nichil cepimus 8. Trabajan de noche y en mar baja. Pedid a Dios os amanezca un día claro y que os encontréis con Cristo, en cuyo nombre se os trocarán las suertes.

  5.  ¡Ojalá, Dios mío, en esta cortedad de palabras yo siempre te tuviese delante y tú fueses el que por mí hablases! Bien sé, Señor, [195v] que deseo acertar en la cortedad de estos trabajos en que ocupo el tiempo, tan sujeto a mill penas que jamás me faltan, y que, si alguna vez hablare o dijere alguna palabra que en algo fuere torcida o descaminada, no es ése mi intento, sino que será la causa mi ignorancia y poco saber, la cual siempre la sujeto a la corrección de los sanctos y doctores de la Iglesia para que la enmienden, borren y registren. Mill veces he considerado mi atrevimiento en esto. Algunas disculpas tengo, pero ahora de ninguna echo mano sino de la golosina que consigo trai la palabra de Dios y los misterios que en ella están encerrados.

  6.  ¿Quién, pregunto yo, entraría en un jardín de ricas flores y de frutales muy sabrosos que no le diese gana de coger de las flores algunas y de los árbores fructa? Sólo habría una diferencia: que el jardinero y el que de eso sabe, sabe cuáles son las flores que ha de coger en cada tiempo y cuáles son más acommodadas y provechosas para cualquier medicina; y llegado a los árbores el hombre chico cogeríe fructa de las ramas bajas, pero el de buen cuerpo, buscando la madura y bien sazonada, alargaríe la mano a cualquiera por distante que estuviese i. Esto me podría yo temer: no cogiese flores no acommodadas para lo que digo, y siendo mi ingenio corto cogiese de lo bajo, sin levantar el entendimiento a lo alto y cogiese lo que es de más importancia. Será Dios servido, si esto en algún tiempo se leyere, sazonarlo Su Majestad en el gusto de la persona que por ello pasare los ojos. Y puesto caso que en el principio, cuando yo enpecé a escribir algunos papeles, me dejé engañar con pensar que esto sólo era para nuestros religiosos y hermanos, ya se sabe que el pan casero sabe mejor, aunque no sea tan floreado, que el que se vende en la plaza j.

  7.  Digo pues, mis charíssimos hermanos, que viendo que en muchas partes, ofreciéndose a tratar de esta palabra k acerca de los prelados en que Cristo los llama luz del mundo, que con la cortedad de mi ingenio la hallo siempre de nuevo preñada, que echo de ver la verdad de lo que de ella dice san Pablo cuando la llama palabra viva: Vivus est sermo Dei 9. Un hombre que vive siempre tiene qué hablar, y si siempre viviese siempre hablaría; y un árbor mientras está vivo echa flor l, fructa y hoja. Y si la palabra de Dios de tal manera es viva que jamás muere, siempre estará hablando en los corazones de los hombres y manifestando nuevos secretos a los entendimientos,


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porque es palabra viva y habla, y porque es árbor vivo siempre tiene y echa fructa que le puedan coger.

