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San Juan Bautista de la Concepción
Obras IV – S. Juan B. de la C.

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EXHORTACION 27

Trátase en qué obras un alma no se ha de descuidar y de qué oración y deseos ha de bajar a estos ejercicios sanctos

1. Será Dios servido que, con cuatro palabras que en esta exhortación digamos de la necesidad de las buenas obras para alcanzar la perfección que un religioso pretende, concluyamos la digresión que hemos hecho en estos tres o cuatro capítulos, en que hemos descendido a cosas más particulares. Y quiero que advirtamos que yo no voy hablando aquí con los herejes, que niegan las obras, penitencias, mortificaciones y otras asperezas y rigores con que los justos maceran su carne y procuran agradar a Dios. Aquí solamente vamos tratando con siervos de Dios, que, vestidos en sus principios de hábito riguroso y habiendo profesado regla áspera y estrecha, se dan a la oración en lo secreto de su corazón, a quien deseo persuadir jamás olviden de todo puncto, por mucho que suban [91v] a la contemplación, los ejercicios sanctos de humildad y charidad que en otro tiempo hicieron. Porque, como en la contemplación la golosina y dulcedumbre que allí se goza suele enajenar a un alma de todo puncto, es bien tenga quien de cuando en cuando le tire de la capa y sepa que aún se está en carne y en tiempo que, si por la oración hace subidas, por la humildad y charidad de sus próximos y hermanos ha de hacer bajadas, que caminos son, aunque parecen contrarios, [que] se juntan y se pasa del uno al otro.

2. Lo cual, si lo queremos advertir, lo dijo David en el psalmo 83: Ascensiones disposuit in corde suo, in valle lacrymarum, in loco quem posuit 1. Dice que a dispuso en su corazón subidas; y estas subidas que en el corazón dispuso, dice que las puso en el valle de las lágrimas. Aquí está la dificultad de arriba. Si dispuso subidas, ¿cómo las puso en el valle de las lágrimas? Antes eso es poner descensiones. Respondernos ha que eso es subir: bajar al valle de las lágrimas; subir es humillarse, llorar y abatirse, eso es poner subidas en el corazón. Luego aquí bien junta David entramas cosas de que yo voy hablando: la alteza de la contemplación con el bajar al valle, donde con el pobre y afligido se ha de llorar y, con el penitente y mortificado, igualar.

3. Verdad es que el águila pone su nido en lo más alto y vuela en lo más encumbrado, pero no por eso deja de mirar de en cuando en cuando la tierra la que de hito en hito mira el cielo. No se niega que la vida b contemplativa es más perfecta que la activa, eso es c llano. Lo que decimos es que, para la conservación y perseverancia de esa vida, es necesario la perseverancia en el ejercicio sancto de las buenas obras y que el alma que subió, como águila, a hacer d su nido y poner sus pensamientos entre los coros de los ángeles, que no se ha de descuidar de las penitencias y mortificaciones de la tierra e; y quien por la oración miraba a Dios no se descuide de volver los ojos al suelo y ponerlos en muchas obras de consideración y de necesidad para que sus subidas vayan adelante.

4. Aquí parece mezclamos las cosas, de suerte que es necesario [92r] hacer distinción de dos maneras de obras que en estas almas, de quien vamos hablando, se hallan. Unas son muy puras y espirituales, remontadas de todo lo corpóreo y material de acá abajo, de suerte que el que con perfección ora y contempla, orando y contemplando obra con la mayor perfección que se puede imaginar, porque ahí su alma viene a producir unos fructos, ayudada de Dios, que vienen por su alteza a tomar nombre no de fructos del alma sino del Spíritu Sancto. Y en esta exhortación ni en la pasada ha sido mi intento tratar en todo rigor de esta oración y contemplación, pues ésta se trai el orar y obrar interiormente todo junto, sino se ha hablado de unas almas que, tiniendo una moderada oración, sin haber alcanzado algún particular grado de unión, se les pasan las horas en deseos y pensamientos de humildad, charidad y penitencia. Con estas tales voy hablando de la necesidad del ejercicio de las obras para ir aprovechando en el camino de la perfección.

5. Quería que advirtiésemos un lugar de los Cantares que no ha mucho que lo truje a otro propósito 2, el cual nos descubrirá f estas dos maneras de obras y nos confirmará lo que vamos diciendo de la necesidad que la oración y contemplación tiene de andar acompañada con ejercicio de obras sanctas y humildes. Dice el Spíritu Sancto (Can 7) g tratando de un alma sancta: Ascendam in palmam, et apprehendam fructus eius; et erunt ubera tua sicut botri vineae, et odor oris tui sicut malorum 3. Adviertan que hemos dicho de dos maneras de obras, unas secretas e interiores, que son las que acompañan la perfecta contemplación, cuando un alma sube a un grande grado de unión con Dios, y otras obras exteriores y corporales, cuando, después de los deseos de la oración y contemplación, se baja a humillar y hacer obras de charidad. Pues dice Dios, hablando con un alma sancta: Ascendam in palmam; subiré a la palma, que es un alma que con mucho trabajo y tiempo se hizo muy alta h como i la palma. A quien en el mismo capítulo la asemejó el Spíritu Sancto j diciendo: Statura tua assimilata est palmae 4. Y porque no entendiésemos que esta alma era tardía como la palma en el dar fructo, [92v] de quien dicen se tarda ochenta y más años, dice el sposo Cristo de su esposa: Subiré a la palma —que es el alma perfecta, cuya altura es muy grande— et apprehendam fructus eius. No está, aunque es palma, sin fructos, que cargada está de ellos. Ven ahí las unas obras exteriores, en quien el alma se ejercita, aunque es palma.

