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San Juan Bautista de la Concepción
Obras III - S. Juan B. de la C.

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CAPITULO [23] a EN QUE SE DAN OTRAS RAZONES POR QUÉ CRISTO HIZO LUZ Y OJOS DEL MUNDO ENEMIGO A SUS APÓSTOLES Y DISCÍPULOS, SIENDO TAN AMADOS Y QUERIDOS SUYOS

  1.  Tornemos a escudriñar esto de dar Cristo a sus apóstoles y discípulos por luces y ojos del mundo, que tan encontrado estaba con la virtud de los tales prelados y discípulos de Cristo. Porque siempre parece recia cosa que por una parte los honre Cristo tanto, como es hacerlos luces y darles su nombre y apelido que para sí tomó y escogió llamándose luz, y san Juan en su capítulo primero tantas veces da en cara a nuestras tinieblas y ceguera con Cristo, que es luz verdadera 1.

  2.  No dejaría de parecer cosa terrible que un príncipe hiciese a un su privado grande y poderoso y lo honrase haciéndolo del tusón 2 y luego lo diese y entregase a sus propios enemigos. Que cuando entre ellos llevase cualquier buen officio parece, siendo ellos muchos y él uno, habíe de salir con las costas y manos sobre la cabeza, como vemos [215r] sucedió a los apóstoles y discípulos de quien vamos hablando. Digo que entre otras razones una fue el mostrar Dios en esta obra su poder. Que siendo los discípulos de Cristob luces tan delicadas como son los ojos y un mundo entero por su enemigo, los tuvo Dios tan guardados en su propia y legítima cabeza, Cristo, que con descubrirle al mundo tantas veces y por tantos caminos sus maldades y ellos haber procurado con tantas veras apagar estas luces y sacar estos ojos, no han podido. Pues vemos que acabando unos la vida del cuerpo, salen y resucitan otros muchos que lleven el propio officio adelante, quedando siempre la victoria por la parte más flaca, que eran los apóstoles, de quien dice san Pablo que infirma mundi elegit Deus, ut fortia quaeque confundat 3.

  3.  ¿Quién no se espantaría ver una pequeña vela de cera en ese campo en tiempo de grandes aires, vientos, torbellinos y lluvias y que no se apague? Obligación habíe a echar juicio de que algo tenía más aquella vela que las ordinarias. De esa misma suerte quiere Dios que


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en sus apóstoles se descubra su poder, que siendo luces en hombres flacos y en tiempo de tan crueles persecuciones y ventiscasc como levantaban los tiranos no se apaguen, sino que siempre den luz d. San Pablo dijo esto admirablemente (2 Corin. 4): Habemus thesaurum in vasis fictilibus, ut sublimitas sit virtutis Dei, et non ex nobis 4; tenemos, dice san Pablo, en vasos quebradizos un tesoro muy grande escondido, para que se conozca esta grandeza y sublimidad no ser nuestra, sino de la virtud de Dios. Veamos, glorioso Pablo, qué tiene que ver thesoro scondido en vasos quebradizos para que se descubra la grandeza de la virtud de Dios. ¿Conócese el poder de un hombre en tener un thesoro scondido en un muladar? No, por cierto. Más se descubriera si estuviera guarda­do en una torre o castillo inexpugnable. Pues ¿qué misterio tiene este tesoro en vasos quebradizos que decís nos descubre la grandeza de la virtud de Dios? Respondo que luego lo dice el propio san Pablo en las palabras que siguen e (2 Corin. 4, n. 7 f): In omnibus tribulationem patimur, sed non angustiamur; aporiamur, sed non destituimur; persecutionem patimur, sed non derelinquimur; deiicimur, sed non perimus; semper mortificationem Jesu in corpore nostro circumferentes g, ut et vita Jesu manifestetur in corporibus nostris. Semper enim nos, qui vivimus, in mortem tradimur propter Jesum, ut et vita Jesu manifestetur in carne nostra mortali 5. Palabras son divinas dichas de tal boca y tal spíritu. ¿Queréis saber quién descubre la sublimidad de la virtud de Dios tiniendo nosotros tesoros en vasos quebradizos?: el ser perseguidos con tantos modos y no desfallecer, padecer trabajos y no nos ahogar; traemos estos cuerpos llenos de mill mortificaciones para que en ellos se manifieste y descubra la vida de Jesús. Siempre nosotros que vivimos (dice el glorioso apóstol) somos entregados a la muerte para que esta carne mortal descubra en sí la vida de Jesús. Conózcase, pues, de esa misma manera el poder y sublimidad de la virtud de Dios, que dando y entregando a sus apóstoles y discípulos al mundo su enemigo por luces, en medio de tantos peligros no se apagan, sino que siempre son velas que arden y lucen. Que está el tesoro en vasos de barro y que se quiebren los vasos y no se pierda el tesoro, grande virtud y poder de Dios es el que aquí se muestra.