  8.  No puedo dejar de tornar a lo que denantes decíamos de los herejes [196r] y preguntar: si es palabra viva, ¿cómo no les habla y enseña a quien están m tan ciegos y engañados, cómo no cogen de la fructa deste divino árbor n que a todos convida? Digo que Cristo comparó su palabra al grano de trigo: Semen est verbum Dei 10, pero el grano de trigo tiene una cosa: que si le roen la cabecita donde tiene la virtud generativa no nace, y así lo hacen las hormigas cuando lo sepultan debajo de la tierra, que le comen y quitan aquella cabecita que en el grano sirve de corazón, y con esto se queda seco y enjuto, sin nacer ni fructificar. No me espanto o que la palabra de Dios no lleve fructo en los corazones de los herejes ni dé luz a aquellos entendimientos ciegos porque como hormigas o, por mejor decir, como demonios, que así los llama el sancto Job 11, le roen a esta divina semilla y grano celestial de la palabra de Dios el corazón y le quitan el sentido y parte principal donde tiene encerrado el fructificar y nacer en el corazón y entendimiento de quien se siembra. ¡Oh gente depravada y maliciosa! Si cercenáis y truncáis la Scritura sagrada, si le quitáis la palabra o palabras que os han de hacer la fuerza, ¿qué fuerza ha de tener en vosotros? Cuchillo es, y así la llama san Pablo: Penetrabilior omni gladio ancipiti 12. Pero si le volvéis los filos, ¿cómo ha de cortar? ¡Oh, qué castigo y confusión tan grande será para estos tales el día del juicio, cuando la espada de su palabra la acicale Dios! Así lo dice David: que gladium suum vibrabit 13; que vibrará su espada, aunque no falta quien allí diga que vibrare quiere decir acicalar. Cuando, pues, traiga Dios su palabra y evangelio con los filos bien sacados y agudos, en fin como spada que ha estado guardada en su vaina sin cortar en piedras duras p, como la palabra que ha andado entre herejes, que ya está tal que aun no ha quedado para cortar carne blanda, pues no está para que de ella se aproveche o en ella lea el inocente que entre ellos se halla.

  9.  Decimos tanbién: si es árbor q esta palabra, ¿cómo no les da fructo que les sirva de medicina? Digo que los herejes no sólo tienen este mal, que cortan y cercenan la Scritura sagrada, la rompen y despedazan, sino también le añaden las palabras que se les antojan para que más derechamente diga y confirme lo que ellos pretenden. Pregunto yo: si a un árbor le cortasen las ramas que llevan fructa y le ingiriesen otras perversas, malas e infructíferas, llano es que el árbor que primero era de grande provecho después habíe de quedar inútil r. [196v] Pues si estos tales herejes no sólo cortan y cercenan a la Scritura sagrada palabras y ramas que llevan la fructa necesaria que les ha de dar salud


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y vida, sino que en ella ingieren sus palabras depravadas y malas, ¿qué fructo ha de dar?

  10. ¡Ojalá quisiese la misericordia de Dios, y ellos de su parte, disponerse para que ella en sus corazones obrase y abriesen los ojos para tornar a la fuente clara de nuestra sancta Iglesia católica romana a coger las verdades puras, sencillas y como la Iglesia las recibió de la boca de Cristo y de los profetas, que con eso quedaríen remediados! Gran cosa es tomar las medicinas en buena botica y de casa de hombre que haga las confecciones como debe, porque una purga acertada suele dar la vida y, por el contrario, si se trueca quitarla. ¡Oh, qué debe un cristiano que le puso Dios en tierra donde los simples no se componen con quien les destruiga y quite la fuerza, sino que se hacen las medicinas con las mismas verdades que Cristo predicó! El se nos dé a sí propio, por quien él es, para que siempre acertemos a hacer su voluntad.

  En el capítulo que viene diremos, siendo Dios servido, el fructo que de nuevo ahora produce esta rama del Evangelio en que Cristo llama a sus apóstoles y discípulos, y en ellos a todos los prelados, luz del mundo.

 

 




a  ms. 76



b corr.



1 Cf. Mt 5,14.



c  corr.



2 Cf. Lc 5,5-7.



d sigue que de tach.



e a la corr. de de esta



3 Lc 5,5.



4 Cf. Jn 21,25.



5 Cf. Lc 5,6-7.



6 Cf. Gén 1,9-10.



f al marg. vide



7 2 Tim 2,9.



g corr.



h sigue como tach.



8 Lc 5,5.



i  corr. de fuese



j sigue una lín. en blanco.



k sigue que vamos tratando tach.



9 Heb 4,12.



l corr. de fructa



m  ms. está



n sigue que tach.



10 Lc 8,11.



o ms. estanto



11  Job habla más bien de "impíos". Cf. Job 18,5-6; 21,16; etc.



12 Heb 4,12.



13  Sal 7,13.



p sigue que tach.



q sigue como tach.



r ms. inútill






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