Índice: General - Obra | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText |
San Juan Bautista de la Concepción Obras III - S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
CAPITULO [24] a CÓMO SE ENTIENDA QUE SIENDO EL MUNDO ENEMIGO DE LOS SANCTOS ELLOS SEAN LUCES Y OJOS DE SU PROPIO ENEMIGO
1. Vosotros, dice Cristo, sois luz del mundo. Y por otra parte dice Cristo: Quia si de mundo fuissetis, [216v] quod suum erat diligeret (Joannis 15) 1. Donde dice Cristo clara y manifiestamente que no son de este mundo, porque si de él fueran amáralos como suyos. Y otras muchas veces dice que sus apóstoles y discípulos no son de este mundo. Pues ¿cómo se entiende que sin ser del mundo sean del mundo? Digo que [la] respuesta puede ser muy fácil.
2. Si sacamos un poco de fuego de una piedra, decimos que es fuego de la piedra, pero ya fuego no es piedra. De esa misma suerte sacó Dios estas luces del mundo, hiriéndolo con la virtud y fuerza de su venida como el eslabón al pedernal. Y del propio mundo con un toque y fuerza de su palabra sacó a sus apóstoles y discípulos como centellas del pedernal para que fuesen luces. Y como fueron sacadas del mundob, según aquello de san Juan: Ego elegi vos de mundo 2, yo os escogí y saqué del mundo, y así los llama luces del mundo. Y después de levantados a tan grande dignidad y officio de ser luces, no son mundo, antes dél distan tanto como el fuego del guijarro y piedra. Y así, siendo del mundo, no son del mundo.
3. Digo lo 2.º, que una cosa puede ser de otra de dos maneras: o en cuanto a posesión y servicio, o en cuanto a propiedad. Como una criada que entra a servir a un amo por un año, que es criada y no esclava; y el que alquila una mula, que es señor de ella para servirse durante el tiempo del alquilé, pero no es señor de ella que la pueda matar o enajenar. Los apóstoles y discípulos eranc de Jesucristo por mil títulos y razones. Eran sus discípulos: Vos discipuli mei estis; eran sus amigos: Iam non dicam vos servos, sed amicos 3; no güéspedes, sino propios: Non estis hospites, et advenae: sed estis cives sanctorum, et domestici Dei 4, domésticos y regalados de la casa de Dios. Pero este gran Dios, que por tan suyos tenía en cuanto a la propiedad a sus apóstoles y discípulos, diolos enprestados y como peregrinos al mundo para que le enseñasen, dotrinasen y fuesen su luz y ojos. No se los dio para que los persiguiesen y maltratasen, para que los matasen y ultrajasen porque, aunque es verdad que se los da al mundo, no por tan suyos que pueda hacer de ellos lo que quisiere. Aprovecharse de su vida y costumbres, eso sí; y así dice Cristo a su Padre: Ruégote, Padre mío, por mis apóstoles y discípulos non ut tollas eos de mundo, sed ut serves eos d a malo 5. No te pido, Padre eterno, que se los quites al mundo, que ya se los tengo dados para que le sean luces, sino que los guardes de todo mal, que los defiendas como a personas que están entregadas y puestas dentro de la juridición y término de sus enemigos.
4. De aquí sacamos dos e cosas. La primera, que cuando un prelado [está] haciendo officio de luz y ojos en una comunidad, no porque trabaje y padezca ha de querer lo saque Dios del mundo o de las incommodidades que allí tiene, sino que le guarde de todo mal. Y lo demás, tener paciencia, puniendo los ojos en los apóstoles tan amados y queridos de Cristo y en medio de un mundo que a manos llenas los perseguía, y con todo eso no pide a su Padre que los saque del mundo, sino que los guarde de todo mal.
5. [217r] Lo 2.º, que adviertan que aunque es verdad que son luces y prelados de la tal communidad, no son ciudadanos de ella, ni f dan y entriegan a los tales prelados como propietarios de ella. Quiero decir que abran los ojos y miren cómo en esos officios sólo son peregrinos y pasajeros, que adviertan que ahí no han de procurar asientos ni descansos, sino obrar y trabajar de paso, como quien camina para el cielo, de donde son ciudadanos y domésticos de la casa de Dios 6, y como gente emprestada que acabado el officio ha de volver a dar cuenta al amo principal.
