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San Juan Bautista de la Concepción Obras III - S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
CAPITULO [15] a CÓMO DICIENDO CRISTO QUE LOS PRELADOS ERAN LUZ DEL MUNDO PUSO Y DEJÓ EN ELLOS REMEDIOS PARA QUE NO SE ENSOBERBECIESEN Y PARA QUE LOS SÚBDITOS NO LOS TUVIESEN POR DIOSES, Y DE OTRAS PROPIEDADES DE LA LUZ
1. El sol ha sido con su belleza y hermosura tropiezo de muchas criaturas, las cuales, ciegas para no pasar adelante, quedándose en esa criatura, la han adorado y tenido por Dios. Porque como le ven tantos siglos ha con un officio tan superior a todas las cosas, tan necesario a todas las criaturas, hánsele rendido muchas de ellas a quererlo tener por su amo y señor, superior de todo lo criado, así por verlo tan bello, hermoso y resplandeciente como por ver su ligereza y sutilidad con que se va y se viene tan sin cansar, acudiendo a todas las criaturas a su vida y conservación.
2. De aquí es que, viendo el sancto Job los engaños de muchos hombres que cada día y mañana le daban al sol el bienvenido y le quitaban la gorra por modo de adoración, volviendo por sí dijob: Si vidi solem cum fulgeret, et lunam incedentem clarec, et osculatus sum manum meam ore meo, et laetatum est cor meum in abscondito d 1. No se me puede, Señor -dice Job-, [200r] poner por capítulo que miraba al sol cuando resplandecía y a la luna cuando salía clara, y besando yo mi mano con la boca besaba las suyas quitándoos a vos el respecto que sólo se os debía.
De aquí es que, como criatura tan bella y tan ocasionada para tan grave peccado, puso Dios en ella su silla y asiento, como dice el sancto rey David: In sole posuit tabernaculum suum 2, allí puso su audiencia y ahí está tomando residencia para que nadie pretenda ignorancia viendo la diferencia que hay de una criatura a su criador, del que es vida al que tiene vida muerta. Finalmente, muy cerca está Dios del sol, mostrando que no es Dios. Y eso quiso decir David cuando nos dijo que ahí puso Dios su silla. Que es como los reyes que se temen del poder y grandeza de alguna persona no les levante algún motín y bando en su reino: la tienen siempre cerca de su persona, con la cual deshacen todo lo que es, por mucho que sea. Y eso propio hizo Dios con el sol cuando lo vido tan bello: que temeroso de que no se levantase en el mundo algún motín y lo quisiesen levantar por cabeza, lo puso junto a sí y lo hizo su silla y pies e para que en presencia de tanta majestad quedase deshecha la que el sol tenía.
3. Hurtando nuestro Dios el cuerpo a estos primeros inconvenientes que habíe habido en el mundo de querer adorar el sol f, habiendo de hacer Cristo a sus apóstoles y a los prelados luces, no quiso que fuesen
soles del cielo, sino luces del mundo, no hombres con cuya grandeza y hermosura, letras y sabiduría, se encandilasen los ignorantes, sino hombres pobres, menesterosos, perseguidos, gente que con la carga y peso del officio fuesen unos cristos crucificados. De quien Esaías dice que a planta pedis usque ad verticem capitis non est in eo sanitas 3; et non erat ei decor et species 4. Una gente sin hermosura, antes afeada con ignominias, afrentas y malos tratamientos para que de esta manera diesen luz y no fuesen adorados y tenidos por dioses. Y si, por la grandeza del officio y superioridad que un prelado tiene a todos y por lo que en ellos influye, lo quisieren adorar o reverenciar fuera de los límites que se le deben, los hizo g luces del mundo, velas y candelas de la tierra, que para dar luz se derriten y deshacen; que no son como el sol, que alumbra y siempre se queda de una manera, sino como un Cristo crucificado, que puesto en la cruz y alumbrando al mundo se deshizo, derritió y consumió.
Al otro emperador, que sus soldados lo tenían por dios, cuando se vido enfermo y comer de gusanos publicó su desengaño. Muy cierto es los prelados que en sus officios se están y quedan eternos, estimarse [200v] y aun quererse hacer adorar pareciéndoles son perpetuos y eternos, bien a diferencia de aquellos que sus officios los ejercitan a costa de su salud y de su honra, que los propios officios y trabajos los train humillados y mortificados porque los hizo Dios asiento y lugar donde se recogen todas las penas, aflicciones y necesidades de los súbditos. Los cuales prelados, viendo que no pueden acudir a todo como ellos quisieran, echan de ver que no son dioses, sino hombres flacos y mendigos, y tanbién viendo que para dar esa poca de luz que dan es necesario derretirse, quemarse y deshacerse.
4. De aquí saco yo otra propiedad de las luces del mundo, a diferencia de las del cielo: que aquella antorcha del sol, sin despabilarla, siempre da luz de una manera, y los candiles de la noche que son luna y estrellas, sin cebarlos con torcida ni aceite, siempre arden. Pero las luces de acá abajo es necesario tener grande cuenta con ellas no se apaguen, no humeen, echarles aceite y despabilarles lo superfluo. ¡Oh padres míos los que sois prelados! Por las entrañas de Jesucristo os pido y ruego que abráis los ojos y echéis de ver que no sois soles ni estrellas, sino hombres y luces en la tierra y que tenéis necesidad cada momento, para dar luz clara, de despabilar y quitar todo género de inperfecciones y atizar esos vuestros candiles y luces, cebarlos con el aceite de charidad, añidiendo ciencia y virtud porque al mejor tiempo no falte lo que es necesario.
5. No es mal exemplo el que nos dan las vírgines locas de quien Cristo habla en su evangelio, que por descuidarse y dormirse se les apagaron sus lámparas y, por no ir bien apercebidas, les faltó el cebo
a tiempo que no lo hallaron en las compañeras 5. Dos cosas ha de tener el que hubiere de conservar una luz: que tenga el aceite necesario y tenga de repuesto y para el tiempo necesario más aceite en la vasija y alcuza que debe tener consigo. Esto propio ha de hacer el prelado. No sólo ha de tener ciencia y virtud para lo que hoy se ofrece, sino ciencia y virtud que poder añedir según mayores ocasiones y necesidades. Cuántos prelados hay en el mundo que entran en los officios pareciéndoles no h han menester más ciencia de la que ha menester para se defender de la malicia del día de hoy, sin considerar que puede venir con otra doblada [201r] el día de mañana y ofrecérseles dificultades y trabajos que, si no tuviesen aceite con que cebar, se quedarían a buenas noches al mejor tiempo.
6. De aquí saco yo otra propiedad de estas luces de acá abajo. Y es que con facilidad se apagan al aire, al agua y vueltas a la tierra. De donde, llamando Cristo a los prelados luces del mundo, les quiso decir se guardasen grandemente del viento de la vanagloria y presunción y del agua de los deleites de la tierra, y de volver la luz abajo a los intereses del mundo, que son tres cosas que han dado al traste y en obscuridad y tinieblas con muchos prelados que daban luz al mundo, quedando después por tizones muertos y apagados del infierno.