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San Juan Bautista de la Concepción
Obras III - S. Juan B. de la C.

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CAPITULO [14] a DE ALGUNAS PROPIEDADES QUE ESTÁN ENCERRADAS DEBAJO DE ESTA PALABRA: LUZ DEL MUNDO, QUE CRISTO LLAMÓ A SUS DISCÍPULOS Y, EN ELLOS, A LOS PRELADOS, LAS CUALES PROPIEDADES SON ENDEREZADAS EN BIEN DE LOS SÚBDITOS

  1.  En los capítulos superiores hemos ido declarando esta palabra de la luz que Cristo dice que son los prelados 1, de la luz que el cielo envía sobre toda la tierra. Porque aunque es verdad que es luz que está en el cielo como la que en el sol se encierra, pero de tal manera está esa luz en el sol y el sol en el cielo que alumbra al mundo. Y así hemos dicho que el prelado, haciendo vida más celestialb y divina que humana y estando con su trato y conversación más en el cielo que en la tierra 2, debe ser luz y alumbrar a los hombres que viven en el mundo 3.

  2.  Ahora digo que la luz que está en el sol no puede abrazar todas las propiedades de que se debe vestir nuestro prelado, y que llamándolos Cristo luz [197r] de el mundo los quiso también comparar a las luces de acá abajo, las cuales sirven para todo tiempo y en cualquier ocasión.

  El cielo, gobernándonos la luz por el sol, tiene noche y día sin que nosotros podamos alargar el día, detenerlo o hacer que nos aguarde para hacer nuestras haciendas cumplidas. Dos veces ha sucedido en el mundo que el sol se detenga. La una, cuando por la oración de Josué


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se detuvo para dar guerra y alcanzar victoria contra los gabaonitas 4. La segunda, cuando volvió atrás diez líneas en señal de la salud y vida que Dios le alargaba al rey Ezechías 5. Pero entramas a dos veces se hizo eso con un poderoso milagroc y obra del brazo de Dios. Pero viendo nuestro gran Dios cuán spaciosos son los súbditos en sus obras, cuán estorbados y detenidos en el conseguir los fines que pretenden, no les quiso dar luces que sea necesario hacer milagro siempre que el súbdito ha menester el prelado se aguarde y se detenga a le enseñar y decir lo que más le inporta.

  3.  Desea Dios grandemente nuestra salud y que se nos alargue la vida de la gracia, y para eso nos da soles, no soles que corran y de la mañana a la tarde se nos escondan y dejen a buenas noches, sino unas luces que vuelvan atrás todas las veces que fuere necesario, haciéndose, como un san Pablo 6, ignorante con el ignorante y sabio con el discreto. Que no porque el prelado tenga entendimiento más sutil y más agudo y que en un cerrar y abrir de ojo tiene entendido lo que el súbdito no puede percibir en mucho tiempo, se lo ha de dejar atrás y que quede a buenas noches y él dar la vuelta a alumbrar a otro hemisferio.

  ¡Oh padres predicadores!, que voláis por la Scritura y os encumbráis donde el pobrecito ignorante no os entiende, mirad que sois luz del mundo y os habéis de ir d al paso de los que oyen, os habéis de detener a dar luz a los que pelean y volver atrás, si fuere menester, para que tengan salud y vida los que de ella carecen. Y si os parece que sois soles y que en esa luz habéis menester caminar y pasar adelante, sé decir que es tanto lo que estima Dios acudir a la oración del justo que como otro Josué pide, y a la petición del enfermo que como otro Ezechías clama, que hará Dios milagro y os detendrá y acortará vuestras jornadas o encojará el caballo para que no corra sino que aguarde, como lo hemos visto en muchos predicadores que se subieron al púlpito para volar, y siendo las alas que llevaban de cera, [197v] pidiendo la divina gracia vino en fuego que se les derritió y dio con ellos en lo bajo de la humildad donde a sus hermanos aguardase.

