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San Juan Bautista de la Concepción Obras III - S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
CAPITULO [16] a CÓMO LOS SANCTOS Y BUENOS PRELADOS HACEN DE SU PARTE DILIGENCIAS PARA DURAR EN EL OFFICIO DE SER LUZ A SU COMUNIDAD, Y DE OTRAS DIFERENCIAS QUE HAY ENTRE LA LUZ DEL SOL Y LAS LUCES QUE ACÁ TENEMOS
1. De manera que inferimos de lo dicho en el capítulo pasadob: como dejó Dios censuada a la flaqueza humana el officio de ser luces los prelados para los humillar y que la grandeza de los officios no los volviese humo, sino los deshiciese y derritiese para que así deshechos siempre tuviesen a Dios por el padre y maestro de la obra, y el que de lac nada en que se convirtieren por su amor los puede d hacer luces perpetuas en sus eternidades. Considerando, pues, los siervos de Dios y prelados sanctos cómo es officio éste de e dar luz que derrite y deshace ya las fuerzas del cuerpo con el trabajo f, ya las del alma desvaneciendo en soberbia y presunción, procuran buscar algunos remedios cómo más dure su luz y más fuerzas tengan para acudir a los cuidados y menesteres de su communidad.
2. Entre otros, hay dos figurados en las luces de acá abajo y son g que h en las casas prudentes y discretas no gastan velas de sebo,
que se gastan y derriten presto y sólo sirven para una noche, sino velas de cera que duran y no se gastan con esa facilidad. Las primeras se hacen de las entrañas y injundias de los animales, las segundas labradas y hechas de lo más puro y acendrado de las flores con el artificio y industria de las abejas. El segundo remedio que hacen para que estas luces duren es curarlas y curtirlas al sol, al agua, al hielo y sereno de la noche, que i con eso se endurecen j y hacen de más dura. Así hacen los siervos de Dios, que cuando ven los hacen prelados y dan officios tan dificultosos como es dar luz, donde con el peso y carga del [201v] officio se han de deshacer, procuran componer su vida de la flor de las hierbas, de lo más puro y acendrado de las virtudes, hácense velas no k de sebo ni de la grosura de los animales, no de los regalos y pechugas tiernas de las aves. Que los prelados que de eso se hacen y componen presto se derriten: apenas han hecho un sermón cuando ya salen molidos, apenas un día madrugaron cuando ya están acatarrados, apenas un día ayunaron cuando ya están deshechos. Son los prelados, de quien vamos hablando, de cera exprimida y sacada de los panales de miel, puesta y curada al sol, frío y hielo l de las penitencias y mortificaciones, curtidos con trabajos, endurecidos y hechos callos con incommodidades y necesidades a que cada día quedan expuestos.
3. ¡Oh, si en todas las religiones advirtieran esto de no eligir y hacer prelados de mantequillas y azúcar rosado, de almidones y conservas! Porque todos esos regalos sólo conservan el cuerpo. Y poco sirve echar mucho sebo a la vela si el pabilo es delicado m y no puede sustentar tanto gordo sobre sí n. Sólo servirá de apagarlo más presto. Mirad de lo que ha de servir mucho regalo y poca virtud sino de o consumirla y acabarla en un momento. Recia cosa es que vaya un hombre a la tienda a comprar una vela y que la mira y examina p la calidad de la materia y las demás cosas para no recebir engaño, y que no se mire q y examine r el prelado que se ha de dar por luz, de qué está hecho y compuesto, qué come y cómo vive, si es hombre nuevo y vela recién hecha, cuánto tiempo ha que está recogido y retirado en su celda haciendo penitencia, ayunando y azotándose. Que seríe lástima dar prelados a las communidades que de presto pasase su luz, como la del rayo, que no fue oída ni vista.
4. Hay otra diferencia entre el sol y las luces de acá abajo: que el sol alumbra y calienta, pero no enciende fuego por mucho que arda y dispuesta que esté la materia, porque si eso hiciera ya no hubiera mundo porque lo hubiera quemado y abrasado todo. Pero el prelado todo lo ha de hacer: alumbrar, calentar y quemar de suerte que no deje mundo en los súbditos; alumbrar en las tinieblas, calentar los fríos y helados, encender los tibios y flojos hasta no dejar en ellos algún género de inperfeción.
Nótese que por mucho que os caliente el sol no os dará calor que vos enprestéis y comuniquéis a otro, sino un calor que por momentos se va pasando y enfriando. Pero si una vela enciende otra vela o se pega a otra materia, no sólo le comunica calor, pero le da fuego y virtud para que ella pueda encender a otras. ¡Oh Cristo sancto!, que a tus apóstoles sagrados [202r] no les s dices que son soles del cielo, sino luces del mundo que alumbran y calientan y juntamente encienden lumbre de su propia calidad y virtud en sus sucesores, contra los pérfidos herejes que han querido decir que la potestad pontifical y cabeza de la Iglesia se quedó en san Pedro y no pasó adelante t. Mienten y hablan con falsedad y engaño, pues vemos que Cristo, que era luz y fuego por esencia, encendió estas segundas luces y les comunicó fuego y virtud para que ellos encendiesen a otros y de mano en mano la Iglesia sancta siempre tuviese de aquel fuego divino que Cristo trujo al mundo para que ardiesen los corazones de los hombres. Y así como mandaba Dios u que siempre hubiese fuego en su altar 1, de esa misma suerte lo hubiese en la Iglesia, tiniendo una cabeza y prelado superior de quien se derivase virtud a las demás partes del cuerpo, que son obispos y demás prelados, y de ahí a los sacerdotes, y éstos administrasen fuego a todo el mundo perdonando peccados y dando luz y calor de gracia y charidad.