6. Et erunt ubera tua sicut k botri vineae. Como si dijera: Utinam sint ubera tua sicut botri vineae; ¡ojalá, esposa mía, demás de estos primeros fructos que yo, subiendo en esta palma, cojo, tuvieses otros segundos, que son más perfectos, significados por los pechos, los cuales tienen fructo de leche suave que no se ve!; y así son los actos y fructos interiores que un alma produce subida a lo alto de la contemplación. Y el pedir fuesen como dos racimos de uvas de las viñas, fue decir que fuesen tan puros y limpios que, cogiéndolos el esposo, quedase enbriagado, como con suavíssimo vino. También, como el racimo de uvas tiene muchos granos, de quien se hace un licor, así desea el esposo sean muchos los actos interiores que un alma l tiene, los cuales todos vayan enderezados a un fin. Utinam sint ubera tua sicut botri vineae. ¡Ojalá, como si dijera, esposa mía, estuviesen ya esos tus pechos tan fecundos de suave leche, que eso bastase y te trujese enajenada y transformada en mí, y que no tuvieses ya necesidad de dar otros fructos más toscos y bastos!

7. Y esto que deseaba m de su esposa, parece luego lo afirma tenerlo, diciendo: Odor oris tui sicut malorum. Tu boca güele, esposa mía, a manzanas. Como si dijera: bien se echa de ver la fecundidad de tus pechos interiores, pues ya el anhélito y el spíritu de tu boca n güele a manzanas. Y el llamarlo olor de manzanas es para confirmar lo que denantes decíamos de la palma, que es el árbor que más tarde da fructo, y el manzano el que más presto. Pues dice el sposo: De la palma tomad la altura y dádsela a mi sposa, y del manzano tomad la presteza en el llevar fructo, y veréis cómo mi sposa junta alteza de contemplación con presteza de fructos, en quien decimos lo que aquí o hemos [93r] pretendido tratar.

8. Bien claras están estas dos maneras de obras en la esposa que aquí ha tratado, unas significadas por los fructos que, subido a la altura de esta palma, habíe el sposo de coger; y otros significados por los pechos hechos racimos de uvas. Los primeros fructos son como p los que la palma da en su altura y al descubierto. Los otros son como la leche que la madre tiene en los pechos, que no se ve. Así es el alma devota que siempre está ocupada o en obras exteriores o en actos interiores, o por mejor decir, en todo junto, que así se entienden las palabras de este lugar: Subiré a la palma y cogeré sus fructos, y serán tus pechos, esposa, como dos racimos de uvas. Como si dijera: Harás, esposa mía, obras exteriores sanctas y agradables a Dios y dignas de que tu esposo suba por ellas; y harás obras interiores que servirán de pechos fecundos con que críes y alimentes estas exteriores.

9. Y ésta es una admirable alabanza y requiebro que a su esposa dice: Tendrás hijos de sanctas obras y leche con que alimentarlos; tendrás obras exteriores y sanctos pensamientos con que ayudarlos. ¡Oh!, que es divina correspondencia ésta en un alma sancta: que se temple lo exterior q conforme lo interior r y que todo ande a una. Y esto es lo que yo he pretendido persuadir en esta exhortación a mis hermanos: que donde hay pensamientos haya obras y donde hay obras haya sanctos pensamientos, porque lo uno sin lo otro vale poco o nada. Las obras sin pensamientos y deseos fervorosos son como cuerpo sin alma s, alma sin vida y hijo sin leche, que es fuerza muera, y como luz sin aceite, que luego se acaba. Y lo mismo tienen los pensamientos sin obras, que son como los entes de razón o los accidentes sin sujeto. Y todo junto es como un alma hermosa en su cuerpo y como sello en su t estampa y sol en su cielo. Dénoslo Dios, por quien Su Majestad es, y gracia para que acertemos a hacer lo que más u le agrada. Etc.

[93v]




1 Sal 83,6-7.



asigue puso tach.



bsigue contem activa es más perfecta que tach.



csigue s tach.



dsobre lín., en lín. a poner tach.



e de-tierra sobre lín.



2 Cf. supra p.157.



f rá sobre lín.



g Can 7 al marg.



3 Cant 7,8.



hsigue y de la estatura tach.



isigue altura de tach.



j Spíritu Sancto sobre lín., en lín. a la palma tach.



4 Cant 7,7.



ksigue duo tach.



lsigue co tach.



msigue y afirmaba tach.



n y el-boca sobre lín.



osigue pretendemos tach.



psobre lín.



qcorr. de interior



rcorr. de exterior



ssigue y tach.



tsigue esp tach.



usigue a su tach.






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