  4.  Que se quiebre una redoma y no se derrame [215v] el licor que hay en ella, es obra extraordinaria. Que pase el pueblo hebreo por el río Jordán y no pisen las aguas que corren porque se detienen y hacen muralla a la parte de arriba, eso fue obra de la poderosa mano de Dios 6. Que se quiebren los cántaros de Gedeón en la h batalla y que no se apaguen las luces que en ellos iban encerradas quedando tan sin guarda y defensa y tan fuera de linterna y cubierta, ése fue milagro grande 7. Que es el propio que vamos diciendo i de los apóstoles y discípulos de Cristo en quien Su Majestad habíe encerrado y hecho


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depósito de tantos bienes y riquezas. Que se quiebren los cuerpos, pierdan las vidas, derramen su sangre y no se derrame y pierda el licor de la paciencia, fortaleza y consuelo interior, eso es manifestar y descubrir la virtud de Dios en los tesoros guardados en vasos de barro y la predicación evangélica en hombres desechados, y en cuerpos y carne mortal descubrir la vida de Jesús. Que quiera el tirano acocear la virtud, pisar la fortaleza y que muriendo el apóstol vaya la vida del cuerpo al mar muerto y la del alma se levante con una tan divina y celestial gracia en alto hasta llegar al cielo y el tirano e infiel pase a secas por sus intentos y pensamientos, eso es descubrir la sublimidad de la virtud de Dios. Que se quiebren los cuerpos y los maltraten y rompan como agujeros de linternas y no se apague la luz, antes por allí resuella para no morirse según la vida del cuerpo y lo mucho que en ellos arde la charidad, ésa es virtud de Dios. Que del todo se quiebren los cántaros y no se apaguen las luces, eso es lo que san Pablo dice: Semper in mortem tradimur propter Jesum, ut et vita Jesu manifestetur in carne nostra mortali 8; tráganos la muerte cada momento y lo que de ahí resulta es que se manifieste y descubra la vida de Jesús en nuestra carne mortal.

  5.  El fuego cuando está en llama solamente, como el de la vela, el aire lo apaga, pero si está en aschua el aire lo enciende y aviva. El fuego ordinario el agua lo apaga, pero el extraordinario, como el de la cal, el agua lo dispierta, y las nubes más cargadas de agua y ventisca despiden de sí rayos y fuego con mayor fortaleza. Bien entiendo yo que las luces y fuego que tienen los prelados de estos tiempos, que con livianas ocasiones, trabajos, cuidados y tentaciones, se nos apagarán nuestras velas, porque sólo es fuego en llama y luz en sólo palabras, pero la luz que al mundo dieron los apóstolos y discípulos de Cristo era fuego en aschuas, como el que abrasa y quema los montes, que con el aire aviva y corre.

  Así corrían por el mundo estas divinas antorchas, siendo perseguidas, huyendo de una ciudad a otra, según lo que Cristo [216r] les dice: Si os persiguieren en esta ciudad, id a otra 9, tomando eso por ocasión para evangelizar mi palabra y doctrina por todo el mundo. Era fuego como en cal encerrado con que se habíe de fabricar la Iglesia en la tierra, y así con su propia sangre derramada, como si fuera agua, se dispertaba y descubría aquel celestial y divino fuego que estaba encubierto y encerrado en aquellas cenizas frías. Era fuego extraordinario, como el de las nubes cargadas de agua, pues vemos que, llenos de persecuciones y maldiciones, despedían de sí palabras tan encendidas que pegaban fuego a muchos corazones de los j atormentadores.

  6.  ¡Oh, si los prelados se apercibiesen y aparejasen con tiempo de esta virtud y propiedad considerando que son luces de un mundo que es su enemigo y advirtiesen con veras que no hay communidad que


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tanto ame a su prelado que k no la pueda tener por un mundo enemigo, particularmente en el tiempo que ahora vivimos! Grande ignorancia, pues, sería del hombre que en la obscura y tempestuosa noche se fuese con una candelita en las manos por esas calles pareciéndole que no se le ha de morir. Oh padres y prelados de las comunidades que el día de hoy hay en el mundo, ¿quién hay que se atreva con poca virtud a acometer tan terrible y grande contrario? ¿No es cierto, si sólo estribamos en nuestras palabras, que se las llevará el viento como pavesa de fuego; si sólo en nuestras exterioridades, que cuatro gotas de agua las desharán como si fueran vestidos de papel? Fuego, padres míos, en aschua, fuego de fortaleza, de amor y charidad grande que ha de haber en nuestros pechos, recebido de aquel horno encendido y pecho de Cristo, como el que dio a sus sagrados apóstoles haciéndolos luces del mundo, para que de esta manera nuestra vida sea una vida que cuando más perseguida y desportillada más descubra la virtud de Dios, que como thesoro escondido está en vasos quebradizos, y así de todos sea alabado y glorificado porque dio tal virtud y poder a los hombres, etc.

 

 




a  ms. 86



1 Cf. Jn 1,9-10.



2 Toisón: orden de caballería instituida por Felipe el Bueno, duque de Borgoña, de la que era jefe el rey de España. También, insignia de esa orden.



b sigue ojos y tach.



3 1 Cor 1,27.



c  sigue con que tach.



d corr. de luces



4 2 Cor 4,7.



e al marg. vide cómo se ha de romancear bien este lugar de S. Pablo



f 2 Corin. 4, n.7 al marg.



g sigue et tach.



5 2 Cor 4,8-11.



6 Cf. Jos 3,1ss.



h corr. de las



7 Cf. Jue 7,1-22.



i ms. disciendo



8 2 Cor 4,11.



9 Cf. Mt 10,23.



j  sigue que tach.



k  sigue l tach.






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