  4.  Suelen en las communidades tener relojes, los cuales gobiernan muchas veces al paso de las ocupaciones y ejercicios de ella. Como muchas veces sucede, siendo los officios de la mañana largos, alargan las horas de la mañana y acortan las de la comida, recreación y tarde: detener las unas y accelerar las otras. Lo cual no podrían hacer en el relox del sol, porque, como hemos dicho, para eso es necesario particular milagro. Ni tanpoco se podría hacer con el relox ajeno, porque para eso es necesario licencia del dueño, y podrá ser que en su casa sea necesario acortar las horas que acá se alargan. Muy bueno es esto para los prelados: que deben de ser muy caseros y acommodados a todo


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aquello que en su communidad se hace, detiniendo, cuando es necesario, las horas del alabar y bendecir a Dios que sean más largas, quitando, si para ello fuere menester, de las horas de la comida e y recreación. Que, en fin, los súbditos son hombres y no siempre pueden ir a un paso: cuando es necesario que venga la noche, presto, cuando que amanezca, más aína, tiniendo siempre la mano, que enseña las horas al súbdito como él las ha menester para hacer sus officios y ganar sus jornales. Finalmente, como luces del mundo han de hacer sus officios.

  5.  Y pues hemos comparado los prelados a los relojes de acá de la tierra, adviertan que en esto se diferencian del relox del sol: que el sol señala las horas sin molestia ni pesadumbre, él se va y se viene sin bajarle o subirle las pesas, pero estotros relojes a puro pesas y carga se menean y dan las horas, de suerte que, en llegando al suelo los cantos y pesas que el relox trai a cuestas, luego para y no tenemos relojes. Pues en llamar Cristo a los prelados luces del mundo fue decirles cuán a costa suya habíen de ejercitar el officio como luces de la tierra, que a puro quemarse y derretirse han de dar luz y a puro subir el peso y carga sobre sus hombros, como relojes de acá abajo, han de dar las horas y regir y gobernar. Que adviertan y abran los ojos, no llegue la carga al suelo, arrojen y dejen los cuidados que deben tener en la tierra, que se parará él en el dar luz y señalar las horas que el súbdito ha menester para andar bien regido y se parará toda la communidad.

  6.  ¡Oh válame Dios!, qué de prelados hay que son como relojes de sol, prelados galanos, pulidos, que quieren sin carga ni peso ni cuidado ejercitar sus officios, puniendo las pesas del relox, si es [198r] obispo en los visitadores, si cura en los tinientes, si provincial en los ministros, y si ministro en sus vicarios, y ellos quedarse como relojes de sol, que con sola la sombra señale las horas y la luz que su comunidad ha menester. Que si aun su sombra fuera como la de san Pedro, que resucitaba muertos 7, vaya, pero, siendo sombra sin luz y relox sin peso y carga, sólo será domicilio y acogida de holgazanes. ¡Oh sancto Dios!, y cuánta verdad es ésta. Que hay curas y prelados en la Iglesia de Dios que, por haber puesto sobre hombros ajenos el peso de sus officios, están ellos parados y detenidos, sirviendo f su casa o celda sólo de entretenimiento de la gente del pueblo y pasatiempo. Que si ellos advirtiesen esta palabra que de ordinario dicen los holgazanes que con estos tales prelados se van a entretener: de que van con ellos a pasar tiempo, ellos quedarían del todo desengañados del engaño tan claro y manifiesto que tienen de parecerles que, por estar sus relojes y ruedas paradas por la falta del peso que llevan a cuestas, piensan que las horas son mayores y que porque ellos no dan está el tiempo detenido. Están muy engañados, porque ellos propios lo dicen que van a pasar tiempo.


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Es verdad que se les pasa, y tan apriesa como arriba hemos dicho, y que de este tiempo no se les ha de tomar cuenta por sus relojes detenidos, sino por las horas acceleradas y corridas que dieron los sanctos con sus vidas milagrosas y exemplos admirables. Háseles de tomar cuenta de todos los instantes y momentos, no por los que ellos detienen estando parados, sino por los que el sol corre y por los puntos y pequeñitos granos de arena que pasa el relox que la muerte tiene en la mano, y por los pequeños instantes que Dios cuenta.

  7.  Suelen decir estas personas con quien vamos hablando que ellas se entienden. Y si los predicadores en los púlpitos los reprehenden, dan voces y avisan que suban las pesas, que está todo parado y su communidad desconcertada, se ríen, hacen burla y dicen que quién los mete a ellos en eso, que qué saben ellos de la vida del obispo, del officio y beneficio del canónigo y cura. Dicen bien los tales. Que ellos hacen vida, si es buena, tan escondida que nadie la sabe, si dan limosna todos lo ignoran, si rezan nadie lo entiende. Paréceme que estos tales prelados son relojes de los que train los grandes en el seno, que son para ellos solos, para regir y gobernar su vida a su gusto y antojo, que ellos oyen sólo la campana y suben las pesas tan delicadas que en el pecho no les hace enbarazo. Estos tales dan las horas para saber cuándo es hora de comer, de dormir, de entretenerse. Y relox de tales horas bien es que no las oiga nadie y nadie las sepa. Pero, en fin, como no hay cosa [198v] tan secreta -que así lo quiere Dios: que lo que se hace en lo escondido se publique en los tejados- sábenlo los predicadores, que son relojes más bien concertados, los cuales dan voces para que por la rueda de su lengua y punto de sus palabras se concierten los desconcertados y dejándose de regir a sí con regalo, gusto y entretenimiento, acudan a regir su communidad conforme Dios manda, que es tomando sobre sus hombros y levantando del suelo el officio y carga que Dios les dio.