6. Lo 3.º, sacamos que si los prelados da Dios para luz y ojos de su communidad como en prestado por el tiempo que les dura el officio, cuán g mal hacen los súbditos cuando de ellos murmuran, ultrajan y
quitan la honra, como si fuese hacienda propia que la pudiesen desperdiciar. De suerte que ya vemos casi sin scrúpulo manchar y poner cada momento la lengua en la vida y costumbres de los prelados, no considerando que si son señores los tales súbditos del trabajo, solicitud y cuidado que de ellos tiene el prelado, no lo son de su honra ni de su vida, la cual debe salir aumentada y crecida, que es la paga y como el alquilé que le deben dar de su trabajo. Que llano es, si a una mujer le prestan una basquiña y ropa de seda, que no será señora de ella para la manchar y romper, sino para se honrar con ella y volverla muy limpia a su dueño, porque de otra manera se la harán pagar.
Entregó Dios a los prelados por luces y brocados ricos de tres altos para que, honrado el mundo y las communidades con los tales prelados, se los tornen a su tiempo no ultrajados h, manchados o rotos con los golpes que en ellos han hecho las lenguas murmuradoras. Porque si de esta manera los tornasen, se los harían pagar i, como los judíos pagaron y pagarán la muerte de Cristo, que habiéndoselo dado el Padre eterno por maestro y preceptor, que así ellos lo pedían y querían, ellos le quitaron la vida, rompieron y afearon su cuerpo hasta no dejar en él hermosura dende la planta del pie hasta la cabeza. Habiéndose con él como los studiantes sin juicio que suben a la cátreda al rústico labrador y, apenas lo tienen arriba, cuando lo escupen y dan palmadas haciendo extraordinarias burlas y escarnios de él. Esto propio hicieron los judíos del Hijo de Dios, que, ciegos, locos, desatinados de la rabia, envidia y enojo que tenían contra él, subido en la cátreda de su pasión y cruz, lo scupieron, abofetearon y despreciaron como si no fuera su legítimo, propio y verdadero maestro.
7. Por Esaías, en el capítulo 55, dice Dios en la forma que da y entriega a su hijo a los hombres: Ecce testem populis dedi eum, ducem ac praeceptorem gentibus 7; adviertan los hombres que a mi hijo lo he dado por testigo y capitán a los pueblos j y por preceptor a las gentes. Pues veamos, Señor, qué tiene que hacer el officio de testigo con el de preceptor y el officio de testigo y preceptor con el de capitán, porque el officio de testigo es k officio de ojos y vista y el de preceptor es de lengua, [217v] y el de capitán es de manos. El de preceptor es officio l de padre, el de capitán es officio de guerra, el de testigo es indiferente por poder ser en m pro y en contra. Pues ¿cómo el Padre eterno junta estas tres cosas tan diferentes como son testigo, capitán y preceptor? Digo que vino el Hijo de Dios a hacer estos tres officios: officio de preceptor y padre para quien le oyese y escuchase, de capitán y guerra, como la hará el día del juicio, para los que no le oyeron y recibieron, testigo fidelíssimo de lo bueno y de lo malo que con él se obró y hizo en la tierra. Riguroso castigo y pleito terrible contra los malos, que
haya de ser juez, verdugo y testigo el propio que fue maestro desechado, ultrajado y maltratado, que no tenga necesidad de otras manos para castigar ni de otros ojos para atestiguar, sino que hayan de ser los propios ojos y manos de aquel cuyas palabras fueron despreciadas. Y aun por eso hace Cristo jueces y asesores de las doce sillas que han de juzgar a los doce tribus n y en ellos a todas las gentes, a sus sagrados apóstoles 8, porque ellos fueron preceptores, los que publicaron la paz, conciertos y avenencias en Dios y los hombres. Y pues ellos fueron maestros, preceptores y padres, sirvan tanbién de testigos y de jueces. Recia cosa y causa bien justificada que se entriegue el conocimiento de ella para que sentencie el que ha hecho officio de padre y de preceptor para que salga más justificada, y que no tenga de qué quejarse el reo o qué tachar el testigo o recusar el juez, pues hace todos esos officios el que primero hizo officio de padre y maestro.