5. Otra propiedad hallo en estas luces, a diferencia de la luz del sol, y es que el sol nunca del todo se puede encubrir, de suerte que por muy ñublado que esté, si el sol ha salido ya se sabe que es de día y que el sol va fuera. Pero estas luces de acá abajo puédense tapar y encubrir según diferencias de tiempos y de officios que con ellas ejercitamos v. Como lo vemos en las luces que se esconden en las linternas y en las que tapamos w para nos recoger en la oración y como la que encubre el ladrón para hacer sus hurtos. ¡Bien alcanzara Gedeón la victoria si no encubriera las luces en los cántaros! Las cuales de repente parecieron en la obscura noche quebrando las vasijas en que iban metidas 2. Todas estas propiedades han de tener nuestras luces y prelados de que vamos hablando, que se han de tapar y encubrir o descubrir según la diferencia de tiempos y officios que ejercitan. Ha de ser luz tapada unas veces para que con su sciencia y sabiduría no inpidan el recogimiento interior del alma; y cuando la quiere Dios desembarazada de todas las cosas no sea como la esposa, que por querer en cierta ocasión mirar a su esposo le dio ocasión para que volase y se fuese 3.
Hay tiempo en el cual el hombre más docto y sabio ha de bajar sus ojos y no mirar, tapar y encubrir su luz, porque entra la fee haciendo su officio y dando luz en tinieblas. Otras veces ha de ser luz de ladrones la sabiduría de los prelados y como la que ahora decíamos de Gedeón, que, a buen tiempo y cuando no espante la caza, se ha de descubrir
aunque sea a costa y cuenta de la vida. Como muchos sanctos lo hicieron en la primitiva Iglesia, que tapado su luz, officio y estado en las cuevas [202v] y grutas de la tierra, se disimulaban y salían a deshora a hacer sus divinos hurtos y dar sus asaltos en el ejército de los contrarios. ¡Oh sancto Dios, y [en] cuántos papas, obispos y sanctos sacerdotes se verificó esta verdad! Que viviendo humillados como gusanos en las entrañas de la tierra, pasándoseles ahí los días y las noches, no por eso perdían las buenas ocasiones cuando con luz del cielo salían ellos a dar y enseñar con la que tenían, entregando millares de veces sus x cuerpos a ser despedazados; y de esta manera hacían las guerras de Dios y alcanzaban sus victorias.
6. Muy buen exemplo de esta verdad nos dio Cristo, a quien Esaías llama "Dios escondido" 4, que tapado en un pesebre, que escondido en la circuncisión y cuando huía a Egipto, en su pasión y muerte, y aunque ahí tapado, de en cuando en cuando tiraba las cortinas y descubría algo, como lo hizo a los doce años, disputando con los doctores de la ley, y después a los 33 años, predicando y haciendo milagros, hasta que puesto en la cruz, rompido su cuerpo con clavos, spinas y lanza, se quebró el cántaro. Y en su resurrección dio tanta luz que enllenó el mundo, y mill mundos que hubiera, de claridad.
En algo siguió este exemplo aquel gran doctor de la orden de sancto Domingo llamado el doctor Alano 5, el cual, siendo un pozo de ciencia, la tapó y encubrió muchos años y debajo de unas capillas humildes de un fraile lego y de officios bajos y humildes en su religión, hasta que siendo necesario en el concilio [Lateranense III] la descubrió para confundir a un famoso hereje. ¡Oh, qué doctrina tan necesaria parece ésta para muchos hombres y religiosos mozos que no han salido de las scuelas cuando ya quieren dar luz y que sepa todo el mundo que saben y entienden, ya por la cátreda, ya por el púlpito! Verdad es que Cristo dice que nadie enciende la luz y la pone debajo de medio celemín, sino sobre el candelero 6.
7. El Spíritu Sancto z dice que la sciencia a no vista y el thesoro escondido no son de provecho 7. Pero también digo que cuando no es necesaria la luz, por las razones dichas, que es bien a tiempo esconderla y disimularla. Que ya sabemos que David tapó y encubrió su prudencia y discreción en presencia del reyb [Akis], pareciendo un hombre tan tonto e ignorante que no le importaba entonces menos que la vida 8. Y muy ordinario es en los conventos reformados muy buenos entendimientos disimularse para que la alteza del officio en que los podrían
ocupar no les inpida el ejercicio humilde en que se pretenden aprovechar. Y más que, como arriba hemos dicho, bien es que la vela después de hecha, antes que se [203r] encienda, se cure y se endurezca para que con nuevo fuego y luz no se derrita antes de tiempo. De aquí es que la Iglesia tiene señalados tiempos y edades para ordenar sacerdotes, y después de ordenados para que ejerciten el officio de confesores. Para los que han de ser obispos, tanbién tiene su tiempo señalado. Y así es bien que las religiones lo señalen, en el cual los religiosos hayan de predicar, confesar y ejercitar otros officios en quec han de dar luz al pueblo.