  8.  En la Scritura sagrada el officio de rey y prelado es entendido por la capa. Así, cuando Samuel hizo amenaza a Saúl de que se le habíe de quitar el reino, rompió su capa (1 Regum, 15) 8 y cuando le significaron a Jeroboán que habíe de ser rey de diez tribus -3 Regum, 11- rompió el propheta diez partes de la capa y así le dijo el Señor: Tolle tibi decem scissuras 9. Las cuales fueron de la capa que g Achías habíe rompido por mandado de Dios. Entre otras razones que para esto se pueden dar, una es que así como la capa anda siempre sobre los hombros, de esa misma suerte los officios de los prelados y reyes han de andar a cuestas y sobre las spaldas de las personas que los tienen, que por eso buscan para rey a un Saúl que tenga buenos hombros y que sobrepuje a los demás ab humero et sursum 10. Y de Cristo dice el propheta Esaías que factus est principatus h super humerum eius 11, que


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el principado de Cristo fue puesto sobre sus hombros. Y así lo llevaba encerrado en aquella cruz pesadíssima que le pusieron a cuestas. La cual por ser de peso tan grande le hizo arrodillar en tierra; y como los judíos deseaban tanto que llegase y el relox diese la hora en que el Hijo de Dios habíe de spirar en un madero, se la levantan y dan quien ayude 12 para que no llegue al suelo, sino que Cristo llegue presto al lugar donde aquella celestial y divina campana de su lengua habíe de decir aquellas siete palabras tan misteriosas como habló en la cruz, en las cuales acudió al gobierno de todo el mundo pidiendo a su Padre perdonase a los que le crucificaban. Acudió tanbién al consuelo de su madre, dándole hijo y al del ladrón dándole cielo, y así en las demás palabras que habló 13.

  9.  ¡Oh sancto Dios! ¡Oh Cristo mío! ¡Oh lengua sagrada, y qué horas das tan concertadas! No sólo sirves, sacrosancta lengua, de lengua que hiriendo esos labios sagrados da las horas que el mundo ha menester, sino que como te tienen, Dios mío, enclavadas las manos en ese madero y palo seco, siendo de tornillo, como tu esposa dice 14, no pudiéndolas menear y hacer a la redonda para con ellas, como con manos llenas y ricas, dar a los hombres lo que el Padre eterno puso en ellas, haces a tu lengua que, junto con ser lengua, dé esa campanada divina que asombra y atemoriza a todo el mundo con su voz y sonido y confunde con un grito a todos los que le [199r] crucifican. Pero quiere que tanbién sirva de mano y índice que señale las horas. ¡Cuán desdichada era para un Judas y para los que le crucifican!, pues les valiera más no ser nacidos 15. ¡Cuán dichosa era para el buen ladrón!, pues le señala de contado el reino de los cielos 16. ¡Quán triste y amarga era para su madre!, pues trueca hijo que es Dios por el que sólo es hombre 17. Señala una hora de grande necesidad para el cuerpo, pues con grande sentimiento dice que tiene sed 18. Señala la hora de tanto desconsuelo para su espíritu, pues el Padre lo ha dejado y desamparado. Para toda su persona señala una hora llena de trabajos, cumplida de afrentas e ignominias, pues en tal ocasión a su Padre no lo llama padre, sino juez, diciendo: Elí, Elí, lamma sabacthani i 19; que quiere decir: Dios j mío, Dios mío, que k significa l juez. Como quien dice: para todos eres padre en esta ocasión, pues dejas se derrame mi sangre con que todo el mundo sea remediado, y para mí eres juez que quieres que pague hasta el más mínimo cuadrante. Ultimamente señaló a su espíritu a su Padre para que en sus manos se pusiese y a todo el mundo le señaló una hora dichosa que fue en que todas las cosas quedaban ya acabadas y las cuentas rematadas, las paces hechas y Dios, por su sangre vertida, ya aplacado. Y así expiró bajando la m cabeza en la cruz, diciendo: Consummatum est 20. Que tanbién con aquel bajar la cabeza quiso ayudar