8. No habíe necesidad de volver la plática y enderezar las palabras a los que el día de hoy con poco recato y menos mesura condenan a sus padres y maestros, avisándoles cómo esos propios han de ser sus testigos y jueces el día del juicio y han de trocar en venganza para su castigo el amor que les tuvieron para su enseñanza.
Así como, estando acá conociendo un juez del delito de algún homicida, suele entrar la parte con el vestido o túnica del muerto despedazada y rompida de las puñaladas y llena de sangre de la que vertió o muriendo, y eso mueve al juez y sirve de testigo y proceso contra el que condenan, de esa misma suerte, siendo los sanctos vestiduras de Cristo, que por tales se las ofrece el Padre eterno, diciendo: His omnibus sicut vestimento vestieris p 9, matando el peccador a Cristo en lo que es de su parte, siempre que per sigue q y maltrata al justo, guardará Dios sus vestiduras, que son sus sanctos con las heridas en sus cuerpos para que sean fidelíssimos testigos contra los que en este mundo los agraviaron. Y esto significaba aquella pregunta que los ángeles hacían a Cristo en su [218r] acensión, diciendo: Quis est iste, qui venit de Edom, tinctis r vestibus de Bosra? 10, etc. ¿Quién es éste que viene de Edón y trai las vestiduras teñidas? Por ventura, éste ¿no era hermosíssimo en su vestidura? Iste formosus in stola sua. ¿No habíe salido en la muchedumbre de su fortaleza gradiens in multitudine fortitudinis suae? 11 ¿Cómo, Señor, viene bermejo y tinto en sangre tu vestidura y tus vestidos como los que train salpicados los que pisan en los lagares? Responde Cristo: Ego qui loquor s justitiam, et propugnator sum ad salvandum 12. Yo soy el que hablo verdades, rectitud y justicia y el que vino a hacer guerra para salvar las gentes. Veislo ahí por preceptor, por maestro y padre: Torcular calcavi solus, et de gentibus non est vir mecum; calcavi eos in furore meo, et conculcavi eos in ira mea; et aspersus est sanguis eorum super vestimenta mea, et omnia indumenta mea inquinavi 13.
Entré, como si dijera, solo a hacer officio tan trabajoso como era hablar justicia y verdad y salvar las gentes; dejáronme entre ellas solo y solo entré a pisar en el lagar de mi pasión, en la cual con ira y enojo los pisé y hollé. Et aspersus est sanguis eorum super vestimenta mea; y salpicó su sangre de suerte que pusieron de esta manera mis vestiduras. Pues, Señor, vos ¿no fuistes el pisado y el hollado con rabia de los judíos? Esta sangre ¿no es vuestra? ¿Cómo lo trocáis y volvéis al revés? ¡Ay, cristianos!, cómo me sospecho que aquel pisar a Cristo fue pisarse los propios judíos, aquel quitarle la vida fue quitársela ellos, aquel derramar su sangre fue derramar la suya, pues todas aquellas gotas, bofetadas, salivas, azotes, clavos y espinas y todo lo demás que Cristo padeció ha de ser testigos fidelíssimos de las penas e infierno que ellos merecen; aquella grande paciencia de Cristo en el padecer, ésa descubre su ira y furor con que han de ser castigados. ¡Oh Señor!, si esa sangre que vos derramáis es la sangre y la llamáis sangre derramada 14 de los que os pusieron en una cruz y fue tanta, ¿quién tendrá sangre que pueda derramar en su recompensa? Si tanto padecistes y eso que vos padecéis se ha de poner de un lado para que por esa medida sea derramada la sangre del malo y castigado según su delito, ¿dónde ha de llegar?
9. Pues esto propio que se hace con Cristo tomando cuenta a la mala que de él dieron aquellos a quien el Padre eterno se lo entregó, se ha de hacer con los súbditos pidiéndoles cuenta de sus padres y maestros, a quien les dieron por luces y preceptores, de suerte que su honra quitada, su vida maltratada o su sangre derramada ha de ser testigo y juez de los delitos y peccados que cometieron en su desprecio y desacato, para que abran los ojos y honren los que Dios les tiene dados para que sean quien deben, etc.
[218v] Jhs. M.ª