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a su lengua que ya paraba y no podía hablar más. Y así con la cabeza, cuando la bajó, dijo a los hombres cuánta baja daban ya las cosas de Dios que hasta allí habíen valido caras, y tan caras que al propio Hijo de Dios le cuesta el abrir el cielo, morir en la tierra y consumar y acabar todo lo que de él habíen escrito todos los prophetas. Y que de allí en adelante ya su cielo se franqueaba para todos y hacía tanta baja el Padre eterno que lo compra un buen ladrón con un: Memento mei, cum fueris in regnum tuum 21 y un Longinos n con: Vere Filius Dei erat iste 22, con un abrir los ojos para conocer él cuánto habíe padecido por los hombres o. Y todo esto pasa en breve tiempo porque el peso lo llevaba Cristo sobre sus hombros p y las pesas y carga del relox iba levantado sobre sus espaldas y su reino sobre sus hombros porque era capa: Factus est principatus super humerum eius q 23, y el lugar de la capa es ése.

  10. De aquí sacamos cuán mal hacen los prelados que, siendo su officio capa con que han de cubrir el cuerpo de su comunidad, no la quieren traer sobre los hombros, sino arrimarla a un lado y andarse ellos en cuerpo, como gentiles hombres a lo galano y curioso. Y estando ellos sin capa estará su communidad [199v] sin abrigo y defensa, que eso es de lo que sirve la capa. Los prelados en la Scritura se llaman viejos y ancianos 24 (S. Thomas 25, super illud I Joa.: Senior Electae dominae) r, porque lo han de ser en todo por razón del officio, que es como el del scudero, que siempre se busca de edad madura para que lleve de la mano a la señora de casa. Este tal, como ya su edad está lejos de querer agradar o ser gentil hombre, jamás se le cai la capa de los hombros. Que coma, que beba, que esté en casa o haga cualquier officio, siempre los he visto a estos tales con su capa puesta. Ansí han de ser los buenos prelados: scuderos que llevan de la mano y sobre sus hombros carga, y se sustenta la comunidad, de quien él es más criado que señor, y ella ha de ser la señora y el dueño de su persona, pues ha de andar empleado en su servicio y menesteres. Ha de ser viejo porque huiga de hacer gentilezas y porque entienda que la capa ha de andar siempre a los hombros. Quiero decir que si come, si bebe, si está en casa o sale de ella, siempre ha de ir cargado con estos cuidados y llevar este peso a cuestas. Que será Dios servido lleguen presto donde se lo trueque Dios por peso, carga y premio de gloria, etc.

 

 




a  ms. 77



1 Cf. Mt 5,14.



b ms. celestia



2 Cf. Flp 3,20.



3 Cf. Jn 1,9.



4 Cf. Jos 10,12-13.



5 Cf. Is 38,8.



c  ms. pilagro



6 Cf. 1 Cor 9,22.



d sigue a ese as tach.



e  ms. commida



7 Cf. He 5,15.



f sigue sólo de tach.



8 Cf. 1 Sam 15,27.



9 1 Re 11,31.



g  sigue aquí s tach.



10  1 Sam 9,2.



h sigue qu tach.



11  Is 9,6.



12 Cf. Mt 27,32.



13  Cf. Lc 23,34-43; Jn 19,26-30.



14  Cf. Cant 5,14.



15  Cf. Mt 26,24.



16  Cf. Lc 23,43.



17  Cf. Jn 19,26-27.



18  Cf. Jn 19,28.



i  corr.



19  Mt 27,46.



j sigue en tach.



k sigue quiere decir tach.



l al marg.



m sigue + tach.



20  Jn 19,30.



21 Lc 23,42.



n  al marg. vide



22  Mc 15,39.



o por los hombres sobre lín.



p ms. hombres



q Factus-eius sobre lín.



23  Is 9,6.



24  Cf. Tit 1,5; 2 Jn 1,1.



25  Cf. In IV Sent., d.25, q.2; In libros Physicorum, VII,6: "...ita bene sicut seniores vel presbyteri, quod idem est: nam presbyter in Graeco idem est quod senior in Latino"; etc.



r S. Thomas-dominae al marg.






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